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GIMÉNEZ, Carlos

Libros, autores, cómics, publicaciones, colecciones...

GIMÉNEZ, Carlos

Nota Mié Feb 28, 2007 12:33 am


Introducción

En Tebeosfera se escribió:Carlos Giménez nació el 6 de marzo de 1941 en Madrid, hijo de un soldador, que murió al año de nacer él. De infancia muy humilde, Giménez creció en el barrio de Lavapiés hasta que su madre contrajo tuberculosis y tanto él como uno de sus hermanos fueron internados en colegios u “hogares” de Auxilio Social (Hogar Bibona, Colegio General Mola, Batalla del Jarama, Paracuellos y García Morato), donde almacenó experiencias de hambre, frío y miedo.

Desde los cinco años demostró aptitudes para el dibujo, lo que a veces le resultaba de utilidad, y planeó ya desde entonces convertirse en dibujante profesional de tebeos, demostrando una especial fascinación por la obra de Iranzo (sobre todo por El Cachorro). A los catorce años regresó a su casa en Madrid para vivir una adolescencia marcada por la carestía, con su madre enferma y trabajando como restaurador y decorador de porcelana, y como recadero de ese negocio. En sus horas libres siguió dibujando historietas y cuando le ofrecieron la oportunidad de integrarse en un estudio de dibujantes de tebeos (el de López Blanco), la aprovechó. Contaba 17 años.

Comenzó como fondista y como entintador de López Blanco para pasar, al año, a trabajar para la agencia Ibergraf, en secciones de miscelánea que el escribía e ilustraba. En esta agencia aprendió de la experiencia de autores como José Carlos García, Pizarro o Zata, y produjo un primer trabajo para el exterior: las tiras Drake & Drake. Tras dejar la agencia comenzó una trayectoria más independiente, formando parte de grupos de autores agregados en estudios, comenzando por el ‘Estudio Manzanares’, junto con Esteban Maroto y Adolfo Usero.

En estos años de mocedad desarrolló historietas bélicas para Maga, o de vaqueros en las series Buck Jones y Gringo, demostrando en esta última sus dotes para la narración y la conducción de personajes. Fue una obra de alcance internacional, pues se distribuyó por una veintena de países, que él resolvió durante su servicio militar firmando como Carlos o simplemente “Car”. Gringo la continuó una vez licenciado, pero casado y con un hijo, tuvo que dibujar historietas románticas destinadas al mercado europeo a través de la agencia barcelonesa Selecciones Ilustradas para poder subsistir.

Giménez decidió instalarse en Barcelona para trabajar mas eficientemente y allí formó parte de otro estudio, el del ‘Grupo de la Floresta’, con quienes recuperó la bohemia durante un periodo de gran efervescencia y aprendizaje, lecturas mil, tomas de conciencia y hasta un inicio de militancia en pro de los derechos de autor que ya no cesaría a partir de ahí. El autor madrileño (amén de trabajos alimenticios como los cómicos Tom Berry y Kiko 2000 destinados al mercado alemán) abordó entonces una obra de cierto interés pero aún dirigida a un público juvenil: la serie de ciencia ficción Delta 99, creada por el guionista Flores Thies.

El despegue como autor de Giménez se produjo con Dani Futuro, serie creada con Víctor Mora como guionista expresamente para una nueva revista, Gaceta Junior, con la que tendrían problemas cuando vendió la obra al mercado belga sin consultar a los autores. Fue en Dani Futuro donde Giménez mostró una evolución sorprendente en la narrativa, con gran dominio del montaje, la analepsis y los fundidos, participando también en la resolución final de los guiones. Sus inquietudes como narrador las siguió plasmando en cortas historietas que publicó en diferentes cabeceras y que ya eran un prodigio de guión: "El Miserere", "El Mensajero", "El extraño caso del Sr. Valdemar", las cuales alternó con otros trabajos más ordinarios, como Ray 25 o Iris de Andrómeda, ambas con Mora.

Es por esta época que Giménez se integró en otro estudio, con Luis García y Usero, el llamado "Premiá 3", bajo cuya firma elaboraron tebeos como La isla del tesoro y Los 4 amigos sobre guiones de Mariano Hispano. Estos trabajos contrastaban fuertemente con los que luego abordaría Carlos ya en la recta final del franquismo, más comprometidos políticamente, desde el proyecto fallido Bandera negra, pasando por la sugerente y poderosa obra Hom, o las cortas historias satíricas y de denuncia social que publicó en El Papus. Fue el envalentonado sello Amaika el que dio cobijo a estas obras tan temerarias en una España que ‘aún era de Franco’, y también a los siguientes proyectos del madrileño, todos con tono de denuncia y propuestos sobre sustrato autobiográfico: Paracuellos y Barrio, que se ofrecieron por entregas en las revistas Muchas Gracias, Yes y El Papus. Ambos trabajos, sendas obras maestras, le otorgaron a su autor fama internacional.

Muerto Franco y con la apertura, la firma de Giménez saltó de la prensa satírica a los cómics del boom, y siguió desarrollando su obra en las revistas de historietas de la transición: tanto sus adaptaciones de textos escogidos para revistas como TOTEM (Koolau el leproso) como sus sagas autobiográficas, en Comix Internacional (Auxilio Social) y en Rambla desde 1982 (Los profesionales), siendo ésta una revista que él ayudó a fundar. Tras romper con este equipo fundador, el autor regresó a Madrid en 1983, y desde allí abordó sus siguientes proyectos, paradójicamente ambientados en Barcelona (Rambla arriba, rambla abajo) o dirigidos a diarios de la ciudad condal, como El observador, donde se iniciaron las series Sabor a menta y La ley.

Parece que el tema que más atrae el autor en esta época ya no es tanto la memoria como el amor, si bien el tema de fondo sigue siendo el mismo: la tragedia cotidiana. Sobre estos amores tristes escribió el dibujante sus series más abultadas durante el resto de los ochenta y los años noventa: Romances de andar por casa, Sabor a menta e Historias de sexo y chapuza, cambiando de registro tan sólo con la recreación de la vida de Juan Caballero Bandolero. Eran obras de una carrera en solitario que obtuvieron edición en Francia, donde abordó algún que otro proyecto puntualmente, y que alternó con trabajos para publicidad, privada o institucional. También trabajó en el cine, en storyboards (Mar de luna, El espinazo del diablo), y desarrolló algún otro proyecto de tono más distendido, como Jonás, que terminaría publicando Glénat, su editor desde el comienzo del siglo XXI.

