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Gata Cattana (1991-2017)

Discos y autores.

Gata Cattana (1991-2017)

Nota Mar May 30, 2017 8:21 pm
Gata Cattana
Ana Isabel García Llorente / Ana Sforza
(España, 1991-2017)

Portada
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Introducción

En Wikipedia se escribió:Ana Isabel García, más conocida por sus nombres artísticos Gata Cattana y Ana Sforza (Adamuz, Córdoba, 11 de mayo de 1991 – Madrid, 2 de marzo de 2017) fue una artista, rapera, poeta feminista y politóloga española. Con su música consiguió combinar diversas temáticas y estilos de tal forma que confluyó en un rap único cargado de poesía y mensajes reivindicativos de corte feminista y político, unido siempre a ritmos flamencos que a su vez lograba fusionar con un sonido más electrónico. Otra de sus temáticas recurrentes es la cultura de su región, Andalucía, y motivos históricos, así como mitológicos. La diversidad de sus temas abarcó hasta el existencialismo, de igual forma toda su obra está marcada por una búsqueda o deseo de trascender a la historia por medio de la creación artística.


Trayectoria profesional

Uno de los artistas que más la influenció fue el Niño de Elche, que consideraba tenía el carácter reivindicativo y canalla que suele aparecer en su música fusionado con flamenco. Otra de las constantes a lo largo de su obra son las alusiones a Lorca, así como a obras del autor, Yerma o Bernarda Alba. De forma paralela, tiene una progresión en la que pasa de una lírica con referencias exclusivamente cultas a buscar reapropiarse de elementos de la cultura popular, no solo andaluza, sino que en general se refiere a la jerga española y también a la denominada "kinki" que de otra manera acabaría olvidada. Este último concepto afirma que se ha ido consagrando en los últimos tiempos.

La obra de Ana se encuentra en un límite difuso entre la poesía y el rap, tal y como ella decía. Si bien si diferenciaba como sentía su poesía y su rap, para ella la poesía era algo muy íntimo, que sacaba de dentro y era libre, sin ritmo. Mientras que en el rap primaba la musicalidad de las letras para que llegase a la gente. En una de sus entrevistas, citaba a Quevedo y a Góngora, refiriéndose a ellos como más raperos que otros tantos de la actualidad, y afirmaba que en la actualidad ser poeta era ser rapero. A si misma se consideraba un híbrido entre ambos. Presentó un poemario autoeditado, La escala de Mohs (Homostultus Ediciones, noviembre de 2016). Junto con el poemario publicó un EP titulado "Inéditas".

La poesía por la que más sentía predilección va del sarcasmo a la ironía a través del romanticismo, mediante el uso del humor muestra lo mágico de la vida, "lo hijoputa de la vida", y que conseguía "reflejar mucho, pero con muy poco". Se puede pensar su obra poética desde una perspectiva idealista y de destino, en su poesía son constantes las alusiones directas o indirectas a su propia muerte.

Como poeta crece al calor de recitales undergound -podemos verla recitando en una cueva de Granada- y del torneo de poesía en vivo Poetry Slam Granada, que ganaría en la temporada 2015/2015, un formato que llegó a introducir en su ciudad, Córdoba, en marzo del mismo año 2015, y a la vez que desarrolla su faceta de rapera, sigue adentrándose en diferentes veladas del ámbito de la poesía (Versódromo 2016, Poesía o Barbarie) o volviendo a Poetry Slam Granada como invitada de honor en febrero de 2016.

Su concepción del rap buscaba romper con el purismo que caracterizaba al estilo y no quedarse anclado en tiempos pasados, reconocía que a lo largo de su obra había sufrido una evolución pasando de ese estilo más purista a sacar todo lo que ella tenía dentro, vertiendo toda su creatividad. Supone una apertura al trap, al reggaeton y a nuevas temáticas, “Si tú quieres decir que lo haces por pasta, que te interesa la pasta y, que… O eres una tía, y dices que te gusta mover el culo, que te gusta este rollo, me mola el reggaeton, ¿por qué no? Para mí es una liberación”. Esta apertura a nuevos horizontes en el rap, lo ve como una oportunidad para que más mujeres participen dentro del género y existan nuevos puntos de vista con nuevas temáticas que en otro caso jamás se darían.

