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LE GUIN, Ursula K. (1929-2018)

NotaPublicado: Sab Ene 08, 2011 8:34 pm
por Duarte
Ursula K. Le Guin
Ursula Kroeber Le Guin

Portada
(wikipedia | página oficial | twitter)


Introducción


M. Ruiza, T. Fernández y E. Tamaro, en "Biografía de Ursula K. Le Guin", en Biografías y Vidas, en 2004 escribió:Berkeley, California (EE.UU.), 1929. Novelista, cuentista y ensayista estadounidense cuya obra, clasificada como de ciencia ficción o ficción fantástica, desborda en realidad las definiciones de género por la profundidad de su imaginación y el riguroso análisis que hace del futuro de los seres humanos.

Tras realizar sus estudios universitarios en el Radcliffe College, hizo un curso de especialización en la Universidad de Columbia. Se trasladó después a Francia, becada por la prestigiosa fundación Fulbright. En tierras galas conoció al hombre que habría de ser su esposo, Charles Le Guin, cuyo apellido haría célebre la escritora al firmar con él todas sus obras.

En compañía de su marido regresó a los Estados Unidos y se instaló en Macon (Georgia), en donde trabajó como profesora de lengua francesa, ya que no conseguía que ninguna editorial publicara las novelas que iba escribiendo. Sin embargo, su gran tenacidad y su enorme confianza en sus propios méritos la animaron a seguir probando suerte en el mundo de la literatura, hasta que en 1964, cuando ya llevaba escritos cinco libros, consiguió ver impresa su novela El mundo de Rocannon.

Hija de un antropólogo, esta disciplina influyó en su concepción del hombre involucrado en culturas que le son ajenas: la obra de Ursula Le Guin puede ser vista como un amplio fresco antropológico-fantástico, que gira en torno a civilizaciones inexistentes en la realidad. En ella postula un encadenamiento mítico del universo como historia total de la humanidad a partir de un mito fundador, el planeta Hain, que desarrolló una tecnología avanzada en el campo de la biología, colonizando el espacio con razas humanas adaptadas a los nuevos mundos, y que dio paso a grandes conflictos y a la ulterior decadencia del mismo planeta Hain.

A partir de aquí se cuenta la saga del restablecimiento de la unidad perdida, a través de varios planetas que plantean sociedades distintas, como la anarcosocialista, tema recurrente en Le Guin. Entre sus novelas más conocidas se hallan La mano izquierda de la oscuridad, El mundo de Rocannon, Un mago de Terramar, Los desposeídos y El nombre del mundo es bosque, entre otras muchas que pueden citarse, pues la calidad de todas ellas es similar.

Aunque su literatura es enteramente fantástica, de sus textos se desprende una indudable propuesta moral al ocuparse de sociedades en desaparición y de las posibilidades metafísicas y cósmicas del hombre contemporáneo. Su producción es abundante: ha publicado quince novelas, tres colecciones de poemas, varios libros para niños, dos volúmenes de ensayos y cinco libros de relatos breves. Entre sus títulos más recientes figuran Tehanu (1990, ganadora del premio Nébula) y Cuentos de Terramar (2001, premio Endeavour).





Bibliografía compilada (fuente | fuente)





Ensayo





Narrativa





Recursos de apoyo





Relacionado:



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Re: LE GUIN, Ursula K.

NotaPublicado: Sab Ene 08, 2011 8:35 pm
por Duarte
Recursos de apoyo

    Discurso (al recibir un premio por su contribución a las letras americanas en los National Book Awards de la National Book Foundation de EE.UU., el 19 de noviembre de 2014)
En la transcripción se escribió:Gracias, Neil, y también a la organización que entrega esta hermosa recompensa; gracias de corazón. Mi familia, mi agente y mis editores ya saben que el hecho de que esté aquí es tan mérito suyo como mío, y que esta hermosa recompensa les pertenece tanto como a mí. Y me complace mucho aceptarla en su nombre y compartirla con todos los escritores que tanto tiempo llevan excluidos de la literatura: mis colegas autores de fantasía y ciencia ficción, los escritores de la imaginación que llevan cincuenta años viendo cómo estas hermosas recompensas eran para los llamados realistas.

Creo que llegan tiempos difíciles en los que buscaremos las voces de escritores que sepan ver alternativas a nuestro modo de vida actual, y que sepan ver, más allá de nuestra sociedad temerosa y sus obsesivas tecnologías, hacia otras formas de ser, e incluso imaginen bases sólidas para la esperanza. Necesitaremos escritores que sepan recordar la libertad. Poetas, visionarios, los realistas de una realidad más amplia.

Ahora mismo, creo que necesitamos escritores que entiendan la diferencia entre producir un bien de mercado y practicar un arte. Desarrollar material escrito que encaje en estrategias comerciales para maximizar los beneficios corporativos e ingresos publicitarios no es del todo lo mismo que publicar libros con responsabilidad o ser un autor.

Sin embargo, veo cómo los departamentos comerciales ganan control sobre los editoriales; veo a mis propios editores sumidos en un pánico estúpido de ignorancia y avaricia, cobrando a las bibliotecas públicas por un e-book seis o siete veces lo que cobran a los clientes. Acabamos de ver a un usurero intentar castigar a una editorial por desobediencia, y a escritores amenazados por la fatwa corporativa, y veo a muchos de nosotros, los productores que escribimos los libros, que creamos los libros, aceptarlo. Permitir que los mercaderes usureros nos vendan como desodorantes y nos digan qué publicar y qué escribir.

Los libros, como sabéis, no son solo mercancías. El ansia de beneficio a menudo entra en conflicto con la creación artística. Vivimos en el capitalismo. Su poder parece inexorable. También lo parecía el derecho divino de los reyes. Todo poder humano puede resistirse y cambiarse por seres humanos. La resistencia y el cambio muchas veces empiezan con el arte, y muy a menudo con nuestro arte, el arte de las palabras.

He tenido una carrera buena y larga. En buena compañía. Y ahora, al final de ella, de verdad no quiero ver la literatura estadounidense traicionada y malvendida. Los que vivimos de escribir y publicar queremos, y deberíamos exigir, una parte justa de los beneficios. Pero el nombre de nuestra hermosa recompensa no es «beneficio». Su nombre es «libertad».

Re: LE GUIN, Ursula K.

