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Comprar, tirar, comprar (Cosima Dannoritzer, 2010)

Largometraje documental, corto documental, reportaje, documental sonoro (no importa el formato)... ya sea en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
Comprar, tirar, comprar
The Light Bulb Conspiracy / Prêt à jeter / Kaufen für die Müllhalde
Cosima Dannoritzer (Francia, España; 2010) [52 min]

Portada
IMDb
(wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    Rodado en España, Francia, Alemania, Estados Unidos y Ghana, "Comprar, tirar, comprar" hace un recorrido por la historia de una práctica empresarial que consiste en la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo porque, como ya publicaba en 1928 una influyente revista de publicidad norteamericana, "un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios".

Jon E. Illescas Martínez, en "Obsolescencia programada y dolores de cabeza", en Rebelión, el 30 de abril de 2012, escribió:Usualmente la publicidad se nos presenta como un formato o conjunto de estrategias que las empresas emplean para dar a conocer sus productos entre un público potencialmente interesado (target en inglés). Una función aparentemente diáfana: conectar las necesidades de los usuarios con las soluciones ofertadas por las empresas. En un principio, con el advenimiento del consumo de masas fruto de las necesidades de la sociedad industrial incipiente en el siglo XIX, la publicidad realmente cumplió ese papel de Celestina entre empresas y usuarios. Pero llegado el principio del siglo XX y especialmente después de la II Guerra Mundial, cuando los mercados mundiales se hallaban crecientemente saturados y todos habían comprado lo necesario, los empresarios se toparon con un grave problema: aquellos clientes que habían adquirido su lavadora o su frigorífico, no comprarían los siguientes hasta después de veinticinco años (que era lo que solían durar por aquellos días). Así las cosas, ¿a quiénes iban a vender sus productos todos los años para mantener o mejorar las cuentas de resultados? Los empresarios se percataron que, bajo condiciones de producción capitalistas, debían crear nuevas necesidades entre los compradores para que las ventas (y sus ganancias) continuasen. De lo contrario, sus ingresos comenzarían un declive letal que les obligaría a cerrar sus empresas y echar a los trabajadores a la calle. Es así como nació la obsolescencia programada de mercancías y el paso de usuarios a consumidores.


Ficha técnica

    Guión: Cosima Dannoritzer.
    Música: Marta Andrés, Joan Gil Bardagi.
    Fotografía: Marc Martinez Sarrado.
    Productora: Coproducción España-Francia; TVE / Televisió de Catalunya / Arte France / Article Z / Media 3.14.

Intervenciones:

  • Molly Malcolm.
  • Marcos López Merayo.
  • Lynn Owens.
  • Richard Jones.
  • Steve Bunn.
  • Markus Krajewski.
  • Thomas A. Edison.
  • Helmut Höge.
  • Warner Philips.
  • Nicols Fox.
  • Mike Gurman.
  • Giles Slade.
  • Dorothea Weitzner.
  • Brooks Stevens.
  • Kipp Stevens.
  • Boris Knuf.
  • Serge Latouche.
  • John Thackara.
  • Casey Neistat.
  • Elizabeth Pritzker.
  • Andrew Westley.
  • Mike Anane.
  • Vitaliy Kiselev.
  • Michael Braungart.

Idioma original: Francés, inglés, catalán, castellano, alemán.





DVBRip VE - AVI [749 Mb] (fuente)
detalles técnicos u otros: mostrar contenido
Comprar, Tirar, Comprar.avi
Format : AVI
File size : 885 MiB
Duration : 1h 14mn
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Video
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WEB-DL VE - MP4 [303 Mb]
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General
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Vídeo
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ID códec/Info : Advanced Video Coding
Duración : 52 min 17 s
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Nota Lun Ene 10, 2011 5:49 pm
Hace un par de semanas que esperaba la llegada de este documental (que aún no he visto) tras la lectura de este artículo.

Bolívar Hernández Estrada, en "Lo desechable es lo de hoy", en Freud en el Parque México, el 28 de diciembre de 2010, escribió:Los romanos construyeron puentes que, dos mil años después, siguen ahí. Y en la localidad de Livermore (California) funciona una bombilla que ilumina un cuartel de bomberos desde 1901. Sin embargo, en general, el engranaje industrial desarrolla equipos de electrónica de consumo, móviles y otros aparatos con una vida tan fugaz que ni deja rastro en nuestra memoria. Se hacen perecederos al poco de nacer.

