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ZINN, Howard (1922-2010)

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ZINN, Howard (1922-2010)

Nota Lun Feb 01, 2010 8:31 pm


Introducción

Nueva York (EE.UU.), 24 de agosto de 1922 – Santa Mónica, California (EE.UU.), 27 de enero de 2010. Fue un historiador, politólogo y anarquista estadounidense. Sus planteamientos incorporaron ideas procedentes del marxismo, el anarquismo y el socialismo.

Nacido en el seno de una modesta familia de inmigrantes judíos, Zinn participó en la Segunda Guerra Mundial. A su regreso, estudió en la Universidad de Nueva York (NYU) y en la de Columbia, donde se doctoró en Historia.

Zinn debutó como profesor en 1956 con una plaza en Spelman College, una universidad para mujeres afroestadounidenses, en lo que era entonces la ciudad racialmente segregada de Atlanta. Allí participó en los inicios del movimiento de derechos civiles, alentado a sus estudiantes a participar en él. Fue despedido por insubordinación. En 1964 empezó a dar clases en la Universidad de Boston coincidiendo con el inicio del movimiento social en contra de la guerra de Vietnam, donde defendió la causa impartiendo clases, conferencias y simposios con los que, según recuerda la universidad, conseguía "llenos absolutos".

Es autor de La Guardia in Congress (1959); The Southern Mystique (1964); SNCC: The New Abolitionists (1964); New Deal Thought (editor) (1965); Vietnam: The Logic of Withdrawal (1967); Disobedience and Democracy (1968); The Politics of History (1970); The Pentagon Papers: Critical Essays (editor, con Noam Chomsky) (1972); Postwar America, 1973; Justice in Everyday Life (editor) (1974); Declarations of Independence: Cross-Examining American Ideology (1991); Failure to Quit: Reflections of an Optimistic Historian (1993); You Can't Be Neutral on a Moving Train (1994) y A People's History of the United States (1ª edición en 1980, ampliada en 2003, editada en castellano ese mismo año por la editorial Hiru como La otra historia de los Estados Unidos).





Bibliografía compilada (fuente | fuente)





Ensayo





Teatro





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Fallece Howard Zinn

Nota Lun Feb 01, 2010 8:32 pm
Tanalís Padilla (profesora de historia de Dartmouth College, autora de Rural resistence in the land of Zapata. The Jaramillista movement and the myth of the paz priista, 1940-1962, ed. Duke University Press), en "Howard Zinn, el imprescindible", en La Jornada, el 31 de enero de 2010, escribió:En un país donde la figura del intelectual público es casi inexistente, la muerte de Howard Zinn deja un hueco profundo. Desde su labor como historiador, su trabajo docente y su participación en luchas populares, Zinn estuvo siempre con los marginados. Como lo expresa el título de su autobiografía, No se puede ser neutral en un tren en movimiento, Zinn buscaba que sus alumnos pensaran críticamente, renunciaran a la comodidad del silencio y combatieran la injusticia donde quiera que la presenciaran. “Esto –reconoció– es una receta que trae problemas”.

En efecto, el rector de la Universidad de Boston, donde Zinn fue profesor, lo acusó de envenenar la academia. Extraño veneno éste de Zinn. No somos pocos quienes, inspirados por su obra La otra historia de Estados Unidos, decidimos ser historiadores. El texto continúa teniendo una inmensa popularidad entre los jóvenes y ha sido adoptado por maestros de preparatoria que reconocen en sus alumnos un hambre imposible de saciar con la historia oficial.

En La otra historia de Estados Unidos la colonización del territorio estadunidense es contada desde la experiencia de la población nativa, la elaboración de la Constitución a partir de la mira de los esclavos, la invasión a México desde el ejemplo de desertores del ejército estadunidense, la industrialización desde el punto de vista de trabajadoras textiles, la Primera Guerra Mundial desde una mirada socialista, la segunda gran guerra desde los pacifistas, la expansión imperial vista desde los pueblos latinoamericanos, la década de los años 70 a partir de la rebeldía de la población encarcelada y la inconformidad ante las acciones militares en Vietnam.