NotaPublicado: Sab Ene 08, 2011 8:36 pm
por Duarte
fuente: https://www.diagonalperiodico.net/cultu ... umano.html


K. Le Guin, exploradora de lo humano






Alberto García-Teresa

Diagonal // 31 de julio de 2009




Ursula K. Le Guin (Berkeley, 1929) se ha caracterizado por utilizar la ciencia ficción para estudiar las sociedades humanas y explorar sus posibilidades con una gran exigencia estética. No en vano, ella afirma que “el Futuro, en la ficción, no suele ser más que un modo de mirar el Presente”. En sus obras manifiesta una perspectiva coherente de la vida, del ser humano insertado en el mundo, cuya base es el taoísmo, pero un taoísmo que engloba el pensamiento anarquista, puesto que elabora una síntesis de ambos sistemas.

Su piedra angular es la búsqueda de la Armonía a todos los niveles. Para ello, adopta una postura revolucionaria, pues demanda un cambio profundo dirigido a esa consecución. Pero en realidad es radicalmente revolucionaria porque pide que ese cambio permanezca en continuo movimiento, sin estancarse ni enquilosarse, pues eso es lo que crea y sostiene estructuras de poder que, en última instancia, son las que causan el dolor y la injusticia. Así, la insurrección es una constante en su narrativa, también el estudio del Poder, el análisis de la violencia y sus efectos (unida al machismo), de las relaciones sociales (especialmente las sexuales, en las que apuesta por la aceptación completa de su libre disfrute como parte integrante de la vida y de una sociedad equilibrada y plena) y también la adoración de la naturaleza.

Utiliza una perspectiva puramente antropológica, dominada por el placer de observar nuevas relaciones humanas. De este modo, dibuja distintos medios de organización social, aunque incide especialmente en la comunitaria en muchos de sus libros.

Técnicamente se debe resaltar la excepcional capacidad para crear atmósferas, su perfecto dominio del ritmo y el preciso ajuste sintáctico a la narración. Igualmente cabe remarcar su notable destreza en las descripciones; son certeras, evocadoras, precisas y fundamentales dentro de sus relatos gracias a su contundente valor simbólico.

Sus libros ofrecen una gran multiplicidad de niveles de lectura. Aunque están elaborados con una estructura compleja, rica y llena de matices, apuntaremos, simplificándolos, los más relevantes:

La relación entre roles sociales y sexualidad es el centro de la ambiciosa La mano izquierda de la oscuridad. Los personajes de su sociedad permanecen asexuados casi todo el tiempo, pero entran en un período de “celo” en el que adquieren genitales de uno u otro sexo indistintamente. La ausencia de violencia es el hecho más significativo de ese universo, que la autora une a la cultura patriarcal.

Los desposeídos es su obra más redonda. En ella muestra desde dentro una sociedad anarquista consolidada, pero la explora desde sus contradicciones y plantea su propia perspectiva de la ética anarquista en busca de la revolución permanente. La perfección formal está puesta al servicio de una transmisión y recreación impecable.

La breve El nombre del mundo es Bosque ofrece todas las claves de la autora, aunque principalmente se basa en los principios de una sociedad coherente con la teoría de Gaia y la destrucción de la paz mediante la industrialización.

Por su parte, El ojo de la garza es el texto donde con más firmeza expresa sus convicciones pacifistas, también desde el terreno insurreccional, y las tensa para ver qué pueden llegar a conseguir desde una perspectiva transformadora.

Finalmente, debemos destacar también Cuatro caminos hacia el perdón, una colección de cuatro magnificas novelas cortas que ofrecen nuevos enfoques sobre liberación, sexualidad y noviolencia.

NotaPublicado: Jue Ene 13, 2011 11:33 pm
por korrika
Debido a Los Desposeídos, mi portátil con Linux se llama "Anarrés" y el Window$ que tengo en una máquina virtual (y que sólo enciendo si me obligan a usar Office) "Urras".


Alberto García-Teresa, en Bibliópolis, ¿en 2002?, escribió:Hay libros que se quedan dentro de uno y no hacen sino crecer. La ciencia-ficción es un arma arrojadiza contra lo establecido, es la culminación de la literatura como arte subversivo sin renegar de la plenitud de ninguna de sus dos condiciones; ni a la de arte ni a la de subversión. Y títulos como Los desposeídos no hacen sino confirmarlo.

Los desposeídos supone un paso más en la ciencia-ficción política porque si bien libros como 1984, Un mundo feliz o Fahrenheit 451 son novelas de denuncia social, esta obra llega a plasmar el ideal al que las anteriores aspiran: en ella se plantea un modelo tangible y asentado de sociedad anarquista que se enfrenta abiertamente al capitalismo, fundamentalmente, pero también al comunismo de estado.

La escritora nos presenta a Urras, un planeta donde conviven varios regímenes, sobresaliendo el capitalista, y que, dos siglos atrás, expulsó a los anarquistas a su luna, Anarres. Allí, los libertarios construyeron una sociedad ácrata que se mantiene aislada pero estable. El conflicto de la novela surge cuando un habitante de Anarres, el científico Shevek, viaja hasta Urras para tratar de impulsar la comunicación entre ambos planetas.

A pesar de este apetitoso planteamiento, la novela debe tener una buena ejecución para que el libro no se quede tan sólo en buenas ideas. Y Le Guin también ahí supera las expectativas.

La obra se articula en dos líneas temporales, una anterior en el tiempo a la otra, que convergen al final. La primera de ellas nos cuenta la vida de Shevek en Anarres, el planeta anarquista y la segunda, su estancia en Urras. Esta alternancia de espacios va enriqueciendo nuestra visión progresivamente y con mucho cuidado, pues cada capítulo (dedicado a un planeta) se centra en un aspecto concreto de los personajes y/o de la sociedad. Es una estructura muy clara y efectiva.

El agudo análisis de Le Guin desmonta todo posible maniqueísmo, dotando al conjunto de una gran credibilidad. Los personajes de la novela son tremendamente complejos y ricos. En ese sentido, la figura de Shevek es una de las aportaciones más memorables. Este físico es el prisma por el que Le Guin transmite su discurso. Apoyándose en su contradictorio individualismo, la escritora construye un protagonista de gran atractivo y solidez. Asimismo, la novela guarda una inmensa galería de personajes estupendamente trabajados, tanto principales como secundarios. La dedicación con la que está tratada toda la obra también se aprecia en este aspecto.

La proyección de Los desposeídos es enorme; podemos incidir en los aspectos políticos, sociológicos o psicológicos del libro, puesto que su implicación en estos ámbitos es muy grande. No en vano, admite dos lecturas: una como obra de reflexión práctica anarquista y otra como novela de choque entre dos sociedades.