Definía su rap como hecho para gente despierta que constantemente estaba informada ya que solía recurrir a alusiones históricas o mitológicas para hacer referencia a eventos acaecidos en el presente, o al menos tener un carácter curioso. Por otra parte solía intentar transmitir sus mensajes e ideas de forma sutil, sobre todo en los últimos tiempos.

Gata Cattana era una gran esperanza del rap español. Semanas antes de morir tocó en la madrileña sala Sol. Deja un disco inédito, "Banzai", producido por David Unison- que tenía prevista su publicación en la primera mitad del año 2017. En este último disco, realizó una introspección buscando todo aquello que pudiese aportar al rap y poder realizar al fin un LP con un concepto claro y profundo, esta idea concuerda con el concepto que hay detrás del nombre del disco. La palabra "Banzai", de origen japonés, hace referencia al grito japonés de los samuráis cuando van a combatir o a suicidarse tras perder la batalla, para ella suponía su antes y después a la hora de crear el disco y que viera la luz, "y es justamente eso el disco. Es como ir a la batalla y quedarme tranquila, soltarlo todo".

El nombre artístico Gata Cattana surge como una proyección de los deseos de la autora por convertir a la niña que era en la mujer actual, en la que escribe y actúa, sin embargo, el personaje, en palabras de la autora, la ha poseído. Al final Ana pasa a convertirse en lo que escribía, en la proyección de lo que pensaba. Mientras que a si misma se define como una chica normal, de un pueblo recóndito y volcada en la poesía, sensible y comprometida, más filosófica y profunda que el personaje de Gata Cattana, que es la combativa y que domina, viniendo a reiterar lo anterior. Cattana originalmente era un grupo de su época en Granada con una de sus mejores amigas, llamada Anabel, y es una unión entre Gata y Ana. Tras la disolución del grupo, debido a su abandono de la música, Gata decidió adoptar Cattana como apellido en honor de dicho grupo.


Ficha técnica

    Género: Rap, hip-hop.
    Instrumentos: Voz.
    Periodo de actividad: 2008-2017.




Discografía (2012-2017) (en un solo archivo)





Discografía (2012-2017) (discos por separado)





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Nota Mar May 30, 2017 8:50 pm
Ignacio Pato, en entrevista con Gata Cattana, en PlayGround, el 9 de febrero de 2016, escribió:I. LA PUREZA

Decía un filósofo del siglo XX español que la pureza, si uno la lleva dentro de verdad, no se puede perder nunca. José Monge Cruz respondió eso cuando le insinuaron que en Madrid su arte de la isla de San Fernando se había contaminado. Sin embargo, una mueca amarga le cruzó el rostro: "la gente no me comprende cómo yo canto, mi manera de sentir todavía la gente no la ha entendido". Como Camarón de la Isla, Ana Sforza ha traído su poesía y su rap desde el sur a la capital. El paralelismo acaba ahí: no puede haber nadie que a ella no la comprenda. "Quiero que me entiendan en el barrio y en el pueblo. Si no, no estás haciendo nada". Es la voz de una chica normal hablando sobre cosas normales. Una normalidad que bajo el nombre de Gata Cattana se transforma en talento escupido por esta cordobesa de 25 años.

