RebeldeMule

¿Vencedores o vencidos? (Stanley Kramer, 1961)

Corto, medio, largo, serie, miniserie (no importa el formato)... en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
¿Vencedores o vencidos? (El juicio de Nuremberg)
Judgment at Nuremberg
Stanley Kramer (EE.UU. de América, 1961) [186 min]


IMDb
(wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    [propia] Núremberg (Alemania), 1948. El juez Dan Haywood acaba de aterrizar. Su perfil, de sencillo juez de provincias, no conjunta bien con la relevancia de la tarea que le aguarda: la instrucción contra destacados jueces del fascismo alemán.

    El caso reviste complejidad por lo variopinto de los acusados: Werner Lampe, viejo aristócrata prusiano; Friedrich Hofstetter, un funcionario gris; Emil Hahn, activista nazi; y Ernst Janning, liberal toda su vida, uno de los redactores de la constitución de la República de Weimar.

    Será uno de los últimos Juicios de Núremberg, en un contexto en el que el pueblo alemán observa con pudor el pasado y recelo el futuro. Y en el que la vieja alianza entre la Unión Soviética y EEUU se deshace para dar lugar a una aún más vieja rivalidad, como se palpa en la división administrativa de la capital germana.

Comentario personal:

    "Vencedores o vencidos" es un clásico del debate entre iusnaturalismo e iuspositivismo y un ensayo de primera calidad sobre cómo el liberalismo se parapeta en el fascismo cuando se ve amenazado por los socialismos o cualquier otro enemigo externo, aunque esta elección pueda enterrarle en vida. Es la base del argumento del abogado de la defensa, Hans Rolfe, una y otra vez. Hacer ver que son personalidades como el testigo de la acusación Wieck, antiguo alto magistrado, quienes por miedo a perder su posición social dieron el visto bueno a Hitler. A regañadientes, pero lo hicieron. Los políticos de Weimar. El canciller Hindenburg. El acusado Janning, "padre" constitucional y ministro de justicia en el mismo periodo. La sombra de lo que fue Janning es alargada, y la vecindad consigo mismo, con sus propios postulados liberales, mosquea al pobre juez Haywood. ¿Habría actuado él de un modo distinto a Janning de haberse desatado el fascismo en su democrática patria?

    Sus nuevos amigos alemanes son entusiastas de la "alta cultura", la cortesía barroca, las veladas nobles y el patriotismo conservador, como él mismo. El empleado medio está tan dispuesto a la servidumbre como el negro más manso de una comarca sureña. Todo le es familiar. Hasta eso de las políticas eugenésicas le es familiar. Pasea frente al atrio de Nuremberg, desde el que dictaban el compás a las antorchas, y... ¿no se le da un aire a la arquitectura neoclásica del National Mall en el que reside el Capitolio de los EEUU? El espejo le tiene molido, pero el juez no planta cara a su gemelo malvado. Para nuestro desconsuelo. ¿Cómo le puede asombrar que el alemanito de a pie no se interesara por saber del exterminio judío, gitano, ruso... cuando ni él contabiliza el exterminio amerindio y la segregación de afrodescendientes como crímenes propios? Tampoco parece sonarles Hiroshima y Nagasaki, y sólo han pasado tres años. ¿No tiene los mismos efectos en política exterior la doctrina Monroe que el lebensraum germano? Reconocerse en tan oscuras referencias llevaría a Haywood a preguntarse por el expansionismo que es común a su país y a Alemania, y el cortocircuito inhabilitaría el proceso judicial, por ilegítimo. Facha no come carne de facha.

    Será por eso que se obceca en las diferencias. En EEUU el pueblo elige a sus jueces municipales, los borrachos no cantan en los bares y él es tan mañoso como para hacerse un sándwich a medianoche sin necesidad de criada. Fruslerías. Tiene que ser otra cosa. En las cristalinas aguas de la filosofía del Derecho, en las entrañas del liberalismo, retornando a las fuentes de su corriente, el juez yanqui alcanza su eureka: la independencia o compartimentación de las magistraturas es lo que hace la diferencia. Esta y no otra sería la condición para la sentencia más justa. Janning la habría sacrificado durante la fase nazi, haciendo dejación de sus funciones "naturales" como juez para favorecer a la máxima autoridad del estado. Ahora que está seguro de que esta diferencia lo salva todo, Haywood tomará la decisión más inconveniente para su plataforma política, pero más justa desde una concepción universalista de la justicia. Sacudido así el espantajo del fascismo de su propia toga, se cala el sombrero y, con la confianza que da el trabajo bien hecho, se vuelve a su casita rural en Maine. Dejando tras de sí un reguero de resentimiento.

    ¿Se ha impuesto el Derecho natural? ¿Es entonces el liberalismo la mejor plataforma para la realización de la justicia universal? El final es Historia y no espoiler. El debate iusnaturalismo-iuspositivismo está mellado por lo que precede al Derecho: la relación de fuerzas sociales que cristalizan en el estado que promulga y custodia la jurisprudencia. Sabemos que los juicios no propiciaron una desnazificación efectiva, porque la razón de estado imponía no condenar a todos los cuadros del fascismo alemán. Gracias a su experiencia en la lucha anticomunista, estos agentes podían ser muy útiles en un futuro próximo para desactivar la expansión del socialismo. En pocos años, todos los nazis estarán en la calle, dando aliento a la impresión general de que algo de razón sí que debían de llevar.

    Desde el mismo arranque de la película se paladea esta fractura entre justicia e intereses creados que el juez Haywood pretende enmendar a través de un Derecho connatural a la condición humana, un Derecho ahistórico y global: «muchos creen que estos juicios no deben continuar, pero yo sí» (parafraseo). La sentencia de Haywood contra los jueces nazis resiste la presión del Estado hasta que las razones del Estado, que se deducen de su necesidad de expansión económica y militar, revierten la sentencia. Juzgar el fascismo alemán tiene poco recorrido cuando el estado que lo juzga comparte las mismas fijaciones que el fascismo alemán. El liberalismo puede argumentar sensatamente a favor de la necesidad de juicios independientes que ponderen la mejor salida a un problema (algo que no inventa la Ilustración, listillos, que sois unos listillos), pero la concreción política de su programa, no segmentado, en conjunto, nos arrastra a un callejón sin salida. La justicia justa para aparentar ser justos.

    Propongo un ejercicio que autentificará esta dificultad del liberalismo para conectar con principios de justicia universal. ¿Es practicable en las sociedades vigentes un Núremberg 2.0 que, bajo el principio de responsabilidad individual prescrito por el primer Núremberg, indague en la responsabilidad civil y penal de quienes han planificado y ejecutan los siguientes crímenes de lesa humanidad? a) El exterminio de fuerza laboral en las rutas migratorias; b) la leva de ejércitos para la destrucción total de estados y parcial de sus poblaciones con objeto de adueñarse de su función estratégica y sus recursos económicos; c) los siniestros en el trabajo como consecuencia directa e indirecta de la sobreexplotación de la fuerza laboral (estipulando grados); d) los decesos y otros efectos humanos irreversibles como consecuencia directa e indirecta de la privatización de servicios públicos (me parece complejo incluir la mercantilización en general); e) la agresión por acción legislativa, judicial o ejecutiva y movimiento social contra los grupos sociales femeninos, sexodisidentes y grupos étnicos; e) casos de impacto ecológico colosal sin distinción de empresa y estado.

