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Gomorra. La serie (Stefano Sollima et al., 2014-2021)

NotaPublicado: Mar Mar 24, 2015 6:13 pm
por zeistarandal
Gomorra. La serie
Gomorra. La serie
Stefano Sollima, Claudio Cupellini, Francesca Comencini, Claudio Giovannesi, Marco D'Amore, Enrico Rosati, Ciro Visco, Roberto Saviano (Italia, 2014-2021) [50 min cada capítulo]

Portada
IMDb
(wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    [propia] Muchas han sido las series que han intentado describir las diferentes organizaciones que desde hace decenas de años han gestionado y siguen gestionando los territorios, los barrios y, en algunos casos, ciudades enteras y pueblos del sur de Italia, y no sólo. Podemos decir que esta serie tiene matices que permiten tener una visión más real del funcionamiento, de las dinámicas y de las contradicciones que se viven en este caso en la Camorra, organización propia de la región de Campania y en particular de Nápoles y sus provincias. A través de la descripción del conflicto entre dos familias (el clan de los Savastano y el de los Conte) que pelean por el control de la zona norte de la ciudad partenopea, podemos llegar a tocar con la mano muchos aspectos importantes de la vida de la Camorra, de su organización interna, de su poder en los barrios y dentro de la cárcel. La serie permite comprender también las contradicciones internas en los mismos clanes, la relación y el doble hilo que liga las instituciones y la Camorra y de cómo ésta es una organización integral, o sea una organización que cubre todos los aspectos de la vida, igual que el Estado (de ahí, el término napolitano o' Sistema, “el sistema”).

Comentario personal:

    UNA SERIE QUE ROMPE CON EL ROMANTICISMO LIGADO A LAS MAFIAS
    Un aspecto importante es éste. Quien no ha vivido y no se ha criado en esos territorios, suele tener una visión “romántica” de estos tipos de organizaciones: varios grupos de delincuentes que luchan contra el Estado y entre ellos por el control de un territorio, del tráfico de drogas, de los comercios ilegales, de los impuestos a pequeños comercios (“il pizzo”) y así hasta el infinito. Como si existiera una Camorra y un Estado que lucha en su contra en el intento de restablecer un supuesto orden en estos territorios.

    La realidad, como pasa muchas veces, es mucho más compleja y contradictoria. En la serie veremos cómo las familias no son monolitos y cómo hasta dentro de ellas hay contradicciones que en algunos casos (como es el de los Savastano) pueden llevar a la ruptura del mismo clan. De cómo el Estado nunca es ese ente neutral y justo que lucha contra los malos que arruinan el sur de la península: es el Estado mismo el que organiza la distinción entre sur (pobre, con menos educación y con mano de obra poco cualificada) y norte (más rico y con un relativamente elevado nivel de estudios de la población). Algo muy parecido a lo que se vive en España.

    Se podría decir que no se puede comprender la Camorra sin comprender las relaciones del Estado (y su sistema económico, el capitalista) con sus territorios, y al revés. La compenetración de las dos organizaciones (el Estado y la Camorra) en algunos casos es total, como se verá en el capítulo sobre las elecciones de la alcaldía de Giugliano. Esto no significa eliminar las contradicciones entre las dos organizaciones. Todo lo contrario: un sur sin mafias sería, desde el punto de vista del Estado, un territorio descontrolado. Las mafias son esas organizaciones que permiten al Estado gestionar el sur, su falsa paz social, para que se mantenga el “status quo” de siempre, hecho de pobreza, dominio y explotación.

    De ahí también se explica en parte el rechazo de la mayoría de los movimientos populares y organizados de la ciudad hacia la imagen de Saviano (autor del libro homónimo utilizado para crear la peli y la serie). Tras recibir en un primer momento el apoyo de las organizaciones populares mediante la difusión activa de su libro (se hicieron numerosas iniciativas de presentación en varios centros sociales ocupados), el autor, amenazado por la Camorra, empezó a participar en iniciativas ligadas a las instituciones (las regionales in primis) que él mismo había condenado como cómplices, cuando no como aliadas directas de la Camorra.

