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CASALDÀLIGA, Pedro (1928-2020)

Libros, autores, cómics, publicaciones, colecciones...
Pedro Casaldàliga

Portada
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Introducción

En MCN Biografías se escribió:Misionero claretiano español, nacido el 16 de febrero de 1928 en Balsareny (Barcelona), que destaca como uno de los principales representantes de la Iglesia renovadora del Concilio Vaticano II.

Tras estudiar en el seminario de Vich, fue ordenado sacerdote de la Orden de los Misioneros del Corazón de María en 1952. Desarrolló su acción pastoral en núcleos de emigrantes del sur de España, y en barrios suburbanos de Barcelona, Sabadell y Madrid. Entre 1960 y 1961 fue misionero en Guinea Ecuatorial. A su regreso a España dirigió en Madrid, durante cuatro años, la revista de religión y cultura Iris.

En 1968 marchó como misionero al Matto Grosso (Brasil), con una acción pastoral en defensa de las tribus indígenas, y de los trabajadores sin tierra y campesinos pobres. En 1971 fue ordenado obispo de la diócesis de São Félix de Araguaia (Matto Grosso), un extenso territorio de más de 150.000 km2, pero con apenas cien mil habitantes.

Por su acción pastoral en favor de los pobres e indígenas sufrió diversos atentados y amenazas de muerte y algunos de sus colaboradores fueron asesinados. Sin embargo, Casaldáliga siempre se negó a cerrar la puerta de su casa con llave: "si me quieren matar, pueden hacerlo en cualquier momento". Fue tildado de comunista, y los gobiernos militares intentaron expulsarle del país en cinco ocasiones.

Fue amonestado por el Vaticano cuando en 1985 viajó a Nicaragua para solidarizarse con la huelga de hambre que mantenía el religioso Miguel D'Escoto. En 1989 fue nombrado candidato al Premio Nobel de la Paz, y nuevamente propuesto en 1991 y 1992. En 1993 fue designado candidato al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

En 2003, nada más cumplir 75 años, El Vaticano ordenó su relevo como obispo de São Félix y exigió su salida de la ciudad. Enfermo de Parkinson, diabetes e hipertensión, Casaldáliga se rebeló contra la decisión del Vaticano.

Es autor de algunos libros de poemas que unen la religión con la lucha de los pobres, escritos en español, catalán y portugués. Entre ellos, destacan Antología de los olvidados, Cantigas menores, A cuia de Gedeón (El cáliz de Gedeón), la colección Yo creo en la justicia y la esperanza, y La muerte que da sentido a mi credo (1976). Fruto de su viaje a Nicaragua es el libro publicado en 1986 Nicaragua: Combate y Profecía.

Frei Betto escribió:En 2003, al cumplir 75 años, Casaldáliga presentó su renuncia a la prelatura, como exige el Vaticano a todos los obispos, excepto al de Roma, el papa. Sólo ahora, en 2005, el Vaticano le nombró un sucesor. Antes, sin embargo, le envió a un obispo que, en nombre de Roma, le pidió que se alejase de la prelatura, de modo que no obstaculizara al nuevo prelado. A Don Pedro no le gustó la advertencia y, coherente con su esfuerzo de hacer más democrático y transparente el proceso de selección de los obispos, rehusó aceptarla. El nuevo obispo, fray Leonardo Ulrico Steiner, puso fin a la situación al declarar que don Pedro es bienvenido a São Félix».





Bibliografía compilada (fuente)





Ensayo





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Nota Lun Nov 03, 2008 10:20 pm
Recursos de apoyo


En "Casaldáliga, en el río de la vida", el 29 de abril de 2005, en RTVE, se escribió:Hace dos años tenía que haberse jubilado y puso su diócesis a disposición del Vaticano. Pero su relevo no era fácil. Por fin, este fin de semana Pedro Casaldáliga dejará de ser obispo de San Félix, en la Amazonía brasileña, aunque permanecerá en la región para seguir luchando contra la injusticia y por los derechos de los campesinos. Así se lo ha expresado a un equipo de Informe Semanal que ha visitado a una de las voces más destacadas de la teología de la liberación, una corriente tan recordada estos días tras la elección de uno de sus principales perseguidores, Joseph Ratzinger, como nuevo Pontífice de la Iglesia Católica.

Javier Pérez de Albéniz, en "El descodificador", en El Mundo, el 2 de mayo de 2005, escribió:"Informe Semanal" (TVE1, sábado 21.35), que incluyó un magnífico reportaje dedicado a Pedro Casaldáliga, obispo catalán en la amazonía brasileña.

Este religioso, que llegó a Sao Feliz de Araguaira en 1968 como misionero, fue ordenado obispo cuatro años después, y lo primero que hizo fue cambiar el báculo por un remo, la mitra por un gorro campesino y el anillo de obispo por uno que llevaba un indígena. Sus ideas estaban claras: quería acabar con el latifundio y poner la tierra en manos de los campesinos.

Se enfrentó a los terratenientes, a las autoridades brasileñas y a los pistoleros que han intentado asesinarle. Velaba por las almas de los hombres, pero también por sus derechos.

En el reportaje, imprescindible en estos tiempos de boato vaticano, Casaldáliga viste camisa de cuadros, disfruta de una mirada serena y de un discurso para el siglo XXI. Piensa que Estados Unidos es la plataforma del imperialismo neoliberal que domina el mundo, que no se puede cambiar la sangre por petróleo, que el mundo es injusto con África, que la única forma de evitar la violencia en nuestras casas ricas es solucionar la pobreza de los vecinos pobres... "Más tarde o más temprano, los pobres asaltarán los bancos", dice entre temblores causados por el parkinson y la malaria.

