Days of hope (1975) es uno de los proyectos más largos y elaborados de
Ken Loach, producido por Tony Garnett para la BBC y escrito por Jim Allen. Se trata de una epopeya social en cuatro capítulos que pretendía nada menos que contar la historia política de la clase trabajadora desde 1916 hasta 1926, es decir, desde la Primera Guerra Mundial hasta la Huelga General. Sin embargo, Loach, Allen y Garnett no pretendían que
Days of hope fuera otro drama de ambientación histórica de los que produce la BBC -que es una experta en ese campo- y cuya aceptación popular les ha convertido en ingredientes indispensables de la programación. “No queremos dar una conferencia sobre el pasado ilustrada con imágenes”, dijo Allen en el 'Radio Times' de 6-9-1975, “no nos movemos en el terreno de la nostalgia costumbrista”. A su vez, Garnett afirmó que “nuestro principal motivo para visitar el pasado no es escapar del presente: visitamos el pasado para extraer lecciones de él. La Historia es contemporánea”. En el mismo artículo, Loach, trazando una comparación entre
Days of hope y una gran novela histórica, al estilo de las de Tolstoi, afirmaba:
“La visión tradicional es que Inglaterra ha sido siempre una sociedad pacífica y estable en la que la violencia es una aberración de adolescentes inmaduros. Queríamos demostrar que Inglaterra está formada sobre un pasado violento del que se ha eliminado la discrepancia por la fuerza. Queríamos tomar las vidas de los personajes individuales y ver cómo encajaban en el cuadro general de los acontecimientos. La Historia, después de todo, no es un puñado de polvo, sino que está hecha por gente de carne y hueso”.
Days of hope, por consiguiente, presenta una visión de la historia inglesa que difiere de la que convencionalmente se suele ofrecer en los libros de texto escolares o en las obras de televisión. De esta forma penetra en el terreno de la “historiografía”, un verdadero campo de minas en el que se debate y se polemiza sobre la verdadera naturaleza de la Historia. En el contexto del Reino Unido, hay que tener presente la obra pionera de Christopher Hill sobre el período de
Cromwell, las investigaciones de
E.P. Thompson sobre la formación de la clase trabajadora en Inglaterra y los trabajos de investigadores vinculados a los Grupos de Debate Histórico. Todos ellos han intentado, por caminos distintos, escribir la Historia “desde abajo” y, concretamente, sacar a la luz las luchas de la clase obrera en épocas pasadas a fin de proporcionar modelos para la lucha actual. En un contexto más amplio, la historiografía enlaza con el debate sobre la “memoria popular” iniciado por
Michel Foucault, un debate que en el ámbito cinematográfico halló cauce de expresión en las críticas vertidas en 'Cahiers du Cinéma' contra la moda retro y, sobre todo, en la película
Lacombe Lucien de Louis Malle.
A la hora de considerar
Days of hope, su representación de las luchas políticas del pasado y la importancia de éstas para los tiempos en que la serie se produjo y se exhibió, es esencial comprender que el comienzo de la década de los 70 fue una época de creciente agitación laboral. No es de extrañar que el debate entre gobierno y sindicatos se hiciera mucho más enconado cuando los conservadores llegaron al poder, en 1970, determinados a someter a los sindicatos. Hubo una serie de conflictos laborales, entre los que destacaron los de los mineros en 1972 y 1973-1974; este último condujo a la caída del gobierno conservador, que luego fue brutalmente vengado por el thatcherismo en 1984-1985. En el seno de la propia izquierda se abrió un amplio debate sobre si el instrumento más eficaz para el poder de la clase obrera era la reforma o la revolución, y sobre si la forma más eficaz de acción política era la actividad parlamentaria o la extraparlamentaria. Tal es imprescindible contexto de
Days of hope, que ayuda a comprender por qué la serie causó una polémica tan grande.
Que
Days of hope aspiraba a causar una repercusión directa en su tiempo se desprende claramente de los comentarios de Loach, Allen y Garnett en el ya mencionado artículo de 'Radio Times':
“Durante muchos años quisimos hacer algo sobre los años de entreguerras, ya que en ellos sucedieron muchas cosas que se están volviendo a dar hoy en día: las grandes crisis del capital, la militancia sindical, una clase media amenazada, etc. El período comprendido entre 1916 y 1926 parecía el más adecuado, puesto que ambos umbrales cronológicos representaban claros hitos históricos: el alistamiento obligatorio para la guerra en 1916 y la Huelga General de 1926. Y entre medias estaba la actuación del ejército en Irlanda, los llamados 'Black and Tans' -la policía británica en este país-, las huelgas de los mineros y los cierres patronales, la enorme incertidumbre sobre la libra esterlina, etc. Lo curioso es que la mayoría de las personas de este país no saben practicamente nada sobre los últimos cincuenta años, por lo que no comprenden que lo que sucede hoy ya ha pasado antes. Sus conocimientos proceden fundamentalmente de los textos escolares que se ocupan de lo que hicieron algunos políticos hace mucho tiempo, o bien se originan en el mito y las representaciones románticas. Fue una gran batalla implicar a millones de personas corrientes: una batalla que en su mayor parte se libró a puerta cerrada. Nosotros queríamos abrir algunas de estas puertas, levantar algunas piedras para ver que había debajo”.
