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La mafia siciliana

Aquí recopilamos toda clase de material relacionado con un tema o un director de cine concretos.

La mafia siciliana

Nota Jue Feb 29, 2024 5:00 pm
La mafia siciliana
La Cosa Nostra

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(wikipedia | etiqueta)


Introducción

    [propia] En Sicilia, como en tantas otras regiones de Italia, la mafia es un paraestado sostenido por una importante cantidad de empresas de los sectores más variopintos, que nació en el vacío dejado por el estado moderno convencional; una respuesta autóctona con características feudales (adscripción a la tierra, normas basadas en criterios subjetivos como el "honor", penalizaciones desproporcionadas...) al crecimiento no tutelado del capital en el siglo XIX. Cuenta con un gobierno presidido por los elementos más destacados de su burguesía local, una fuerza policial propia y una red clientelar amplia que le provee de toda clase de servicios.

    El cine italiano ha trabajado este problema con profundidad sociológica, como poco entre la posguerra y la década de 1970, mientras que el cine estadounidense la ha idealizado como objeto de deseo, como suele hacer con toda violencia, sobreadornada por su marginalidad y clandestinidad. A continuación listamos unos buenos complementos para suprimir toda tentativa de fascinación y situar a la mafia siciliana a nivel teórico de una vez por todas.




Décadas de 1940 y 1950

    Portada
    Nuovo Cinema Paradiso
    Filmoteca de ficción. (Italia, 1988)
    Dirección: Giuseppe Tornatore
    Salvatore, director de cine de éxito, vuelve a su pueblo natal para asistir al funeral de su viejo amigo Alfredo, quien fue el proyeccionista del cine local durante su infancia en Sicilia...
    Portada
    Il postino
    Filmoteca de ficción. (Italia, Francia, Bélgica, 1995)
    Dirección: Michael Radford
    Década de 1950. El gobierno chileno empuja al exilio a militantes comunistas como Pablo Neruda. Este encuentra refugio en una islilla siciliana, en la que se acaba de estrenar como cartero Mario Ruopollo, quien tomará al poeta como su mentor...
    Portada
    The Godfather
    Filmoteca de ficción. (EEUU de América, 1972)
    Dirección: Francis Ford Coppola
    Década de 1940. Don Vito Corleone (Marlon Brando) es el respetado y temido jefe de una de las cinco familias de la mafia de Nueva York...
    Portada
    The Godfather: Part II
    Filmoteca de ficción. (EEUU de América, 1974)
    Dirección: Francis Ford Coppola
    Continuación de la saga de los Corleone con dos historias paralelas: los primeros pasos de Michael Corleone como jefe de los negocios familiares y los orígenes del patriarca, el ya fallecido Don Vito, primero en Sicilia y luego en Estados Unidos...
    Portada
    Un uomo da bruciare
    Filmoteca de ficción. (Italia, 1962)
    Dirección: Valentino Orsini, Paolo Taviani, Vittorio Taviani
    Salvatore vuelve después de varios años al lugar en que nació, Sicilia, con la idea de trabajar como campesino. Sin embargo, al llegar se da cuenta de que las tierras y lo que ellas producen son controladas por mafias...
    Portada
    Filmoteca de ficción. (Italia, 1973)
    Dirección: Francesco Rosi
    Salvatore Lucania, alias Lucky Luciano, es el indiscutible jefe de la mafia americana desde 1931, cuando agarra el poder gracias a la eliminación de sus adversarios. En 1946, el gobernador Thomas Denwey lo manda a Italia...
    Portada
    Filmoteca de ficción. (Italia, 2000)
    Dirección: Pasquale Scimeca
    Vida y militancia del sindicalista Placido Rizzotto, secretario de la Cámara del Trabajo de Corleone, secuestrado y asesinado por sicarios a sueldo de Luciano Liggio el 10 de marzo de 1948...
    Portada
    Filmoteca de ficción. (Italia, 1962)
    Dirección: Francesco Rosi
    En julio de 1950, en el pueblo siciliano de Montelepre, es hallado el cadáver del más famoso bandido de la región: Salvatore Giuliano...




Década de 1960

    Portada
    A ciascuno il suo
    Filmoteca de ficción. (Italia, 1967)
    Dirección: Elio Petri
    Sicilia, época de los 60. Durante un día de caza dos personas son asesinadas. En un principio se sospechaba que había sido un crimen por honor, pero el profesor Paolo Laurana no se fía de las investigaciones iniciales e indaga en el asesinato...
    Portada
    Il giorno della civetta
    Filmoteca de ficción. (Italia, 1968)
    Dirección: Damiano Damiani
    La mafia siciliana, que domina la construcción, dispone de poderosos mecanismos para ejercer y mantener el poder. El punto de partida es el asesinato de un sindicalista y la desaparición de un hombre...




Década de 1970

    Portada
    I nuovi mostri
    Filmoteca de ficción. (Italia, 1977)
    Dirección: Mario Monicelli, Dino Risi, Ettore Scola
    Sociología de las tensiones en la Italia de la década de 1970 en catorce cortometrajes; secuela de 'Monstruos de hoy'...
    Portada
    Cento giorni a Palermo
    Filmoteca de ficción. (Italia, 1984)
    Dirección: Giuseppe Ferrara
    A finales de la década de 1970 y principios de la de 1980, los asesinatos en Sicilia llaman la atención del diputado comunista Pio La Torre, quien apela al general Dalla Chiesa para que se convierta en prefecto en Palermo y se enfrente a la mafia...
    Portada
    Il sasso in bocca
    Filmoteca de ficción. (Italia, 1970)
    Dirección: Giuseppe Ferrara
    Repaso de la historia de la Mafia en Italia a partir de la II Guerra Mundial (1939-1945) así como de la trayectoria de sus líderes e integrantes en Estados Unidos...
    Portada
    I cento passi
    Filmoteca de ficción. (Italia, 2000)
    Dirección: Marco Tullio Giordana
    Cinisi (Italia), 1963. La actividad económica está hegemonizada por la Cosa Nostra. El pequeño Giuseppe queda traumado por el asesinato de su tío Cesare. Cada vez más distanciado de 'la famiglia', Peppino se convertirá en militante comunista...
    Portada
    Mimì metallurgico ferito nell'onore
    Filmoteca de ficción. (Italia, 1972)
    Dirección: Lina Wertmüller
    Mimi, tras perder su trabajo, deja a su mujer en su Sicilia natal y viaja solo a Turín a buscar trabajo. Allí se convierte en metalúrgico y amante de una comunista, Fiore. A su regreso a Sicilia descubre que su esposa va a tener un hijo de otro...
    Portada
    Un eroe borghese
    Filmoteca de ficción. (Italia, 1996)
    Dirección: Michele Placido
    Basado en el libro de investigación judicial de Corrado Stajano. En 1974 el abogado milanés Giorgio Ambrosoli es nombrado comisario liquidador de un banco del financista Michele Sindona. Descubre la maraña de intereses que unen a Sindona con algunos...




Década de 1990

    Portada
    The Godfather: Part III
    Filmoteca de ficción. (EEUU de América, 1990)
    Dirección: Francis Ford Coppola
    Michael Corleone, heredero del imperio Corleone, intenta legitimar todas las posesiones de la familia negociando con el Vaticano. Cansado, centra todas sus esperanzas en encontrar un sucesor que se haga cargo de los negocios...




Estudios

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    Biblioteca. (Italia, 1921-1989)
    Su compromiso político no apareció sólo en literatura, sino que se hizo más activo y directo a partir de la década de 1970, después de su jubilación anticipada: en 1975 se candidó a las elecciones municipales de Palermo (capital siciliana)...




Relacionado:

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    Monografías. (Italia)
    Paraestado sostenido por una importante cantidad de empresas que nació en el vacío dejado por el estado moderno. Cuenta con un gobierno presidido por su burguesía local, fuerza policial propia y una red clientelar que le provee de toda clase de servicios...

Re: La mafia siciliana

Nota Jue Feb 29, 2024 5:01 pm
El enfoque es divulgativo, pero está bien, habla del proceso de acumulación original en el que se basa esta forma de la burguesía.

David Ruiz Marull, en "Así nació la mafia siciliana", en La Vanguardia, el 9 de febrero de 2018, escribió:¿Qué tendrán que ver los limones y las naranjas con la mafia siciliana? Pues mucho, a juzgar por la investigación que han llevado a cabo un grupo de economistas de las Universidades de Manchester, Belfast y Göteborg. Según su estudio, los cítricos son los culpables del nacimiento de uno de los sindicatos del crimen más famosos del mundo.

Para desentrañar esta historia hay que remontarse en el tiempo. Concretamente hasta 1753, año en el que el médico escocés James Lind publicó su Tratado sobre la naturaleza, las causas y la curación del escorbuto. Este exmiembro de la Royal Navy descubrió, durante sus viajes a bordo del Salisbury, cómo los limones y las naranjas eran el mejor remedio para esta enfermedad producida por la deficiencia de Vitamina C y que afectaba especialmente a aquellos marineros cuya dieta era escasa en frutas y verduras.

El impacto de este hallazgo entre la población fue tremendo. Y los mercados no daban abasto para cubrir la creciente demanda de cítricos. Cien años después del descubrimiento de Lind, Italia se había convertido en uno de los principales productores de Europa, pero los agricultores estaban desorganizados y no podían cumplir con los pedidos que les llegaban desde otros países.

Necesitaban urgentemente a alguien que redefiniera el negocio, un actor capaz de proteger la producción de cítricos del acoso de los delincuentes, un intermediario entre productores y exportadores. “Podemos afirmar que la mafia apareció en aquellos lugares donde los agricultores obtuvieron grandes ganancias operando dentro de un estado de derecho débil”, afirma el estudio publicado en el Journal of Economic History.

Los expertos se han basado en los datos extraídos de un análisis parlamentario (la investigación Damiani) que se llevó a cabo entre 1881 y 1886 para examinar las condiciones del sector agrícola y del campesinado en cada región de Italia. Después de su primera aparición en la década de 1870, la Cosa Nostra (que es como se conoce a esta organización en EE.UU.) pronto se infiltró en las esferas económica y política tanto de Italia como de Estados Unidos.

Durante años los académicos vincularon la aparición de esta organización criminal con la debilidad de las instituciones, la aplicación deficiente de los derechos de propiedad e incluso se planteó que surgió como legado del feudalismo junto con el desarrollo de los latifundios. “Estas teorías no explican, sin embargo, la considerable variación en el crecimiento del hampa en diferentes áreas sicilianas”, afirman los investigadores.

“Los factores económicos o relacionados con el mercado tuvieron más impacto que el sistema político bajo el opresivo dominio de los borbones en Sicilia (1816-1860). El crecimiento y la consolidación de la mafia siciliana están fuertemente asociados con un aumento externo en la demanda de limones desde el año”, aseguran.

Sicilia disfrutaba de una posición dominante en el mercado internacional de cítricos. El aumento de la demanda tras el hallazgo de James Lind provocó un extraordinario aumento de los beneficios, sobre todo en aquellas zonas con mucha agua y temperaturas suaves y constantes, ideales para la producción de estas frutas.

Se mezclaron las altas ganancias con un estado débil, un bajo nivel de confianza interpersonal y la pobreza generalizada para convertir a los productores de limones en el blanco predilecto de los delincuentes. “Ni los Borbones ni el gobierno formado tras la independencia de Italia (1861), tenían la fuerza o los medios para hacer cumplir los derechos de propiedad privada. Por eso, los agricultores buscaron alguien que les protegiera y organizara los contactos en los puertos entre los minoristas y los exportadores”, explican.

