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SOBRINO, Jon

NotaPublicado: Lun Jun 07, 2010 11:10 am
por Duarte
Jon Sobrino

Portada
(wikipedia | dialnet | rebelión)


Introducción

Nacido en Barcelona el 27 de diciembre de 1938 durante la guerra civil en una familia vasca, entró en la orden católica de los jesuitas a los 18 años de edad. Viajó a El Salvador en 1957. Más tarde, cursó estudios de ingeniería en la universidad jesuita de San Luis, en los Estados Unidos, y teología en Fráncfort del Meno, Alemania. Volvió a El Salvador como profesor universitario de teología en la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas", que ayudó a fundar. Fue estrecho colaborador del arzobispo de San Salvador Óscar Romero, asesinado en 1980.

El 16 de noviembre de 1989, por encontrarse en Tailandia dictando una conferencia, Jon Sobrino escapó de ser asesinado en un ataque por agentes del estado salvadoreño en el cual seis de sus compañeros jesuitas (Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno, Ignacio Martín-Baró, Amando López y Joaquín López y López) y una mujer (Elba Ramos) y su hija menor de edad (Celina) murieron asesinados.

Prolífico autor, ha desarrollado su contribución en la cristología, eclesiología y espiritualidad de la liberación.

En 26 de noviembre de 2006, la Congregación para la Doctrina de la Fe emitió una Notificación aprobada por el Papa Benedicto XVI con el propósito de "llamar la atención acerca de ciertas proposiciones que no están en conformidad con la doctrina de la Iglesia presentes en las obras del P. Jon Sobrino. Tales proposiciones se refieren a cuestiones metodológicas y cristológicas. Sus obras cuestionadas son: Jesucristo liberador: lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret y La fe en Jesucristo: ensayo desde las víctimas. Básicamente la Congregación para la Doctrina de la Fe acusa a Jon Sobrino de falsear la figura del Jesús histórico al subrayar en demasía la humanidad de Cristo, ocultando su divinidad.

El 11 de marzo de 2007 el arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz dio a conocer la sanción de la Congregación para la Doctrina de la Fe, contra Sobrino, la cual implica la prohibición de enseñar en instituciones católicas -Sobrino es profesor de la Universidad Centroamericana de El Salvador- y el retiro del nihil obstat (visto bueno eclesial) a sus obras. Consecuentemente con la resolución de la Congregación de la Fe, las autoridades eclesiásiticas quedarían habilitadas para sancionar a Jon Sobrino con la prohibición de dar clases en centros eclesiales o de publicar libros sin permiso previo de la autoridad eclesiástica.

La amplitud de la obra de Sobrino y el impacto de la Teología de la Liberación hacen suponer que el debate sobre éstos y otros temas conectados permanece esencialmente abierto.





Ensayo





Artículos





Sobre J. Sobrino (artículos)





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NotaPublicado: Lun Ago 16, 2010 3:25 pm
por Duarte
fuentes: http://servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=213 y http://www.rebelion.org/noticia.php?id=49216


Jon Sobrino: compañero de tribulación



Leonardo Boff

Koinonia // 30 de marzo de 2007




Jon, amigo y hermano: La «notificación» de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex-Santo Oficio) condenando opiniones tuyas sobre Cristo porque no se ajustarían a la fe cristiana, me llenó de profunda tristeza. Vi funcionar contra ti el mismo método y la misma forma de argumentación usados contra mí con referencia a la doctrina sobre la Iglesia. El método es el del pastiche, que consiste en pinzar partes de frases y combinarlas con otras, creando así un sentido que ya no corresponde a lo que el autor ha escrito. O si no, distorsionan los textos de forma que el autor no se siente representado en ellos. Entiendo y apoyo tu decisión valiente: «no me siento en absoluto representado en el juicio global de la notificación; por eso no me parece honrado suscribirla. Además sería una falta de respeto a los teólogos que han leído mi obra y no han encontrado en ella errores doctrinales ni afirmaciones peligrosas».

De hecho, eminentes especialistas en el área analizaron, a petición tuya, tus obras: Sesboué de Francia, González Faus de España, Carlos Palacio de Brasil, entre otros. Todos fueron unánimes en reafirmar su ortodoxia. ¿Por qué no han contado esas opiniones? Esto nos hace sospechar que tu condenación ha sido solamente un pretexto para golpear una vez más a la teología de la liberación, comprometida con el pueblo crucificado, cosa que no agrada al Vaticano.

Pero lo que más me duele es que te escogieran precisamente a ti para este intento espurio. Tú eres un superviviente del martirio, cuando en noviembre de 1989 en El Salvador toda tu comunidad de seis jesuitas, junto con la empleada y su hija, fueron asesinados por elementos de las fuerzas armadas.

Habías ido a Tailandia a sustituirme en un curso que yo no podía atender, y así escapaste de ser también asesinado. Tu testimonio Los seis jesuitas mártires de El Salvador es una de las más bellas páginas de espiritualidad y de conmoción escritas en la Iglesia de América Latina. Te escogieron a ti, a quien considero el más profundo teólogo latinoamericano, el que mejor articula espiritualidad y teología, inserción en el pueblo crucificado y reflexión, el que (lo digo sinceramente) presenta en mayor grado las virtudes insignes que caracterizan la santidad. Separaron tu obra de tu vida doliente y amenazada, como si pudiesen separar el cuerpo del alma. Sólo autoridades «carnales» que perdieron todo sentido del Espíritu, como diría san Pablo, podrían perpetrar tamaña agresión.

Pero hay una razón más profunda. Tu teología incomoda a las autoridades religiosas que se asentaron sobre el poder sagrado y se han fosilizado en él. Tú siempre has insistido en que la Iglesia debe decir la verdad sobre la realidad, que en nuestro Continente es brutal para con los pobres porque los mata de hambre y de exclusión. Por eso la Iglesia aquí tiene que ser liberadora. Articular fe y justicia, teoría y praxis, y hacerse fundamentalmente Iglesia de los pobres y de los pueblos crucificados.

Bien dijo Don Óscar Romero, también asesinado en El Salvador, a quien tú tanto asesoraste: «Se mata a quien estorba». Tú participas en cierta forma de este destino. Sé que seguirás trabajando y escribiendo para que los crucificados puedan resucitar. En el fondo sé que te alegras en el Espíritu de poder participar un poco de la pasión del pueblo sufriente.

Compañeros de tribulación, entendemos que el servicio último no es a la Iglesia, sino en la Iglesia a Dios, a las personas, especialmente a los pobres, que un día juzgarán si nuestra teología fue únicamente ortodoxa y no ortopráctica, que es la que realmente sirve a la liberación.