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La sal de la tierra
The Salt of the Earth
Herbert J. Biberman (EE.UU. de América, 1954) [95 min]



(wikipedia | filmaffinity)

El argumento trata sobre la lucha social que sostuvieron los mineros chicanos y sus mujeres en Nuevo México (EE.UU.). Perseguida y bloqueada por el Comité de Actividades Antiamericanas y el FBI, que coordinó una ola de histeria anticomunista culminando de un modo trágico durante el rodaje, cuando los platós son incendiados y Rosaura Revueltas, la protagonista, es deportada a México por el Servicio de Inmigración Americano.

Alonso Díaz de la Vega, en twitter, el 5 de mayo de 2020, escribió:Se hizo fuera de Hollywood y bajo amenazas de boicot porque se trataba de una película sindicalista sobre mineros mexicoestadounidenses y sobre las valientes mujeres que toman su lugar cuando son encarcelados.

Diego Díaz, en "Cinco pelis sobre cine y movimiento obrero", en Diagonal, el 7 de octubre de 2010, escribió:La peripecia de su rodaje es casi tan apasionante como la propia película. Biberman y otros rojos de la industria cinematográfica norteamericana, represaliados por su condición de comunistas o simpatizantes del Partido Comunista, deciden desafiar todas las prohibiciones y rodar clandestinamente una pequeña película sobre un conflicto minero en Nuevo México. La película, prohibida en EE UU, es encumbrada por la crítica europea, convirtiéndose desde entonces en una obra maestra del cine político con, además, un pionero contenido feminista.

El comité de Rebeldemule, en el canal de telegram, el 1 de septiembre de 2017, escribió:Todo un manual de cómo sostener un conflicto: feminismo para religar lo que el capitalismo separó con la división social del trabajo; unión barrial para parar un desahucio; superación del racismo no sólo apelando a la causa común, sino reconociendo los unos las particularidades de los otros; y solidaridad de clase a espuertas, con víveres llegando de otros sindicatos y del brazo internacional para que los huelguistas no desfallezcan. Que la bronca la inicie un "accidente" laboral es todo un golpe en tiempos en los que el consenso los trata como si fueran fruto de la casualidad, y no el símbolo de que la vida obrera, hoy, vale tanto como seamos capaces de defenderla.

Otras referencias
- Alfonso Vázquez: "Esperanza en el cine", en Miradas Múltiples, el 27 de diciembre de 2017.
Colectivo Burbuja: "'La sal de la tierra': Un falso documental que se adelantó a su época", en Estamos de cine, el 2 de marzo de 2019.

Guión: Michael Wilson.
Música: Sol Kaplan.
Fotografía: B&W.
Productor: Paul Jarrico.

• Rosaura Revueltas (Esperanza Quintero).
• Juan Chacón (Ramón Quintero).
• Will Geer (Sheriff).
• Mervin Williams (Hartwell).
• Clinton Jencks (Frank Barnes).
• Virginia Jencks (Ruth Barnes).
• Clorinda Alderette (Luz Morales).
• Charles Coleman (Antonio Morales).
• David Wolfe (Barton).
• David Sarvis (Alexander).

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Subtítulos: castellano (emule / opensubtitles)

- [asamblea] Cine-club rebelde 15
- [filmo de ficción] Punto de mira (2000)
- [monografía] Macartismo (1950-1956)

Ivanjoe escribió:Me gustaría verla otra vez, hace años, pero recuerdo que me llamó mucho la atención la cooperativa gubernamental con tintes sindicales y socialistas a la que la familia llega en un momento dado (si alguien que la tenga más reciente puede ampliar imformación se lo agradecería, me pareció muy interesante), pero no recuerdo mucho más, bueno sí, que en EE.UU. a los pobres los joden igual aunque sean blancos.

Imprescindible para conocer la "peligrosa propaganda comunista" que hacía peligrar todo el país desde Hollywood.

Y la tengo en DVD, si no hay DUAL igual me pongo con ello.

