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Pippi Calzaslargas (Olle Hellbom, 1969)

Corto, medio, largo, serie, miniserie (no importa el formato)... en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
Pippi Calzaslargas
Pippi Långstrump
Olle Hellbom (Suecia, Alemania Occidental; 1969) [28 min]

Portada
IMDb
(wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    [fuente] Pippi es una niña de nueve años, con largas coletas y espíritu libre a la que le suceden mil y una aventuras. Tiene algunos pequeños poderes, vive con un mono y un caballo, no tiene nadie a quien dar cuentas y sus mejores amigos son Tommy y Annika, dos niños de su edad que asisten fascinados al estallido de libertad y diversión que supone estar con Pippi.

Comentario personal:

    Magnífica. Las niñas serán lo que quieran ser.

El comité de RbM, en su canal de telegram, el 8 de marzo de 2021, escribió:Serie sueca infantil sobre una niña que rompía todos los estereotipos de género.

María de Castro Ramos, en "Lo que Pippi Langstrump nos enseñó sobre el feminismo cuando éramos pequeñas", en Código Nuevo, el 13 febrero de 2018, escribió:Afirmar que Pippi Langstrump nos salvó la infancia a muchas niñas puede parecer una exageración. Pero no lo es cuando te has pasado los primeros años de tu vida viendo películas Disney donde las sirenitas renuncian a sus amigos, a su familia y hasta a parte de su cuerpo para gustar a un chico. Crecimos pensando que era muy romántico que un desconocido nos besase en los labios mientras nosotras, bellas durmientes, permanecíamos sedadas e indefensas. Y nos enseñaron que la única forma de sobrevivir a un maltratador psicológico como el protagonista de ‘la Bella y la Bestia’ era enamorarnos de él.

Cuando empezábamos a interiorizar estos roles tan perversos apareció Pippi y descolocó todo nuestro mundo. “Es un personaje muy macarra, muy punki, que se salía del estereotipo de niña buena”, explica María Castejón, Doctora en Historia especializada en representaciones de género en el mundo audiovisual. Vestida con harapos de mil colores y con su mono ‘señor Nilson‘ colgado al hombro, Pippi revolucionó la vida en Villa Kunterbunt y nos dio las primeras lecciones de feminismo de nuestras vidas.

Al contrario de lo que sucede en los cuentos tradicionales, esta niña pecosa creada por la escritora sueca Astrid Lindgren en 1945 no busca la aprobación ajena, sino que la desafía. Vive sin padres, solo va a la escuela cuando quiere tomarse unas vacaciones y se instala una mansión que se convierte en un refugio para sus amigos. “La casa de Pippi Langstrump es maravillosa, allí puede hacerse todo lo que en casa está prohibido”, celebra su vecina Annika mientras ella y su hermano se cuelgan de las lámparas y trepan por los muebles en el primer capítulo de la serie.

La estricta señorita Praselius —que representa ese modelo de mujer temerosa y obsesionada por el juicio ajeno— intenta una y otra vez que Pippi ingrese en un hogar infantil. “Ya tengo un bonito hogar infantil”, responde la niña, que remata su sentencia con un insolente “no te preocupes, yo sé cuidar de mí misma”. Y lo cierto es que no le falta razón. Porque no depende de nadie ni necesita ningún príncipe azul, asume las riendas de su propia vida y solo es fiel a sus propias ganas de diversión.

Tal y como explica María Castejón, “Pippi se carga el principio de la Pitufina“, un recurso audiovisual muy empleado en las series de nuestra infancia que consistía en introducir un único personaje femenino —generalmente muy caricaturizado— en medio del grupo dominante de hombres protagonistas. Aquí, en cambio, el poder y los focos recaen sobre ella. Es la protagonista absoluta.


Rompe los estereotipos de género

Pippi representa lo contrario de lo que las niñas aprendimos a ser. Trepa por los árboles, come con las manos y no tiene miedo de enfrentarse a sus enemigos. Y, precisamente por eso, se convirtió en el icono feminista que necesitábamos todas las que, a los nueve años, pensábamos que algo fallaba en nosotras por preferir dar patadas a un balón que potitos a una muñeca. Ella, que tanto huía de los discursos moralistas, nos hizo comprender que la culpa es una invención de los adultos para castigar lo diferente y que no hay ningún problema si nos apetece tomar la iniciativa y subvertir los roles de género. “Soy la niña más fuerte del mundo”, se reía mientras levantaba a su caballo con una sola mano.