“Miramos el archivo Damiani y encontramos que la presencia de la mafia en la década de 1880 estaba fuertemente asociada con el cultivo de cítricos. Ninguna otra industria parecía tener el mismo impacto en la actividad de la esta organización”, añaden. La opción más segura para aquellas personas bajo el punto de mira de la mafia era establecer una relación con sus líderes y aprovechar al máximo estas conexiones.

Los investigadores se basan en los textos publicados por Niccolò Turrisi Colonna, un terrateniente y político que estaría vinculado a Antonino Giammona, el jefe mafioso de Uditore. Turrisi, en su estudio Seguridad Pública en Sicilia, publicado en 1864, advirtió que los brutales intentos del gobierno italiano de aplastar al hampa solo empeoraría las cosas “alienando a la población”.

“Otro prominente siciliano, el príncipe Pietro Mirto Seggio, contrató como principal guardia de su granja a un hombre llamado Giuseppe Fontana, el principal sospechoso de la muerte de Emanuele Notarbartolo, un aristócrata, banquero y exalcalde de Palermo. Se cree que el asesinato de Notarbartolo en 1893 fue el primer gran asesinato de la mafia en Sicilia de una persona no afiliada a una banda criminal”, recuerdan los expertos.

La familia Greco, que se convirtió en una de las organizaciones criminales más grandes de Italia y de Estados Unidos empezó su negocio gracias a la renta de una explotación limonera situada en la finca de los Tagliavia, una antigua familia siciliana que ostentaba el título de señores de Castelvetrano.

“Al igual que muchos otros negocios, legítimos o no, la mafia siciliana tuvo un comienzo humilde, con raíces en la tierra. El auge de los cítricos llegó en el momento adecuado para que algunos de los individuos con menos escrúpulos de la Sicilia rural aprovechasen esos tiempos sin ley y se establecieran como el verdadero poder“, concluyen.

Nota Jue Feb 29, 2024 5:02 pm
Oriol Cós i Clotet, en "«Una storia italiana»: la gènesi de la Màfia", en Ab Origine Magazine, el 15 de octubre de 2018, escribió:

A principis del segle XIX, Sicília té un boom econòmic a causa de la producció de cítrics: taronges i, en especial, de les llimones, arribant a ser l’exportador més important de fruita de tot Europa, superant l’horta de París i totes les produccions espanyoles. Al port de Nova York, l’any 1880 hi van entrar 2.500.000 caixes de fruita dolça procedent de Palerm. La ciutat començava a regar tota la seva horta i la terra va florir. La capital siciliana era una ciutat preciosa, envoltada de camps de llimoners, una joia de la Corona del Regne de les Dues Sicílies, governat pels Borbons fins a la unificació italiana (1871) i, posteriorment, del Regne d’Itàlia. L’economia palermitana no es basava únicament amb la venda de cítrics, sinó també amb l’especulació de la fruita: el propietari s’endeutava, conscient que ho podria pagar quan cobrés els beneficis.

Els cítrics neixen d’uns arbres força delicats, si els comparem amb l’antiga agricultura de secà de vinya i olivera; per tant, se’ls ha de vigilar constantment, estar atent que no s’arranqui cap branca, se’ls havia d’evitar un estrès com la falta d’aigua… Per tant, els antics terratinents sicilians van optar per a agafar a gent que els cuidés dia i nit armats amb escopetes, voltant pels seus camps. Això acabaria derivant en una cosa totalment imprevisible. El primer lloc on trobem dades històriques d’aquest fenomen serà el de Gaspare Galati.

L’any 1872, el cirurgià Gaspare Galati es fa càrrec de l’herència de la seva dona, un “fondo” (el que anomenaríem una ‘finca’). Concretament, en una finca de Malaspina anomenada el “Fondo Riella”. Era una herència del seu cunyat, que va morir d’un atac de cor per culpa d’unes cartes amenaçadores que el volien obligar a vendre la finca per un preu molt baix. Galati en va investigar l’origen, i descobrí que eren dictades pel vigilant mateix de la finca, Benedetto Carolo. La primera cosa que va fer Galati, quan ho descobrí, va ser despatxar a Carolo. Poc després de fer-ho, va rebre una carta anònima, en la qual se’l cridava a tornar a contractar a Carolo; si no ho feia, hauria d’atendre’s a les conseqüències…

Veient les amenaces que rebia, Galati, per si de cas, va contractar uns nous guardes de seguretat per a vigilar la finca. Al cap de tres dies de ser contractats, van trobar-se un d’ells mort a una de les ribes, d’un tret d’escopeta. En aquell moment, Galati va descobrir una altra cosa de Carolo: a més de no saber escriure, aquest home s’emportava el 25% dels guanys de la finca. Després de la mort del nou guàrdia, va tornar a rebre una nova carta avisant-lo que el pròxim cop que disparessin, seria sobre la seva família. Llavors, va anar a la comissaria de policia de la zona i va portar totes les cartes amenaçadores. La policia les va agafar totes i el cas va quedar arxivat. Mai es va saber qui havia mort el nou guarda, però Galati va insistir a un jutge de Palerm perquè l’ajudés amb el cas. Aquest el va acceptar i va demanar les proves a la policia d’Uditore contra els “homes d’honor sicilians”, però va resultar que aquestes proves havien desaparegut…

Tot i així, les investigacions van acabar portant a l’església d’Uditore, apuntant en direcció, ni més ni menys, que al capellà del poble: el pare Rosario, conegut per haver visitat les presons durant el règim borbònic i perquè era el religiós que regentava una mútua anomenada “Terciaris de Sant Francesc d’Assís”. Carolo n’era un dels membres, però qui controlava la mútua era un tal Antonino Giammona. Galati va anar-lo a veure i se li va suggerir que vengués la finca per un preu que Carolo li havia aconsellat; aparentment, era la “millor solució per tothom”. Galati, contrariat per l’actitud d’aquell home, finalment va tornar als jutjats i va aconseguir una ordre i proves per a engarjolar a Carolo i a tres homes més acusats de matar el guarda de la finca.

Al mateix dia que van engarjolar a Carolo, va rebre una carta on posava: “Vostè està acusant homes d’honor. Retiri les denúncies o és home mort”. El més curiós de tot plegat és que l’endemà d’aquestes cartes, Carolo i els seus còmplices van ser alliberats per la policia sense el permís del jutge. Dos dies després, hi va haver un intent d’assassinat a la dona de Galati. Això va obligar a Galati a vendre els llimoners a Giammona i marxar cap a Nàpols, on va fer un informe en el qual descriu el seu cas i altres de similars. En aquelles pàgines, verifica com, en un poble de 800 habitants com Uditore, hi hagueren en un sol any 20 morts sense investigar. Aquesta informació acabarà duent Leopoldo Franchetti a visitar Sicília i a fer un altre informe que serà clau per saber qui era Antonino Giammona i què era la “Màfia”.

Leopoldo Franchetti era un home de lletres italià que vivia a Roma; polític i economista conservador, era també la viva imatge d’un romàntic europeu, qui, malgrat estar fascinat per l’informe de Galati, va quedar encara més esparverat per unes pàgines que havia escrit un tal Turrisi Colonna i va començar a preparar la seva estança a Sicília.

El baró Turrisi Colonna, sicilià i un dels primers alcaldes del Nàpols del regne d’Itàlia, parlava d’una “secta” en un informe de l’any 1863. Tres anys després de la incursió de Garibaldi, Colonna informa d’una secta d’origen desconegut que tenia uns 20 anys d’antiguitat; aquesta es dedicava al control del món criminal sicilià i intentava moure’s cap als negocis legals oferint protecció o apoderant-se de la producció. Els integrants es regien per un principi d’humilitat, la “umirtá”: el silenci sobre la seva existència. La primera norma d’aquesta peculiar secta és que no existia aquesta secta. D’aquest terme es creu que deriva la paraula “omertá”: la humilitat del silenci, de callar davant dels crims. Colonna explica també que els sectaris tenien codis per saber si estan amb un dels seus (“uno di noi”) o no.

D’una secta similar de carbonaris que es dediquen al món criminal, ja en tenim constància a Sicília durant el regnat borbònic. En aquell moment històric, aquesta secta va ajudar els revolucionaris, segons Colonna, a entrar a Palerm. Com ho sabia tot això Colonna? Molt fàcil d’explicar. La primera esquadra que va entrar a Palerm dels revolucionaris va ser l’esquadra liderada pel ja esmentat Antonino Giammona… el seu cap de seguretat personal. Aquí s’entra a un món de suposicions i especulacions. Quina relació hi havia entre Giammona i Colonna? La primera seria sobre si l’autèntic cap dels Terciaris de Sant Francesc d’Assis no fos, en realitat, Colonna; la segona seria la ignorància completa de Colonna sobre que Giamonna fos un dels caps d’aquesta secta; la tercera, que Giammona li expliqués tot a Colonna i ell en fes un informe, i la quarta (i la més possible, juntament amb la primera), seria que Colonna era un polític comprat per Giammona per a poder controlar realment el poder.

Poc després de llegir els documents de Colonna, Franchetti arriba a l’illa amb la companyia d’un altre investigador anomenat Sidney Sonnino. Els dos van fer els seus informes sobre Sicília, el més important dels quals seria l’entrevista amb Colonna per part de Franchetti. En aquella trobada, Colonna assegura: “els judicis no es poden concloure perquè els testimonis no són sincers. Solament es dirà la veritat quan s’acabi aquest malson de la Màfia”. Aquí està el primer testimoni escrit en què surt la paraula “Màfia”. L’existència de la Màfia la va corroborar Franchetti amb el seu informe "Condicions polítiques i administratives de Sicília". En aquest document, Franchetti explica el seu viatge per Sicília, en el qual explica tots els assassinats que ell veu o dels quals sent parlar. El més xocant va ser la mort d’un capellà a Caltanissetta, el vint-i-quatre de març de 1876. Per aquelles dates, Franchetti també narra un dels fets que es troba a l’illa. A través d’aquests exemples, podem capir millor la profunditat de l’arrelament del sentiment de pertinença a la Màfia-secta: una dona va delatar l’existència de la màfia a la policia al seu poble. Poc després de fer aquestes declaracions, aquesta serà morta pel seu fill, un criminal reconegut per tenir una relació estreta amb el món de la màfia.

Franchetti acaba el seu informe dient: “mentre he estat a Sicília, l’olor de la flor del taronger cada cop fa més olor de mort”. També serà la primera persona que nega que la Màfia sigui una forma arcaica de poder que vingués de temps antics, si no que l’entén com a una estructura estatal contemporània i capitalista que ha sofisticat la violència: un mafiós ofereix violència com a producte perquè a la Sicília del segle XIX hi ha una demanda de violència per part dels terratinents per a vigilar els seus cítrics. Franchetti creu que l’origen de tot plegat és la falta d’un govern central fort: el fracàs de qualsevol estat a Sicília. L’illa havia sigut sempre controlada per forces externes a l’illa; això havia estat funcionant bé durant l’Àntic Règim, però amb l’arribada del capitalisme i d’un règim més centralitzat, la cosa es començà a complicar. Franchetti culpa als Borbons de la situació siciliana, concretament de l’aparició de la màfia. La manca de fiabilitat de la monarquia borbònica en poder monopolitzar la violència a base de reformes, acabà enquistant el problema i féu aparèixer la màfia.

Sicília no era un cas aïllat. Segons els experts, Gran Bretanya, vers el 1750, també tenia un govern representatiu i purament simbòlic a causa del caos intern que estava provocant l’establiment d’un nou règim capitalista. Ara bé, la diferència entre Regne Unit i Itàlia fou que l’estat pogué imposar-se en el primer cas, i a l’altre, no. Essent una zona pobra, perifèrica del poder, Sicília va quedar abandonada a la seva sort, i per tant, a la sort de les famílies que posseïen les armes.