    “O' SISTEMA”
    Frente al lugar que el Estado ha dado al sur de Italia para garantizar el orden capitalista en toda la península (no nos olvidamos que en el norte tampoco se vive tan bien como nos cuentan), las poblaciones del sur y en este caso la de la Campania ven en la Camorra la única alternativa posible para poder sobrevivir. De ahí, desde niños se aprenden los códigos de la violencia como opresión, de la jerarquía, de la ciega obediencia al Capo, del dinero fácil. En la canción "Int'o Rione" ("en el barrio") del grupo napolitano Co'Sang -que toca en la BSO de la serie-, podemos escuchar la frase “los chiquillos se hacen hombres con los bolsillos llenos”, que explica bien cuál es la referencia de los jóvenes en los barrios de la periferia. De hecho, es un honor poder entrar en el sistema. Hasta Danielino, chaval del barrio que trabajaba a los 16 años en un taller de motos, decide abandonar su trabajo mal pagado para empezar a transportar armas y drogas para la familia Savastano (bajo el mando de Ciro, otro gran coprotagonista de la serie) y ganarse en solo treinta minutos mil euros. Se empieza así: chavales de 12 o 13 años que no van al instituto, que se quedan en el barrio sin perspectiva alguna, arrancan como atalaya, después como transportista, pasando por las plazas de venta de droga hasta llegar finalmente a ser parte de los hombres que gestionan a los demás y que están cerca del Boss (el jefe de la familia). Esto da una identidad nueva a la gente en que reconocerse, una identidad que les hace sentir orgullosos, algo que les da un grupo al que pertenecer y que antes no tenían.

    En un momento de la serie de fuerte tensión entre los dos clanes, uno de los hombres que desde hace más tiempo trabaja en la familia de los Savastano afirma que una de las cosas en las que todas las familias han estado siempre de acuerdo es que lo único que importa es el dinero. Ese objetivo es el más importante y nunca hay que traicionarlo. La perfecta compatibilidad entre la filosofía del capitalismo y la de la Camorra y cómo ambas se retroalimenten resulta bastante evidente.

    Aún más. Si vemos que lo más importante es el dinero, lo que menos cuenta es la vida humana. El conflicto llega y se sitúa en un nivel tan alto que las muertes no se cuentan ya, simplemente son una guarnición constante de las actividades camorristas. Este aspecto se evidencia muy bien con la muerte de Manu, chavala de 15 años y novia de Danielino, cuya única culpa era supuestamente saber dónde se había refugiado el chaval, que se había metido en un buen lío engañado por el mismísimo Ciro.

    LA CAMORRA: ¿UN FENÓMENO LOCAL?
    Al contrario. Es verdad que el epicentro de las decisiones y de los conflictos más importantes se desarrollan “en casa”, pero las cosas van más allá y la Camorra no podría desarrollar tal volumen de negocios sin relaciones internacionales con otros agentes, legales o no. Las actividades económicas de Salvatore Conte en Barcelona, tras escapar a Catalunya después de que los Savastano mataron a la madre, nos enseñan la enorme ramificación que la Camorra tiene en la Península Ibérica. La inversión en el ladrillo, el control de las rutas de la droga que pasan por España, la influencia en ayuntamientos (en este caso, catalanes)... son prácticas que demuestran cómo la Camorra, y las mafias en general, tienen una articulación internacional, hecha de alianzas y guerras, de acuerdos y rupturas. Vemos una Camorra que es capaz de aprovechar sus alianzas para desarrollar sus actividades fuera de su territorio de origen, una organización capaz de incidir y rentabilizar las grandes inversiones y financiaciones en territorios lejos de la Campania.

