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Louise Michel (Sólveig Anspach, 2009)

Corto, medio, largo, serie, miniserie (no importa el formato)... en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
Louise Michel
Louise Michel la rebelle
Sólveig Anspach (Francia, 2009) [90 min]

Portada
IMDb
(wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    [fuente] Reconstrucción de un relevante segmento de la vida de la famosa militante anarquista francesa, tras el fracaso de la Comuna de París. La acción comienza con la deportación de Michel a Nueva Caledonia en 1873. Allí rechazará recibir un trato especial por el mero hecho de ser mujer y se alineará junto a los partidarios de la independencia de dicha colonia. Además de su activismo político, la película retrata el resto de aspectos de la vida de la revolucionaria durante aquella complicada época, y da cuenta asimismo de las labores educativas que llevó a cabo entre los nativos durante los siete años que pasó en aquellas tierras hasta su establecimiento en la isla de Numea.

Clara Serrano, en "Louise Michel, precursora del feminismo en la Comuna de París", en Diagonal, el 24 de abril de 2010, escribió:De ideas anticlericales, anarquistas, republicanas e internacionalistas, la poeta y escritora Louise Michel estuvo siempre comprometida con la reivindicación de los derechos de las mujeres y con la revolución social. Durante la Comuna formó parte del Comité de Mujeres y participó cuando las mujeres impidieron que los soldados de Versalles se llevaran los cañones de la Guardia Nacional, que habían sido pagados por el pueblo para defender París de la invasión prusiana, un episodio que acabó con el amotinamiento de los soldados contra sus oficiales. Louise Michel presidió el Comité de Vigilancia femenino y participó en el de hombres, ambos destinados a proporcionar techo y comida a los necesitados. Asimismo, organizó un servicio de guardería y se ocupó de reclutar entre las mujeres a trabajadoras de ambulancias. La inclusión de trabajadoras del sexo para este servicio fue un desafío contra los prejuicios de sus compatriotas varones, quienes consideraban que las manos de las prostitutas estaban demasiado sucias para realizar esta labor.

Como muchas otras mujeres, Louise participó en la defensa de la Comuna. Lo hizo como miembro del 61 batallón de Montmartre, no sólo combatiendo, sino también como asistente médica. No obstante, todas esas mujeres, que se jugaban la vida a diario en las barricadas, y a las que se llamaba despectivamente las petroleuses (las incendiarias), tuvieron que enfrentarse con un doble enemigo. Por un lado el gobierno de Versalles, enemigo de la revolución; por otra, lucharon contra un enemigo interno. Estas mujeres se encontraron con la resistencia de sus compañeros a que participaran en pie de igualdad en el experimento revolucionario, lo que las llevó a llamar a la autoorganización de las mujeres y a la formación de asociaciones femeninas a través del Llamamiento a las mujeres ciudadanas de París, que dio lugar a la Unión de Mujeres para la Defensa de París y Cuidado de los Heridos, que aglutinó a un gran número de mujeres pertenecientes a la I Internacional.

La influencia de la lucha de las mujeres cristalizó en algunas de las medidas sometidas a voto en la Comuna, que tuvieron que ver directamente con la mejora de sus condiciones. Algunas de las demandas que las radicales activistas hacían a los líderes de la Comuna fueron auténticas reivindicaciones socialistas, como la apropiación de las fábricas abandonadas por sus propietarios burgueses para entregárselas a las trabajadoras.

Las mujeres de la Comuna fueron objeto de burla por parte de sus compañeros, debido a su ruptura con los roles que el patriarcado asignaba a las mujeres. La actitud poco femenina y la falta de encanto de estas mujeres, que no tuvieron escrúpulos a la hora de disparar un fusil y enfrentarse al ejército de Versalles, despertó los prejuicios machistas de los hombres, por no mencionar los comentarios del enemigo común, que no sólo las ridiculizaba y despreciaba con vehemencia, sino que las estigmatizaba convirtiéndolas en una especie de bestias salvajes, en “marimachos” carentes de cualidades femeninas. A este respecto, revolucionarios y burgueses compartían los mismos prejuicios, contra los que estas mujeres se enfrentaron en busca de la emancipación, y con los que el resto de mujeres se han topado en revoluciones posteriores. Louise y sus compañeras tomaron conciencia de que, como ya había sucedido en la Revolución francesa, la reivindicación de la igualdad universal dentro del bando revolucionario, en realidad excluía a las mujeres, lo que las llevó a adquirir una fuerte conciencia feminista.

