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GUILLÉN, Abraham (1913-1993)

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Introducción


En Marxists Internet Archive se escribió:Abraham Guillén Sanz (Corduente, España, 13 marzo 1913 - Madrid, España, 1 agosto 1993) fue un militante y teórico anarquista influenciado por el marxismo. De prolífica producción intelectual, fue teórico del anarquismo, del cooperativismo, de la autogestión, del socialismo de mercado y de la guerrilla. A veces es considerado como inspirador de la guerrilla urbana en América Latina, en particular de los Uturuncos y de los Tupamaros. Sus libros más citados al respecto son Teoría de la violencia (1965) y Estrategia de la guerrilla urbana (1965).

De joven fue miembro de las Juventudes Libertarias y, a lo largo de su vida, de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y de la Federación Anarquista Ibérica (FAI). Participó en la Guerra Civil Española, por lo cual fue condenado a prisión. Logra salir en 1942, pero habiéndose reintegrado al CNT, asumiendo un puesto en el Comité Central clandestino, es nuevamente detenido al año siguiente. Logra escapar de la cárcel y huye hacia Francia.

En 1948 emigra a Argentina, y luego pasa temporadas en Uruguay, Cuba y Perú. Se desempeñó como catedrático universitario en economía política, como periodista y columnista, y experto en economía autogestionaria y en desarrollo cooperativo.

En 1961 fue detenido por las autoridades argentinas, acusado de ser miembro de los Uturuncus, una guerrilla activa en el noroeste del país. A raíz de ello, Guillén se asila en Uruguay, y allí también establece contacto con elementos revolucionarios locales.

Tras la muerte de Francisco Franco, Guillén regresa a España. En sus últimos años se dedicó a dictar conferencias y a escribir libros y artículos para la prensa libertaria.





Bibliografía compilada (fuente)





Ensayo





Recursos de apoyo





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Abraham Guillén, en un "autorretrato" recogido en su libro Desafío al Pentágono. La guerrilla latinoamericana, editado por Andes, en 1969, escribió:Mi mayor suerte ha sido sobrevivir a la sangrienta guerra civil y a la cruenta represión que le siguió. Por amor a la libertad, me evadí dos veces de las prisiones franquistas, con gran riesgo de mi vida. Si fuera creyente, diría que todavía existo porque me ha protegido un dios tutelar, como a los personajes de las tragedias griegas.

Quizá mi mejor obra, como escritor, sea La agonía del imperialismo; pero constituyó mi propia agonía: luego de su publicación, me echaron de todos mis empleos en la Argentina.

Tendría motivos para pensar que soy un escritor incomprendido: los comunistas me llaman trotskista; los trotskistas dicen que soy anarquista; los anarquistas dogmáticos me señalan como anarco-marxista; pero yo me justifico y defino con mis obras y hechos; cuando veo una contradicción la llevo hasta sus últimas consecuencias; en cambio, los filósofos oportunistas retroceden al entrar en el terreno peligroso de la lucha social y política.

Mi héroe preferido es Espartaco; el mito que más admiro, Prometeo; el economista que más ha influido en mí, Marx; estimo que el filósofo más completo es Hegel; el revolucionario más ejemplar, Bakunin; el héroe de nuestro tiempo es el "Che" Guevara; considero como el más genial de los escritores en una sola obra a Cervantes, con Don Quijote; pienso que el más grande táctico fue Aníbal; el mejor estratega, Sun Tze; y el hombre de acción más práctico, Fidel Castro; diría que en la ironía del devenir histórico, la mayor contradicción es actualmente el enigma URSS-China; creo que la Revolución no la hace la topografía (que es un elemento pasivo), sino los hombres dotados de conciencia activa y unidos a otros hombres (civilización urbana).

Mi mayor ilusión sería la unidad de América Latina para constituir una gran república federal, como la más grande nación de comienzos del siglo XXI; pero ello no será posible sin la guerra entre las dos Américas. Como estratega de la guerra revolucionaria, pienso que David puede volver a vencer a Goliat.

Un revolucionario, para merecer tal título, debe dominar la economía, la dialéctica, la política y la estrategia; cargarse de paciencia, defenderse con la ironía y emplear la acción a su debido tiempo.

Tengo fe en las mujeres. Una revolución que no las incorpore es una revolución a medias. Creo en las mujeres porque mi madre, teniendo los tres hijos presos durante la represión franquista, nunca se desmoralizó ni vino a llorarnos delante de las rejas.

En fin, dentro de lo humano, el amor más grande creo que está simbolizado por mi compañera: fue a la cárcel por mí; sufrió miserias y sinsabores (propios de mi lucha); cómo todavía me aguanta y no me ha abandonado; creo en el amor cuando está cimentado por la unidad espiritual, moral y de ideas.

José Luis Carretero Miramar, en "Abraham Guillén: América Latina, guerra de guerrillas e internacionalismo", en Revista Crisis, el 13 de enero de 2019, escribió:Abraham Guillén Sanz, anarcosindicalista y comisario del IV Cuerpo del Ejército republicano comandado por el albañil anarquista Cipriano Mera en la Guerra Civil española, economista y periodista, un revolucionario que había estado en las cárceles franquistas y se había evadido varias veces de ellas, llegó a América Latina, concretamente a la Argentina, en 1948, cuando contaba con 35 años.