    FALTA DE RELEVO
    Otro aspecto interesante reside en la figura de Genny, el hijo del Boss Savastano. Un chaval de 20 años que vive de forma infantil su pertenencia al clan. Una enorme responsabilidad en manos de un joven poco preparado que tendrá que tomar el poder tras la encarcelación del padre. La falta de relevo resulta un problema muy grave para una familia que quiere mantener su dominio territorial cuando su Boss es recluido en prisión. Un problema que atañe a toda una nueva generación de chavales, y que se hará patente cuando Genny cree su grupo de gente “de confianza”: pandillas de chavales que no siguen las reglas históricas de la Camorra, como el respeto y la jerarquía dentro de la familia. Genny, tras su viaje a Honduras, para intentar conseguir hashish a mejores precios que los de Conte (que aunque lejos de su tierra controla el tráfico de drogas hacia Nápoles), cambiará radicalmente, pero no será suficiente. Su voluntad de dominar completamente y de forma exclusiva todo tipo de comercio ilegal en la ciudad y en la provincia será la causa de su derrota.

    HANNA MAGNA' TUTTE QUANTE ("todos tienen que comer...")
    Esta frase de Salvatore Conte nos señala las visiones “antagónicas” de los dos clanes en torno a cómo gestionar el poder. Si bajo el dominio del patriarca de los Savastano, se había alcanzado un equilibrio de poder entre varias familias (“cada uno manda en su casa”), con Genny cambiará todo. Su voluntad de dominio choca radicalmente con el orden construido por el padre y sus aliados. Conte, por el contrario, sabe que es imposible en esta fase conseguir una hegemonía total, y apuesta por una alianza horizontal que permita a todos mandar en sus casas. Porque al final, como hemos ya dicho, es el dinero lo que es fundamental y las guerras entre las familias no incrementan los beneficios: ralentizan los comercios, atraen más policía, dificultan los movimientos, facilitan la represión. El mismo Conte dirá sabiamente que lo que permite mandar no es sólo la fuerza, sino la capacidad de usar el cerebro. Una verdad dura como puños.

    ¿Y LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y POPULARES DE NÁPOLES?
    Este es uno de los pocos elementos que faltan en un relato tan atento como el de "Gomorra". Pero no es casual. Sólo por un momento se puede notar en la serie una mínima presencia de estos movimientos cuando en Las Velas (edificios de VPO construidos en una zona del barrio de Scampia, llamada 167), Ciro pregunta por el jaleo que se oye desde fuera, pero nada más. Una única cosa ha querido subrayarse con esta escena: que los movimientos populares en general (aunque hay excepciones) no están bien vistos por la Camorra, ya que llaman la atención en estos territorios, dificultando el trapicheo e incrementando la presencia policial. De hecho, para la Camorra no tienen sentido las organizaciones populares, el pensar colectivo y el empoderamiento del pueblo. No sólo es peligroso para el dominio de los clanes tener un pueblo consciente de sus problemas y organizado, sino también porque el uso habitual es que si tienes un problema, no montes jaleo, ven a hablar con el Boss que todo irá bien, el Boss es el único de quien te puedes fiar, ¿por qué juntarte con otros pobres que no tienen ningún poder? En otras palabras: la Camorra resuelve todos tus problemas, el Estado está ausente.

Ficha técnica


Reparto:


Idioma original: Napolitano (con adaptación al italiano).





PRIMERA TEMPORADA: WEB-DL 1080p Dual (VO/VE) - MKV (HEVC-AC3) [26.8 Gb] (fuente)





SEGUNDA TEMPORADA: WEB-DL 1080p Dual (VO/VE) - MKV (HEVC-AC3) [26.7 Gb] (fuente)





TERCERA TEMPORADA: WEB-DL 1080p Dual (VO/VE) - MKV (HEVC-AC3) [25.4 Gb] (fuente)





CUARTA TEMPORADA: WEB-DL 1080p Dual (VO/VE) - MKV (HEVC-AC3) [24.4 Gb] (fuente)





QUINTA TEMPORADA: WEB-DL 1080p Dual (VO/VE) - MKV (HEVC-AC3) [16 Gb] (fuente)





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NotaPublicado: Mié Mar 25, 2015 4:02 pm
por zeistarandal
Nacho Carretero, en "Gomorra, la serie: retrato de la Nápoles de la Camorra", en Jot Down, el 7 de octubre de 2014, escribió:

Una escena de "Gomorra, la serie". Fotografía: Emanuela Scarpa / Betafilms.


