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Territorio Doméstico

Aquí recopilamos toda clase de material relacionado con un tema o un director de cine concretos.

Territorio Doméstico

Nota Sab Ene 05, 2019 1:29 am
Territorio Doméstico
(España, 2006-...)


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Introducción


Maca, en "Territorio Doméstico", en Eskalera Karakola, el 1 de junio de 2014, escribió:Somos un espacio de encuentro, cuidado y lucha de mujeres, la mayoría migrantes, por nuestros derechos como trabajadoras del hogar.

Las reivindicaciones que nos unen son:

  • el reconocimiento de los derechos en el empleo de hogar
  • la valoración del trabajo de cuidados en un sistema que los devalúa, los invisibiliza y los precariza, pese a que son imprescindibles en el sostenimiento de la vida.

También nos definimos como el colectivo transfronterizo, pues Territorio lo formamos mujeres de diversos orígenes y lugares del mundo. En este sentido, nosotras somos las protagonistas de las cadenas globales de cuidados y por ello nuestra forma de hacer política parte de hablar en primera persona, dede nuestros saberes y experiencias. Por eso nuestro lema es: “Porque sin nosotras no se mueve el mundo” y nuestro logo es la imagen de una mujer con un engranaje.

En la femiagenda se escribió:“Somos un espacio de encuentro, relación, cuidado y lucha de mujeres, la mayoría migrantes por nuestros derechos. La reivindicación inicial que nos ha convocado es el reconocimiento por nuestros derechos como trabajadoras del hogar, la dignidad y la valoración de nuestro trabajo en un sistema que devalúa los cuidados, los invisibiliza y precariza, pero que son imprescindibles en el sostenimiento de todas nuestras sociedades, por eso nuestro lema es "Porque sin nosotras no se mueve el mundo" y nuestro logo una mujer moviendo un complejo engranaje.

Somos un espacio de lucha y empoderamiento de mujeres, en el que la relación, la escucha de la realidad de cada una, el autocuidado y el cuidado mutuo son muy importantes.

Somos también un espacio transfronterizo pues Territorio Doméstico lo formamos mujeres dominicanas, colombianas, salvadoreñas, ecuatorianas, rumanas, españolas, senegalesas, nicaragüenses, bangladeshies, bolivianas, marroquíes, mujeres que desafiamos las fronteras en busca de una vida mejor y que nos ayudamos a “no olvidar quiénes somos y que tenemos una historia y un proyecto de vida valioso que es el que nos ha traído hasta aquí, aunque pase por muchos avatares”.

Promovemos la horizontalidad. No es fácil, pero lo cuidamos y tratamos de ponerla en práctica, estamos atentas. Sabemos que la horizontalidad se logra no sólo con “sentarse en círculo” y ya está. Es un trabajo fino del día a día de estar pendiente unas de otras. Estar pendientes del proceso personal de cada una, y al mismo tiempo del proceso del grupo.

Nos acompañamos mutuamente en procesos personales, en la adquisición de una conciencia crítica, el animarnos todas a hablar en público. Tratamos de no forzar, cada una conoce el punto en el que está y las demás lo respetamos y acompañamos.

Para escribir y producir textos, organizar acciones, eventos y demás… tratamos de hacerlo con una metodología donde todas nos escuchamos y todas podemos aportar”.

En el curso "Violencias laborales y violencias machistas", del Aula Virtual Fundación de los Comunes, el 6 de marzo de 2017, una compañera de Territorio Doméstico escribió:Estar sola es muy complicado. Cuando no tienes redes, cuando te violentan los pocos derechos que tienes como trabajadora, como cuidadora, estás perdida. Hay mujeres ahora que están enfermas, que están pasando por momentos muy difíciles porque realmente no tienen esas redes. En Territorio Doméstico llevamos diez años con esas redes. No sólo en el trabajo, cuando te pones mala y no tienes un familiar aquí es muy importante estar enredadas, es muy importante estar acompañada con amigas o con amigas de las amigas de las amigas, porque a veces en Territorio no podemos acompañar a una compañera, porque a veces estamos en otra situación, estamos trabajando, pero hemos sido expertas en buscar a las amigas de las amigas para que estén ahí con nosotras y no estemos solas. Por eso el segundo domingo de cada mes es una gran fiesta estar juntas a las cinco de la tarde, merendar, hablar de nuestros problemas y escucharnos unas a otras; para eso nos ha servido estar organizadas.





