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GUÉRIN, Daniel (1904-1988)

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Introducción

19 de mayo de 1904 - 14 de abril de 1988. Historiador y teórico del movimiento libertario francés. Apoyó a la CNT durante la guerra civil española, fue un defensor destacado de las luchas contra el colonialismo y, en el plano afectivo-sexual, del "amor libre". Entre sus obras, destacan: La lucha de clases en la primera República, Anarquismo: De la teoría a la práctica y la colección Sin dioses, sin amos: una antología del anarquismo, en la que recopiló textos sobre la idea y el movimiento libertario.





Ensayo



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Portada

Guérin, Daniel - Para un marxismo libertario (Ed. Proyección, Buenos Aires, 1973)
Edición original: Pour un marxisme libertaire, Paris, Laffont, 1969

[Editado por el comité de RBM para incluir el enlace en el primer mensaje. Muchas gracias, compañero Haller.]


Este primer "ripeo" está dedicado a Duarte, por su encomiable labor al frente de la Biblioteca en RebeldeMule.


Salud.

[Haller] escribió:Este primer "ripeo" está dedicado a Duarte, por su encomiable labor al frente de la Biblioteca en RebeldeMule.

Y nada más y nada menos del "ripeo" de un libro de Guérin que, por lo que he ojeado, es muy accesible para el lector medio, variado en su temática (el socialismo francés, los "problemas" de la revolución, la cuestión de la autogestión, mayo del 68, ¡sindicalismo en Ghana!...) y actual en su propuesta (del prólogo: "[...] creo en la necesidad como en la practicabilidad de una síntesis entre marxismo y anarquismo"). Gracias a ti, Haller; yo publicaré mucho, pero ya quisiera alcanzar el nivel cualitativo de tus presentaciones.

Nota Jue Feb 17, 2011 2:38 am
Menudo par de modestos se han ido a juntar. Ante una cosa y la otra, lo pincho y ya os contaré qué me parece (si mis opiniones me parecen dignas de mención).

Gracias, Haller.
Cada duda es una bala, una barricada en cada respuesta
SEARCH AND DESTROY

Revue Ballast, en "Abecedario de Daniel Guérin", en El Salto, el 29 de diciembre de 2018, escribió:

Aquel que se veía a sí mismo como “un historiador (más que) un teórico” es una de las voces que más han marcado al comunismo libertario francés. Con el mismo ímpetu con el que rechazaba el autoritarismo leninista y el romanticismo anarquista, luchó por vertebrar lo mejor del rojo y del negro, esos “hermanos gemelos arrastrados a una confrontación aberrante que los ha convertido en enemigos”. Prisionero de un campo de internamiento alemán durante la Segunda Guerra Mundial, de los primeros anticolonialistas, simpatizante crítico de los Black Panthers y defensor decidido de los derechos de los homosexuales, Daniel Guérin, desaparecido en 1988, fue ese militante revolucionario para el que el “antidogmatismo era fundamental”.


Abstracción

    «La imparcialidad es una de esas palabras huecas, una de esas abstracciones suspendidas en el vacío, como la Moral universal y eterna, o el Interés general. […] No existe, no puede existir imparcialidad en la historia. La historia no se ocupa de las figuras geométricas o de los fenómenos ópticos, sino que expone a las clases en lucha, revive las pasiones políticas de los hombres. […] El mismo historiador pertenece, aunque se proteja, a una clase; se ajusta, aun con cautela, a las pasiones de su clase. Entre los eventos del pasado que evoca y las luchas que su clase lleva a cabo en el presente, hay un hilo de continuidad. No puede no tomar partido» (La lucha de clases en el apogeo de la Revolución francesa, 1793-1795. Alianza Editorial, 1985).

Bicicletas

    «Además, mi llegada a las ideas revolucionarias había sido, por una parte más o menos grande, el producto de mi homosexualidad, que había hecho de mí, muy pronto, un liberado, un asocial, un rebelde. En mis ensayos autobiográficos, he señalado que mis convicciones no habían sido sacadas tanto de los libros y los periódicos revolucionarios, aunque he absorbido de ahí cantidades enormes, como del contacto físico, en el estilo de vestir, fraternal, por no decir espiritual, en la frecuentación de las condiciones de vida de la clase proletaria. Aprendí y descubrí más en tal tienda de bicicletas, con su clientela de alborotadores, en tal sala de boxeo y de lucha libre del barrio de Ménilmontant. Intercambié más palabras libres y enriquecedoras en la trastienda de tal pequeño restaurante obrero, lleno de solterones, que en los lujosos apartamentos de algunos viejos condiscípulos a los que me obligué a seguir frecuentando» (Homosexualité et révolution, Le vent du ch’min, 1983).

