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Muchachas de uniforme (Leontine Sagan, 1931)

Corto, medio, largo, serie, miniserie (no importa el formato)... en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
Muchachas de uniforme
Mädchen in Uniform
Leontine Sagan (Alemania, 1931) [B/N, 88 min]


IMDb
(wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    [fuente] Potsdam, Reino de Prusia, década de 1910. Tras la muerte de su madre, la joven Manuela von Meinhardis queda a cargo de su tía la Baronesa von Ehrenberg, quien la interna en un colegio para hijas de oficiales. Dirigido con mano de hierro por la directora del centro, la disciplina del lugar es extrema y se apoya en tesis como que la mano dura o el hecho de pasar hambre forjan el carácter de las alumnas. Manuela, acostumbrada a su cómoda existencia anterior, tendrá problemas para ajustarse a la rígida disciplina de la directora. Pero encontrará el necesario consuelo en brazos de la maestra Erzieherein Von Bernburg, la profesora más joven del internado y la más querida por todas las internas.

Comentario personal:

    El equivalente feminista y socialdemócrata de "El acorazado Potemkin" (1925), o de las películas más centradas en la vertiente estudiantil de mayo francés del 68, según a quién le preguntes. "Potemkin", por la revuelta contra la oficialidad en un espacio cerrado y por las fechas. Socialdemócrata, porque fija su programa económico en el reparto (la conversación de las niñas sobre el jamón) y la meritocracia (la reunión del claustro de profesoras sobre la excelencia de la alumna Manuela). Y del mayo francés, porque en la revuelta "sexual", como la de Nanterre, está su chispa, su origen.

    En un internado que se puede entender como imagen de la sociedad alemana, las alumnas, de origen variado, dan una muestra de camaradería noviolenta solidaria con una compañera castrada en su práctica sexual disidente por una institución disciplinaria: código de vestimenta, peinado y dieta, contabilidad orientada al máximo beneficio, sistema de puntos para el castigo (sin recompensa), los primeros "kapos" de campo, vigilancia de las comunicaciones (la correspondencia íntima), régimen de aislamiento... Una de tantas instituciones que harán de caja de resonancia del fascismo alemán sólo dos años más tarde (1933).

    Considerada la primera película de la Historia de temática lésbica, recurre a un escenario, el del "internado de señoritas", en el que el espectador ya presume que, como efecto de la segregación, se materializan deseos que bajo una presencia-presión masculina directa lo tienen más complicado. No sólo los lésbicos, hay una divertida referencia a la masturbación femenina («creo que llora mucho por las noches, su almohada amanece empapada») y transgresiones transgénero (Manuela interpretando a Carlos de Austria en la obra homónima de Schiller) que podemos disfrutar porque no hay falos compitiendo por la atención en pantalla.

    Cinematográficamente es estupenda. Narrativa, ritmo, fotografía, reparto... Le falta metraje para imbuirnos más del ambiente "carcelario".

Ficha técnica


Reparto:


Premios:

    1932: National Board of Review (NBR): Top películas extranjeras

Idioma original: Alemán.





DVDRip VO - AVI (XviD+MP3) [1.17 Gb] (fuente)
detalles técnicos u otros: mostrar contenido
file name: Maedchen in Uniform.1931.DVDRip.VO.avi
File size : 1.17 GiB
Duration : 1h 23mn
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BDRip 1080p VO - MP4 [1.47 Gb] (fuente)
detalles técnicos u otros: mostrar contenido
General
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Vídeo
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ID códec/Info : Advanced Video Coding
Duración : 1 h 28 min
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Audio
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Formato/Info : Advanced Audio Codec Low Complexity
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Duración : 1 h 28 min
Duración original : 1 h 28 min
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Canal(es) : 2 canales
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Relacionado:


Nota Mar Mar 28, 2023 4:22 am
Destellos del guion

En el guion, traducido por mí mismo de la versión en inglés, se escribió:
    - Directora von Nordeck: Hay que ahorrar más. ¡El sustento nos sale demasiado caro!

    - ¿Contable?: Señora directora, hacemos lo que podemos. Las niñas ya están pasando hambre.

    - Directora von Nordeck: ¿Hambre? Los prusianos nos hemos criado en el hambre. Somos hijos de soldados. Y, Dios mediante, pronto seremos madres de soldados.