Diseñados para tener una vida corta, frecuentemente ni siquiera tienen una segunda oportunidad tras estropearse. Desaparecen los servicios de reparación (o es muy complicado acudir e ellos), lo que demuestra una concepción basada en la idea de usar y tirar. En la vida cotidiana, apenas se habla de reparar, reponer o reutilizar ante unas pautas que hacen que todo sea rápidamente viejo y fugaz.

Pero acortar el ciclo de vida comporta un agotamiento de recursos naturales, derroche de energía y una producción de desechos imparable.

La caducidad planificada caracteriza nuestro modelo económico, y forma parte consustancial de él. Ha sido históricamente la palanca que ha activado la compra y el crédito. "La obsolescencia programada surgió a la vez que la producción en serie y la sociedad de consumo", sostiene Cosima Dannoritzer , directora del documental "Comprar, arrojar, comprar", producida por Mediapro en colaboración con otras seis televisiones.

El problema es que ahora es una práctica sistemática que “está teniendo efectos ambientales terribles", sostiene.

Por eso, los productos tienen una historia marcada en origen. En Livermore (California) se preparan para festejar los 110 años de vida de su bombilla de gruesos filamentos. Pero esa bombilla, que ha sobrevivido a dos webcams, es una excepción. De hecho, la bombilla es tal vez el primer exponente del deliberado acortamiento de la vida de un producto de consumo.

En 1924 se creó el cártel de “Phoebus”, integrado por diversas compañías eléctricas, con la finalidad de intercambiar patentes, controlar la producción y ...reorientar el consumo. Se trataba de que los consumidores compraran bombilla con asiduidad. El resultado de esta actividad es que en pocos años la duración de las bombillas pasó de 2.500 horas a 1.500 horas, según el documental.

El cartel incluso multaba a los fabricantes que se salían del camino. El asunto dio lugar en 1942 a una denuncia del gobierno de EE.UU. contra General Electric y sus socios pero, pese a la sentencia, las bombillas corrientes siguieron funcionando una media de 1.000 horas.


Coches, medias e iPods

Y en la misma dinámica entraron los coches o las media de nylon. La mitad de los vehículos del mundo en los años 20 eran el modelo T, de Henry Ford, fiables y duraderos pero sucios y ruidosos. Sin embargo, su competidor, General Motors, le arrebató el mercado con un nuevo Chevrolet que sólo incluía modificaciones espectaculares y formales.

La historia de esta obsolescencia anticipada llega hasta nuestros días. Una abogada de San Francisco denunció a Apple por juzgar que en los primeros modelos de iPod habían aplicado la obsolescencia antes de tiempo con baterías de poca duración. Y en España también los clientes que se quejan de la generación de las impresoras que dejan de funcionar una vez que lanzan un número determinado de rayos de tinta para limpiar los cabezales.

Los partidarios de esta estrategia afirman que son fuente de bienestar, mientras que sus críticos denuncian que de esta manera se hurta al consumidor de las ventajas de nuevas aplicaciones tecnológicas, que siguen el ritmo y los vaivenes caprichosos de los intereses comerciales. La caducidad programada de los productos cimentó el desarrollo norteamericano y renovó una encorsetada cultura de consumo europea basada en la premisa de que la ropa o los artículos "eran para toda la vida"; incluso se heredaban.


En la cultura norteamericana

La muerte prematura de los productos fue un asunto popular. En la película “El hombre del traje blanco” (1951), de Alexander McKendrick, su protagonista da con la fórmula de un revolucionario tejido que ni se ensucia, ni se desgasta, lo cual lo hace irrompible. Tras la alegría inicial, su descubrimiento le lleva a ser perseguido por los propios empleados, temerosos de perder las ventas y perder sus puestos de trabajo. De la misma manera, la obra La muerte de un viajante (1949), de Arthur Miller, recoge un impagable diálogo en el que el protagonista se queja de la nevera o el coche dejan de funcionar al poco de pagarlos a plazos.


