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TILLY, Charles (1929-2008)

Libros, autores, cómics, publicaciones, colecciones...
Charles Tilly

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(wikipedia | dialnet)


Biografía

En Wikipedia se escribió:Charles Tilly (Chicago, 27 de mayo de 1929 - Nueva York, 29 de abril de 2008) fue un sociólogo, politólogo e historiador norteamericano. Cursó sus estudios en la universidad de Harvard y en Oxford. Su carrera académica se ha desarrollado en la Universidad de Delaware, Harvard, la universidad de Toronto, la universidad de Míchigan y la universidad Columbia, donde fue profesor de ciencias sociales. En 1994 ganó el Premio europeo Amalfi de sociología y ciencias sociales, por su obra European Revolutions, 1942-1992, escrita en 1993. Ha sido calificado como "el fundador de la sociología del siglo XXI". Su ritmo de producción intelectual era muy intenso: llegó a publicar más de 50 libros (más de un libro al año en sus últimas dos décadas) y 600 artículos.

Sus primeras obras se centraban en la inmigración y el fenómeno urbano en Estados Unidos. Posteriormente ha escrito numerosos libros sobre las relaciones entre política, economía y sociedad. Su obra se basa en el análisis de cómo los grupos sociales se relacionan y se complementan recíprocamente. Tilly se ha hecho famoso por sus fuertes polémicas con el individualismo metodológico, la microsociología y la Teoría de la elección racional, a las que critica duramente desde la perspectiva de la sociología del conflicto.


Trabajo académico

El trabajo académico de Tilly abarca múltiples temas de las ciencias sociales y ha influido en otras disciplinas fuera de la sociología, entre ellas la historia y la ciencia política. Es considerado una gran figura en el desarrollo de la sociología histórica, el precursor en la utilización de los métodos cuantitativos en el análisis histórico, la metodología de la catalogación de eventos, el giro hacia los modos de investigación relacional y de redes sociales, el desarrollo de análisis basados en mecanismos y procesos, así como en el estudio de temas como: la contienda política, los movimientos sociales, la historia del trabajo, la formación del Estado, las revoluciones, la democratización, la desigualdad y la sociología urbana.


Formación del Estado

Tilly trató de explicar el éxito sin precedentes del estado-nación como forma política dominante en el mundo, mediante el examen de los cambios políticos, sociales y tecnológicos ocurridos en Europa desde la Edad Media hasta la actualidad. De acuerdo con su teoría, la formación de los Estados requirió concentrar un nivel alto de coerción y de capital. Las organizaciones territoriales pre-estatales diferían en cuanto a qué cantidades de capital y qué capacidad de coerción sobre su territorio poseían. Dichas diferencias llevaron a que se adaptaran a su entorno mediante el uso de sus recursos predominantes, es decir, unidades como Venecia usaron su extenso capital económico para comprar protección (por ejemplo mediante la contratación de mercenarios y la creación de una potente armada), mientras que otras como España intensificaron su capacidad de extraer los escasos recursos de su población. Estas son llamadas por Tilly la vía intensiva en capital e intensiva en coerción, respectivamente. Países como Francia, en el centro de este espectro, cursaron una vía intermedia que combinó capital y coerción. El interrogante que guía este trabajo de Tilly (el porqué del predominio del Estado Nación por sobre sus alternativas organizacionales) se explica mediante las necesidades que plante el dilema de seguridad y el consiguiente esfuerzo demandado por la guerra. En el ambiente hostil de Europa, aquellos incapaces de organizarse de manera de ser exitosos en la guerra o poder comprar su seguridad, perecían a manos del resto de las organizaciones territoriales rivales. En el largo plazo, el Estado nación, con su particular combinación de altos niveles de coerción y capital, y su exitosa (y costosa) maquinaria de guerra permanente forzaron a las repúblicas, imperios y demás organizaciones a imitarlos o sucumbir.


Política contenciosa

Mediante el análisis disposicional de la contienda política -y en oposición al individualismo-, el trabajo de Tilly destaca de qué manera la dinámica de la protesta social está relacionada a su contexto político, social y económico. Allí donde estudios previos de la violencia colectiva han sostenido el carácter atípico de ésta, Tilly ha amasado una batería de pruebas con la cuales demuestra que, típicamente, la violencia política surge de la organización de luchas políticas generalmente no violentas.





