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¿Ciencia proletaria? El caso Lysenko -- Dominique Lecourt

Planta/anuncia un debate, noticias sueltas, convocatorias políticas o culturales, campañas de mecenazgo, novedades (editoriales, estrenos, próximas emisiones de tv...).
Totalmente de acuerdo con Perestroiko cuando dice: ”Quien defiende la dialéctica tiene que hacer su propio trabajo y no pretender que está ya expuesto en una teoría científica, ni pretender que las teorías se tienen que ajustar a sus tesis, cuando es a la inversa”. Ya lo dijeron en su día Marx, Engels y Lenin.

También totalmente de acuerdo cuando dice que “la realidad es más áspera de lo que suponen los dialécticos”. Eso siempre. Y mucho más de lo que suponen los científicos. Por eso la ciencia no se agotará nunca. La realidad supera cualquier imagen acerca de ella. No la agota nunca. Es la esencia del materialismo.

Pregunta Perestroiko si Gould es un cientifico burgués. Le respondo: no hay ciencia burguesa y ciencia proletaria. La ciencia está por encima de las clases sociales; lo que hay es ideología burguesa e ideología proletaria.

Gould sostiene que ciencia y religión son esferas independientes que no deben entrar en conflicto. Es un error. Gould critica a Lysenko pero no a Lamarck. Es imposible desde mi punto de vista.

La metaciencia es ciencia sobre la ciencia, dice Perestroiko. Aquí hay una vieja discusión que provocó Descartes al separar la física de la metafísica, es decir, la ciencia de la filosofía, lo cual tuvo entonces su parte progresiva. Pero luego el positivismo trató de arrinconar la filosofía (denostada como ideología) y enfrentarla a la ciencia. La filosofía es discutible pero la ciencia no. Esa escisión nunca ha existido. Aristóteles, que pasa por filósofo, era en realidad un gran científico; Newton no hablaba de física sino de “filosofía natural”. Pero hoy proliferan grandes científicos que son pésimos filósofos y gran parte de todo eso que se publica sobre filosofía y epistemología de la ciencia es pésimo.

A ver si no jugamos al escondite. La unidad de teoría y práctica SÍ PRETENDE, en contra de lo que dice Perestroiko, referirse a que los científicos tienen que “bajar al laboratorio” (para luego “subir” desde allá). Además, no sólo se hace ciencia buscando aplicaciones prácticas sino que la ciencia proviene de la práctica y vuelve a ella (dialécticamente). La frase de Lukacs que aporta Perestroiko, "la división entre ser y deber ser (entre realidad y moral) ha de ser transcendida", es confusa en el contexto en el que la expone y, desde luego, nada tene que ver con “el cuento de la lechera”, como dice Perestroiko. Lukacs trataba de decir –acertadamente a mi juicio- que la cognoscibilidad de la naturaleza se basa en la práctica como interacción del hombre con ella, de modo que no existe la sociedad por un lado y la naturaleza por el otro porque la naturaleza cada vez está más penetrada (incluso destruida) por la acción humana, por el trabajo sobre ella y que ese proceso (en contra de lo que dicen Althusser y Monod) sí es teleológico: “Por el trabajo tiene lugar una doble transformación. Por un lado, el hombre que trabaja, se transforma a sí mismo, actúa sobre la naturaleza y cambia al mismo tiempo la suya propia” (Lukacs: “Ontología del ser social”, pg.70). Pero efectivamente no les preguntes a los genetistas por estas cosas, que les caen tan anchas. Tampoco a los carpinteros. Sin embargo, es lo que todos ellos hacen.

Dice Perestroiko que no se pueden interpretar las tesis de Gould como un apoyo a las formas duras de la dialéctica. En realidad Gould no apoya a la dialéctica: se apoya en ella. A mí Gould no me convence del todo en ese punto pero creo ha sido muy bueno que plantee su tesis del equilibrio puntual porque va a proporcionar una perspectiva muy diferente a la que viene imperando desde Darwin. Pero lo que es más importrante es que ambas cosas no son incompatibles sino que van ligadas la una a la otra. La discontinuidad está vinculada a la continuidad en todas las esferas de la realidad.

La división de Marx entre el método de investigación y el de exposición NO es la única forma razonable de considerar la dialéctica sustantiva. En este punto Lukacs (“Historia y conciencia de clase”) no tenía razón.

Cada vez que alguien enfatiza la importancia del ambiente sobre la dotación genética no sólo los marxistas tiramos cohetes: sobre todo también los tira la ciencia porque casi toda la genética está fundamentada sobre una hipótesis unilateral, la hereditaria, que ignora el medio. Nosotros destacamos la otra mitad y decimos que esa otra parte “olvidada” es incluso más importante que la hereditaria.

Efectivamente, creo que nos salimos del tema si traemos a colación los transgénicos como forma que hoy en día toma la ciencia como fuerza productiva y destructiva. Por si quieres abrimos otro hilo aparte. Pero no tengo ningún inconvenientes en seguirlo aquí mismo. En cualquier caso insisto en lo que ya he dicho antes: para mí no hay ningún debate sobre las ciencias burguesas y las ciencias proletarias porque esa distinción no existe.

Me abstengo de comentar la comparación de Lissenko con Skinner y de sus tesis con las de la piscología conductista. Es algo desafortunado que se comenta por sí sólo.

Un mundo sin hambre

Nota Vie Ago 15, 2008 4:46 pm
“En cuanto a la conquista de las tierras subpolares, se puede esperar mucho de los maravillosos resultados de la genética moderna, que obtiene variedades de plantas capaces de vivir con un mínimo de condiciones climáticas, es decir, con un mínimo de calor y de insolación. Un gran número de esas plantas que, según la expresión del escritor ruso Ilin, fueron enviadas a la «escuela» para aprender a vivir en el polo, ya están convenientemente educadas. Sobreviven a inviernos extremadamente rigurosos y fructifican en el curso de un verano de duración insuficiente para las plantas que no se han educado en esta escuela de sacrificios. Según Ilin, «la idea de enviar a las plantas a la escuela se debe al agrónomo Lissenko. La escuela la recoge en la edad de la semilla. La preparación consiste en proporcionar a las semillas calor y frío, oscuridad y luz en proporciones determinadas. Una vez terminada la preparación se envía a las plantas al campo» (*). Rusia cubre las tierras antaño desnudas de las estepas siberianas con plantas educadas por Mitchurin, Lissenko y otros pedagogos para semillas. En la actualidad, el trigo de invierno, la patata, la col y el nabo crecen más allá del círculo polar ártico. En el Canadá y en Alaska se van haciendo retroceder igualmente los límites de la zona agrícola a expensas de las tierras boreales".

(*) M. Ilin, Les montagnes et les hommes, París, 1946.

Un mundo sin hambre. Colaboración o intrusión de la ciencia
Josué de Castro
http://www.eumed.net/textos/06/hambre3.htm

[...] La revolución industrial y la expansión colonial habían generado profundas desigualdades, tanto entre los ciudadanos como entre las naciones. Para explicar (justificar) esta situación eran muy bien acogidas por las clases dominantes las “teorías científicas” que apoyasen la idea de que la naturaleza de las desigualdades reside en nosotros mismos y no es una consecuencia de la estructura de las relaciones sociales. Es decir, que las diferencias existentes en riqueza y posición social serían la manifestación directa de las desigualdades naturales en inteligencia y capacidad entre los seres humanos. Nótese que todas las “teorías” que tratan de justificar las desigualdades (y por tanto las superioridades) humanas están elaboradas por los que se creen superiores [...]

Quizás al lector le tranquilice el pensar que la lejanía del siglo XIX le protege de estas ideas repugnantes. Pero la realidad es que nos encontramos en un momento de rebrote y expansión de ideas “científicas” de este tipo que, aunque más o menos enmascaradas con distintas justificaciones, tienen el mismo origen, la misma falta de rigor científico y, lo que es peor, posiblemente, las mismas intenciones.