En las primeras páginas de este libro, Zinn desmitifica la noción de que el historiador es o puede ser objetivo. "El historiador ha sido formado en una sociedad en la cual la educación y el saber son concebidos como cuestiones técnicas y de excelencia y no como una herramienta dentro de la lucha de clases sociales, razas y naciones", escribió. El impacto del texto de Zinn fue monumental. La elegante sencillez de su redacción, permite que su tomo de casi 600 páginas sea leído con la facilidad e intriga de una novela. Así, tanto en su estilo como en su contenido, Zinn democratiza la educación y la historia.

Esta preocupación por socializar el conocimiento, lo llevó a escribir varias obras de teatro, incluyendo una sobre Carlos Marx. Zinn presenta a Marx como pocos lo conocen. Narró los momentos difíciles que vivió tratando de mantener a su familia (tres de sus hijos murieron) y sus propios actos de disidencia en Alemania, Francia e Inglaterra. Para examinar la forma en que defendería su propia teoría, Zinn elabora debates entre Marx y su mujer e hija. Ambas eran brillantes, afirma Zinn, así que las presentó cuestionando algunos de los pensamientos más sofisticados de Carlos Marx. Para representar las tensiones existentes entre el marxismo y el anarquismo, Zinn inventó un imaginario debate entre Marx y Bakunin.

De la misma manera, su obra Emma muestra la explotación que padeció Emma Goldman como joven obrera, su liderazgo en las luchas sindicales, su estancia en la cárcel, su pensamiento anarquista y la libertad sexual que vivió. En Hija de Venus, Zinn condena la guerra dentro de un contexto de conflicto familiar y generacional. Aquí la joven protagonista, hija de un biofísico involucrado en el diseño de armas nucleares, hace ver a su padre las devastadoras consecuencias de su trabajo. Estas obras han sido montadas por todo el país, desde las grandes universidades de California hasta las pequeñas granjas de Vermont.

Como un complemento a La otra historia de Estados Unidos, Zinn, junto con Anthony Arnove, reunió una serie de cartas, poemas, canciones y discursos de diversas figuras quienes históricamente han resistido con pequeños y grandes actos. Intitulado Voces de la otra historia de Estados Unidos, el volumen fue la base para el proyecto El pueblo habla, documental donde diversos actores famosos hacen lectura de estos textos rebeldes.

En una entrevista de radio, se le preguntó al historiador si había este tipo de héroes hoy día. Claro que sí, respondió Zinn y citó el ejemplo de Evann Orleck-Jetters, una niña de 12 años, hija de una pareja lesbiana. El año pasado, Evann dio su testimonio ante el Congreso estatal de Vermont cuando éste debatía la legalización del matrimonio gay. Al enterarse, Zinn la invitó a ser parte del elenco de El pueblo habla que estaba por presentarse como obra de teatro en Nueva York. "Zinn se mostró tan generoso y atento con esta pequeña que nunca había conocido", recuerda una de sus mamás, “que me impactó el absoluto contraste con la forma de ser de tantas ‘estrellas’ académicas.”

Zinn siempre mostró un gran respeto hacia los jóvenes. Quería aprender de su rebeldía.

En vez de lamentar un pasado –mítico o real– en que la izquierda era más fuerte, se preocupaba por continuar viejas y nutrir nuevas formas de resistencia. En vida y obra será este legado siempre capaz de florecer.

En primicia, la traducción de Marx en el Soho por moncadista.org.

[Editado por el comité de RBM para incluir los enlaces en el primer mensaje. Muchas gracias, compañero Duarte.]

moncadista, aquí, escribió:Howard Zinn, que fue un historiador estadounidense, escribió esta obra de teatro llamada Marx in Soho. Me la compré y como no he visto ninguna versión digital en español, pensé que era importante traducirla, y así lo he hecho.