    Algunos casos podrían acogerse a la legislación vigente y, para otros, habría que ampliar el tipo penal o configurarlo de cero. Habría que diseñar mecanismos de reinserción más imaginativos que los actuales y sugeriría la recuperación de la pena capital por su pedagogía para los casos de mayor responsabilidad; fijaos en la cara de Werner Lampe en la película: para los que sí tienen mucho que perder, la muerte siempre será un disuasorio. ¿Alguna fuerza política en la sala con el coraje para recogerlo en su programa? Mi respuesta es que esto es impracticable para las corrientes liberales, por más honestos Haywood que cuenten en sus filas. Sería tarea para los socialismos; esos que trabajan una independencia política del proletariado, por estar libre esta clase de los intereses que comprometerían la realización de la justicia para crímenes de naturaleza económica "avanzada".


Ficha técnica


Reparto:

  • Spencer Tracy (Dan Haywood, magistrado jefe de la instrucción contra los jueces del fascismo alemán).
  • Maximilian Schell (Hans Rolfe, principal abogado de la defensa).
  • Richard Widmark (Tad Lawson, coronel del ejército de los EEUU, abogado de la acusación).
  • Burt Lancaster (Ernst Janning, juez, colaboracionista con el fascismo alemán, acusado en el proceso).
  • Werner Klemperer (Emil Hahn, juez, colaboracionista con el fascismo alemán, acusado en el proceso).
  • Torben Meyer (Werner Lampe, juez, colaboracionista con el fascismo alemán, acusado en el proceso).
  • Martin Brandt (Friedrich Hofstetter, juez, colaboracionista con el fascismo alemán, acusado en el proceso).
  • Judy Garland (Irene Hoffman, anteriormente Wallner, testigo de la acusación).
  • Marlene Dietrich (Bertholt, de la élite alemana, viuda de general fascista sentenciado a muerte por el caso Malmedy).
  • Montgomery Clift (Rudolf Petersen, testigo de la acusación, discapacitado, hijo de militante comunista).
  • William Shatner (Harrison Byers, capitán del ejército de los EEUU, ayudante de Haywood).
  • Ed Binns (Burkette, senador de los EEUU).

Premios:

    1961: 2 Oscars: Mejor actor (Maximilian Schell), guión adaptado. 11 nominaciones.
    1961: 2 Globos de Oro: Actor - Drama (Schell) y director. 6 nominaciones.
detalles técnicos u otros: mostrar contenido
1961: Premios BAFTA: 3 nominaciones incluyendo a mejor película.
1961: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor actor (Schell) y mejor guion. 3 nominaciones.
1961: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a mejor director.1961: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a mejor guión drama.
1961: National Board of Review: Top 10 mejores películas.
1961: 3 Premios David di Donatello, incl. mejor película extr. y mejor actor extr. (Tracy).


Idioma original: Inglés, alemán.





DVDRip Dual (VO/VE) - AVI [1.91 Gb] (fuente)
detalles técnicos u otros: mostrar contenido
Datos técnicos:
Tamaño: 1,91 Gb
Duracion: 02:51:29
Vídeo codec: Xvid (doble pasada)
Resolución: 608 x 368
Bitrate: 1324 Kbps. Qf: 0.237
Códec Audio: Mp3 Cbr
Bitrate Castellano/Inglés: 48000Hz 128 kb/s total (2 chnls)
Subtítulos: [Castellano-inglés]





BDRip Dual (VO/VE) - AVI [2.61 Gb] (fuente)
detalles técnicos u otros: mostrar contenido
Audio castellano del DvD. Montaje complicado que ha necesitado más de una docena de cortes para
cuadrarlo, pero creemos que no ha quedado mal. Disculpen los posibles fallos si los hubiere. Un saludote

Nombre: Vencedores.o.Vencidos.(1961).HDRip.Dual.(Spa.Eng.).(Xvid+2Ac3).(proteinicos.es).by.FitoCorleone.avi (parte1 y parte2)
Tamaño: parte1: 1349 Mb ; parte2: 1324 Mb
Duración: parte1: 01:27:26 (5245.782208 s) ; parte2: 01:31:46 (5505.875375 s)
Resolución: 720 x 436
Frame aspect ratio: 180:109 = 1.651376
Bitrate: 1688 kbps
Framerate: 23.976 fps
Audio track nr. 1: 0x2000 (AC3) Bitrate: 192 kbps Channels: 2 Stream size: 245 Mb
Audio track nr. 2: 0x2000 (AC3) Bitrate: 192 kbps Channels: 2 Stream size: 245 Mb





HD 720p Dual (VO/VE) - AVI [6.91 Gb] (fuente)
detalles técnicos u otros: mostrar contenido
Dardo, en DXC, el 17 de septiembre de 2012, escribió:La fuente original venía con una VO en 5.1 que he mantenido intacta. Por motivos que no viene al caso, quería incluir el audio doblado en el ripeo para ofrecer la película en dual. La dificultad del doblaje ya es alta por el tipo de diálogos, encuadres muy cercanos donde es difícil como ya sabemos tener una sincronía perfecta. Si a todo ello le añadimos que no hubo suerte y para este HDTV he tenido que realizar numeros cortes del doblaje del DVD para que la sincronía fuese correcta pues hacen que en una gran parte del metraje entiendo que se ha quedado correcto, y en fragmentos puntuales pues es mejorable, como siempre digo cualquier mejora en el mismo será bienvenida. Comentar que hay un pequeño diálogo donde a Spencer Tracy y Marlene Dietrich tuvieron que hacerles un doblaje con voces diferentes como explica la web eldoblaje para su estreno en televisión en 1984, me imagino que en su día la censura quitaría estas escenas, ya que para la época no verían bien la escena en cuestión...


General
Complete name : Judgment at Nuremberg [Vencedores y Vencidos, 1961] HDTV 720p Dual [Eng & Spa] Subs [Spa & Eng] [DivXClásico].mkv
Format : Matroska
Format version : Version 2
File size : 6.91 GiB
Duration : 3h 2mn
Overall bit rate : 5 415 Kbps
Encoded date : UTC 2012-09-17 15:19:35
Writing application : mkvmerge v4.0.0 ('The Stars were mine') built on Jun 6 2010 16:18:42
Writing library : libebml v1.0.0 + libmatroska v1.0.0

Video
ID : 1
Format : AVC
Format/Info : Advanced Video Codec
Format profile : High@L4.1
Format settings, CABAC : Yes
Format settings, ReFrames : 9 frames
Codec ID : V_MPEG4/ISO/AVC
Duration : 3h 2mn
Bit rate : 4 827 Kbps
Width : 1 192 pixels
Height : 720 pixels
Display aspect ratio : 1.656
Frame rate : 23.976 fps
Color space : YUV
Chroma subsampling : 4:2:0
Bit depth : 8 bits
Scan type : Progressive
Bits/(Pixel*Frame) : 0.235
Stream size : 6.16 GiB (89%)
Writing library : x264 core 125 r2208 d9d2288
Encoding settings : cabac=1 / ref=9 / deblock=1:-2:-2 / analyse=0x3:0x133 / me=umh / subme=10 / psy=1 / psy_rd=1.00:0.25 / mixed_ref=1 / me_range=24 / chroma_me=0 / trellis=2 / 8x8dct=1 / cqm=0 / deadzone=6,6 / fast_pskip=1 / chroma_qp_offset=-4 / threads=3 / lookahead_threads=1 / sliced_threads=0 / nr=0 / decimate=0 / interlaced=0 / bluray_compat=0 / constrained_intra=0 / bframes=8 / b_pyramid=2 / b_adapt=2 / b_bias=0 / direct=3 / weightb=1 / open_gop=0 / weightp=2 / keyint=250 / keyint_min=23 / scenecut=40 / intra_refresh=0 / rc_lookahead=60 / rc=crf / mbtree=1 / qcomp=0.80 / qpmin=0 / qpmax=69 / qpstep=4 / ip_ratio=1.10 / aq=1:0.50
Language : English
Default : No
Forced : No