Una historia magnífica la de este hombre sabio, contada de forma precisa y brillante dentro de un espacio ya clásico. Un reportaje perfecto tanto para la causa indígena como para una religión que, como dice Casaldáliga, "necesita limpiar la mente de los católicos del papismo, dejar que lo que es absoluto sea absoluto, y lo relativo, relativo". Amén.

Entrevista

Nota Mar Nov 04, 2008 1:36 am
fuente: http://www.elpais.com/articulo/cataluna ... cat_20/Tes


Entrevista con Pedro Casaldáliga

"No va a triunfar el capitalismo, no puede triunfar"



El País // 4 de agosto de 2000


    CONVERSACIÓN CON PERE CASALDÀLIGA. En el año 2003, cuando se jubile como obispo de São Félix de Araguaia (Brasil), Pere Casaldàliga quiere irse a Angola. Desde que en 1971 fue nombrado obispo, este catalán, uno de los llamados teólogos de la Liberación, ha dedicado su vida a defender los derechos de los indios y pobres. Dentro de unos meses será nombrado doctor honoris causa por la Universidad de São Paulo. Ha sido amenazado de muerte por los militares y los terratenientes, pero nadie ha podido callarle. El pasado julio, Maria Lluïsa Oliveres, viuda de Alfonso Carlos Comín, y presidenta de la Fundación Comín, mantuvo con él una conversación, un extracto de la cual se ofrece a continuación.



Maria Lluïsa Oliveres. ¿Se puede seguir insistiendo en hablar de descubrimiento?

Pere Casaldàliga. No se trata de un descubrimiento sino de un encubrimiento, de una conquista, de una invasión. El indio guaraní que se encontró con el Papa en la primera visita del pontífice a Brasil le dijo en Manaos abiertamente: "El Brasil no fue descubierto, fue invadido, fue robado". El indio vaticinó que dentro de poco él sería también sacrificado como otros de sus compañeros, asesinados a lo largo de este siglo. De hecho, poco tiempo después fue asesinado por el latifundio. Los indios han repetido que no hay nada que celebrar, incluso ni siquiera que conmemorar, como mucho memorar.


M. O. ¿Cómo se celebra pues una invasión?

P. C. El Gobierno de Brasil, el de Portugal, y los intereses turísticos hacen todo lo posible por celebrar los 500 años. El movimiento popular, sobre todo el famoso movimiento que empezó con ocasión de los otros 500 años de 1992, ha hecho mucho hincapié en una conmemoración alternativa para purificar la memoria recordando la verdad, reivindicando los derechos mayores de estos pueblos raíz, como son los pueblos indígenas y el pueblo negro. Recordando que el imperio fue, siguió siendo, y es. La oligarquía fue, siguió siendo, y es. Me gusta subrayar este aspecto. Los sucesivos imperios nos han ido dominando en América Latina: un día fue la vieja España, ahora Estados Unidos, y más globalmente es el macroimperio neoliberal que nos domina.


M. O. Se han cumplido dos años de la muerte de Monseñor Gerardi, Obispo de Guatemala; ¿recuperar la memoria histórica puede costar la vida?

P. C. Él mismo lo anunciaba dos días antes de morir, y le costó la vida. Los poderes de la muerte se protegen siempre en la sombra, a veces con el anonimato, otras más descaradamente, se justifican como Pinochet. Gerardi, con su coraje y con su martirio, dio un gran testimonio. Guatemala aún está viviendo una situación tensa y difícil de pobreza y de violencia, pero ya no es aquélla ni lo será. En Guatemala hay hoy en día una conciencia indigenista que 30 años atrás no existía. No sólo en Guatemala sino en todo el continente, en el mismo Brasil, en Ecuador, en Perú, en Bolivia, en México..., de modo que esas varias revoluciones, esos levantes y esos martirios han producido memoria, conciencia, indignación y utopía.


M. O. ¿Cómo se vive la globalización desde América Latina, cómo gobernarla para no perjudicar más a los empobrecidos?

P. C. Se vive fatal en América Latina y en el mundo entero; yo recuerdo siempre que en última instancia la globalización neoliberal es el capitalismo llevado a su plena exageración.


M. O. Es el triunfo del capitalismo.

P. C. Un supuesto triunfo. No va a triunfar el capitalismo, no puede triunfar. Es imposible que triunfe la muerte, la exclusión, el dinero, aunque de momento se siente un poco holgado y sin el contrincante que en años anteriores tenía.


M. O. Triunfo quiere decir que unos han ganado a los otros, y en este sentido es un triunfo.

P. C. Sólo que hay otros y otras. Yo soy otro y no me siento derrotado, incluso creo que no ha sido derrotado el socialismo, más aún, que si no hay un tipo de socialismo, de socialización de la tierra, de la salud, de la educación, de las comunicaciones, nunca y en ningún lugar habrá democracia. La democracia exige algún tipo de socialización de esos bienes mayores, para impedir la acumulación y para impedir la exclusión. Ha sido derrotado lo que llamaban el socialismo real que no dejaba de ser una dictadura estatal.


M. O. El capitalismo ha sabido incorporar lo que le interesaba, integrándolo e instrumentalizándolo, para prolongar su vida.

