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Babel: A Iñárrutu se le entiende todo...

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Cultura
16-01-2007

Sobre la película "Babel" (Alejandro González Iñárrutu, 2006)
Orgullo gringo


Manuel de la Fuente
Lapáginadefinitiva


No deja de llamarnos la atención, y ya llevamos algunos años ocupados en la reseña de películas, la efectividad de las estrategias publicitarias a la hora de vender una producción de Hollywood. Estas estrategias consisten en elaborar unas máximas que expliquen el contenido y la singularidad de la película en cuestión, para atraer a un determinado sector de espectadores a las pantallas. Ocurre con el cine comercial, con los Rockys, las americanadas y las guerras de las galaxias, pero lo curioso es que también funciona para crear la ilusión de un cine alternativo, independiente, culto. Se lanzan consignas para definir como cultas a unas películas concretas y van a verlas unos públicos que se sienten cultos, las alaban las críticas que se creen cultas, las aplauden los cultos sectores pseudos-feministas e interculturales, y todos tan contentos porque creemos que hemos accedido, cuales seres cultos, a unos productos que no dañan nuestra inteligencia. El último ejemplo de esta estrategia perfecta es Babel .
Babel es una película que ha gustado mucho a la culta crítica cinematográfica y a ese culto público por diversos motivos, todos ellos impulsados y vendidos desde la maquinaria de promoción de la película:

- En primer lugar, porque la película la ha dirigido un mexicano. Ni que el hecho de no ser yanqui ya fuera un valor de entrada. - En segundo lugar, porque es una de esas historias cruzadas que hacen la narración muy complicada. Se meten tres o cuatro historias paralelas y algunas leves rupturas temporales, y ya parece una estructura coral, ya da la sensación de ser algo mucho más elaborado que el tradicional producto USA. - En tercer lugar, porque habla de la incomunicación, de las barreras que nos ponemos los seres humanos que nos negamos a entender al prójimo, que no sabemos ver en el interior de nuestros corazones que somos todos hermanos. Todos temas muy sensibles que ocupan siempre el hit-parade de la gente preocupada de boquilla por el mundo en el que vive. - En cuarto lugar, y no menos importante, porque los protagonistas son dos guapos: Brad Pitt y Cate Blanchett (ambos buenos actores cuando les dejan), que son los que sufren todas las perrerías de la historia. Se trata de un mecanismo muy vil: el espectador, al fin y al cabo, se identifica con los guapos que sufren en la pantalla.

Pero vayamos a la historia para entender todo el asunto. El argumento es muy sencillo. Una pareja de norteamericanos está de turismo por el desierto de Marruecos. Ambos son muy guapos y muy rubios, tienen dos hijos muy guapos y muy rubios (que se han quedado en casa mientras papi y mami están fuera), y tienen, eso sí, algún problemilla en su matrimonio porque son seres humanos, con sus problemas, sus anhelos y sus frustraciones. Los guapos también lloran, por si no lo sabían. Viajando en autobús por el desierto, la mujer recibe en el hombro un disparo anónimo desde lo alto de una colina. A partir de ahí surge el descontrol, porque no hay hospitales cerca, las ambulancias tardarán horas en llegar, y la mujer necesita tratamiento médico urgente. Así pues, se refugian en un poblado a esperar. ¿Quién ha disparado? Pues un niño del lugar que llevaba un rifle y que estaba jugando con su hermano. El retrato que se ofrece de los niños y de su familia es de lo más intercultural. Uno de los chavales se masturba pensando en su hermana, la familia se dedica a cuidar cabras, viven en una casucha ruinosa y toda su vida se resume en pasear cabras por los montes del desierto. Una preciosa estampa de una familia mora incestuosa, paleta y subdesarrollada: ésa es la visión ofrecida por el director, González Iñárritu.

Mientras, los hijos de la familia norteamericana están en su casa al cuidado de su niñera, una mujer mexicana sin los papeles en regla. La mujer tiene que asistir a la boda de su hijo en México, y, para no dejar a los niños solos, se los lleva con ellos. Los mexicanos se tiran todo el día de fiesta, bebiendo, echando polvos rápidos a escondidas, descabezando gallos delante de los niños, gritando todo el rato… Y cuando la mujer tiene que volver, ya casi de madrugada, a dejar a los niños en su casa, se encarga de llevarlos un mexicanito chulito que se enfrenta a la policía en la frontera, con lo que se inicia una persecución que casi provoca la muerte de los niños. En contra de lo que pudiera parecer en una película de temática intercultural, no hay ningún atisbo de abusos por parte de la policía norteamericana en la frontera. La poli actúa con corrección, interrogando a los mexicanos porque el conductor se había puesto bravucón, mostraba síntomas de embriaguez y decía que los niños (dos rubios yanquis) eran parientes suyos. No hay, así pues, ningún indicio de violencia policial.