Materiales





Recursos de apoyo


Precursoras.


Paqui Maqueda, en "Microbiografías" (página 32), en Todos los Nombres, en abril de 2007, escribió:

Los disparos de unos falangistas acabaron con la vida de Amalia González Guerra, de 42 años, vecina de Carmona (Sevilla), en aplicación del “Bando de Guerra”, una especie de carta en blanco que permitía al ejército golpista de Franco “liquidar” físicamente a cuantas personas hubieran apoyado el legítimo gobierno de la República. Su cuerpo, junto a las de otras personas asesinadas igualmente esa madrugada, quedó a la vista de cuantos pasaron ese día por la carretera que lleva de Carmona hasta El Viso del Alcor, lugar donde se produjeron los hechos. Una de esas personas identificó el cadáver de Amalia como el de la esposa de su amigo Antonio “El Cantarito” y, desesperado, corrió al pueblo para avisar de lo que pasaba. Ante el dolor de los familiares, los cuerpos de estas personas cruelmente “ajusticiadas” fueron enterrados en una gran fosa dentro del cementerio de Mairena del Alcor, donde todavía hoy sus familiares les lloran.

Hacía apenas un mes que la Guerra Civil había comenzado y el pueblo de Carmona protagonizó una heroica defensa de la ciudad ante el avance de las tropas fascistas, que poco a poco avanzaban implacablemente, tomando a sangre y fuego cada pueblo que se le resistía. Los hombres y mujeres que se “señalaron” por su compromiso político eran detenidos y recluidos en “la casilla”, nombre como era conocida la prisión del pueblo. En ella fue retenida Amalia, y unos días después puesta en libertad, volviendo a ser detenida más tarde y en su propio domicilio por otros falangistas. Rodeada por sus hijos se despidió de ellos pidiéndole a su vecina Rafaela que cuidara de los suyos. Nadie volvió a verla con vida.

Amalia era muy conocida en Carmona, ya que dirigía una agrupación de mujeres que trabajaban como “criadas” en las casas de los señoritos del pueblo. Fue una mujer comprometida con la dura realidad de estas trabajadoras que desarrollaban su labor bajo un duro régimen de explotación con salarios de hambre. Era, además, hermana de Pedro González Guerra, “El Petacón”, conocido líder de la CNT en la localidad de Carmona, que logró huir del pueblo cuando éste fue tomado. Amalia dejó tres hijos de corta edad: Rafael, de 10 años; Carmen, de 7; y Antonio, de 5. Después de tantos años de silencio y de dolor familiar, su hijo Antonio ha querido recuperar la memoria de su madre, dignificando así su recuerdo.

Ojalá que esta página, escrita con la intención de dar a conocer la vida y la muerte de Amalia González Guerra, contribuya a poner en el lugar que se merecen a aquellos hombres y mujeres a los que por defender la justicia y la libertad se les arrebató la vida. Modelo de mujer a seguir en el compromiso y en la entrega, su ejemplo constituye hoy un reto para las mujeres que vivimos en esta sociedad repleta de injusticias y necesitadas de referentes.


La compañera en Todos los Nombres.

Pepa Torres, en "Visibilizar lo invisible. Mujeres migradas y empleo de hogar", en El Blog de Pepa Torres, el 2 de diciembre de 2018, escribió:

El martes 13 de noviembre en Madrid y días después en Valencia, Bilbao y Zaragoza el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) sacó a la luz el informe "Visibilizar lo invisible: Mujeres migradas y empleo de hogar". En su presentación participamos diferentes organizaciones de trabajadoras de hogar del estado. En Madrid lo hicimos el colectivo Territorio Doméstico y el Observatorio Jeanneth Beltrán.

Más de 630.000 mujeres en todo el estado realizan este trabajo, la mayoría de ellas migrantes, y de las cuales cerca del 40% forman parte de la economía sumergida y casi en su totalidad trabajan en condición de internas. Mujeres que, pese a la vulneración de derechos que viven, cada día sostienen los hilos de la vida, acá en el estado español y también allá, en sus países de origen, por lo que significa en sus economías la aportación de sus remesas. Mujeres que son las protagonistas de las cadenas globales de cuidados y que, como decimos en Territorio Doméstico, "sin nosotras no se mueve el mundo".

El esfuerzo de visibilizacion de este informe nos parece fundamental, porque visibilizar implicar reconocer:

    - Reconocer socialmente el valor del trabajo que cada día realiza este colectivo de mujeres como un ejército invisible que carga sobre sus espaldas la falta de responsabilidad del estado con una política pública de cuidados que los abandona a la lógica del mercado y el máximo beneficio.