La solució que donava Franchetti a aquest problema era la mateixa que aplicaria Mussolini: prohibir a tots els sicilians estar en llocs de poder. Des de l’Església, la política, les escoles i portar gent de fora per a reformar una societat contaminada i infectada pel virus que era la màfia. Aquesta solució fracassaria i acabaria sent la perdició del feixisme a l’illa. L’odi que sentien els mafiosos cap al Duce propiciaria els contactes amb els seus cosins emigrats als Estats Units per a ocupar l’illa durant la Segona Guerra Mundial, amb el suport de les famílies mafioses locals. A finals del XIX, ja ens trobem tota l’illa repartida entre diferents famílies mafioses; Giammona, per exemple, controlava el Passo di Rigano i seria ‘seu’ fins a la seva mort.

Però, com s’organitzava? Quins rituals tenia la màfia del segle XIX per a entrar dins de la seva organització? Quins signes hi havia entre ells?

L’organització s’assemblava bastant a l’actual. Totò Riina, conegut com a “la Bèstia de Corleone” i el capo més temut del segle XX, la va fer entrar al món globalitzat. Parlant clar, en va fer una multinacional: Cosa Nostra S.A., podríem dir. En els seus orígens s’organitzaven en “cosche” en singular “cosca“. La “Cosca” és allò que Don Corleone en diu “la família”.

Parlem d’una empresa, concretament d’una multinacional, i aquesta té el seu director general; seguidament hi ha els caps de departament; aquests tenen els seus encarregats i, per últim, trobem els seus treballadors de més baix nivell. Aquesta jerarquia és molt rígida i estricta: els soldats ‘rasos’ no coneixien els caps més importants, tal com passa amb moltes empreses.

Pel que fa als rituals, aquests són els mateixos que l’actualitat. El cèlebre assassí del jutge Falcone, Giovanni Brusca, conegut com a “u scanni cristiani” (“l’escanyacristinans“. Cal recordar que “cristià” en sicilià significa “persona”), quan el van detenir, va explicar el ritual pel qual va passar per a entrar a formar part del cercle de Salvatore Riina; i no dista del ritual que va descriure Colonna en el seu informe sobre la Secta al segle XIX. El cap mafiós agafava una estampeta d’un sant, et feia un tall al palmell de la mà, i et feia tacar l’estampeta i jurar per verge Maria que no trairies l’organització; tot això, amb quatre testimonis. Posteriorment, al segle XX es va canviar aquest ritual i es va tornar més selecte i més dur: havies de sofrir l’interrogatori de tots els capos i tenir el seu vistiplau per a formar-ne part.

Un dels altres rituals que tenien els mafiosos del XIX era el llenguatge codificat que feien servir per a saber qui era un dels seus, Aquest és un exemple d’una conversa xifrada:

“Mafiós A: Per la sang de Crist, em fan mal els queixals (senyala als canins superiors) Mafiós B: A mi també. A: Des de quan et fa mal? B: Des del dia de l’Anunciació A: On eres? B: A Passo A: Qui hi havia allí? B: Bona gent. A: Qui eren? B: Antonino Giammona, número u; Alfonso Spatola, número dos; etc. A: I com van fer la Mala Obra? B: A sorts, va guanyar Spatola. Va agafar un sant, el va tenyir amb la meva sang, me’l va posar al palmell de la mà i el va cremar. Després va tirar les cendres a l’aire A: A qui et van dir que adoressis? B: Al sol i a la lluna. A: Qui és el teu déu? B: Un ‘aire’ A: A quin regne pertanys? B: Al del dit índex”.

Evidentment, totes les referències al sol i la lluna, a l’aire i al dit índex, són els noms en clau de la família en la qual s’havia iniciat el mafiós B. En tot aquest ritual i tota la parafernàlia que hi havia, demostra clarament que estem davant d’una societat secreta, possiblement d’origen maçó o dels carbonaris italians. Amb els anys, aquest ritual va anar canviant i escurçant-se. Brusca explica que un mafiós no es pot presentar directament a un altre mafiós que no coneix, sinó que una tercera persona, que els dos mafiosos saben que és un del seu entorn, ha d’informar-los que cada un “é uno di noi”.

Des d’un inici, la vida dels homes d’honor va ser molt i molt complicada. No era fàcil sobreviure en una societat secreta de la qual ningú sabia res de ningú i tothom ho sabia tot; per tant, qui tenia més poder era el qui tenia més informació i la sabia administrar millor.

Dintre aquest món, curiosament, no va ser fins a l’any 1901 que no hi va haver un traïdor a les seves files: Francesco Siino, capo de la Cosche de Malaspina. Aquest home és considerat el primer “pentiti“, o penedit, dins del món de la màfia. El seu testimoni, juntament amb l’informe del cap de la policia Sangiorgi, van portar a tots els caps mafiosos de l’època en un macrojudici, incloent-hi a Antonino Giammona, el qual acabarà a presó (on ningú sap si hi va morir). Aquest macrojudici és considerat el primer dels molts que es faran a l’illa posteriorment per a intentar acabar amb la màfia… però això ‘é una altra storia italiana’.

Nota Jue Feb 29, 2024 5:03 pm
Roberto Scarpinato, en "Mafia mediática, mafia burguesa", en Adista documenti, nº 12, el 10 de febrero de 2007, traducido para EncontrArte por Gorka Larrabeiti y Juan Vivanco, escribió:[...] La censura de los medios de régimen

Para comprender cómo es posible tramar tan colosal timo cultural que induce a engaño a la opinión pública nacional y hasta a algunos agentes culturales de buena fe, cabe la siguiente reflexión: que el saber, y más concretamente, el saber sobre la mafia, no ha sido jamás inocente ni neutral. El sistema mediático y cultural que crea el objeto "mafia" y la percepción colectiva de la mafia no es un mundo aparte, sino que refleja en su seno las mismas relaciones de poder que existen en el mundo político de la sociedad. La estrategia que ha adoptado desde siempre este sistema de poder, que se ha vuelto especialmente refinada en estos últimos años, ha consistido en centrar todo el foco informativo en Provenzano, convertido en el icono mediático polarizante que ha permitido oscurecer todo lo demás. Con la expresión «todo lo demás» me refiero al renovado papel hegemónico que ha adoptado la burguesía mafiosa, la cual ha vuelto a ser hoy, tras la década del paréntesis corleonés, la de siempre en la historia de la mafia: el pilar central del sistema del poder mafioso.

A propósito de oscurecimiento, durante años la RAI y las televisiones privadas han ejercido una censura sistemática de todos los casos criminales en los que estaba implicada la burguesía mafiosa. Pongo sólo unos ejemplos. Si le preguntamos a un ciudadano de Bolonia o de Padua o de Roma qué pasó por fin con el proceso Andreotti, nueve de cada diez respuestas son que la de Andreotti fue una absolución definitiva. Y si este ciudadano llega a saber que, por el contrario, con sentencia firme se ha comprobado que Andreotti mantuvo relaciones orgánicas con la mafia hasta 1980 y participó en reuniones con jefes mafiosos en Sicilia en las que se planeaba el asesinato del presidente de la Región [Sicilia], Piersanti Mattarella, te mirará incrédulo y asombrado.

¿Cómo se ha podido producir esta obra maestra de la desinformación masiva? Me detengo en este aspecto porque constituye un prototipo de la desinformación de régimen. Todas las audiencias del proceso Andreotti fueron grabadas con cámaras de televisión. El presidente del tribunal, al inicio del proceso, para evitar que la sala de la audiencia se transformara en un campamento ocupado por decenas y decenas de operadores de televisión de todo el mundo, autorizó sólo a la RAI a grabar las sesiones, imponiéndole que las cediera a las televisiones privadas. Pues bien: al final del proceso se impidió que se dedicara un programa de la famosa serie de la RAI "Un giorno in pretura" ["Un día en el juzgado"] al proceso Andreotti. De modo que los italianos han podido ver numerosos programas de esta serie dedicados a crímenes pasionales, robos o violaciones, pero se les ha negado ver una síntesis del que se se conoce como «proceso del siglo».

La televisión alemana pidió a la RAI una copia de las grabaciones televisivas previo pago. La RAI negó la autorización. Bruno Vespa [presentador de "Porta a porta", tertulia nocturna de RAI 1 en onda de lunes a jueves (n.del t.)] dedicó un programa triunfal a la absolución de Andreotti en primera instancia. No obstante, cuando en segunda instancia y en casación Andreotti fue condenado por colusión con la mafia hasta 1980, Vespa dedicó dos programas al Padre Pio y a la vertiginosa subida del precio de las hortalizas en Italia. Lo mismo hizo Vespa cuando Marcello Dell'Utri fue condenado en primera instancia a 9 años por colaboración con la mafia. Esa noche dedicaron el programa, si no recuerdo mal, a la sexualidad de los cincuentones.

El historiador Nicola Tranfaglia ha contado las gravísimas dificultades que ha tenido que superar para encontrar un editor que le publicase un libro sobre el proceso Andreotti. La actriz Piera Degli Esposti afirmó que, como consecuencia de fortísimas presiones, hubo de renunciar a montar un espectáculo teatral sobre el proceso Andreotti. Seguro que todos recuerdan la polémica que generó un programa de "Report". El reportaje de Mariagrazia Mazzola explicaba cómo en Sicilia el pago del pizzo [el «impuesto» mafioso] era un fenómeno de masas.


[...] Burguesía mafiosa y burguesía nacional de régimen

Con esta premisa, es evidente que abordar el problema del futuro de la mafia partiendo de la captura de Provenzano y teniendo en cuenta únicamente los equilibrios internos de la mafia militar y popular significa caer en la trampa cultural urdida por los aparatos de régimen. Significa picar el anzuelo de los estrategas de la desinformación forjada con una información de sentido obsesivamente único.

Estoy convencido de que el futuro del sistema del poder mafioso no se decide en torno al destino de un Provenzano hoy, de un Riina ayer, de un Luciano Leggio anteayer. Quien conoce la historia de este país sabe que el presente y el futuro de la mafia, hoy como ayer, se decide más bien en la evolución interna de la burguesía mafiosa, uno de los componentes estructurales de la burguesía nacional de régimen. Quien conoce la Historia con mayúscula de este país sabe que la historia de la mafia no es sólo un asunto de baja estofa judicial, sino sobre todo la historia de sectores de una de las clases dirigentes más violentas de Europa, que desde la unidad de Italia hasta hoy ha usado la violencia mafiosa para bloquear los procesos de renovación política que ponían en peligro el sistema de poder basado en los privilegios y la injusticia social.

Es la burguesía mafiosa la que, en la inmediata posguerra, ordena la matanza de Portella della Ginestra después de que la izquierda ganara las elecciones regionales de 1947. Y es la burguesía nacional la que encubre después a los instigadores políticos a nivel nacional. Esa matanza y las decenas de asesinatos de sindicalistas del mundo político y campesino cerraron para siempre una etapa política, condenando al movimiento campesino al atraso e inaugurando el centrismo tanto en Roma como en Palermo. Desde entonces la izquierda no volvió a ganar las elecciones y quedó condenada a ser una fuerza minoritaria que oscilaba entre la oposición y el compromiso.

Cuando, unos 30 años después, Piersanti Mattarella, siguiendo los pasos de Moro, intentó abrir las puertas del gobierno a la izquierda, la burguesía mafiosa, una vez más, cometió un asesinato político-mafioso que cerró para siempre en el ámbito nacional la etapa de los gobiernos de solidaridad nacional.