P. C. Ha sabido integrarlo muy mal y el resultado está ahí. Además de un Tercer Mundo tenemos ahora un Cuarto Mundo. Antes hablamos de un primero, un segundo y un tercero; ahora hablamos sólo de un primero, un tercero y un Cuarto Mundo. Yo digo siempre que el capital clásico, queriendo o no queriendo, se veía obligado a discutir con el trabajo. El capital neoliberal prescinde del trabajo y de ahí el drama del desempleo.


M. O. Además hay otro triunfo del capitalismo: la clase obrera ha perdido combatividad, se ha desclasado, en cierto modo.

P. C. Más que la clase obrera, ha perdido combatividad el sindicato como han perdido combatividad el partido o los partidos. Pero por otra parte, si hoy esas mediaciones clásicas del pueblo que son los partidos y los sindicatos tienen menos vigencia, también es verdad que ha crecido la ciudadanía, han crecido los movimientos populares, la famosa señora sociedad civil, como dice con cariño y humor el subcomandante Marcos. Aunque ahí veo un cierto peligro también. La sociedad civil, la propia ciudadanía, el movimiento popular y las ONG pueden ser fácilmente cooptadas por el neoliberalismo globalizado, le sirven para lavarse las manos, para maquillar la macrodictadura neoliberal. Por eso creo cada vez más en el Estado. Se dejaba de creer en el Estado, por miedo al Estado totalitario. Pero yo creo cada vez más en el Estado como la representatividad pública de la sociedad. Si no hay un Estado relativamente fuerte no habrá una sociedad justa.


M. O. Es verdad que es muy importante que haya una conciencia cívica, que el ciudadano sepa que puede transformar la sociedad, pero los movimientos sociales no pueden sustituir a los partidos políticos porque no tienen poder de decisión política.

P. C. Y no pueden suplir los deberes del Estado. Son más espontáneos, menos estructurados y nunca tendrán la oficialidad que el Estado puede y debe tener. No habrá nunca una verdadera democracia que atienda la dignidad, los derechos y las oportunidades para todos, si no hay un Estado suficientemente fuerte, pero controlado por la sociedad. Un Estado con una sociedad fuerte que pueda impedir los totalitarismos estatales, o que los estados se vendan, como se venden nuestros estados al servicio del FMI, o del Banco Mundial. Hoy los países del Tercer Mundo no tenemos Constitución, la Constitución es el FMI. Vienen ese señor o esa señora sumamente antipáticos, con la carpeta negra debajo del brazo, y dicen: "Corten de la salud, de la educación, de las comunicaciones, planten soja y dejen de plantar arroz y frijol, porque a nosotros nos interesa la soja para los cerdos de Europa o los cerdos del Japón".


M. O. ¿No crees que las ONG a veces pueden ser otra forma de colonización y de control mucho más sutil y mucho más inteligente que la de los conquistadores?

P. C. Si las ONG vienen para descubrir, para colonizar, pueden venir para controlar; eso son nuevas conquistas y nuevos imperios aparentemente más democráticos y más humanistas, pero en última instancia imperios. Ahora, si vienen para conocer, entreayudarnos, aprender y enseñar simultáneamente, bien. Las políticas indigenistas en América Latina a lo largo de los 500 años han sido políticas de integración de los pueblos indígenas, querían absorber los pueblos indígenas para que dejasen de ser mayas, carajas, tapirapés o guaraníes y fueran simplemente, bolivianos, guatemaltecos o brasileños. Ahora, si en vez de ser sólo integración fuera interintegración, yo doy y recibo, tú me das y recibes, tú tienes tu identidad y yo tengo la mía, los dos en un tú a tú nos ponemos a dialogar, que no se trata de mantener a los pueblos indígenas cerrados sobre sí.


M. O. Graça Machel dice que la palabra ayuda la tenemos que borrar de nuestro vocabulario, que el que ayuda se sabe superior cuando llega y superior cuando se va.

P. C. Quizá la palabra sería intersolidaridad, nos ayudamos mutuamente. La palabra ayuda se presta demasiado a ser entendida como una donación inevitable económica, de quien tiene y a quien le sobra, para un pobrecito que no tiene. Incluso la misma solidaridad, si no se entiende en una línea de propiciar la igualdad, en la dignidad, igualdad en los derechos, igualdad en las oportunidades, no es solidaridad. Sólo habrá justicia, sólo habrá democracia cuando haya igualdad entre las personas y entre los pueblos.


M. O. Como dijo Ignacio Ellacuría: "Hay que ir a una civilización de la pobreza que se enfrente a la civilización de la riqueza".

P. C. Hay que repartir la tierra, la ciencia, la comunicación, acabar con las armas, transformar radicalmente la ONU, acabar con la OTAN y semejantes. Además, Europa podría dar ejemplo, prescindir un poco más de EE UU, y no arrodillarse delante de ellos cuando hay un problema en los Balcanes, o en el Golfo.


M. O. Pero es que EE UU ha ganado la guerra fría.

P. C. Pues ahora hay que ganar la guerra caliente: la de la conciencia de la participación, de la solidaridad, de la ética de la liberación. Contestar al FMI, al BM, impedir el AMI. No tolerar el G 7.


M. O. Algún cambio en la Iglesia no vendría mal. Se ha levantado una polémica por las declaraciones de la Conferencia Episcopal brasileña sobre los preservativos... ¿Tú qué opinas del tema?