Bibliografía compilada (fuente | fuente)





Ensayo





Artículos



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Recursos de apoyo

    Revisitando Cities and States, de Charles Tilly: sobre los orígenes del Estado Moderno (seminario interno de discusión teórica del departamento de estudios internacionales, celebrado el 11 de diciembre de 2013, impartido por Javier Bonilla Saus, profesor de política comparada)

Luis Roca Jusmet, en "La democracia según Charles Tilly", en Rebelión, el 25 de junio de 2012, escribió:En abril del año 2008 murió el sociólogo Charles Tilly. La noticia pasó desapercibida no sólo para la ciudadanía en general, sino también para muchos intelectuales de izquierda. Porque Tilly no era ni mucho menos un escritor mediático, simplemente era un científico social riguroso, tan brillante como humilde. Siempre estuvo preocupado y comprometido con su realidad social. Su trabajo se desarrolló durante medio siglo y durante este tiempo publicó 50 libros y más de 600 artículos. Su método fue madurando, y finalmente considera que los factores estructurales para explicar las sociedad y sus cambios son complejos. Son las condiciones materiales, las identidades colectivas, las relaciones sociales, sobre todo las de poder, las creencias... Como Wallerstein, Tilly creía en la unidad de las ciencias sociales y de éstas con la Historia. Entre otros temas, Tilly estudió la formación del Estado Moderno y los procesos de democratización. Tilly siempre consideró que los procesos de democratización fueron resultado de luchas y no de concesiones del poder o de aplicación de una teoría. La democracia es un régimen y un proceso real y conflictivo, no un procedimiento formal.

El primer libro explica las luchas de los diferentes grupos por sociales por acceder al poder político. En plena polémica sobre lo que es la democracia es interesante esta formulación de sus hipótesis, no sólo fundamentadas desde la reflexión teórica, sino también desde lo que nos enseña la Historia. Si tenemos, por supuesto, la paciencia de estudiarla con precisión y rigor y sin prejuicios. Tilly nos acepta la falsa identidad entre democracia y liberalismo. La idea de que la democracia moderna surge como fruto del movimiento popular y es una ampliación de la democracia comunal que se desarrolla en la sociedad medieval. Pero los estudios empíricos le señalan que, en algunos casos, el proceso está influenciado por el condicionamiento de un país colonizador o con el que se está en guerra. Porque lo que desmonta el autor en este estudio es la consideración que la democracia es la puesta en práctica de un determinado proyecto político, como se atribuye a la Ilustración. Más bien lo que señala Tilly es la contingencia de la Historia, su falta absoluta de sentido y finalidad, por lo que la democracia es simplemente un efecto de las luchas sociales, una consecuencia muchas veces ni buscada ni rechazada. Quizás sea esta una buena lección de materialismo en una época en que vuelven a resurgir idealismos de todo tipo, en los que parece que cada sociedad es producto de las ideas dominantes. Tilly analiza en profundidad Francia, las Islas Británicas y Suiza, y algo más marginalmente la Península Ibérica y los Países Bajos. Prácticamente no entra en procesos que se dan en lugares tan importantes como lo que hoy son Alemania o Italia. Una idea muy interesante de Tilly es su planteamiento de las redes de confianza no sectarias, con la que vincula directamente la democracia a la sociedad civil, quizás para compensar la importancia que da por otro lado al Estado, al considerar fundamental un poder que garantice la protección de los ciudadanos.

En el segundo libro (Democracia) hay, de entrada, un análisis interesante sobre la formación del Estado Moderno. Es producto de la interacción de tres factores causales: la guerra y la preparación para la guerra, la aparición de un poder burocrático y las necesidades del capitalismo. Lo define como una organización que controla los medios coercitivos en un determinado territorio. Introduce la categoría de "ciudadano" para agrupar a todos los que entran en esta jurisdicción. La capacidad del Estado depende del control que tiene sobre los recursos, actividades y conexiones que se dan en una sociedad determinada. El régimen de un Estado se define en función de las relaciones políticas entre ciudadanos y Estado. Un régimen es democrático si las relaciones políticas entre el Estado y los ciudadanos se demuestran con consultas vinculantes, amplias, iguales y protegidas. "Vinculante" quiere decir que las consultas obligan al Estado. "Amplias" en el sentido de una inclusión lo más general posible de la gente que está bajo esta jurisdicción. "Igual" en el sentido de universalidad de derechos. "Protección" quiere decir que el ciudadano tiene una defensa frente a la arbitrareidad del Estado. Estos aspectos implican el grado de democratización o desdemocratización de una sociedad determinada. La conclusión de Tilly es que no hay una relación directa entre democracia y capacidad del Estado, ya que una cuestión no depende directamente de la otra. Para desarrollar la democratización es importante que se den cambios en las redes de confianza, la desigualdad de categorías y los centros de poder autónomos. Las redes de confianza son grupos que, al margen del Estado, tienen un poder propio relacionado con la pertenencia a un determinado grupo y que discrimina a los que están fuera. La democratización tiene lugar cuando se da un proceso de igualdad política, es decir, de participación política que integra a toda la ciudadanía. La conclusión de Tilly es que la democracia es un proceso dinámico y complejo siempre amenazado de involución. Pero es la lucha popular y no las ideas de los gobernantes la que la sostiene.