Cuando, en los medios de comunicación, un prestigioso científico norteamericano afirma solemnemente que se ha encontrado “el gen” que determina que la madre sea cuidadosa con sus hijos, y que ese “gen” se hereda por vía paterna, cualquier persona, no ya con grandes conocimientos científicos, sino sencillamente razonable y consciente de la influencia de los factores sociales, culturales e incluso de la situación personal sobre las relaciones familiares, probablemente sonreirá pensando que es una estupidez. Pero resulta extraño que, continuamente, aparezcan en los medios de comunicación estupideces del mismo tipo comentadas seriamente por “expertos” y avaladas por su publicación en importantes revistas científicas, Así, nos encontramos, cada cierto tiempo, con el descubrimiento de “los genes” de la homosexualidad, de la pertenencia a tribus urbanas, de la ludopatía, del alcoholismo... La frase “lo lleva en los genes” ha pasado a formar parte de nuestro vocabulario coloquial y, lo que es más dañino, periodístico [...]

Cuando se habla de la herencia de comportamientos complejos que tienen muy distintos orígenes (en algunos casos muy evidentes, como son el ambiente y la tradición familiar en que se desarrolla el individuo) se está produciendo en la población una gran confusión sobre la justificación biológica de determinados comportamientos que tienen muy diferentes (y en ocasiones dramáticas) justificaciones. Y, sobre todo, se pretende eximir a la sociedad de responsabilidades, lo cual, puede provocar en algunos una inquietante evocación de la “pseudociencia” del pasado.

Pero, cuando se oye hablar de la herencia biológica de características como el estatus ocupacional, o la diferente capacidad genética de distintos pueblos o “razas” para el progreso, (“conclusiones científicas” que aparecen actualmente en textos académicos de gran prestigio), nos encontramos con que los siniestros fantasmas del siglo XIX no están tan lejos [...]

Cuando en la primera mitad del siglo XIX comenzaron a expandirse las ideas que justificaban las desigualdades sociales en base a las diferencias biológicas entre los individuos, teorías que han recibido el nombre de “determinismo biológico”, surgieron voces contrapuestas que afirmaban que el ambiente y las condiciones sociales en que los individuos se desarrollaban eran responsables de gran parte de esas diferencias; eran los llamados “ambientalistas”. Enseguida se hicieron patentes los componentes ideológicos de estas distintas interpretaciones: los ambientalistas eran de ideología progresista, es decir, partidarios de la construcción de una sociedad que no favoreciese la aparición de las grandes desigualdades sociales existentes y, en una época en la que las diferencias ideológicas parecían bastante claras, los deterministas, es decir, los partidarios de la idea de que el orden social es una manifestación de la naturaleza intrínseca del hombre y, por tanto, inmutable, se autodenominaban, sin ningún pudor, conservadores [...]

En el bando “ambientalista” no figuraban, por aquella época, científicos tan prestigiosos y, por supuesto, ninguno consiguió alcanzar gran relevancia social. Pero, lo que pareció el golpe de gracia para éstos se produjo con la aparición en 1859 de la obra de Darwin "El origen de las especies mediante Selección Natural" y con el llamado "redescubrimiento" de las leyes de Mendel en 1900. Los deterministas encontraron argumentos rigurosamente científicos para apoyar sus tesis. Entonces pasaron de la justificación de la situación a los hechos [...]

El concepto de Evolución en el sentido que le damos actualmente, de transformación de unos tipos de organización viva en otros, es del Naturalista francés J. Baptiste Lamarck en 1800, de modo que, a principios del siglo XIX, los partidarios de la Evolución eran llamados Lamarckianos [...]

Los descubrimientos de Mendel no pasaron, en absoluto, desapercibidos en el ámbito científico. Simplemente fueron rechazados porque no eran reproducibles en su totalidad y porque no explicaban procesos más complejos que ya eran conocidos. Pero también porque los científicos dedujeron, acertadamente, que Mendel había falsificado sus resultados [...]

La realidad es que, como se descubrió más tarde, los guisantes tienen siete cromosomas y, por casualidad, Mendel encontró dos variaciones (amarillo-verde y liso-rugoso) que estaban situadas, en el quinto cromosoma el color, y en el séptimo la forma de la semilla. El resto de caracteres estaban distribuidos, tres en el cromosoma cuatro y dos en el cromosoma uno, por lo que difícilmente se habrían transmitido de forma totalmente independiente. La conclusión fue que había elaborado sus “leyes”, no con sus experimentos, sino calculando numéricamente cómo sería la transmisión si todos los caracteres se transmitieran como el color y la forma de la semilla [...]

El Mendelismo comparte con el Darwinismo la característica de convertir en ley general unos sucesos restringidos y ocasionales. De hecho, en las explicaciones que se encuentran en los libros científicos sobre ambas teorías, las dos tienen en común un número de excepciones y variaciones que supera, con mucho, los datos que las confirman [...]

En 1907 fue aprobada en Indiana [Estados Unidos] la primera ley eugenésica, cuyo preámbulo decía: “considerando que la herencia tiene una función de la mayor importancia en la transmisión de la delincuencia, la idiotez y la imbecilidad...” Cuatro años más tarde, la asamblea legislativa de Nueva Jersey añadió a la lista “debilidad mental, epilepsia y otros defectos” y dos años más tarde el parlamento de Iowa a “los lunáticos, borrachos, drogadictos, perversos sexuales y morales, enfermos morbosos y personas degeneradas”. En 1930 las leyes eugenésicas se habían establecido en treinta y un estados norteamericanos con las dramáticas consecuencias de la esterilización, según cifras oficiales, de más de sesenta mil personas. Uno de los más tempranos frutos de estas leyes, fueron los terribles sucesos de la Alemania nazi, ya que la idea de superioridad de unos hombres sobre otros y el concepto hereditario de la naturaleza humana son fundamentales para las ideologías fascistas. Con la promulgación de la “Ley de Sanidad Genética”, el 13 de julio de 1933, en Alemania, se esterilizó a más de doscientas cincuenta mil personas durante su período de vigencia [...]

En 1972, se descubrió que un mínimo de dieciséis mil mujeres y ocho mil hombres habían sido esterilizados por el Gobierno de Estados Unidos. De ellos, trescientos sesenta y cinco eran menores de veintiún años y un elevado porcentaje eran negros. En 1974 catorce estados tenían en estudio propuestas legislativas que exigían la esterilización de las mujeres dependientes de la seguridad social. En esas fechas, el fiscal general de Estados Unidos, William Saxbe, declaró que “los genes determinantes del comunismo tienden a manifestarse con mayor frecuencia en familias judías”.

Los ejemplos de utilización aberrante de “conceptos científicos” derivados de las simplificaciones Darwinista y Mendeliana han sido variados, pero todos tienen en común el resultado de la opresión de los poderosos (y entre éstos de los más fanáticos y brutales), sobre los débiles y marginados, y que causaron mucho sufrimiento e injusticias [...]

L.M. Terman, fundador del “movimiento americano de valoración psicológica”, encontró que un IQ [coeficiente intelectual] entre 70 y 80 era “muy común en familias hispanoamericanas, indias y mejicanas... y también en las negras. Parece que la causa de su estupidez es racial o, al menos, atribuible a condiciones innatas de sus familias... y, desde el punto de vista eugenésico, el hecho constituye un grave problema debido a la elevada proliferación de estas gentes” [...]

En 1972 William Shockley, de la Universidad de Stanford, y premio Nobel de Física, que fue el que redactó la proposición de ley pidiendo la esterilización de aquellas personas cuya calificación de IQ [coeficiente intelectual] fuera inferior a 100; y propuso comenzar este programa con personas dependientes de la seguridad social, a cambio de una compensación económica. Uno de los más llamativos (y alarmantes) aspectos de este siniestro fenómeno, es la colaboración de ciertos científicos para la justificación “racional” de unas persecuciones de las que, naturalmente, ellos se sentían a salvo. Por ejemplo, otro premio Nobel (en este caso por sus estudios en comportamiento animal), Konrad Lorenz [...] hacía un canto al Darwinismo desde la Alemania nazi en 1940, cuando ya estaban en marcha las prácticas genocidas: “En el proceso de civilización, hemos perdido ciertos mecanismos innatos de liberación que normalmente persisten con objeto de mantener la pureza de la raza: alguna institución humana debe seleccionar la fortaleza, el heroísmo, la utilidad social [...] si es que el sino de la Humanidad, carente de factores selectivos naturales, no va a ser la destrucción por la degeneración que el proceso de domesticación lleva consigo. La idea de raza como base del estado ya ha obtenido buenos resultados en este respecto”.