Audio #1
ID : 2
Format : AC-3
Format/Info : Audio Coding 3
Mode extension : CM (complete main)
Codec ID : A_AC3
Duration : 3h 2mn
Bit rate mode : Constant
Bit rate : 384 Kbps
Channel(s) : 6 channels
Channel positions : Front: L C R, Side: L R, LFE
Sampling rate : 48.0 KHz
Bit depth : 16 bits
Compression mode : Lossy
Stream size : 502 MiB (7%)
Language : English
Default : No
Forced : No

Audio #2
ID : 3
Format : MPEG Audio
Format version : Version 1
Format profile : Layer 3
Mode : Joint stereo
Mode extension : MS Stereo
Codec ID : A_MPEG/L3
Codec ID/Hint : MP3
Duration : 3h 2mn
Bit rate mode : Constant
Bit rate : 96.0 Kbps
Channel(s) : 2 channels
Sampling rate : 32.0 KHz
Compression mode : Lossy
Delay relative to video : 247ms
Stream size : 125 MiB (2%)
Writing library : LAME3.98.4
Language : Spanish
Default : No
Forced : No

Text #1
ID : 4
Format : UTF-8
Codec ID : S_TEXT/UTF8
Codec ID/Info : UTF-8 Plain Text
Language : Spanish
Default : No
Forced : No

Text #2
ID : 5
Format : UTF-8
Codec ID : S_TEXT/UTF8
Codec ID/Info : UTF-8 Plain Text
Language : English
Default : No
Forced : No





BDRip 1080p Dual (VO/VE) - MKV (HEVC 10b-AC3) [3.56 Gb] (fuente)
detalles técnicos u otros: mostrar contenido
General
ID única : 244403261176466527177210891807068267281 (0xB7DE5B1D9C33306FE4EDF7C707DC2311)
Nombre completo : Vencedores.o.vencidos.(El.juicio.de.Nuremberg).(1961).(Spanish.English.Spanishsub.Englishsub).BDrip.1080p.HEVC.10b-AC3.by..mkv
Formato : Matroska
Formato de la versión : Version 4
Tamaño de archivo : 3,57 GiB
Duración : 2 h 58 min
Tasa de bits general : 2 857 kb/s
Película : ¿Vencedores o vencidos? (El juicio de Nuremberg) (1961)
Fecha de codificación : UTC 2022-11-17 19:09:20
Aplicación de codifición : mkvmerge v72.0.0 ('Minuano (Six-eight)') 64-bit
Librería de codificación : libebml v1.4.4 + libmatroska v1.7.1

Vídeo
ID : 1
Formato : HEVC
Formato/Info : High Efficiency Video Coding
Formato del perfil : Main 10@L4@Main
ID códec : V_MPEGH/ISO/HEVC
Duración : 2 h 58 min
Tasa de bits : 2 471 kb/s
Ancho : 1 792 píxeles
Alto : 1 080 píxeles
Relación de aspecto : 5:3
Modo velocidad fotogramas : Constante
Velocidad de fotogramas : 23,976 (24000/1001) FPS
Espacio de color : YUV
Submuestreo croma : 4:2:0 (Type 0)
Profundidad bits : 10 bits
Bits/(píxel*fotograma) : 0.053
Tamaño de pista : 3,09 GiB (86%)
Librería de codificación : x265 3.5+37-07b011400:[Windows][GCC 11.2.0][64 bit] 10bit
Opciones de codificación : cpuid=1111039 / frame-threads=4 / numa-pools=24 / wpp / no-pmode / no-pme / no-psnr / no-ssim / log-level=2 / input-csp=1 / input-res=1792x1080 / interlace=0 / total-frames=0 / level-idc=0 / high-tier=1 / uhd-bd=0 / ref=3 / no-allow-non-conformance / no-repeat-headers / annexb / no-aud / no-eob / no-eos / no-hrd / info / hash=0 / no-temporal-layers / open-gop / min-keyint=23 / keyint=250 / gop-lookahead=0 / bframes=4 / b-adapt=2 / b-pyramid / bframe-bias=0 / rc-lookahead=20 / lookahead-slices=6 / scenecut=40 / no-hist-scenecut / radl=0 / no-splice / no-intra-refresh / ctu=64 / min-cu-size=8 / no-rect / no-amp / max-tu-size=32 / tu-inter-depth=1 / tu-intra-depth=1 / limit-tu=0 / rdoq-level=0 / dynamic-rd=0.00 / no-ssim-rd / signhide / no-tskip / nr-intra=0 / nr-inter=0 / no-constrained-intra / strong-intra-smoothing / max-merge=3 / limit-refs=1 / no-limit-modes / me=1 / subme=2 / merange=57 / temporal-mvp / no-frame-dup / no-hme / weightp / no-weightb / no-analyze-src-pics / deblock=0:0 / sao / no-sao-non-deblock / rd=3 / selective-sao=4 / early-skip / rskip / no-fast-intra / no-tskip-fast / no-cu-lossless / b-intra / no-splitrd-skip / rdpenalty=0 / psy-rd=2.00 / psy-rdoq=0.00 / no-rd-refine / no-lossless / cbqpoffs=0 / crqpoffs=0 / rc=crf / crf=24.0 / qcomp=0.60 / qpstep=4 / stats-write=0 / stats-read=0 / ipratio=1.40 / pbratio=1.30 / aq-mode=2 / aq-strength=1.00 / cutree / zone-count=0 / no-strict-cbr / qg-size=32 / no-rc-grain / qpmax=69 / qpmin=0 / no-const-vbv / sar=1 / overscan=0 / videoformat=5 / range=0 / colorprim=2 / transfer=2 / colormatrix=2 / chromaloc=1 / chromaloc-top=0 / chromaloc-bottom=0 / display-window=0 / cll=0,0 / min-luma=0 / max-luma=1023 / log2-max-poc-lsb=8 / vui-timing-info / vui-hrd-info / slices=1 / no-opt-qp-pps / no-opt-ref-list-length-pps / no-multi-pass-opt-rps / scenecut-bias=0.05 / hist-threshold=0.03 / no-opt-cu-delta-qp / no-aq-motion / no-hdr10 / no-hdr10-opt / no-dhdr10-opt / no-idr-recovery-sei / analysis-reuse-level=0 / analysis-save-reuse-level=0 / analysis-load-reuse-level=0 / scale-factor=0 / refine-intra=0 / refine-inter=0 / refine-mv=1 / refine-ctu-distortion=0 / no-limit-sao / ctu-info=0 / no-lowpass-dct / refine-analysis-type=0 / copy-pic=1 / max-ausize-factor=1.0 / no-dynamic-refine / no-single-sei / no-hevc-aq / no-svt / no-field / qp-adaptation-range=1.00 / scenecut-aware-qp=0conformance-window-offsets / right=0 / bottom=0 / decoder-max-rate=0 / no-vbv-live-multi-pass
Idioma : Español
Default : Sí
Forced : Sí
Rango de color : Limited