La obra es un monólogo donde Marx vuelve al presente, pero en vez de llegar al Soho de Londres, lo mandan al de Nueva York. Está llena de humor e ironía, de actualidad e historia, de humanismo y esperanza, de crítica y libertad. Es la reivindicación del Marx humano, utópico. Es un grito contra las todas las tiranías, contra el uso de “su nombre en vano”.

Personalmente creo que en los tiempos de revuelta que vivimos puede ser un texto muy útil. Una obra de teatro para representar en las plazas de España y el mundo.

Tiene sólo 19 páginas, muy fáciles de leer, de imprimir y difundir. Las disfrutaréis. Os animo a que me mandéis sugerencias y correcciones. Todo lo que creáis que se puede decir de otra manera. No encuentro la versión digital en inglés.

Isidro López y Santiago Alba Rico, en "Howard Zinn. La tradición militante", en LDNM, nº 11, julio-agosto de 2004, escribió:Howard Zinn (Nueva York, 1923) es una figura crucial para comprender los movimientos de izquierdas estadounidenses del último medio siglo. Zinn nació en una familia de inmigrantes de clase obrera y participó como bombardero en la Segunda Guerra Mundial, donde pudo observar de primera mano los efectos de las primeras bombas de napalm. Tras la Guerra, cursó con éxito la carrera de historia y comenzó a enseñar en una universidad negra del sur de EE UU. No tardó en convertirse en una figura destacada del movimiento contra la segregación racial al tiempo que se incrementaba su prestigio académico como historiador, en especial, gracias a su celebérrima obra La otra historia de los EE UU. Ya en los años sesenta fue uno de los intelectuales más comprometidos en contra de la Guerra de Vietnam no sólo con sus escritos a favor de la desobediencia civil sino por su contribución activa a las movilizaciones. Tras más de treinta años dedicado a la enseñanza y la investigación, dejó la universidad y se dedicó plena y exitosamente a su carrera como dramaturgo, con obras como Emma o Marx en el Soho.


Pregunta: ¿Cómo comenzó su trayectoria como activista?

Respuesta: Cuando tenía dieciocho años, justo antes de la Segunda Guerra Mundial, comencé a trabajar en un astillero y, junto con otros compañeros, organizamos un sindicato de trabajadores jóvenes. Posteriormente, en el sur de Estados Unidos, participé en organizaciones en contra de la segregación racial. Guardo un excelente recuerdo de aquella lucha y otro tanto puedo decir del movimiento contra la guerra de Vietnam.


Pregunta: En alguna ocasión, ha dicho que el voto es una de las formas de participación política más débiles. En su opinión, ¿cuáles son las formas fuertes de participación política?

Respuesta: La forma más plena de acción política es lo que Martin Luther King Jr. llamaba «acción directa no-violenta». Es decir, actuar directamente sobre la fuente de opresión. Las huelgas son acción directa, las sentadas para forzar que un dueño de una tienda sirva a todo el mundo de la misma manera son acción directa. Un asunto distinto son las tareas intelectuales que se desarrollan dentro de un movimiento y que, en mi opinión, se pueden resumir en dos aspectos. Por un lado, la comprensión de estructuras y procesos sociales complejos para después explicarlas al público no militante de una manera clara y, por otro lado, la reflexión crítica sobre los propios movimientos. No obstante, estos dos aspectos nunca están perfectamente equilibrados. Por norma general se da más importancia a la comprensión de las estructuras sociales, la reflexión crítica sobre los movimientos suele quedar en un segundo plano.


Pregunta: Para, en sus propias palabras, «precipitar el cambio social», usted ha utilizado el análisis de los hechos históricos y la escritura de ficción. ¿Qué diferencias encuentra en el uso político de ambos medios?