Sus cómics estaban siendo rescatados en ediciones más respetuosas desde mediados de los años noventa. Delta 99 obtuvo edición integral por Semana Negra en 1996, Planeta-DeAgostini relanzó Dani Futuro en 1998, y en 1999 Glénat decidió reeditar Paracuellos, en este caso retomando la serie y publicando nuevas historietas, las cuales obtuvieron gran éxito de crítica (dos premios del Saló Internacional del Còmic de Barcelona, Gran Premio en Expocómic de Madrid, y más). Con el mismo editor reeditaría el autor el resto de su obra y decidió continuar también la serie Barrio, modificando en este caso su fórmula habitual de diagramación de la página. En estos últimos años ha vuelto a la historieta satírica, recogida en libros como Los cuentos del tío Pablo o Cuentos del 2000 y pico, y ha abordado una de las obras más ambiciosas de la historieta española reciente: una crónica de la guerra española, la del 36-39, a pie de calle, con miradas a izquierda y derecha, sin concesiones y sin miedo a revelar el horror.

De la trayectoria de Giménez como historietista ha destacado siempre su limpieza formal y sus dotes para la representación, confirmándose como un gran dibujante que ha ido dejando herederos de estilo. Pero, por encima de todo, Giménez descolló siempre como guionista que, sobre obra propia, ha sabido modular un discurso muy coherente, de narrador completo y comprometido con sus relatos. Este autor ha sido, y es, un ejemplo de cómo la historieta halla, en su síntesis representativa, fórmulas de narración situadas a la misma altura que las de otros medios en tono, ritmo, expresión, mensaje y trascendencia. No debe extrañar, pues, su candidatura propuesta en 2009 al Premio Príncipe de Asturias de las Artes.

Ramón Calandria, en "Carlos Giménez, merienda con profesionales", en El Salto, el 14 de enero de 2018, escribió:La vida del dibujante Carlos Giménez estuvo marcada por la guerra y la posguerra en el Auxilio Social de Paracuellos. Su compromiso con la clase a la que pertenece ha calado en sus obras, que aúnan una técnica depurada con el favor del público.


Comentario personal:

    Carlos Giménez es un referente, su militancia comunista, su serie para EL PAPUS, su estilo único donde el equilibrio entre el realismo propio del cómic italiano y las caricaturizaciones mas típicas (narizotas, colmillos...) funciona perfecto; hasta sus series apolíticas de romances chapuzas son un auténtico espejo de la España cutre donde mirarse y reconocerse. Un maestro.

Otras referencias


Distinciones y premios:

  • 1969- C.L.A. (Círculo de Lectores de Anticipación). Premio Imagen.
  • 1969- C.L.A. (Círculo de Lectores de Anticipación). Premio Imagen.
  • 1977- Diario de Avisos de Tenerife. Premio al mejor dibujante.
  • 1977- C.A. H. (Club Amigos de la Historieta). Mejor dibujante.
  • 1977- C.A.H. (Club Amigos de la Historieta). Mejor Obra de Autor.
  • 1978- C.A.H. (Club Amigos de la Historieta). Mejor Obra de Autor.
  • 1980- Casa del Libro de Madrid. Primer Certamen del Cómic. Premio Mejor Dibujante y 2º Premio Mejor Guionista.
  • 1980- Revista "1984". Premio de la Crítica. Mejor Historieta Española.
  • 1980- Revista "1984". Premio de la Crítica. Mejor Historieta Española.
  • 1980- Diario de Avisos de Tenerife. Mejor guión.
  • 1980- Premio "Betty Boop" (Hieres). Mejor guión y diálogos.
  • 1980- Premio Emilio Freixas.
  • 1981- Premio "Noche del Cómic" (Bruselas). Mejor Historieta Extranjera.
  • 1981- Angouleme. Premio "Alfred" a la Mejor Historieta del Año.
  • 1983- Diario de Avisos de Tenerife. Mejor guión realista.
  • 1983- C.A.H. (Club Amigos de la Historieta). Mejor Obra de Autor.
  • 1984- Primera Semana de la Historieta en Madrid. Mejor Dibujante.
  • 1986- Tercera semana de la Historieta en Madrid. Mejor Dibujante, mejor guionista, mejor autor y mejor álbum (votación popular).
  • 1986- Diario de Avisos de Tenerife. Mejor comentarista.
  • 1986- Salón Internacional del Cómic de Barcelona - Mejor obra.
  • 1991- XV Salón Internacional Principado de Asturias. Premio Haxtur al mejor guión.
  • 1996- Mostra Internazionale de Lucca. Premio Yambo al mejor dibujante.
  • 1999- Diario de Avisos de Tenerife. Mejor guión realista.
  • 2000- Feria del Cómic de Madrid. Gran Premio "El Oso".
  • 2000- Salón Internacional del Cómic de Barcelona. Mejor obra.
  • 2000- Salón Internacional del Cómic de Barcelona. Mejor guión.
  • 2001- Ayuntamiento de Estepona. Mejor dibujante.
  • 2001- XXV festival internacional de cómics - Gijón - Premio Haxtur al Mejor guionista.
  • 2001- Premio de la Crítica. Mejor obra española.
  • 2001- Premio Ivá. Mejor Historietista Profesional.
  • 2002- Festival Internacional de Roma. Premio Yellow Kid a toda una carrera profesional.
  • 2002- Foro de Cómic Europeo. Mejor Cómic Español, Paracuellos 5.
  • 2003- Medalla al Mérito en las Bellas Artes en su categoría de Oro.
  • 2009- Propuesto para el premio Príncipe de Asturias de las Artes




Secuencias







Bibliografía compilada





Bibliografía





Sobre el autor y su obra


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Re: GIMÉNEZ, Carlos

Nota Mié Feb 28, 2007 6:07 pm
Bibliografía destacada

Me salto el orden cronológico habitual para organizarlo por series y priorizar los abiertamente políticos. A partir de Bandolero los comentarios son copiados de Tebeosfera o CRG.

