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Aelita (Yákov Protazánov, 1924)

NotaPublicado: Dom Dic 11, 2011 11:58 pm
por Haller
Aelita
Аэлита
Yákov Protazánov (URSS, 1924) [110 min]

Portada
IMDb
(wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    [fuente] Basada en una novela escrita en 1922 por el conde Alexei Tolstoi, pariente lejano de Leo Tolstoi, "Aelita" se convertiría de inmediato en la producción soviética más importante y costosa de la década de los 20. Tolstoi presentaba a Aelita, Reina de Marte, como una monarca sometida por su dictatorial padre que lanza una llamada de socorro a la Tierra. Losi, el ingeniero a cargo de la Estación de Radio de Moscú, descifra el misterioso mensaje – "Anta... Odeli... Uta..." - y, junto con el revolucionario Gusev, emprende un viaje a Marte con la nave que ha construido. Losi y Gusev ayudan a Aelita a derrocar al tirano, pero ella erige su propio régimen totalitario…

Comentario personal:


Cybermarcoteórico, en "Utopía y colapso en la ciencia ficción climática rusa del siglo XX", en Instagram, el 19 de febrero de 2022, escribió:Tecno-utopismo.
Idealización cosmista.
Ciborgización del humanismo ilustrado.
Utopía inorgánica, pura, igualitaria.
El sujeto soviético como modelo poshumano.

Salvador Sainz, en "Cine y propaganda (9), la revolución cotidiana", en Diario de Cine, el 17 de febrero de 2017, escribió:Adaptación de una novela del conde Alekséi Konstantínovich Tolstói (autor de la famosa novela de vampiros Los Wurdalak, que Mario Bava y Boris Karloff recrearon en la espléndida Las tres caras del miedo), pariente lejano de León Tolstoi. Aelita, la reina de Marte, harta de vivir sometida a su despótico padre, lanza una llamada de socorro a la Tierra.

Se introduce en la trama elementos como la realidad de la época, siete años antes había tenido lugar la Revolución de Octubre que hizo temblar al mundo entero. Las películas sobre este periodo suelen ser apologéticas, no obstante no lo es "Aelita", porque se centra en los diversos avatares de la transición de una economía capitalista a una comunista con toda su problemática, como la nostalgia del pasado en aquellos ciudadanos que han perdido todos sus privilegios y que ven morir la sociedad en la que se sentían cómodos. Un tema para la época espinoso. Problemas como la corrupción, el mercado negro, el estraperlo y el acaparamiento de alimentos u otras necesidades están presentes en esta osada cinta, que es mejor de lo que uno se espera.

Una parte de la cinta nos lleva a un mundo imaginario, el planeta Marte, cuya original puesta en escena inspiró a Fritz Lang su famoso "Metrópolis", así como a casi todas las películas que muestras sociedades distópicas. Al fin y al cabo la sociedad marciana no es más que un sueño, como es habitual en muchas obras del género fantástico como Oz o el País de las Maravillas. Pero ese choque de temáticas, la real y la fantástica, con la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Marcianas, es explosiva. La película en su día fue incomprendida y no gustó a las nuevas autoridades soviéticas, que exigían apologías a la Revolución y no mostrar sus consecuencias positivas y negativas.

En definitiva un título más interesante de lo que parece, que podemos disfrutar en la actualidad gracias a esforzados cinéfilos restauradores cuya labor es digna de encomio.

    Otras referencias
    - Tomás Fernández Valentí: "Aelita, de Yakov Protazanov", en Dirigido por, nº 372, noviembre de 2007 (compartido por bruce banner).

Ficha técnica


Reparto:


Idioma original: Muda [intertítulos en ruso].





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Re: Aelita (Yákov Protazánov, 1924)