Ana, Gata, viene de un pueblo diminuto de Sierra Morena, Adamuz. Uno de esos lugares donde lo normal se lleva bien con la magia y la pureza. Desde que vive en Madrid me cuenta que aprecia más su cultura. No me habla de Andalucía, sino del Sur con mayúscula. Echo de menos los corrillos, la relación entre los vecinos, los abuelos, los niños, vivir en la calle. La confianza y las risas con la gente", dice. Ahora su camino fluye entre miradas de reojo y semáforos de ámbar efímero. "Madrid es un poco Gotham, un avispero. Y cada vez va a más. Te meten en el cuerpo la esquizofrenia, la prisa, el miedo", nos dice. "Afortunadamente hay muchos Madrid y yo siempre he vivido en los barrios del sur, Batán, Aluche, el Madrid obrero, el de bloques de hormigón, el que no es bonito".


II. PEDRO SALINAS PARANDO UN DESAHUCIO

Ana es poeta de día, rapera de noche, politóloga a ratos y ejemplo de una generación con tanto talento como incertidumbre laboral.

— ¿Cómo llenas la nevera?

— Mi último curro ha sido de comercial en una empresa de electricidad, vendiendo contratos de luz, cobrando 600 pavos. Me echaron hace dos semanas. Ahora busco y todo lo que encuentro es igual de malo. Me siento super frustrada.

— ¿Qué has estudiado?

— Soy graduada en Ciencia Política y acabo de terminar un máster de Seguridad y Defensa en Política Internacional. Creo que me voy a jugar mi carta para dedicarme a la música. Quizá puedo dedicarme a las dos cosas a la vez.

Devora estudios sobre la barbarie militar. Cuando comenzamos a hablar de poesía nos da una posible clave. "Los poetas no entienden este mundo y nunca han dejado de asombrarse ante él".

Gata Cattana es Javier Egea manchándose de falafel. Es Pedro Salinas parando un desahucio. Keny Arkana expropiando las bodegas Osborne. José Antonio Muñoz Rojas echando la quiniela. León Felipe haciendo un ollie. Silvia Federici con un mini de cerveza. También es Lisístrata en huelga, Antígona insumisa o Yocasta inmolándose por amor. La mitología griega abunda en el cuaderno de Ana.

— ¿Cómo escapas de lo cursi y lo pedante?

— No es algo que planee. Es que yo no soy cursi ni pedante.

No romanticen los barrios, ni vengan a ellos como el que va de safari, son los lugares más normales del mundo. Por eso nos gustan. Con tabaco de liar en manos frías, con Isayah Thomas y Estrella Morente. Con las estanterías llenas de La levedad del ser de Milan Kundera, que es la de todo bicho viviente. Aquí pueden venir tranquilos, que no les vamos a robar. Estamos demasiado ocupados trabajando con Gata Cattana de fondo, saben.


III. DESCONTROLÁ CON CAMISA Y TACONES ALTOS

A la Ana le dicen cosas que a un rapero tío no le dicen. Que salga más en sus vídeos, que apenas explota su imagen. "Y también lo de la vocecita dulce y sexy de la tía. Me dicen mucho ‘pero Ana, ¿por qué no cantas más?’ ¡Déjame que haga lo que yo quiera!". "Se habla muchísimo de machismo en el rap, pero no tanto del machismo que hay en las cursiladas y pasteladas del pop. Lo que pasa es que siempre hemos escuchado rapear a tíos. Ya sabes, el rapero y todo ese ideario masculino que gira más en torno a la competición que a la cooperación. Aunque bueno, estaría por ver que con mayoría femenina todo fuera armonía", dice riendo.

— ¿Se puede disfrutar una canción de rap machista?

— Es que hasta ahora no ha habido más remedio. De izquierdas o no, casi todos los raperos han metido comentarios machistas. Hay dos maneras de encajar eso. Una es obviarlo, que no es bueno porque no cambia nada. La otra es rapear tú misma.

Dicho y hecho. Descontrolá por la ciudad cantando hardcore, con camisa y tacones altos.


