Gerardo Vilches entrevistó a Pénélope Bagieu en la Revista Cactus donde escribió:En primer lugar, me gustaría preguntarte por el origen de Valerosas, que surge como un blog de Le Monde.Desde el principio tenía decidido que serían treinta historias, con un máximo de seis u ocho páginas, que irían apareciendo de una en una en el blog, pero también tenía claro que al final las recopilaría en un libro. De hecho, creo que fue el mismo día que contacté con
Le Monde, periódico con el que había trabajado antes, y con mi editorial en Francia, Gallimard. A
Le Monde le propuse publicar durante treinta semanas estas historias, si les interesaba. Fue un proyecto concebido de manera global.
¿Cómo escoges a las mujeres de las que vas a hablar?Algunas de ellas las conocía desde hace años, como Josephine Baker o Katia Krafft. Ellas fueron el punto de partida de mi reflexión. A otras las fui encontrando en lugares diferentes, por todas partes, por ejemplo, en las biografías de otras personas. A veces escogía a mujeres que han destacado en campos científicos… Algunas fueron sugerencias que me hacían en el blog cuando el proyecto ya estaba en marcha. Las encontraba en diferentes lugares, obviamente no hay una enciclopedia de mujeres famosas a la que acudir. Pero sí intentaba no escoger necesariamente a las mujeres que habían hecho las cosas más importantes, o con las vidas más heroicas, sino aquellas a las que me sentía más cercana, por una razón o por otra, que muchas veces no es obvia vista desde fuera; pero hay siempre fuertes conexiones a un nivel personal.
Como dices, no escoges a las más famosas; sorprende no encontrar a Marie Curie o Virginia Woolf, por ejemplo…Uno de los puntos de mi proyecto era precisamente no tratar a Marie Curie, a Frida Kahlo… Muchas veces son la excusa de otros libros de biografías: «oh, hemos puesto a una mujer…» De alguna forma, es una forma muy conveniente de mostrar siempre a unas pocas mujeres, siempre las mismas, y así no tener que mostrar a todas las demás. Yo quería centrarme en las mujeres desconocidas, pero que deberían conocerse. Eso es lo que resulta extraño de estas mujeres: por un lado, la mayor parte de la gente no las conoce —incluyéndome a mí en los casos en los que las encuentro de manera accidental—; por otro, una es una emperatriz china, otra es un Premio Nobel de la Paz… no son precisamente personas anónimas; son mujeres increíbles que alcanzaron grandes logros. Pero sus nombres no están en ningún sitio, o aparecen en último plano. Yo quería traerlas al centro del escenario. La más famosa seguramente sea Josephine Baker, pero, incluso con ella, quería centrarme en los aspectos de su vida que la gente conoce menos: su trabajo como espía, o su activismo por los derechos civiles. Intentaba arrojar luz a los aspectos más ocultos de estas mujeres.
Hablas de mujeres de épocas muy diferentes, desde la antigüedad hasta la actualidad. Supongo que tu documentación a veces podía ser complicada.Sí, totalmente; al hablar de mujeres no demasiado conocidas, a veces era difícil encontrar información. En algunos casos pude leer autobiografías, que al final son la mejor fuente de información. Cuando no tenía esa herramienta, recurría a museos, o a los libros sobre otras personas. A veces estas mujeres trabajaron junto a hombres famosos que sí escribieron autobiografías. Incluso, en casos recientes, he podido hablar con gente que las conoció y han respondido mis preguntas. Fue un trabajo complejo con muchas fuentes, de modo que tuve que comprobar los hechos y asegurarme de que no cometía errores que hubieran echado a perder todo el proyecto, porque la gente habría pensado que me invento las cosas. Por otro lado, tenía muy poco tiempo para trabajar, porque tuve que hacer una historia por semana. En realidad, esto fue positivo, porque me ayudó a centrarme: no podía perderme en un millón de libros, sino que tuve que ser muy selectiva. No es un trabajo de periodismo, ya que yo no soy periodista.