    España una, grande, libre
    (Wikipedia I Historia y Cómic)
    Historietas cortas a dos páginas publicadas en EL PAPUS durante los años de la llamada transición a la llamada democracia en España. La mayoría están guionizadas por el genial (y ya fallecido) IVÁ, un equipo tremendo el que formaron estos dos en una época tremenda. Imprescindible.

    Todo 36-39
    Malos tiempos
    (Pascual Serrano | La guía del cómic | Historia y cómic I Reseñas)
    Las historias de 36-39: Malos tiempos, cuatro álbumes editados aquí en un solo volumen, nos hablan de cómo vivió la gente de a pie el asedio de Madrid durante la guerra civil. Temas tan duros y complejos como el rencor, el hambre, el miedo, el sacrificio o la amistad cobran, a manos de Carlos Giménez, un tratamiento transparente y honesto que les devuelve con creces toda su universalidad.

    «En estos álbumes sobre la guerra de España «un conflicto entre fascistas y demócratas, por decirlo rápidamente»", créanme, he hecho tremendos esfuerzos por ser objetivo, ¡objetivo! Que nadie me pida que sea neutral ante el fascismo.»
    CARLOS GIMÉNEZ

    Paracuellos
    (Wikipedia | Historia y Cómic | Guia del comic)
    Comparado a veces con las novelas de Dickens, Paracuellos es posiblemente la mejor obra del autor, el trabajo de su vida, un cómic capaz de hacerte llorar y reir y una muestra impagable y de primera mano de los métodos del régimen franquista desde sus primeros años. Si trataban así a los niños que eran los más inocentes y los más vulnerables ¿qué podían esperar los demás?

    Barrio
    Segunda parte de la narración autobiográfica, el alter ego de Giménez (Pablito) sale por fin del infierno de Auxilio Social y vive el Madrid gris, humilde y penoso de los años 50.

    Los Profesionales
    Concluye el viaje autobiográfico con esta serie en la que narra sus vivencias de juventud como dibujante para las agencias de historietas. Podemos reconocer al editor Josep Toutain o a Vázquez entre otros.

    Rambla arriba, Rambla abajo
    Sobre el álbum "Rambla arriba, Rambla abajo" hay que hacer un matiz, si bien puede considerarse el cuarto trabajo de esta serie por contexto (está incluido en el retapado), este álbum tiene entidad y personalidad propia. Es un trabajo excelente de narrativa gráfica, de secuenciación y de ambientación. Puedes sentir el bullicio de la Rambla y sus gentes, realmente estás paseando "arriba y abajo" por la emblemática avenida. Otro imprescindible.
    Jaume Vaquer en Tebeosfera escribió:Si Barrio es el Madrid de los cincuenta, Rambla arriba, Rambla abajo es la Barcelona de los sesenta. Para ello, Carlos Giménez muestra a Pablo y Adolfo, de la serie Los profesionales, paseando una noche por las Ramblas barcelonesas, discutiendo sobre temas de trabajo. Pronto, se encuentran con una fotógrafa americana y Pablo tiene un escarceo sexual que acaba como el rosario de la aurora antes de irse con otra chica a un encuentro político. Y ya está. Una simple anécdota que sirve de excusa para ir mostrando escenas de personajes anónimos, algunas más extensas que otras, unas abiertamente humorísticas, otras ciertamente dramáticas y que reflejan el alma de esa ciudad: trabajadores, borrachos, parejas que discuten, parejas que sólo tienen ojos el uno para el otro, prostitutas, niños que incordian, viejos que mendigan, vendedores ambulantes... Inicialmente, iba a ser una historia de ocho páginas más de Los profesionales pero la cosa se le escapó un poco de las manos a Giménez y le quedó en unas veinte. Para poder llegar a la longitud normal de un álbum fue cuando decidió ir añadiendo esas escenas costumbristas de tonos tan diferentes. Al final, fueron tantas las escenas añadidas que acabaron dando setenta páginas de álbum, casi el doble de lo habitual en un álbum. Lo sorprendente, y admirable, es que con un proceso de creación tan improvisado acabase surgiendo una de las mejores obras de Carlos Giménez.


    Cuentos del 2000 y pico
    Revisión moderna de los cuentos de toda la vida, aunque la idea no es mala, el resultado es un poco irregular. Los capítulos-cuentos son: "Jack y las judías biónicas", "Alí Baba y los 40 banqueros", "Pulgarcito negro", "Aladino y Eugenio el de la lámpara", "La Bella Durmiente radiactiva", "Hansel y Gretel McDowell" y "El mando a distancia de yesca".
    Unos títulos muy explícitos :D

    Bandolero
    Carlos Giménez adapta la autobiografía de un célebre bandolero del siglo XIX. Juan Caballero, padrino de uno de los hijos de José María "el Tempranillo."
    Hombres a caballo, cortijos, inserción de la figura en el paisaje, existencia solitaria en la naturaleza, acciones de bandidaje, persecución por las fuerzas de la ley, y, en definitiva, numerosos factores de época que equiparan la Andalucía del siglo XIX al antiguo Oeste americano. La visualización requerida por escenario y peripecias ha permitido a Carlos Giménez extremar el sentido del espectáculo en la puesta en escena.

    Érase una vez
    Recopilación de cuatro historias de ciencia ficción publicadas previamente, entre 1979 y 1980, en la revista 1984 de Toutain Editor, y recopiladas posteriormente en álbum en 1980 por De la Torre en su colección Papel Vivo.

    HOM
    HOM es el primer cómic guionizado (aunque toma como base la novela de Brian W. Aldiss En El Lento Morir de la Tierra), enteramente por C.Giménez, y donde además el autor experimentó un notable desarrollo en su estilo gráfico.
    En HOM, Giménez nos lleva a un mundo fantástico, lejano y desconocido, pero que no es otra cosa que una extrapolación del nuestro propio, de nuestra época, de la supervivencia de los pequeños frente al poderío de los grandes. Ya sabéis, de la historia de siempre.

