Saludos. No voy a poner el nombre del autor de estas citas (aunque no es difícil hallarlo pegando las citas en google), porque tiene muchos enemigos que lo acusan de reaccionario sin haber profundizado en absoluto en sus reflexiones. Así pues, prefiero debatir sobre sus ideas directamente. Este autor recoge gustosamente en su blog TODAS las críticas que recibe, a pecho descubierto (poca gente hace esto). Sin más..
..la mentalización en la verdad y en el bien, o en lo que alguien tenga por tal, no es menos repudiable que la inculcación de sus opuestos, ..
La verdad, si ha de triunfar, no ha de ser por ninguna forma de mentalización, adiestramiento o propaganda planeada, sino por su propia valía, intensidad y grandeza intrínsecas, es decir, por un acto de admisión razonada, soberano, libre y voluntario, acaecido en el interior de la conciencia individual.
La proliferación de revistas supuestamente radicales, hasta la guerra civil de 1936-1939, pone sobre la mesa la cuestión de sus contenidos, que es el primer y fundamental paso para enjuiciar el auténtico significado de tales productos culturales. Tomemos como caso particular la revista Estudios, aparecida en 1923 (cuando se llamó Generación Consciente) y extinguida en 1937, supuestamente por falta de papel a causa de la conflagración civil; llegando a tirar, en algunos de sus números, hasta 65.000 ejemplares. El propósito explícito de este semanario era contribuir a la "formación moral y cultural" del proletariado, con una orientación libertaria, aunque entendida de manera laxa. El análisis de sus contenidos argumentativos manifiesta que fue un vehículo para la transmisión de los componentes centrales de la cosmovisión oficial a las clases trabajadoras, en concreto del cientismo, el tecnicismo y el darwinismo, la fe en el progreso y la retórica anticlerical, la fábula sobre la felicidad, la mentalidad zoologista, hedonista, amoral y logrera típicamente burguesa, el neomalthusianismo, los tópicos liberales sobre el pasado y la historia, el culto neorreligioso por la razón así como el apego a los procedimientos racionalistas, especulativos o axiomático-deductivos y la adhesión a una concepción abstracta de la cultura concebida frívolamente como factor de emancipación; todo ello envuelto en una vaga retórica anticapitalista que a nada podía llevar, salvo a justificar la diaria lucha reivindicativa por mejores condiciones de vida y más altas cotas de consumo y bienestar egoísta. El problema número uno de los movimientos pretendidamente revolucionarios instituidos doctrinalmente en los años centrales del siglo XIX aparace en este caso con claridad: al no haber sido capaces de iniciar la realización de una ruptura dinámica con los fudamentos últimos de la concepción del mundo del orden liberal, estatal-capitalista, se condenaron a sí mismos a ser, en lo principal, simples medios de transmisión de esa concepción a las clases preteridas. Ello se expresó incluso de manera explícita, al marcarse tales publicaciones el propósito de llevar al pueblo unos saberes que se consideraban en gran medida ya elaborados, renunciando a lo más importante, la tarea de crear intelectualmente en lucha contra lo medular del ideario institucional en todas sus manifestaciones. La cuestión de los contenidos, de su falta de originalidad y su dependencia de lo producido por los aparatos de inculcación institucionales, da cuenta de la tragedia histórica de los proletarismos, hasta el día de hoy.