Blanco

    «El proletario blanco, antes que proletario, era blanco. Defendían desesperadamente lo que creían que eran sus privilegios de Blancos. A pesar de su explotación, pensaban que sus intereses estaban ligados al poder blanco. En ese momento, los hombres de color no podían permitirse esperar una hipotética alianza, ni desesperarse, si esta tardaba demasiado en presentarse» (De l’Oncle Tom aux Panthères, Les éditions de Minuit, 1963-1973).

Camión

    «Le respondo que no será difícil para Hitler invadir Francia pero que luego, más tarde, el pueblo francés le podría dar guerra. Ese vencedor demasiado lúcido suda de miedo. Desde Settin, se nos sube a un camión hacia un destino desconocido. Prisioneros alemanes nos enseñan el arte de encender una colilla de cigarrillo con un clavo y un trozo de espejo» (Le Feu du sang, autobiographie politique et charnelle, éditions Grasset & Fasquelle, 1977).

Capillas

    «Me horrorizan las sectas, las capillas, las personas a las que muy poco separa y que, sin embargo, se miran con desconfianza. […] Con la voluntad de estar, si se puede, entre todos, con todos, me gustaría, aun de manera presuntuosa, reconciliar, reunir» (Front populaire révolution manquée, Maspero, 1970).

Cero

    «Pero un mundo que se derrumba es también un mundo que renace. Lejos de dejarnos llevar a la duda, a la inacción, a la confusión, a la desesperanza, ha llegado la hora para la izquierda francesa de empezar desde cero, de repensar sus problemas hasta sus fundamentos, de volver a hacer, como decía Quinet, todo su bagaje de ideas» (“La révolution déjacobinisée”, Les Temps Modernes, abril de 1957).

Durruti

    «La Revolución española demostró, a pesar de las circunstancias trágicas de una guerra civil, agravadas poco después por la intervención extranjera, el éxito notable de la autogestión, tanto en la ciudad como en el campo, así como la búsqueda, por los libertarios, de la conciliación entre los principios anarquistas y las necesidades de la guerra revolucionaria a través de una disciplina militar, sin grados ni jerarquías, consentida libremente, practicada y simbolizada a la vez por un gran luchador anarquista: Durruti» (Pour un communisme libertaire, Spartacus, 2003).

Explotación

    «Buscamos en vano un país del planeta que sea auténticamente socialista. Fundamentalmente, el socialismo ha sido objeto de dos falsificaciones principales, bajo esta etiqueta, se venden dos mercancías igualmente adulteradas: un difuso reformismo parlamentario y un jacobinismo brutal y omniestatal. Ahora bien, el socialismo tiene a mi entender un significado bien preciso: el cese de la explotación del hombre por el hombre, la desaparición del Estado político, la gestión de la sociedad de abajo hacia arriba por los productores libremente asociados y federados» (Entrevista publicada en La Chronique sociale de France, 1960).

Fascismo

    «He comprendido que, si la penuria obrera se prolonga, el fascismo se generalizará en el mundo. ¿Esperaréis aquí a que os lluevan los porrazos? El fascismo es esencialmente ofensivo: si le dejamos que nos tome la delantera, si nos mantenemos a la defensiva, nos destrozará. Utiliza un lenguaje nuevo, demagógico y revolucionario: si repetimos, sin revivificar con los actos, los viejos clichés usados hasta la saciedad, si no penetramos hasta el fondo de sus temibles doctrinas, si no aprendemos a responderle, sufriremos la misma suerte que los italianos y los alemanes» (La Peste Parda, Fundamentos, 1977).

Gestión obrera

    «Nacida de una empresa militar, bajo la dirección de pequeño-burgueses originariamente nacionalistas, conducida más tarde a adoptar como modelos a los países socialistas del Este, la revolución cubana no ha otorgado quizá la suficiente atención a la gestión obrera de la producción a la manera española, yugoslava o argelina. El Che Guevara, durante el periodo que dirigió el Ministerio de Industria, era desconfiado respecto a este tema. Un recelo, por otra parte, basado en un malentendido: él creía, de forma errónea, que la autogestión excluye la planificación centralizada y es sinónimo de egoísmo de empresa» (Cuba-Paris, panfleto publicado a cuenta del autor, mayo de 1968).