De Nápoles se ha escrito tanto que el personaje amenaza con devorar a la persona. No es que se haya exagerado —muchas veces sí—, es que hubo un tiempo en el que se hicieron tantas crónicas, artículos y entradas de blogs sobre Nápoles y ‘O Sistema (más conocido como la Camorra), que por el barrio de Secondigliano se empezaron a ver coches de frikis cámara en mano para retratar lo que habían visto por la tele. El fenómeno lo conocen bien los vecinos de Corleone, en Sicilia.

Culpa —o mérito— de tal atracción la tuvo el omnipresente Roberto Saviano, que hipotecó su vida para contarnos en un libro bestial llamado Gomorra qué ocurría en Nápoles. Y no solo qué ocurría con la Camorra, sino cómo la Camorra es parte —o motivo— de un paisaje mucho más completo y asombroso: cómo en la tercera ciudad del noveno país del mundo (por PIB según el FMI) hay barrios donde apenas entra la policía, donde la basura se acumula en las calles, los clanes venden droga en los edificios sometiendo a los vecinos, o donde tres niños sin casco van en moto por una avenida. Hay una parte del libro de Saviano en la que el periodista habla de los gritos y lamentos de los familiares de los camorristas asesinados cuando llegan a la escena del crimen. Es casi como un ritual de dolor especificado: cada vez que aparece un camorrista baleado, los allegados en la escena gritan, maldicen, se agarran y desvanecen, protagonizan tremebundas muestras de dolor. Y Saviano lo analiza con frialdad, como una parte más de la estética napolitana. Hay hasta un estilo camorrista para afrontar la muerte en público. Muestra clara de que el asunto ni mucho menos es un tema puramente criminal: se trata de un acontecimiento sociocultural.

Este acontecimiento descrito con maestría por Saviano (quien, por cierto, fue condenado a muerte por la Camorra y desde entonces su vida transcurre entre escoltas y secretismo: él mismo ha dicho que ojalá no hubiera escrito el libro), este acontecimiento, decíamos, atrajo el foco mediático: durante los años 2004 y siguientes los amantes de este fenómeno disfrutamos de un grifo abierto de noticias, reportajes, documentales, libros y hasta de una versión de Gomorra llevada al cine por Matteo Garrone con notable resultado. Coincidió esta época, además, con la guerra entre los scissionisti («secesionistas») y el clan Di Lauro. La llamada faida di Scampia («guerra de Scampia») tuvo lugar en el barrio del mismo nombre y entre 2004 y 2005 dejó un muerto al día en el norte de Nápoles (imaginen tal media en, por ejemplo, Valencia o Sevilla). Lo que comenzó como una guerra interna entre el clan y los separatistas se extendió pronto a otros grupos y salpicó de balas todo el norte de la ciudad. Fue entonces cuando salió el libro de Saviano y el fenómeno Camorra se desparramó. Por cierto, Saviano, una vez desbordado por el éxito, repitió lo que los periodistas locales napolitanos ya sabían: que no había contado nada nuevo, que todo lo relatado en el libro ya había sido publicado o contado por periódicos, informativos y radios napolitanas en los últimos años. Gomorra no es más (ni menos) que una magnífica recopilación ordenada y embellecida de todo ese torrente de información. Una recopilación de apabullante éxito que desembocó en lo temido: el clan de los Casaleses (una especie de corleoneses de la Campania, una mafia local del pueblo de Casale di Principe, en la colindante provincia de Caserta cuyo boss, Francesco Barbato, fue detenido en 2010) amenazó al escritor.

De hecho, en toda Italia hay, a día de hoy, cincuenta periodistas amenazados por las distintas mafias del país. Y las amenazas de la mafia no caducan. El propio Saviano explicó en una entrevista la historia de un viejo periodista napolitano amenazado por la Camorra que tuvo que huir a Estados Unidos. Regresó muchos años después, ya anciano, para morir en su ciudad natal. El segundo día tras su vuelta recibió un balazo en la cabeza. La mafia perdona pero no olvida, y esas cosas.


Roberto Saviano. Fotografía: International Journalism Festival (CC).