Respuesta: Tanto la ficción como la historia pueden ser útiles políticamente. La ficción tiene la cualidad de prestar a las ideas una intensidad apasionada. En la ficción también se pueden imaginar otros mundos diferentes, cuando uno se ciñe a los datos no se puede permitir este tipo de imaginaciones. Por otra parte, al utilizar el arte con intenciones políticas siempre se corre el riesgo de incurrir en esquematismos. La mejor manera de evitarlo es buscar formas de expresión lo más humanas posibles, describir la realidad incluso si no se ajusta a lo que uno cree que debería ser y narrar a través de personajes y relaciones complejas.


Pregunta: Cuando habla de su implicación en la Segunda Guerra Mundial, suele decir que no era consciente de las atrocidades con las que estaba colaborando. ¿Cree usted que este es el caso de los soldados americanos en Irak?

Respuesta: En una situación militar es prácticamente imposible mantener una independencia de pensamiento que permita tomar la distancia suficiente para valorar moralmente lo que se está haciendo. Se está prisionero de un ambiente en el que se supone que sólo se debe obedecer órdenes. Es muy posible que en Irak los soldados estén cometiendo atrocidades sin valorarlas en términos morales.


Pregunta: ¿Cree que hay que hacer un trabajo político especial para introducir nuevos puntos de vista dentro del ejército americano?

Respuesta: Sí, es una labor importantísima. No es fácil pero es factible, como demuestra el hecho de que de vez en cuando hay quien se rebela contra las órdenes de sus superiores. Hay que tener en cuenta que el acceso a fuentes alternativas de información es muy difícil para los militares pero no imposible. Durante la guerra de Vietnam se distribuyeron periódicos antimilitaristas en las bases militares.


Pregunta: En su trabajo como historiador usted ha intentado demostrar que hay una continuidad en las situaciones de injusticia y violencia que el mundo ha sufrido en los últimos siglos y una repetición de las justificaciones que los poderosos dan a sus atrocidades. ¿Cuál es la razón de que la memoria política sea tan frágil en nuestras sociedades?

Respuesta: La memoria política es frágil porque necesita ser mantenida por el sistema educativo y los medios de comunicación, incluyendo las películas y la televisión. El pésimo trabajo de los medios cuando hablan de historia tiene unas consecuencias terribles. Y, sin embargo, creo que la buena acogida que ha tenido La otra historia de los Estados Unidos prueba que existe un amplio público interesado en recuperar esa memoria. Esto se vio de un modo particularmente intenso en los años sesenta, con el surgimiento de todos aquellos movimientos sociales. Había un vacío en la educación histórica americana y estos movimientos nos hicieron conscientes de ello y nos empujaron hacia un nuevo tipo de historia capaz de cubrir este hueco.


Pregunta: ¿Qué nos puede contar del proyecto de filmar La otra historia de los Estados Unidos?

Respuesta: Durante varios años, las grandes cadenas de televisión (Fox y HBO) estuvieron considerando la posibilidad de hacer una película basada en mi libro pero abandonaron la idea. Ahora hay un proyecto para hacer unas series documentales sobre el libro que tiene muchas más posibilidades de éxito. Es un proyecto sin ánimo de lucro hecho por gente que cree en la idea del libro mientras que la Fox pensaba sólo en los beneficios que la adaptación podía reportarles.


Pregunta: En sus artículos usted parece muy interesado en señalar que no hay ningún problema en sentirse americano y no estar en absoluto de acuerdo con el capitalismo y sus guerras. ¿Por qué tienen los estadounidenses tanto miedo a ser tachados de antiamericanos?

Respuesta: Porque les han engañado haciéndoles creer que ser americano significa apoyar al gobierno. No han aprendido el principio básico de la Declaración de Independencia de 1776, que dice que los gobiernos son artefactos creados por el pueblo para la consecución de la igualdad de derechos y de la libertad y para la búsqueda de la felicidad. Cuando los gobiernos no protegen estos derechos hay que expulsarlos. El sentimiento patriótico consiste en apoyar este principio democrático, no los edictos de un gobierno concreto. El gobierno y el país (su gente, sus ideales) no son lo mismo.