    C.Giménez terminó de escribir y dibujar HOM en 1974. Aun no se había extinguido el franquismo en nuestro país, y por lo tanto era impensable publicar una obra de estas características en el estado, pero además la obra encontró también impensables obstáculos en el interés de editores extranjeros, desde la poca expectativa comercial que les inspiraba el proyecto, hasta la fealdad del protagonista fueron excusas editoriales para no animarse a publicar la obra. Aunque parezca increíble, hasta la primera edición de HOM en España (Ed.Amaika, 1977), esta obra solo había sido publicada a través de sucesivas entregas en una revista italiana llamada "Alter Alter".

    Hoy, afortunadamente, se ha traducido a varios idiomas e incluso existe una versión en color en la edición francesa.

    Koolau el leproso
    Koolau, de la antaño poderosa tribu Kanaka, vive en una aislada comunidad de leprosos. El hombre blanco les pidió permiso para predicar la palabra de su dios. Después les pidió permiso para negociar. Al final, se hicieron los dueños del país y, a través de los esclavos, trajeron la enfermedad, la plaga: La lepra. Y ahora el hombre blanco les pide que se vayan a Molokai o que trabajen para ellos...
    Basado en un relato de Jack London..

    Retales
    Carlos Giménez realiza una serie de historietas paródicas, sobre guión propio, incialmente basadas en la caricaturización de películas de moda, con destino a una nueva época de la revista de humor Mata Ratos. Al ser suspendida esta revista por orden gubernativa continúa la serie en Muchas Gracias, de la misma empresa. En 1979 Ediciones de la Torre publica este material como parte del álbum Retales.

    Romances de andar por casa
    Recopilación de historietas, publicadas previamente en la revistas Metropol (Metropol, 1983) y Comix Internacional (Toutain, 1980). La primera edición en álbum corrió a cargo de Toutain en su colección Grandes Autores Europeos (nº 3, 1986)

    Sabor a menta
    Sabor a Menta representa uno de los álbumes más atípicos de la larga trayectoria de Carlos Giménez, realizado a lo largo de más de 20 años, entre 1970 y 1992, en el que se recopilan nueve historias de temática variada, incluida versiones de clásicos de la literatura como Bécquer, Poe o Jack London. Historias que no pertenecen a ninguna de sus series, pero muy recomendables para ser recopiladas en un solo volumen.

    La máquina del tiempo
    La primera novela que aborda los viajes en el tiempo es una de las más emblemáticas de H.G. Wells, un autor que nunca rehuyó en sus fábulas el debate social y político. Carlos Giménez pone al día justamente esta lectura, adaptando y reinterpretando el clásico en La máquina del tiempo.

    El discriminador
    Harto de escuchar siempre lo mismo en la radio, Cándido Salcedo, profesor de instituto, decide hacer algo revolucionario: inventar una máquina que elimine de los medios todo aquello que detestamos. Una divertida sátira sobre el poder de los medios, la publicidad y la sociedad de consumo.

    Trilogía del crepúsculo
    [fuente] Tras las soberbias Crisálida (Reservoir Books, 2016) y Canción de navidad (Reservoir Books, 2018), Es hoy (Reservoir Books, 2020) es el cierre de la trilogía del crepúsculo, tres cómics en los que Carlos Giménez (Madrid, 1941) nos ha mostrado como afronta la vejez y sus últimos días. Los tres libros le han servido para hacer un repaso, dolorosamente sincero y crítico, por su trayectoria vital a través de Pablo, su alter ego que ha protagonizado todos sus cómics autobiográficos. [...] La lectura de los tres deja al lector con una sensación que fluctúa entre la satisfacción de estar ante una gran obra y la desolación que nos crea ser conscientes de que estamos ante el testamento gráfico del autor más importante de cómic adulto que ha dado nuestro país.

    El inmortal
    Sátira impenitente sobre la sociedad actual y el mundo que nos puede llegar a esperar.

    Carlos Giménez. Un hombre mil imágenes
    Revista aperiódica (3 números ordinarios) en edición del sello Norma. Dedicados a los maestros Carlos Giménez, Hugo Pratt y Jesús Blasco. El retapado con los tres números disponible aquí.

Entrevista al dibujante autor de Paracuellos, España Una, Grande y Libre, Barrio o 36-39 Malos tiempos

Carlos Giménez: "Hay grados de libertad que habíamos conseguido y que estamos perdiendo y que hay que volver a pedirlos"


Julio Castro
La República Cultural

Carlos Giménez reúne a la vez las facetas de superviviente y de héroe, por su vida, por su profesión y por su empeño. El chiste fácil es que se trata de un héroe del cómic (probablemente el mayor), porque ese es su mundo y su profesión, salvo que no es él el dibujo que se mueve en la viñeta, sino el que dibuja en el papel desde hace muchas décadas.

Pero decir esto no es gratuito, ya que Carlos Giménez es la persona que ha enseñado a pequeños y adultos dos lecciones dignas del mejor maestro de escuela: una, que la historia no es siempre lo que nos cuentan que hemos vivido; dos, que las vivencias personales son las que componen la historia.

Eso y mucho más, pero es que, cuando no se podía y “no se debía”, él ya transgredía con sus lápices y su tinta el pequeño espacio cultural que la dictadura había dejado un poquito menos atada (y cuidado, digo un poquito, que hay mucho que contar al respecto). Y se dedicó a inventarse que en este país habían pasado cosas, porque a él le habían pasado, desde aquellos horribles lugares del Auxilio Social creados por los fascistas, donde a los más pequeños se les maltrataba y aleccionaba, hasta los barrios como el suyo, donde ser chaval era igual de duro que ser un adulto… y esa España tan grande, tan libre y tan una, que nunca existió, salvo en la trastienda de los gatillos.

Comencé hace años a leer las páginas de Carlos, pero cuando gracias a mi amigo Rafa desembarqué realmente en aquellos cuadernillos grandes y blandos, de no muchas páginas, que ya no existen apenas, descubrí que iban recopilando dibujo a dibujo, una historia que no me habían podido contar y que yo llevaba tiempo tratando de desgranar: la de mis padres, la de mis abuelos, la de muchos amigos y conocidos. Estaba ahí, en pinceladas de la vida de otro, muchas cosas diferentes, y otras no, pero en un país que nadie había podido llegar a inventarse pese a los engaños.

