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Bailar en la oscuridad (Lars von Trier, 2000)

Corto, medio, largo, serie, miniserie (no importa el formato)... en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
Bailar en la oscuridad
Dancer in the Dark
Lars von Trier (Dinamarca, 2000) [140 min]

Portada
IMDb
(wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    [fuente] Selma, inmigrante checa y madre soltera, trabaja en la fábrica de un pueblo de los Estados Unidos. La única vía de escape a tan rutinaria vida es su pasión por la música, especialmente por las canciones y los números de baile de los musicales clásicos de Hollywood. Selma esconde un triste secreto: está perdiendo la vista, pero lo peor es que su hijo también se quedará ciego, si ella no consigue, a tiempo, el dinero suficiente para que se opere.

Comentario personal:

    Obrera migrante casi ciega en EEUU se mata a trabajar para pagar cirugía que necesita hijo. Todo es hostil. No le alcanzan un abrazo ni los despolitizados sindicatos, ni el ascendente feminismo universitario. Su "lugar seguro" es su rico mundo interior, al que accede a través de la música, el canto y el baile. Cima del sacrificio de la condición materna en su definición sistémica, como entrega total a la crianza.

María Belén Izurieta Barreto, en "Bailando en la Oscuridad, de Lars Von Trier, ¿qué dijo la crítica en su estreno?", en Tomatazos, el 4 de octubre de 2020, escribió:[...] Este filme escrito y dirigido por Lars Von Trier fue todo un éxito en su paso por el Festival de Cine de Cannes y, vaya sorpresa, se llevó la Palma de Oro y el premio a Mejor Actriz entre tantas ovaciones y polémicas. Llegó a los Óscar gracias a su canción “I’ve seen it all”, que fue nominada a Mejor Canción Original, pero no pudo ganar la estatuilla. Es también común verla en listas de las mejores películas de todos los tiempos (o del siglo XXI), y eso se atribuye a que no solo es una bella película a nivel visual, sino que hace lo que pocas logran al sentirse como un poema dedicado a la muerte capaz de tomar el peor caso de miseria para transformarlo en algo revolucionario y no por eso deja de ser una de las películas más depresivas de los últimos años.

Gabriel Ramírez, en "«Bailar en la oscuridad»: mejor no ver más cosas", en El Correo, el 13 de octubre de 2020, escribió:[...] «Bailar en la oscuridad», dirigida por Lars Von Trier y estrenada el año 2000, es una de esas experiencias que descolocan, que perturban, que generan un cambio radical en muchas personas (en otras el efecto es justo el contrario y las críticas son nefastas). Y es, posiblemente, el mejor trabajo del realizador danés. Es dolorosa, agresiva con las conciencias, un relato que nos provoca náuseas al hacernos pensar en lo que somos. Si bien la calidad de la imagen podría parecer modesta en exceso, lo cierto es que contienen una belleza inusual. No prima la brillantez de lo exquisito sino la profundidad y el sentido último de un trabajo extraordinario. Además, hay una explicación técnica que conviene resaltar. El relato de «Bailar en la oscuridad» está rodado con la cámara al hombro, buscando los encuadres que muestran sólo lo que se tiene que enseñar. Sin embargo, todo lo que tiene que ver con la imaginación de Selma se graba con la cámara fija; el color es más cálido; el montaje es evidente y, naturalmente, sabemos que nos están ofreciendo ese artificio que llamamos cine (en este territorio es en el que el director acude a los elementos técnicos más cinematográficos y más universales y se separa de su Dogma 95). Esta es una de las causas por la que la sensación de fotografía poco cuidada sorprende al espectador. Porque así lo quiere el realizador y por contraste con la parte que si está trabajada para conseguir el efecto contrario. [...] «Bailar en la oscuridad» habla de la injusticia social, de las diferencias existenciales entre pobres y ricos, de una inmigración convertida en la esclavitud moderna, en una ratonera que atrapa sin soltar nunca más; y del egoísmo, de la fantasía como recurso para sobrevivir, de la doble moral que preside un mundo enloquecido en el que los malos tienen todas las de ganar y en los que se implanta la pena de muerte para resolver problemas sin acabar con su raíz.