    - Reconocer derechos laborales y exigencia de condiciones de trabajo dignas, porque a las trabajadoras de hogar y de cuidados se les siguen negando sistemáticamente, introduciendo, a lo más, pequeñas reformas, claramente insuficientes, a modo de parches, y manteniendo un régimen que continúa siendo de explotación con una clara discriminación respecto al resto de las trabajadoras y trabajadores.

    - Visibilizar significa también denunciar. Denunciar que las legislaciones que regulan el empleo doméstico y de cuidados, así como la actual ley de extranjería, perpetúan la discriminación y la explotación laboral de estas mujeres, y es urgente exigir al gobierno y las administraciones, y a la ciudadanía en general, forzar cambios para poner fin a estas situaciones.

    - Por último, visibilizar significa identificar buenas prácticas en lo que se refiere a la formación, el empoderamiento personal y colectivo de las trabajadoras, una intermediación que vele por sus derechos y el apoyo y acompañamiento a su propia autoorganización en asociaciones o iniciativas de cooperativismo.

Algunos elementos del informe en los en los que queremos poner especial énfasis las organizaciones de trabajadoras del hogar son:

    - La complejidad de la vulneración de derechos que afecta a este colectivo por la interseccionalidad que lo atraviesa. De modo que no se limita solo a la esfera laboral, sino a toda una serie discriminaciones y exclusiones relacionadas con el género, la raza y la clase.

    - Necesidad de romper imaginarios y estereotipos y prejuicios dominantes sobre las personas que realizan este trabajo, como personas sin formación. Nada más lejos de la realidad. Sirva como dato significativo que de las entrevistadas sólo el 4,7% no tiene estudios. La mayoría viven un proceso de movilidad socioprofesional descendente, un cambio de status significativo, pues en su país habían desempeñado otro tipo de profesiones de mayor reconocimiento. Este estereotipo de la empleada de hogar como mujer ignorante no responde en absoluto a la realidad según el informe presentado.

    La preocupante normalización de la precarización y la condiciones de explotación de este trabajo en cuantos salarios, descansos, incumplimiento de contratos o inexistencia de contrato escrito, negación de derechos laborales y existencia de todo tipo de abusos.

    - Especialmente graves son los distintos tipos de acosos hacia estas trabajadoras: acosos de tipo moral (insultos, aislamiento del maltrato psicológico), laboral (engaños sobre condiciones laborales, carencia de espacio en la casa para descansar, desprecio por su trabajo, trato humillante, xenófobo, racista) y por último el acoso sexual.

    - Otra cuestión señal de alarma es la preocupante revitalización del régimen de interna en condiciones en las que claramente se incumple la ley, incluso aún cuando esta resulte insuficiente: vulneraciones de derechos (como negación de permisos para ir al médico o poder atender situaciones personales o familiares), imposibilidad de conciliar vida familiar y vida laboral, despidos improcedentes o desistimientos sin finiquito y sin indemnización, falta de respeto a la intimidad o ausencia de una habitación propia para descansar, etc.

    - Junto a ello, la "interiorización del sin papeles no hay derechos" y la gran asimetría existente entre empleadores y empleadoras para negociar condiciones. Es por tanto imprescindible una necesaria intermediación que defienda y garantice los derechos de las segundas y el fin de las empresas privadas de colocación que se lucran a su costa y legitiman su explotación.

Sin embargo, pese al aislamiento que conlleva este trabajo al llevarse a cabo al interior de los hogares, las trabajadoras del hogar y de cuidados tienen, como reconoce el Informe, una gran capacidad de propuesta y de poner en valor lo que saben y compartirlo en sus entornos, de ahí también su capacidad para organizarse y generar grupos de apoyo y redes entre ellas.

En este sentido este Informe sale a la luz en un contexto de emergencia y reacción organizada a nivel estatal de las asociaciones de trabajadoras de hogar y otras entidades comprometidas con sus derechos frente al acuerdo presupuestario de junio de 2018 en el que se aplazó hasta 2024 la incorporación plena de las trabajadoras de hogar al régimen general.

Esta reacción organizada ha generado un movimiento de trabajadoras de hogar denominado con carácter provisorio "No a la enmienda 6777", que en junio pasado presentó al gobierno del PSOE más de 70 propuestas para acabar con la explotación y la marginalidad en el sector.