Como a estas alturas del cuento ya sabemos que lo que ocurre es que González Iñárritu es un mexicano fascinado por el modo de vida norteamericano y que quiere integrarse plenamente en ese sistema, el director opta por dos apuntes más: - Primero. Mete con calzador una historia que se desarrolla en Japón. El tema es el de siempre, el de “Lost in translation”: el de la soledad en una sociedad tan tecnificada y desarrollada como la japonesa. De este modo, al introducir una historia que no tiene demasiada relación con la trama principal, el director intenta disimular la ideología racista pro-yanqui de su película y trata de presentar el producto como un fresco multiétnico, poliédrico y filantrópico de nuestros tiempos. - Segundo. Se olvida intencionadamente de introducir una historia protagonizada por negros. A su película multiétnica le falta una historia de negros esforzados y sufridores. Pero González Iñárritu sabe lo que se hace. Tiene muy claro, en su esquema mental, que los mexicanos son sucios, juerguistas, camorristas y desordenados, que los moros son atrasados y subdesarrollados, e intuye que los japoneses son aburridos y propensos al suicidio. Pero no se atreve a llegar a Estados Unidos y hablar de los negros, porque sabe que aquí podría patinar al presentarse como un mexicano que intenta pontificar sobre los problemas del país en el que acaba de aterrizar.

Por si van quedando dudas de que se trata de una película humillante y xenófoba, éstas se aclaran con la resolución de la trama. Al final, la mujer norteamericana se salva, sus hijos se salvan, su matrimonio sale fortalecido. El resto de personajes, para qué contarles: los mexicanos, deportados; los moros, apresados y uno de ellos, muerto; y los japoneses, llorando en pelotas en el ático de un rascacielos porque no saben cómo superar su incomunicación. Todo ello presentado en un producto que da la sensación de expresar el complejo mundo de las relaciones humanas que se han construido muros a su alrededor. Y un cuerno. Que comulgue la parroquia culta. Así, a la salida del cine nos sentiremos todos mejor con nosotros mismos.



http://www.rebelion.org/noticia.php?id=44840

Nota Mié Feb 21, 2007 8:07 pm
Aquí una crítica excelente:

Babel, la comedia y la tragedia

Marco Rascón
La Jornada

Asignatura pendiente de los escritores honrados y libres será relatar las tragedias y comedias de estos tiempos caracterizados por la pérdida del valor de las palabras: la política ha sido más rápida que la vista, y los personajes que hoy defienden con energía unos colores, mañana amanecen haciendo lo mismo por otros. Es la comedia de los que engañan con la verdad y acusan a sus detractores de lo que harán o están haciendo.

Dante Alighieri haría con el México de 2007 una Divina comedia en la cual quedarían expresadas la exaltación de la demagogia, el sofista, los cortesanos, los fariseos, que, bajo la visión dantesca del infierno y el purgatorio, nos presentara el espejo que tanto necesitamos para ver lo que realmente somos.

El 94 aniversario de la Decena Trágica, que culminó con los asesinatos del presidente Francisco I. Madero y del vicepresidente José María Pino Suárez, nos hace reflexionar sobre nuestra propensión a pasar de la tragedia a la comedia y hacer de ambas una interdependencia esencial. El gran escenario nacional es, sin duda, la política nacional y local con sus viejos y mismos actores estereotipados que, aunque una veces se presentan radicales y en ciertos actos son conservadores, siempre son los mismos.

Hace 94 años la tragedia fue la culminación de la mayor cantidad de traiciones. Del paso del recibimiento apoteósico y la adulación, a la soledad; vivir la ingenuidad infantil entre demonios y acabar con vocación de apóstol como salida al error político.

Madero quiso ahorrar una revolución al país, y su formalidad de juntar hienas con palomas acabó creando la guerra más grande entre mexicanos.

Hoy, con ánimo de comedia en cartelera, vemos pasar el tiempo y se tolera todo tipo de usos y abusos de los actores. Incriminados unos a otros, los gestos agresivos tratan de ocultar lo insustancial del debate y hacen de la realidad actual un purgatorio, un limbo donde todos dicen prometer el cielo y condenan a sus adversarios a trabajar para el infierno.

Todo parecería parte de la comedia, si no fuera porque con igual indiferencia vemos que mucha gente se muere. La guerra interna del narcotráfico y sus perseguidores hacen cada vez más grande el negocio de la droga y de está manera convivimos entre degollados, metralla y las ganas de ir a ver Babel para enorgullecernos de manera indigna viendo cómo se justifica el muro en la frontera: impedir que las nanas mexicanas irresponsables sigan criando futuros soldados invasores, cuyos padres eligen como espacio para la reconciliación un país árabe, donde a cuanto niño le cae un rifle tira a los turistas en conflicto existencial, ocultando las masacres entre adolescentes en colegios estadunidenses.

Una película mexicana así, bien vale un Oscar de Hollywood; después de todo, en esta comedia luchamos para convertirnos en los que criticamos o queremos ser como lo que en el discurso rechazamos. Merecemos ese premio porque somos los esclavos inteligentes que decimos al imperio lo que quiere oír para justificarse. ¿Quién mejor que los subordinados para decirnos que tenemos la razón? ¿Acaso Babel no hace justicia a los incomprendidos racistas de Arizona? Quizás sea una película para ganar un Oscar, pero sobre todo es para ser vista por los ojos de la segregación estadunidense. Es una venganza al discurso que dio Michael Moore contra George W. Bush en la Meca del cine.