El proceso Andreotti ha fotografiado y entregado a la historia este asunto dramático. La reuniones en las que se discutió sobre el asesinato de Mattarella y en las que participan los jefes de la mafia militar, los máximos exponentes de la burguesía mafiosa de la época, Lima y los primos Salvo y el símbolo vivo del poder político nacional Giulio Andreotti, no son sólo un capítulo importante de un asunto procesal, sino el fotograma que resume y simboliza toda una historia nacional.

Si queremos entender qué ha sido la mafia, qué es hoy y qué será mañana, tenemos que dejar a un lado los requesones y las próstatas de Provenzano que nos han propinado los aparatos culturales de régimen y entablar una reflexión, un debate nacional serio sobre este y otros asuntos. Debería quedar claro a todos que hace más de un siglo habríamos podido librarnos de los Provenzanos de ayer y hoy si no hubieran gozado, en Palermo como en Roma, de la protección de los vértices del poder regional y nacional.


[...] El peligro de una «democracia mafiosa»

En el mundo de la política, gracias a la reforma electoral, favorecida por la cerrazón del centro-izquierda en las primarias, todo el poder se ha concentrado en manos de unas reducidas oligarquías de partido, de cúpulas de partido. En el Parlamento, una docena de personas elaboran las listas al margen de cualquier proceso democrático y deciden por su cuenta quién debe ser elegido. Mario Pirani ha escrito al respecto que hemos vuelto a los tiempos de las monarquías decimonónicas, cuando el nombramiento del Parlamento era una concesión graciosa del monarca. En el mundo del trabajo, con la ley Biagi, se ha producido una auténtica institucionalización del caporalato. En el mundo de la magistratura todo el poder se ha concentrado en manos de 26 fiscales, pequeños césares convertidos en los únicos titulares del poder penal. La fascistización y la feudalización del estado de la sociedad civil ha sentado las bases para la creación de la sociedad de la obediencia, una sociedad que gira en torno a la relación amo-cliente, soberano-súbdito. Si tenemos en cuenta que el sistema mafioso se basa precisamente en esta lógica, en hacer prevalecer el poder personal sobre el poder impersonal de la norma, el interés personal del clan sobre el interés público, en la cultura de la obediencia y la sumisión a los jefes, se comprende cuál es el motivo cultural y sistémico de la proliferación del método mafioso a escala nacional que profetizaron Sciascia, Pasolini, Tranfaglia y otros.

Con estas premisas, me parece evidente que hoy como ayer el futuro de la antimafia no se decide en Palermo, sino en Roma. Cuando las políticas criminales y la acción judicial deben medirse con fenómenos criminales que, como la mafia, tienen una profunda raigambre social y macropolítica, sólo pueden incidir en los efectos, pero no en las causas. Hoy más que nunca, frente a la degradación autoritaria y feudal del sistema político italiano, no es posible, a mi entender, siquiera imaginar una estrategia antimafia si antes no se restablecen las condiciones para la acción democrática. Esta acción democrática pasa por una sistemática «desmafiosación» del sistema político y cultural italiano. (Uso este término, «desmafiosación», en la acepción de Sciascia y Tranfaglia.) O si se prefiere, pasa por la eliminación sistemática de todas las toxinas introducidas durante estos años en el ordenamiento. Toxinas como la institucionalización del conflicto de intereses, la legalización de la ilegalidad de la clase dirigente, el secuestro de la soberanía popular, la creación de un derecho desigual, la feudalización del tejido institucional, el amordazamiento de la información libre, la precarización de las relaciones laborales, la sustitución del poder impersonal y general por el poder personal de los jefes, la sumisión de la magistratura al control oblicuo de la política, la legitimación cultural de la corrupción y de la relación entre mafia y política mediante la candidatura y la elección de sujetos procesados y condenados por corrupción y mafia. Si no se eliminan pronto estas toxinas del ordenamiento, del tejido institucional italiano, el método mafioso, a mi juicio, está destinado a ser un componente estructural de la política y la sociedad italiana y podremos encaminarnos alegremente por la senda de lo que algunos analistas políticos llaman «democracia mafiosa». Parece un oxímoron, pero no lo es. Los ayuntamientos disueltos por la mafia son un ejemplo de «democracia mafiosa». En el fondo, si la denostada Propaganda 2 de los años ochenta se ha convertido en estado, si lo que hasta hace diez años parecía política-ficción se ha hecho realidad y ya nos hemos acostumbrado a convivir con ello, ¿por qué no habríamos de acostumbrarnos también a una burguesía mafiosa? Quizá no sea descabellado imaginar que en ese hipotético futuro el denostado Provenzano también reivindique su rehabilitación, como precursor clarividente y padre fundador de la nueva constitución material de la nación.

Nota Jue Feb 29, 2024 5:03 pm
Pepe Gómez Merchán, en "La lucha de clases y la mafia bajo el fascismo siciliano", en Para la Voz, el 4 de octubre de 2023, escribió:Este es el primero de una serie de tres artículos en torno al movimiento comunista en la isla de Sicilia. En este primer artículo expondremos el contexto histórico de la situación en la isla durante la primera mitad del siglo XX y el auge del fascismo antes de la Segunda Guerra Mundial, así como el papel reaccionario de la mafia siciliana; en el segundo artículo expondremos la historia del comunismo y del movimiento campesino en la década de los 40; finalmente, en el tercer artículo, reproduciremos una entrevista que pude realizar a un veterano militante comunista de la época, el último superviviente de la masacre de Portella della Ginestra, de 1947.


I. Sicilia bajo el fascismo

La Sicilia de la primera mitad del siglo XX se caracterizaba por la preeminencia social de un entramado de redes de relaciones clientelares que tenían en su cúspide a la clase terrateniente. Esto, entre otras cosas, permitió que la región desempeñase en la vida política de la Italia liberal (prefascista) un papel desproporcionadamente importante respecto a su peso económico, dada la facilidad que tenían los notables para movilizar votos y construirse bases políticas sólidas [1]. El fascismo vendría a acabar con esto al abolir la política parlamentaria y, en su afán por tratar desde el Estado directamente con las distintas clases sociales, hizo lo que pudo para erradicar el clientelismo. Sicilia era en general una región económicamente atrasada y agraria (si bien existía un eje bastante dinámico entre Messina y Catania, en la costa este de la isla) pero integrada en el mercado global desde finales del siglo XIX, especialmente a través de la exportación de productos agrarios cítricos y azufre.

La Primera Guerra Mundial vendría a acelerar el proceso de concentración del capital en Italia y, por lo tanto, a propiciar la preeminencia del capital financiero: esto, coincidiendo con el primer fascismo, llevó a un breve impulso industrialista en Sicilia con una importante intervención estatal alrededor de las manufacturas químicas derivadas de los cítricos y el azufre bajo el formidable monopolio Montecatini, lo que amenazó con desplazar a los terratenientes como clase dominante de la isla. El contraataque terrateniente no se hizo esperar y el régimen, que reconoció el mayor arraigo social del “bloque agrario” y para este momento (alrededor de 1926) buscaba asegurar el apoyo directo de las élites locales, dejó a la burguesía financiera desarrollista a su suerte, que no tardó en ser arrollada por los latifundistas (esto tendría sus repercusiones paralelas en la política interna del Partido Nacional Fascista (PNF) en forma de feroces luchas intestinas). Sin embargo, los desarrollos del mercado mundial amargaron la victoria de los terratenientes: la competencia española (cítricos) y norteamericana (azufre) y el contexto general deflacionario perjudicaron gravemente la posición de Sicilia en el mercado mundial y amenazaron la rentabilidad de estas actividades económicas, lo que dio pie a la intervención estatal en el sector a través de generosos subsidios. Esto, unido al ya mencionado final del desproporcionado peso político de Sicilia en Italia, sentó las bases para la ulterior definitiva erosión del poder terrateniente en la isla y llevó a los grandes propietarios agrarios a adoptar un discurso victimista y sicilianista [2] ante la sensación de que el estado los había abandonado ante la adversidad, sirviendo esto así de precedente de los desarrollos políticos que veremos más adelante.

El latifundio siciliano al que se enfrentarían el Partido Comunista Italiano (PCI) y el movimiento campesino en los años 40 no era el del siglo XIX; la lucha de clases de la posguerra de la Primera Guerra Mundial y otros mecanismos lo habían ido erosionando [4]. Además, los grandes terratenientes ejercían su función a través de una capa de intermediarios que ejercían de administradores y organizadores del trabajo: los gabellotti, que constituían las bases sociales de la mafia junto a la pequeña burguesía de los pueblos [5]. Según el teórico del PCI Emilio Sereni, los gabellotti constituirían una protoburguesía agraria siciliana y las actividades mafiosas serían su particular forma de lucha contra el supuesto feudalismo de los grandes terratenientes. En el contexto de la política de «reconciliación nacional» en 1936, el (en aquel entonces) Partido Comunista de Italia (PCd’I) identificó en la «pequeña mafia», a quienes asociaban con el separatismo, un posible aliado contra el status quo fascista y feudal, que podría ser guiada gracias al partido a una posición revolucionaria. Posiblemente el PCd’I vio en Sicilia un feudalismo que no existía, y el papel explícitamente reaccionario de la mafia durante la posguerra de la Segunda Guerra Mundial confirmó el carácter fantasioso de estos planes (para el PCI los gabellotti pasarían entonces a ser poco más que parásitos intermediarios entre los campesinos y los terratenientes. Curiosamente esto tampoco es exacto, pues la mafia sí tuvo en determinados contextos un papel dinamizador y «emprendedor» en la agricultura, en contraposición al inmovilismo de los grandes terratenientes, y de hecho llegaron a participar en el proceso de erosión del latifundio al ser capaces de especular con la propiedad de la tierra) [6].

El fascismo golpeó duramente a la mafia a través de una serie de espectaculares arrestos masivos y juicios, en una intervención militarizada similar a una operación de contrainsurgencia. Sin embargo, la represión no afectó a miembros de la «alta mafia», compuesta por miembros de la alta burguesía insular, por lo que si bien las actividades delictivas mafiosas disminuyeron considerablemente, las organizaciones mafiosas como tales sobrevivieron y se recuperaron notablemente a partir de mediados de la década de los 30 a la vez que el estado fascista iba perdiendo el control de Sicilia [7].

A pesar de permitir en un principio la supervivencia del poder social de los terratenientes, el fascismo nunca renunció a su programa de eliminación de todas las redes clientelares, si bien casi siempre se movió con suma cautela. Cabe destacar que en esta sociedad el clientelismo no se limitaba al mundo latifundista, sino que se extendía prácticamente a todos los resquicios de la sociedad tanto urbana como rural: los círculos políticos, los propios partidos, las logias masónicas e incluso las cooperativas campesinas funcionaban de facto como redes clientelares, y por lo tanto allí también se extendía el poder de la mafia y la lógica de los notables [8], ya fuesen estos últimos terratenientes, comerciantes o industriales o, por ejemplo, jefes políticos de especial preeminencia local. Así, el estado fascista buscó integrar dentro de sí a las cooperativas surgidas de la lucha de clases en el campo en las décadas precedentes, incluso las llamadas cooperativas «rojas», aquellas ligadas al Partido Socialista Italiano (PSI). El fascismo quiso romper los lazos entre los distintos elementos del sistema clientelar, eliminar su carácter político y retener exclusivamente las funciones económicas pertinentes y destruir aquellas instituciones que fueran fuente de discordias políticas. La prohibición de todas las asociaciones políticas excepto el PNF en este contexto se puede enmarcar en este proceso anticlientelar (si bien en realidad el mismo PNF siciliano se acabó por convertir en el centro de redes de este estilo para disgusto de la vieja guardia más idealista). A pesar de todo, las redes clientelares, tan arraigadas en esta sociedad, se las ingeniaron para sobrevivir en la informalidad y el aparente apoliticismo, y serían en cierto modo el lugar donde se desarrollaban las luchas de clases y políticas, ahora a través de sombrías maniobras entre bastidores y dentro del PNF; detrás de todo tipo de organizaciones e instituciones superficialmente «fascistizadas» [9] o apolíticas existían agazapados reductos de los partidos políticos de antes: radicales, socialreformistas [10], católicos, socialistas, etc.