Nota Mar Mar 28, 2023 8:59 am
Reseñas breves / abreviadas

Marc, en @libroscinecómic, el 27 de marzo de 2019, escribió:Extraordinario film no solo por valor histórico, siendo el primer en tratar el lesbianismo, sino por inmensa calidad cinematográfica y actuaciones de diez. Además, décadas antes que Haneke, pone encima de la mesa el rigorismo prusiano como una de las semillas del nazismo. Bestial. Lo flipante es que Haneke, en "La cinta blanca", lo hace tras ríos de tinta sobre el tema, mientras que ésta, de 1931, se anticipa y lo ve venir. Además la estética tiene coletazos de expresionismo alemán y es un inmejorable ejemplo de la transición del mudo al sonoro. Una pasada.

erreiam, en "Muchachas de uniforme: el origen del estereotipo en el cine lésbico", en La Vida en Fotogramas, el 27 de agosto de 2018, escribió:[...] El filme alemán —que contó con un reparto únicamente femenino y que inspiró diversos remakes, como "Muchachas de uniforme" (Alfredo B. Crevenna, 1951) y "Corrupción en el internado" (Géza von Radványi, 1958)— fue pionero en abordar el amor entre mujeres como trama principal del relato y sentó las bases para la construcción de un patrón estereotipado en la representación lésbica: el internado como escenario donde prima la disciplina y el orden; la atracción sexual y romántica entre mujeres, ya sean alumnas o institutrices; lo prohibido como factor clave; el castigo y la vergüenza en forma de juicio social como acto de «sanación».

Guillermo Triguero, en "Muchachas de Uniforme [Mädchen in Uniform] (1931) de Leontine Sagan", en El Gabinete del doctor Mabuse, el 17 de octubre de 2010, escribió:Estrenada en los últimos años de la República de Weimar antes de la llegada del nazismo, el film destaca por su retrato de la feminidad y la psicología de sus protagonistas. No era muy habitual por entonces que una película se dedicara tan enteramente a figuras femeninas (y menos aún que no hubiera ni un solo personaje masculino en todo el metraje), y por ello no es de extrañar que en los últimos años haya sido rescatada para ser fruto de análisis feministas. [...]

Eduard Grañana, en "Muchachas de uniforme", en Divergente, el, escribió:[...] Basada en la obra que Christa Winsloe publicó en 1930 titulada Gestern und Heute, la cual colaboró en el guión y dirigida por Leontine Sagan, con la ayuda de Carl Froelich, "Muchachas de uniforme" supone todo un hito dentro de la historia del cine. No solo por abarcar el tema de la homosexualidad de una forma abierta en una Alemania a las puertas del nazismo y con un código penal albergando un artículo, el 175, destinado específicamente a condenar la homosexualidad, sino por unos componentes estilísticos que alejaban el filme de sus antecesoras silentes y le daban un aspecto más innovador, como su montaje influenciado por el cine soviético, la utilización de un sonido como un elemento temático y no solo como mero acompañamiento de la acción o la utilización de actrices no profesionales que daban al filme un toque de espontaneidad. La obra también fue pionera al tratarse del primer filme comercial alemán realizado de forma colectiva a través de la Deutsches film Gemeinschaft, compañía nacida especialmente para este proyecto y que supone una de las últimas películas en escaparse de la manos de Goebbels, cuando al poco tiempo la industria cinematográfica se anexionó a su programa cultural.

El éxito de la película en ciudades como Berlín, París o Londres, como lo anunció el New York Times el 21 de septiembre de 1932, llevó el filme hasta Estados Unidos, donde la interveción directa de Eleanor Roosevelt evitó la prohibición. No corrió la misma suerte en la Alemania nazi, donde el filme fue prohibido. Aunque, "Muchachas de uniforme" nunca llegó a caer en el completo olvido y es que, ya sea a partir de su influencia en otras obras, gracias a sus versiones posteriores o a las nuevas lecturas realizadas por parte de la crítica y teóricos, ha conseguido permanecer en el recuerdo de varias generaciones.

[...] "Muchachas de uniforme" ha tenido, a grandes rasgos, dos lecturas diferentes por parte de la crítica durante el siglo XX: una histórica, donde se remarcaron elementos como el antiautoritarismo o el antifascismo y otra feminista. Aunque durante mucho tiempo no llegaron a existir estudios donde ambos niveles se entremezclaron, lo cierto es que uno puede apreciar en el filme todos los elementos [...]

Nota Mar Mar 28, 2023 10:26 pm
Encarna Sant-Celoni, en "‘Muchachas de uniforme’ y (in)visibilidad lésbica", en Píkara Magazine, el 27 de abril de 2018, escribió:
    «- Te has conducido como una golfa. Después de emborracharte indecentemente, has tenido que proclamar con voz en grito tus pecados para que todo el mundo se entere de lo que eres. […]

    - Es preciso que hagas lo que se te mande. Es preciso que te cures.