El trabajo de Charles Tilly es documentado y consistente, de una densidad que hace que no sea una lectura fácil, aunque sí me parece necesaria para quien quiera profundizar en lo que hemos de entender por democracia. Para Tilly la democracia moderna se desarrolla en el capitalismo aunque no sea, por supuesto, consecuencia de ella, y aunque su clase dominante, la burguesía, quiera alejar del poder a las clases populares. De lo que no duda Tilly es que la democracia es un instrumento de los más desprotegidos contra los privilegiados. No hay que olvidar, como muy bien nos recuerda este libro, que la democracia en el sentido que la entendemos no empieza a existir en Europa hasta el s. XIX. y de manera muy parcial y desigual, en unos términos que nosotros consideraríamos hoy inaceptables. Hasta entonces había muchos sectores excluidos de su práctica, y no sólo en función del sexo o la propiedad, como ya conocemos, sino también de la etnia o religión.

Los trabajos de Tilly son un valioso material, teórico y empírico, para entender el debate actual sobre la democracia como proyecto emancipatorio.

Javier Auyero y Daniel Fridman, en "Charles Tilly, sociólogo, historiador (1929-2008)", en Página/12, el 14 de mayo de 2008 escribió:El pasado 29 de abril falleció a los 78 años en Nueva York el sociólogo Charles Tilly, pionero de la sociología histórica norteamericana y del estudio de la acción colectiva, la formación de los Estados modernos y las revoluciones. Chuck, como lo conocían sus colegas y estudiantes, llevaba varios años batallando intermitentemente contra el cáncer.

En medio siglo de carrera, la amplitud y extensión de la obra de Tilly es difícil de comparar. Publicó más de 600 artículos y 50 libros, entre ellos The Vendée (1964), From Mobilization to Revolution (1978), As Sociology meets History (1981), The Contentious French (1986), Grandes Estructuras, Procesos Amplios, Comparaciones Enormes (1991), Popular Contention in Great Britain, 1758-1834 (1995), La Desigualdad Persistente (2000) y Social Movements, 1768-2004 (2004). Escribió, publicó, dio clases y conferencias y aconsejó a alumnos y colegas hasta muy poco antes de su muerte. Su último libro, Credit and Blame, fue publicado este mismo año.

El trabajo de Tilly ha influido en varias generaciones de cientistas sociales, en especial en sociología, historia y ciencia política. En los centros de investigación que fundó y dirigió –primero en la Universidad de Michigan y más tarde en la New School for Social Research–, así como en el Contentious Politics Workshop en la Universidad de Columbia, Tilly combinaba su extraordinaria productividad con una enorme solidaridad para ayudar a colegas y estudiantes a producir trabajo relevante y de calidad dentro y fuera de su área de interés.

Chuck vivió la tarea de hacer –y ayudar a que otros hagan– ciencia social con una intensidad y un sentido de la responsabilidad asombrosos hasta sus últimos días. Todos los recuerdos y anécdotas que han estado circulando en foros electrónicos hablan de su inmensa generosidad, curiosidad, humildad y apertura. Invariablemente, se lo describe como un intelectual y académico brillante, un consejero único de incomparable amabilidad e igualitarismo. Cuando sus estudiantes le agradecían la rapidez con la que leía y comentaba sus artículos y la dedicación con la que sugería posibles caminos para sus investigaciones, solía responder: “No me lo agradezcas, simplemente hacé lo mismo con tus estudiantes”.