IV. NO COMO USTED

Gata Cattana está llena de pasión. El arma educativa del rap. Ella lo sabe: "a mí en la ESO y el Bachillerato muchas veces me ha educado el rap más que los profesores. El rap bueno está escrito con pasión y esa es una diferencia brutal con muchos profes". Los ingredientes parecen claros. "Una mirada limpia, sensible, no hace falta ser un emo atormentado. El poeta tiene esperanza", dice. Esperanza de al menos no perder la cordura. Cuando todo está del revés, eso ya es ganar.

Ana me confiesa que si no sale mucho en sus vídeos es porque hay algo de "miedo al futuro y a la tecnología. Antes todo quedaba en la memoria. Hoy todo parece permanecer para siempre, me da miedo perder el control de mi propia imagen".

Cómo explicarle al próximo y mediocre entrevistador de Recursos Humanos ante el que se siente Gata Cattana que no. Que está todo girao, que la nómina que promete es solo un sucio chantaje. Que si hablamos de las cosas importantes, la Ana se lo pule. Que sus propios hijos, señor, quieren ser como ella y no como usted.

Nota Mar May 30, 2017 9:40 pm
Alejandra Luque, en "‘A la mujer sin miedo’. Granada homenajea a Gata Cattana en un inmenso graffiti", en Cordópolis, el 22 de marzo de 2017, escribió:El grafitero granadino Manuel Navarrete "Dedos" conoció a la rapera cordobesa Gata Cattana hace apenas dos años. Ambos coincidieron dos años antes en Granada en un slam, un torneo de poesía. Gata Cattana ya estaba relacionada con Granada por aquel entonces. Estaba graduada en Ciencias Políticas por la Universidad de esta ciudad.

Desde ese encuentro poético, Navarrete se interesó aún más por una artista que se acabó convirtiendo en “la última gran esperanza del rap” en España, tal y como titulaba el pasado mes de enero el periódico El País. Entre ellos había planes por hacer. Sin embargo, todo se truncó cuando la artista falleció el pasado 3 de marzo en Madrid. “Había contactado con ella. Íbamos a hacer música juntos pero al final, no lo llegamos a hacer”, apunta Navarrete.

Con esta noticia, a Navarrete sólo se le ocurrió una manera con la que homenajearla: un graffiti; un hecho que puso en marcha pocos días después de la muerte de la joven, que tenía tan sólo 25 años -en mayo cumplía los 26-. Navarrete asegura que Gata Cattana “se merece” este tipo de homenaje. Además, señala que “actos como estos pueden ayudar a mucha gente a llevar mejor su muerte”.

Así, Navarrete consiguió reunir en pocos días a más de 100 participantes -entre los que se citaron artistas como Pesk, Nauni y Sake- que quisieron aportar su grano de arena en este inmenso graffiti. ¿El lugar? No fue el elegido por el grafitero. Explica que él quería “hacerlo donde fuera”. “Queríamos un lugar donde poder pintar y que se viera. Una vez que me dieron los permisos para hacerlo, me dijeron que el lugar elegido era el muro de la avenida Juan Pablo II. Me pareció un sitio estupendo porque está a la entrada de Granada y justo debajo hay un barrio marginal”.

Ahora, ese muro ya no luce con su color grisáceo habitual. Está lleno de colores, frases, versos, imágenes y fotografías de Gata Cattana que han elegido todos los que quisieron colaborar en este homenaje. “Cada uno ha pintado lo que Gata Cattana le transmitía”. Porque este muro de 300 metros ha unido tanto a quienes siguieron a la artista desde sus inicios como hasta quienes se han “bebido su vida” tras su muerte. “Ha participado gente que incluso no la conocía”, señala Navarrete, quien explica que esta iniciativa se ha llevado a cabo en tan sólo dos días.