La primera se basaría en el elaborado retrato que se realiza de la civilización ácrata. Al mostrarnos plasmaciones reales de las teorías libertarias, el texto sirve de discusión y debate entre los anarquistas. Su máxima aportación, a este respecto, es el presentar este modelo como un sistema vivo, con deficiencias e incoherencias, que realzan la credibilidad de ese mundo. Es por ello por lo que el subtítulo del volumen es Una utopía ambigua; porque Anarres no es un sistema perfecto.

Los desposeídos como obra de choque entre dos civilizaciones se apoya en la perplejidad, en el extrañamiento. Le Guin recoge la incomprensión de los habitantes de uno u otro planeta respecto a su vecino. En ese sentido, es especialmente reseñable la que siente el anarquista hacia el capitalista, aspecto en el que la escritora no tiene referentes. El resultado exige un tremendo esfuerzo de empatía por parte del lector, pero es sumamente gratificante.

La novela es una exhortación a la autocrítica, al inconformismo, a poner el tela de juicio nuestras convicciones y lo establecido. Así mismo, es una abierta apología del anarquismo. Pero a un anarquismo consecuente, crítico, continuamente revolucionario.

Los desposeídos es una lectura maravillosa. Cada expresión, cada gesto, es un pequeño botón de muestra que nos revela cómo es cada civilización. Cada frase está pensada y escogida con paciencia y sabiduría, para que no haya nada indispensable y todo sea trascendente. Es una novela para degustar pausadamente, con la mente despejada.

Después de leer Los desposeídos, después de contemplar Anarres, nos damos cuenta de que la utopía aún es posible. Absolutamente indispensable.

Re: LE GUIN, Ursula K.

NotaPublicado: Vie Abr 07, 2017 7:36 pm
por Duarte
fuente: http://www.elmundo.es/cultura/2017/02/2 ... b4572.html



Ursula K. Le Guin: la utopía anarquista



Manuel Hidalgo

El Mundo // 24 de febrero de 2017




Quienes no hayan oído hablar de Ursula K. Le Guin, amén de no ser lectores de fantasía y ciencia-ficción, pueden pensar que se trata de una escritora rara, minoritaria y de culto. De culto, sí, desde luego, pero después de haber vendido millones de ejemplares de sus obras en todo el mundo y de gozar no sólo de una alta consideración literaria, sino también de influencia en los ámbitos políticos, sociales e, incluso, científicos.

Harold Bloom la menciona en El canon occidental. John Updike y Grace Paley han alabado la calidad de su narrativa, que trasciende los géneros. Sus entrevistadores -como Jacinto Antón- suelen preguntarle por J. K. Rowling y James Cameron, pues es más que evidente -casi escandalosa- la influencia de sus novelas Un mago de Terramar (1968) sobre la saga de Harry Potter y de El nombre del mundo es Bosque (1972) sobre la película "Avatar" (2009). Le Guin reconoce inevitablemente esa influencia con la modestia y beatitud que le caracterizan, pero también con algo de incomodidad, incomodidad que se transforma en rechazo si se le menciona "Cuentos de Terramar" (2006), la película de dibujos animados de Goro Miyazaki, en la que, a su juicio, el hijo de Hayao Miyazaki, maestro de la animación japonesa, traicionó el espíritu de sus relatos.

Le Guin se sitúa a sí misma en el terreno de la "ficción imaginativa", que comprende tanto la fantasía como la ciencia-ficción. En el imaginario archipiélago de Terramar, habitado por marinos y navegantes de reminiscencias prehistóricas, se sitúan las cinco novelas del ciclo Historias de Terramar, publicadas por Le Guin entre 1968 y 2001, y que narran una única historia.

Por el contrario, las ocho novelas principales del ciclo de Ekumen, que transcurren en la federación galáctica del mismo nombre, compuesta por diversos planetas, son narraciones independientes que fueron escritas por Le Guin entre 1966 y 2000. A esta serie pertenecen novelas que son reconocidas, al margen de la ciencia-ficción, como obras maestras de la literatura: además de El nombre del mundo es Bosque, La mano izquierda de la oscuridad (1969) y Los desposeídos (1974).

Ahora Minotauro, la editorial que más obras de Le Guin ha publicado en castellano -con RBA-, ha sacado La rueda celeste (1971), novela de ciencia-ficción que se desarrolla en un futuro violento y catastrófico. Y Nórdica ha publicado El día antes de la revolución (1974), un relato breve ilustrado por Arnal Ballester, que está en íntima conexión con Los desposeídos -como explica Le Guin en su prólogo-, al ser su protagonista la vieja Odo, la mujer que creó el odonianismo, la forma de sociedad anarquista que rige en uno de los planetas de Ekumen.

Ursula K. Le Guin, que no se considera una activista, ha trasladado a varios de sus libros su ideario político, básicamente integrado por el anarquismo, el pacifismo, el feminismo y los elementos de la filosofía taoísta. Escribe: "El blanco principal del anarquismo es el Estado autoritario (capitalista o socialista); su objetivo práctico-moral principal es la cooperación (solidaridad, asistencia mutua). Es la más idealista, y para mí la más interesante, de todas las teorías políticas".

Igualmente, sus novelas son deudoras de sus vastos conocimientos en materia científica, psicológica, lingüística, antropológica, histórica y sociológica.

No por casualidad, El día antes de la revolución está dedicado in memoriam al pensador anarquista Paul Goodman, miembro de la Nueva Izquierda americana y cultivador de la Terapia Gestalt, de quien, en los años 70, pudimos leer en Kairós su influyente libro La nueva reforma. Otro pensador anarquista americano con influencia en Le Guin fue Murray Bookchin, publicado y leído en la misma editorial.

Ursula K. Le Guin nació en 1929 en Berkeley (California), con tres hermanos, y tuvo la inmensa suerte de ser hija del eminente etnólogo y antropólogo Alfred Kroeber y de su segunda esposa, Theodora Kroeber (de soltera, Kracaw), escritora, psicóloga y también antropóloga.

Le Guin estudió en las universidades de Harvard y Columbia, donde se especializó en lenguas romances y en la literatura italiana y francesa del Renacimiento. Viajando a Francia para ampliar su conocimiento de la cultura francesa, conoció al historiador Charles Le Guin, con quien se casó en París en 1953 y con quien vive todavía, y desde 1958, en la ciudad de Portland (Oregón). Ella dice que su vida ha consistido fundamentalmente en cuidar de su familia, de su marido y sus tres hijos, en leer y en escribir.