A lo largo de los años 30, el régimen se fue volviendo incapaz de enterarse de lo que pasaba en la isla: sus funcionarios, incluidos la policía, no podían penetrar el núcleo de la sociedad, que funcionaba de espaldas al estado. Ya a partir de 1935 empiezan a salir informes y testimonios sobre complots separatistas o monárquicos por parte de la burguesía urbana, y la mala situación económica transmite la sensación de que la isla es un polvorín. Esto propicia un giro «jacobino» por parte del régimen fascista, acompañado de un importante esfuerzo ideológico y propagandístico: se recuperan viejos cuadros del primer fascismo previamente apartados durante el contragolpe terrateniente de mediados de los años 20, el PNF siciliano se purga de «oportunistas» y se esgrime una retórica moralista y populista dura contra la corrupción y el clientelismo. Los resultados de este giro no son especialmente brillantes y el renovado aparato fascista insular se desquicia y comienza a proponer una limpieza militar de los «traidores»; en 1941 Mussolini tiene la ocurrencia de deportar fuera de la isla a todos los funcionarios estatales nativos [11].

Simultáneamente, buscando la estabilidad social y golpear de una vez por todas las bases sociales del clientelismo, y en un contexto de crisis económica mundial, el fascismo a partir de 1937 se lanza al «asalto al latifundio». La situación en el campo siciliano de los años 30 no era buena: la Gran Depresión llevó a la agricultura de cítricos a una crisis de sobreproducción, las rutas migratorias, que anteriormente habían ayudado a aliviar en parte la miseria campesina, se bloquearon mientras la población de Sicilia no dejaba de crecer, la deflación llevó al empequeñecimiento de la mediana propiedad rural y la desaparición de parte de la pequeña y, en definitiva, muchos campesinos engrosaron las filas del desempleo o se vieron obligados a buscarse la vida en las ciudades o en el ejército, lo que llevó a un proceso de envejecimiento y feminización del campo siciliano, dado el perfil típicamente joven y masculino de los que abandonaban la agricultura [12]. En realidad, la explotación latifundista se unía al miserable minifundio para constituir la difícil situación del campo siciliano en aquel entonces. Los campesinos no solo tenían la necesidad de tierra, sino también del pertinente desarrollo de las fuerzas productivas si quería superar su situación [13].

Ante esta situación, y con inspiración keynesiana, el fascismo planea una «colonización» del latifundio que, tomando como modelo la aparcería [14] de la Italia Central, habría implicado el cultivo de tierras previamente baldías o mal trabajadas gracias a una importante inversión estatal. El programa preveía la colonización de una vastísima extensión, prácticamente la mitad de la tierra cultivable de la isla, y ofrecía a los terratenientes la posibilidad de ceder parte de sus tierras al estado a cambio de ver el resto «bonificadas», esto es, de recibir importantes inversiones estatales. A pesar de su ambición, los resultados fueron despreciables excepto en algunas zonas del este de la isla. El problema era que esta sociedad descansaba sobre un equilibrio social tal que cualquier reforma podía causar una profunda conmoción. Los terratenientes se opusieron apelando a la naturalidad del latifundio tradicional y a la unidad sicilianista entre clases ante los subversivos planes extranjeros de destruir la sociedad siciliana. Una reforma de estas características habría separado a los campesinos del entramado clientelar de los terratenientes y habría abolido por la vía de los hechos a los gabellotti, pero el fascismo pretendió que la reforma se desarrollase de forma vertical al margen de los deseos del campesinado: así, la inmensa mayoría vio las exigencias de esta reforma de abandonar sus pueblos natales y sufrir las inclemencias de la naturaleza incomprensibles y evitó adaptarse, condenando la reforma agraria fascista al fracaso [16].

Italia entró en la Segunda Guerra Mundial en 1940. Ya a partir de 1941 se fue extendiendo el abierto descontento por la isla conforme la inflación y la proliferación del mercado negro golpeaban a las capas medias urbanas y extendían el hambre por el campo. Precisamente la cuestión alimentaria cobró una enorme importancia alrededor de la política fascista de almacenamiento forzoso de grano, que obligaba a los agricultores a vender al estado a un precio fijo parte de su cosecha. Esta política, que tenía como objetivo garantizar el suministro de las ciudades, dio pie a la proliferación del ya mencionado mercado negro gracias a la estrecha colaboración entre la mafia y los terratenientes en este ámbito, que evadían en la medida de sus posibilidades las exigencias del estado. El comercio ilegal de grano, pese a que explotaba atrozmente a las ciudades, de hecho beneficiaba a todo el mundo rural en la misma medida que las requisas estatales perjudicaban especialmente a los pequeños propietarios y campesinos sin tierra, de forma que en este contexto se consolidó un formidable «bloque agrario» de solidaridad interclasista antiestatal [17]. Por ejemplo, el famoso bandolero-guerrillero separatista reaccionario Salvatore Giuliano, de extracción campesina, se echó al monte después de sufrir un encontronazo con las fuerzas del orden al intentar hacer contrabando de grano para desarrollar una prolífica carrera guerrillera al servicio de la mafia y los terratenientes [18].


II. El Partido Comunista en Sicilia antes de 1943

Cuando en el Congreso de Livorno de 1921 el PCd’I se escindió del PSI, los partidarios sicilianos del nuevo Partido Comunista se adhirieron en su mayoría a las posturas abstencionistas de Amadeo Bordiga. En Agrigento todo el aparato del PSI se adhirió al PCd’I; en Palermo lo hizo casi exclusivamente la juventud socialista; poco después se constituyeron secciones comunistas en Trapani, Catania y Messina. En general, la presencia comunista era modesta, lo que no evitó que el partido fuese golpeado con gran dureza por el terrorismo mafioso. En 1925-1926 el PCd’I desarrolla a nivel nacional una fuerte campaña contra el bordiguismo (también contra el comunismo de derechas, pero esto apenas tenía presencia alguna en Sicilia), y de hecho el PCd’I de Sicilia participa activamente en las elecciones de 1925. Pronto, sin embargo, el comunismo siciliano sería objeto de la represión fascista y para 1930 el PCd’I siciliano perdió el contacto con la dirección en el exilio temporalmente. Esto no evitó que tuviese lugar un importante repunte comunista a lo largo de los años 30 y que incluso tuviesen lugar algunos conatos de unidad antifascista. En concreto, las minas de azufre de Caltanissetta, poseedoras de una antigua tradición política republicana, se convirtieron en un formidable núcleo comunista. También tuvo importancia la lucha contra la participación de Italia en la Segunda Guerra Mundial, promoviéndose deserciones en el ejército [19].

Dado el curso que había tomado la Segunda Guerra Mundial en 1943 en Sicilia se veía venir un desembarco angloamericano en la isla, por lo que el (ya a partir de ese mismo año) PCI instruyó con muchas dificultades a sus militantes sicilianos la preparación en la medida de lo posible de una lucha partisana unitaria contra las fuerzas del eje y la organización de administraciones municipales a fin de recibir a los aliados [20].


III. La ocupación militar angloamericana

No fueron, sin embargo, los comunistas los que supieron aprovechar mejor en un primer momento el caos y el vacío dejado por el fascismo tras la conquista aliada de Sicilia entre junio y agosto de 1943, sino la vieja guardia del notabilismo liberal, ahora reorganizados en el separatismo. La ocupación de Sicilia por parte de las tropas angloamericanas vino en cierto modo a cumplir temporalmente el programa separatista al separar física y políticamente a Sicilia del resto de Italia. Organizados alrededor del antiguo notable liberal Andrea Finocchiaro Aprile y su Movimiento por la Independencia de Sicilia (MIS), el separatismo rápidamente interpeló a los aliados pretendiendo equiparar separatismo y antifascismo, esforzándose por dar una imagen liberal-democrática. Así, Finocchiaro Aprile se las ingenió en un primer momento para organizar a su alrededor a elementos socialreformistas y adherentes al catolicismo político [21].

La administración militar aliada buscó ante todo asegurar la retaguardia y mantener el orden, dado que su objetivo principal era continuar la guerra. Rechazando a los partidos políticos como mediadores entre ellos y la sociedad, entregaron las administraciones locales a aquellos grupos o personajes que pudiesen aparentemente garantizar una mayor estabilidad; los británicos, en concreto, inspirados por su propia praxis colonial, favorecieron enormemente a los terratenientes, buscando una especie de restauración aristocrática. La iglesia tuvo en este proceso un destacado papel como interlocutora entre las clases dominantes de la isla y los aliados. Este era un contexto de ruptura general de las líneas de comunicación y transporte, por lo que las administraciones municipales cobraron un enorme poder. Dadas las bases sociales del separatismo, el recién constituido MIS se encontró como gestor de gran parte de la isla, siendo el caso más destacable la alcaldía de Palermo, que cayó en manos del conde Lucio Tasca, líder del ala agraria más reaccionaria del separatismo [22]. A pesar de todo, en algunos pueblos como Piana degli Albanesi los comunistas y los socialistas se las ingeniaron para constituir administraciones municipales antes de la llegada de los angloamericanos, los cuales de hecho con frecuencia las respetaron como autoridades provisionales [23].

Convendría separar en este contexto el separatismo siciliano en cuanto a movimiento político, de la conciencia separatista que en estos momentos atravesaba prácticamente toda la actividad política (el propio PCI de Palermo, por ejemplo, proclamó durante el caos inicial una especie de República Soviética Siciliana, para después pasar a proponer una República Federativa Siciliana dentro de una supuesta Unión de Repúblicas Italianas. Hay que interpretar esto en un contexto de incomunicación entre la militancia comunista siciliana y la dirección en el exilio). En realidad el movimiento separatista propiamente dicho se componía de cuatro elementos: 1) era, por un lado, una maniobra de la vieja guardia liberal para recuperar su antigua preeminencia; 2) por otra parte, existía un filón enormemente reaccionario mafioso y latifundista que buscaba cumplir el sueño sicilianista de independencia económica y que esperaba lograr una especie de contrarrevolución preventiva con la independencia (y que acabaría por ser hegemónico dentro del separatismo); 3) temeroso de lo que el postfascismo pudiese deparar, había un componente burgués desarrollista opuesto al latifundismo que veía en la independencia la forma de lograr el tan ansiado desarrollo industrial de Sicilia; y 4) finalmente se encuentra una militancia estudiantil e idealista dada al aventurismo pseudorevolucionario (este último grupo jugaba con frecuencia a la ambigüedad ideológica, realizando algunos guiños y gestos filocomunistas) [24].

La contundente mayoría de la mafia ingresó en las filas del MIS, si bien una parte de la «alta mafia» ya comenzó a virar hacia el que sería el «partido del orden» en Italia durante medio siglo desde este punto: la Democracia Cristiana (DC) [25], que en Sicilia tendría una base social pequeñoburguesa y de pequeños propietarios agrarios y contaba con una larga tradición ideológica regionalista-autonomista y de reformismo moderado, pero que rápidamente se esforzaría para mostrarse ante las clases dominantes de la isla como el mayor garante de la estabilidad.