P. C. Como dice Dom Paulo Evaristo Arns, primero la vida. En segundo lugar, la Iglesia debe distinguir cuándo habla para los católicos de cuándo lo hace para todas las personas. Yo estoy a favor de la fidelidad conyugal y de la castidad, pero volviendo a citar a Dom Paulo Evaristo, el condón es un mal menor cuando se trata de evitar la enfermedad y la muerte. Recordar que no es bueno tener un posicionamiento cerrado respecto al control artificial de la regulación de nacimientos, porque no se puede hacer una distinción tan taxativa entre lo que es natural y lo que es artificial. Y en última instancia recordar siempre la actitud de Jesús con los seropositivos de la época.

Son casi las 10 de la noche, estamos conversando en el patio interior de la casa. De pronto aparecen dos niñas de unos siete y nueve años. Una de ellas, dirigiéndose al obispo, sin más, le dice que necesita papel blanco para hacer un trabajo de la escuela. Casaldàliga les pregunta con toda naturalidad cuántas hojas necesitan. Dos, dice una de las niñas; seis, dice la otra, por si me equivoco... El obispo entra en la casa con las niñas y regresa diciendo que les ha dado cuatro hojas blancas a cada una.

Nota Mar Jun 01, 2010 9:21 pm
fuente: http://alainet.org/active/8702&lang=es


Don Pedro Casaldáliga, santo y héroe



Frei Betto

ALAI, América Latina en Movimiento // 13 de julio de 2005




El Brasil es un país de santos y héroes, aunque pocos alcancen reconocimiento público. Quizás sea efecto de nuestra baja autoestima, tan evidente que, hoy, induce al gobierno federal a promover una campaña publicitaria para que nuestro pueblo sienta orgullo de lo que es y de lo que hace.

Por siglos, de espaldas a América Latina, nos miramos en el espejo de los blancos europeos y norteamericanos. Lo que veíamos no era nuestro rostro indígena, negro, mestizo, sino la imagen paradigmática del colonizador convenciéndonos de que somos atrasados, feos, improductivos e inferiores. Por eso, nuestros abuelos anhelaban "purificarse" de esa fétida brasilidad contrayendo matrimonio con inmigrantes blancos, exterminando a pueblos indígenas en nombre de la civilización y manteniendo a los negros esclavos en un galerón y, después de la abolición de la esclavitud (1888), en la miseria y en la pobreza.

¿Cuántos blancos hay casados con negras? ¿Cuántos negros de las clases A y B casados con negras? Impedidas por el prejuicio y la pobreza de frecuentar la escuela, las negras sirven para trabajos domésticos, donde el látigo es sustituido, en general, por un salario ínfimo. Y las mestizas, identificadas con las mulas, tratadas de mulatas, se convirtieron en símbolo del hedonismo carnavalesco y de los atractivos turísticos orientados a la prostitución abundante y barata.

En Brasil mantuvimos el mayor período de esclavitud de las tres Américas (358 años) y todavía cerramos el proceso de la abolición con la exclusión de los negros libertos del derecho de acceso a la tierra, entregada a los colonos europeos que llegaron aquí empujados por el desempleo causado por la revolución industrial del siglo 19 y la acelerada urbanización del continente europeo.

Los pueblos indígenas, calculados en una población de 5 millones en el siglo 16 y reducidos hoy a 700 mil, fueron masacrados, desaldeizados, contaminados por las enfermedades de los blancos, por el aguardiente de los blancos, por la voracidad mercantil de los blancos, por la ambición de minerales y de maderas de los blancos. Expulsados de su ambiente natural y de los libros didácticos, se convirtieron en sinónimo de "primitivos" y "salvajes", no en el sentido de primeros habitantes de esas tierras o de moradores de la selva, sino de atrasados y brutales.

Restringida la nación a ser vagón de carga de primera clase, perdimos de vista a nuestros santos y héroes, aunque proliferen entre nosotros tantos artistas, atletas, intelectuales y también inventores como Santos Dumont. Sin embargo las cosas no existen a partir del momento en que las conocemos. No dependen, felizmente, de nuestra ignorancia. La realidad no es lo que pensamos de ella. Trasciende nuestras limitaciones.

No tan conocido como merece, hay un Brasil un santo y héroe: Pedro María Casaldáliga: Santo por su fidelidad radical (en el sentido etimológico de ir a las raíces) al Evangelio, y héroe por los riesgos de vida enfrentados y las adversidades sufridas.

Catalán de Barcelona, donde nació en 1928, el 16 de febrero, Casaldáliga ingresó en la Orden Claretiana, consagrada a las misiones, donde fue ordenado sacerdote en 1943. Impregnado de la espiritualidad de los Cursillos de Cristiandad, vino a Brasil y en 1968 recaló en la Amazonía. En 1971 lo nombraron obispo de una prelatura amazónica, a orillas del suntuoso río Araguaia: São Félix do Araguaia. Adoptó como lema principios que habrían de orientar literalmente su actividad pastoral: "No poseer nada, no llevar nada, no pedir nada, no callar nada y, sobre todo, no matar nada". En su dedo, como insignia episcopal, un anillo de tucum, que se hizo símbolo de la espiritualidad de los adeptos a la Teología de la Liberación.