Premiada multitud de veces con los más importantes galardones destinados a la literatura fantástica y de ciencia-ficción (el Nébula, el Hugo, el Locus...) y traducida a los más relevantes idiomas del mundo (a más de dieciséis), Ursula K. Le Guin ha tenido una incesante actividad como escritora: más de veinte novelas, seis poemarios, una docena de libros para niños y jóvenes, cuatro recopilaciones de ensayos y más de cien narraciones breves, varias de ellas vinculadas a sus series de Terramar y Ekumen, el principal vehículo para sus formulaciones utópicas muy centradas en la idea de la igualdad, especialmente de la igualdad entre hombres y mujeres, y en el rechazo de la competitividad, la violencia y el abuso de poder.

No sé si será correcto decir que se nota que El día antes de la revolución ha sido escrito por una mujer. Creo que sólo una mujer puede mirar así a la anciana Odo -que se siente vieja sin paliativos- y contempla fastidiada sus feos pies, evocando su pasado, antes de una apoplejía, como trabajadora y pensadora revolucionaria. Y como amante y compañera fiel del hombre que amó y que la muerte le arrebató.

Re: LE GUIN, Ursula K.

NotaPublicado: Vie Abr 07, 2017 7:37 pm
por Duarte
fuente: http://www.ladinamo.org/ldnm/articulo.p ... =24&id=618



Entrevista con Ursula K. Le Guin

Etnografías imaginarias


Portada



César Rendueles

LDNM, nº 24, mayo-junio de 2007




Ursula K. Le Guin es una de las escritoras de ciencia ficción más importantes de todos los tiempos. La novelas de Le Guin se mueven con soltura entre la fábula política, la antropología, la teoría feminista y, por supuesto, la mejor tradición de literatura fantástica. Ganadora de todos los grandes premios del género y de numerosos premios literarios “convencionales”, en 2003 fue elegida “gran maestra” por la Asociación de Escritores Norteamericanos de Ciencia Ficción. A sus setenta y ocho años Le Guin sigue publicando: recientemente se han editado en castellano Los dones (Minotauro, 2006) y la edición completa de sus Historias de Terramar (Minotauro, 2006).


César Rendueles: Los dones contiene una valoración ambigua del mundo rural. Por un lado, refleja la riqueza de un universo antiguo pero, por otro, no oculta algunas de sus desventajas. ¿Cree posible una combinación de ambos? ¿Una hibridación fértil de las sociedades “frías” y las sociedades “desarrolladas”?

Ursula K. Le Guin: Sí, creo que es posible. Es más, en algunos de mis libros –de forma particularmente clara en Always Coming Home– he intentado explorar esa mezcla de sociedad “fría” y “caliente”. Sin embargo, en Los dones (un libro de fantasía, no de ciencia ficción) la indagación se centra más en un orden psicológico y paradójico. La pobreza real constituye un hecho central en las vidas de estas personas. ¿Qué papel puede desempeñar un joven poeta en una sociedad analfabeta? ¿Cómo podría emplear en ella sus habilidades?


CR: Es usted una de las escritoras que mejor ha aplicado las ciencias humanas, en particular la antropología, a la ciencia ficción. ¿Cree que el recurso a las ciencias físicas ha sido negativo para la literatura fantástica?

UKLG: No, para nada. No obstante, cuando se considera que la limitación de la literatura fantástica o de la ciencia ficción a un único campo de interés o a una modalidad de conocimiento constituye una auténtica virtud o un dogma que hay que seguir rígidamente –tal y como hacen los partidarios de la ciencia ficción “dura”– el resultado es muy empobrecedor. Deberíamos mantener abiertas las puertas de la casa de la imaginación.


CR: En sus universos literarios la conciencia ecológica es uno de los principales puntos de diferenciación respecto a nuestro propio mundo. ¿Esta centralidad de la ecología es un reflejo de sus propias preocupaciones políticas?

UKLG: Sí, exactamente. Me parece que la destrucción del mundo por la explotación industrial incontrolada es el hecho más terrible que he tenido que presenciar durante mi vida y el que más me ha marcado.


CR: ¿Y cree que la ciencia ficción tiene una dimensión política más intensa que otros géneros literarios? Ahora no me refiero tanto a la forma en que las posiciones ideológicas de un autor se reflejan en su escritura cuanto a las características generales, si es que existen, de la ciencia ficción. Lo cierto es que la gente a menudo habla de ciencia ficción de derechas y de izquierdas, algo no muy usual en otros contextos literarios.

UKLG: Esta es una cuestión importante y muy interesante. En efecto, la ciencia ficción está más políticamente polarizada que cualquier otro género literario que yo conozca. Tal vez esto sea así, al menos en parte, porque cuando un escritor de ciencia ficción imagina una sociedad alienígena o las transformaciones futuras de una sociedad terrícola, necesariamente concibe estos cambios o alternativas como progresistas o reaccionarios y, del mismo modo, sus lectores las reciben o bien como críticas de la sociedad actual o bien como sanciones de ciertos aspectos de la política o de las normas sociales contemporáneas.


CR: Uno de los aspectos más interesantes de la utopía anarquista de Los desposeídos es la importancia que se concede al ideal de moderación, de autocontención. ¿Cree que una sociedad igualitaria es incompatible con el desarrollismo? En la utopía marciana de Kim Stanley Robinson, por ejemplo, se hace un uso intensivo de la tecnología avanzada.

UKLG: Para mí, los libros marcianos de Mr. Robinson reflejan una distopía, así que la verdad es que creo que no estoy en condiciones de responder a su pregunta.


CR: Las cuestiones relacionadas con la identidad sexual ocupan un lugar destacado en su narrativa. ¿Cree que la literatura fantástica es un buen instrumento para explorar posibilidades generalmente no tenidas en cuenta en ese campo? ¿Se parece en esto a la antropología?

UKLG: La literatura fantástica y la ciencia ficción son dos de las mejores herramientas de las que disponemos para explorar no sólo las distintas posibilidades relacionadas con el género sino, más en general, todas las posibilidades sociales. En la medida en que la invención sea seria y responsable, y no una mera expresión de anhelos bienintencionados, probablemente, resulta más útil para más gente que todos esos fervorosos libros de ensayo dedicados a predicar la tolerancia. Cuando escribí La mano izquierda de la oscuridad, yo era una de aquellas feministas primerizas que trataban de romper las fronteras de género convencionales (realmente primeriza, la verdad). Aunque desde entonces ha llovido mucho, mi fidelidad a la idea de que la evaluación de los méritos humanos en virtud del género constituye un error no ha hecho más que acrecentarse.