Los datos históricos sobre la implicación y la responsabilidad directa de científicos en actos criminales no son escasos [...]

En el creciente auge del determinismo, que se puede constatar en la continua publicación del descubrimiento de genes responsables de comportamientos “anormales” o “antisociales” están implicados multitud de especialistas adiestrados, desde temprana edad, en las obsoletas creencias científicas que hemos comentado, y convencidos de que las enormes sumas que se invierten en sus investigaciones (tras las cuales siempre hay, más enormes aún, intereses comerciales) están encaminadas hacia el bien de la Humanidad (lo cual les resultaría poco creíble si tuvieran conciencia de cuanto sufrimiento, cuanta hambre y cuantas muertes se podrían evitar en el Mundo con esas cantidades de dinero). Pero más descorazonador les resultaría el comprender que sus resultados, muy probablemente, sean tan falsos o, al menos, tan deformados como las bases científicas sobre las que se apoyan: los recientes descubrimientos sobre la variabilidad y complejidad de la expresión genética y de la cantidad de factores implicados, ha hecho escribir a alguien (disculpen mi mala memoria, pero era alguien que sin duda sabía de lo que hablaba) que “pretender comprender al hombre conociendo su genoma, es tan estúpido como intentar aprender un idioma memorizando su diccionario”. Las complicadas interacciones entre distintos grupos de genes, entre éstos y la multitud de proteínas reguladoras y la influencia sobre todo ello de factores ambientales, sigue siendo, en su mayor parte, un misterio para la Ciencia.

Por tanto, una de las explicaciones posibles del auge de los “descubrimientos” deterministas, teniendo en cuenta su escaso rigor científico, y una vez descartada la responsabilidad de los ingenuos especialistas adiestrados, puede ser la existencia tras ellos de “oscuros intereses” [...]

En efecto, en 1975 se publicó el libro “Sociobiología: la Nueva Síntesis” del Catedrático de Zoología de Harvard E.O. Wilson. El sustrato social previo y su repercusión fueron la más perfecta extrapolación posible de la época y del contexto que rodeó la publicación de la obra de Darwin. El despliegue de prensa y medios audiovisuales que acompañó a su publicación fue impresionante: se le concedieron entrevistas en distintos medios, entre los que figuraban las revistas “People”, “The New York Times Sunday Magazine”, e incluso en “House and Garden”. Por supuesto, la repercusión de esta obra en muy variados ámbitos académicos y lo que es peor, en muchos textos escolares, está actualmente en un momento de esplendor. El motivo de ese éxito fue, que mediante argumentos directamente derivados de los estudios de Konrad Lorenz y una impecable y tendenciosa interpretación darwinista del comportamiento animal, llegaba a la conclusión fundamental de que el comportamiento social humano es sólo un ejemplo especial de categorías más generales de comportamiento y organización social del reino animal. En consecuencia, tanto los comportamientos individuales como los de grupo (léase pueblos o “razas”) han evolucionado como resultado de la adaptación dirigida por la Selección Natural. De lo cual se deduce que los que no triunfan es por ser menos aptos [...]

El zoólogo británico Richard Dawkins, que, en otro curioso paralelismo con la aportación de la genética mendeliana a la teoría general, publicó por primera vez con enorme éxito en 1976 un libro (reeditado y ampliado con posterioridad) con el título “El gen egoísta” según el cual, la unidad de evolución es “el gen” (posteriormente ampliado a “o fragmento de ADN”), cuyo objetivo es “alcanzar la supremacía sobre los otros genes”. Los organismos, seríamos utilizados por los genes como “máquinas de supervivencia”, y las relaciones entre los seres vivos se producirían guiadas por este principio: “Toda máquina de supervivencia es, para otra máquina de supervivencia, un obstáculo que vencer o una fuente que explotar” [...]

En 1993 Paul Billings, genetista de la Universidad de Stanford, escribía: “Conocemos las causas de la violencia en nuestra sociedad: la pobreza, la discriminación, el fracaso del sistema educativo. No son los genes los que provocan esta violencia, sino el sistema social”.

La falacia de “los genes” del comportamiento humano
Máximo Sandín
Facultad de Biología, Universidad Autónoma de Madrid

La verdad es que estamos respetando poco a HerrK, que después de todo se molestó en subir aquí el interesante libro de Domenique Lecourt.

Así que, antes de ponernos a discutir sobre los transgénicos -que aquí me parecen muy relevantes, aunque como un episodio de un proceso más amplio-, propongo lo siguiente: que tomemos como base de discusión el libro de Lecourt, si se quiere centrándonos en el capítulo 3 -"The peasant cuestion: stalinism teachnicism"-. Creo que ahí tenemos a la 'unidad de teoría y práctica' en acción, no como slogan, puesta al servicio de resolver una contraversia científica: ahí podemos ver si las teorías de Lysenko son una aportación científica objetiva, difamada por la propaganda capitalista, u otra cosa.

Vaya por delante que yo creo que es otra cosa, pero que esa otra cosa (una maniobra para ocupar puestos de poder en la institución científica) no es fruto de la "maldad" de Lysenko o "del comunismo", como pinta la propaganda. Creo que es signo de algo más profundo: creo que hoy en día la ciencia, en su enfoque faústico característico de la herencia judeocristiana -"dominarás la tierra"-, sólo puede avanzar y justificarse a costa de enormes inversiones, lo cual la convierte en un agente de la competencia por recursos escasos. Quedan lejos los días en que Newton investigaba en su finca con lápiz y papel, ocio, un telescopio y un prisma. Si esto es así, resulta inevitable que los científicos tengan que intervenir, aun inconscientemente, en el plano ideológico, favoreciendo la idea de que no hablan en nombre de sus intereses y/o los de su escuela, sino en nombre del progreso como ideal asumible por toda la sociedad; en nombre de ideas sobre el progreso que, al menos desde un punto de vista libertario, podemos considerar alienantes. No se trata sólo de que el capitalismo manipule las vocaciones científicas, sino de que la vocación científica depende de cortejar al capital para no quedarse en la "mera" teoría. En este sentido, maniobras del mismo género aunque en otro sentido son las que, creo, hicieron muchos de los rivales de Lysenko. Y maniobras del mismo género son las que se producen día a día en y desde las instituciones científicas de los países capitalistas.

Ante una situación como ésta, creo que es una tarea urgente que nos armemos de las herramientas intelectuales para separar el grano de la paja y contrarrestar la propaganda sofocante -algo a lo que Stephen Jay Gould, por cierto, hizo enormes contribuciones como historiador de la ciencia-: que nos armemos de las herramientas que impidan que la mayoría de la población del planeta tenga el papel de pagano en estos faraónicos asuntos. De paso, creo que el materialismo dialéctico, tomado en sentido literal, no sólo no es una de esas herramientas, sino que, a la vista de cosas como las que documenta Lecourt, puede incluso contribuir a la confusión (el materialismo dialéctico, no el materialismo histórico en cuanto se refiere a las ideologías): pero discutámoslo sobre el texto de Lecourt, no a priori o yéndonos por los cerros de Ubeda -como he hecho yo mismo-.

Aún así, mañana espero poder traer una cita de lo que dice Gould sobre Lysenko: yo creo que su postura no es contradictoria, y que lleva a poner en duda que existan esas líneas de demarcación ideología burguesa = rechazo a Lysenko, rechazo del sociodarwinismo = apoyo a Lysenko. Pero en fin, el debate sobre ciencia y filosofía, la confusión entre biología y sociobiología que se manifiesta en la última aportación de Demofilo, el sorprendente elogio a Gould y Lewontin que les quita todo crédito como científicos positivos, la aun más sorprendente idea de que la ciencia de una sociedad basada en la división social del trabajo transciende la división entre ser y deber, etc, etc, quizás sea mejor que lo dejemos para otro rato, o lo traigamos al hilo de la discusión sobre el material que se nos propone.