La amenaza a Saviano fue el culmen de la atención que acaparó la Camorra. Así, tras el libro, llegó la película. Y tras la película, llega ahora la serie. La Sexta está emitiendo desde hace unas semanas la primera temporada de "Gomorra, la serie", supervisada al detalle por Roberto Saviano y basada en su libro, claro. Basada, pues, en la mencionada guerra entre clanes. "Gomorra, la serie" es, sobre todo, un ejercicio magistral de retrato de la Camorra y de Nápoles. Sobre la mafia hace una disección sin prisas. Cada capítulo se centra en un detalle del funcionamiento de ‘O Sistema. Es una tesis doctoral servida en bandeja para degustar por el espectador. Sobre Nápoles —en concreto su periferia— el dibujo es igualmente realista. La serie nos permite descubrir con asombro cómo es y qué sucede en los barrios de la —incidir para comprender la dimensión— tercera ciudad del noveno país del mundo.


El paisaje de la periferia napolitana

"Gomorra, la serie" (desde ahora solo "Gomorra", si me permiten) refleja con trabajado realismo el paisaje que ofrece la periferia norte de Nápoles. Ya lo había conseguido la película y ahora se repite en televisión. La trama de la primera y de momento única temporada emitida, se desarrolla, sobre todo, en los barrios de Secondigliano y Scampia, al norte de la ciudad, pegados al aeropuerto. Son barrios que hace unos pocos años padecían un abandono institucional y estatal asombroso y que hoy intentan dejar atrás tal condición. Pese a ello, todavía las carreteras están mal asfaltadas, la basura se acumula por todos los rincones, la hierba crece salvaje en las medianas, las paradas de buses están rotas y las paredes y muros invadidos de pintadas. El retrato final que ofrece la serie es, simplemente, un reflejo de la realidad de esta zona. De hecho, la serie está filmada en estos barrios, igual que lo estuvo la película. Matteo Garrone, el director del film, no tuvo problema en admitir que se vio obligado a dialogar con los clanes locales para que le dejaran grabar. Los capos debían leer antes el guion y no pocas veces se pasaban por el set de rodaje para echar un vistazo. Con la serie no ha pasado lo mismo ya que Secondigliano y Scampia están sometidos a una renovada atención gubernamental desde que Saviano puso el grito en el cielo. Eso no quiere decir que la Camorra no siga ahí —sigue, claro que sí— sino que hace menos ruido.

La serie se adentra por el contrario poco en el centro de la ciudad, donde el paisaje es igualmente particular. Un paseo por Nápoles implica congelarse en el tiempo: ropa colgada de una fachada a otra en estrechas calles, mercadillos en cualquier rincón, señoras que descuelgan desde el balcón un cesto atado a una cuerda para subir el pan… Nápoles parece aislado del ritmo del progreso. Lo que sí nos muestra son los pueblos y aldeas de la Campania dejados de la mano de Dios, algo de lo que ya hablaba el libro de Saviano: decenas de núcleos urbanos abandonados o casi abandonados por obra y gracia de la Camorra, que asfixió a sus habitantes hasta la ruina. La serie ofrece un muestrario completo de fábricas, naves industriales y polígonos a los que no se acerca nadie y donde hay impunidad para esconder armas, organizar un tiroteo o torturar a un secuestrado. Decorados muy alejados del romanticismo con el que el cine y la televisión suelen presentar a la mafia.


Territorio camorrista


Una escena de "Gomorra, la serie". Fotografía: Emanuela Scarpa / Betafilms.