CR: La mayor parte de la ciencia ficción ha sido escrita por hombres anglosajones. Usted ha demostrado que una cierta conciencia de género puede abrir territorios literarios insospechados. ¿Cree usted que hay un sesgo geográfico similar? ¿Sería muy diferente una ciencia ficción árabe o africana? Por ejemplo, Fredric Jameson considera que los hermanos Strugatski han aportado una interesante renovación al género.

UKLG: Hoy en día, tenemos un montón de ciencia ficción escrita por mujeres pero parece que se sigue escribiendo casi exclusivamente en Norteamérica y Europa (hay que señalar, no obstante, que se lee muy ampliamente en algunos países asiáticos). ¿Por qué esta limitación social o geográfica? No lo sé. En efecto, cuando la ciencia ficción rusa llegó a Occidente por primera vez, a muchos sus diferencias nos resultaron enormemente sugerentes. ¿Cómo sería una ciencia ficción árabe o africana? ¿Es imaginable? En cualquier caso, no hay que olvidarse de Sudamérica donde, aunque no ha habido mucha literatura de ciencia ficción en sentido estricto, existe una deslumbrante tradición de literatura fantástica entendida en sentido amplio, desde Borges hasta Angélica Gorodischer.


CR: ¿Qué opinión le merece la aproximación de la teoría literaria a la ciencia ficción y a la fantasía? ¿La encuentra útil o interesante?

UKLG: La teoría feminista me resultó muy útil en sus primeros tiempos. Ahora que la academia la ha asimilado y se ha visto aprisionada en las horribles mazmorras de la jerga especializada, carece de cualquier utilidad. La única finalidad de la mayor parte de la teoría literaria que se ha escrito desde 1960 parece haber sido contribuir a la fama y el autobombo de sus principales representantes, en particular si son franceses, y resulta manifiestamente carente de utilidad, si no perniciosa, para la lectura y comprensión de las obras literarias.





The West is the Best

Ursula K. Le Guin nació como Ursula Kroeber (1929, Berkeley, California). Sus padres, el antropólogo Alfred Kroeber y la escritora Theodora Kroeber, le enseñaron a apreciar las tradiciones populares de todo el mundo, un interés que ella pronto canalizó hacia la ciencia ficción: se cuenta que a los once años envió su primer relato a una conocida revista especializada (que lo rechazó). Estudió en Harvard e hizo el doctorado sobre lenguas romances en la Universidad de Columbia. En 1953 viajó con una beca a Francia, donde conoció al historiador Charles A. Le Guin, con el que se casaría poco después. Desde 1958 vive en Portland, Oregon. La ubicación de su domicilio tiene su importancia: Le Guin siempre se ha declarado afecta al ecofeminismo west coast. Sin ir más lejos, en Las llaves del aire aparece un relato que se desarrolla en una especie de campamento new age para adultos que –para qué engañarnos– pone los pelos de punta. Pero, por muy grimoso que le resulte a uno, lo cierto es que se trata de un contexto ideológico que ha tenido una enorme influencia en buena parte de la ciencia ficción contemporánea. Al menos Le Guin lo ha asumido explícitamente con lucidez y capacidad crítica.

Por supuesto, su bibliografía es sencillamente impresionante. Ha publicado seis libros de poesía, veinte novelas, unos cien relatos (recogidos en once volúmenes), cuatro colecciones de ensayos, once libros para niños y cuatro traducciones. Ha recibido cinco veces el premio Hugo y otras tantas el premio Nebula, además en 1972 obtuvo el National Book Award y ha sido finalista del American Book Award y del Premio Pulitzer en tres ocasiones. Es una de las pocas autoras de ciencia ficción que ha obtenido masivamente la atención de la crítica. Como prueba, basta recordar que Harold Bloom la ha incluido en su lista (cómo le gustan a este hombre las listas) de principales escritores norteamericanos.


La ficción y las ciencias sociales

La ciencia ficción más ortodoxa se ha visto atravesada por dos oposiciones que a menudo se han asimilado, no siempre con justicia: la dicotomía entre ciencia ficción de derechas y de izquierdas y, sobre todo, la división entre ciencia ficción “dura” –que realiza un uso intensivo de conceptos netamente científicos y que en ocasiones, como en Soñadores expertos (ed. F. Pohl, Emesa, 1969), ha sido escrita por científicos profesionales– y ciencia ficción “blanda”, más centrada en la exploración de la transformación de la realidad, humana o no, en contextos remotos. El problema es que las ciencias humanas no acaban de encajar en este esquema, tal vez porque su distancia respecto a la escritura de ficción no está claramente definida, un asunto que en las últimas décadas ha ocupado a multitud de científicos sociales. En cualquier caso, Ursula K. Le Guin no está sola en su uso literario de la sociología o la historia. Algunos ejemplos: en Qué difícil es ser Dios (Acervo, 1975), Arkadi y Boris Strugatski narran el modo en que una civilización avanzada infiltra etnólogos en un planeta que vive una especie de sangrienta Edad Media (un modelo que Brian Aldis recuperó en Heliconia); Ian Watson recurrió a una barroca combinación de antropología estructural y gramática generativa en Empotrados (Martínez Roca, 1977 ), mientras que Stanislaw Lem utilizó las paradojas comunicativas de la teoría de juegos en Fiasco (Alianza, 1991). Un caso curioso es el de Philip José Farmer, que en la saga El mundo del río (Ultramar, 1979) propuso uno de los más ambiciosos experimentos históricos posibles: la resurrección conjunta de la totalidad de la humanidad, desde los miembros de las tribus paleolíticas a los ciudadanos de las sociedades occidentales del siglo XX, que se ven obligados a convivir con sus diferentes creencias, saberes y relaciones sociales.





Los títulos

Los dones (Minotauro, 2006). Los dones presenta un mundo divido entre una sociedad con historia y en proceso de modernización –con mercaderes, castas sacerdotales y científicos– y una serie de comunidades “frías”, con importantes supervivencias neolíticas, en las que sigue presente la magia. Precisamente, cada una de estas comunidades se distinguen por contar con un “don”, una capacidad sobrenatural cuyas características más o menos destructivas determinan su poder y su relación con sus vecinos y cuya preservación biológica a través de matrimonios con el suficiente nivel de consanguinidad regula las relaciones familiares internas. En Los dones Le Guin muestra una vez más los claroscuros de las sociedades resistentes al cambio histórico. Aunque tienen una dimensión positiva –son más sostenibles y “auténticas” que las sociedades desarrolladas–, no están exentas de tensiones y conflictos sociales.