Javier Pulido, en "Lars Von Trier y la violencia de géneros", en El Diario.es, el 19 de diciembre de 2013, escribió:[...] En el año 2000 [Von Trier] hizo su versión del género musical para poder desamericanizarlo. No hay película de Von Trier sin ocurrencia técnica asociada. En "Bailar en la oscuridad", las tomas de grúa y encuadres en movimiento clásicos del género le parecían poca cosa, así que se lanzó a filmar los números musicales como si fueran retransmisiones en directo en televisión. Si los rodaba en una sola toma bajo la atenta vigilancia de hasta 100 cámaras estáticas, dispondría de los suficientes ángulos y perspectivas para no tener que repetir. Obviamente, el experimento no funcionó, no por lo peregrino del sistema, sino porque “hubieran hecho falta 2.000 cámaras”. Genio y figura hasta cuando se pasa de frenada.

Más allá del muy publicitado enfrentamiento entre Von Trier y la cantante islandesa, que tenía la saludable costumbre de escupirle cada mañana tras recordarle cuánto le odiaba, el rodaje fue tenso. Catherine Deneuve se quejó pública y repetidamente de la desastrosa logística de coreografías como "Cvalda" y los continuos retrasos en la filmación. Quizá, como ha apuntado en alguna ocasión, Von Trier se hubiera sentido más cómodo rodando una versión dogma de la ópera "Tristán e Isolda".


Ficha técnica


Reparto:


Idioma original: Inglés.





DVDRip Dual (VO/VE) - AVI [1.98 Gb] (fuente)
detalles técnicos u otros: mostrar contenido
Datos Copia de Seguridad

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General
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Nota Mié Sep 21, 2022 1:04 pm
Estefanie Franco, en "El patrón sacrificial de la madre en el film 'Dancer in the Dark' de Lars Von Trier", en Steemit, en 2018, escribió:El tema de la maternidad ha sido un problema sin resolver dentro de la teoría feminista. Al ubicarnos en un contexto histórico, la maternidad tal como la hemos conocido está determinada por el sistema patriarcal. Silvia Tubert menciona la relación existente entre el sexo femenino y su condición “natural” e “instintiva” de madre como una culminación de ciertas fases vitales en la identidad femenina. Nos dice Tubert que “la ecuación mujer = madre no responde a ninguna esencia, sino que, lejos de ello, es una representación –o conjunto de representaciones- producida por la cultura”. De esta manera, el concepto de maternidad y todo lo que su ideología afirma siempre se ha manifestado de una “forma naturalizada e idealizada” y escasamente problematizada a nivel social, cultural e histórico.

El concepto de la maternidad representa una concepción completamente tradicional, donde los roles de género se intensifican. Muchas feministas, de las que resaltan Simone de Beauvoir y Betty Friedan, han afirmado –según nos lo menciona Fernández Pujana en su texto “Feminismo y maternidad: ¿una relación incómoda?”– que la concepción sobre la ideología maternal produce un vuelco a la domesticidad y a la subordinación. De esta manera, es menester resaltar que la maternidad no es –como el sistema patriarcal nos lo ha hecho entender- un instinto y condición original de ser mujer, sino que corresponde a un hecho y proceso social, cultural y, no obstante, político. Es delicado afirmar que la maternidad sólo se debe a un acontecimiento biológico, pues también establece relaciones sociales y culturales, pero, más importante aún, la maternidad se convierte, según Sara Barron, en “una realidad experiencial dinámica”, que puede ser ejercida de diversas maneras. La pregunta radicaría en un hecho más amplio y sin duda complejo. Deberíamos decir –para empezar- que lo natural de la maternidad termina en el hecho biológico, que, a su vez, es con el nacimiento del hijo. Lo demás, nos menciona Fernández Pujana, son constructos socioculturales, en especial “todas aquellas que resumen la coartada de un supuesto instinto maternal”, la pregunta estaría en cuestionarnos hasta qué punto puede ser posible este tan mencionado instinto desde el sacrificio de la madre. El director danés Lars Von Trier en su film “Bailar en la oscuridad” ("Dancer in the dark") presenta el tema de la maternidad como su eje central en toda la trama. Pone de manifiesto los sacrificios que hace una madre por su hijo hasta el punto de morir por su bienestar.