Audio #1
ID : 2
Formato : AC-3
Formato/Info : Audio Coding 3
Nombre comercial : Dolby Digital
ID códec : A_AC3
Duración : 2 h 58 min
Tipo de tasa de bits : Constante
Tasa de bits : 192 kb/s
Canal(es) : 2 canales
Channel layout : L R
Velocidad de muestreo : 48,0 kHz
Velocidad de fotogramas : 31,250 FPS (1536 SPF)
Modo de compresión : Con pérdida
Tamaño de pista : 246 MiB (7%)
Título : Dolby Digital @ 192Kbps
Idioma : Español
Service kind : Complete Main
Default : Sí
Forced : Sí

Audio #2
ID : 3
Formato : AC-3
Formato/Info : Audio Coding 3
Nombre comercial : Dolby Digital
ID códec : A_AC3
Duración : 2 h 58 min
Tipo de tasa de bits : Constante
Tasa de bits : 192 kb/s
Canal(es) : 2 canales
Channel layout : L R
Velocidad de muestreo : 48,0 kHz
Velocidad de fotogramas : 31,250 FPS (1536 SPF)
Modo de compresión : Con pérdida
Tamaño de pista : 246 MiB (7%)
Título : Dolby Digital @ 192Kbps
Idioma : Inglés
Service kind : Complete Main
Default : No
Forced : No

Texto
ID : 4
Formato : UTF-8
ID códec : S_TEXT/UTF8
ID códec/Info : UTF-8 Plain Text
Duración : 2 h 55 min
Tasa de bits : 71 b/s
Velocidad de fotogramas : 0,199 FPS
Count of elements : 2099
Tamaño de pista : 92,4 KiB (0%)
Título : Completos
Idioma : Español
Default : No
Forced : No





Relacionado:



[ Add all 10 links to your ed2k client ]

Nota Vie Mar 17, 2023 11:00 am
Destellos del guion

Halbestadt, trabajadora doméstica de Haywood, en el guion, escribió:
    Hitler hizo algunas cosas buenas. Yo nunca diría que no hizo nada bueno. Construyó autopistas. Dio trabajo a mucha gente. No podemos negar que hizo algunas cosas buenas.

Emil Hahn, uno de los jueces encausados por su colaboración con el fascismo alemán, en el guion, escribió:
    «El presidente Truman afronta la crisis decretando que se amplíe el servicio militar. Ha declarado que, ante la amenaza del Este, le preocupa profundamente la supervivencia de las naciones occidentales». ¡La amenaza del Este! Je. Herr Janning, ¿ha oído? ¿Ha oído usted lo que dice el periódico? ¡Lo que decía Hitler! La lucha por la supervivencia entre el Este y el Oeste. ¡Ja! ¡Él lo sabía! ¡Lo sabía! Ahora comprenderán que sabíamos muy bien lo que hacíamos. ¡No pueden llamarnos criminales y al mismo tiempo pedirnos que les ayudemos!

Hans Rolfe, abogado de la defensa, en el guion, escribió:
    Señorías, es mi deber defender a Ernst Janning. Y Ernst Janning ha dicho que es culpable. No hay duda de que él se siente culpable. Cometió un grave error al contemporizar con el movimiento nazi en la esperanza de que beneficiaría al país. Pero si vamos a considerarle culpable, hay otros que también contemporizaron y a quienes debemos considerar también culpables. Ernst Janning ha dicho: «triunfamos más allá de nuestros más desenfrenados sueños». ¿Por qué? ¿Por qué triunfamos, señoría? ¿Qué decir del resto del mundo? ¿Es que ignoraba los propósitos del Tercer Reich? ¿No oyó las palabras de Hitler radiadas en todo el mundo? ¿No leyó sus intenciones en el Mein Kampf, publicado hasta en el último rincón del mundo? ¿Cuál es la responsabilidad de la Unión Soviética, que firmó en 1939 el pacto con Hitler, permitiéndole hacer la guerra? ¿Vamos a declarar culpable a Rusia? ¿Cuál es la responsabilidad del Vaticano, que en 1933 firmó el Concordato con Hitler, dándole el primer timbre de prestigio? ¿Vamos a declarar ahora culpable al Vaticano? ¿Cuál es la responsabilidad del gran estadista Winston Churchill, quien dijo en Londres, en carta abierta al Times, en 1938, ¡1938, señoría!: «Si Inglaterra tuviera que sufrir un desastre nacional, pediría a Dios que mandara a un hombre del cerebro y del coraje de Adolf Hitler»? ¿Es Winston Churchill culpable? ¿Cuál es la responsabilidad de los hombres de industria norteamericanos que ayudaron a Hitler a reconstruir su arsenal, lucrándose con esa reconstrucción? ¿Declararemos también culpables a esos industriales? No, señoría, no. Alemania no es la única culpable. ¡El mundo entero es tan responsable de Hitler como Alemania! ¡Es fácil condenar a un hombre que está en el banquillo! ¡Es fácil condenar a los alemanes y hablar del defecto básico de su carácter que permitió a Hitler subir al poder y, al mismo tiempo, impunemente, omitir los defectos básicos de carácter que llevaron a los rusos a pactar con él, a Churchill a ensalzarle y a los industriales a beneficiarse! Ernst Janning ha dicho que es culpable. Si lo es, la culpa de Janning es la culpa del mundo. Nada más y nada menos.

El juez Haywood, en un alarde de sinceridad, en el guion, escribió:
    Cuando me nombraron juez de mi distrito, descubrí que había en la ciudad personas que se suponían intocables y supe que había de ser así si quería seguir siendo juez. Pero, por dios, cómo espera usted que vuelva la cabeza ante el asesinato de seis millones de personas.

Nota Lun Mar 20, 2023 7:07 pm
Jaume Felipe, en "'¿Vencedores o vencidos?': cuando aplicar la ley es una injusticia", en Industrias del Cine, el 1 de noviembre de 2020, escribió:Que la historia la escriben los vencedores es cosa sabida. Otro tema es cómo escriben la historia, es decir, en base a qué argumentos morales, jurídicos y hasta filosóficos se define la culpa de los vencidos, y se les aplica el castigo. La película de Stanley Kramer "¿Vencedores o vencidos?: el juicio de Nuremberg" explica el proceso alejándose de los grandes criminales y centrándose en las personas normales, los que tuvieron que lidiar con sus dilemas éticos cuando aplicaron la ley en situaciones extremas y ante personas corrientes.

El punto de partida es el de un juez norteamericano retirado (Spencer Tracy) que llega a Nuremberg en 1948 para juzgar a cuatro jueces alemanes (uno de ellos, Burt Lancaster) acusados de connivencia con el régimen nazi en la aplicación de las leyes de esterilización y eutanasia del III Reich. Ante el tribunal, la defensa (Maximilian Schell) y la acusación (Richard Widmark) intentaran dilucidar si los jueces eran conocedores de la política de exterminio que aplicaba el gobierno alemán, apoyándose en los testimonios (Montgomery Clift, Marlene Dietrich, Judy Garland) que la sufrieron.

Con un veredicto anticipado (¡culpables!, por supuesto), este elenco estelar y un desarrollo clásico en forma de drama judicial lo fácil hubiera sido centrarse en los blancos y negros para machacar a los juzgados y acabar en uno de esos finales épicos que tanto reconfortan: “¿Ordenó usted el código rojo? ¡Por supuesto que lo ordené, maldita sea!”.

Pero Kramer prefirió meterse en honduras introduciendo una gama de grises impresionante; para empezar, un juez retirado que debe juzgar a sus pares, jueces como él, pero no de la alta magistratura. Por los ojos de Spencer Tracy ha pasado de todo, al igual que por los de Burt Lancaster, y él mejor que nadie sabe la responsabilidad que supone juzgar a tus semejantes en pleitos corrientes, así que es inevitable que al principio haya una corriente de empatía.