Howard Zinn en castellano

Nadie es neutral en un tren en marcha (Hiru, 2001)

Resulta francamente difícil encontrar una autobiografía en la que se describa en un tono tan encantador y lleno de modestia una vida tan virtuosa y repleta de logros. Zinn es la viva imagen del éxito, ya sea como encarnación del sueño americano -el hijo de unos emigrantes rusos que logra convertirse en un afamado profesor de universidad- o como abnegado militante respetado por sus compañeros. Y sin embargo, en su autobiografía, sus logros y sacrificios apenas son una excusa fugaz para tratar lo que de verdad le importa: la lucha, la batalla por la igualdad y en contra de la injusticia. Aún así, sus memorias están llenas de momentos emocionantes, divertidos o asombrosos como un piquete con Noam Chomsky por Washington o un vuelo a Vietnam del Norte en plena guerra para mediar en un intercambio de prisioneros.


La otra historia de los Estados Unidos (Hiru, 1999)

Un texto clave para entender las falsedades que encierra el imaginario (nunca mejor dicho) norteamericano y el modo en que los gobiernos de EE UU utilizan una versión tergiversada de la historia para justificar toda clase de atrocidades en medio mundo. Zinn repasa algunos episodios significativos de la historia de su país que la mitología oficial tiende a ocultar, desde Cristóbal Colón a Ronald Reagan. Pero, además, La otra historia de los EE UU pretende ser un depósito de utilidades intelectuales para los movimientos de izquierdas de todo el mundo: «Si la historia tiene que ser creativa -para así anticipar un posible futuro sin negar el pasado- debería, creo yo, centrarse en las nuevas posibilidades basándose en el descubrimiento de esos episodios olvidados del pasado en los que, aunque sólo sea en breves pinceladas, la gente mostró una capacidad para la resistencia, para la unidad y, ocasionalmente, para la victoria».


Marx en el Soho (Hiru, 2002)

Un error burocrático envía a Karl Marx al Soho de Nueva York, en vez de a su casa del Soho londinense. Marx se encuentra con un auditorio de norteamericanos del siglo XX ante el que no duda en volver a disipar la niebla de la ideología dominante. A Marx no le ha hecho ninguna gracia el estalinismo y, como era de suponer, no le gusta el capitalismo moderno, en el que ve una confirmación de sus pronósticos más pesimistas. Zinn hace contar a Marx varios episodios personales en los que dialoga sucesivamente con su hija Eleanor, con su mujer Jenny y, en este caso se pelea, con Mijail Bakunin. Cada uno de estos interlocutores representa un registro dramático diferente, utilizado para dinamizar el discurso de Karl y darle una traducción a los lenguajes de la falsa ingenuidad de Eleanor, del sobrio sentido común de Jenny y de la impulsividad libertaria de Bakunin. Para terminar, Marx da este consejo a los neoyorquinos: «Recordad, ser radical no es más que atacar los problemas por su raíz».


Emma (Hiru, 2001)

A través de varios episodios de la vida de la vida de la anarquista norteamericana Emma Goldman, Zinn trata temas clásicos de la literatura sobre la revolución: la solidaridad, la prisión, la lucha armada, la desobediencia civil y el oportunismo. Por otro lado, la figura de Emma Goldman es perfecta para hablar acerca de la íntima relación entre las luchas obreras y las luchas feministas a principios del siglo pasado y de la búsqueda, que adelanta los movimientos alternativos de los años sesenta, de una nueva cultura más acorde con la exigencia de libertad del movimiento anarquista. Todo ello dentro del marco histórico de una de las épocas más turbulentas que ha conocido Estados Unidos. Durante el período que va de 1880 a 1929 se produjo la mayor crisis de legitimidad que haya sufrido el capitalismo norteamericano: los grandes oligopolios, los delitos financieros, la llegada de millones de inmigrantes europeos, la militancia revolucionaria masiva y una brutal represión estatal y privada, conforman el contexto en el que se desarrolla Emma. El complemento dramático a Ragtime de Doctorow.


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