Selma Jezkova es una inmigrante checa y madre soltera que se muda a Estados Unidos con su pequeño hijo Gene, en busca de mejoras económicas. Sobrelleva una enfermedad hereditaria que paulatinamente le causa una rápida ceguera progresiva, hasta perder casi por completo la visión. Motivo por el cual ahorra todo el dinero que recibe trabajando como obrera en una fábrica, con la única intención de pagar una costosa operación, que evite que su hijo padezca el mismo destino. Selma es una apasionada de los musicales clásicos de Hollywood y constantemente tiene alucinaciones de números coreográficos que representan un hilo conductor hacia un mundo interior y ajeno a cualquier dolor real.

La vida de Selma gira sólo en el sacrificio que representa el amor por su hijo y de darlo todo por él, aún cuando no tiene nada más que sacrificar. En el transcurso de la obra de Von Trier, su personaje principal vive diferentes eventos que la llevan a sucumbir a la desdicha total. Selma no quiere que nadie se entere de su enfermedad, a excepción de su amiga Kathy, quien se convierte en su bastón a la largo de la película. Este secreto la lleva a terribles experiencias que trae como consecuencia una serie de catástrofes que terminan con todos sus planes y propósitos de vida. A lo largo de la película, el personaje de Björk queda desempleada, debido a una serie de errores que cometió en la fábrica a causa de su ceguera. Esto mismo le traerá consecuencias en el grupo teatral al que pertenece, impidiendo que pueda continuar con los ensayos de la obra y rechazando el papel principal. A su vez, es traicionada por uno de sus amigos, Bill, quien aparentaba ser un vecino leal y humilde, hasta que le hurta el dinero que tenía ahorrado para la operación de su hijo. A partir de ese momento la vida de Selma sufrirá un destino devastador, donde su única esperanza radica en impedir que Gene sufra el mismo destino que ella.

"Bailar en la oscuridad" es una película que –si analizamos su contexto histórico- nos permite ubicarnos en una serie de acontecimientos que fueron relevantes en el proceso sociocultural de las luchas feministas. Lo primero que debemos aclarar es que la temática maternal no ha sido, con frecuencia, un argumento que se presente en muchos films (y con ello no sólo nos referimos a la industria de Hollywood). Casi siempre, cuando se abordan temas filiales, como la familia, observamos una historia donde la madre precisa de la figura masculina. Lo curioso de este film es que se centra en el personaje de Selma desde posturas que van más allá de lo cotidiano. No sólo conocemos su historia, sino que además nos invita a conocer su mundo interior que se halla lejos de toda crueldad y deshumanización. Se trata, pues, de un profundo análisis psicológico que nos permite abordar el porqué su vida gira únicamente en torno al futuro bienestar de su hijo.