Ese es Carlos Giménez, admirado por muchos del oficio, y maestro de verdad. Para conocer detalles, mejor leerle, y para la guinda le hice algunas preguntas en el Expocómic ’09, así que los dos nos quedamos muy a gusto… bueno, seguro que yo un poquito más. No tengo que coincidir con alguien en todo para sentir una profunda admiración por él, pero es que hay muchas coincidencias.

Eres un referente en el mundo del cómic, así como dibujante de cómic histórico, pero ¿cuáles fueron los tuyos?

Mis referentes fueron los tebeos que yo leía de niño, sobre todo algunos que me gustaban especialmente. Creo que uno de los autores que más me movió a amar los tebeos y a disfrutarlos fue Juan Iranzo, que hacía las series de El Cachorro, Capitán Coraje, o Rayo Kid. A mí me encantaban todas pero cuando salió El Cachorro, en aquel colegio donde yo estaba fue como un rayo de luz, me parecían maravillosos sus dibujos.

Luego, en la medida que yo me fui haciendo mayor y empecé a conocer la profesión un poco, mis referentes obligados eran los dibujantes americanos, que en aquella época eran los referentes obligados de casi todos los que empezábamos, sobre todo Frank Robbins, que ha sido siempre “mi dibujante”, el que me ha gustado mucho. Y luego también Luis Bermejo, Jesús Blasco,… todos aquellos maravillosos dibujantes que, cuando yo era niño, dibujaban y lo hacían maravillosamente bien. ¡Y muchos más!

¿Y de la actualidad ¿a quién destacarías?

Es verdad que a los de las nuevas generaciones no los conozco tan bien, pero de los que conozco (tampoco voy a dar ningún nombre nuevo), de los franceses seguiría destacando a Moebius, a Mezieres a algunos que ya han dessaparecido…

Y de los españoles podría citarte a Beá, a Enrique Ventura, a Adolfo Usero, a Bernet, a Alfonso Font… Toda esa gente me parece que son un grupo maravilloso que ha hecho cosas muy estupendas.

¿Cuando comienzas a hacer los cómic de la línea de Paracuellos, España Una, España Grande, España Libre, Barrio y demás, ¿pesa más en la historia y el dibujo tu parte biográfica o la necesidad de hablar de una libertad que no existe en ese momento?

Bueno, todo se compone un poco de lo mismo. Cuando echo mano de mi memoria, por ejemplo en el caso de Paracuellos, para contar esas historias que a mí me han pasado, pues hay un componente primero que es que tengo que hacer historietas para ganarme la vida, segundo, que quiero hacer las que quiero hacer y no otras (llegó un momento en que no quería hacer ya las historietas comerciales que venía haciendo), tercero, que yo tenía unas cosas que contar de unos colegios donde había estado, que no eran importantes en un concepto universal, pero que eran lo suficientemente importantes en lo personal. Yo quería contar mis historias, de cosas que había conocido y visto, y que sabía que si no las contaba yo, a lo mejor otros no las contaban.

Y como he tenido siempre clara la idea de que para contar las cosas bien, tienes que conocerlas muy bien (porque si cuentas cosas de oídas, terminas contando lo evidente: si te cuento la historia de un policía montada del Canadá, a no ser que me documente muy bien, te contaré lo que he leído en otro tebeo, o he visto en una película). Entonces creo que es mejor trabajar con tus propias experiencias, con las cosas que has vivido y partiendo de personajes reales que has conocido, lo que te ha pasado a ti y a gente que está próxima a ti. Y contarlo con la sinceridad y la autenticidad que da el conocerlo perfectamente.

Entonces, me baso mucho en mi biografía, porque es una forma fácil de encontrar historias y porque las historias que cuento son cosas que conozco muy bien, sé cómo eran y cómo han ocurrido, y puedo contarlas bien.

¿Echas de menos que haya otra gente que se dedique a este tipo de historias o quizá te sientes más orgulloso de ser el primero y el único que escribe sobre el tema?

Bueno, quizá abrí un poco el camino en esta dirección… quizá fui de los primeros (por no decir el primero), sobre todo en este país, y en otros no recuerdo que hubiese otro antes que yo que contase cosas muy personales partiendo de su propia biografía (quizá lo había y no lo conozco). Y en estos momentos hay mucha gente que lo hace: gente mucho más joven que yo, que están hablando de sus padres, de sus hijos, de las cosas que han conocido y han vivido.

¿Crees que con esta Ley de la Memoria Histórica es suficiente para dar carpetazo a un montón de cosas que faltan por investigar, estudiar y contar para que conozca la gente, o habría que recorrer más camino?

Pienso que el resto del tiempo en que queda al mundo por vivir, habrá tiempo para hacer eso y tantas otras cosas. Lo que hacía falta era poner la historia reciente de España (la guerra civil, la postguerra y todo esto) sobre la mesa en igualdad de condiciones con otros temas. Durante muchos años no se pudo tocar: pues ahora se trata de tocarlo hasta convertirlo en una cosa normalizada, una cosa de la que se puede hablar como de cualquier cosa.

Ni es cuestión de seguir hablando toda la vida de esto, ni hay ninguna razón para dejar de hablar de ello. Simplemente, que cada uno cuente lo que quiera, de lo que sepa, de lo que tenga que contar, y con arreglo a sus propios criterios. Sin miedo, sin vergüenza, sin pensar muchas veces eso de “¡ya está bien!” Pues no, no está bien, ¿por qué va a estar bien? Mientras haya alguien que quiera decir algo, que lo diga. Igual que durante muchos años, los de un bando han tenido mucho tiempo para contar muchas cosas.

Ahora deberíamos llegar a estar en la paz cuando hiciera 40 años que los que no han podido hablar hubieran estado hablando. Entonces podría seguir cada uno hablando de lo que quisiera. Que nadie se queje con “¡que ya está bien de hablar de la guerra!” No, hombre, es que habéis estado 40 años hablando solo vosotros y contándolo desde vuestro lado.