Efectivamente, el progreso que imprime el Estado italiano al norte del país no alcanza de la misma forma a la Campania, que se ha visto sometida en consecuencia al contraestado de la Camorra. La mafia gestiona los servicios, infraestructuras y mercado laboral de cada barrio y municipio, generando una infraestructura alternativa a la oficial. Si se llama ‘O Sistema es por algo: es una casi completa estructura alternativa. Solo dos de los noventa y cinco ayuntamientos que conforman la región de Campania no han sido intervenidos nunca por estar controlados por la Camorra. La serie refleja este manejo territorial de los clanes, desde la compra de políticos hasta el despacho de drogas: los clanes hacen suyos edificios enteros (monstruos arquitectónicos de los años setenta que conforman los barrios dormitorio de la periferia) bloqueando los accesos y sometiendo a los vecinos a horarios de entrada y salida. El epicentro de la serie es el edificio que ha sido y es símbolo de este control de los barrios por parte de la Camorra: le vele («las velas»). Le vele son tres mamotretos de edificios en el barrio de Scampia que recuerdan vagamente a barcos en cuyo interior se pierden las cámaras de "Gomorra". Muestran los apretujados apartamentos y el abandono de las instalaciones. El control aquí es de la Camorra, que esconde arsenales, vende drogas y practica tiro al blanco. Los clanes tienen toda una red de control, desde los jefes que supervisan las operaciones hasta los niños y vecinos que avisan de la llegada de la policía. Cuando los carabinieri decidieron entrar en le vele en el año 2005 para acabar con la guerra de los secesionistas, se toparon con una resistencia inaudita. El clan contaba con varios búnkers, pasadizos y un muestrario de defensa que incluía un bazuka. Insisto: se trata de un edificio de un barrio de Nápoles. La serie también refleja el otro lado de la moneda: las grandes mansiones de los capos de los clanes. Lo curioso es que estas mansiones están situadas en los mismos barrios, de modo que en medio de los bloques y colmenas de Scampia se esconde una mansión amurallada con todos los lujos propiedad del capo. Los planos que la serie hace de algunas de estas mansiones no tienen desperdicio.


El jefe es el boss

Hay una palabra en italiano con magnífica sonoridad para un hispanohablante: capo. Significa jefe. Y en España se usa mucho para referirse a los jefes de la mafia; se le dice capo casi como un préstamo léxico. Paradójicamente los italianos, a los capos de las mafias, les llaman en inglés: boss. El boss de cada clan napolitano es también el jefe del barrio más allá de la criminalidad. En algunos casos, como los barrios donde se desarrolla "Gomorra", de forma escandalosa. Los vecinos acuden a los boss para solicitar ayuda, como se refleja en varios capítulos de la primera temporada, cuando Doña Inma recorre las calles de Scampia prometiendo ayuda y puestos de trabajo. Al final —por pura cercanía— muchos de esos vecinos desconfían de la oficialidad y optan por la Camorra. En ese mismo capítulo la llegada de los carabinieri para una redada acaba con los vecinos del barrio lanzando todo tipo de objetos a los agentes, a quienes también les llueven insultos. Cuando la mafia se adentra en la realidad social, entonces se hace muchísimo más difícil de extirpar. Los clanes, claro, también organizan las fiestas y procesiones de cada barrio y su poder es tal que contratan a los artistas de moda, algo que también se ve reflejado en "Gomorra". Falta ver si en sucesivas temporadas tocarán el tema del fútbol, donde el SSC Napoli, el equipo de la ciudad —y sus ultras—también tienen —o tuvieron— una relación muy estrecha con la Camorra. Cuentan que Maradona, nada más llegar al Vesubio, fue agasajado con un Ferrari cortesía de uno de los boss de la ciudad.


Ser camorrista mola

Una de las cosas que con más empeño trata de explicar Saviano en la serie —tal y como hizo en el libro—, es la dimensión social de la Camorra. No es un grupo criminal ajeno al día a día de su entorno, como ya hemos explicado. Es, sin embargo, una consecuencia del entorno. Ser camorrista «mola» entre cierto segmento de la chavalería napolitana. Los niños de Scampia o Secondigliano —y esto es algo que refleja muy bien "Gomorra"— juegan a ser camorristas cuando todavía se sacan los mocos. Y poco después ya son vigilantes, encargados de dar una voz si se acerca la policía. El siguiente paso es ser mensajero y de ahí al clan. La serie nos permite ver un caso paradigmático: el de Daniellino, que trabaja en un taller con quince años, pero que no se resiste a levantarse mil euros por llevar un paquete en moto a otro barrio. Mil euros por treinta minutos de trabajo. Los clanes reclutan chavales con la facilidad con la que se reparten caramelos. Esto alcanza a la estética: hay estereotipos a imitar y que se repiten. El perfil del chaval de la periferia napolitana carne de cañón de la Camorra se refleja perfecto en "Gomorra": chándal, pendientes y joyas de brillantes, grandes motos y navajas automáticas. La forma de hablar, el acento y los gestos también cuentan. También forman todo un submundo, una cuasi cultura underground camorrista que se perpetúa cada generación. Los diálogos de "Gomorra" reflejan al detalle esto: el estilo, los sonidos, la gesticulación. La serie hace una radiografía de la escena urbana napolitana.