Historias de Terramar (Minotauro, 2006, edición completa). ¿Existía tabú del incesto entre los hobbits? ¿Cuáles son las reglas de intercambio simbólico de los elfos? ¿Qué estructura de parentesco tenían los trolls? Que nadie se asuste. La saga de Terramar se compone de cinco novelas ampliamente inspiradas en Tolkien y aptas para todos los públicos. Son las narraciones más conocidas de su autora y, probablemente, las menos interesantes para los poco aficionados a Dragones y Mazmorras. Aún así, no escapan al influjo general de Le Guin, a su capacidad para hallar luchas de clases y dilemas edípicos en territorios narrativos típicamente límpidos. Esta nueva edición reúne por primera vez en un único volumen toda la serie de novelas: Un mago de Terramar (1968), Las tumbas de Atuan (1971), La costa más lejana (1968), Tehanu (1990) y En el otro viento (2001).

Planos paralelos (Minotauro, 2005). En algún momento de un futuro cercano alguien descubre que los aeropuertos son puertas dimensionales que permiten acceder a otros universos. En Planos paralelos, Le Guin toma como excusa las peculiaridades de los aeropuertos –esos no-lugares donde parece concentrarse todo el tribalismo de nuestra sociedad– para proponer breves calas en quince mundos alternativos. Planos paralelos –el juego de palabras del título original, Changing Planes, se pierde en la traducción– se compone de una serie de informes procedentes de distintos viajeros acerca de universos en los que los sueños son experiencias colectivas o la manipulación genética ha irrumpido como un torbellino, cuyos habitantes carecen de habilidades comunicativas o son seres existencialmente iracundos que viven en guerra constante.

El cumpleaños del mundo y otros cuentos (Minotauro, 2004). Seguramente esta colección de cuentos contiene algunos de los escritos más “ensayísticos” de la narrativa de Le Guin, que aquí utiliza de un modo muy evidente la etnografía como herramienta literaria (lo cual no deja de ser irónico si se tiene en cuenta el modo en que la etnología reciente ha utilizado la literatura como recurso científico). Por supuesto, las sociedades estudiadas son perfectamente alienígenas, pero no está claro que las miremos con más distancia y asombro de los que, por ejemplo, el Royal Anthropological Institute dedicaba a los indígenas colonizados por el Imperio Británico. Por otro lado, junto con La mano izquierda de la oscuridad, es uno de los libros de Le Guin que más hincapié hace en cuestiones de género.

Las llaves del aire (Minotauro, 1998). Uno de los pocos libros “realistas” de Ursula K. Le Guin traducidos al castellano. Lo cierto es que Le Guin se mueve con más torpeza en este terreno. Por alguna razón, es como si le resultara más sencillo explicar un compleja combinatoria matrimonial poliándrica en una remota galaxia que las tribulaciones sentimentales de un gay californiano. De todos modos, esta recopilación de relatos resulta razonablemente interesante. En especial, porque proporciona numerosas pistas sobre el ecosistema conceptual y político que habita Le Guin y que tan importante papel ha desempeñado en sus obras más conocidas.

Los desposeídos (Minotauro, 1983). La gracia de Los desposeídos es que es una utopía oscura. El planeta Anarres no es un sitio particularmente apetecible: las relaciones sociales son notablemente invasivas, la vida es dura y está marcada por la necesidad material. Esta frugalidad juega un papel destacado en una organización social radicalmente anárquica: “Nadie tiene nada que se pueda robar. Si uno necesita cosas las va a buscar a los almacenes. En cuanto a la violencia, bueno, no sé. ¿Usted me asesinaría, normalmente? Y si quisiera hacerlo, ¿se lo impediría acaso una ley contra el asesinato? No hay nada menos eficaz que la coerción para obtener orden (...). Aquí, ustedes piensan que el incentivo del trabajo es la economía, la necesidad de acumular riqueza, pero donde no existe el dinero los motivos reales son más claros, tal vez. A la gente le gusta hacer cosas. Le gusta hacerlas bien”. En Los desposeídos también se plantean cuestiones profundas acerca de la posibilidad y conveniencia de una sociedad estrictamente no autoritaria y de cómo la sombra del control social se infiltra a través del igualitarismo.

El nombre del mundo es bosque (Minotauro, 1986). Una fábula ecologista en la que Le Guin muestra de modo explícito sus convicciones políticas. El nombre del mundo es bosque, que en ocasiones se ha leído como una crítica de la Guerra de Vietnam, narra el intento de colonización terrícola de un planeta selvático habitado por seres radicalmente ajenos al desarrollismo occidental que viven en comunión con su ecosistema. Los encargados de la colonización, una mezcla de ejecutivos de la United Fruit Company, marines, mediadores sociales y funcionarios de la FAO, se ven desbordados por un mundo cuyo sutil equilibrio son incapaces de comprender.

La mano izquierda de la oscuridad (Minotauro, 1973). La cuarta novela del ciclo Hainish –que se inauguró con El mundo de Rocannon y que explora un universo en el que conviven diferentes razas humanoides descendientes de una única civilización originaria del planeta Hain– es una compleja fantasía acerca de una sociedad hermafrodita que lanzó a la fama a Le Guin. La mano izquierda de la oscuridad es, además, una narración formalmente arriesgada, elaborada a base de una combinación de informes de un representante de un gobierno trasnplanetario, leyendas rescatadas del olvido, relatos... El resultado es un clásico de la literatura de ciencia ficción y uno de los primeros intentos por abrir la literatura a territorios conceptuales muy transitados en las dos últimas décadas: “¿Creían los antiguos hainis que la capacidad sexual continua y la opresión social organizada, atributos que no se encuentran en otros mamíferos que el hombre, son causa y efecto? ¿Consideraban quizá que la guerra es una actividad de desplazamiento puramente masculina, una vasta violación, y decidieron así eliminar la masculinidad que viola y la feminidad que es violada? El hecho es que los guedenianos, aunque extremadamente competitivos, no parecen ser muy agresivos; por lo menos y hasta ahora no han tenido nunca algo que pudiera llamarse una guerra”.

Re: LE GUIN, Ursula K.

NotaPublicado: Vie Abr 07, 2017 7:38 pm
por Duarte
fuente: https://saltamos.net/entrevista-ursula-k-le-guin



Entrevista a Ursula K. Le Guin

Ursula K. Le Guin, cuando la fantasía es política







Elisa McCausland (texto) / Euan Monaghan (fotografía) / Carla Berrocal (ilustraciones)

El Salto // 24 de marzo de 2017




    Autora de algunas de las novelas de ciencia ficción más celebradas del siglo XX, Ursula K. Le Guin es a sus 87 años una activista capaz de afear al presidente estadounidense Donald Trump sus falacias argumentativas.