A mí me parece muy bien lo de la revisión de la memoria histórica, y que la gente hable. Tengo un amigo que me dice “lo de la memoria histórica lo inventaste tú, sólo que no sabías que se llamaba así”. Pues quizá es verdad. Yo empecé hace mucho tiempo a abrir camino por este lado diciendo “el mejor filón es contar mis propias experiencias”, sobre todo porque yo he vivido una época que está ahí y de la que no se habla nunca. Ahora se habla: ¡pues muy bien, que se hable! Y el que no quiera hablar que no hable, y el que no quiera escucharlo que no lo escuche. Antes nos obligaban a escucharlo y ahora nadie obliga a nadie a nada: si a usted no le gustan las historias que hablan de esto, cómprese otras. O haga las suyas, que también hay. Ahora hay de todas las historias.

¿Opinas que está bien con lo que hay, o tendríamos que volver a una República?

Hay que dejar que la vida transcurra de una forma lógica y tranquila. Lo único que hay que hacer es exigir siempre más de los gobiernos que tengamos. A mí me da igual que haya un rey o una república, porque no es eso lo que hace que un país viva mejor o peor. Hay países muy atrasados donde hay una república (y muy adelantados también) y viceversa. No es lo que marca, aunque a veces dices ¿y por qué un rey? ¡Pues también es verdad, por qué un rey! Pero no es por ahí por donde hay que empezar a limpiar, lo que pienso es que no hay que conformarnos con lo que hay: últimamente, por culpa de los terrorismos, por culpa de las crisis, por culpa de tantas cosas, se están perdiendo muchos derechos. Cosas que teníamos conquistadas, que se habían conseguido, ahora resulta que vuelven otra vez los contratos basura, vuelven otra vez que registrarte en los sitios por si eres un terrorista… Hay grados de libertad que habíamos conseguido y que los estamos perdiendo. Pienso que hay que volver a pedirlos y siempre ir alcanzando más, nunca alcanzando menos.

¿Te has planteado alguna vez en tus trabajos ir más allá y hacer una parte biográfica del post-franquismo?

Sí, claro, lo que pasa es que todo esto, esta industria industria en la que yo estoy inmerso, trabajo y me muevo, forma parte de un tinglado comercial que cada vez está más reducido, cada vez se hacen tiradas más pequeñas, cada vez se vende menos, y entonces no es sólo cuestión de querer.

Hace unos años, cuando había revistas, en los ’70 y ’80, decías “voy a hacer este tema”. Y lo hacías, porque publicabas junto con montones de temas. Ahora, para publicar directamente en el álbum tienes que pensártelo mucho, si va a tener una mínima aceptación, si se va a vender mínimamente bien (porque si no tú no comes). Si no se vende el editor no lo quiere y si no se vende se acabó tu profesión.

Entonces, antes de hacer una historia, tienes que pensar que tema…, y si ese tema es un tema… Así que yo ya no trabajo con la misma sinceridad con que trabajaba en los años ’80, porque ya no tengo una revista donde publicar, tengo que ir directamente al álbum, y en el álbum, el mismo editor, cuando le diga que voy a hacer según que tema me va a poner mala cara “¡hostias, es que eso no se va vender bien…!” Entonces hacemos lo que podemos, dentro de lo que se puede.

¿Y por qué no hay ya revistas, salvo El Jueves y poquito más?

Pues hace unos años se inició una regresión, los editores que había en ese momento decidieron que era mejor arriesgar muy poquito y ganar poquito, pero al menos no tenían pérdidas. Entonces, en vez de ir a los quioscos vendiendo tiradas de 30.000-40.000 ejemplares como mínimo, decidieron ir a lo que se llaman “tiendas especializadas”, haciendo tiradas de, a veces, hasta 500 ejemplares solamente. Así que tirar 2.000 ejemplares ya es todo un éxito.

Es lo que llaman los castizos “el chocolate del loro”, eso y nada es todo y nada, entre otras cosas porque el público que podría leer estas cosas mías no es un público de fans como el de los superhéroes o los manga. El público que lee mis cosas son gente que lee el periódico, que compran libros en las librerías… Yo quisiera estar publicando en los quioscos y en las librerías, pero en las tiendas especializadas, mala cosa, porque los que van son más los fans, las tiradas son muy pequeñas. Así que es un mundo muy reducido, cada vez menos interesante y cada vez con menos posibilidades para desarrollarse los autores.

Yo tengo la enorme suerte de que al llevar mucho tiempo en la profesión, hay una parcelita que tengo ya hecha donde más o menos me muevo. Pero para alguien que estuviera empezando ahora y que quisiera moverse al nivel de historias que yo cuento, no tendría sitio, porque le pagarían tan poco que no podría hacerlas.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=97245

Actualizado, añadidos los números 2 y 3 de Barrio (el 4 próximamente).

Gracias. Aunque los tengo todos en papel me bajo la copia de seguridad.

Salió editado un libro en formato pequeño con todos los comics de Paracuellos que esta muy bien por si alguien lo quiere comprar.

Que los disfruteis

[Editado por el comité de RBM para integrar los enlaces y las imágenes en el primer mensaje. Muchas gracias, compañero ectoplaxma.]

Wow :shock: bien hecho, ecto :D

Todos son más o menos recomendables, pero Rambla arriba, Rambla abajo es un pedazo de trabajo para estudiar en las escuelas de cómic.

Re: GIMÉNEZ, Carlos

Nota Vie Jun 09, 2017 11:09 pm
Añadido La máquina del tiempo.

En el CRG se escribió:La primera novela que aborda los viajes en el tiempo es una de las más emblemáticas de H.G. Wells, un autor que nunca rehuyó en sus fábulas el debate social y político. Carlos Giménez pone al día justamente esta lectura, adaptando y reinterpretando el clásico en La máquina del tiempo.

A finales del siglo XIX, un científico pretende haber descubierto las claves de la cuarta dimensión, con un vehículo que puede desplazarse en el tiempo. Uno de sus amigos, al principio incrédulo, da fe de los descubrimientos realizados. En un futuro muy lejano, la humanidad se ha organizado en una sociedad utópica, dividida en dos especies interdependientes: los angelicales Elois y los despreciables Morlocks.

Los primeros viven en la superficie y parecen haber logrado un alto estadio civilizatorio, una suerte de regreso a la inocencia primigenia. Los segundos viven en el subsuelo y desempeñan las labores más meniales. Lentamente, sin embargo, el viajero del tiempo descubrirá que tal organización social no es tan sencilla como parece.