Aunque la productora de la artista anunció que la muerte de la rapera se produjo por una “complicación cardíaca”, desde su página oficial de Facebook aseguran que el fallecimiento se produjo “por un pronto espasmo (sic) severo a consecuencia de una descomunal alergia a algo que pudo ingerir y que le hizo tener una reacción brutal”. “Su corazón sigue latiendo después de su muerte ya que ella fue generosa hasta el final y su adiós ha servido para dar vida a otras personas”, apuntan desde su perfil en esta red social.





Nota Vie Mar 08, 2019 6:17 pm
Lis Gaibar, en "Las vidas de una Gata", en El Salto, el 6 de marzo de 2019, escribió:

Gata Cattana (Córdoba, 1991 - Madrid, 2017) era un grito consciente y argumentado, “un canto a la rebeldía y a la justicia”, tal y como lo definió ella. Un cuestionamiento al progreso, una denuncia social, un repaso a la Historia y una invocación a la igualdad: “Creo que su obra es como un puñetazo en lo alto de la mesa”, resume su madre, Ana Llorente. Lo conjuga así porque que hayan pasado dos años desde su marcha no ha supuesto su ausencia. La artista sigue presente como Ana Isabel García Llorente, como Gata Cattana y como Ana Sforza, según quién la conociera y en qué contexto. Sus amigos, su familia y su ejército —“10.000 oyentes bien usados”, describió en su tema “Desértico”— no la han permitido irse.

Ana Isabel García Llorente nació en un pequeño pueblo de Córdoba, Adamuz, algo que influyó en su obra: “Vengo de un pueblo de 3.000 habitantes, no puedo hablar de bambas y cosas así porque no es como me he criado. Yo puedo hablar de Historia, de lo que he estudiado y de la riqueza que traigo dentro; de lo que soy”, explicaba en una entrevista.

Su madre destaca su pasión por la lectura y las ganas de aprender que demostró desde que era niña: “Ella quería vivir en el mundo en el que estaba, era una persona con muchísimas inquietudes”, resalta. Eso la llevó también, cuenta, a estudiar Ciencias Políticas en Granada.

Después se mudó a Madrid. Fue en la capital donde se le abrió un abanico de posibilidades en el mundo del rap, un género con el que había empezado a experimentar en el instituto. “Madrid fue la puerta grande, un lugar donde coincidió con gente que le aportó mucho y donde ella pudo expresarse con más libertad, tanto por ser más mayor como por dirigirse un público más amplio —explica Ana Llorente—, aunque la verdad es que ella ha sido bastante libre siempre”.

Precisamente la claridad en los mensajes de Gata Cattana y su fuerte carácter reivindicativo y de compromiso social es lo que, a día de hoy, más se destaca de la artista: “No daba mítines políticos, pero sabía cómo denunciar aquello que estaba mal de forma muy respetuosa”, defiende la madre de la artista. “Y proponía un mensaje de esperanza, un ‘ahora que sabemos lo que está mal, vamos a empezar a construir’”, añade.

Porque Ana, Gata Cattana, vivía en el mundo: “Sabía que la juventud es el futuro y que la mujer es el futuro, por eso cuando sus padres le decíamos ‘¡Ana, qué poco sabes de la vida! Cuando seas mayor te enterarás de cómo funcionan las cosas’, siempre nos contestaba: ‘Somos jóvenes, pero no somos idiotas’”. Sobre eso versa “Todo lo demás, no”, inédito en la nueva edición de su poemario La escala de Mohs (Aguilar, 2019) —que será presentado hoy en la Fnac de Callao, Madrid— y que es un canto, efectivamente, a la rebeldía y a la justicia.