Propuestas que exigen no reformas parciales a modo de parches, sino un abordaje integral de la realidad del sector atendiendo a cuatro ámbitos de actuación:

    - Equiparación de plenos derechos laborales y protección social.

    - Política pública de cuidados.

    - Derechos de las personas migrantes.

    - Modificación de la ley de extranjería y regularización de las trabajadoras sin papeles.

No obstante, estamos convencidas que este movimiento de exigencia y reivindicación de derechos es imparable y junto con la alianza de entidades como el SIM, el movimiento feminista y otras entidades y colectivos defensores de derechos de las mujeres y derechos humanos no vamos a parar hasta conseguirlos.

Para ello necesitamos que entidades como la que hoy da a luz este informe continúen tenazmente apostando por la generación de espacios de empoderamiento personal y colectivo de las trabajadoras de hogar y de cuidados, denunciado la vulneración de derechos, generando alianzas y llevando a cabo un trabajo de incidencia política hasta acabar con la explotación y la discriminación de las mujeres migradas y trabajadoras de hogar y de cuidados.

Porque querían brazos y llegaron brazos, porque ya es tiempo y el momento es ahora, las trabajadoras de hogar y de cuidados exigimos, como decimos en Territorio Doméstico y el Observatorio de Derechos Jeanneth Beltran, que desde la lástima nada, desde la dignidad todo. Justicia y reconocimiento para las mujeres migradas trabajadoras de hogar y de cuidados.

Pepa Torres, en "Entre costuras y sueños", en Alandar, el 5 de octubre de 2016, escribió:

Aunque mi madre era modista nunca me enseñó a coser. Estaba convencida que las mujeres teníamos que hacer otra cosas en la vida, y para eso cosía y cosía, y mientras lo hacía alimentaba y se gozaba con mis sueños de adolescente, que quería ser abogada o escritora. Quizás por eso siempre me ha fascinado el arte de la costura, el milagro de la aguja y el hilo, del pespunte y los hilvanes, la destreza de asegurar que los botones no se te van a caer en el momento más inoportuno y la habilidad de recomponer cremalleras o sustituirlas por otras nuevas, aunque tenga un gran déficit en todo ello que por más que lo intento no consigo superar.

Pero la vida da muchas vueltas, y ahora convivo con una compañera que, entre sus muchas habilidades, una de ellas es el arte de la costura y el patchwork, de modo que con aguja e hilo transforma retales viejos y aparentemente “inservibles” en cojines, bolsas, manteles o camisas increíbles, y lo hace con la naturalidad y la sencillez de creer que su tarea es insignificante. Cuando veo la agilidad de sus pies y sus manos controlando la máquina de coser, alimento otros sueños muy distintos a los que tenía cuando era pequeña… una pequeña cooperativa de hombres africanos y mujeres banglas haciendo arreglos de ropas para gentes a las que, como yo, arreglar una cremallera les resulta un enigma, un pequeño taller de confección y venta de ropa de diseño con tejidos étnicos y una marca “mantera” patrocinada por Richard Gere o Susan Sarandon con el lema "Yo también apoyo a los manteros". O el sueño de acabar con todos los talleres textiles en los países del Sur mantenidos con mano de obra esclava de mujeres y niños, y que suministran a las grandes marcas y sus transnacionales sin que esto sea considerado delito.

Quizás por todo eso una de la metáforas que me resultan más sugerentes para referirme al misterio de Amor y dignidad en el que somos, nos movemos y existimos (Act 17,28) es la del Di-s costurera. Una imagen, por otra parte, bastante desarrollada por autoras feministas como Mary Harris para narrar la acción creativa y cuidadosa de Di-s en la historia y su provocación para entrar en complicidad con ella:

    «Dios, nuestra Madre, está sentada y llora. El maravilloso tejido de la creación que había tejido con tanta alegría está mutilado, desgarrado, hecho jirones y su belleza devastada por la violencia. Pero he aquí que se dispone a reunir los jirones para tejerlos de nuevo. Reúne los jirones de nuestras tristezas, las lágrimas, las frustraciones, el dolor, la ignorancia, las violaciones, la muerte. Y reúne también los jirones del trabajo duro, la compasión de muchos corazones, las iniciativas por la paz, las luchas contra la injusticia […] y nos invita a sentarnos a su lado, a tomar parte en su trabajo, a participar en la tarea jubilosa de volver a tejer junto a ella el tejido de la nueva creación».