Según compruebo en el último párrafo de Perestroiko, creo que me expreso muy mal y, además, como utilizamos categorías conceptuales distintas, se producen afirmaciones por parte suya que me dejan perplejo, tanto si son correctas como si no lo son (que no lo se).

Dice Perestroiko que “la ciencia de una sociedad basada en la división social del trabajo transciende la división entre ser y deber”. No entiendo esta frase que creo, además, que me atribuye a mí.

Dice Perestroiko que mi sorprendente elogio a Gould y Lewontin les quita todo crédito como científicos positivos. Tampoco entiendo ninguna de las tres afirmaciones. No se a qué elogio se refiere, por qué es sorprendente y por qué les quita crédito.

Dice Perestroiko que en mi última aportación confundo la biología y sociobiología. Lo que estoy tratando de mostrar son dos cosas: la ideología subyacente a determinadas tesis genetistas y las consecuencias prácticas (políticas, sociales, etc.) de ellas

Apoyándose en el libro de Lecourt y su capítulo 3 ("La cuestion campesina: tecnicismo stalinista") dice Perestroiko que ahí tenemos a la “unidad de teoría y práctica” en acción. Yo sostengo lo siguiente: el libro de Lecourt (quien se declara a sí mismo marxista-leninista) es una burda falsificación de los hechos y de los dichos de Lysenko, por muchas razones, entre otras porque las teorías y las prácticas agrícolas que Lysenko defiende no sólo son anteriores a la colectivización sino que son anteriores a la misma revolución de 1917. Bastaría recordar que Michurin, en quien Lysenko se apoya, había nacido en 1855 y antes de la revolución de 1917 ya había conseguido unas 300 variedades de árboles y bayas nuevos.

Perestroiko me imputa que yo establezco una línea de demarcación “ideología burguesa = rechazo a Lysenko, rechazo del sociodarwinismo = apoyo a Lysenko”. No es así. Esa línea no existe. La ideología burguesa no sólo denigra a Lysenko sino que también denigra a Lamarck. Recomiendo a todo el mundo que eche una ojeada en internet buscando referencias sobre Lamarck o sobre su teoría de los caracteres adquiridos. Es una auténtica vergüenza. Los dos están en la picota y lo están por los mismos motivos: porque defienden la misma tesis, aunque Lysenko prefiera llamarse darwinista y no lamarquista. La postura de Darwin, aunque defendía la teoría de los caracteres adquiridos, es compleja y, aunque también podríamos abordarla aquí, creo que nos desviaría del asunto central. Pero me gustaría dejar constancia de algo que también une a Lysenko con Lamarck: si aquel defendió la revolución rusa, éste defendió la revolución francesa y la reacción es rencorosa y no olvida estas cosas fácilmente. Por eso el fundador de la Biología (¡¡¡ y de la ecología, no lo olvidemos !!!), una verdadera gloria de la ciencia, murió en la miseria, ciego, abandonado por todos y sus restos han desaparecido porque fueron arrojados a una fosa común. Al reivindicar a Larmack los comunistas reivindicamos la ciencia.

Perestroiko me imputa que yo defiendo que las teorías de Lysenko son una aportación científica objetiva difamada por la propaganda capitalista. Creo haber dejado claro que Lysenko no hizo ninguna aportación de relieve a la ciencia ni teórica ni práctica; que se limita a defender una teoría y unas prácticas agrícolas preexistentes. Todos los esfuerzos propagandísticos de la reacción se centran en decir que Lysenko surge de la nada con ideas y prácticas originales para ocultar las verdaderas raíces de esas ideas y esas prácticas. Y por tanto, insisto en que atacando a Lysenko se ataca también a sus precursores.

Las tesis de Lysenko serían, según Perestroiko, una maniobra para ocupar puestos de poder en las instituciones científicas soviéticas, de las cuales tenemos que deducir que funcionarían exactamente igual que las capitalistas. Lo cierto es que, como ya he repetido varias veces, en la URSS lo mismo que en el resto del mundo existían dos corrientes acerca de la evolución de las especies que podemos simplificar (atención con lo de simplificar) y personalizar (idem) en Lamarck y Weismann. A medida que la genética se desarrolló a partir de 1900 aproximadamente (y lo hacía muy rápidamente hasta el punto de que sólo 100 años después ya existía el mapa del genoma humano) las tesis de Weismann (a las que van asociados Mendel y Morgan) se fueron imponiendo sobre las anteriores y el tratamiento del problema dejó de ser multidisciplinar, como exigía Engels, para centrar la teoría de la evolución exclusivamente en los genes. Eso sucedió exactamente igual en la URSS: la tesis de Weismann eran dominantes también allá. Incluso en 1948, cuando el informe de Lysenko, lo seguían siendo. El principal representante de estas tesis en la URSS era el biólogo Dubinin el cual, a diferencia de Lysenko, sí era militante bolchevique. Ambas corrientes soviéticas discutían públicamente y se atacaban unas a otras, tanto en revistas occidentales, como “Science”, como en las soviéticas, incluido el diario Pravda. Los debates ser prolongaron durante 20 años nada menos, desde antes de la colectivización, hasta la famosa reunión de la Academia Lenin de Ciencias Agrarias de 1948 en la que Lysenko leyó su informe. A esa reunión acudieron 700 científicos soviéticos de todas las especialidades, donde debatieron durante una semana entera. A pesar de las estupideces típicas y tópicas sobre el stalinismo, todos los científicos asistentes pudieron intervenir. Se levantaron actas de las discusiones, que ocupan 790 páginas y se publicaron. Las falsificaciones históricas continúan afirmando que los oponentes de Lysenko fueron fusilados. Por poner un ejemplo, el famoso Dubinin al que Lysenko atacaba en su informe de 1948, publicó en 1978 (dos años después de la muerte de Lysenko) un artículo que está traducido al castellano y que se titula “La filosofía dialéctico-materialista y los problemas de la genética” (en la obra colectiva “Aspectos filosóficos de la Biología”, Academia de Ciencias de la URSS), lo cual significa dos cosas: que el denostado Dubinin seguía vivito y coleando y que en esencia seguía defendiendo sus tesis de siempre, las de Mendel, Weismann y Morgan. Lo cual también significa que se había vuelto a las tesis dominantes tradicionales y que, además, Dubinin defendía que esas tesis eran conformes a la dialéctica materialista.

Pero el también materialista dialéctico (al menos eso dice él de sí mismo) Lecourt dice que hubo 20 años de “prohibición oficial” de la genética, que se prohibió “toda” investigación “por orden administrativa” y yo subrayo lo de “toda” porque también afirma que a la mecánica cuántica y a la lingüística le sucedió lo mismo que a la genética y, como no podía ser de otra forma, el cliché de que las “grandes catástrofes agrícolas” soviéticas (no nos dice cuáles) tuvieron su origen en las tesis de Lysenko. También asegura Lecourt que el darwinismo es una teoría unitaria, lo cual nadie se ha atrevió a sostener nunca y sorprende en un sedicente marxista como él porque Engels ya dijo que no era así. Lecourt también miente cuando afirma que con sus tesis Weismann trató de explicar “el origen de las variaciones de cuya selección resulta la evolución” porque en definitiva él niega la evolución y, desde luego, resultan incomprensibles las variaciones.

Pero los vergonzosos ataques contra Lysenko prostituyen hasta el ridículo sus tesis, que tratan de presentarnos como incompatibles con los descubrimientos de la genética, por lo que me parece indispensable exponer un párrafo de su famoso informe que contiene la médula de su pensamiento: “Lo dicho, claro está, no implica, en modo alguno, que negamos el papel biológico y la importancia de los cromosomas en el desarrollo de las células y del organismo”.