Tipos de caducidad

Existe una obsolescencia técnica, relacionada con la duración de los materiales y componentes, pues su diseño define su vida. Muy frecuentemente, el coste de una reparación (y la mano de obra) es tan elevado que a final sale más a cuenta comprar un aparato de nueva factura. La creación de diversas gamas de productos que no interactúan con el viejo equipo ayuda a que quede obsoleto.

"Normalmente, los productos se diseñan con un equilibrio para que todos sus componentes tengan una vida parecida. No sería lógico tener un elemento con una vida infinita, y muy costoso, y otros de vida muy corta. La estrategia sería que cuando un parte falla, fallen las demás", indica Carles Riba Romeva, director del Centre de Disseny d'Equips Industrials y profesor de la UPC.

Por eso, ¿podrían diseñarse piezas especialmente frágiles de manera intencionada?. "Yo no digo que ninguna empresa no lo haga, pero es delicado. Si alguien lo hace deliberadamente, no sería correcto éticamente", agrega.


Algunas excepciones

¿Se crean aparatos eléctricos y electrónicos para que duren poco? "En general, no es así, aunque hay excepciones", opina Pere Fullana, director del grupo de investigación en gestión ambiental de la Escola Superior de Comerç Internacional de la UPF. Fullana relata el descubrimiento que hizo en una ocasión al revisar un juguete eléctrico de China que se estropeó al poco de ser regalado a su hijo por Reyes.

Siguiendo el circuito eléctrico descubrió que el fusible que se había fundido estaba dentro de una cavidad de plástico, sellada e intencionadamente inaccesible.

La caducidad se impone además cuando las innovaciones tecnológicas se implantan sin que los productos tengan las mismas capacidades que los viejos. Por ejemplo, las empresas que estaban vendiendo vídeos mientras se desarrollaban los DVD pudieron estar participando de una obsolescencia planificada.


Práctica sistemática

La caducidad se hace sistemática cuando se altera los productos para hacer difícil su uso continuado. La falta de interoperatividad fuerza al usuario a comprar nuevos programas. En el mundo del software hay dos variantes para obligar al usuario a comprar nuevas versiones.

Una es perder la compatibilidad hacia atrás forzando la reconversión de todo lo antiguo para funcionar con lo nuevo. La segunda, menos agresiva, consiste perder la compatibilidad hacia adelante con novedades que no pueden ser manejadas por las versiones anteriores. De hecho, en algunas ocasiones "se ha visto cómo una compañía improvisaba inusuales módulos de compatibilidad para el programa antiguo, con el fin de manejar archivos de la nueva versión, por el temor de que los clientes pudieran migrar al tensar tanto la cuerda", dice Xavier Pi, profesor de ingeniería de software y périto informático.

“En el momento en que la tecnología evoluciona rápidamente, los productos se hacen efímeros", dice Carles Riba Romeva, profesor de diseño industrial (UPC).

Otro modo de jubilar los productos es el diseño y la moda, la maquinaria de crear objetos que ilusionen con el ánimo de que el cliente se sienta desfasado si no compra. El diseño unido al marketing multiplica la seducción para crear un imaginario de libertad sin límites.


La moda, lo imaginario

"No podemos pensar que la obsolescencia planificada como una teoría conspirativa en la que los productores que nos engañan escondiendo información. Tenemos que mirar el plano estético y simbólico y pensar en la dinámica de la publicidad, que te hace ver algo nuevo para que lo tuyo parezca viejo.

Todos somos corresponsables”, dice Federico Demaria, un investigador sobre decrecimiento de la UAB licenciado en ciencias ambientales. Demaria habla de la "colonización de lo imaginario" y cómo lo nuevo ocupa un papel estelar en la escala de valores. “Todos somos víctimas y promotores de este fenómeno. La manera en que opera la obsolescencia te hace partícipe de este proceso", añade.


Historia de un concepto

1932. Bernard London, un promotor inmobiliario, propuso reactivar la economía con una obsolescencia legal obligatorio. Lo hizo en el opúsculo titulado "Acabar con la Depresión a través de la obsolescencia planificada". Su idea era que los productos, una vez usados un tiempo, se entregarán a la Administración para eliminarlos. Una prolongación extra de su uso estaría penalizada con un impuesto.