Una vez derrotada la Comuna, Louise consiguió escapar de la masacre que se estaba produciendo en París, pero decidió entregarse cuando apresaron a su madre como rehén. Compareció en Consejo de Guerra y fue encarcelada durante dos años, hasta que finalmente la deportaron a una de las colonias francesas, Nueva Caledonia, donde apoyó la lucha por la independencia de los canacos. Posteriormente regresó a París, donde mantuvo su ideario anarquista.


La lucha feminista en la Comuna

Las mujeres de la Comuna comenzaron a autoorganizarse ante la necesidad de dar respuesta a cuestiones concretas, como el cuidado de los heridos y de los niños. Esta experiencia organizativa, sumada a su compromiso revolucionario, llevó a las mujeres a poner en cuestión el orden social en su conjunto. No se resignaron a cumplir el papel que el patriarcado asignaba (y asigna) a las mujeres, sino que participaron activamente en el levantamiento de barricadas y en la lucha armada contra el ejército, tareas tradicionalmente atribuidas a los hombres.

Las mujeres adquirieron progresivamente conciencia de la importancia de la lucha feminista, lo que las empujó a exigir medidas tales como el divorcio o el reconocimiento de las parejas de hecho, y lograron con ello algunas de las condiciones fundamentales para una auténtica emancipación.


Ficha técnica


Reparto:


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Nota Mar Abr 11, 2023 7:29 pm
Josefina L. Martínez, en "Cuatro damas de armas tomar. Y 4. Louise Michel, la combatiente de la Comuna de París", en CTXT, el 23 de agosto de 2017, escribió:
“Cuando la multitud hoy muda
Ruja como el océano
Y a morir esté dispuesta
La Comuna resurgirá
Volveremos multitud sin número
Vendremos por todos los caminos
Espectros vengadores surgiendo de las sombras
Vendremos estrechándonos las manos
La muerte llevará el estandarte
La bandera negra velo de sangre
Y púrpura florecerá bajo el cielo llameante”

Louise Michel. Canción de las prisiones, mayo de 1871


Durante la semana del 20 de mayo de 1871, el ejército de Versalles (la burguesía francesa aliada a los prusianos) avanza contra la Comuna de París. En el cementerio de Montmartre, en el corazón de la Comuna obrera, una mujer calzada con botas de soldado dispara su fusil. La metralla sostenida que retumba sobre su cabeza le hace pensar en un océano descargando su furia desde el cielo. Los obuses hacen temblar la tierra y las flores de las tumbas vuelan por el aire. Louise Michel se escabulle por un agujero de la tapia, solo para volver enseguida con refuerzos. De los 50 hombres que la acompañan, pronto queda la mitad; poco después, quince; finalmente, solo tres siguen defendiendo la barricada sobre la calle Clignancourt.

París arde en llamas la noche del 24 de mayo. Los fuegos pueden verse desde lejos: la calle Royale, Rivoli, las Tullerías, el Hôtel-de-Ville, el teatro lírico, la orilla izquierda, se destacan por el rojo crepitar sobre el cielo negro. Si la Comuna no va a sobrevivir, no se entregará a Versalles sin luchar.

En aquellos días, Louise Michel siente que el tiempo es flexible. “Todo lo ocurrido se acumula, como si en esos días hubiéramos vivido mil años”. Esta mujer menuda, de 40 años, representa el espíritu de la Comuna de París, donde las mujeres no solo conquistan el derecho a la educación, al divorcio y al trabajo, sino también el derecho a combatir codo a codo con los hombres.


Las mujeres de la Comuna

Tras la caída del Segundo Imperio de Luis Napoleón Bonaparte, con la derrota en la guerra franco-prusianaen septiembre de 1870, París proclama la República. Con la ciudad sitiada por el ejército de Bismarck, el gobierno francés de Adolphe Thiers termina firmando la capitulación de Francia, aceptando la ocupación de la capital por los prusianos. Pero la Guardia Nacional parisina, formada en su mayoría por obreros y artesanos, se niega a rendirse al enemigo. Thiers se retira a Versalles y el pueblo de París toma el control de la ciudad.

El 18 de marzo, el ejército de Versalles intenta aplastar la rebelión y arrebatar los cañones en manos de los parisinos. Ese día, fueron las mujeres las primeras en salir a las calles, en una insurrección que da comienzo a la Comuna de París. Así lo cuenta Louise Michel: “Todas las mujeres se hallaban ahí. Interponiéndose entre nosotros y el ejército, las mujeres se arrojaban sobre los cañones y las ametralladoras, los soldados permanecían inmóviles. La revolución estaba hecha”. Poco después se convocan a elecciones para elegir los representantes de la Comuna de París, el primer gobierno obrero de la historia.