Me gusta especialmente el modo en el que eres capaz de sintetizar toda la información de un modo divertido, porque creo que el humor es una parte importante de tu trabajo. No sé si el humor es también una forma de evitar el exceso de información.Claro. Como te decía, no soy periodista, ni historiadora. Quería contar historias que engancharan a la gente, porque el cómic es un arte muy popular. Si hubiera querido hacer auténticas biografías habrían sido diez veces más largas. Tiendo a desanimarme, por no decir aburrirme, con las típicas biografías en cómic; creo que el cómic no está para eso. Lo que he intentado es hacer breves semblanzas de estas mujeres, y quizás así plantar una semilla en el público, animarle a que buscara información para saber más sobre ellas. Por eso era importante ser amena, atraer a la gente a las vidas de las protagonistas.
Hablas de mujeres fuertes, que desafiaron las reglas de la sociedad de su tiempo, y les das visibilidad. ¿Consideras que estás haciendo herstory, de alguna forma?Sí, desde luego. No pretendo pasar por historiadora, como te decía, pero sí creo que mi trabajo se encuentra en algún punto entre la herstory y la cultura pop, ya que muchas de las mujeres de las que hablo provienen del mundo del entretenimiento. He intentado ofrecer variedad en los perfiles.
Es asombroso cuántas mujeres importantes han sido invisibilizadas en la historia: tú hablas de mujeres que han sido fundamentales en sus disciplinas.Creo que en estos momentos nos hallamos en una fase intermedia en la que, durante un tiempo, tenemos que hacer un esfuerzo especial en mostrar estas mujeres. Ahora mismo puedes encontrar muchos libros acerca de mujeres invisibles, mujeres en la historia… Creo que esto es vital, porque es importante mostrarle a la gente esta realidad para que pronto se convierta en algo normal. Ojalá llegue el momento en el que la gente pueda decir «buf, otra vez con las mujeres olvidadas», pero estamos muy lejos de eso.
¿Cuáles son tus referentes en el cómic? ¿Te inspira algún autor o autora?Claro. La autora estadounidense Alison Bechdel, por ejemplo. Fun Home es mi novela gráfica favorita de siempre; creo que logró llevar a los cómics a una fase adulta. No quiero decir para lectores adultos, sino que me refiero a la madurez del medio. Es una segunda fase tras la fase de adolescencia de la novela gráfica con gente como la que formó L’Association. Ellos demostraron que el cómic no tenía por qué limitarse al álbum de cuarenta y ocho páginas a color, con temas para niños, o ficción exclusivamente. Que el cómic podía tratar de cualquier cosa, en cualquier formato, y dirigirse a todo tipo de público. Hacían libros simplemente porque tenían la necesidad de crear. Después esto llegó al gran público; creo que Persépolis fue la primera novela gráfica que hizo ver a la gente que se podía hablar de cualquier cosa con un cómic. Marjane Satrapi fue quien logró esto, y era una mujer, lo que resulta interesante en un sector que no siempre es amigable con las autoras. Pero fue Marjane quien llegó el cómic al gran público y a los medios de comunicación. Y creo que Alison ha completado la segunda etapa de este proceso: ha tomado todo lo que se logró en la segunda mitad de los años noventa y los primeros dos mil y ha hecho con ello una obra más personal, con una temática seria que profundiza en la autobiografía para analizar su propia trayectoria. Además, ha logrado llevar la novela gráfica a Broadway con un musical.
Para terminar, ¿veremos más entregas de Valerosas?No. Como te decía, el proyecto abarcaba a treinta mujeres, que eran especiales para mí por algún motivo, significaban algo. Pero puede que Valerosas inspire otros proyectos, no necesariamente cómics. Ahora hay una serie de animación en fase de producción con una televisión francesa, que terminará el año que viene; el canal que la produce ya me ha dicho muy en serio que les encantaría tener más episodios, así que supongo que no he terminado aún de hacer biografías.