Dorado escribió:Creo que deberia mirarse la sinopsis de la película del fascista Ford, las uvas de la ira...

J. M. Lander, en "La esperanza de la tierra", en Diagonal, el 25 de julio de 2013, escribió:Para iniciarse en el femi­nismo, conviene aprender a escribir Simone de Beauvoir. Como es harto difícil (pruébenlo y verán), un camino más corto y fructífero resulta ver la película "La sal de la tierra". Gusta mucho, a hombres y mujeres, de derechas o izquierdas. Se trata de un caso de unanimidad insólito, siendo como es un film hecho por comunistas estadounidenses, una especie ferozmente perseguida en el pasado. El secreto de su éxito radica en la poderosa presencia de Esperanza, una mujer inolvidable que habría hecho las delicias del mismísimo Gorki. Espe­ranza pertenece a esa casta superior de madres corajudas que tanto le fascinaban al escritor ruso, capaces de realizar a la vez dos tareas harto difíciles: la colada y la revolución. Todos los pusilánimes envidiarán la valentía de una mujer así, una mujer con los bemoles necesarios para enfrentarse al jefe y decirle lo que nosotros, acobardados por la crisis, sólo mascullamos bajo la almohada. No se prodigan mujeres con este arrojo en las pantallas. Las estrellas femeninas del séptimo arte casi siempre han debido pagar un diezmo de sumisa seducción, que en el mejor de los casos les ha servido para camelar al conejo Rabbit y en el peor para ganarse un tortazo del varonil Glenn Ford.

Si Silvio Rodríguez compusiese otra canción de mujeres, dedicada en esta ocasión a las actrices de Hollywood, se le acumularían los apelativos peyorativos: depresivas, ñoñas, floreros, fatales... Da gusto, por eso, toparse en una película con una señora de una pieza como Esperanza. Su rebeldía trasciende fronteras y épocas, y, si no fuese por sus rasgos chicanos, diríamos que se crió en la misma cuna griega que Antígona. Esperanza, como compañera de minero, podría encarnar el icono feminista perfecto del industrial siglo XX, antes incluso que las cultivadas Arendt o Woolf. El personaje de Espe­ranza es un logro cinematográfico que no está ni al alcance de Eisenstein. Las cintas soviéticas, por mucho que las defiendan los teóricos del montaje, desalientan la praxis subversiva. Tras el visionado de esa avalancha humana precipitán­dose por las escaleras de Odesa, no apetece nada salir de manifestación, pues se apodera de uno la terrible sensación de que, al primer grito inofensivo que suelte, le va a caer encima la caballería de Atila.

Sin embargo, la huelga de Esperanza y sus comadres transpira tal tono de comedia italiana que dan ganas de unirse a ese coro de mujeres reclamando leche para un bebé. Su manera pacífica de protestar, utilizando apenas la primitiva técnica del grito pelado, se revela como un ejemplo a seguir por los movimientos insurgentes. Demuestra que en la vida se pueden conseguir bastantes más cosas por medio de la constancia. Claro que la constancia de Esperanza surge del estrecho molde en que se ahormó su figura. El suyo es uno de esos personajes grandes porque grandes fueron las privaciones que le rodearon. Su actriz, Rosaura Revueltas, estuvo en prisión, al igual que su director, Herbert Biber­man, acechados por la sombra de las listas negras.

En realidad, todo el equipo de la película acabó condenado a un paro perpetuo. Pero antes tuvieron las agallas suficientes para terminar y estrenar, casi en la clandestinidad, aquella obra prohibida por tocar el tema tabú de una huelga minera. Ahora han logrado su recompensa. Esperanza se ha convertido en un referente de lucha cívica. Por esa valentía espontánea, "La sal de la tierra" es un film tan esperanzador que, ya digo, gusta a todo el mundo. Incluso gusta a la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, que la ha incluido entre sus bienes culturales. ¡Vaya ironía, señor McCarthy! Pero es que ya lo dice el refrán, la Esperanza es lo último que se pierde.