Pero ya antes de Lysenko, en 1936, el biólogo francés Marcel Prenant lo había manifiestado en un libro significativamente titulado “Biología y marxismo”:

“La técnica humana ha aislado en un conjunto de fenómenos un pequeño número de leyes definidas, que hay que guardarse de considerar como absolutas.
“El parecido hereditario es debido, en suma, a que el huevo fecundado tiene un estructura material bien determinada, donde las localizaciones protoplásmicas orientan en conjunto el desarrollo en una dirección característica de la especie, mientras que los cromosomas paternos y maternos modifican ese desarrollo, haciendo aparecer, siguiendo ciertas leyes, los caracteres paternos o maternos. Todo eso no fija totalmente el aspecto del individuo salido del huevo: este aspecto varía todavía, en una medida generalmente débil, en función del medio. La forma resulta del conjunto de esas condiciones materiales, en las que unas son interiores al huevo y al ser vivo, mientras que otras se le imponen por el medio ambiente; la forma no se puede abstraer de unas ni de otras” (Biologie et marxisme, Editions Sociales Internationales, Paris, 1936, pgs.172-173).

Y acabo con otra cita más actual, de 2002, del biólogo español Máximo Sandín, de quien ya he dejado otras antes: “En la actualidad, se ha podido comprobar que esas respuestas al ambiente existen, tanto mediante remodelaciones genéticas llevadas a cabo por 'elementos móviles' del genoma (Whitelaw y Martin, 2001), como por procesos mediante los que una misma secuencia génica puede 'codificar' distintos mensajes (y no al azar) en función de las circunstancias ambientales (Herbert y Rich, 1999)” (Una nueva Biología para una nueva sociedad, Política y sociedad, Vol. 39, núm. 3).

Perestroiko escribió:La verdad es que estamos respetando poco a HerrK, que después de todo se molestó en subir aquí el interesante libro de Domenique Lecourt.


No, no, yo estoy encantado. Subí el enlace con el libro de Lecourt para llevar la discusión hacia algún tema concreto y eso es lo que estáis haciendo.

Lo único que siento es mi semana de vacaciones ha coincidido con el inicio de la discusión y, como la biología es una materia que desconozco, me cuesta aún más ponerme al día para incorporarme a la discusión, pero estoy en ello.

Además, subir el libro de Lecourt no representó trabajo. El trabajo fue traducir el prólogo de Althusser, del que hasta ahora nadie ha dicho nada concreto.

Por mi parte, yo no tengo nada nuevo que decir de Althusser que no haya dicho ya con respecto a Lecourt. Me parece la misma falsificación y me atengo al mensaje anterior titulado “Althusser o la miseria del estructuralismo burgués”, cuyo texto suscribo y recomiendo leer.

Para Althusser las teorías y las prácticas de Lysenko no sólo fueron erróneas sino que “este gigantesco error fue enterrado como sus millones de víctimas en el silencio oficial”, es decir, más de lo mismo que leemos todos los días acerca de la URSS. Casí todo su artículo no habla más que de errores pero a mí lo que me parece un error es el mismo Althusser y sus teorías.

Sólo voy a hacer un apunte: en su artículo Althusser, como todos los demás, afirma que “la historia del lysenkismo ha acabado”. Pero, como dice el investigador del CNRS francés Jacques Senez, «durante todo este tiempo Lysenko ha continuando suscitando ardientes polémicas en el microcosmos intelectual» («Nos demeures sacrées»). El título de un libro de Denis Buican de 1978 es revelador: “El eterno retorno de Lyssenko” («L'éternel retour de Lyssenko»). Estas son las cosas que se decían y escribían en Francia al mismo tiempo que Althusser daba por enterrado a Lysenko.

Si pasamos al castellano y a épocas más recientes, en 2004 Manuel Rojas Garcidueñas, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y profesor de fisiología vegetal de la Universidad Autónoma de Nuevo León de aquel país escribió un artículo titulado significativamente “Reapreciación del lysenkismo” (Ciencia-UANL, vol.7, núm. 3) en donde, dentro de la opinión general al respecto, matiza mucho las cosas. Dice, por ejemplo, que la base lamarckiana del lysenkismo tiene “aspectos debatibles” y que “los fundamentos lamarckianos del lysenkismo merecen reapreciarse a la luz de los conocimientos actuales”. Y añade algo muy sorprendente para los críticos que creen que el lysenkismo fue un fenómeno exclusivamente soviético: que sus teorías “fueron aceptadas en México y muchos otros países por un fuerte grupo de estudiantes y profesores”. ¿Existiría también allí el culto a la personalidad?

Para aquellos que estén interesados me permito recomendar una bibliografía en castellano diferente para reflexionar un poco más sobre todo esto:

A.N.Maximov: “Fisiología vegetal”, Buenos Aires, 1948

ALCA-URSS: “La situación en las ciencias biológicas. Actas taquigráficas de la sesión de la Academia Lenin de Ciencias Agrícolas de la URSS, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1949

T.D.Lysenko: “La herencia y su variabilidad”, La Habana, 1946
- “La ciencia de la biologia en el momento actual”, 1948
- Agrobiologie (en francés): http://www.communisme-bolchevisme.net/d ... ologie.pdf)

Louis Aragon: “Acerca de la libre discusión de las ideas”, en la revista Europe, octubre de 1948.

J.M.Pérez Hernández: “Problemas filosóficos de las ciencias contemporáneas”, Contracanto, Madrid, 1989. La versión digital sobre biología de este libro está en:
http://www.antorcha.org/fondo/darwin.htm

Se me olvidó incluir entre la bibliografía que la discusión sobre el informe de Lysenko de 1948 en la Academia de Ciencias Agrícolas está accesible en internet pero en francés:

http://www.cavi.univ-paris3.fr/europe/r ... tobre+1948

Bueno, lo prometido es deuda. Stephen Jay Gould / El pulgar del panda. - Barcelona, Crítica, 1994. Capítulo "Sombras de Lamarck"

Gould empieza aclarando que aunque se suele entender que el lamarckismo consiste en la defensa de "la herencia de los caracteres adquiridos", esto es sólo una versión parcial del pensamiento de Lamarck. En todo caso, "la herencia de los carácteres adquiridos representa otra esperanza humana burlada por la naturaleza". Según Gould, el lamarckismo sostiene que la fuente de la variedad biológica son adaptaciones positivas, mientras que el darwinismo encuentra que la variación puede darse en cualquier dirección (como mutación genética), sobre la que posteriormente actúa la selección natural. Gould defendía cuando escribió el artículo que el respaldo experimental estaba de parte del darwinismo.

En fin, aquí va lo que comenta Gould sobre Lamarck y Lysenko.

Hemos de reconocer la continuada influencia del lamarckismo para comprender una buena parte de las teorías sociales de un pasado inmediato, ideas que se vuelven incomprensibles sin las encajamos a la fuerza dentro del marco darwinista... Cuando los reformadores hablaban del 'estigma' de la pobreza, el alcoholismo o la crimininalidad, hablaban literalmente: los pecados del padre se transmitían por dura ley hereditaria... Cuando Lysenko empezó a hablar de curas lamarckistas para los males de la agricultura soviética en el transcurso de los años treinta, hablaba de una teoría aún respetable, si bien en rapido declive... El debate de Lysenko con los mendelianos rusos era, en principio, una controversia científica legítima. Más adelante, él se mantuvo en su puesto por medio del fraude, el engaño, la manipulación y el asesinato. (pag. 69)


En fin, estas son las palabra de la autoridad junto a Eldregde (no Lewontin, me equivoqué) ha contribuido a reintroducir la dialéctica en la biología "occidental". Por cierto, que leyendo el artículo he visto algo en lo que no haía reparado: parece ser que un entusiasta divulgador del "lamarckismo", por lo que dice Gould, fue Arthur Koestler, autor además de uno de los best-seller distribuidos por la CIA (Stonors Saunders dixit), "El cero y el infinito", una denuncia de la represión estalinista. Aquí algo sobre los argumentos de Koestler, que en realidad defiende a Paul Kammener, un lamarckiano. Entre otras cosas, Koestler defiende como probable que los nazis saboteasen los experimentos de Koestler.