El MIS de Finocchiaro Aprile hizo lo posible para convencer a los aliados de las ventajas de una Sicilia independiente. Si Italia hubiese luchado hasta el final junto a Alemania, quizá la estrategia de Finocchiaro Aprile hubiese triunfado, pero ya en julio de 1943 Mussolini fue depuesto por el rey Vittorio Emmanuele III y, tras algunas vacilaciones en las que quizá los británicos hicieron presión amenazando con cumplir el programa del separatismo siciliano, el nuevo gobierno del mariscal Badoglio llegó a un armisticio con los aliados, propiciando la ocupación alemana del norte de Italia pero convirtiendo al gobierno italiano, que huyó a Brindisi, en parte de los aliados. Así, la pretendida equiparación «separatismo siciliano = antifascismo» perdió vigencia, y el plan de Finocchiaro Aprile de alcanzar la independencia gracias a la intervención extranjera falló (más aún cuando poco después los soviéticos rechazaron explícitamente el separatismo siciliano alegando que una Sicilia independiente sería un satélite norteamericano) [26].

El pleno reconocimiento aliado del gobierno de Badoglio arrebató a los separatistas su posición privilegiada dentro de la Sicilia ocupada. En febrero de 1944 la administración de la isla vuelve al Estado italiano, y a lo largo de ese año se empiezan a consolidar los partidos de masas que estaban comenzando a tomar las riendas de la historia de Italia en estos momentos. El separatismo, pues, perdió dramáticamente el protagonismo político que había disfrutado hasta entonces [27], y su componente «burgués-desarrollista» desertó hacia el proyecto autonomista representado por DC. Ante esto, el MIS pasó a organizarse como un partido más firmemente estructurado, delimitando su propia base social. Gran importancia tuvo la constitución del Ejército Voluntario por la Independencia de Sicilia (EVIS) a partir de la confluencia de los filones latifundistas y juvenil-idealistas del separatismo junto a parte del lumpenproletariado, comenzando así el derrotero insurreccional del separatismo siciliano, lo que lo enfrentó abiertamente con el estado y lo sometió a la correspondiente represión, confirmando lo fugaz de su protagonismo en la historia de Sicilia. El EVIS pronto se vincularía enormemente con el poder social privado que ejercían en sus tierras los latifundistas separatistas y confluiría con el bandolerismo [28]. En cualquier caso, tras un equívoco periodo de transición, la crisis y eventual desaparición del separatismo como fuerza política relevante hizo que la mafia pasase a la DC conforme esta confirmaba a finales de la década de los 40 su naturaleza reaccionaria y anticomunista [29].


IV. Algunas conclusiones

Como hemos visto, Sicilia es en este contexto una región subdesarrollada y agraria con un escaso desarrollo del movimiento obrero en general y con una mínima implantación del PCI tanto en el campo como en las ciudades, con la excepción de algunos núcleos. Además, la particular relación de la isla con el estado daba pie a que los terratenientes mantuvieran una reaccionaria unidad interclasista con el campesinado; sin embargo, esta ya era una clase en decadencia, y la desorganización provocada por la guerra y la caída del fascismo la pondrán en conflicto abierto con el Estado italiano, representante, en principio, del desarrollo industrial y, por lo tanto, potencial destructor del poder social de los terratenientes. Una vez comprendido el contexto de Sicilia bajo el fascismo y la vinculación de la mafia con las fuerzas más reaccionarias de la sociedad siciliana, en el siguiente artículo abordaremos el auge del comunismo siciliano para, finalmente, exponer el caso de la lucha terrorista de la mafia en Piana degli Albanesi y la masacre de Portella della Ginestra en 1947.





Notas al pie de página

    [1] También resulta relevante en esta situación el papel que tenía Sicilia junto al resto del Sur de Italia como exportadora de funcionarios según las características del desarrollo desigual del capitalismo italiano, con su marcada división Norte-Sur (véase Coco, V. (2019). "Siciliani a Salò. Funzionari, politici e burocrati nella RSI". En Baris, T. y Verri, C. (Eds). I Siciliani nella Resistenza. Sellerio Editore Palermo).

    [2] Esta postura política vendría a comprender, entre otras cosas, la defensa de la independencia económica de Sicilia buscando lograr un supuesto potencial de prosperidad gracias a la exportación al extranjero de productos agrícolas y otras materias primas –potencial supuestamente frustrado por culpa de la dominación y la explotación ejercida por el norte proteccionista e industrial–. A lo largo de la historia se vendría a combinar con todo tipo de programas políticos y normalmente conllevó a una llamada a la solidaridad entre las distintas clases sociales de la isla.

    [3] Lupo, S. (1987). "L’utopia totalitaria del fascismo (1918-1942)". En Aymard, M. y Giarrizzo, G. (Eds). Le Regioni; La Sicilia. Giulio Einaudi Editore.

    [4] Coco, V. (2021). Mobilitazione nelle campagne e partiti di massa nella Sicilia del secondo dopoguerra. En Baris, T. y Patti, M. (Eds). La Strage di Portella della Ginestra tra Storia e Memoria. Istituto Poligrafico Europeo.

    [5] En este contexto, la mafia siciliana no se adecuaba tanto al modelo gángster de las famosas películas si no a una red de sociedades rurales pequeñoburguesas conectadas con el contrabando y con una importante vocación de controlar la política local de los pueblos, lo que le otorgó un papel central en las oleadas violencia reaccionaria contra el movimiento campesino. También tenían una relación especial con grupos sociales cercanos al lumpenproletariado y con gente especialmente asocial y hosca como los pastores (véase Di Bartolo, F., (2008) “Imbrigliare il conflitto sociale. Mafiosi, contadini, latifondisti”. Meridiana, 63, 33-52), lo cual le otorgaba amplias posibilidades para poder ejercer la violencia.

    [6] Verri, C. (2008) “Un dibattito marxista: mafia e latifondo”. Meridiana, 63, 135-156.

    [7] Coco, V. (2008) “Dal passato al futuro: uno sguardo dagli anni trenta”. Meridiana, 63, 117-134.

    [8] Los cooperativistas ligados al ala revolucionaria del PSI, que antes del fascismo se opusieron a esta deriva, sufrieron los rigores de un fenómeno que cobraría una importancia central en el desarrollo de la lucha de clases en el Sicilia: el terrorismo mafioso. Así, por ejemplo, en 1915 fue muerto a tiros el alcalde socialista de Corleone al intentar resistir la infiltración mafiosa en una cooperativa campesina local.

    [9] Un caso destacable es la figura del agrónomo Francesco Marino, principal organizador del movimiento campesino en la localidad de Lentini y militante del PCI desde 1921. Jugó un papel protagonista en la organización de una cooperativa que se las ingeniaría para sobrevivir toda la época fascista gracias en parte a las pertinentes concesiones ideológicas, si bien entró en decadencia en los años 30. En consecuencia, con la explosión del movimiento campesino y la política de masas tras 1943 Lentini funcionaría como una «ciudadela roja», un bastión del PCI y del PSI (véase Mangiameli, R. (1999) “Cooperative e partiti di massa nell’ esperienza di Francesco Marino”. Meridiana, 36, 43-89).

    [10] Esta es una tradición ideológica que podríamos situar a la inmediata derecha de la socialdemocracia.

    [11] Lupo, S. (1987). "L’utopia totalitaria del fascismo (1918-1942)". En Aymard, M. y Giarrizzo, G. (Eds). Le Regioni; La Sicilia. Giulio Einaudi Editore.

    [12] Vittorio, T. (1985). Il lungo attacco al latifondo. Spiritara e contadini nelle campagne siciliane (1930 – 1950). C. U. E. C. M.

    [13] Butera, S. (1999). "L’economia siciliana nell’immediato dopoguerra (43-50)". En Manali, P. (Ed). Portella della Ginestra 50 anni dopo (1947-1997). Salvatore Sciascia Editore.

    [14] Esto es, el campesino alquila al terrateniente la tierra a cambio de una porción de la cosecha o un pago en metálico. En este contexto implicaba que las familias campesinas se mudasen de sus pueblos a lugares remotos, lo que el fascismo esperaba que se tradujese en la traslación a Sicilia de un modelo familiar extendido fuertemente patriarcal, incompatible con el latifundismo siciliano.

    [15] Vittorio, T. (1985). Il lungo attacco al latifondo. Spiritara e contadini nelle campagne siciliane (1930 – 1950). C. U. E. C. M.

    [16] Lupo, S. (1987). "L’utopia totalitaria del fascismo (1918-1942)". En Aymard, M. y Giarrizzo, G. (Eds). Le Regioni; La Sicilia. Giulio Einaudi Editore.

    [17] Baris, T. (2021). "La Sicilia dalla Liberazione alla strage di Portella della Ginestra: un quadro sociale e politico". En Baris,T. y Patti, M. (Eds). La Strage di Portella della Ginestra tra Storia e Memoria. Istituto Poligrafico Europeo.

    [18] Patti, M. (2021). "Crisi alimentare, banditismo e mafia (1943-1947)". En Baris, T. y Patti, M. (Eds). La Strage di Portella della Ginestra tra Storia e Memoria. Istituto Poligrafico Europeo.

    [19] Cimino, M. (1988). Le pietre nello stagno. Edizioni La Zisa.

    [20] Finocchiaro, S. M. (2009) Il Partito Comunista nella Sicilia del dopoguerra (1943-1948). Salvatore Sciascia Editore.

    [21] Marino, G. C. (1979). Storia del Separatismo Siciliano. Editori Riuniti.

    [22] Mangiameli, R. (1987). "La regione in guerra (1943-1950)". En Aymard, M. y Giarrizzo, G. (Eds). Le Regioni; La Sicilia. Giulio Einaudi Editore.

    [23] Petrotta, F. (2009). La Strage e i Despistaggi. Il Castello d’Ombre su Portella della Ginestra. Ediesse.

    [24] Marino, G. C. (1979). Storia del Separatismo Siciliano. Editori Riuniti.

    [25] Lupo, S. (2004) “Gli alleati e la mafia: un patto scellerato?”. Meridiana, 49, 193, 206.

    [26] Finocchiaro, S. M. (2009). Il Partito Comunista nella Sicilia del dopoguerra (1943-1948). Salvatore Sciascia Editore.

    [27] Cimino, M. (2018). Storia del Separatismo Siciliano 1943-1947. Edizioni dell’asino.

    [28] Marino, G. C. (1979). Storia del Separatismo Siciliano. Editori Riuniti.

    [29] Lupo, S. (1999). "Mafia, banditismo e questione meridionale del dopoguerra". En Manali, P. (Ed). Portella della Ginestra 50 anni dopo (1947-1997). Salvatore Sciascia Editore.

Nota Jue Feb 29, 2024 5:04 pm
Pepe Gómez Merchán, en "El movimiento campesino y el comunismo en Sicilia", en Para la Voz, el 11 de octubre de 2023, escribió:En un artículo anterior expusimos el contexto histórico y el desarrollo de la situación política de Sicilia, su pobre desarrollo industrial y la época ascendente del fascismo. En este segundo artículo expondremos la historia del comunismo y el movimiento campesino en Sicilia aproximadamente entre 1943 y 1950, especialmente en lo que respecta a los debates internos del Partido Comunista Italiano, la lucha por la reforma agraria y el terrorismo mafioso-reaccionario que se desarrolló en este contexto al servicio de los terratenientes. Ambos artículos pretenden servir como contexto para la publicación próxima de una entrevista que realicé a un antiguo militante comunista siciliano, último superviviente de la masacre de Portella della Ginestra de 1947.