São Félix es un municipio amazónico del Mato Grosso, situado frente a la isla del Bananal, en un área de 36,643 km2. En la década de 1970 la dictadura militar (1964 - 1985) amplió a sangre y fuego las fronteras agropecuarias del Brasil, devastando parte de la Amazonia y atrayendo hacia allá empresas latifundistas empeñadas en derribar árboles para abrir caminos a los rebaños bovinos. Casaldáliga, pastor de un pueblo sin rumbo y amenazado por el trabajo esclavo, tomó su defensa, chocando con los grandes terratenientes, con las empresas agropecuarias, mineras y madereras, con los políticos que, a cambio de apoyo financiero y votos, amparaban la degradación del medio ambiente y legalizaban la dilatación fundiaria sin exigir respeto a las leyes laborales.

Don Pedro ha sido blanco de innumerables amenazas de muerte. La más grave en 1976, en Ribeirão Bonito, el día 12 de octubre, fiesta de la patrona del Brasil, Nuestra Señora Aparecida. Al llegar a aquella localidad en compañía del misionero e indigenista jesuita João Bosco Penido Burnier, se enteraron de que en la delegación dos mujeres estaban siendo torturadas. Fueron hasta allí y entablaron una fuerte discusión con los policías militares. Cuando el padre Burnier amenazó con denunciar a las autoridades lo que allí ocurría, uno de los soldados lo abofeteó, le dio un puñetazo y a continuación un tiro en la nuca. En pocas horas el mártir de Ribeirão Bonito falleció. Nueve días después, el pueblo invadió la delegación, soltó a los presos, rompió todo, tiró las paredes y las quemó. En ese local se levanta ahora una iglesia.

Cinco veces reo en procesos de expulsión del Brasil, Casaldáliga vive en São Félix en una casa sencilla, sin otro aparato de seguridad que lo que le aseguran tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Calzando unas sandalias abiertas y una ropa tan vulgar como la de los peones que circulan por la ciudad, Casaldáliga amplía su irradiación apostólica a través de una intensa actividad literaria. Poeta renombrado, lleva el alma sintonizada con las grandes conquistas populares en la Patria Grande latinoamericana. Levanta su pluma y su voz en protestas contra el FMI, la ingerencia de la Casa Blanca en los países del continente, la defensa de la revolución cubana y, años atrás, en solidaridad con la revolución sandinista o para denunciar los crímenes de los militares de El Salvador y de Guatemala. Hoy le inquietan la demora del gobierno Lula en realizar la reforma agraria y el lastre de miseria y destrucción que el agronegocio deja en las tierras del Mato Grosso.

Don Pedro se convirtió también en pastor de los negros y de los indígenas, introduciendo sus riquezas culturales en las liturgias que celebra. En su prelatura viven los indios tapirapé, salvados de la extinción gracias a los cuidados tomados por el obispo.

Citado a las visitas periódicas (ad limina) que todos los obispos deben hacer al Vaticano para rendir cuentas, Casaldáliga faltó a varias, por considerar los gastos de viajes incompatibles con la pobreza de su gente. Entretanto, remitió a los papas cartas proféticas, exhortándolos a la opción por los pobres y al compromiso con la libertad de los oprimidos.

En cierta ocasión hizo un largo viaje a caballo para visitar la familia de un jornalero que se encontraba preso. Llegó sin previo aviso. Ante un plato de arroz blanco y otro de bananos, la hija mayor, apenada, se disculpó a la hora del almuerzo: "Si hubiéramos sabido que llegaba el señor obispo hubiéramos hecho otra comida". La pequeña Eva, de siete años, reaccionó: "¡Usted, obispo, no es mejor que nosotros!". Fue una buena lección que recordó siempre. Y que siempre practicó, evitando privilegios y regalías.

Fundador de la Comisión Pastoral de la Tierra y del Consejo Indigenista Misionero, Casaldáliga admite que la sabiduría popular ha sido su gran maestra. Le preguntó una vez a un peón qué esperaba él para sus hijos. El hombre respondió: "Sólo quiero más o menos para todos". Pedro guardó la lección, luchando por un mundo en que todos tengan derecho al "más o menos". Ni de más ni de menos.

En septiembre de 1985 viajé a Cuba con los hermanos y teólogos Leonardo y Clodovis Boff. Hablamos con Fidel que don Pedro se encontraba en Managua, participando de la Jornada de Oración por la Paz, y el líder cubano insistió para que lo llevásemos a La Habana. Tan pronto como desembarcó en la capital de Cuba, el 11 de septiembre, el obispo fue conducido directamente al gabinete de Fidel. Éste se mostraba interesado en la literatura sobre la Teología de la Liberación. Don Pedro observó con su fina ironía:

- Para la derecha es preferible tener al papa contra la Teología de la Liberación que a Fidel a favor.

Esa misma noche Casaldáliga pronunció un discurso en la apertura de un congreso mundial juvenil sobre la deuda externa:

- No es sólo inmoral cobrar la deuda externa, también es inmoral pagarla, porque, fatalmente, significará endeudar progresivamente a nuestros pueblos.

Al fijarse en que los zapatos del obispo estaban en pésimo estado, el secretario de Fidel le ofreció un par nuevo de botas.

- Dejo mis zapatos al Museo de la Revolución, saltó don Pedro.

Fuimos juntos para Nicaragua el día 13. Allí don Pedro participó en innumerables actos contra la agresión del gobierno de EE.UU. a la obra sandinista y bautizó al cuarto hijo de Daniel Ortega, Mauricio Facundo.