Una escena de "Gomorra, la serie". Fotografía: Emanuela Scarpa / Betafilms.



Atmósfera ‘nnapulitana’

Como de la estética individual, "Gomorra" también hace un reflejo sublime de la colectiva, esto es, la atmósfera. Pecando de esnob es obligatorio ver la serie en versión original (La Sexta la emite doblada) para saborear esta atmósfera al completo. Para, al fin y al cabo, disfrutar enteramente de la serie. Verla doblada —esto puede ser opinable, claro— hace que la serie pierda tanto, tanto, que puede llegar a convertirse en otra, en un thriller del montón sin mayor recorrido. Escuchar la serie en napolitano es recibir todos los ítems de los que estamos hablando: el acento, los códigos, los gritos que recorren el barrio cuando se acerca la policía o hay un tiroteo. Casi el cien por cien de las escenas son en napolitano, el dialecto de la Campania, por lo que incluso en Italia se ofrece la posibilidad de verla subtitulada. La puesta en escena se completa con la fiel reproducción de muchos rituales y hábitos camorristas: no falta la obsesión por las motos de gran cilindrada, la ausencia del uso del casco y el catolicismo exacerbado arraigado en el sur de Italia. Imágenes de la Madonna (la Virgen) por todos los rincones o la obsesión por las coronas funerarias: los muertos de la Camorra miden su impronta según el tamaño de la corona que reciba su tumba. El asunto de las coronas, que la serie también trata, es todo un mundo.


España, un barrio más de Nápoles

La serie reproduce —con las licencias de guion correspondientes— la guerra que tuvo lugar entre 2004 y 2005 llamada faida di Scampia, de la que hablábamos al principio. El nombre del clan protagonista es ficticio, los Savastano, pero muchos nombres sí coinciden con intención. El hijo del boss en la serie se llama Gennaro Savastano (Genny) y en la realidad el delfín del boss Paolo Di Lauro se llamaba Gennaro (Genny) «McKay». Por cierto, Saviano cuenta en el libro que Genny —el real— tuvo un día que beberse un vaso de orina de Di Lauro para demostrarle su fidelidad, algo que también sucede en uno de los capítulos de la serie. Otra de las realidades que se reflejan en "Gomorra" y que nos toca más de cerca es la presencia —masiva— de la Camorra en Cataluña y el Levante español. Parte de la primera temporada se desarrolla en Barcelona (donde, por cierto, se escucha hablar más catalán que en cualquier serie española que se desarrolle en la Ciudad Condal) reflejando algo en lo que Saviano ha insistido, e insiste, hasta la saciedad: que la mafia napolitana está asentada desde hace años en España y que aquí vive con comodidad. La serie deja ver cómo controlan hoteles, casinos y empresas con total impunidad. Basta decir que, en la realidad, los secesionistas de la guerra de Scampia terminaron formando el clan de los españoles, por la cantidad de ellos que se asentaron en las tranquilas aguas de nuestro Mediterráneo.

En realidad la serie refleja decenas de detalles más del fenómeno de la Camorra. Se trata de un estudio en profundidad de un asunto apasionante que, por si fuera poco, se ha guionizado y llevado a la ficción de una forma sublime, dando como resultado —de momento y a la espera de la segunda temporada— una serie apasionante. La serie de ‘O Sistema.


Una escena de "Gomorra, la serie". Fotografía: Emanuela Scarpa / Betafilms.

Re: Gomorra. La serie (Stefano Sollima et al., 2014)

NotaPublicado: Lun Feb 13, 2017 2:36 am
por eliochileno
gracias

NotaPublicado: Dom Mar 10, 2024 6:10 pm
por comité
Actualizado.