Después tenemos la ley y la gran pregunta: ¿las leyes son justas o injustas? En principio una ley no es justa ni injusta, nos dirán los leguleyos, a no ser que contravenga los derechos fundamentales. Claro, pero si es el caso, ¿debe aplicar un juez justo una ley injusta? O lo que es lo mismo, ¿puede saltarse la ley alguien que está obligado a aplicarla?

El estreno de "¿Vencedores o vencidos?" coincidió en el tiempo con el juicio real a Adolf Eichmann en Jerusalén, aquel que Hannah Arendt cubrió para The New Yorker y del que surgió su concepto de banalización del mal. Como explica muy bien Barbara Sukowa en la escena final de "Hannah Arendt" (Margarethe Von Trotta, 2012), nos hallábamos ante un delito nuevo: el hombre corriente juzgado no por su ideología ni por sus motivos, sino simplemente por sus actos.

Así que al final estamos en una encrucijada moral. Cuando un juez alemán debe aplicar una ley que esteriliza a los deficientes mentales, ¿lo único de lo que debe estar seguro es de que ante él se encuentra una persona con esa deficiencia?. Pretender que no se es lo que se es, como intenta desesperadamente un atribulado Montgomery Clift en siete minutos y medio de gloria cinematográfica, es darle argumentos a la parte contraria. Ahora que se han cumplido cien años del nacimiento del actor, no está de más recordar cómo le ayudó su estropeado estado físico y mental a bordar el papel.

Stanley Kramer se basó en una producción para la televisión estrenada en 1959 con guión de Abby Mann para su adaptación cinematográfica, consiguiendo para Mann el Oscar a mejor guión. Escogió cuidadosamente a los actores, con algunos de los cuales ya había trabajado anteriormente como en el caso de Spencer Tracy, y se llegó a barajar el nombre de Marlon Brando para dar vida al abogado defensor Hans Rolfe; finalmente se decidió por encomendarle el papel al mismo desconocido actor austríaco que lo había impresionado en la adaptación televisiva, y así Maximilian Schell se llevó el Oscar a mejor actor.

Nota Mar Mar 21, 2023 2:01 pm
Daniela Rosenfeld, en “'¿Vencedores o vencidos? (El juicio de Núremberg) (1961)', de Stanley Kramer (EE.UU.)”, en Radio Sefarad, el 17 de noviembre de 2015, escribió:Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, entre 1945 y 1946 se llevaron a cabo los Juicios o Procesos de Núremberg. Por primera vez los estados vencedores (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética) promulgan unos estatutos mediante los cuales ya no sancionan a la potencia perdedora, sino que persiguen, detienen y juzgan a sus líderes de forma individualizada, como responsables de los crímenes cometidos tanto dentro como fuera de sus fronteras naturales. Se crean las figuras jurídicas de "crímenes de guerra" o "contra la Humanidad" para condensar los cometidos contra la población civil y los prisioneros de guerra desarmados. En total en Núremberg se celebraron 13 juicios: el principal, cuyos integrantes del Tribunal, tanto jueces como fiscales y abogados, eran representantes de las cuatro potencias vencedoras; y los 12 juicios que fueron presididos por jueces y fiscales exclusivamente norteamericanos.

La película está basada en uno de estos juicios, el Juicio de los Jueces. Los acusados eran abogados, jueces y juristas alemanes cuyos cargos acusatorios consistieron en la aplicación y ejecución de todas aquellas leyes promulgadas por Adolf Hitler y relativas al Programa de Pureza Racial que, utilizando métodos eugenésicos, discriminaban a enfermos mentales, discapacitados físicos, esquizofrénicos, ciegos, sordos, etc. para poder ser esterilizados llegando, en muchos casos, a firmar sus sentencias de muerte. También firmaron sentencias condenatorias contra personas acusadas de mantener relaciones sexuales con judíos.

La película explora de forma contundente y convincente uno de los episodios colaterales más interesantes del régimen nazi: lo que ocurría en muchos sectores de la población alemana y lo que supuso para muchos profesionales convivir con los preceptos de una ideología totalitaria y excluyente. La película nos plantea la difícil coexistencia del patriotismo alemán y la obediencia a un régimen que llegó al poder prometiendo recuperar la grandeza de la nación después de la humillación infringida por el Tratado de Versalles. Si, por patriotismo, los juristas decidían quedarse en el país, no tenían más remedio que seguir las crueles directrices de esterilización, segregación, deportación, reclusión, etc. que exigía la doctrina nazi sobre los colectivos que, según ellos, amenazaban la pervivencia de la raza aria (en especial, los judíos). Nos enfrenta al complejo dilema de la responsabilidad y la culpa frente a los delitos cometidos o tolerados por la seguridad e interés del estado.

Planteada como una potente reflexión y mostrando cierta empatía hacia determinados sectores de la población que clamaban su inocencia de los crímenes nazis argumentando ignorancia o conveniencia nacional, expone el problema ético al que se enfrentaban quienes deben impartir justicia comprometiendo sus principios y eludiendo su responsabilidad. El guionista y el director consiguen lanzar un claro mensaje de integridad moral. Se reflejan todos los puntos de vista y se manifiesta un fuerte equilibrio entre todas las posiciones. La integridad del juez principal, Dan Haywood (Spencer Tracy), le lleva a imponer unas duras penas a los acusados aunque es consciente de que probablemente no las cumplirán (como así ocurrió). Pero actúa de acuerdo a su conciencia y al criterio jurídico más puro.

La mayor parte de la acción se centra en la sala del juicio, el enfrentamiento dialectico del fiscal y el abogado defensor; los testigos; los acusados y, como catalizador, un juez norteamericano representando la legalidad y los derechos humanos. El peso del film recae fundamentalmente en sus actores. Un siempre remarcable Spencer Tracy interpretando al juez Haywood y memorables Burt Lancaster, Maximilian Schell, Richard Widmark, Judy Garland y Montgomery Clift. Un casting extraordinario y en estado de gracia. La película contiene secuencias inolvidables como el discurso de Burt Lancaster, el monologo de Spencer Tracy al dictar veredicto y las escenas de Alemania destruida por la guerra.

Sobre las posiciones que unos y otros defienden en el film, es particularmente impactante la escena final. El juez Haywood visita la celda en la que está recluido Ernst Janning (Burt Lancaster), prestigioso jurista y ex-ministro de Justicia alemán. Janning es el único de los cuatro acusados que muestra un claro arrepentimiento por sus actos durante el juicio y aplaude la decisión de Haywood de condenarles y, en la soledad de la celda, se sincera diciéndole:

    - Ernst Janning a Juez Haywood: «La razón por la que le he pedido que viniera: aquella pobre gente, aquellos millones de personas… Nunca pensé que se iba a llegar a eso. Debe creerme, ¡debe creerme!».

    - Haywood a Herr Janning: «Se llegó a eso la primera vez que usted condenó a muerte a un hombre sabiendo que era inocente».

Nota Mar Mar 21, 2023 10:30 pm
Julio Castro, en "¿Vencedores o vencidos? Controversia sobre los juicios de Nuremberg", en La República Cultural, el 22 de enero de 2017, escribió:A comienzos de los años ’60, un guionista y productor escribía un texto en el que abordaba la revisión de los llamados Juicios de Núremberg, que tuvieron lugar en la ciudad del mismo nombre al finalizar la segunda guerra mundial. Abby Mann inventaba un juicio de “importancia menor” para la opinión pública internacional, a fin de embarcarse en una dura crítica a la sociedad que, embebida en el "pan y circo", exalta la dureza de la justicia y la exige, pero que cierra los ojos ante las atrocidades o ante las ventas que hacen los políticos profesionales acerca de la justicia o la injusticia.