Elisa McCausland: “El poder del capitalismo parece insoslayable, como antaño el derecho divino de los reyes. Sin embargo, el ser humano puede resistirse al poder, alterarlo. Y la resistencia y el cambio tienen a menudo su inspiración en el arte y, especialmente, en el arte de forjar las palabras”. Esta es una de las reflexiones de Ursula K. Le Guin más viralizadas en internet, una clara apología de la ficción como fortaleza y revolución; una revolución que empieza con las palabras. Pero ¿qué poder tiene la ficción literaria, en unos tiempos sometidos al reinado del audiovisual, para cambiar la realidad?

Ursula K. Le Guin: Creo que la ficción literaria, la poesía y la narrativa, tienen el mismo poder hoy que ayer para “cambiar la realidad”. O sea, muy poco directamente. Indirectamente, sin embargo, gracias a su potencial para abrir nuestra mente, alterar el rumbo de los pensamientos, brindar maneras inéditas de ver y comprender la realidad, me parece que su poder es enorme.

Y la ficción audiovisual también puede hacerlo, por supuesto, y de hecho a veces lo consigue; pero su omnipresencia no invalida las facultades de la literatura. De hecho, leer es un acto muy diferente al de ver. La mente del lector es menos pasiva, está ligada de manera más proactiva con lo que le rodea, no tiende a estar tan controlado por el medio como el espectador.


EM: En la era del capitalismo creativo, que se nutre de una clase artística y cultural en plena ebullición para poder perpetuarse, ¿es posible articular la resistencia y el cambio del que hablábamos? ¿Son posibles nuevos mitos? ¿Tiene sentido seguir apelando al folclore, a su vigor?

UKLG: El capitalismo corporativo constituye un clima muy negativo para que lo creativo florezca en su seno, los artistas pueden acabar pareciéndose a las especies que la industria de la agricultura produce por modificaciones y clonaciones manipuladas genéticamente.

Pero el arte es una planta resistente, de raíces profundamente ancladas en la mente y el cuerpo humanos, y décadas, o incluso siglos, de mal tiempo económico no van a erradicarlas. No tengo claro si necesitamos nuevos mitos o no, pero sí que cada vez que se da por enterrados a los mitos clásicos, para bien o para mal vuelven a crecer. Puede que sus raíces sean también muy profundas.


EM: ¿Qué perspectivas auguras a la fantasía y la ciencia ficción, géneros tradicionalmente marginales, una vez el mainstream en los ámbitos del cine, la televisión, el cómic y, también, la literatura, se ha apropiado de ellos?

UKLG: Tengo claro que, a pesar de todos los problemas que pueden derivarse de esa asimilación por el mainstream, a mí no me interesa volver a alzar muros para mantener la ciencia ficción en un estado puro, imperturbable. En cuanto a la fantasía, ni siquiera la considero personalmente un género, sino un destilado de la imaginación, que es a su vez a la literatura lo que la uva al vino, su esencia.


EM: En opinión de la autora española Pilar Pedraza, el futuro de lo fantástico pasa menos por la universidad que por las comunidades de fans, el nuevo papel del antaño lector o espectador como productor y a la vez consumidor de ficción. ¿Cuál es tu opinión al respecto, está la comunidad universitaria estancada en cuanto a pensamiento?

UKLG: Yo solo puedo hablar, claro, con conocimiento de causa, sobre lo que sucede en las universidades norteamericanas, que se han ido convirtiendo paulatinamente en escuelas de negocio, y en centros de entrenamiento para un ejercicio práctico de las ciencias capaz de procurar posteriormente dinero fácil a grandes corporaciones.

El sentido auténtico de la educación lo veo reducido hoy por hoy a campus minoritarios dedicados a las humanidades, o a estudiantes y profesores muy motivados en comunidades universitarias mayoritarias. La pérdida más grave por esta situación es la que atañe a la existencia o no de un tejido intelectual comunitario, que es siempre el que procura al pensador o al artista un terreno fértil sobre el que iniciar su labor.


EM: ¿A qué se debe que, como has manifestado en alguna ocasión, estés desde hace un tiempo menos interesada en la ficción que en el ensayo y la poesía?

UKLG: En malos tiempos como los que nos ha tocado vivir, si algo necesitamos con desesperación es menos periodismo y más ficción y poesía significativas. Pero he de lidiar con una cuestión ante todo personal: a mis 87 años, las historias ya no fluyen a mí como lo hacían antes, aunque la poesía aún haga acto de aparición en ocasiones.


EM: Sigues con atención y recomiendas novedades editoriales en tu página web. ¿Qué lecturas sugerirías por su potencial subversivo? ¿Qué autores te han sorprendido últimamente?

UKLG: Dudo mucho que pueda encontrarse en líneas generales un autor más inspirado al tiempo que radical, revolucionario, que el portugués José Saramago. A otro nivel, me gustaría citar también al escritor británico de weird fiction China Miéville, y a Michael Chabon, que ha disuelto totalmente las barreras entre alta literatura y cultura popular.


EM: También te interesa el cómic como medio expresivo. ¿Le ves posibilidades, te lo has planteado en términos creativos?

UKLG: Sí, por supuesto. Mi problema con los cómics, las novelas gráficas, etc, es su tendencia a la violencia y lo desagradable, y su enfoque mayoritario hacia las fantasías adolescentes masculinas de conquista, guerra, superpoderes y demás. Todo eso me aburre, y me parece un desperdicio de las muchas posibilidades estéticas que ofrece el medio.


EM: ¿Qué significa, en retrospectiva, para Ursula K. Le Guin el haber sido escritora, y qué aconsejas al respecto a aquellas que también apuesten por ello?

UKLG: No puedo quejarme, se me ha pagado y valorado por hacer lo que más me gustaba, he tenido suerte. Es difícil conseguirlo, pero en ello también tiene que ver algo que todas deberíais tener en cuenta: nunca aceptéis que una mujer ha de mirar o pensar como lo hace el hombre. Creed en que una mujer puede ver con sus propios ojos, en que ha de pensar y actuar como su mente y su cuerpo sientan que es correcto, no bajo los dictados de ningún hombre.