Loach, Allen y Garnett escogieron la conocida fórmula televisiva de la saga familiar, pero en esta ocasión con la diferencia de que las ideas políticas se van planteando a través de las circunstancias cambiantes de la familia a lo largo de una década.(...) Los cuatro episodios están repletos de secuencias memorables. Allen piensa que en el cuarto episodio se ciñó demasiado a la evidencia documental, pero temían que le pillaran en algún error histórico, el tipo de actitud quisquillosa que desgraciadamente arruinó el debate sobre
Days of hope en la televisión, en la prensa diaria y en la sección de cartas de los lectores de la revista 'Radio times'. Todo ellos sirvió para distraer convenientemente la atención del sentido de la serie, si es que no se invalidaba el análisis político de la obra porque se había detectado un pequeño error en el diseño de un uniforme.
Loach y Allen ofrecen una visión alternativa de las comúnmente difundidas sobre el fracaso de la Huelga General, una visión claramente trotskista -sobre todo desde la perspectiva de Ben-, lo que por cierto recuerda que
Trotski se refirió a la “traidora liquidación de la Huelga General” en Gran Bretaña en su libro 'La revolución traicionada'. Ben y Sarah son los vehículos de sentido de la obra: revolucionarios los dos, representan a la clase obrera que ha sido traicionada por sus líderes y por socialdemócratas como Philip, incapaz de comprender el alcance potencial de la huelga. Apenas puede sorprendernos que
Days of hope provocase en la derecha un ataque de apoplejía. Tal es así que 'The Daily Telegraph' llegó a dedicar a la serie su columna editorial de 25-9-1975. Bajo el titular "La historia en la B.B.C.", se expresaba una queja indignada:
"Entre los responsables de los dramas y programas 'serios' de la BBC no se da una conspiración de izquierdas. Se da algo más insidioso: un consenso de izquierdas. De ahí que el profesional medio (o la profesional media) de los actuales medios de comunicación sería incapaz de comprender qué objeción se le podría hacer a
Days of hope, la serie de cuatro capítulos que emite la BBC-1 sobre lo que presuntamente es una familia británica representativa del período 1916-1926. En la BBC dan por sentado que se trata de un hogar típico de aquellos años. Uno de los hijos es un objetor de conciencia que es llamado a filas y sufre un tratamiento brutal; el otro es un patriota voluntario que (como es natural) se hace comunista; y así sucesivamente. Lo que en la BBC considerán la típica conversación familiar de aquellos días, se reproduce con fidelidad en forma de debates celebrados en torno a la chimenea sobre cómo se puede derrotar a la burguesía. Y no se dejan a un lado las opiniones de derechas, puesto que uno de los muchachos se convierte en socialdemócrata y defensor de la eliminación del capitalismo por medio de la legislación y no por medio de la acción violenta. Así pues, hay espacio para todas las opiniones políticas consideradas respetables por nuestra televisión estatal.
En tales circunstancias, ¿quién necesita una conspiración? En efecto, parece no importar que, durante el período del que se ocupa la serie, muchos ciudadanos británicos tuvieran buenas razones para encontrar a conservadores y liberales preferibles a los comunistas, para considerar a Jorge V un tipo decente después de todo, y para negar por millones su apoyo a la Huelga General de 1926, el acontecimiento con el que sin duda la serie llegará la próxima semana a su vulgar punto final. No es éste un alegato a favor de que se "censuren" las opiniones izquierdistas, sino a favor de que se termine con una situación en la que éstas se constituyen en la filosofía política dominante emitida desde un servicio estatal semimonopolístico. En una entrevista que en 1996 publicó, como no podía ser menos, 'The morning star', el Sr Garnett, uno de los creadores de esta serie, decía aspirar al "realismo". La única cosa "real" que se puede decir sobre su trabajo es que es pura propaganda".
Por último, tal vez se pueda añadir que el escándalo organizado en torno a
Days of hope no fue nada comparado con el que provocó la obra de Alan Bleasdale
The monocleed mutineer (1986), que también se atrevia a cuestionar ciertas ideas incuestionables sobre el comportamiento del ejército británico durante la Primera Guerra Mundial. En cuantro días se publicaron no menos de seis editoriales en distintos periodicos, la mayoría de ellos hostiles, lo que demuestra la seriedad con que se guarda en Inglaterra la "versión oficial" de la historia, y también hasta qué punto la televisión desempeña un papel clave en la vida nacional.