I. El PCI siciliano ante las evoluciones teóricas de la «era antifascista»

En el contexto de guerra mundial y colapso del fascismo, el PCI veía al capitalismo italiano como un bloque corporativo a punto de derrumbarse, lo que habría puesto a las capas medias de la sociedad en disposición de ser dirigidas por el Partido. La unificación italiana del siglo anterior se veía como una revolución democrática incompleta, siendo, pues, la lucha antifascista su tardía conclusión. Por lo tanto, el PCI adoptó una estrategia de lucha únicamente contra lo que ellos consideraban el capitalismo financiero y monopolista a través de una alianza antifascista con fuerzas políticas burguesas «progresistas». En toda esta operación el Partido como institución cobró un enorme protagonismo y (por la influencia gramsciana) se partía de la «autonomía» de la política respecto a las condiciones materiales; todo esto llevó a que se privilegiase la política institucional y se evitase una verdadera teorización sobre la transición al socialismo, que permanentemente se dejaba para un futuro indeterminado. Esto vino acompañado de una liquidación del modelo organizativo de partido de vanguardia y la constitución del llamado «partido nuevo» de masas (lo cual no implicaba desechar las jerarquías y el centralismo, sino el fin de la vocación revolucionaria del Partido Comunista en favor de una praxis reformista) [1]. Esta estrategia antifascista sobreviviría a la muerte del fascismo, en parte, porque irrespectivamente de los debates internos del comunismo italiano, Palmiro Togliatti (el secretario general del PCI) recibió instrucciones directas de Stalin para que siguiera una política legalista a fin de evitar cualquier intervención anticomunista por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña, según los intereses y las necesidades de la política exterior soviética [2]. De hecho, el PCI tras la guerra renunció a formular un programa económico propio y puso al movimiento obrero al servicio de la reconstrucción capitalista de la economía nacional [3].

El mismo Togliatti veía al PCI del «partido nuevo» como la «vanguardia de las fuerzas nacionales», siendo explícitamente una fuerza política partidaria de la unidad nacional (interclasista) a través de la cristalización de la coalición de los tres grandes partidos de masas antifascistas que conformarían el Comité Nacional de Liberación (CNL): el PCI, el PSI y la DC. El PCI esperaba la constitución de una «democracia progresista» basada en la permanente y armoniosa hegemonía política de estas tres fuerzas. En la práctica, esto implicó la formación de una militancia respetuosa al extremo con las instituciones y procedimientos legales [4].

El PCI de Sicilia tuvo el inconveniente (o la suerte) de pasar el fascismo al margen de los debates y las evoluciones teóricas internacionales que llevaron al comunismo italiano a este punto como consecuencia del aislamiento impuesto por dos décadas de clandestinidad, por lo que, al restaurarse las comunicaciones, la mayoría de los militantes encontraron las nuevas directrices y posiciones del todo incomprensibles, en cuanto los cuadros locales recordaban exclusivamente los debates teóricos de los años 20 [5]. Así pues, el PCI de Sicilia mantiene inicialmente unas posiciones políticas comunistas «clásicas»: se piensa en «convertir la guerra imperialista en revolucionaria» y en organizar grupos armados insurreccionales [6]; se habla de revolución, colectivización y «sovietización» de la isla y se mantiene una actitud de desprecio y desconfianza hacia el resto de organizaciones políticas que irían a constituir la unidad antifascista [7] Desde la dirección del PCI nacional no tardaron en recriminar supuestos residuos de «bordiguismo» en los cuadros díscolos o en acusarlos de haberse quedado anclados en el mundo de los años 20. Según Agostino Novella, Giorgio Amendola y otros cuadros togliattianos, esta disidencia comunista «de izquierdas» se podía achacar a la falta de una clase obrera moderna y madura en determinados centros urbanos, lo que daría pie al surgimiento de revolucionarios que «demagógicamente» incitaban a la revuelta a capas sociales desclasadas [8].

Con la liberación convergieron en el PCI de Sicilia tres filones: la vieja guardia militante presente en la fundación del partido en 1921 que había vivido la clandestinidad, un destacamento de la juventud intelectual y, lo que es más importante, de forma progresiva parte del campesinado sin tierras [9]. Había, pues, una división generacional entre los militantes, ante lo cual se uniría a partir de un cierto punto el envío por parte de la dirección nacional del PCI de cuadros de fuera de Sicilia perfectamente formados según las directrices de la Comintern en los años previos, lo que provoca los esperables roces y tensiones con la vieja guardia local [10]. Destacable es la anécdota que tuvo lugar a principios de 1944 cuando el togliattiano Velio Spano comunicó en una especie de conferencia regional que el partido debía comenzar a usar en sus actos oficiales la bandera tricolor italiana junto a la roja, lo que provocó fuertes protestas y la irónica intervención de un militante que dijo que, ya que estaban, podían usar también la bandera del papa. Reveladora es también la conclusión de este pintoresco evento: otro camarada intervino y apeló a la necesidad de mantener la disciplina y la unidad a fin de evitar repetir los errores del viejo PSI, ante lo cual las directrices se aceptaron a regañadientes [11]. Podría parecer que el rechazo a la bandera italiana escondía una especie de filoseparatismo entre la militancia, pero las mayores protestas vinieron de la federación local de Messina, que precisamente destacó por su intransigencia antiseparatista que les llevó incluso a rechazar la autonomía de Sicilia [12]. Por lo general, estas tensiones se resolverían a través de simples apelaciones a la disciplina militante, por lo que el alma insurreccional, «sectaria» y «bordiguista» (según el vocabulario de los togliattianos) iría, como el río Guadiana, desapareciendo y apareciendo a lo largo de los años, manifestándose especialmente tras derrotas electorales del PCI o en momentos de especial tensión como el atentado contra Palmiro Togliatti de 1948. A pesar de todo, el PCI tuvo un papel fundamental en la implantación de la democracia burguesa en Sicilia en este contexto, practicando incluso una especie de pedagogía popular sobre las normas electorales e introduciendo las más modernas técnicas de propaganda. La cohesión del partido en la isla era realmente pobre, abundando las broncas personalistas, los movimientos fraccionales y las escisiones de grupúsculos disidentes [13]. Por otra parte, tiene lugar un pintoresco fenómeno común a todo el comunismo italiano en este contexto: la doppiezza, la idea de que las concesiones ideológicas y estratégicas que el PCI había llevado a cabo en el contexto de la Segunda Guerra Mundial no eran sino una especie de treta o de fingimiento orientado a ganar tiempo para poder organizar una revolución socialista clásica en el futuro cercano [14].


II. El auge del comunismo siciliano.

El PCI de Sicilia tiene entonces que enfrentarse a una región devastada y asolada por el hambre, con una escasa tradición de implantación del movimiento obrero y con unas clases dominantes acostumbradas a desempeñar la lucha de clases a través del terrorismo. Sin embargo, existían algunas zonas donde pervivía el recuerdo de las luchas antilatifundistas pasadas y la dureza de la violencia social que estalló en numerosos contextos ayudó a la implantación del partido al inflamar las pasiones, si bien contrastaron con el estricto legalismo que impondrían las directrices del partido. Entre 1944 y 1945 tienen lugar violentos levantamientos contra la política de almacenamiento de grano, contra el hambre y contra el reclutamiento forzoso de tropas para el reconstruido ejército aliado italiano a finales de 1944. En este contexto tiene lugar la proclamación de «Repúblicas Populares» municipales insurreccionales, destacando las de las localidades de Comiso y Ragusa, que tuvieron que ser reprimidas por el propio ejército. En las ciudades hubo auténticos motines de subsistencia que llevaron a la trágica masacre de octubre de 1944 en Palermo, que se saldó con 24 muertos y cientos de heridos cuando un pelotón del ejército italiano disparó contra la turba. Parece ser que la infiltración neofascista y separatista en estos confusos eventos fue considerable, pero también la participación autónoma de militantes locales del PSI y del PCI, y en cualquier caso estos hechos corresponden de forma evidente al cansancio y la miseria de una población campesina y urbana sometida a terribles exigencias y sacrificios por parte del estado.

Sin embargo, oficialmente el PCI se opuso a estas acciones dada su ya expuesta política legalista y lo que se veía como la necesidad de priorizar la contribución a la aún en curso Segunda Guerra Mundial [15], y de hecho en algunos casos el partido actuó como una especie de intermediario oficioso entre el estado y los amotinados [16]. Cabe destacar que el PCI se opuso a la prácticamente idéntica política granera del estado fascista solo un par de años antes. No solo cambió su propaganda en este sentido de forma radical, sino que tuvo un papel decisivo junto al PSI y la DC en la gestión de la política de almacenamiento de grano a través de los «graneros del pueblo», unas instituciones locales gestionadas por el CNL orientadas a «democratizar» la política granera, pero que rápidamente se enemistaron con todo el «bloque agrario» campesino ante la apatía u hostilidad pasiva de los campesinos pobres y el sabotaje feroz por parte de los terratenientes armados ideológicamente por el separatismo. De hecho, de facto el PCI actuó de forma ambivalente y tolerante hacia los militantes que a nivel local decidieron, incluso, luchar contra el almacenamiento de grano. En cualquier caso, la evasión del almacenamiento de grano y, por tanto, el mercado negro se incrementaron fuertemente: en agosto de 1944 se evadió el 82% del grano a recoger [17].

De forma paralela a la fase caótica y virulenta de «rebelión primitiva» campesina vendría la organización del movimiento campesino propiamente dicho, estrechamente ligado con la larga y fatigosa lucha por la reforma agraria. Como consecuencia de la central participación del PCI en la lucha antifascista a través del CNL, en mayo de 1944 fue nombrado ministro de agricultura el comunista Fausto Gullo, que en octubre de ese mismo año publicaría un famoso decreto según el cual se implantaba una reforma de los contratos de aparcería y colonia en favor de los campesinos. Si bien la modificación en sí fue más bien modesta, el impacto político y social en Sicilia fue enorme, pues contribuyó decisivamente a romper el bloque de solidaridad interclasista en el campo forjado alrededor del contrabando de grano.

Simultáneamente, los partidos del CNL, vistos hasta entonces con apatía o desconfianza por las masas, se van organizando y van tomando arraigo [18]; en concreto el PCI se constituye en Sicilia como un «partido nuevo» de masas en el campo siciliano a la vez que tiene un papel central en la organización y dirección del movimiento campesino, organizándose a la vez que organizaba [19]. El movimiento campesino destacó desde el principio por su marcado carácter partidista, en una situación de rivalidad entre los tres grandes partidos de masas, si bien con predominio del PCI, que rápidamente hizo notar su mayor pericia organizativa. Se basó sobre un triángulo cuyos vértices eran los sindicatos, las cooperativas y las propias secciones locales de los partidos. Aun así, todas sus acciones se marcaron por el estricto legalismo: sus reivindicaciones no eran sino el cumplimiento de los sucesivos decretos de reforma agraria (tras la modificación de los contratos de aparcería y colonia se legisló el reparto de tierras baldías o mal cultivadas y se le impuso a los terratenientes la contratación de un número mínimo de jornaleros. Cabe destacar que la reforma agraria se fue profundizando y agilizando bajo ministros de agricultura de partidos burgueses, pues el gobierno reconocía la necesidad de aliviar de alguna forma la lamentable situación social de Sicilia y el Sur de Italia en general). El problema era que el formidable poder local de los terratenientes les permitía evadir la legalidad con la connivencia de la administración y las fuerzas del orden locales; esto llevó a que el movimiento campesino funcionase según un patrón de ocupación de tierras y movilización-negociación con la administración-represión legal o terrorismo. Además de la violencia, los terratenientes tenían a su favor una burocracia lenta y bizantina que desmoralizaba y desesperaba a los campesinos mientras ellos tenían a su disposición a abogados y conexiones dentro de la administración [20].