Stanley Kramer decide dirigir y producir una obra cinematográfica a partir del trabajo de Mann, ese mismo año en que se cumplen 15 desde la celebración de aquellos juicios. Nadie saldrá indemne del visionado de este clásico en blanco y negro, porque esa es la intención de ambos, y porque la sensibilidad de los temas abarca al mundo occidental completo. Otra cosa sería hablar de los referentes a Japón, para los cuales nos tenemos que trasladar hasta 60 años más tarde para encontrar una producción china, "El juicio de Tokio", de Gao Qunshu, que, según otros directores, aborde de manera fiable el tema.

Hace unos meses se cumplían 70 años de la sentencia de los susodichos Juicios de Núremberg, y durante 2016 se ha reiterado en algún canal de televisión de cine clásico este film que, de apariencia completamente inocente, llamó mi atención pese a haberlo visto hace muchos años. Hay claros trazos que se hacen extensibles desde su momento hasta el actual: hasta la actualidad de nuestro país, y la de nuestra Europa. Empeñado en abordar el tema de manera un poco más profunda respecto a lo que pudiera ser un mero artículo sobre un título clásico del cine, decidí indagar en una historia que, por otra parte, no pasa habitualmente de significarse como un acto en el que responsables del genocidio dirigido desde Alemania daban cuentas ante un tribunal internacional para ser ejecutados en buena parte, o condenados a severas penas en casi todo el resto.

Esta labor finalmente ha llevado y llevará mucho más de lo esperable, pero arranca con la casualidad de encontrar en una librería de segunda mano un viejo tomo de esa época que trata exclusivamente de este tema. Aquel, junto con otros, serviría de documentación para profundizar y comprender que no sabía (seguramente no sabemos) apenas nada sobre el asunto, por más que se publicaran textos o se hagan películas o documentales. Pero la cuestión es cómo este libro se convierte en la piedra angular de lo que vino a continuación. Hoy hablaré del film de Kramer, y en otro momento podrá venir lo demás.


El origen de la cinta

Leo en algunos dudosos lugares que el guion original pudiera provenir de un guion escrito para la televisión. En otros se indica que el origen del texto proviene de una novela del mismo nombre escrito por Abby Mann, que sería el autor del guion. No dudo que lo uno, lo otro o ambas propuestas sean verídicas, así como el hecho de que el argumento se basa en un caso verídico, el Caso Katzenberger, que apenas ocupa una pequeña parte del propio juicio ficcionado, pero cuya revisión tiene consecuencias en los personajes de diferentes maneras.

Dicho lo cual y, tras leer el libro en concreto al que hago referencia, Der Nürnberger Prozeß (El proceso de Núremberg, de Joe J. Heydecker y Johannes Leeb, publicado en Alemania por ed. Büchergilde Gutenberg, 1958), que fuera publicado casi tres años antes de la realización de la película, no me queda ningún rastro de duda acerca de la fuente principal y original del guión, así como de la ambientación de esta creación de Kramer.

Al no haber accedido al texto de Mann, no puedo conocer en qué detalles ese mismo guion toma las referencias del libro de Heydecker y Leeb, o bien es la parte de documentación para la ambientación del mismo la que sigue al pie de la letra cada espacio, momento, lugar y actitud. Lo que queda claro es que es así como ocurre, dada la genealogía de las publicaciones y la construcción de los acontecimientos que contienen ambos medios.

La cuestión es que, habiendo caído en primer lugar este volumen en mis manos, la profundidad del análisis tuvo que volverse mucho mayor, exigiendo la revisión de numerosos asuntos que, de otra manera, quizá habrían pasado por alto en la lectura como hechos sin importancia, pero el tándem que constituyen libro y película magnifican el hecho histórico y obligan a analizar y cuestionarse más cosas de las esperables.


Sobre la cinta de Stanley Kramer

Se trata de un trabajo que reúne a un elenco excepcional, pese a tratarse de un film bastante estático, donde el trabajo de texto predomina sobre cualquier otra acción a lo largo de todo el desarrollo. Así, Spencer Tracy, Marlene Dietrich, Judy Garland, Montgomery Clift, Burt Lancaster, Maximilian Schell y Richard Widmark componen parte del notable grupo de actores y actrices que pasarán por las cámaras.

El personaje de Spencer Tracy, en el papel de Dan Haywood, que se presupone protagonista como juez principal del tribunal que juzgará a los acusados, no acaba de tener un papel predominante, de peso. Pero se convierte en el hilo conductor del argumento, porque es el testigo de la acción que va discurriendo.

Es muy interesante la confrontación de fiscal (Richard Widmark) y defensor (Maximilian Shell), porque, pese a hacer un buen papel Widmark, un actor con mayor experiencia en el cine, y Shell un actor más joven, pese a los gritos que el papel del segundo desarrolla casi en cada momento, debido a las situaciones y probablemente a su carácter actoral, es este último el que logra llamar más la atención entre ambos y el que consigue su papel ante los defendidos, sin contar, claro, con la parte emotiva del juicio. Parece claro que así se ha querido dejar, cuestión que se ve subrayada por la conversación entre la viuda señora Bertholt (Marlene Dietrich), cuyo marido fue sentenciado ya, y el propio presidente del tribunal que se aloja en el que fuera el domicilio de ella.

La figura de Ernst Janning, que fuera juez y ministro, y que ahora se sienta en el banquillo acusado de cometer o permitir diversos crímenes, adquiere el verdadero protagonismo a partir de un cierto momento de la cinta, logrando de manera muy sutil que los ojos se dirijan hacia él casi a cada secuencia. Tal y como se va averiguando, es un antiguo ministro de la República de Weimar, redactor de su Constitución, apunte interesante, ya que introduce otro tema más a revisar sobre la historia de Alemania entreguerras. Janning (Burt Lancaster) es seguramente el mejor papel, el más sobrio y el más controvertido hasta el final: él representa la integridad, la pérdida de la misma y la necesidad de mostrar lo que ha perdido ante el tribunal y ante los alemanes. Más adelante incluyo parte del texto de su declaración final, porque tiene interés político, social y humano, más allá de Nuremberg, del nazismo alemán y de un momento concreto de la historia.

Los miserables que se amparan en el cumplimiento del deber son otro de los pilares de esta historia que, al igual que el trabajo de ambientación, tiene un marcado carácter que se basa en los propios personajes del juicio principal de Nuremberg. Así, podemos atisbar a un Göring, a un Hesse, un Streicher… la cobardía de todos, la prepotencia de varios y la brutal estupidez generalizada se aprecian muy bien en el libro de Heydecker y Leeb, aunque esto tan sólo constituye una parte del argumento llegado el caso.

Marlene Dietrich, Judy Garland y Montgomery Clift desarrollan papeles muy desiguales y poco representativos de su vida artística principal. Lo de incluir a la Dietrich en el elenco es realmente fascinante porque, siendo de origen alemán, y habiendo decidido rechazar las ofertas de los nazis para nacionalizarse estadounidense, aquí toma el papel de viuda de un militar alemán de rango, que ha sido ya ahorcado. Y sin embargo, la fuerza de su historia radica precisamente en tratar de hacer comprender al personaje del juez principal de que hay otra visión del asunto y de que los alemanes y los oficiales no son así.