Re: LE GUIN, Ursula K. (1929-2018)

NotaPublicado: Lun Ene 29, 2018 2:14 pm
por Duarte
fuente: https://www.elsaltodiario.com/saltamontes/adios-ursula


Adiós, Ursula





Saltamontes

El Salto // 29 de enero de 2018




La ciencia ficción es un género que trata de los “¿y si…?” de nuestras sociedades. Como tal, es raro que no se haya utilizado más para explorar las posibilidades de mundos en los que las relaciones de género fueran diferentes, o en las que tuviésemos otro tipo de concepción de los recursos naturales y su reparto. Ursula K. Le Guin dedicó un espacio considerable de sus obras a explorar ambas vertientes.

Su novela más famosa es probablemente Los Desposeídos, que cuenta la historia de dos mundos, Anarres y Urras, a través de la visita de un físico, Shevek, de una a otra. Anarres y Urras son dos lugares muy diferentes desde una perspectiva tanto ecologista como feminista.

Mientras que Anarres es una especie de pseudoutopía anarquista ultraigualitaria (en la que Ursula, en un ejercicio de autocrítica, anticipó ciertos posibles vicios sociales) Urras es un planeta extremadamente desigual y jerarquizado; mientras que Anarres es un planeta yermo y austero en el que se reparte la escasez, Urras – de entrada más rico en recursos naturales – tiene una élite que concentra todo el poder político y económico y toda una enorme casta de desplazados – los desposeídos – que Shevek no descubre hasta después de haber rascado la superficie; mientras que en Urras las mujeres son, en el mejor de los casos, un objeto estético y sexual al servicio de la minoría de hombres poderosos, en Anarres mujeres y hombres acceden de forma igualitaria a todos los trabajos, incluido el de cuidados – que también es asumido por el cuerpo social. Es más, la autora intelectual de la revolución que llevó a que se formase esta sociedad anarquista imaginada por Ursula es una mujer, Odo, y ellos se llaman a sí mismos “odonianos”.

No obstante, la visión de género de Anarres le valió a Ursula algunas críticas por considerarla un ejercicio de feminismo liberal, en el que la igualdad se conseguía eliminando toda diferencia entre mujeres y hombres mediante la conversión de las mujeres simplemente en un tipo más de ente individual y desapegado de las necesidades de su propio cuerpo y de los de las personas que la rodean, en vez de concebir tanto a mujeres como a hombres como seres interdependientes. Resulta difícil abordar esta crítica separando unos ejes de otros – el ejercicio de imaginar unas relaciones de género diferentes del ejercicio de imaginación política que supone describir una sociedad que prima a la vez la libertad individual absoluta y una fuerte conciencia de comunidad. Ursula se atrevió a imaginar unos cuantos ejes a la vez, y, no lo olvidemos, todo ello en los años setenta.

Desde un punto de vista ecologista, esta novela destaca por lo pronto que supo anticipar algunos problemas relacionados con la crisis de recursos (Los límites del crecimiento se acababa de publicar), tanto en Anarres y Urras como en Terra, un planeta del que solo se habla brevemente, pero del que su embajadora dice: “Mi mundo, mi Tierra, es una ruina. Un planeta arruinado por la especie humana. Nos multiplicamos y nos devoramos unos a otros y peleamos hasta que no quedó nada en pie y entonces perecimos. No dominábamos ni nuestros apetitos ni nuestra violencia; no nos adaptamos. Nos destruimos a nosotros mismos. Pero primero destruimos el mundo (…) Fracasamos como especie, como especie social”. La situación que se esboza para la Tierra es la de un colapso total que ha derivado en una especie de ecototalitarismo: “hemos salvado cuanto podía salvarse, y hemos organizado una especie de vida entre las ruinas, en Terra, del único modo posible: por la centralización total. Una vigilancia absoluta de cada hectárea de terreno, cada resto de metal, cada litro de combustible. Racionamiento total, control de la natalidad, eutanasia, conscripción universal de las fuerzas de trabajo. La reglamentación absoluta de cada vida, y la supervivencia racial como meta”. En comparación, podría considerarse a la austera sociedad odoniana, con su economía neoagraria y su simplicidad radical, como una posibilidad de horizonte post-colapso deseable dentro de las corrientes llamadas “ecocomunitaristas”. Urras, en donde los restos tras la devastación ecológica están al servicio de unos pocos, sería lo más cercano en esta novela a lo que suele llamarse ecofascismo.

Otra obra de Le Guin, probablemente la que más comentarios ha recibido por su forma de abordar el género, es La mano izquierda de la oscuridad, en la que un nativo de Terra entra en contacto con la cultura de otro planeta, Gethen, cuyos individuos son “ambisexuales” – su género puede ser tanto masculino como femenino. Sin embargo, Ursula decidió no inventar un pronombre nuevo para estos seres y utilizar el pronombre masculino, lo que hizo que incluso ella misma los imaginase fundamentalmente como varones. Esta decisión ha sido acusada por muchos por mantener a la mujer en el papel de “El Otro”, y la propia Ursula reconocería más tarde que lo hizo por hacer la lectura más cómoda a la mayoría – masculina – de aficionados a la ciencia ficción, y que probablemente no fue la decisión más adecuada.

El nombre del mundo es bosque, de 1976, describe la invasión colonialista de los athstianos por parte de los humanos, algo parecido al argumento de "Pocahontas", "Avatar", etc. El expolio de los recursos en otros territorios debido a la escasez en el propio es lo que vertebra sin duda la visión ecologista de esta novela. Por otra parte, la sociedad athstiana (los llamados despectivamente “crichis” por los colonos), muy profundamente conectada con la naturaleza, mantiene unas formas de organización y un papel social de las mujeres muy parecido al que podríamos encontrar en algunas naciones indígenas latinoamericanas, y encarna un espíritu que podríamos relacionar con una especie de ecofeminismo esencialista. Aun así, al igual que en las otras novelas, los personajes principales de esta son masculinos, e incluso se cumple el cliché de la “mujer en la nevera” al ser la violación y muerte de una mujer athstiana la que desencadena la rebelión de estos.

Ursula K. Le Guin ha sido una de las primeras autoras en introducir temas feministas y ecologistas en sus obras. Ha sabido, además, ganar renombre y visibilidad en un género indudablemente dominado por hombres, haciéndose un hueco en las estanterías de miles de personas por todo el mundo.

Desde Saltamontes celebramos su vida, su obra y su mensaje y le damos las gracias por habernos regalado innumerables escenarios sobre los que explorar, indagar y disfrutar de todos esos “¿y si…?” necesarios para transformar nuestras sociedades.