Ni quito ni pongo -lo que dice Gould del 'estigma' no me casa bien con lo que he leído en otros escritos del mismo Gould, aunque es cierto que Herbert Spencer (no precisamente un marginal) era lamarckiano-. Añado otra cita del mismo libro de Gould, con la que pretende ilustrar la influencia de la ideología en la ciencia, y que hace una curiosa pareja con la que hacía arriba Demofilo:

El gradualismo, la idea de que todo cambio debe ser suave, lento y regular, jamás surgió de la lectura de las rocas. Representaba un prejuicio cultural común, respuesta en parte del liberal del siglo XIX a un mundo en revolución.(pag. 192)

En mi opinión, esto y lo que cita arriba Demofilo de la biología soviética dialéctica, pues está bien como sugerencia en el contexto de un artículo de divulgación, y no tiene que ver con un juicio del valor relativo de los respectivos enfoques teóricos. Según las ideologías oficiales, se abren paso unas hipótesis u otras: mal de muchos (el prejuicio), epidemia.

Demofilo escribió:Se me olvidó incluir entre la bibliografía que la discusión sobre el informe de Lysenko de 1948 en la Academia de Ciencias Agrícolas está accesible en internet pero en francés:

http://www.cavi.univ-paris3.fr/europe/r ... tobre+1948


Yo en ese enlace encuentro únicamente el índice de la revista, ¿cómo se accede a los artículos donde debe figurar la discusión?

Pinchando en el nombre de un autor sólo aparece la lista de los artículos de este autor en esa revista.

Hasta que se reconstruyan los enlaces, y dadas sus lecturas, quizás lo interesante sería que Demofilo nos advirtiese (sin prisa) de en qué puntos en concreto falta a la verdad Lecourt al reconstruir los argumentos de Lysenko en los debates de la Academia de Ciencias; si hay errores u omisiones graves, ciertamente no es un texto para discutir. Yo daba por descontado que el capitulo al que me referí era una reconstrucción más o menos fiel, y que es cierto lo siguiente:

El principal argumento de los seguidores de Lysenko es el de la eficacia. Nuestros métodos, vienen a decir, tienen la ventaja sobre los de los Mendelianos de que son eficaces. Hay un desafio constante (a los mendelianos): explicad la eficacia de nuestras técnicas con vuestra ciencia. Los mendelianos mantenían silencio en este punto crucial: no discutieron ni los métodos ni los hechos mostrados por sus oponentes.. La cuestión central no era la de la selección natural, sino la de la práctica de la selección artificial
.

¿Esto es cierto o no?

El enlace último que inserté es a la revista francesa “Europe”, una de las que inició el debate sobre el lysenkismo en 1948, de la cual sólo consta el índice. Para acceder a los debates hay que irse al papel y están en castellano. Yo no conozco otra forma.

Si asociamos a Lamarck sólo con la teoría de la herencia de los caracteres adquiridos, efectivamente, Gould tiene razón. Lamarck es mucho más. Pero también es eso.

Si Lamarck sostiene que la fuente de la variedad biológica son adaptaciones positivas, mientras que Darwin encuentra que la variación puede darse en cualquier dirección (como mutación genética), sobre la que posteriormente actúa la selección natural, Gould tiene razón, en mi opinión, al apoyar a Darwin en este punto frente a Lamarck.

Pero con este tipo de afirmaciones corremos el riesgo de separar a Darwin de Lamarck, cuando Darwin es un continuador de Lamarck y, lo que es más importante, Darwin también acepta la tesis de la herencia de los caracteres adquiridos (en contra de lo que muchos aseguran).

No obstante, aprovecho para decir que, entre otros motivos, que Darwin aparezca ante la historia como el fundador de la teoría de la evolución, es porque Lamarck era francés y Darwin inglés y esa circunstancia no es ninguna tontería en un mundo dominado por la ideología anglosajona.

Otro motivo fue la filosofía de Lamarck frente al positivismo de Darwin porque como escribió el francés “nadie ignora que toda ciencia debe tener su filosofía, y que sólo por este camino pueden hacer progresos reales. En vano consumirán los naturalistas todo su tiempo en describir nuevas especies [...] porque si la filosofía es olvidada, sus progresos resultarán sin realidad y la obra entera quedará imperfecta”. A mí esto me parece genial y explica muchas cosas. Una de las obras de Lamarck se titula precisamente “Filosofía Zoológica”. Hoy seguimos en manos del positivismo anglosajón que, además, nos lo pintan como una gran avance.

¿Spencer era lamarckiano? Lo voy a mirar...

Que Koestler fuera un entusiasta del lamarckismo no me extraña porque era un renegado, es decir, fue comunista y se cambió de bando. Por tanto, posiblemente tenía una formación filosófica y me imagino que le quedaría el residuo lamarckista de los “viejos tiempos”.

Muy buena la cita de Gould que nos trae Perestroiko: “El gradualismo, la idea de que todo cambio debe ser suave, lento y regular, jamás surgió de la lectura de las rocas. Representaba un prejuicio cultural común, respuesta en parte del liberal del siglo XIX a un mundo en revolución”.

En desacuerdo con la siguiente afirmación de Perestroiko: “Según las ideologías oficiales, se abren paso unas hipótesis u otras: mal de muchos (el prejuicio), epidemia”. Efectivamente, las ideologías y las filosofías promocionan unas hipótesis u otras; estas hipótesis son lo que su nombre indica, aunque muchas veces tomamos las hipótesis como tesis, es decir, como ya comprobadas. La ideología nos puede machacar la cabeza durante siglos con determinadas hipótesis falsas, pero lo que realmente abre el camino a una hipótesis es su comprobación empírica, por más que ésta tarde tiempo en establecerse.

Pregunta Perestroiko en qué aspectos Lecourt falsea el debate. Ya he expuesto algunos puntos, sólo algunos, pero vuelvo a repetirlo:

a) como Althusser, Lecourt dice que hubo 20 años de “prohibición oficial” de la genética, que se prohibió “toda” investigación “por orden administrativa” y yo subrayo lo de “toda” porque también afirma que a otras ciencias les sucedió lo mismo (mecánica cuántica, lingüística, cibernética, etc.)

b) las “grandes catástrofes agrícolas” soviéticas (no nos dice cuáles) tuvieron su origen en las tesis de Lysenko (de aquí vendrán quizá los millones de muertos de que hablan Althusser y tantos otros)

c) que el darwinismo es una teoría unitaria, lo cual nadie se ha atrevió a sostener nunca y sorprende en un sedicente marxista como Lecourt porque Engels ya dijo que no era así y Lysenko lo repite

d) que con sus tesis Weismann trató de explicar “el origen de las variaciones de cuya selección resulta la evolución” porque en definitiva las tesis de Weismann conducen a negar la evolución y, desde luego, con ellas resultan incomprensibles las variaciones

e) que Lysenko representa un remedio (¿remiendo más bien?) “técnico” frente a un error (otro más) “político” (las colectivizaciones) cuando ya he dicho que el debate se lanza antes, a lo más tardar en 1928 y debo añadir: Lysenko entonces era un desconocido, el debate se abre entre otros antes y él se limita a meterse en el fregado una vez iniciado.

Otro error fundamental de Lecourt es el mismo que ya he señalado en Althusser: como dijo Aznar “teníamos un problema y lo hemos solucionado”. No hay nada más que hablar. Caso cerrado: tenemos la víctima (genética) y los culpables (Stalin y Lysenko, por este orden).

No se ahora si encontraría algo más en el libro de Lecourt y no me gustaría rebuscar porque ese tipo de obras me repugnan: me parecen deshonestas. Pero hay algo en lo que Lecourt no repara cuando dice: “Cuando los profesores de las Universidades americanas, bien pertrechados por la inmensa ‘documentación’ de la CIA, se ocupan del caso Lysenko, existen motivos para pensar que no se trata de puro interés teórico”. Debería haber meditado un poco más sobre ello.

Salvando las distancias, a Lysenko le ocurrió lo contrario que a Darwin: es muy extraño que un asunto científico suscite tal cúmulo de polémicas en la prensa ordinaria. ¿Por qué? ¿Por qué se agotó el libro de Darwin, una obra científica al día siguiente de publicarse? La historia de la ciencia también debería explicar esas cosas, ese repentino “interés” multitudinario por las cosas científicas. ¿Qué nos quieren vender?