En su segundo viaje a Cuba, en febrero de 1999, Casaldáliga declaró en público, en Pinar del Río:

- El capitalismo es un pecado capital. El socialismo puede ser una virtud cardinal: somos hermanos y hermanas, la tierra es para todos y, como repetía Jesús de Nazaret, no se puede servir a dos señores, y el otro señor es precisamente el capital. Cuando el capital es neoliberal, de lucro omnímodo, de mercado total, de exclusión de inmensas mayorías, entonces el pecado capital es abiertamente mortal.

Y enfatizó: - No habrá paz en la Tierra, no habrá democracia que merezca rescatar este nombre profanado, si no hay socialización de la tierra en el campo y del suelo en la ciudad, de la salud y de la educación, de la comunicación y de la ciencia.

En el 2003, al cumplir 75 años, Casaldáliga presentó su renuncia a la prelatura, como exige el Vaticano a todos los obispos, excepto al de Roma, el papa. Sólo ahora, en el 2005, el Vaticano le nombró un sucesor. Antes, sin embargo, le envió a un obispo que, en nombre de Roma, le pidió que se alejase de la prelatura, de modo que no obstaculizara al nuevo prelado. A Don Pedro no le gustó la advertencia y, coherente con su esfuerzo de hacer más democrático y transparente el proceso de selección de los obispos, rehusó aceptarla. El nuevo obispo, fray Leonardo Ulrico Steiner, puso fin a la situación al declarar que don Pedro es bienvenido a São Félix.

Nota Mar Jun 01, 2010 9:21 pm
fuente: http://www.servicioskoinonia.org/Casald ... DeAmor.htm



Declaración de amor a la Revolución Total de Cuba




Pedro Casaldáliga

São Félix do Araguaia, MT, Brasil, febrero de 1999




Yo, obispo a la izquierda, poeta de camino, venido de otros mundos pero injertado en la Patria Grande como un brote mestizo de culturas y anhelos, misionero con una cierta vocación para evangelizar "macedonios", y claretiano de aquel que fue arzobispo de Santiago de Cuba, hago esta declaración, a veintitantos de febrero de 1999, esperando que termine menos mal este milenio, "deslumbrante y cruel", mientras la posmodernidad anda sin rumbo y quieren declararnos "cansada" la utopía.

Yo vengo de Brasil, que también es latinoamericano, del río Araguaia, frontera de luna y pájaros y luchas de la gran Amazonia. Vengo del Santuario de los Mártires de la Caminhada, donde se conserva viva la "memoria peligrosa" de toda la sangre derramada por la causa grande de la Liberación; y donde, por cierto, están presentes, ecuménicamente, los jóvenes cubanos Frank Pais y Antonio Echeberría.

"Declaración de amor" digo, no de odio ni de desprecio ni de indiferencia; porque -entre otras cosas para amar y para discutir y para corregir-, se trata de una revolución nuestra, de esta Patria Grande que es Nuestra América.

Es una declaración, en voz alta y a corazón abierto, para que se enteren las olas que van y vienen por el mar Caribe y los silencios expectantes de los Andes y los helados vidrios de Wall Street. Pero en parábola, para que no se entienda más de la cuenta, y para que los hermanos y hermanas que quieran lo entiendan desde el corazón y en la esperanza.

Acosada y acusada, la revolución debe seguir haciéndose, pero total. Y debe saber que un fracaso puede ser un fracaso procesual, un fragmento del gran fracaso pascual que termina en el triunfo de la Vida.

Los adjetivos a veces son sustantivamente calificativos, y por eso he dicho revolución "total". Las revoluciones, ya se sabe, pueden ser parciales, partidistas, inmediatistas quizá. En cristiano decimos -y creemos- que el Reino de Dios, que es la Revolución de Dios mismo, es "ya sí, pero todavía no". Total, además, ha de ser, porque la buena revolución que soñamos y que uno quiere para esta Cuba amada y para Nuestra América y para el mundo, es la revolución de las almas, la revolución de las relaciones, la revolución de las estructuras. Pero revolución, porque de reformas al estilo de las democracias formales, ya estamos más que cansados. Lo que queremos es "la dignidad plena del hombre (y de la mujer)", que diría "el apóstol" Martí; aquel "ejercicio íntegro" que él deseaba para su patria -y "que no corra peligro la libertad en el triunfo", advertía- y que él desea ahora -vivo en la piedra de la historia y en la gloria merecida-, para toda la "patria que es Humanidad" y para toda esta "América de la que somos hijos e hijas".

Cuanta sociología pueda proclamar y vivir esta humana tierra de la familia de Dios se reduce -¡casi nada!- a conjugar dialécticamente esas dos aspiraciones mayores de nuestras vidas y nuestros pueblos: la Libertad y la Justicia. Conjugar simultáneamente, como cantaba el poeta peruano, "la justicia y las rosas", y, añadamos, el viento, el Viento...

Para la fe de los seguidores y seguidoras de Jesús, toda la realización personal y toda la construcción de la Historia consiste en saber conjugar, en la dialéctica del Evangelio, el Mundo, el Reino, la Iglesia. (Esa Iglesia que es un misterio y una misión pero que es también una historia de santidades y de infidelidades y poderes y cegueras). El Reino -ya se sabe, y ¡cuánto mejor se debería saber!- es el sueño de Dios, la pasión de Jesús (según el Evangelio), "el destino de la raza humana" (según el teólogo de África del Sur), y "sólo el Reino es absoluto, todo lo demás es relativo" (según el papa Pablo VI). Y la Vida, cada vida, y la Historia, con todos sus procesos, son materia prima del Reino, bajo la acción amorosa del Espíritu de Dios.