Pero Pippi Langstrump no se aprovechaba de su fuerza, sino que la usaba para combatir a los abusones. En el capítulo en el que es invitada a una fiesta, ve cómo un grupo de chavales está pegando a otro niño. “Ya está bien, ¿os creéis muy valientes? Seis contra uno, eso solo lo hacen los cobardes”, le espeta a la congregación de machirulos. En lugar de desestabilizarse cuando la llaman “mocosa” y le dicen que la van a machacar, ella mantiene la calma, sonríe y lanza a uno de los atacantes por los aires. Esta superwoman de metro y medio se venga así por todas las veces que el resto de las mujeres no hemos podido defendernos de quienes han utilizado su superioridad física para invisibilizarnos.


Adelantada a su tiempo

Si todavía hoy su personaje resulta subversivo, no cuesta imaginar la revolución que supuso en 1974, cuando la serie comenzó a emitirse en una España que se sacudía el olor a franquismo y naftalina. Por aquel año, las mujeres todavía necesitaban la autorización de sus maridos para firmar un contrato de trabajo o comprar una vivienda en nuestro país. Y Pippi, con solo nueve años, lanzaba a las pequeñas un mensaje claro y potente: las chicas no necesitamos el permiso de nadie.

Se adelantó una década a la canción de Alaska y Dinarama y transformó el "A quién le importa" en un leitmotiv vital. Prueba de ello es que mientras Annika simboliza a esa niña modélica, tranquila y bien vestida, Pippi es malhablada, imprevisible y orgullosamente hortera. No le importa vestir con ligueros, llevar la ropa mal combinada y las trenzas tiesas. Y, cuando trata de imitar los estereotipos de feminidad normativa y se maquilla, nos hace ver lo ridículos que son. Pulveriza el machismo con su risa descontrolada.

Su ejemplo fue clave, porque nos dotó de nuevos referentes para construir nuestra identidad cuando éramos pequeñas. “Las ficciones influyen mucho en los niños, se nutren de la realidad, pero también tienen la capacidad de transformarla”, argumenta María Castejón. Y Pippi nos cambió a mejor. Antes de que Punky Brewster o Spinelly de ‘la Banda del Patio’ llegaran a nuestras televisiones, este torbellino con pecas nos hizo entender que podemos ser todo lo poderosas que queramos. Basta con que empecemos a creérnoslo. Ha llegado la hora de que la Bella Durmiente se despierte y le diga al príncipe azul que ella, de momento, prefiere hacerse unas trenzas pelirrojas y salir a conquistar su vida.


Ficha técnica


Reparto:


Idioma original: Sueco.





DVDRip VE - AVI (XviD+AC3 2.0) [4.91 Gb]
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General
Nombre completo                          : 01.Pippi.(Spanish).DVD-Rip.XviD-AC3.avi
Formato                                  : AVI
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Vídeo
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Duración                                 : 26 min 32 s
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Espacio de color                         : YUV
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Profundidad bits                         : 8 bits
Tipo barrido                             : Progresivo
Modo de compresión                       : Con pérdida
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Librería de codificación                 : XviD 1.1.2 (UTC 2006-11-01)

Audio
ID                                       : 1
Formato                                  : MPEG Audio
Formato de la versión                    : Version 1
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Modo                                     : Joint stereo
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ID códec/Consejo                         : MP3
Duración                                 : 26 min 32 s
Tipo de tasa de bits                     : Constante
Tasa de bits                             : 96,0 kb/s
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Modo de compresión                       : Con pérdida
Tamaño de pista                          : 18,2 MiB (8%)
Alineación                               : Dividir a través intercalados
Intercalado, duración                    : 42  ms (1,00 fotograma de vídeo)
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DVDRip VE - AVI (XviD+MP3)
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    Format : AVI
    Format/Info : Audio Video Interleave
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Carmen López, en "Pippi Calzaslargas, la lideresa de las niñas que no quieren ser princesas", en El Diario.es, el 17 de junio de 2018, escribió: - Para celebrar el 70 cumpleaños del personaje, la editorial Blackie Books ha reeditado la recopilación de todas sus historias
- No estar sujeto a ningún rol de género normativo y su autonomía convirtieron al personaje en el modelo perfecto para iniciar a niñas y niños en el feminismo
- Su creadora, Atrid Lindgren, no solo plasmó sus convicciones en sus libros, sino que fue una activista política reconocida.