    - ¿Curarme…? ¿De qué?».

    (De Muchachas de uniforme, 1933; trad. de Therese Scheppelmann).

Hace poco más de un mes pude ver, por fin, en DVD, la conocida como la ‘primera película de temática lésbica’: "Mädchen in Uniform" ["Muchachas de uniforme"] –restaurada y recuperada por feministas en los años setenta–, una obra maestra, sin duda alguna, que me sorprendió tanto argumental como técnicamente, sobre todo por la crítica social que rezuma y un claro recelo ante el ascenso del nazismo, y también por una interpretación impecable; un éxito de público allí donde se estrenó de Europa, México y Japón, e incluso de EEUU, al superar, con la ayuda de Eleanor Roosevelt, una absurda censura. Dirigida por Leontine Sagan en 1931, la película en cuestión se inspira en una célebre pieza teatral, Ritter Nérestan [Caballero Nérestan], 1930 –retitulada Gestern und Heute [Ayer y hoy] al año siguiente–, de la escritora y escultora alemana Christa Winsloe, quien también participó en el guión y que, dos años después, publicó una novela sobre el mismo tema, Das Mädchen Manuela –con un final diferente al del film, más previsible, que recuperaba el de la obra de teatro: una resolución siempre titubeante entre deseo y realidad, como la misma vida (volveré a ello más adelante)–, editada en español en 1933, en traducción de Therese Scheppelmann, de donde he extraído las citas, y en 1934, en traducción de Julia de Aguirre y Estanislao Quiroga, con una portada infame.

Pues bien, "Mädchen in Uniform" –ambientada en 1910, en un castrense internado femenino de Potsdam, Prusia– cuenta la historia de una joven de 14 años y medio, huérfana de madre –Manuela von Meinhardis–, que, obligada por su tía a vivir en una escuela para hijas de militares regentada por una férrea directora donde lo único que importa es el orden, la disciplina y la obediencia ciega, acaba enamorándose de una de sus profesoras, la señorita Elisabeth von Bernburg, la que mejor las trata, a ella y a sus compañeras. Dicen que el visionado del beso de buenas noches entre profesora y alumna por parte del jefe de producción de la MGM, fue crucial para que la película "Queen Christina" (1933) incluyera la escena en que Cristina de SueciaGreta Garbo– y la condesa Ebba Sparre –Elizabeth Young– se besan en los labios con total naturalidad.

Y ¿a qué santo viene hablar ahora de una película de hace más de 86 años…? Pues, porque resulta que el 26 de abril es el Día de la Visibilidad Lésbica, y con este artículo quiero rendir un pequeño homenaje a Christa Winsloe, la autora del guión, y sobre todo a "Mädchen in Uniform", ya que si se la ha apartado de la historia canónica del cine, no ha sido por moralidades mojigatas –que también podría ser, a pesar de no haber ninguna secuencia de sexo explícito: la censura que el film sufrió tuvo más que ver con su crítica a la autoridad–, sino por una razón más simple, o por dos, o tres, no nos dejemos enredar: haber sido dirigida por una mujer, que la autora de la obra en que se basa fuera lesbiana y, encima, estar interpretada sólo por mujeres. Quizás por eso el nombre de Leontine Sagan no figura junto al de coetáneos como Fritz Lang, Georg Pabst o Josef von Sternberg, por ejemplo. Ser mujer invisibiliza –lo acabamos de ver–, y confesarte lesbiana acaba de borrarte del mapa, como veremos. Una especie de ‘morir de éxito’. Un contrasentido, ni más ni menos.

El lesbianismo, el amor entre mujeres, siempre ha sido más tabú que ilegal, por lo menos desde que hay ley escrita, incluyendo la Biblia. Para muchos –aún ahora– la mujer no tiene sexualidad propia, sino por poderes: los que tiene a bien concederle el orden patriarcal de turno. Y si, a pesar de las dificultades, acaba teniendo relaciones ‘naturales’ o en otros parajes, no pasa nada mientras se lo guarde para sí y el honor ‘patrio’ quede salvo: el vecindario suele preferir cerrar los ojos y hacer como aquel. Tanto es así que –tal como relata Victòria Sau en Mujeres Lesbianas, 1979–, cuando en 1885, en Inglaterra, la Reforma del Derecho Criminal declaró lícita la persecución de todo acto homosexual entre adultos, sin discriminación de sexos, la reina Victoria se negó a firmarla mientras no se suprimiese toda referencia a las mujeres, declarando que ella no creía en la existencia de las homosexuales. En el hilo de twiter #SeñorasQueSeEmpotraronHaceMucho, de Cristina Doménech, encontraréis muchas anécdotas históricas divertidísimas.