Guillén estuvo en América Latina desde entonces hasta su vuelta a España a finales de los años setenta. Concretamente estuvo afincado en Argentina, Uruguay y Perú, aunque visitó muchos otros países. Este largo periplo estuvo plagado de exilios y detenciones, acompañado de alguna visita a las cárceles, salpimentado por acusaciones públicas, en las revistas del mainstream conservador, de ser un “hombre extremadamente peligroso”.

En sus andanzas latinoamericanas Guillén se vinculó con los principales movimientos revolucionarios de la época. Muy ligado a John William Cooke a su llegada a la Argentina y al Ministerio de Economía, militó en el peronismo más obrerista y radical en los años de la Resistencia Peronista, participando en la conformación del primer grupo guerrillero del país, los Uturuncos, al mismo tiempo que trabajaba de asesor económico del Senado (puesto que abandonaría como protesta ante la aprobación una ley que facilitaba la inversión directa extranjera y la toma del control de la economía argentina por las transnacionales norteamericanas). Después de recibir instrucción en Cuba, en compañía de los revolucionarios argentinos más conocidos de su tiempo, como el propio Cooke, Alicia Eguren o el “Vasco” Bengoechea, y bajo la atenta mirada del “Ché” Guevara, viajará a Uruguay, donde pasará a ser considerado como uno de los inspiradores de la experiencia de los Tupamaros, así como de la OPR-33, grupo armado vinculado a la Federación Anarquista Uruguaya.

En Uruguay, donde ejercerá de periodista con el pseudónimo de Arapey y de profesor de la Universidad del Trabajo, escribirá uno de sus más conocidos libros (pese a que fue inmediatamente retirado de la circulación por la censura): Estrategia de la guerrilla urbana. Principios de la guerra revolucionaria (1965). En él, Guillén mantenía la tesis de que, en oposición a la propuesta foquista, centrada en la lucha en el campo, presentada por Régis Debray bajo el amparo de la influencia cubana, la forma de implementar la lucha armada de manera más racional en los países latinoamericanos era la guerrilla urbana, vinculada estrechamente con las luchas obreras, y en el marco de una relación dialéctica con las necesidades políticas de un amplio movimiento popular antiimperialista construido desde una perspectiva fundamentalmente antidogmática e inclusiva. Aunque se ha discutido si la paternidad de estas tesis era realmente de Guillén, o se debe originalmente a militantes tupamaros como Navillat, lo cierto es que Guillén ya había escrito extensivamente, en otros de sus textos, sobre esta problemática, que vinculaba estrechamente con la experiencia de las luchas callejeras en los primeros momentos de la Guerra Civil española.

Tras un nuevo exilio forzado, que le llevo brevemente de nuevo a Argentina, donde le podemos encontrar realizando cursos de formación para el espacio político de lo que pronto sería el PRT-ERP (grupo guerrillero argentino de los 70), Guillén recaló en Perú, donde trabajó como asesor de la Organización Internacional del Trabajo y como empleado del gobierno peruano del progresista Velasco Alvarado, encargado de la realización de estudios sobre el cooperativismo y de la puesta en marcha de Bancoop, una entidad financiera cooperativa destinada a la financiación del sector social de la economía. La fuerte atención que Guillén presta en Perú a la temática del cooperativismo y la autogestión, tenía sus precedentes en su actuación como asesor en las colectivizaciones madrileñas durante la Guerra Civil española o en su participación en un congreso de autogestores en la Yugoslavia del Mariscal Tito, que le llevó a publicar un conocido libro mostrando los avances de la autogestión yugoslava. La autogestión será la temática de sus más conocidos textos, escritos a su vuelta a España, Economía libertaria y Economía autogestionaria, redactados con la voluntad de efectuar un trabajo de fundamentación rigurosa de la propuesta del socialismo autogestionario.

Guillén, pues, escribió sobre la lucha armada, sobre la autogestión, sobre muchos otros temas (la España franquista, la Revolución española, el sector uruguayo de la pesca, etc). Pero también escribió, y mucho, sobre América Latina.

Sobre América Latina Guillén escribió algunos de sus principales y más voluminosos textos, concretamente su primer libro El destino de Hispanoamérica (1952), así como gran parte de su magna obra en dos volúmenes La agonía del imperialismo (1957), que le llevó a perder su puesto de trabajo por haber incluido un último capítulo en el que se hablaba explícitamente de la lucha armada, y lo principal de su libro El imperialismo del dólar (1962). Eso por no hablar de sus innumerables artículos u otros libros más cortos sobre la situación económica de Argentina, Uruguay, o el conjunto de América Latina.

El destino de Hispanoamérica es un fuerte alegato antiimperialista, que plantea una alternativa a la dependencia y subdesarrollo del continente americano: la unidad económica y política iberoamericana. Guillén escribe desde el antidogmatismo más vehemente. Reclamando un espacio teórico que se afirma anticapitalista, pero que no tiene miedo de mancharse compartiendo los latidos de los movimientos populares. Una perspectiva global que va más allá de Argentina para plantear una alternativa de conjunto para América Latina.

Guillén, en sus trabajos, llegará a la conclusión, compartida en su tiempo por los principales movimientos revolucionarios de América, de que esa unidad latinoamericana sólo puede labrarse construyendo un gran movimiento revolucionario de dimensión continental, tremendamente plural, antidogmático y firmemente inserto en la vida real de las clases populares. Desde un anarquismo profundamente socialista y un conocimiento acabado del marxismo y con firmes amistades en lo nacional-popular y en la religiosidad más progresista del pueblo, Guillén plantea una alternativa: una Patria Grande Latinoamericana socialista y profundamente democrática.


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