Gata Cattana solía decir que, en su caso, existe un límite muy difuso entre lo que es cada cosa, porque no concebía el rap sin poesía: “Si Góngora y Quevedo hubiesen vivido ahora, habrían sido raperos”, defendía. Sin embargo, sí reconocía que su poesía era más íntima, definiendo a su yo poetisa Ana Sforza como una chica sensible “que defiende las causas que cree justas” y a su yo rapera Gata Cattana como “la guerra”. Una guerra en la que portaba como estandartes el feminismo, la crítica, la libertad y el compromiso; en la que podía, al mismo tiempo, invocar a mujeres referentes de los siglos antes de Cristo hasta su actualidad, mostrar sus conocimientos geopolíticos e históricos, permitir adivinar sus sensibilidades e invitar a cuestionarse la individualidad: “Mis temas son para gente activa: tienes que estar puesto en la actualidad, tener una base o por lo menos curiosidad”, adelantó la artista.

Aunque es más conocida por su faceta como rapera, en pocas semanas su recién editado poemario ha alcanzado la segunda edición. Pasó lo mismo con La Escala de Mohs que publicó la editorial Arcesis en 2016: “Vino a presentar el libro con solo diez ejemplares porque en un mes y medio había vendido casi toda la tirada”, narra Ana Llorente, que recuerda que ni su primer poemario ni sus discos tuvieron apenas promoción. “Ella ya estaba arriba, todo el mundo la estaba buscando”, asegura, “su disco se quedó huérfano, sin nadie lo peleara, y al final ha ganado un premio MIN por sí solo”.

Habla de "Banzai" (2017), el álbum en el que Gata Cattana estaba inmersa desde hacía meses y que tuvo que ver la luz como trabajo póstumo. Aunque los esfuerzos de la familia y de los amigos por recordar a la artista y difundir su obra han sido más que notables, Ana Llorente lo tiene claro: “El mérito es suyo, si lo que ella hubiese hecho hubiera sido mediocre, la gente se habría cansado —dice—, ella solo necesitaba más tiempo, todo lo demás lo tenía. Si no se ha ido es porque sus letras, su música, su poesía, su voz y ella lo valían”.

Sin embargo, más allá de eso, el esfuerzo de su entorno por no dejarla ir es evidente: la familia y los amigos de Gata Cattana se han encargado de mantener activas su página web y redes sociales, celebrar dos ediciones de concursos de poesía y microrrelatos y montar una exposición con el nombre de la artista. Sin obviar a quienes han inmortalizado su imagen y sus versos a través del arte, con vivos colores en graffitis a pie de calle o referencias en temas musicales, para que siga “viviendo en los mundos en los que estaba”.

También para que la vida y la obra de Gata Cattana —y con ella su mensaje— llegue a más gente, su amigo y director de cine Juan Manuel Sayalonga ha lanzado un crowdfunding para financiar la película documental "ETERNA". “No dio tiempo a que Ana se mostrara como lo que era ella, así que el documental me pareció una muy buena idea”, explica Ana Llorente. “Se cumplen dos años desde que Gata Cattana emprendiese un viaje. No sabemos qué pudo llevarse en su maleta, pero sí todo lo que dejó en casa: luces y semillas que hacen de este desierto una selva”, versa la descripción del crowdfunding.

“El mundo se merecía mucho más de ella”, concluye su madre.

Nota Lun Mar 02, 2020 6:03 pm
Ignacio Pato, en "4 enseñanzas prácticas de Gata Cattana", en La Marea, el 2 de marzo de 2020 escribió:

Tres años ya de la muerte de Ana.

Estos son cuatro elementos concretos de su legado artístico-político.


Querernos: la autoestima como política

Gata Cattana dio una potente lección contra la parálisis vital. Se apartó del manido egotrip del “soy la leche” para cantar:

Cuando sale solo, sin ningún tachón,
cuando me deja descansando por un rato,
cuando me salta el coco y me dice
‘loca, déjalo así que así está guapo’


Disfrazamos muchas veces de perfeccionismo lo que casi siempre es inseguridad creada por un entorno competitivo. En ese sentido, Ana ejercía, ejerce, estoy seguro, como un militante desatascador de miedos para un montón de mujeres que estén ahora mismo escribiendo, dibujando, rimando, hablando en público.