Portada


Si en una tienda de disfraces no tienen a la venta pelucas pelirrojas con trenzas tiesas es que no se merece tal categoría. En cada carnaval y Halloween habrá alguien que quiera vestirse de Pippi Calzaslargas, la niña de pecas y pelo de zanahoria inventada por Astrid Lindgren.

Es uno de los barómetros fiables para demostrar la popularidad universal del personaje, además de la traducción a más de 60 idiomas de sus aventuras que desde que saliesen al mercado por primera vez en 1945 han vendido más de 160 millones de ejemplares. Por si hacen falta más pruebas, también se pueden sumar sus adaptaciones al cine y la televisión, tan o más populares que los libros.

La editorial Blackie Books ha reeditado ahora la recopilación de todas sus historias que originalmente publicó en 2015, coincidiendo con el 70 cumpleaños de Pippilota Viktualia Rullgardina Krusmynta Efraimsdotter Långstrump. El nombre lo escogió Karin, la hija de la escritora, que con siete años y postrada en la cama por culpa de una neumonía pidió a su madre que le contase un cuento cuyo personaje principal fuese una niña con ese nombre.

Duerme con los pies sobre la almohada y vive sola en una casa destartalada llamada Villa Mangaporhombro porque su madre está en el cielo y su padre en una isla donde es el rey de los caníbales. Es vecina de Tommy y Annika, dos niños formales que tienen papá, mamá y sirvienta y se acuestan a la siete y media porque al día siguiente tienen que madrugar para ir a la escuela (sitio que la pelirroja no frecuenta).

Por supuesto, los hermanos están fascinados con la vida de Pippi, llena de ventajas. Sus mascotas son un mono y un caballo, ella misma se dice a la hora que tiene que ir a dormir y "es más rica que Creso", así que puede comprar todos los dulces y juguetes que quiera. Además, no le tiene miedo al hombre más fuerte del mundo, porque ella es la niña más fuerte del mismo planeta.

Todo el poder para las niñas

Esa autonomía de Pippi ha hecho que se la considere un modelo perfecto para iniciar a las niñas y los niños en el feminismo. El personaje de Lindgren no se ajusta a ningún rol de género normativo como sí lo hacen -y mucho- sus amiguitos que son, evidentemente, menos divertidos.

Tiene algo de duende travieso de la mitología escandinava así como de Jo March, la rebelde de Mujercitas. A su vez, se distinguen rasgos de su personalidad en personajes posteriores como la Matilda de Roald Dahl o Lisbeth Salander, protagonista de la saga Millenium, según expresó su autor Stieg Larsson antes de morir.

Portada Portada


Por supuesto, que Pippi sea la abanderada del feminismo precoz atiende a los principios de su creadora, aunque ella nunca llegase a definirse como tal. El pasado mes de febrero se publicó en inglés la biografía de la autora firmada por Jens Andersen y titulada Astrid Lindgren: The Woman Behind Pippi Longstocking en la que se revelan muchos detalles de su vida y que hacen más comprensible aún la personalidad de la protagonista.

Astrid Lindgren fue una adelantada a su época. Hija de unos granjeros de ideología conservadora, abandonó los estudios en su adolescencia y empezó a trabajar en un periódico local. Se había cortado el pelo inspirada por La Garçonne (un bestseller de culto sobre una mujer que rechaza los estereotipos de género) y Greta Garbo y se vestía con ropa masculina, como pantalones, corbatas o gorras. El escándalo que generó en su comunidad llegó a su punto álgido cuando se quedó embarazada de su editor, un hombre de 51 años, casado y con siete hijos.