Nada más parecido a los círculos de Dante que nuestra izquierda, centro y derecha. La izquierda contra la derecha buscando candidatos en la ultraderecha bajo la máxima de que "los enemigos de tus enemigos son tus amigos" o en la falta de responsabilidad como fue la ley Televisa o la candidatura de Ana Rosa Payán, ambas criaturas mecidas en la cuna por la misma mano, hasta que fue descubierto el monstruo y entonces no faltó quién se dijera autor de la criatura para proteger al verdadero padre.

Gracias a ello, ahora el PRI será un partido de izquierda y la derecha rebasará por la izquierda y todos en la alegría de la más grande confusión seremos el país de la pérdida de la razón.

En este país, donde la política se ha convertido en la gran comedia, las trasnacionales vendrán a liberarnos de los monopolios oligárquicos de las 15 familias disfrazadas de beneméritas nacionales. Entrarán a la nación a bajar tarifas, igual que como entró el ejército estadunidense en Europa: repartiendo chocolates, chicles y cigarros.

Para vivir con tantas contradicciones, sólo es posible hacer de la política una puesta en escena, reivindicar sin falsas modestias que la política es teatro y hacer que los políticos se sigan riendo de los ciudadanos.
El único defecto en todo esto es que la realidad es terca y los absurdos nacionales convertidos en comedia suelen terminar en tragedia. La gran tragedia es que lo único que queda de este país es la oligarquía y un Estado que habla al imperio como les habló la película Babel: con la sinceridad del cortesano

Nota Mar Abr 10, 2007 4:18 pm
Me he quedado de piedra al leer este articulo de Joel del Rio en la revista digital Juventud rebelde.cu de ¿cuba?
http://www.juventudrebelde.cu/cultura/2 ... -consagra/

Babel reitera, supera y consagra

La más reciente película del mexicano Alejandro González Iñárritu actualmente circula por las salas de estreno cubanas
Por: Joel del Río

Correo: cult@jrebelde.cip.cu

07 de abril de 2007 00:07:52


Precisamente en este hilo hemos pegado un par de articulos que van en direccion contraria de lo que se dice en esta pagina...

¿que hacer?

¿Le envio un correo invitandole a comentar lo que comentan los dos articulos o que?

No entiendo nada :roll:

Nota Mar Abr 10, 2007 8:12 pm
En fin, que ojalá todas las repeticiones del cine actual sintonizaran en grandiosidad y altura de miras con Babel, una película más que mexicana, universal, obra demasiado compleja, desmesurada y reflexiva como para que le entregaran el Oscar como la mejor del año.


Sin haber visto la película, este fragmento me da que pensar. Eso de ser cubano, sobre todo en los intelectuales, no significa que tengan la última palabra sobre todo cuando encumbran el Oscar. Yo por si las moscas me la bajo y me hago mi opinión.

bueno la verdad que el que sean cubanos no quiere decir que no les guste una pelicula proyanqui o etc., digo un cubano no es comunista, yo soy argentino y no soy capitalista. En otras palabras no es de fiabilidad que sea no proyanqui o si por ser cubanos o no.

En cuanto a la pelicula, la verdad que cuando la vi yo la habia interpretado al reves, pero es cierto que no muestra el lado oscuro norteamericano, el tema del racismo de los afroamericanos etc. etc. etc. Pero la verdad que la critica del primer chabon a pesar de haberme caido como el ort... me da que pensar.

Saludos

La trilogía de la muerte (21 gramos, Amores perros y Babel) me parece una obra aceptable. Sobre todo Amores perros y concretamente la historia del viejo "sicario", que me parece cojonuda.

Cuando se trata de vender un producto se pueden llevar diversas estrategias y tácticas muy diferentes. Sin que con esto me crea estar diciendo nada nuevo ni genial, pienso que si se lleva a cabo una estrategia comercial sutil y ligeramente viperina, no se menosprecia el trabajo llevado a cabo ni la grandeza de una obra. Hay peliculas financiadas por Hollywood que a mi me parecen obras maestras, y no por ser de Hollywood he de despreciarlas, sería muy gafapasta a mi parecer.

Eso si, no creo que Babel sea una obra maestra, sino como ya dije una película aceptable con la que no sentí perder el tiempo tras terminarla, por lo tanto la recomiendo. Para terminar, no me suelo creer mucho ciertas críticas en cualquier doctrina artística, porque siempre he despreciado (quizás injustamente) a los críticos por valorar trabajos ajenos y no crear nada, desde cierta posición de superioridad. Esto es una apreciación personal, pero me supera.

Un saludo.
http://www.escritorpirata.es/

Yo que tanto amé la felicidad del hombre, y en el ocaso de mi existencia me veo preparando la guerra. (Arquímedes)


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