Nosotros tuvimos la suerte y el privilegio de recibir sus consejos, aun cuando nuestras áreas de investigación no coincidían específicamente con la suya. Seguramente etnografía no suene a Charles Tilly, el del análisis macro-histórico, el de los Estados y las guerras, el de las monumentales bases de datos de eventos de protesta a lo largo de décadas. Hubo sin embargo un Tilly de grandes y pequeñas estructuras, de procesos amplios y micro, de comparaciones enormes y variaciones minúsculas al interior de un caso. Es cierto, Chuck no fue un etnógrafo. Pero siempre estuvo ahí cuando lo necesitamos. Quienes elegimos la etnografía como modo de comprender y explicar las múltiples y complejas formas en que los actores sociales y políticos actúan, sienten y piensan, podíamos contar con él, para que nos dijera no qué pensar, sino cómo recolectar evidencia y construir nuestros argumentos. Nos ayudaba a agudizar nuestra propia perspectiva analítica. El principio que siempre invocaba era tan simple que a veces se hace fácil de olvidar: “Además de este caso particular, ¿de qué se trata tu estudio?”.

Chuck insistía en recordarnos que pusiéramos las preocupaciones teóricas al principio y al final de la experiencia etnográfica: “¿Qué pueden aprender de esta investigación aquellos a los que no les interesa –por dar un ejemplo– la política de los pobres en Argentina?”.

No sorprende que escuchar a Tilly desafiar nuestro trabajo con críticas y preguntas constituía un aprendizaje fascinante. Lo curioso es que observarlo proponiendo enfoques posibles a otras personas –tanto académicos consagrados como jóvenes estudiantes jugando con ideas sin rumbo aparente– era también una forma de aprender. Tilly nunca forzaba a seguir un camino, pero mostraba con provocadora claridad que había varias rutas posibles ya incorporadas en las todavía precarias preguntas de investigación. Ninguna de esas rutas era buena o mala, pero cada una llevaría a un destino distinto. La sugerencia, tan simple, era: “Entonces, tendrás que decidir hacia dónde querés ir”.

Chuck enseñaba a sus estudiantes y colegas que la crítica implacable necesariamente debe venir acompañada de al menos la insinuación de una solución o un camino alternativo. Que las ciencias sociales avanzan gracias al esfuerzo colectivo y solidario. Aun así, nos incentivaba a pensar en grande y nos hacía sentir confianza en el potencial de nuestros proyectos individuales. Uno entraba en su oficina con una pequeña idea y salía sintiendo que revolucionar las ciencias sociales estaba al alcance de la mano. “Con este proyecto, podés tomar la posta de lo que C. Wright Mills dejó sin terminar”, le dijo a uno de nosotros. “Bourdieu dejó una gran pregunta que todavía nadie respondió. Vos tenés la oportunidad”, dijo al otro sobre una tibia propuesta de monografía.

Tilly lideró una generación de académicos que devolvió la historia a la sociología norteamericana, rescatándola de la sistematicidad parsoniana que dominaba en los años ‘50. Desde su tesis doctoral, un estudio comparativo sobre la contrarrevolución en una región de Francia, fue ampliando la geografía, primero a Gran Bretaña y luego al resto del mundo y en el contexto histórico de más de diez siglos. En sus últimos años, agregó a sus preocupaciones otros temas como la construcción de fronteras sociales, las narraciones, las relaciones interpersonales y las redes de confianza. Ha dejado una enorme cantidad de herramientas y recursos que durante muchos años nos servirán para comprender procesos sociales complejos. Quizá su más simple principio, por el que insistía en cada conferencia, clase o artículo, era que ni el individuo ni los sistemas sociales, sino las tran-sacciones o interacciones sociales son el aspecto central del análisis sociológico.

Uno de los últimos libros de Tilly analiza las distintas formas en que las personas dan razones. Como no debería sorprender, el libro se llama sencillamente Why? (¿Por qué?). El título quizá contuviera una implícita reflexión personal. Lo escribió hace unos años, durante uno de los recurrentes tratamientos por su enfermedad. Desde el inicio, Chuck se propuso que la escritura de Why? fuera una compañía durante el tratamiento. Lo comenzó en la primera sesión y lo terminó en la última. Ese libro es quizás uno de sus más importantes legados. Además de su aporte sociológico, testimonia una forma de vivir la profesión. Una pasión por las ciencias sociales que transmitió a quienes lo leyeron y lo conocieron.


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