1954. Clifford Brooks Stevens, diseñador industrial."La obsolescencia planificada es introducir en el comprador el deseo de poseer algo un poco más nuevo, un poco mejor, un poco antes de lo necesario", declaró en una conferencia sobre la publicidad en Minneapolis en 1954. Brooks no inventó el termino, sino que solo lo acuñó y lo definió.

1960.El crítico cultural Vance Packard denunció en Los productores de residuos "el sistemático intento del mundo de los negocios de convertirnos en desechos, en individuos agobiados por las deudas y permanentemente descontentos"


También existe versión en catalán emitida por TV3 hace unas semanas y que tiene una duración 22 minutos superior (¿incluirá anuncios o es que RTVE ha mutilado el documental?)

[Editado por el comité de RBM para integrar el vídeo en el primer mensaje. Muchas gracias, compañero korrika.]
LIBERTAD sin Igualdad es Privilegio e Injusticia; IGUALDAD sin Libertad es Esclavitud y Brutalidad

Nota Mar Ene 11, 2011 10:27 am
Muy buen documental, sin ir más lejos ahora mismo en mi trabajo estoy viendo por lo menos 12 impresoras multifunción averiadas, que tienen arreglo, pero sale más cara la mano de obra que comprar una nueva. Por esto estoy intentando aprovechar las lamparas de los escaneres para reutilizarlas para hacer una lampara de iluminación normal. A ver que sale.

Encontrado en descarga directa, captura de la TDT:

http://www.taringa.net/posts/tv-pelicul ... -_MU_.html

Varios manuales para reparar impresoras

Portada

Código: Seleccionar todo
http://www.ziddu.com/download/5672725/reparacionimpresoras.rar.html   
Sin contraseña

http://www.4shared.com/file/ddLy02oP/Reparacion_de_Impresoras__clan.html
CONTRASEÑA: http://www.clanmx.com

http://www.easy-share.com/1904028527/reparacion_impresoras.rar
CONTRASEÑA: http://www.ivlabs.org

Nota Sab Ago 20, 2011 2:39 pm
Aquí tenéis el enlace para el Emule.

[Editado por el comité de RBM para integrar el enlace en el primer mensaje. Muchas gracias, compañero briaj.]

Disfrutad y compartid el documental. Salud.

Nota Mié Nov 19, 2014 2:47 pm
Muy recomendable.

Ojalá se revierta esa tendencia y se empiecen a hacer cosas duraderas.

En la Alemania comunista hacían neveras que duraban 40 años. Claro que el sentido era hacer productos de calidad para la población, no motivados por el ánimo de lucro. O más bien por la maximización del beneficio empresarial pete quien pete.

Nota Mié Nov 19, 2014 3:26 pm
La diferencia entre producción en base al consumo y producción en base al beneficio económico.

Nota Mié Nov 19, 2014 3:38 pm
Sí. La economía al servicio del ser humano o el ser humano al servicio de la economía.


Raquel Vidales, en "Lavadoras con muerte anunciada", en El País, el 31 de octubre de 2014, escribió:(...) Finalmente, un país ha dado un paso al frente: la Asamblea francesa acaba de aprobar, dentro de la Ley de Transición Energética, multas de hasta 300.000 euros y penas de cárcel de hasta dos años para los fabricantes que programen la muerte de sus productos (...)

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En el centro de reparación de Koopera, un grupo de cooperativas sin ánimo de lucro del norte de España, casi no se reparan frigoríficos. “No vale la pena. La mayoría llegan con fugas de gas que no podemos localizar porque las tuberías están incrustadas dentro de los muebles, y cada vez es más difícil desmontar los muebles. Hace años se podía llegar a cualquier pieza, pero ahora son todo obstáculos”, explica Txelio Alcántara, técnico del taller. “También es cada vez más difícil arreglar aparatos pequeños. Les ponen tornillos de seguridad, que solo giran para cerrar, y ni siquiera podemos abrirlos”.

Cafeteras, máquinas de afeitar, secadores de pelo, microondas, frigoríficos, lavadoras, ordenadores... Miles de aparatos acaban en la basura antes de tiempo porque es demasiado caro repararlos, por falta de repuestos o porque no hay modo de desmontarlos. Es una forma reconocida de obsolescencia programada, una manera de acortar la vida de un producto antes de que se desgaste. Un caso sonado fue la demanda colectiva a la que tuvo que enfrentarse Apple en 2003 por no ofrecer baterías de recambio para sus reproductores MP3. Los demandantes, tras probar que las baterías se estropeaban antes que el aparato, ganaron el juicio y obligaron a la empresa a fabricar repuestos.