El capitalismo es un pecado capital. El socialismo puede ser una virtud cardinal: somos iguales, somos hermanos y hermanas, la tierra es para todos y, como repetía Jesús de Nazaret, no se puede servir a dos señores, y el otro señor es precisamente el capital. Cuando el capital es neoliberal, de lucro omnímodo, de mercado total, de exclusión de las inmensas mayorías, ya el pecado capital es mortal abiertamente.

Socializar, distribuir como en familia, en la única sufrida, hermosa, humana familia de Dios. No habrá paz en la tierra, no habrá democracia que merezca recobrar este profanado nombre, si no hay una cierta socialización de la tierra del campo y del suelo de la ciudad, de la salud y de la educación, de la comunicación y la ciencia. Tú puedes tener si el otro puede tener también; pero tú no puedes tener acumulando, dejando al hermano desnudo. La propiedad privada es esencialmente inicua cuando es privatista y privadora. ¿Recuerdan ustedes el gesto aquel de la multiplicación de los panes y los peces? No fue un juego de magia, sino un acto de compartir. Pan hay para el mundo, para la humanidad entera, e incalculable pescado tiene el mar... El compartir será, evidentemente, en contra del programa del FMI y del BM y de las transnacionales y de los multimillonarios y muchas veces -quién sabe- quizás en contra de nuestro propio corazón posmodernamente egoísta.


Cuba viene pasando angustiadamente por un "período especial". Por un período muy especial pasa el mundo entero. A neoliberalismo tocan todos los bancos, todos los gobiernos, y muchos computadores. Cuba es una isla, cercada de mar por todas partes; cercada del mar del neoliberalismo también. ¡Ay Nicaragua Nicaragüita! ¡Pero sigamos, Zapata! ¡Hermanas y hermanos de la Patria Grande: no se cansen de soplar viento de utopía por las quenas maternas, no se cansen de darle a los tambores de la negra rebeldía! ¡Padres y Madres de la Patria Grande: los Juan Diego, Lempira, Las Casas, Tupac Amaru, Zumbí, Martí, Camilo Torres, Che Guevara, Doña Tingó, Romero, Margarida Maria Alves... y todos cuantos y cuantas a lo largo de los siglos de antes y después de la conquista, en la siempre Abya Yala fecunda, vienen dando su sabiduría y su canto, su lucha y su sangre, su resistencia y su esperanza!

Cuba es una isla, y una isla igualmente es un lugar desconectado del resto del mundo, que conectable con el mundo entero. "Que el mundo se abra a Cuba", pedía el papa; "y Cuba se abra al mundo"; que Cuba se abra a Cuba, que la Iglesia se abra al Pueblo, que el Estado se abra al Pueblo, que el Pueblo se abra al Pueblo; que todo se abra al Reino, que es la liberadora política de Dios...

No vamos a dar a nadie que se crea grande "la perla del Caribe", ni tampoco vamos a encerrarla en una concha. Cubanos, cubanas, hermanos del mundo, tan generosamente entregados a la salud, a la educación y a la liberación, más allá de las fronteras de la patria cubana: ¡vamos a seguir "internacionalizando el amor" -como quería el compa nica de Santa Clara-, globalizando la solidaridad, mundializando la utopía!


¿Qué hacemos, Señor, en este mundo neoliberal? ¿Qué haces Tú? ¡Que se te vea que eres siempre el Dios de los pobres! Que hagamos verte tal. Que la Iglesia, las Iglesias, la Iglesia de Jesús, ecuménicamente testigo del Crucificado Resucitado, sea libre, sí, pero para el servicio, coherente siempre con la opción de Jesús y con la fuerza de su Pascua. Ni plañideras ni cruzados. Nada de crispación militante, ni de un lado ni del otro, que de un solo pueblo se trata, y habría de tratarse de una misma tarea y una misma esperanza. Que la laicidad del Estado no tenga por qué ser irreligiosidad del Pueblo; ni el espacio de la Iglesia tenga que ser poder. Sea la Iglesia de Jesús luz, sal, fermento, como Él soñaba, humilde diakonía del Reino, una profecía que consuela al Pueblo y lo acompaña, que anuncia la Buena Noticia, que denuncia la mala noticia de toda Muerte, que no apaga la mecha de los logros y los ensueños, quizá casi apenas humeantes, y que nunca le hace el juego al enemigo mayor.

Dios no "ha entrado en La Habana", periodista Manolo, porque no ha salido nunca de La Habana, como no ha salido nunca de tu corazón que se declara ateo ni de otros corazones ateos más o menos. Dios antes, durante y después. Dentro. El, siempre mayor, Otro. Que nadie use sólo el manual ni nadie use sólo el catecismo. Que todos los lázaros de todos los rincones, sientan, igual que en El Rincón, cómo se hacen uno el san Lázaro obispo y el san Lázaro pueblo. Que la Iglesia y la Sociedad acojan la santería negra con el respeto que merece una presencia autóctona de Dios, del Dios de todos los nombres, más allá de toda prevención o de cualquier manipulación folclorista. Que todos los mandos sean siempre compañeros. (El Reino y la Revolución, "somos todos").