Si contextualizamos el debate contra Lysenko, vemos que fue principalmente en Francia donde se desató, un año después de expulsar a los comunistas del gobierno y si se lee la prensa de entonces se ve que ambas cosas aparecen mezcladas en el debate “científico”, además de otras cuestiones como la de la guerra atómica y el papel de los científicos en ella. En fin, todos los asuntos propios de la guerra fría y con un salvajismo verbal que hoy resultaría inconcebible, a pesar de lo que se nos calienta la boca a todos. Otro dato: eso de la “ciencia proletaria” frente a la “ciencia burguesa” no pertenece al debate soviético sino más bien al debate francés, pero hoy aparece asociado a Lysenko.

Para acabar de contextualizar el debate habría que hablar también del hambre. Ahora a nuestra generación ya se nos ha olvidado lo que ha sido el hambre en España, pero hacia 1928 las cosas eran diferentes. Aún en 1948 la gente pasaba hambre en países como Alemania, por ejemplo, y por eso, para calmar el descontento, llegó el Plan Marshall. Quiero decir que el problema de dar de comer a la gente (e impedir los estallidos revolucionarios) ha sido una preocupación hasta hace bien poco. En la URSS eso se solucionó en 1927, cuando se acabaron el paro y las cartillas de racionamiento (por cierto Stalin tenía su propia cartilla de racionamiento como todos los demás).

Con eso enlazo con lo de la eficacia que plantea Perestroiko, sobre todo porque es un concepto paralelo al de praxis del que ya hemos hablado también. Eficacia no es praxis. Cuidado con las palabras y con la mezcla de asuntos distintos porque la eficacia corresponde a la economía y no a la biología. ¿Eficaz para qué? ¿Eficaz para quién? Pero tan erróneo es confundirlos como separarlos porque resultaría muy extraño defender que una tesis científica no tenga un aprovechamiento eficaz. Lo que quiero decir es que el núcleo de Lysenko era defender la “selección artificial”, es decir, la capacidad de influir en la herencia a través del medio, algo distinto de lo que plantea Lecourt.

Para que algo sea eficaz tiene que ser antes científico y eso es algo que los soviéticos tuvieron siempre muy en cuenta. Con la patraña científica no se va a ninguna parte y los bolcheviques podían ser muy malos (para algunos) pero no eran gilipollas. Me gustaría decir en este punto que en ningún otro país del mundo ha habido más interés y más admiración por la ciencia como en la URSS y los antiguos países del bloque socialista, donde las obras y revistas de divulgación abundan hasta extremos increíbles. Y eso fue tan fuerte que aún se conserva y se manifiesta en los seguidores de la ciencia-ficción, por ejemplo, que está muy por encima de la occidental (hay una colección de novelas de ciencia-ficción soviética en la vieja Editorial Bruguerra). Hasta el punto de que existían muchas asociaciones y clubs de aficionados a determinadas ciencias (astronomía, cibernética, matemáticas, etc.). Otro dato: una de las tareas más importantes del espionaje soviético fue siempre el espionaje científico. Por eso hoy en Rusia están las mejores y más abundantes bibliotecas de temas científicos, muchas de ellas con obras plagiadas de occidente que no se divulgaron aquí entonces porque eran alto secreto militar. Fueron los soviéticos los inventores de la cienciometría (“minería de datos” lo llaman ahora), es decir, saber cuánto se publica, qué se publica, quién publica, en qué medios, qué especialidades, etc.

Vuelvo al tema. Por eficacia es mucho más eficaz y rápida la genética convencional, como sabemos por los transgénicos, porque los caracteres adquiridos se transmiten muy lentamente, de generación en generación como saben los ganadores y los horticultores (y como dijo Lamarck). No es rentable económicamente, o lo es mucho menos que modificar la dotación genética directamente. Si se pueden modificar directamente los genes, que es la esencia de la ingeniería genética, ¿para qué hacerlo a través del medio? En este sentido la genética es un atajo.

Pero si contextualizamos bien el debate y nos situamos en aquel momento, no existían los transgénicos, aunque ya se sabía desde 1927 que por medio de radiaciones se podía alterar la dotación genética de manera fulminante. Pero no basta con alterar los genes sino que esa alteración tiene que ser, además, controlada y dudo que en aquella época se pudiera controlar, o mejor dicho, “dirigir” que es la expresión que utilizaba Lysenko.

Eso enlaza con la tesis de Lecourt de que “la cuestión central no era la de la selección natural sino la selección artificial”. Ahora bien, una cosa no se puede separar de la otra. Si es posible la selección natural también lo es la artificial. Pero la expresión más correcta es “adaptación” en lugar de “selección” que es la que utilizaba Darwin y que tiene connotaciones malthusianas anticientíficas.

Desde luego que la eficacia no fue “el principal argumento”, aunque naturalmente, debió estar en el pensamiento de todos (en la URSS y fuera de ella). Es más, insisto en que Lysenko no contraponía la genética al ambientalismo y defendía la interacción en las dos direcciones, lo cual demuestra el absurdo de que se cerraran las investigaciones genéticas porque éstas también eran “eficaces” según Lysenko. ¿Más o menos eficaces que las otras? Hoy sabemos que mucho menos pero las cosas no eran así en 1928 y en 1948.

Con lo cual llegamos a dos paradojas. Los genetistas convencionales hablaron siempre de unos genes inalterables y por esa vía llegaron al punto opuesto, a la ingeniería genética, a la posibilidad de cambiarlos fulminantemente. Lysenko dijo que los genes se podían alterar a través del ambiente, pero ¿creyó que sólo se podían alterar por medio del ambiente? No sabría responder ahora a eso; tendría que volver a leer a Lysenko más despacio (e invito a los demás a que hagan lo mismo por su cuenta). Pero resultaría la otra paradoja: significaría que Lysenko se creyó los argumentos de sus adversarios de que los genes eran inalterables por sí mismos.

Lysenko dijo (en 1948) algo aplastante que creo que convencería a cualquiera: con los métodos michurinistas se han creado 300 nuevas variedades de plantas, y si yo (que soy peor que Lysenko) hubiera estado allí hubiera preguntado, ¿cuántas han creado los genetistas convencionales? Porque no se trata de lo que sepamos ahora en 2008 sino de lo se sabía en 1948.

Nota Mar Ago 19, 2008 3:56 pm
Bueno, he traducido "efectiveness" por "eficacia", de todas formas creo que de eso se trata por el contexto.

Bien, en todo caso hemos traído a colación lo que a mi me parece interesante de esta cuestión. A mi me parece que se están discutiendo muchas cosas a la vez, y confundiendo unas cosas con otras (1). No voy a entrar en a)-e) porque no son las cuestiones por las que preguntaba, aunque creo que están tomadas un poco por los pelos. Solo un inciso: que no se prohibió "toda" es algo que se puede documentar en "La ciencia soviética", de Zhores Medvedev -por ejemplo, en la pequeña biografía de Peter Zhukovsky; ahora bien, esto es así, al decir de Medvedev, más por la capacidad de algunos científicos para acomodarse y manejar el doble lenguaje que a otra cosa-. No voy a entrar en a-e), y si quiere Demofilo, hasta le concedo todo le quiera, incluso, si quiere, que Stalin no se iba a cambiar de ropa interior hasta terminar con el hambre en la URSS, que en los campos de trabajo se cenaba tocinillo de cielo, y, si quiere, le concedo que a Vavilov le encarcelaron por espia y que su defensa del Mendelismo formaba parte de su trabajo como saboteador.

Lo que a mi me interesaba es el texto que cite, y por el que entramos, en la reconstrucción que hace Lecourt del debate sobre el informe de Lysenko. Porque ahí vemos, tal y como yo lo veo, lo facilmente que la ensalada materialista-dialéctica acaba siendo un comistrajo indigesto. Vamos a admitir que el de "eficacia" sea un concepto "paralelo" al de praxis (digo yo que el de "praxis" lo englobará, porque si fueran conceptos paralelos, no se encontrarían nunca, salvo, quizás, en el infinito de la 'dialéctica proyectiva'). Naturalmente que la economía no tiene que ver con la biología, pero para eso estaba todo el materialismo dialéctico que habían aprendido los allí reunidos, para establecer las conexiones entre campos distintos.