El PCI siciliano multiplicó su militancia y se fue convirtiendo en un partido eminentemente de campesinos pobres al olvidarse los rencores producto del papel del partido en el almacenamiento de grano, lo que de hecho disgustó a Togliatti, preocupado por la «plebeyización» del partido. En el momento en el que la reforma agraria dejó de limitarse a los contratos de aparcería e implicó el reparto de tierras mal cultivadas, se desató una impresionante oleada de ocupaciones y movilizaciones en la parte occidental y latifundista de la isla en gran medida organizada por el PCI. El plan era destruir el latifundismo de una vez por todas fomentando cooperativas campesinas, lo que contrastaba con el programa de reforma agraria de la DC basado en el fomento de la pequeña propiedad. A partir de 1947-1948, con la definitiva ruptura de la unidad antifascista (que en Sicilia nunca fue especialmente fuerte dada la ausencia de lucha guerrillera durante la Segunda Guerra Mundial), las posiciones del PCI y su sindicato agrario afín se radicalizaron (al menos en la forma de los discursos), tomando tintes «mesiánicos» y (según los disgustados cuadros del PCI) «maximalistas» [21]. En especial, las movilizaciones de 1948 y 1949 contra el paro y la carestía de la vida suponen una radicalización al exigir la gestión sindical del trabajo en las modernas y productivas empresas agrarias del este de la isla: la Federterra (el sindicato agrario hegemonizado por el PCI) oficialmente se opuso ignominiosamente a estas reivindicaciones al considerarse demasiado radicales y optó por intentar orientar las movilizaciones hacia la exigencia de un salario mínimo y de mejores subsidios de desempleo. En cualquier caso, en un contexto de decisiva contrarrevolución por parte del gobierno de DC y de restauración latifundista (muchas cooperativas sucumbieron ante el terrorismo y la falta de capacidad técnica y económica), el movimiento campesino entró en reflujo con el fin de los años 40. La reforma agraria salió adelante en los años 50, pero según el programa de la DC, realizándose importantes inversiones públicas hacia una pequeña propiedad en proceso de proletarización que al fin pudo modernizarse notablemente; en cualquier caso, de las ruinas del viejo poder de los grandes latifundistas se alzó el de la mafia, cuya base social eran los pequeños propietarios. Curiosamente, en este proceso antilatifundista tuvieron un importante papel los grandes industrialistas del norte (que ansiaban una modernización de la agricultura sureña que permitiese la liberación de una gran cantidad de mano de obra) y nada menos que los Estados Unidos, que según la lógica de la Guerra Fría veían con preocupación la hegemonía comunista en las reivindicaciones campesinas [22].

La lucha por la reforma agraria en los años 40 fue enormemente sangrienta, tanto por el terrorismo como por la represión de las fuerzas del orden. Por lo general, los ataques terroristas eran organizados autónomamente por las mafias locales con la connivencia de la administración. El objetivo eran cuadros del movimiento campesino, por lo tanto militantes del PCI y del PSI. Los asesinatos se solían producir tras una previa escalada de tensiones y agudización de la lucha de clases: en todo momento en los pueblos el contexto estaba marcado por continuas broncas, amenazas y escaramuzas entre militantes de los distintos partidos. Ante estos trágicos eventos, el movimiento obrero organizaba emocionales muestras de solidaridad con huelgas simbólicas, manifestaciones y multitudinarios cortejos fúnebres. Por otra parte, los partidos burgueses y la administración optaron por «despolitizar» los hechos, achacando la violencia al carácter inherentemente bárbaro y feudal de Sicilia (en este sentido destacó el siniestro ministro del Interior Mario Scelba, que paradójicamente era siciliano) [23]. El caso más destacado de terrorismo mafioso fue la masacre de Portella della Ginestra de mayo de 1947, que destacó del resto de ataques por su carácter indiscriminado, siendo los campesinos comunes las víctimas; campesinos que fueron tiroteados durante la multitudinaria celebración del Primero de Mayo cerca de la localidad de Piana degli Albanesi [24]. En un próximo artículo abordaremos este caso con mayor detalle y expondremos una entrevista a un superviviente del atentado.

El PCI se caracterizó por buscar incansablemente el abandono de su propio carácter de clase y construirse una base social interclasista. En Sicilia la «plebeyización» del partido se unió a la necesidad de combatir el separatismo (que se consideraba «de masas» en cuanto a su arraigo entre parte de la pequeña burguesía urbana), lo que llevó a que desde la dirección nacional del PCI se impusiese una línea política autonomista orientada a atraer al partido a la pequeña y mediana burguesía. Este autonomismo se basó en las posturas del socialreformista Enrico La Loggia, que rechazaba el separatismo al suponer la incapacidad de Sicilia de industrializarse por sus propios medios, por lo que habría que conseguir que Italia ayudase en este desarrollo según una lógica «reparacionista» (Italia sería culpable del subdesarrollo de la isla), lo cual solo podía lograrse si Sicilia recuperaba cierto peso político en el estado italiano, para lo cual harían falta instituciones autonómicas. Esto amargaría las relaciones con el PSI, que no abandonó su clásico centralismo. Simultáneamente, tras la efectiva implantación de la autonomía en 1947, el PCI promovió junto al ala más progresista de la DC una serie de planes desarrollistas a nivel siciliano de reconocida inspiración keynesiana y «antimonopolista», destacando entre otros un plan de nacionalización de la industria eléctrica. Resumiendo, conforme el PCI se fue viendo más claramente excluido de las instituciones y la DC confirmó su carácter reaccionario, los sueños desarrollistas dieron paso a un reforzamiento de los entramados asistenciales y los «chanchullos» público-privados [25].


III. Conclusión

Teniendo en cuenta que el PCI de Sicilia actuaba bajo el supuesto de que en la isla imperaba el «semifeudalismo», es innegable que el partido desempeñó una función de vanguardia del desarrollo capitalista, oponiendo un sincero desarrollismo keynesiano y antilatifundista contra el capitalismo oligárquico e improductivo que se acabó imponiendo con la derrota del movimiento campesino y el siniestro matrimonio entre la DC y la mafia.

El movimiento campesino, pese a desarrollar como nunca la lucha de clases en el agro siciliano al romper la solidaridad interclasista del «bloque agrario», fue incapaz de desenvolverse de forma independiente (prueba de ello es que su «pistoletazo de salida» fue el decreto gubernamental de reforma agraria del ministro Gullo) y entró en un fuerte reflujo en cuanto el «partido del orden» siciliano se terminó de reorganizar alrededor de la DC a finales de los años 40.

En este contexto son comunes las quejas y los lamentos por parte de cuadros togliattianos sobre el «sectarismo» de la militancia comunista de Sicilia, en cuanto aceptaron muy a regañadientes las claudicaciones que llevó a cabo el PCI en aquel entonces. Sin embargo, a pesar de las simpatías que pueden despertarnos aquellos militantes, la formidable explosión del PCI entre amplias capas campesinas se dio, en gran medida, gracias a las modernas técnicas propagandísticas y organizativas traídas e impuestas por los cuadros enviados por el PCI nacional.

A pesar de todo, el plan del PCI de ganarse a la pequeña burguesía «exseparatista» fracasó y, con el reflujo del movimiento campesino, vio cómo se erosionaba su apoyo entre el campesinado en los años 50. No hemos hablado aquí de las diferentes campañas y convocatorias electorales por motivos de espacio, solo mencionaremos que electoralmente Sicilia sería democristiana hasta los 90, con un PCI permanentemente estancado en el 20–25%.

En definitiva, el movimiento campesino y el PCI siciliano fueron derrotados con un movimiento «de pinza» entre el terrorismo mafioso, por un lado, que lo asoló sangrientamente a nivel local, y el reformismo capitalista autoritario de la DC por otro, que excluyó al PCI de las instituciones y se las ingenió para desarrollar una modernización alternativa basada en la pequeña propiedad.





Notas al pie de página

    [1] Pompejano, D. y Raffaele, G. (1981), Nel vento del sud… la federazione messinese del PCI nella crisi e nel dibattito del 1943-1945, Savelli Editori.

    [2] Fontana, J. (2017), El siglo de la revolución. Una historia del mundo de 1914 a 2017, Editorial Planeta.

    [3] Centro Siciliano di documentazione (1977), Lotte contadine e politica delle sinistre in Sicilia (1943-1947), Cento Fiori.

    [4] Lupo, S. (2004), Partito e antipartito. Una storia politica della prima Repubblica (1946-78), Donzelli Editore.

    [5] Pompejano, D. y Raffaele, G., Nel vento del sud… la federazione messinese del PCI nella crisi e nel dibattito del 1943-1945, op. cit.

    [6] Finocchiaro, S.M. (2009), Il Partito Comunista nella Sicilia del dopoguerra (1943-1948), Salvatore Sciascia Editore.

    [7] Cimino, M. (1988), Le pietre nello stagno, Edizioni La Zisa.

    [8] Broder, D. (2021), The Rebirth of Italian Communism, 1943-44, Palgrave Macmillan.

    [9] Cimino, M. (1988), Le pietre nello stagno, op. cit.

    [10] Mastropaolo, A. (2017), «Come fu inventato il Partito comunista in Sicilia tra il 1943 e il 1948». Meridiana, 90, pp. 143-169.

    [11] Finocchiaro, S.M., Il Partito Comunista nella Sicilia del dopoguerra (1943-1948), op. cit.

    [12] Pompejano, D. y Raffaele, G., Nel vento del sud… la federazione messinese del PCI nella crisi e nel dibattito del 1943-1945, op. cit.

    [13] Finocchiaro, S.M., Il Partito Comunista nella Sicilia del dopoguerra (1943-1948), op. cit.

    [14] Lupo, S. (2004), Partito e antipartito. Una storia politica della prima Repubblica (1946-78), Donzelli Editore.

    [15] Baris, T. (2021). «La Sicilia dalla Liberazione alla strage di Portella della Ginestra: un quadro sociale e politico», en Baris,T. y Patti, M., eds., La Strage di Portella della Ginestra tra Storia e Memoria. Istituto Poligrafico Europeo.

    [16] Finocchiaro, S.M. (2009), Il Partito Comunista nella Sicilia del dopoguerra (1943-1948). Salvatore Sciascia Editore.

    [17] Vittorio, T. (1985) Il lungo attacco al latifondo. Spiritara e contadini nelle campagne siciliane (1930 – 1950). C. U. E. C. M.

    [18] Coco, V. (2021). «Mobilitazione nelle campagne e partiti di massa nella Sicilia del secondo dopoguerra», en Baris, T. y Patti, M., eds. La Strage di Portella della Ginestra tra Storia e Memoria, Istituto Poligrafico Europeo.

    [19] Mastropaolo, A., «Come fu inventato il Partito comunista in Sicilia tra il 1943 e il 1948», op. cit.

    [20] Coco, V., «Mobilitazione nelle campagne e partiti di massa nella Sicilia del secondo dopoguerra», op. cit.

    [21] Finocchiaro, S.M., Il Partito Comunista nella Sicilia del dopoguerra (1943-1948), op. cit.

    [22] Vittorio, T. (1985), Il lungo attacco al latifondo. Spiritara e contadini nelle campagne siciliane (1930 – 1950). C. U. E. C. M.

    [23] Basile, P. (2021), «Le piste rosse. I sindacalisti uccisi dalla mafia in Sicilia (1944-1948)», en Baris, T. y Patti, M., eds, La Strage di Portella della Ginestra tra Storia e Memoria, Istituto Poligrafico Europeo.

    [24] Renda, F. (1999), «Introduzione», en Manali, P., ed., Portella della Ginestra 50 anni dopo (1947-1997), Salvatore Sciascia Editore.

    [25] Finocchiaro, S.M., Il Partito Comunista nella Sicilia del dopoguerra (1943-1948), op. cit.


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