Judy Garland tiene precisamente el papel en el que se basa la historia real que mueve a Abby Mann a elaborar el guión o la novela de esta película, la mujer que sirvió de excusa para que mataran a un judío por relaciones impropias. Ella, en el papel de una pobre mujer muy limitada, destapa la verdad de lo que fueron los tribunales durante el nazismo. Otro de los papeles de testigo corresponde a Montgomery Clift, un hombre de mente limitada, que indican que fue esterilizado por ese motivo, aunque él asegura por ser de familia comunista: este, obviamente, es uno de los papeles peor parados en el argumento, por aquello de revolver la cuestión con el comunismo. Sin embargo, se recoge en las actas de Nuremberg la cuestión de los esterilizados o asesinados por tener alguna discapacidad.

He tenido ocasión de ver algún comentario superficial sobre el papel de Tracy y de su indiferencia ante el arrepentimiento del acusado principal. Sin embargo, en el enfoque de su posición (recomiendo fijarse en los detalles de la descripción del personaje que él mismo apunta en ocasiones), y el momento final de la ruptura consolidada entre la URSS y el resto de los estados aliados, es el toque colateral que deja en el aire las consecuencias, así como la fragilidad del término “Justicia” como estamento.


El contenido y el contexto histórico

El guion, o más bien la dirección, se divide entre la exculpación por la situación generalizada de Alemania y la exaltación de la culpabilidad de los crímenes. La proyección de los documentales sobre los horrores de los campos de exterminio parecen encaminarse a inclinar la balanza, pero, luego, en un hábil juego de manos, aparecen otros factores humanos que juegan con la sensibilidad del público para dejar en sus manos la decisión sobre los horrores de los nazis.

Esto parece una frivolidad, pero lo cierto es que, a lo largo de las décadas que nos separan del terror del sistema nazi y la actualidad, la literatura que gira en torno a esos años y a los juicios de la segunda mitad de los años ’40 no deja de abordar diversos aspectos que hacen pensar. Personalmente, no creo en la exculpación de los criminales castigados y de los huidos, pero tampoco creo en la inocencia del pueblo alemán, ni en el desconocimiento de la realidad de aquello que, sistemáticamente, se venía haciendo en su entorno.

Así lo dice el personaje de Ernst Janning, que fuera Ministro de Justicia y doctor en Derecho: "¿Dónde estábamos? ¿Dónde estábamos cuando Hitler comenzó a instalar su odio en el Reich? ¿Dónde estábamos cuando nuestros vecinos eran arrastrados a media noche al barro? ¿Dónde estábamos cuando la terminal de ferrocarril de toda Alemania, los vagones para el ganado, eran utilizados para transportar niños al terrible destino de su exterminio? ¿Dónde estábamos cuando nos llamaban a gritos en la noche? ¿Estábamos sordos, mudos, ciegos?".


La cómoda y mortal Alemania

Cuando imagino la Alemania de Hitler, salvo por sucesos concretos, la imagen que me viene a la cabeza es la de un montón de gente que vive cómodamente, en las casas, en sus trabajos y en las calles, sin grandes temores. Eso si hablamos de los alemanes que seguían al régimen nazi o si pensamos en personas acomodadas no emparentadas con judíos o con extranjeros. Por otro lado, tengo la imborrable imagen de los campos de tortura, de los campos de exterminio o de los campos, simplemente, de concentración y explotación hasta la muerte.

Pero, salvo como digo en casos concretos, imagino esas dos Alemanias, porque es de lo que se nos habló en nuestra generación y en muchas anteriores (ignoro la educación real de las posteriores al respecto). Este era un país que había apoyado a ultranza a los nazis, como Hitler había apoyado a Franco contra la II República. Y que, tras ser defenestrados los hitlerianos y mussolinianos, supuso un cambio en el maquillaje del régimen fascista, defenestrando a su vez a los Serrano Suñer y sus huestes de viejos falangistas, porque había que señalar un cabeza de turco (aunque tan sólo fuera de forma nominal y aparente).

Claro, si pienso en esas dos Alemanias, y aún no ignorando lo que ocurría en los países invadidos, hay una completa desconexión, salvo sucesos que nuestra historia relataba puntualmente, porque no se podía alcanzar la situación que se demostró en los campos nazis, viviendo la sencilla y cómoda situación que, a su vez, se vivía en las calles, trabajos y casas del resto del país germano.


Un guion con perspectiva

Obviamente, y pese al paso de los años y la posible investigación que pudiera haber en el texto original de Abby Mann, los personajes y sus diálogos son ficcionados, y lo que se pretende es dar una visión intencionada acerca de los hechos, y una sensación con el filtro puesto en diversos aspectos que harán a cada espectador juzgar de otra forma las conclusiones, conforme al criterio propio. Y, sin embargo, luego surgen otras cuestiones que sorprenderán.

No podemos decir que sea un film magnífico, no hay grandísimas actuaciones (quizá aparte de la de Burt Lancaster en el papel del acusado Janning, que en su misma sobriedad logra sobresalir del entorno). Pero lo que se quiere conseguir con el argumento y con su desarrollo queda sobradamente cumplido, gracias a la manera en que se conduce el argumento y sus personajes. Es seguramente esto lo que le vale el Oscar en 1961 como película, dirección y guion.

Sin embargo, más allá de elogiar aspectos del producto de Stanley Kramer, hay otras cuestiones que interesa ver acerca del tema que trata el film. Aunque anteriormente digo que los diálogos ficcionados soportan el peso de la conducción hacia dos alternativas en la trama, la realidad es que aparte del propio autor, otros escritores de la época, que publican alrededor de esos años sus textos, aproximan sus tesis a las de Abby Mann. Más que sus tesis, cabría decir sus dudas.

Encontramos en diversas páginas de grupos o individuos de índole nazi, neonazi o fascista, justificaciones a la barbarie de la Alemania de Hitler, que tratan de aferrarse a numerosos textos y autores para demostrar, o bien justificar, la inexistencia de dichos horrores. Es el delgado límite que existe entre una y otra cara de la moneda: la que trata de buscar la verdad y condenar los crímenes, contra la que trata de manipularla para exonerar a los culpables.

Digo esto, porque hay que tener claro el norte cuando se trata con cualquier asunto, máxime de esta índole, que aún arrastra víctimas y descendientes de las mismas, tanto allí como en nuestro propio país. No hay que olvidar que fuimos el campo de pruebas del nazismo alemán y del fascismo italiano, gracias a los acuerdos de Franco para ganar a toda costa el poder en España, masacrando con los efectivos de estos países a sus conciudadanos demócratas.


Traslado a la realidad actual

La defensa del acusado principal, Ernst Janning, no sólo es un impresionante texto, sino que dota de contenido a todo el film de Kramer, de manera que sin él, y sin la forma de abordar la secuencia, no sería posible extraer planteamiento alguno de este trabajo. Creo que es uno de los textos más duros que se podían esperar, y creo que denota conciencia en el sentido humano del personaje, pero que también es el núcleo al que conduce todo lo anterior y del que mana el discurrir de la acción. Tengamos en cuenta que la acción del fiscal es durísima contra los cuatro acusados, y que la del abogado de la defensa trata de incriminar a las víctimas de la violencia del régimen nazi. Invito no sólo a leerla, sino a escucharla en el contexto del trabajo filmográfico, porque es algo que nos afecta en el presente sociopolítico de este país y, seguramente, de muchos otros.