Muy pocas veces han llegado casos como este a los tribunales. La obsolescencia programada, al fin y al cabo, está asumida como un mal necesario para estimular el consumo. Pero la crisis está cambiando las conciencias y cada vez son más las voces que recuerdan que la necesidad mantener una tasa mínima de renovación de productos no significa que haya que aceptar abusos. Además, genera toneladas de residuos que podrían evitarse. Finalmente, un país ha dado un paso al frente: la Asamblea francesa acaba de aprobar, dentro de la Ley de Transición Energética, multas de hasta 300.000 euros y penas de cárcel de hasta dos años para los fabricantes que programen la muerte de sus productos. La norma, que aún debe ser ratificada en el Senado, no solo es relevante por las sanciones que establece, sino porque es la primera vez que una legislación reconoce la existencia de la obsolescencia programada. “Estas técnicas pueden incluir la introducción deliberada de un defecto, una debilidad, una parada programada, una limitación técnica, incompatibilidad u obstáculos para su reparación”, reza el texto. Solo hubo un intento normativo anterior en 2011, en Bélgica, cuando el Senado aprobó una resolución que pedía al Gobierno que prohibiera esta práctica, pero nunca llegó a elaborarse una ley.

Francia prevé multas de hasta 300.000 euros y dos años de cárcel

La norma francesa recoge todas las variantes de obsolescencia programada, pero su aplicación no va a ser fácil. ¿Cómo demostrar que se ha introducido un defecto “deliberadamente”? La industria, de hecho, siempre ha negado esa supuesta “premeditación”, pese a que es evidente que los electrodomésticos han acortado su vida útil en las últimas décadas. Un reciente estudio encargado en Francia por el Centro Europeo del Consumidor recopila varias muestras. Por ejemplo, los antiguos televisores de tubos podían durar hasta 15 años, mientras que los actuales no pasan de 10. “Y ocho de cada 10 lavadoras tienen cubetas de plástico, en vez de acero inoxidable, que pueden romperse con el golpe de una moneda”, prosigue el estudio. Los fabricantes insisten en que el acortamiento no es deliberado, sino que se debe a la exigencia de que los productos sean más eficientes y más baratos.

Europa está empezando a abordar el problema. El Comité Económico y Social Europeo (CESE), órgano consultivo de la UE, aprobó hace un año un dictamen que exige la prohibición total de la obsolescencia programada. “Si tiráramos menos cosas a la basura, tendríamos que reparar más y se crearían miles de empleos”, afirmó Jean-Pierre Haber, ponente del dictamen, para rebatir el argumento de que la renovación es necesaria para mantener la economía.

El dictamen propone también medidas para combatir esta práctica no solo desde la prohibición. “Más allá de que pueda haber un chip maquiavélico programado para que un aparato deje de funcionar, algo que sucede en contadas ocasiones, proponemos tres líneas de acción. Por un lado, que las empresas faciliten la reparación. En segundo lugar, campañas de sensibilización para combatir la obsolescencia estética; es decir, la constante renovación de productos sin desgastar, sobre todo ropa y teléfonos, al dictado de las modas. Y por último, la implantación de un sistema de etiquetado de durabilidad para que el consumidor pueda decidir si prefiere un producto barato u otro más caro pero más duradero”, explica Carlos Trías Pintó, presidente de la Comisión Consultiva de Transformaciones Industriales del CESE, el grupo que elaboró el dictamen.

Europa estudia un sistema de etiquetado que informe sobre la duración de los productos

El CESE está estudiando ya cómo podría ser ese sistema de etiquetado. “Podría ser parecido al que se ha implantado para calificar la eficiencia energética, con una escala de clasificación por letras y colores”, explica Trías Pintó. La tarea va a ser larga porque no hay una metodología estándar para evaluar la durabilidad de un producto, y además la industria se opone rotundamente. En una jornada organizada por el CESE en Bruselas hace dos semanas, el director general del Comité Europeo de Fabricantes de Equipamiento Doméstico, Paolo Falcioni, aseguró que es imposible prever la duración de un producto porque no se puede controlar el buen o mal uso que se va a hacer de él.