También El Evangelio habla de agujas y costuras, recordándonos que no se puede remendar un paño nuevo en vestido viejo, porque tal remiendo tira de lo nuevo y se rompe el paño (Mt 9,17). Quizás por ello este curso que estamos iniciando es un buen momento para plantearnos qué puntadas queremos echarle al tejido del Reino en nuestro aquí y ahora, conscientes de que estamos viviendo un tiempo de oportunidades que hemos de aprovechar para forzar un cambio de giro en la sociedad civil y en la iglesia, largamente esperados y gestados entre muchas adversidades y resistencias. Tiempos de oportunidades que hay que apoyar, haciendo propuestas y buscando cómo hacerlas viables, pero también sin perder el sentido crítico y generando contrapoder para que quienes sí nos representan, sigan haciéndolo y no terminen cediendo a las presiones de los grupos más hostiles a los cambios y defensores de su status quo.

Por eso tenemos que seguir empeñadas y empeñados en echar puntadas fuertes en el tejido de la cultura del encuentro y del cuidado. Nuestros barrios están hambrientos de acogida, de hogar, de reconocimiento. Aunque la globalización nos abre a nuevas perspectivas convivenciales, está suponiendo también, en sus aspectos más negativos, la demonización del diferente y la ideología de la seguridad y la sospecha a cualquier precio. La acogida, la hospitalidad, son hoy más que nunca un signo profético que requiere tiempo, cuidado, discernimiento, calidad y apuesta gratuita por ello. Acoger es abrir el espacio y el tiempo al encuentro con otros/as diferentes, y hacerlo desde una actitud de reconocimiento y mutua necesidad, lo cual nos lleva muchas veces al esfuerzo de intentar sentir y pensar desde donde no estamos, a suspender juicios, a arriesgar en el diálogo y a aceptar lo que el otro quiera ofrecernos, a no imponer ritmos sino a ir detectándolos. Acoger nos complica la vida e implica riesgos, porque la acogida es también política y nos posiciona en los ambientes. Esta puntada requiere hilar muy fino en el tejido de las relaciones, porque la relación es la puerta de entrada a la organización y porque la política más poderosa es la que se sostiene en el amor y en la fuerza de los vínculos. Por ello hemos de ser tercas y tercos en el empeño de confeccionar relaciones inclusivas y de igualdad, cuidando la reciprocidad y superando las asimetrías que se nos imponen: personas con papeles/sin papeles; autóctonos/migrantes; creyentes/increyentes; mujeres/varones; musulmanes/cristianos; refugiados/inmigrantes, etc. Hay que seguir echándole ahínco a la tarea de tejer ciudadanía activa y crítica, cuidando el empoderamiento y el protagonismo de las personas y colectivos más vulneradas en su derechos y tejer de la diversidad comunidad, desde el compartir sueños, luchas, saberes, etc.

Otra puntada imprescindible es la apuesta por la reciprocidad, la mutualidad y la disposición a entrar en dinámicas hondas de compartir. Compartir es partir con. Esta preposición es fundamental para comprender su significado. Es muy distinto partir algo para otro, que partirlo con otro. Compartir conlleva participar de un universo y cotidianidad común, supone reciprocidad. Quien comparte se hace compañero y compañera, no es un ayudador. Las palabras compañero y compañera vienen de cum-panis, palabra que evoca comer el mismo pan, es decir, participar de la misma vida, del mismo sueño. Compartir es yo doy de lo mío (lo que tengo, lo que soy) y tú das de lo tuyo (lo que tienes lo que eres). Es alteridad y mutualidad. El poder de dar y el poder de recibir es el dinamismo de la humanidad que nos permite sobrevivir como género humano.

Otra técnica con la aguja y el dedal que nos es imprescindible no olvidar en este inicio de curso es que la vida se teje más al hilo del proceso que de los planes y esto nos pide entrar en una nueva compresión y relación con el tiempo, más cualitativa que cuantitativa, más como kairós, que como cronos. Es decir, más vinculada al acontecimiento, al encuentro y a los pequeños cambios cotidianos que a los ritmos de las agendas ansiosas y los planning, que terminan por devorarnos y devorar, porque los transformaciones más radicales de nuestra vida, incluidas las históricas, son más carrera de fondo que de velocidad.

Pues a enhebrar agujas a y a seguir tejiendo en colectivo al hilo del sueño de Dios que nos habita.


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