Que no se haga "sin", lo que se pueda hacer "con", porque la Iglesia no debe ser la suplencia de la Sociedad, una pretendida sociedad perfecta paralela. Y la suplencia, además, cuando necesaria, debe ser oportuna, provisional, autocrítica. Y que la sociedad civil no le haga el juego al apátrida mercado total desdeñando la misión del Estado, ya que donde no hay un Estado soberano y participativo acaba por no haber Sociedad. "Del fundamentalismo del Estado hemos pasado al fundamentalismo del Mercado", ha reconocido el propio boy-mayor del FMI, después de venir ayudando a descuartizar el Estado por ese nuevo fundamentalismo, y proclama ahora que "hay que reinventar el Estado".


La Caridad de El Cobre es la Virgen Mambisa, aliada de cimarrones excluidos, la pequeña gran liberadora, en la Sierra Maestra de las muchas liberaciones que Cuba ha peleado y que a todos nos toca pelear. Programa de liberación total es nuestro programa, compañeros y compañeras de camino. Que el hombre, y la mujer, sean totalmente nuevos, siempre añorado Che, en la medida que le cabe a nuestro barro todavía frágil, y "sin perder la ternura jamás", hermano. Que todos los derechos humanos sean armoniosamente vividos, sin ninguna pena de vida ni ninguna pena de muerte. Que toda Cuba sea un malecón abierto al mar y al cielo, sin castillos de miedo alguno ni hotelazos de lujo insultante (con miradores populares, eso sí, con restaurantes populares también, y las gaviotas del sueño y los niños del pueblo). Que el dólar no sea divino ni imprescindible: que sea simplemente la moneda de un país igual a los demás países del mundo humano. Que Miami sea sólo Miami, ni portaaviones ni paraíso iluso. Que los balseros lo sean sólo de aguas adentro de la libertad, de la patria, de la solidaridad. Que dialoguen -pero cubanamente siempre- Granma y Vitral. Que Cuba siga siendo este culto histórico país, "nudo de haz de islas", lleno de cubanos y cubanas (con turistas también, ¿por qué no?, pero no turistas del sexo, ni turistas del privilegio). Que la juventud no se ajinetee profanando la flor de su hermosura y el vigor de nuestro futuro. Que Cuba no sea nunca más un casino "made in". Que Cuba salve maduramente su identidad guajira latinoamericanacaribeñamente.

Antiimperialistas somos por la voluntad de Dios, que ha hecho a cada pueblo digno, libre e irrepetible -imagen colectiva suya, como cada persona es una imagen suya individual- y por eso exigimos, ante Dios y ante la Historia, que se acabe el bloqueo, crimen de lesa Cuba y de lesa Humanidad. Antiimperialistas somos, y por eso nos negamos, con Cuba, a pagar la Deuda Externa, que no es nuestra, sino de "ellos", y que ya hemos pagado con creces y que no permite a nuestros Pueblos cubrir las deudas sociales de la Vida y la Dignidad.


Viniendo a Cuba, en un vuelo de Cubana, nos dieron, Fidel, la revista de abordo Sol y son. En ella leía un artículo sobre Hemingway con la inevitable referencia a El viejo y el mar. Y, no sé por qué simpatía o inspiración, te sentía, y te siento, Fidel, un poco así: como El viejo y el mar, viejo de luchas y de años tú, y siendo el mar ese mar de nuestra vida, del proceso de Cuba, del futuro del Mundo. Y evocaba, viniendo a Cuba y sintiendo de antemano su sol y su son, algo de lo que te decía en aquella carta aniversario, del 10 de diciembre de 1996:

    "Fidel, a estas alturas de tu vida y la mía, y de la marcha de nuestros Pueblos y de las Iglesias más comprometidas con el Evangelio hecho vida e historia, tú y yo podemos muy bien ser al mismo tiempo creyentes y ateos. Ateos del dios del colonialismo y del imperialismo, del capital ególatra y de la exclusión y el hambre y la muerte para las mayorías, con un mundo dividido mortalmente en dos (¿dónde están el Este y el Oeste ante este Norte y Sur...?). Y creyentes, por otra parte, del Dios de la Vida y la Fraternidad universal, con un mundo humano único, en la dignidad respetada por igual de todas las personas y de todos los pueblos... Con esta fe -te decía y te digo- abrazo a todo el pueblo de Martí, en la esperanza de su victoria sobre el bloqueo inicuo, en la defensa de sus conquistas sociales, y en la consolidación de una democracia sin privilegiados ni excluidos, con Pan y con Espíritu, con Justicia y con Libertad; en la hermosa patria de la Isla y en toda la Patria Grande de Nuestra América".

Y decía, y tengo que decirlo de nuevo, por esta singular Declaración, que esperaba, con el suficiente buen humor necesario, "no escandalizar demasiado ni a la derecha ni a la izquierda".


Una declaración de amor a la Revolución Total ha de acabar necesariamente rezando... A la Caridad de El Cobre le rezo, pues, con todos los cubanos y cubanas:

Virgen de la Caridad,
mina de amor en El Cobre,
madre de toda orfandad
hermana del Pueblo pobre.
Cuba es tuya, eres nuestra,
desde la Sierra Maestra
a los confines del mar...
Y con tu gracia, Señora,
Cuba sabrá ser ahora
Patria, Justicia y Altar.



Amén ¡y aleluya, aun siendo cuaresma en la liturgia y en el Mundo, que hacia la Pascua, en todo caso, vamos!


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