La década de los sesenta (época donde se desarrolla la película, específicamente en el año 1964) estuvo beneficiada por un gran crecimiento en la economía mundial, principalmente en los Estados Unidos. Los avances a nivel tecnológico y, sobre todo, científico, se hacen evidentes. “El sueño americano” era la gran promesa construida por la industria cultural. Una vida de clase media, con familia, trabajo, hijos y una casa. Después de la depresión económica de los años treinta y el fin de la Segunda Guerra Mundial, los soldados que volvieron a casa buscaron un empleo ordinario y formaron familias, “produciendo un aumento de la tasa de natalidad”: el baby boom. Durante los años sesenta estos niños pertenecieron a la juventud que se veía afligida por la promesa de una vida de clase media. De este modo, comenzaron a surgir movimientos contraculturales en oposición al sistema opresor. La domesticidad se intensifica durante estas décadas –principalmente en los cincuenta-. Las mujeres permanecían al cuidado del hogar –los quehaceres, la crianza de los hijos, etc.-. Estas relaciones patriarcales en la familia y las desigualdades de género provocaron en los años sesenta el surgimiento de la Segunda Ola en el Movimiento Feminista, donde invitaban a las mujeres a luchar por una participación igualitaria no sólo en los derechos civiles, sino también políticos. Por supuesto, es menester ubicar los acontecimientos reales dentro de la narrativa de la película. En el caso de Selma, representa a una mujer –como habíamos mencionado- inmigrante, de bajos recursos y madre soltera, que llega a un nuevo país en busca de mejores condiciones de vida –justamente en el apogeo de nuevos cambios socioculturales-. Su condición es contraria a la mujer de clase media. Selma trabaja como obrera en una fábrica, donde, incluso, llega a tomar doble turno para costear gastos. Al tratarse de una mujer trabajadora de los años sesenta, no podía aspirar al mismo salario por igual trabajo. Además, durante esa época el tema de los anticonceptivos y el aborto resultaban ser un tabú. Las mujeres que no estaban preparadas o no querían concebir hijos debían tener cuidado de salir embarazadas.

No obstante, ¿qué sucedía con las madres solteras de la década del sesenta? Selma no sólo representa a ese tipo de mujer que, asimismo, se hallaba invisible del resto del mundo. Si bien las luchas feministas, en conjunto con los derechos afroamericanos, buscaron mejoras e igualdad en los derechos civiles, casi siempre se trató de un llamado a las mujeres que conformaban la clase media. Este personaje creado por Von Trier no es sólo una representación ficticia. Selma es el rostro de la víctima, del sacrificio y la falta de comprensión en un mundo cruel y donde, además, poco importaba acerca del bienestar de la mujer, pues ante el sistema patriarcal todo era considerado una “farsa”. El director danés nos lo narra de esta manera en su film: Selma sufre la traición por parte de su supuesto amigo, Bill, quien se muestra leal y atento desde un principio, pero que en consecuencia se aprovecha de la condición física de ella y hurta el dinero que tenía ahorrado para la operación de Gene. A partir de ahí, está envuelta en una serie de mentiras de las que no logra zafarse. Es obligada por su propio vecino -quien además representa la “seguridad y justicia norteamericana”- a asesinarlo, después de que no visualiza ningún escape a su situación financiera. El rechazo y odio de Bill hacia Selma es evidente al llevarla a un destino que acaba con su propia vida. Es sentenciada a muerte por el asesinato de un oficial de seguridad a causa de un “supuesto robo”. Selma, eligiendo ser víctima de sí misma, no confiesa la verdad de los hechos ocurridos; prefiere la muerte antes que la imposibilidad de que su hijo pueda operarse. La película nos invita a cuestionar una y otra vez el significado de amor maternal que conduce al sacrificio total. Este dolor de madre que representa el personaje de Selma lo podemos desarrollar bajo diferentes tesis. Principalmente si tomamos en cuenta a la madre idílica que la convierte en una heroína a pesar de sucumbir al vacío y de aislar su propia vida por la de su hijo. Cabría preguntarnos, entonces, si lo que hizo Selma con Gene podría considerarse un acto de amor. Algo importante que debemos reflexionar sobre el concepto de maternidad se encuentra en que: si bien habíamos afirmado que consiste en un constructo sociocultural y que no todas las mujeres padecen ese “instinto natural” de ser madres, existe otra parte que sí padecen de este impulso de la maternidad que, no obstante, se va configurando durante su proceso. Así, la maternidad, tal como lo sugiere Imaz, se ve involucrada en el sentido de ser madre y ese llamado “ser”, que nos manifiesta la autora, radica con el sentirse madre. Es decir, que se trata no sólo de una autoidentificación como madre, sino del reconocimiento y aceptación del hijo/a por el que una mujer se convierte y se considera mamá. Tal como afirmaría Imaz –citada por Fernández Pujana-, “madre es aquella mujer que siente sentimientos maternales por una persona que considera su hijo/a, el deseo de ese/a es lo que hace a alguien madre”. Sin embargo, ¿qué sucede cuando existe cierto rechazo por parte del hijo? ¿Podríamos decir que es lo que siente Selma con Gene y que, por ende, conciba poco afecto por parte de su hijo, debido a la enfermedad que le heredó?