Re: GIMÉNEZ, Carlos

Nota Vie Jul 21, 2017 2:55 pm


Álvaro Pons, El 25 de noviembre de 2007, en EL PAÍS escribió: El horror de la Guerra Civil, a golpe de viñeta
Carlos Giménez vuelve a la actualidad del cómic con su álbum '36-39. Malos tiempos'

En 1977, con una democracia apenas incipiente, Carlos Giménez (Madrid, 1941) comenzaba a publicar en las páginas de la revista Muchas Gracias la serie Paracuellos, en la que plasmaba los recuerdos de su paso por un colegio del Auxilio Social durante los primeros años de posguerra española. Tras haberse formado en la aventura y la fantasía, el dibujante de personajes tan famosos como Gringo, Delta 99 o Dani Futuro, optaba arriesgadamente por la introspección, surcando caminos prohibidos o voluntariamente olvidados durante las cuatro décadas anteriores.

Portada

Conscientemente o no, Paracuellos se convertía así en el primer capítulo escrito de una reivindicación de lo que ahora conocemos como nuestra memoria histórica. A medida que buscaba en su pasado, Giménez iba construyendo un legado de valor incalculable: el de los sentimientos de toda una generación de españoles. Tras Paracuellos llegó Barrio, contando la vida en las calles españolas de los años cincuenta. Después, la hilarante Los profesionales, una obra que ofrece, además, un fresco único de una sociedad que comenzaba a reivindicar unas libertades que habían sido cercenadas.

Un trabajo de notario de la vida de la calle que se complementaría a la perfección con el día a día de la transición que reflejó en las historietas que realizaba semanalmente para la revista El Papus, recopiladas en el volumen España Una, Grande y Libre.

Treinta años de trabajo que dejan una densa obra que se puede considerar como sinónimo de la historia de este país, pero protagonizada por aquellos que nunca salen en los libros de historia o las enciclopedias.

De forma obligada, esta trayectoria le llevaba a enfrentarse al origen de todo lo que había contado durante ese tiempo: la Guerra Civil española. "Lo intenté un par de veces. Yo suelo tener unos dossiers donde guardo las ideas básicas que luego desarrollaré y uno de ellos era sobre la Guerra Civil. Quería hacerlo coincidiendo con uno de los aniversarios de la guerra, pero no sabía muy bien cómo, por lo que al final lo dejé, reconvirtiéndolo en una historieta de Barrio", cuenta Giménez.

Un difícil tratamiento al que había que añadir que, por primera vez, se enfrentaba a hechos que no había vivido en primera persona: "Necesitaba recopilar historias y anécdotas, alguien que me las contase y, además, me las contase bien. Al final lo conseguí y comencé a preparar esta obra". Nace así 36-39. Malos tiempos, primer volumen de una tetralogía que busca narrar la devastadora Guerra Civil española desde una perspectiva diferente: la de la gente de a pie. No es la historia de la Guerra Civil, sino de aquellos que la padecieron en sus carnes: "Yo no soy historiador. Ni tengo los datos ni me interesan las fechas o las batallas. Sólo he querido contar lo que es la puta guerra. El hambre, el miedo, las bombas, todo lo que traen las guerras. Lo cuento desde la perspectiva del que la sufre, del que tiene hijos y no sabe si les va a poder dar de comer, o incluso si mañana estarán vivos. Por eso voy adelante y atrás en el tiempo, para que los datos dejen de tener importancia y sólo lo tengan las personas".

Pero contar la guerra no es fácil. Mostrar el horror puede implicar caer fácilmente en el morbo de lo vacuo, de banalizar el dolor y convertirlo en un espectáculo sanguinolento. Una dificultad que tenía clara desde el principio: "No me interesa mostrar cómo destripan a alguien o cómo le vuelan la cabeza. He evitado las imágenes de género de terror, no por herir la sensibilidad del espectador, sino porque voy por otro lado. Yo intento contar el hecho, no el morbo del hecho. En esta historia de muertes y desolación, intento evitar que se vean las muertes y la desolación. Trato de evidenciar lo tremendo de la guerra, lo injusto de las bombas, de los tiros en la nuca, de los paseos, esa veda que se abre para matar al ciudadano por parte de los dos bandos. Que cuando sitúas a la gente en un caldo de cultivo para el odio, lo único que produce es odio".

Por eso, los personajes de 36-39. Malos tiempos no son ni los políticos ni los generales, son los vecinos de la calle, aquellos que vivían tranquilamente y que se encontraron con una guerra que no habían pedido, que se vieron involucrados contra su voluntad en bandos que no habían inventado. "La española fue una guerra confusa, no eras de una ideología, sino de donde te pillaba. Si estabas en Valladolid, eras franquista, y en Madrid, rojo. Y si te pillaba mal, la habías jodido. Nadie sabía realmente lo que era".

Es el relato de cómo el miedo al otro comienza a calar en el hombre hasta deshumanizarlo completamente y convertirlo en un asesino. Un testimonio que se atreve, sin partidismos, a denunciar las barbaridades que los dos bandos hicieron: "Una vez empieza la guerra, el miedo nos convierte a todos en asesinos", dice Giménez, "pero sin olvidar quiénes fueron los causantes". En una de las historias de este álbum no puede evitar tomar voz a través de uno de los personajes y lanzar un durísimo alegato contra las guerras. "No hay guerras buenas, nadie tiene la razón ni los motivos para empezarlas. Si pensamos en todas las guerras, las anteriores y las de ahora, nadie tiene derecho a comenzarlas. Una guerra sólo tiene sentido para el que la piensa, no es buena para nadie. El único beneficiario de una guerra es el hijo de la grandísima puta que la empezó".