Selodi Gasan Adie, en "La sal de la tierra", en Lo Que Somos, el 27 enero de 2023, escribió:"Salt of the Earth" ("La Sal de la Tierra") es una película estadounidense de 1954 escrita por Michael Wilson, dirigida por Herbert J. Biberman y producida por Paul Jarrico en plena caza de brujas macartista, lo que supuso que todos ellos estuvieran incluidos en las listas negras de Hollywood debido a su supuesta participación en política de carácter “comunista”, terrible acusación en aquellos años de persecución política e ideológica en medio de la denominada “guerra fría”.

La película fue calificada de ‘subversiva’ e incluida en la lista negra, aparte de su argumento, motivo sobrado para el retrógrado senador Joseph McCarthy y sus anticomunistas seguidores. Además la película estaba producida y patrocinada con la ayuda del Sindicato Internacional de Trabajadores de Minas, Molinos y Fundidores (el sindicato había sido expulsado del CIO en 1950, por la supuesta mayoría en su dirección por parte de los comunistas), apoyo al que se sumaron muchos profesionales de Hollywood incluidos en la lista negra. El FBI investigó la financiación de la película.

El director Herbert Biberman fue uno de los guionistas y directores de Hollywood que se negaron a responder al Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes en 1947 sobre cuestiones de afiliación al Partido Comunista de EEUU. Fue condenado por desacato al Congreso y encarcelado. Biberman fue encarcelado en la Institución Correccional Federal de Texarkana durante seis meses. Otros participantes que participaron en la película y fueron incluidos en la lista negra de los estudios de Hollywood son: Paul Jarrico, Will Geer, Rosaura Revueltas y Michael Wilson.

La película es uno de los primeros films en promover un punto de vista social y político feminista. Su trama está construida en torno a una huelga larga y difícil, basada en la huelga de 1951 contra Empire Zinc Company en el condado de Grant, Nuevo México. La compañía que la explotaba, apropiadamente llamada Empire, rechazó toda negociación con los mineros y la huelga se prolongó indefinidamente. Los mineros, organizados en un piquete ante la mina para impedir todo acceso de mano de obra, pedían condiciones más seguras de trabajo y mejoras sanitarias en las viviendas que alojaban a las familias de los mineros latinos, a quienes la compañía trataba considerablemente peor que a los mineros anglos.

Para la película, se cambiaron nombres: la empresa se identifica como «Delaware Zinc» y el escenario es «Zinctown, Nuevo México». En la trama se muestra cómo reaccionan los mineros, la empresa y la policía durante la huelga. Con un estilo totalmente neorrealista, para la interpretación se utilizaron mineros reales y sus familias como actores en la película. Solo se utilizaron cinco actores profesionales. El resto eran lugareños del condado de Grant, Nuevo México, o miembros del Sindicato Internacional de Trabajadores de Minas, Molinos y Fundidores, muchos de los cuales formaban parte de la huelga real que inspiró el film. Juan Chacón, por ejemplo, fue en la vida real presidente de un sindicato local. En la película interpreta al protagonista, que tiene problemas para tratar a las mujeres como iguales.

Durante el rodaje, en Nuevo México en 1953, la prensa comercial también la denunció como un complot subversivo, recibieron disparos anónimos de fuego real en las grabaciones, la protagonista de la película, Rosaura Revueltas fue deportada a México y de vez en cuándo una pequeña avioneta zumbaba a cielo abierto para entorpecer las grabaciones ruidosamente en lo alto. La edición de la película se realizó de forma secreta y totalmente clandestina.

Denunciada antes y después de su estreno por la Cámara de Representantes de los Estados Unidos por su contenido social (acusada de ser comunista) y a la que la Legión Americana pidió un boicot a nivel nacional. Después de su noche de estreno en la ciudad de Nueva York, la película languideció durante 10 años, porque todos los cines del país, excepto 12, se negaron a proyectarla.

"Salt of the Earth" es una película que consigue emocionar, por la que no pasa el tiempo, de esas películas que una necesita ver cada cierto período.