Es importante tomar en cuenta estas preguntas y entender el porqué de las actitudes y sentimientos de este personaje. No cabe duda que Selma es una madre sacrificial, hace todo por su hijo hasta el último minuto de su vida. Nos habíamos cuestionado anteriormente si realmente este sacrificio que ejerce el personaje de Björk para con su hijo podría considerarse realmente amor. En este sentido, debemos tomar en cuenta un contexto histórico cuando nos remitimos a un concepto complicado como la maternidad. Fernández Pujana en su libro nos menciona que la maternidad se trata de un hecho ideológico, pero principalmente político. Históricamente hablando, la maternidad había sido atribuida al plano de la naturaleza, como un “valor opuesto a la cultura”. Con la llegada de la Ilustración, nos comenta Fernández Pujana: “Se introduce el modelo burgués de la mujer doméstica, que se extenderá a la clase obrera y surge el ideal del ángel del hogar y con ello la mitificación del instinto maternal (…). A partir del siglo XVIII y XIX, comienza a construirse el ideal de la buena madre, discurso que será reforzado en el ámbito de la medicina, la psicología y la religión”.

Todo esto provocó una serie de elementos indisociables de la buena madre, tales como la lactancia y la responsabilidad exclusiva, que conducían a una especie de mitificación de la maternidad, que, sin duda, llegó a un sentimiento de culpa asociados a la mala madre. No obstante, esta serie de sacrificios si bien pueden considerarse como consecuencia del amor maternal, también ha significado una serie de construcciones históricas, sociales y culturales. Ahora bien, ¿por qué aún podemos cuestionar si lo que hizo Selma con su hijo –al punto de preferir la muerte- podría ser considerado amor? En una parte del film, Kathy, la mejor amiga de Selma, le manifiesta la posibilidad de reabrir el caso con la ayuda de un buen abogado que será costeado con los ahorros de Selma. Ella se niega a utilizar el dinero de la operación de su hijo y prefiere continuar con la sentencia. Kathy, furiosa con la decisión de Selma, le manifiesta que lo que necesita su hijo, “es crecer con el amor de su madre”. Debido a su condición física y bajos recursos, la madre de Gene cree que lo último que puede hacer por su hijo es garantizarle un mejor futuro al impedir que padezca la misma condición que ella. Tal como mencionaría Alicia Puleo en su texto “De Marcuse a la sociobiología”: “El altruismo que se predica a las mujeres es impracticable, ya que implica la negación de una misma. Identificarlo con el amor es hacer de éste una prevención”. Por tanto, ¿es menester decir que al negar su propia vida, podría ser considerado amor? La compleja terminología de lo que significa la maternidad podría o no aclararnos este hecho. No obstante, Selma sacrificó absolutamente todo en su vida, para darle la posibilidad a su hijo de crecer sin el miedo de que la ceguera lo afecte. Selma es ahorcada dejando su única esperanza en la operación de Gene, operación que fue ejecutada poco antes de su sentencia. Le deja a su hijo la garantía de un mejor futuro del que ella tuvo. Su impulso maternal la llevó a olvidarse de sí misma. Para Selma, lejos de los musicales que la aislaban de lo real, su hijo, Gene, significaba su único consuelo al sentirse y considerarse una buena madre y amada por él.


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