Y como es habitual en él, consigue que el lector note cómo se le encoge el corazón al leer historias terribles, pero sin perder nunca el horizonte de la sinrazón de la guerra, como en esa historia en la que un hombre se encuentra con el asesino de su padre en un bar. "La guerra es el absurdo, un montón de mierda. Incluso cuando se mata, se mata mal y a destiempo. Este tipo, que tenía razones para hacerlo, no lo hace cuando se encuentra al asesino de su padre, sino más tarde, por una tontería, porque estaba inmerso en una cadena de matar y de mierda, en la que al final, no se sabe por qué, se mata", afirma contundentemente el autor. La venganza pierde su sentido en un mundo donde la supervivencia es la única regla: "Es increíble que al mismo tiempo que la gente vivía al límite, sin saber si perdería la vida por una bomba o un chivatazo, la vida transcurría. Con todo ese horror, la gente iba al teatro, había que zurcir los calcetines o ir al bar. La gente se olvida de la guerra, porque el ser humano tiene una capacidad de supervivencia tremenda".

Cuatro álbumes, que publicará Ediciones Glénat y que conformarán un durísimo pero sincero relato del mayor horror que ha vivido nuestro país, dando voz a aquellos que nunca saldrán en las enciclopedias, pero que llenaron los cementerios de este país con tumbas anónimas.


Borja Hermoso, el 25 de noviembre de 2007, en EL PAÍS escribió:El eterno retorno de un maestro

Cuesta creer que, a estas alturas del partido, alguien como Carlos Giménez tenga que permanecer atrincherado en su piso de la madrileña calle de Atocha, parapetándose tras su mesa de dibujo y viéndolas venir, sabedor de que el resultado de su magisterio no es otro que el de la espera, la puñetera espera del "a ver si cae algo".

Las viñetas de Giménez tendrían que estar en un hipotético museo de lo que fuimos y de lo que somos, pero duermen su sueño de rabia y nostalgia en las estanterías de los buenos y fieles aficionados, conscientes de que zapatazos gráficos del calibre de Paracuellos o España, Una, Grande y Libre son, más allá del mero tebeo, lecciones de ciudadanía, carne de memoria histórica y, sin miedo a exagerar, deseable material de enseñanza en los colegios.

Tanto el relato feroz pero hilarante de los años de la transición política como el rescate de sus propias vivencias de infancia y adolescencia en los franquistas refugios de auxilio social de la posguerra (donde se pasó ocho años de vellón) hacen de él un grande de la historieta. También un grande de la crónica periodística.

En los años noventa, cuando Carlos Giménez tuvo que buscarse la vida en Francia (Historias de sexo y chapuza), nadie o casi nadie podía vivir del tebeo en España. Nadie o casi nadie puede hacerlo hoy, y eso a pesar de que sólo hace seis días se fallara el primer Premio Nacional de Cómic...

Pero quedan resquicios para el regocijo: Carlos Giménez, que nunca se fue del todo, vuelve a lo grande, como los viejos toreros incapaces de husmear el aroma de la derrota. En tiempos de rencilla reabierta y politiqueo barato con el pretexto de la memoria histórica, el autor madrileño entrega al editor su álbum 36-39. Malos tiempos.

Estamos ante una evocación salvaje de la salvaje Guerra Civil, una obra plagada no sólo de la esperada maestría técnica, sino también de generosas dosis de lucidez y sentido común intelectual, consistentes en decir y dibujar sin complejos las barbaridades físicas y psíquicas cometidas por uno y otro bando. Giménez, que no se corta un pelo, hace aquí la innegociable constatación de que, metidos en harina y cuando ya no hay vuelta atrás, las guerras -las empiece quien las empiece- no son ya tortazos entre buenos y malos, sino entre malos y malos. Eso sí: las ideas políticas del interesado, incrustadas en esa inmarchitable militancia progresista que tanto chiste suele hacerles a ciertos payasos de las ondas y la letra impresa, no se resienten un ápice.

Estamos ante la resurrección de un Carlos Giménez en estado puro, en estado bruto. Viñeta a viñeta, bocadillo a bocadillo, la Guerra Civil y su espanto como nunca nos los habían contado, a través de ese arte al que el gran Will Eisner llamó secuencial y al que algunos autores como Carlos Giménez se empeñan en seguir honorando.


    Enlace a emule añadido al mensaje de presentación.

Re: GIMÉNEZ, Carlos

Nota Lun Oct 30, 2017 5:00 am
Desde La Mansión, nueva edición de la mano de Reservoir Books de Rambla arriba, rambla abajo... sin nada que destacar aparte de la tapa dura.

Enlace añadido al mensaje de presentación.

Re: GIMÉNEZ, Carlos

Nota Mar Mar 14, 2023 9:53 am
Una pregunta muy específica:

Estoy buscando una escena de un cómic de Giménez en el que explica bastante bien cómo funciona la acumulación primitiva de Marx. Es una historia en torno a unos prebostes que monopolizan el uso de un pozo, ponen al resto a trabajar de aguadores... bueno, el resto os lo imagináis. Pensaba que estaba en "Hom", pero no.

¿A alguien le suena donde puede estar esa historia? Eran unas 3 páginas, creo. Tenía pinta de formar parte de un libro conformado por historias sueltas... Cualquier pista se agradece.

¡Gracias!

Re: GIMÉNEZ, Carlos

Nota Dom May 21, 2023 4:19 pm
armandocasitas escribió:Una pregunta muy específica:

Estoy buscando una escena de un cómic de Giménez en el que explica bastante bien cómo funciona la acumulación primitiva de Marx. Es una historia en torno a unos prebostes que monopolizan el uso de un pozo, ponen al resto a trabajar de aguadores... bueno, el resto os lo imagináis. Pensaba que estaba en "Hom", pero no.


Es de España Grande, adapta La parábola del depósito de agua de Edward Bellamy.

armandocasitas escribió:¿A alguien le suena donde puede estar esa historia? Eran unas 3 páginas, creo. Tenía pinta de formar parte de un libro conformado por historias sueltas... Cualquier pista se agradece.


Se publicaban más o menos regularmente en EL PAPUS y se han reeditado recopiladas un par de veces.
España una, grande, libre es una barbaridad, de lo mejor de su obra que es mucho decir. Algunas historietas divertidas con guión de IVÁ, otras denuncias contundentes con las que se hacían hasta carteles.

Cuando hablan de La Transición Española modélica, dialogante y ajena a la violencia es bueno volver a la gráfica sin medias tintas que contaba a tiempo real que el fascismo campaba a sus anchas en 1977.

Las páginas en cuestión ;)

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