NotaPublicado: Mié Ago 03, 2022 9:12 pm
por Duarte
Pablo Herranz, en "Bienvenido a Utopía. La ciencia-ficción de Europa del Este", en Nosferatu. Revista de cine, nº 34-35, págs. 82-84, 2001, escribió:Cuando la Revolución era joven, lógicamente la ciencia-ficción so­viética estaba influida por la retó­rica del Partido, como es el caso de "Aelita" ("Aelita"; Jacob A. Prota­zanov, 1924), la película más im­portante del periodo silente por sus costes de producción y por haber dejado una impronta en el devenir del género. Sus diseños del reino de Marte serían una pau­ta para el cine de ciencia-ficción venidero, que asociaría, sobre todo hasta la eclosión que supusieron los años 50, los movimien­tos artísticos de vanguardia con la representación del futuro -una fi­losofía seguida muy de cerca por filmes como "Metrópolis" ("Metro­polis", 1926), "Una fantasía del porvenir" ("Just Imagine", 1930) o "La vida futura" ("Things to Come", 1936)-. Estrenada en Moscú el 25 de octubre de 1924, dos años y medio antes que la en algunos as­pectos similar Metrópolis, el film soviético podía presentarse como un alarde de la industria cinemato­gráfica y de la incipiente revolu­ción socialista. El director mosco­vita Jacob Protazanov había sido uno de los más relevantes de la Rusia zarista, habiéndose dedica­do a dramas o cintas históricas como "Voina i mir" ("Guerra y paz", 1915). Al igual que otros tantos cineastas, emigró a París en 1917, al parecer impelido por la censura, volviendo de inmediato con el triunfo de la Revolución y dirigiendo un texto de Lev Tolstói hasta entonces prohibido en "Otets Sergii" ("El padre Sergio", 1918). Proseguiría su carrera a caballo entre Rusia y Francia, siendo no obstante "Aelita" su tra­bajo más recordado. La novela en que estaba basada, obra de Alexei Nikolayevich Tolstoi, pariente le­jano de León Tolstoi, creía facti­ble un viaje a Marte en tan sólo nueve horas, emprendido por el ingeniero Loss y el soldado Gus­sev a raíz de unas emisiones ra­diofónicas que Loss había desci­frado como mensajes del planeta rojo. Allí encontraban arañas gi­gantes y barcos que navegaban por los canales marcianos, cons­truidos por una adelantada civili­zación compuesta en realidad por descendientes de la Atlántida, que merced a un cataclismo espacial habían trocado su ubicación te­rrestre por la lejana Marte. Gus­sev advierte el clima de desidia e injusticia general y propaga entre la población su ideario marxista, sin que la revuelta llegue a consu­marse y obligando finalmente a los dos terráqueos a volver al pla­neta madre. Es precisamente la idea de la "vuelta al hogar" la que preside la novela a juicio de algu­nos historiadores, que han visto en la fantasiosa narración de Alexei Tolstoi una analogía de su exilio y de su retorno desde Berlín a su añorada y transformada pa­tria. La película, producida por los estudios Mezhrabprom, obvió los fragmentos más costosos e introdujo un cambio sustancial respecto del texto original: el viaje a Marte se descubría en última instancia como un sueño del protagonista. Esto, que en verdad es una salida de tono, no impide, pese a su discurrir un tanto erráti­co, que hasta la postrera revela­ción se viva el metraje con mode­rado interés. En su comienzo, el film alterna las consecuencias del enigmático mensaje, las intrigas palaciegas en Marte y el retrato de la vida en Rusia, que expone sin reparos la carestía de alimentos y denuncia con saña la nostalgia por los vicios pequeño-burgueses: la actitud de un tal Erlich, que invita a la mujer de Loss a una fiesta clandestina en la que los lacayos le despojan del abrigo; la mesa de antiguos potentados, que reme­moran opulentas celebraciones o suspiran por los servicios de un limpiabotas. Permeable a las mo­das, Protazanov utiliza el fundido encadenado en una misma se­cuencia, y subraya la vileza de los disidentes empleando el denomi­nado montaje antitético, mostran­do en primer lugar el calzado de charol de las clases pudientes y después, insertado en la acción a fin de provocar un constraste así como un posicionamiento ideoló­gico, las botas gastadas de los campesinos. Hasta el reino de Marte esculpido en aristas se des­plazan Loss, Gussev y un comisa­rio político que seguía la pista de Loss, ya que en un ataque de ce­los el ingeniero había asesinado a su mujer. La trama subsiguiente es de una desarmante ingenuidad: la reina marciana Aelita, que había observado a Loss por un potente telescopio, quería emular sus be­sos conyugales con un marciano, Gor, el señor de la energía, sin obtener más que un fría respuesta con la experiencia. Abandonados Loss y Aelita en sus intercambios amorosos, Gussev prenderá la lla­ma de la revolución socialista (¡en pleno Marte!, lo cual no deja de tener su gracia), adoptando Aelita el papel de cabecilla; tan sólo oca­sional, pues aspira a mantenerse en el trono. Tamaña traición hacia la clase obrera -las cadenas serán rotas, la hoz y el martillo serán fraguados por un herrero, en enésima muestra de imágenes simbó­licas- recibirá el castigo del cama­rada Loss, que despertará al ins­tante para convencerse de que es más perentorio un compromiso terrenal que una veleidosa empre­sa espacial.

La escenografía de Marte es la que la ha granjeado a Aelita su justa fama: largas escalinatas que a despecho de la linealidad y con su recorrido sinuoso llenan toda una estancia, puertas retráctiles que se recogen en un marco de innovadora forma geométrica, ar­botantes ciclópeos que se pierden en las alturas, las voluminosas piezas de las armaduras unidas por tiras de tela, los pantalones confeccionados con varillas, dis­cos de celofán para los regios sombreros. Sobre todos estos di­seños gravitan varias fuentes de inspiración: el constructivismo, que en su manifiesto de 1920 pro­pugnó el relevo de la estética de la escultura de masas por líneas y planos inscritos en el vacío; la abstracción extrema del suprema­tismo; o el modelo de ciudad so­cialista presentado en Moscú du­rante las celebraciones de Octu­bre por Alexander Vesnin y Lud­milla Popova. Entre los responsa­bles, Alexandra Exter, diseñadora de vestuario que se había labrado una reputación en el mundo escé­nico y cuyas inquietudes como dibujante daban fe de sus prefe­rencias vanguardistas, y la igual­mente destacable labor a cargo de los decorados de los prestigiados Sergei Kozlovski, Isaac Moisseye­vitch Rabinovich y Victor Simov. Rodada prácticamente en planos fijos -salvo contadísimas excep­ciones: correcciones de encuadre casi imperceptibles, justificadas por algún movimiento-, "Aelita" pasaría ipso facto a los anales del género por su irrepetible esceno­grafía, mientras que su argumen­to (que al año siguiente sería ho­menajeado por un cortometraje de animación dirigido por E. Komisa­renko y Y. Merkulov) envejecería a pasos agigantados. [...]

Re: Aelita (Yákov Protazánov, 1924)

NotaPublicado: Mié Ago 03, 2022 9:13 pm
por comité
Actualizado.