Lindgren huyó para dar a luz en Dinamarca, donde encontró un hospital privado en el que la madre no estaba obligada a dar el nombre del progenitor ("quería al niño pero no al padre", declaró años después). Se instaló en Estocolmo para estudiar taquigrafía y posteriormente trabajar en el Royal Automobile Club.

Durante sus primeros años, su hijo Lars vivió con una madre de acogida danesa, Marie Stevens. Cuando esta cayó enferma, se fue con sus abuelos que, tras su inicial negativa a conocer a su nieto, le aceptaron en la familia. Cuando Astrid pudo por fin hacerse cargo de él se lo llevó a Estocolmo con ella y su marido Sture Lindgren. Tres años después, nació Karin.

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Astrid Lindgren fotografiada en su casa en 1998 ZUMA Press/lafototeca.com


En la década de los 40 trabajó como "inspectora" para la inteligencia sueca ("mi trabajo sucio", como lo llamó). Juró confidencialidad y solo pudo expresar sus sentimientos en su diario, donde relató su temor a la brutalidad de Hitler, Stalin y Mussolini. "Evidentemente, es la intención de Hitler convertir a Polonia en un gran gueto, donde los judíos pobres mueran de hambre y miseria", escribió.

El primer libro de Pippi se publicó en 1945, después de que la autora ganase el segundo premio de un concurso literario con Cartas de Britta Mari. El gran grupo editorial Boniers había rechazado el manuscrito de Calzaslargas un año antes (aún deben de estar arrepintiéndose) y fue Rabén & Sjögren quien lo editó y puso a la venta. Ahí empezó el boom que continúa hasta hoy.

Más allá de Villa Mangaporhombro

Aunque la niña pelirroja es su personaje más universal, la obra de la escritora sueca es muy extensa. El resto de sus títulos no son tan conocidos fuera de su país, aunque algunos sí que han atravesado las fronteras (al menos 17 de ellos han sido traducidos al castellano).

De hecho, el libro de Los niños de Bullerbyn es el responsable de un síndrome que afecta a los alemanes, el 'Bullerbysyndromet'. Este fenómeno hace que la persona que lo sufre piense que la vida en Suecia es tan bucólica como Lindgren describe en sus narraciones. El término fue designado en febrero de 2008 como "La palabra del mes" en el diccionario del Consejo del Idioma Sueco.

Esta visión idílica del país que se encuentra en las historias de la escritora también es un reflejo de sus otros principios básicos: el amor a la naturaleza así como el respeto a las personas. La defensa de los animales ante el maltrato del hombre y del más débil ante el abusón es una constante en las aventuras de Pippi, por ejemplo, que siempre utiliza su fuerza hercúlea para atajar las injusticias.

Según The New York Times, la autora declaró en una ocasión que: "Ella tiene ese poder, pero nunca lo usa mal. Lo que creo que es lo más espléndido y lo más difícil". La escritora no solo plasmó sus convicciones en sus libros, sino que fue una activista política reconocida. Uno de sus hitos más recordados es su protesta en contra de los elevados impuestos que tenían que pagar los creadores como ella o Ingmar Bergman.

Lindgren publicó un artículo satírico coincidiendo con las elecciones de 1976 en el que calculaba que sus ingresos tributaban a una tasa anual del 102%. Los socialdemócratas perdieron las elecciones después de 40 años en el poder y se recortaron los impuestos.

Obtuvo el Premio Hans Christian Andersen en 1958 y en 1994 el Premio Right Livelihood, considerados el Nobel de la literatura infantil y juvenil y el Nobel alternativo, respectivamente. Pero pese a la importancia de su obra y su figura a nivel internacional nunca le concedieron "el auténtico".

De hecho, tras su muerte en 2002, a los 94 años, la sociedad sueca pidió que se lo otorgasen de manera póstuma, pero la Academia no aceptó -y recibió una tormenta de críticas- alegando que en 1974 se había consensuado que nadie podía recibir el galardón de ese modo a no ser que hubiese sido nombrado antes de su fallecimiento. De todas formas, es posible que Pippi Calzaslargas se lo hubiese tomado a risa y no hubiera ido a recogerlo: estaría demasiado ocupada siendo pirata.


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