Siempre con los pies en el suelo: “No es que tos seáis tontos, es que yo no me he explicao bien”. Pero siempre con la autoestima como valor político: “Me gusta así cuando escribo oro”.


Defendernos: el compromiso antifascista y la comunidad

Ana no vio a Vox, por suerte para ellos. Frontal, binario como el de que entiende que no hay templanza posible ante quien solo nos desea las tinieblas, así fue su tratamiento de la extrema derecha. Ana no necesitaría hoy en día leer reportajes para entender que el fascismo no es una opinión, sino un crimen que justifica, por palabra, omisión o acción, privilegios de género, raza y clase. No necesitaría asomarse al “fenómeno” porque eso implicaría separarse del lugar en el que estuvo siempre: cerca de las personas cuyos derechos y vidas sí están bajo amenaza.

Siempre supo que el cuidado y los lazos colectivos eran un cordón sanitario contra la barbarie. Ella misma decía que echaba de menos “los corrillos, la relación entre los vecinos, los abuelos, los niños, vivir en la calle. La confianza y las risas con la gente”. Que “Madrid es un poco Gotham, un avispero. Y cada vez va a más. Te meten en el cuerpo la esquizofrenia, la prisa, el miedo”.

Sin un éxito realmente masivo – no al menos cuantitativamente comparable al de artistas como Mala Rodríguez, Bad Gyal o La Zowi- Ana consiguió crear comunidad. Ejemplar es la aparición de varias de sus frases en pancartas de la última manifestación feminista del 8 de Marzo: “No reconozco autoridad más allá de mi cuerpo”, “Déjame ser otra cosa que no sea un cuerpo”, “Yo hago lo que quiero bajo el ‘niña, no andes sola’”, “Nunca me sentí sola porque estábamos juntas”. Y por supuesto las de “Somos el ejército Gata Cattana” o “Gata Cattana estaría orgullosa de nosotras”.


Conocernos: la pedantería es reaccionaria

Me lo dijo de primeras: “Quiero que me entiendan en el barrio y en el pueblo. Si no, no estás haciendo nada”. Lo que cantaba Gata no era ningún brindis al sol.

Ana era graduada en Ciencia Política y tenía un máster en Seguridad y Defensa en Política Internacional. Le apasionaba la mitología griega. Era imposible que fuera pedante porque entendió desde el primer momento que todo ese bagaje tenía una correspondencia útil con el presente. Que podía ser también fuente de metáforas que conectasen los hilos rojos y morados de la Historia.

Ana era el patriarcado del salario de Silvia Federici con un mini de cerveza. La poesía anticapitalista de Javier Egea comiendo un falafel. Pedro Salinas parando un desahucio. Keny Arkana expropiando las bodegas Osborne. Lisístrata montando un comité sindical.


Comprendernos: los límites de lo material

La obra de Gata Cattana no está precisamente hecha desde el privilegio material. En ella no hay lecciones de superioridad moral en lo tocante a llenar la nevera. Cómo iba a haberlas, si en su último año la habían despedido de un trabajo como comercial de una empresa de electricidad. Vendía contratos de luz cobrando 600 euros.

Sabía que la opacidad a la hora de contar lo mal pagados que estamos solo juega a favor de los jefes. Que la verdad está de nuestro lado: “Si quieres te cuento una sarta de mentiras que no importan pa dejarte más tranquilo, pa eso ya están los medios, yo estoy a fin de mes y se me cae el mundo encima con motivo, exiliá de mis amigos, de mi tierra, el macuto, el chaquetón y pa la guerra”.

Que era una traición mirar para otro lado y que ningún accesorio en nuestra mano, marca en nuestro armario o servicio contratado iba a desclasarnos jamás:

las cosas aquí abajo están bastante jodías,
nos han dividío por cuatro moneas
y ya no nos quea ni el miedo ni tiempo,
nos quean ocho horas al día




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