Dice Demofilo

Lo que quiero decir es que el núcleo de Lysenko era defender la “selección artificial”, es decir, la capacidad de influir en la herencia a través del medio, algo distinto de lo que plantea Lecourt.


Efectivamente, ese es el núcleo, y, si mi inglés no me engaña, eso es lo que plantea Lecourt. Igual que deja claro que Lysenko no era portavoz de ninguna patraña, sino de éxitos como agronomo que no podían ofrecer sus oponentes en el debate.

Desde luego, no creo que los bolcheviques en aquellos momentos estuvieran para aceptar a un promotor de patrañas... igual que no lo están los capitalistas (¡la competencia aprieta, amiguitos!), y por eso Monod, por ejemplo, es algo más que un promotor de patrañas (no les interesa sólo como autor de "El azar y la necesidad", aunque por otro lado les interese que se escriba ese libro).

Demofilo:

Pero si contextualizamos bien el debate y nos situamos en aquel momento, no existían los transgénicos, aunque ya se sabía desde 1927 que por medio de radiaciones se podía alterar la dotación genética de manera fulminante. Pero no basta con alterar los genes sino que esa alteración tiene que ser, además, controlada y dudo que en aquella época se pudiera controlar, o mejor dicho, “dirigir” que es la expresión que utilizaba Lysenko.

Eso enlaza con la tesis de Lecourt de que “la cuestión central no era la de la selección natural sino la selección artificial”. Ahora bien, una cosa no se puede separar de la otra. Si es posible la selección natural también lo es la artificial. Pero la expresión más correcta es “adaptación” en lugar de “selección” que es la que utilizaba Darwin y que tiene connotaciones malthusianas anticientíficas.

Por eficacia es mucho más eficaz y rápida la genética convencional, como sabemos por los transgénicos, porque los caracteres adquiridos se transmiten muy lentamente, de generación en generación como saben los ganadores y los horticultores (y como dijo Lamarck). No es rentable económicamente, o lo es mucho menos que modificar la dotación genética directamente. Si se pueden modificar directamente los genes, que es la esencia de la ingeniería genética, ¿para qué hacerlo a través del medio? En este sentido la genética es un atajo


Nada que no diga Lecourt. No voy a entrar en el debate semántico-retórico, porque lo científico no es una palabrita más o una palabrita menos, ni evitar que un comisario político se base en ella para aplicar la falacia ad hominen, sino que el concepto sea susceptible de interpretación operacional.

Demofilo

insisto en que Lysenko no contraponía la genética al ambientalismo y defendía la interacción en las dos direcciones, lo cual demuestra el absurdo de que se cerraran las investigaciones genéticas porque éstas también eran “eficaces” según Lysenko. ¿Más o menos eficaces que las otras? Hoy sabemos que mucho menos pero las cosas no eran así en 1928 y en 1948.

Lysenko dijo (en 1948) algo aplastante que creo que convencería a cualquiera: con los métodos michurinistas se han creado 300 nuevas variedades de plantas, y si yo (que soy peor que Lysenko) hubiera estado allí hubiera preguntado, ¿cuántas han creado los genetistas convencionales? Porque no se trata de lo que sepamos ahora en 2008 sino de lo se sabía en 1948.


Con lo cual viene a dar la razón a lo que dice Lecourt, a saber

Very unfortunately for Soviet genetics and Soviet agriculture, it was just at the moment when it was beginning to become operational in this domain (witness polyploidy) that genetics was condemned. . . . A remarkable ‘irony’ of history, in which the ‘time’ of a science was ‘outstripped’ by the demands of ideology and politics. . . .


Ahora bien, por mucho que lo que sepamos ahora no es lo que sabemos en 2008, las bases de lo que saben los científicos en 2008 (por ejemplo, los transgénicos) ya estaban echadas sobre fundamentos teóricos, como todos revisables (y hoy revisados, pp.21-35), pero firmes, en 1948 (2). Schródinger podría tener las opiniones religiosas que tuviera, pero entre el (.pdf) "What is life" de Schrödinger y la nueva síntesis de Huxley, Dobszhansky y Haldane, se estaban poniendo las bases de la teoría que tiene entre sus modelos la investigación con los transgénicos.

Por contra, los manuales de materialismo dialéctico no tenían más que música celestial para adornar la adopción de la técnica más eficaz a su alcance y de paso ganar la competencia por fondos de investigación y posición social. Desde sus seguidores actuales no se tiene problema en decir, sesenta años después, que en realidad la técnica a aceptar -y supongo que a aplicar bajo el socialismo- es la inspirada por los presuntos "idealistas", y que estos decían lo que decían y no lo que la propaganda decía que decían -"paradoja", escribe Demofilo-. Como aceleradores de la industrialización de la agricultura, se imponen los resultados de los ingenieros genéticos; pues bien "donde dije digo digo Diego", o sea, el comisario político une teoría y práctica llevando a cabo una sintésis dialéctica. Claro que la eficacia no fue "el principal argumento", pero es que el resto, como mínimo, no viene al caso.

Esta es la solidez de los tomos y tomos que superan a los libros de bolsillo de que, al parecer, nos nutrimos los partidarios de las ideas anarquistas. Y en base a esto se justifica el victimismo lloriqueante de la vanguardia. Como diría Chris Griffin: ¡Jo, como mola! (3)
---
(1) Por ejemplo, "la teoría de la herencia de los caracteres adquiridos" puede tener muchas lecturas, y de hecho las escuelas que se proclamaban lamarckianas a finales del siglo XIX estaban en parte inspiradas por un intento de salvar la moral puritana del trabajo duro, etc. (Peter J. Bowles / El eclipse del darwinismo. - Labor, 1984; de ahí viene lo de Spencer, yo no he leído nunca un libro de Spencer, y las ideas sobre "estigma hereditario" que menciona Gould las asocio más bien con Lombroso, que no era nada ambientalista). Así pues, lejos de marcar una corriente 'progresista' de la biología (o su abandono una corriente reaccionaria), las extrapolaciones metaforicas del lamarckismo a asuntos sociales pueden ser tan funcionales como las del 'dogma central de la biología molecular', según las circunstancias. Lo mismo puede decirse en base a un caso como el de Koestler, que en las fechas en que al parecer estaría a sueldo de la CIA defendía publicamente el lamarckismo -ojo, como parte de un contexto de pensamiento "new age" y armonia cósmica que es a lo que tengo asociado el nombre del Koestler tardío: ¡nada que disgute a la CIA y su siembra de sectas!-.

(2) Que sean firmes no significa que no sean revisables: sólo se puede discutir y avanzar desde afirmaciones precisas.

(3) Ojo, que el materialismo dialéctico haga aguas por muchos sitios no le quita el mérito de ser una de las pocas escuelas que no separa artificialmente mente de materia ni sociedad de naturaleza. No es eso lo que pretendo cuestionar.



Editado: añadido un enlace sobre Schrödinger y corregida la redacción.

Ya. Soy yo el que lo mezcla todo y Perestroiko el que lo deja todo bien separadito, cada cosa en su sitio. Sobre todo soy también yo el que mezclo la política y el materialismo dialéctico con la ciencia virginal y pura. Perestroiko sólo habla de música celestial, campos de trabajo, tocinillo de cielo, transgénicos, comisarios políticos, comistrajos indigestos y victimismo lloriqueante de la vanguardia...

Y eso que nos había prometido que no iba a entrar en el debate “semántico-retórico”, porque “lo científico no es una palabrita más o una palabrita menos”. Por eso a él le sobran las palabras, sobre todo los adjetivos calificativos. Por eso también dice en la nota 2: ”sólo se puede discutir y avanzar desde afirmaciones precisas”. Quizá con ello se refiera a sus comistrajos, música celestial y tocinillo de cielo. Así es como avanza él.

Pues nada. Sigue por ese camino.

Yo soy un canalla embrollador, pero en el libro de Lecourt las cosas están bastante claras.

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