Homosexualidad

    «Las ventajas conseguidas sobre la homofobia por sus víctimas no pueden ser, en todo caso, más que limitadas y frágiles. En cambio, el aplastamiento de la tiranía de clase establecería el rumbo hacia la liberación total del ser humano, incluida la del homosexual. Se trata entonces de asegurar que se establezca la mayor convergencia posible entre uno y otro. El revolucionario proletario debería así convencerse, o ser convencido, de que la emancipación del homosexual, aunque él no se vea directamente implicado en ella, le afecta en el mismo grado, entre otras, que la de la mujer y la del hombre de color. Por su parte, el homosexual debería captar que su liberación no sería total e irreversible si no se efectúa en el marco de la revolución social, en pocas palabras, si la especie humana no consigue no sólo liberalizar las costumbres sino, más bien, cambiar la vida» (Homosexualité et révolution, Le vent du ch’min, 1983).

Internacionalismo

    «El principio federalista conduce lógicamente al internacionalismo, es decir, a la organización federativa de las naciones ‘en la gran y fraternal unión internacional humana’. […] Los Estados Unidos de Europa, primero, y, más tarde, los del mundo entero, no podrán crearse más que cuando, en todas partes, la vieja organización fundada, de arriba a abajo, sobre la violencia y el principio de autoridad, haya sido derribada» (L’Anarchisme, Gallimard, 1965-1981).

Juventud

    «A los jóvenes revolucionarios de ojos rasgados, desinteresados hasta el sacrificio, prodigiosamente inteligentes y refinados, salidos de las mejores categorías de nuestras grandes escuelas, se les trataba de fracasados, de ambiciosos desilusionados, ávidos de puestos y de beneficios, y experimentaban una alegría sádica cuando la flor de la juventud de Vietnam subía al cadalso, gritando versos de Victor Hugo» (Autobiografía de juventud, Belfond, 1972).

Kropotkin

    «Aislados del mundo obrero que monopolizaban los socialdemócratas, [los anarquistas de los años 1890] se encerraban en pequeñas capillas, rodeaban de barricadas sus torres de marfil para repetir una ideología cada vez más irreal; o bien desarrollaban y aplaudían atentados individuales, dejándose atrapar en el engranaje de la represión y las represalias. Kropotkin, uno de los primeros, tuvo el mérito de entonar el mea culpa y de reconocer la esterilidad de la 'propaganda por el hecho'» (L’Anarchisme, Gallimard, 1965-1981).

Lumpenproletariado

    «La composición esencialmente lumpenproletaria del partido [de los Black Panthers] ha planteado, asimismo, problemas de orden a la vez teórico y práctico. Algunos de sus portavoces han llevado al extremo la glorificación del lumpen. Eldridge Cleaver se ha dedicado a una verdadera apología de estos parásitos involuntarios de la sociedad estadounidense: ‘Muy bien. Somos lumpen. Es verdad […] A quienes se llama hampa [...]’. Pero el aspecto discutible del análisis de Cleaver es […] omitir el hecho de que la delincuencia tiende, muy a menudo, a desarrollarse ‘en el interior del marco del orden existente’, donde funciona como una fuerza social conservadora. Lo que reconoció el amigo de Cleaver, Geronimo, él mismo exlumpen, extraficante, exproxeneta: sí, admite, algunos lumpen han sido 'engañados por la ideología capitalista'» (De l’Oncle Tom aux Panthères, Les éditions de Minuit, 1963-1973).

Luxemburg

    «Su inmenso mérito [de Rosa Luxemburg] es a la vez haber contestado las concepciones de organización autoritaria de Lenin e intentado arrancar a la socialdemocracia alemana de su legalismo reformista insistiendo, como ningún marxista había hecho antes, en la prioridad determinante de la auto-actividad de las masas. […] Hoy tenemos mucho que sacar de sus escritos, pero a condición de no aceptarlos o rechazarlos en bloque, de no denigrarlos o ponerlos por las nubes» (Rosa Luxemburg et la spontanéité révolutionnaire, Flammarion, 1971).