Pero el movimiento contra la obsolescencia programada parece ya imparable en la UE. La Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea ha encargado un estudio para desarrollar una posible metodología, y el CESE va a realizar una encuesta para preguntar a los ciudadanos si estarían dispuestos a pagar más por productos más duraderos. Con todo esto, el eurodiputado Pascal Durand presentará una resolución para introducir el debate en el Parlamento.

En España el movimiento lleva retraso. Las organizaciones más activas son la Asociación de Recuperadores de Economía Social y Solidaria (AERESS), que agrupa a entidades como Koopera, y el colectivo ecologista Amigos de la Tierra. Ambas, junto con Ecologistas en Acción, UGT y CC OO, han presentado un texto de alegaciones a la nueva ley de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos en el que piden la prohibición de la obsolescencia programada y otras medidas como el alargamiento de las garantías, el apoyo a las redes de reparación y, sobre todo, que se asegure que un 5% de los residuos puedan ser preparados para su reutilización. “Esto implica, por ejemplo, que en los puntos limpios se puedan colocar sin romper los aparatos que se desechan, porque muchos se vuelven inservibles al tener que lanzarlos al fondo de un contenedor”, explican en AERESS. Esta organización es también contraria a la limitación que establece la nueva ley para la reparación de electrodomésticos con etiqueta energética inferior a B, pues entiende que el impacto ambiental que supone tirar estos aparatos es superior al ahorro que se pretende.

Nota Lun Sep 25, 2017 4:46 pm
Yago Álvares, el 23 de septiembre de 2017, en El Salto, escribió:HP, Epson, Canon y Brother se enfrentan a la ley francesa contra la obsolescencia programada

Francia le ha declarado la guerra a la obsolescencia programada. El oligopolio de las impresoras son las primeras en enfrentarse a la ley que la penaliza.

Portada

En febrero de 2015 se aprobó en Francia la Ley de Energía de Transición, la primera legislación en el mundo que persigue la obsolescencia programada. Esta práctica, que consiste, según la Agencia de Medio Ambiente francesa, en “acortar la vida útil de un producto intencionadamente para que el consumidor tenga que comprar uno nuevo, limitando su periodo de uso por razones del modelo económico”, puede conllevar penas de hasta dos años de cárcel y multas de hasta 300.000 euros. Además, las compañías pueden ser sancionadas con multas que podrían alcanzar el 5% del promedio de sus ingresos anuales en los tres últimos años.

Según informa un comunicado de la asociación medioambiental que ha interpuesto la denuncia, Halte à l' Obsolescence Programmée (stop a la obsolescencia programada), ejecutivos de las empresas HP, Epson, Canon y Brother podrían enfrentarse a penas de prisión y las empresas podrían ser obligadas a pagar fuertes multas si fueran declaradas culpables. El delito que, presuntamente, han cometido es el de limitar deliberadamente la vida útil de sus impresoras.

La abogada de la asociación, Emile Meunier, ha declarado que “ahora le corresponde al fiscal y al poder judicial usar la pericia judicial para comprobar si los hechos son ciertos”. También anunció que han informado a la autoridad de Competencia, ya que podría tratarse de un caso de acuerdos ilegales entre los fabricantes en el que “millones de franceses propietarios de impresoras podrían haber resultado perjudicados”.

Según unos cálculos y encuestas realizadas por la asociación denunciante, los cartuchos de tinta de las impresoras Epson están programados para dejar de funcionar cuando al cartucho todavía le queda un 20% de tinta. También denuncian el continuo crecimiento del coste de estos cartuchos. Según la organización, un litro de tinta de Epson vale 2.062 euros, el doble que un perfume Chanel Nº5, al mismo tiempo que se intenta imposibilitar que sus clientes usen cartuchos de tinta genéricos o de otras marcas. Las almohadillas de tinta son otro de los focos de la denuncia, que alega que "el precio de reparar o cambiar la almohadilla de tinta es aproximadamente lo mismo que cuesta comprar una impresora nueva".

La multinacional Canon ha declarado que cooperará con las autoridades ya que está “comprometida con el crecimiento económico sostenible”. Por su lado, Epson, Brother y HP no se han pronunciado por el momento.


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