    Quiero prestar declaración sobre el caso Feldenstein, porque fue el más significativo de los juicios de la época. Es importante que lo comprenda no solamente el tribunal, sino también el pueblo alemán. Pero para llegar a comprenderlo primero es necesario comprender la época en que ocurrió. Una fiebre se apoderó de la nación, una fiebre de desgracia, de indignidad, de hambre. Teníamos una democracia, sí, pero corrompida por elementos que la componían. Por encima de todo existía miedo, miedo de todo, miedo al presente, miedo al futuro, miedo de nuestros vecinos, miedo de nosotros mismos. Solo cuando hayan comprendido esto comprenderán lo que significó Hitler para nosotros, porque, entonces, él nos dijo: «alzad la cabeza, sentir el orgullo de ser alemanes, entre nosotros hay diablos, comunistas, liberales, judíos, gitanos; cuando consigamos acabar con ellos se acabará también vuestra miseria». Era la vieja, la viejísima historia del cordero propiciatorio.

    ¿Qué pasó con los que lo sabíamos perfectamente, los que sabíamos que esas palabras eran mentira, peor que mentira? ¿Por qué nos callamos, por qué participamos? Porque amábamos a nuestra patria, a fin de cuentas qué importa que pierdan sus derechos unos cuantos políticos extremistas. ¿Qué importa que unas minorías raciales pierdan sus derechos? Solo es una fase pasajera, una etapa por la que tenemos que pasar. Tarde o temprano será superada, incluso el propio Hitler caerá un día u otro. La patria está en peligro. Salgamos de las tinieblas, salgamos hacia delante, adelante es la palabra mágica.

    Y la historia nos dice hasta qué punto triunfamos, hasta más allá de nuestros más desenfrenados sueños. Los mismos principios de odio y de poder con que Hitler fascinó a Alemania fascinaron al mundo. Nos encontramos de pronto con poderosos aliados. Cosas que se nos negaron cuando éramos democracia se nos ofrecían entonces. El mundo dijo: «adelante, cogedlas, la región de los Sudetes, las tierras del Rhin, remilitarizadlas, coged toda Austria, cogedla». Y un día miramos a nuestro alrededor y vimos que estábamos ante un peligro mayor todavía. El rito que comenzó en esta sala inundó como un morbo terrible y crujiente el país entero. Lo que solamente iba a ser una fase pasajera se convirtió en un modo de vivir.

    Señoría, yo me contentaba con asistir en silencio a este juicio. Me contentaba con cuidar mis rosales. Incluso me contentaba con dejar que mi abogado defendiera mi nombre hasta que me di cuenta de que para defenderlo tendría que hacer revivir aquel espectro. Y efectivamente así ha sido, aquí, en esta sala, lo ha hecho revivir. Ha sugerido que el tercer Reich actuó en beneficio del pueblo. Ha sugerido que si esterilizamos hombres fue por el bien del país. Ha sugerido que después de todo puede que el anciano judío se acostase con la muchacha de dieciséis años. Una vez más ha sido hecho por amor a la patria.

    No resulta fácil decir la verdad, pero si tiene que haber alguna salvación para Alemania los que sabemos que somos culpables debemos admitirlo sea cual fuere la pena y la humillación que nos cause. Ya tenía decidido mi veredicto en el caso Feldenstein antes de entrar en la sala para juzgarle; le hubiese declarado culpable pese a cualquier evidencia. Aquello no fue un juicio, fue un sacrificio ritual en el que Feldenstein "el judío" era la víctima indefensa.

    [Interviene el abogado defensor para detenerle, diciendo: «Señoría, he de interrumpir, el acusado no se da cuenta de lo que está diciendo. No se da cuenta de las implicaciones…», pero el acusado prosigue.]

    Sí me doy cuenta. Claro que me doy cuenta. Mi abogado pretende que ustedes crean que no sabíamos nada de los campos de concentración. Ignorarlo, ¿dónde estábamos? ¿Dónde estábamos cuando Hitler comenzó a instalar su odio en el Reich? ¿Dónde estábamos cuando nuestros vecinos eran arrastrados a media noche a barro? ¿Dónde estábamos cuando la terminal de ferrocarril de toda Alemania, los vagones para el ganado, eran utilizados para transportar niños al terrible destino de su exterminio? ¿Dónde estábamos cuando nos llamaban a gritos en la noche? ¿Estábamos sordos, mudos, ciegos?

    Mi abogado dice que no sabíamos nada del exterminio de millones. Nos justificaría diciendo que sólo conocíamos el exterminio de unos cientos. ¿Es que por ventura eso nos hace menos culpables? Puede que no supiéramos los detalles, si no lo sabíamos era porque no queríamos saber.

    Voy a decir la verdad. Voy a decir la verdad, aunque se conjure contra ella el mundo entero. Voy a decir la verdad sobre el ministro de justicia. Un anciano que ahora llora sobre su Biblia. Un anciano que se aprovechó de las posesiones confiscadas a los que mandó a los campos de concentración. Friedrich Ostetert, el buen alemán que sabía cómo cumplir las órdenes. Hizo esterilizar hombres con la misma facilidad que quien levanta un dedo. Emil Hahn, abyecto y corrompido, obsesionado por el diablo que llevaba dentro. Y Ernst Jannig. El peor de todos ellos, porque sabía lo que eran y no obstante siguió a su lado. Ernst Janning, que convirtió su vida en podredumbre, porque permaneció con ellos.

Ni yo creo en la inocencia del pueblo alemán en cuanto al desconocimiento de lo que ocurría allí durante más de una década, ni en el film se ahonda precisamente en esa posibilidad, porque no es creíble, aunque sí se apunta al discurso venidero. Tampoco la literatura tras la guerra defiende esa postura que, cómodamente, se adoptaría después en todo el entorno político y social. La realidad es que Alemania se convirtió en una excusa y en un colchón para detener el avance de la URSS hacia Europa, y que en el camino se encontró un motivo para aprovecharse del desarrollo y el potencial de este país destruido y sometido a sus conquistadores. No se quiso hacer lo mismo con Italia, otro gallo les cantara ahora, donde se limitaron a someterles sin mayor importancia, porque allí el comunismo ya era una realidad social imperante y por eso no cabía la exculpación, sino el silencio y el control. Y, en cualquier caso, el título del film de Kramer es realmente acertado: entre interrogantes. Hay mucho, demasiado que leer y que analizar.

Recomiendo ver el film antes de leer (si se puede acceder a él) el libro de Keydecker y Leeb, porque se comprenderá de forma mucho más inmediata la relación entre ambos, ya sea en los personajes, pero, sobre todo, en la minuciosa recreación de la sala.





Bibliografía

    - Joe J. Heydecker y Johannes Leeb: Der Nürnberger Prozeß. Ed. Büchergilde Gutenberg. Alemania, 1958.

    - Joe J. Heydecker y Johannes Leeb: El proceso de Núremberg (versión española del anterior). Ed. Bruguera. Barcelona, Buenos Aires, Bogotá, 1962.

    - Eugene Davidson: Nuremberg, juicio histórico. Ed. Luis de Caralt. Barcelona, 1972.

Hola, me acabo de registrar, gracias por aceptarme.

Hay una escena fantástica, están la Dietrich con Tracy paseando... Y suena Lili Marleen, cantada por ella !
Fantástica !!!


Volver a Filmoteca de ficción

Antes de empezar, un par de cosas:

Puedes usar las redes sociales para enterarte de las novedades o ayudarnos a difundir lo que encuentres.
Si ahora no te apetece, puedes hacerlo cuando quieras con los botones de arriba.

Facebook Twitter
Telegram YouTube

Sí, usamos cookies. Puedes ver para qué las usamos y cómo quitarlas o simplemente puedes aceptarlo.