Malentendido

    «Mi formación fue marxista antiestalinista. Pero, desde hace ya mucho tiempo, me interesé por abastecerme en el tesoro del pensamiento libertario, siempre actual y siempre vivo, a condición de quitarle, previamente, algo de infantilismo, de utopías, de romanticismos tan poco útiles como obsoletos. De ahí un malentendido más o menos inevitable, pero amargado por una cierta mala fe de mis oponentes: los marxistas se pusieron a darme la espalda en tanto que ‘anarquista’, y los anarquistas, por el hecho de mi ‘marxismo’, no siempre han querido mirarme como uno de los suyos» (Pour un communisme libertaire, Spartacus, 2003).

Náusea

    «Los célebres mataderos [de Chicago] —hoy desplazados— apestan a varias leguas a la redonda. Tengo la curiosidad mórbida de ver sacrificar en serie y meter en cajas a cerdos y corderos. De tener náuseas por ello. Sin embargo ahorramos a las almas sensibles la visión, sin duda insostenible, de la masacre de los bóvidos» (Le Feu du sang, autobiographie politique et charnelle, éditions Grasset & Fasquelle, 1977).

Ojos

    «He visto, con mis ojos, el fascismo. Hoy sé lo que es. Y pienso que hay que hacer, antes de que sea demasiado tarde, nuestro examen de conciencia. Desde hace diez años, no hemos prestado al fenómeno una atención suficiente. César de Carnaval, bromeaba Paul-Boncour. No, el fascismo no es una mascarada. El fascismo es un sistema, una ideología, un resultado. Desde luego no resuelve nada, pero dura. Es la respuesta de la burguesía a la carencia obrera, una tentativa para salir del caos, para realizar, sin comprometer demasiado los privilegios de la burguesía, una nueva ordenación de la economía, un sucedáneo de socialismo» (La Peste brune [1932], Spartacus, 2018).

Organización

    «Comunista libertario es quien deplora el impotente caos de la falta de organización tanto como la losa burocrática del exceso de organización» (À la recherche d’un communisme libertaire, Spartacus, 1984).

Proudhon

    «Respondo de antemano que me resulta complicado aceptar a Proudhon en bloque, o mitificarle, que veo en él un Proteo con múltiples caras, un creador versátil y contradictorio, llevado a menudo por su elocuencia, su temperamento apasionado y que esta abundante diversidad de su genio, esta violencia campesina y plebeya […] hacen de él un personaje extraordinariamente atractivo» (Proudhon oui et non, Gallimard, 1978).

Reformismo

    «Condenar el reformismo no significa siempre hacer caso omiso de las reformas. Ninguna lacra social puede ser combatida solamente luchando por la supresión última de sus causas. […] Pero cuando el reformismo es malévolo es cuando se propone como un fin en sí mismo y apunta a difuminar la urgencia de transformaciones más profundas» (De l’Oncle Tome aux Panthères, Les éditions de Minuit, 1963-1973).

Riña

    «El anarquismo es inseparable del marxismo. Oponerlos es plantear un falso problema. Su riña es una riña de familia. Veo en ellos hermanos gemelos empujados a una disputa aberrante que les ha hecho hermanos enemigos. Forman dos variantes, estrechamente emparentadas, de un solo y único socialismo o comunismo» (À la recherche d’un communisme libertaire, Spartacus, 1984).

Tomates

    «Me hacen reír aquellos cuyos músculos nunca se contraen por el esfuerzo y que apretan entre sus dedos un pequeño aparato con ayuda del cual ennegrecen el papel. Me gusta manejar esas realidades tangibles como una caja de tomates, un saco de carbón. Me alivian el dolor cerebral, me libran de la agotadora compañía de esos gnomos invisibles y desalentadores que nacen con la escritura y que hacemos pasar por 'ideas'» (Le Feu du sang, autobiographie politique et charnelle, éditions Grasset & Fasquelle, 1977).

URSS

    «Lejos de probar la impracticabilidad del socialismo libertario, la experiencia soviética, en gran medida, ha confirmado, al contrario, la justicia profética de los puntos de vista expresados por los fundadores del anarquismo y, principalmente, de su crítica del socialismo 'autoritario'» (L’Anarchisme, Gallimard, 1965-1981).

X

    «Pocos días antes de desaparecer, Malcolm [X] confesaba a la mujer del pastor Martin Luther King: ‘Estoy desviándome y no sé dónde voy’. De hecho, él estaba en camino de una síntesis, más o menos elaborada, entre el nacionalismo negro y una actitud donde aparecían ya, más allá de una cierta confusión persistente en su espíritu, tendencias revolucionarias, internacionalistas, anticapitalistas, anti-imperialistas» (De l’Oncle Tom aux Panthères, Les éditions de Minuit, 1963-1973).


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