Como ya había ocurrido durante la Revolución francesa de 1789, las mujeres participaron activamente en la Comuna, formando asociaciones como el Comité de Vigilancia de las Ciudadanas y la Unión de Mujeres para la Defensa de París. Según Michel, más de 10.000 mujeres “diseminadas o juntas, combatieron por la libertad en los días de mayo”.

“Con la bandera roja al frente habían pasado las mujeres; tenían su barricada en la plaza Blanche. Estaban allí Elisabeth Dmitrieff, la señora Lemel, Malvina Poulain, Blanche Lefebvre, Excoffons. André Léo estaba en las de Batignolles”. En la plaza Blanche se mantiene una barricada defendida por un batallón de 120 mujeres. En el bulevar Sebastopol varias mujeres trabajan llenando sacos de tierra y cestas de mimbre. Las petroleuses, las incendiarias. Así llaman sus enemigos a las mujeres de la Comuna. Cada mujer que atraviesa las calles con ropa humilde y con un cacharro entre las manos es sospechosa.

En Francia regía en aquellos años el Código napoleónico, que imponía a las mujeres la condición de menores de edad, sometidas al padre o al marido, sin derecho a ninguna actividad independiente, sin derecho al voto, ni al divorcio. Las mujeres obreras se ven sometidas a una doble explotación y opresión. Por eso la Comuna de París trae la esperanza de un mundo nuevo para las mujeres del pueblo.

Louise Michel, maestra abnegada, escritora y poeta, ocupa su puesto de combate en las barricadas. Defiende la París obrera que desde el 18 de marzo ha tomado en sus manos su propio destino. La Comuna ha creado una nueva forma de gobierno, con delegados electos y revocables que cobraban un salario obrero. Ha condonado las deudas a los inquilinos, expropiado los talleres abandonados para cederlos a cooperativas obreras. La Comuna ha establecido la igualdad de las mujeres ante la ley, separando la Iglesia del Estado y expropiando al clero; un conjunto de medidas que no había tomado ninguna república liberal. La Comuna había defendido París, entregada por Thiers a los prusianos. La heroica Comuna había desafiado a la Europa del orden y el capital, eliminando “el ejército permanente, la policía, la burocracia, el clero y la magistratura”, al decir de Marx en el Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores, escrito entre abril y mayo de 1871.


La represión y el exilio

Según las fuentes históricas, más de 30.000 personas fueron asesinadas en la semana sangrienta de mayo, cuando la represión se ensañó en las calles de París. En el muro del cementerio del Père-Lachaise, que hoy se conoce como el muro de los comuneros, cientos de luchadores fueron fusilados. Otros miles, deportados y exiliados.

Louise Michel logró escapar, pero su madre fue detenida por la policía en su lugar, por lo que Louise se entregó para salvar su vida. Junto con decenas de presas fue hacinada en prisión, donde escuchaban por la ventana los fusilamientos de otros comuneros. El juicio, en diciembre de 1871, se transforma en una tribuna para reafirmar su compromiso con la Comuna y con la lucha. “No quiero defenderme, no quiero ser defendida”, exclama Louise Michel, “pertenezco por entero a la revolución social y declaro aceptar la responsabilidad de todos mis actos; la acepto sin restricción”, relata Lissagaray en su historia de la Comuna.

La heroína de Montmartre es deportada a la isla de Nueva Caledonia, colonia francesa en el Pacífico. El viaje a bordo del Virginie es también un descubrimiento; Michel señala que en esa travesía, reflexionando sobre la experiencia de la Comuna, se hizo anarquista. En la lejana isla del Pacífico, Louise Michel convive con los canacos, tribus originarias sometidas a la opresión francesa. La maestra enseña a los niños canacos y se convierte en defensora de su causa.

“Una noche de tormenta durante la insurrección canaca, oí llamar a la puerta de mi compartimento en la choza. ¿Quién es? pregunté. Taïau, respondieron. Reconocí la voz de nuestros canacos, los que nos traían los víveres (taïau significa amigo). En efecto se trataba de ellos, venían a despedirse de mí antes de alejarse a nado bajo la tempestad para unirse a los suyos y combatir a ‘blancos malvados’, decían ellos. Entonces, dividí la banda roja de la Comuna, que había conservado a través de mil dificultades, y se la di como recuerdo”.

Después de varios años en Caledonia, Louise Michel puede volver a Francia en 1880. Allí retoma su actividad política (por lo que pronto vuelve a ser encarcelada) participando en movilizaciones contra el desempleo y en mítines y conferencias. Muere en enero de 1905, a los 74 años. Su espíritu indomable sigue siendo la imagen viva de la Comuna.


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