Ahora bien, ¿qué ocurría si una lesbiana ‘inexistente’ osaba confesar su amor ‘antinatural’ o sin querer se le escapaba? Pues, muy sencillo: si el escándalo era tan mayúsculo que ninguna puerta podía volverlo a enclaustrar –es decir, si se convertía en una amenaza real para el sistema–, no quedaba más remedio que cortar de raíz la ‘anormalidad’ para que no contagiara a las prójimas (en palabras de la directora del internado de Potsdam: “Esa chica es la peste. Contagiará a todas las demás. Es un peligro para la casa y para la reputación de la escuela”).

Ser o no ser, éste era y, al parecer, aún lo es, el dilema. Porque, no nos engañemos, a veces salir del armario puede añadir más hándicaps al hándicap que ya sufrimos de partida: ser mujer. Y no es justo. No. Y tener que escoger entre decir o callar puede paralizarte, sí; pese a saber que ‘lo que no se ha dicho’ acaba transformándose en ‘lo que no puede ser dicho’, que lo que habla Maria-Mercè Marçal en su artículo “Entre dones”; pese a saber que en lugar de un ágape ‘normal’ tendrás que conformarte con las migajas y que, si buscas referentes que te expliquen quien eres, tendrás que hacer de arqueóloga.

Porque, como dice Adrienne Rich, “… la invisibilidad es una condición peligrosa y dolorosa, y las lesbianas no somos las únicas personas que la conocen. Siempre que los que tienen el poder de nombrar y de construir socialmente la realidad eligen no verte u oírte, por ser una persona de piel oscura, anciana, discapacitada, una mujer, o alguien que habla con un acento o en un dialecto diferente al suyo; siempre que alguien con la autoridad de un profesor habla, describe el mundo en el que tú no estás incluida; siempre que esto ocurre, se da un momento de desequilibrio psíquico, como si miraras en un espejo y no vieras nada” (“Invisibilidad en la Universidad”, Sangre, pan y poesía; trad. de María Soledad Sánchez Gómez).

Por eso una parte de mí quiere gritar muy fuerte: “Están mirando a una lesbiana chillona. A una camionera enfadada. A una pervertida, a una desviada, queer, bollera, tortillera, a un monstruo. A una hija, hermana, sobrina, madre, prima, suegra, la cobradora del autobús, una actriz, la mujer del obispo, una diputada, una maquinista, secretaria, profesora, la mujer de la limpieza. Estoy en todas partes. Estoy en sus ejércitos, en sus escuelas, mirándolos en los trenes cuando pasan, sentada a su lado en el autobús repleto, en la butaca D22, sí, caballero, justo al lado suyo. Estoy aquí para quedarme, para infiltrarme, para convertir” (Jill Posener, Any Woman Can, 1987; trad. de Ana Zamorano).

Sin embargo, siempre queda la paradoja. Porque la verdad es que visibilizar tu lesbianismo tarde o pronto te asegura el castigo, o cuando menos el vacío, directa o indirectamente, consciente o inconscientemente. Porque, por mucho que digan que no es cierto, es así de crudo: si no haces demasiado ruido, se te perdona que seas lesbiana e incluso se te permite salir de vez en cuando de la jaula. Christa Winsloe lo sabía, como tantas y tantas otras –desdichadamente las cosas no han cambiado tanto como creemos–; quizá por ello, al publicar la novela del film, prefirió acabarla con el final infeliz de la obra de teatro y no con el final feliz de la película.

Y, hablando de la película, un consejo: no os la perdáis. "Mädchen in Uniform", la obra maestra de Leontine Sagan, no te decepciona en ningún momento del metraje: te embelesa, desde el principio hasta el sugerente final, con un sinfín de complicidades y transgresiones sororales contra la autoridad y el qué dirán; unas complicidades que bailan al compás de la banda sonora, magnífica, y pionera; que se atornillan, insinuantes, alrededor de amores adolescentes que no sabes muy bien si son correspondidos o no, y no te importa. Plano tras plano, con las voces, las miradas, los silencios… las ‘muchachas de uniforme’ cuchichean “insurrecciones, escándalos e ideas revolucionarias”, según la directora del internado. Y, por fin, la última escena…, un baño de sororidad que te deja con un sonrisa de felicidad de oreja a oreja.


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