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Causa 661/52 (Falconetti Peña, 2009)

Largometraje documental, corto documental, reportaje, documental sonoro (no importa el formato)... ya sea en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
Causa 661/52
La insolencia del condenado
Falconetti Peña (España, 2009) [80 min]

Portada
(filmaffinity)


Sinopsis:

    [del comité de RBM] El estado procesa y distribuye una memoria lacrimógena y equidistante de los años de la guerra y el franquismo desde que a comienzos de la década se iniciara el movimiento que recuperaba la memoria de la lucha antifascista en España a través de exhumaciones y actos reivindicativos. A través de la figura y destino de Ricardo Beneyto, militante comunista y dirigente de la guerrilla malagueño-granadina, el documental afirma contra aquella una memoria decididamente política y antagonista.

Comentario personal:

    El nombre del documental está sacado de la "Causa 661/52" contra Ricardo Beneyto Sapena "Ramiro" y Rafael Armada Ruz, ambos, responsables políticos de la Agrupación Guerrillera de Málaga-Granada. Así como contra Sebastián Ramos Díaz, Manuel Jiménez Espadafor, José Guirado Parra y Enrique Arroyo Lozano. En palabras del propio autor, este documental se puede resumir así: "La memoria histórica ha usurpado el lugar de la memoría política. La máquina normalizadora ahoga la potencia del relato, encierra las rupturas revolucionarias en la camisa de fuerza del melodrama. ¿Por qué se insiste tanto en las recuperaciones exclusivamente sentimentales del pasado?". El documental "Causa 661/52" indaga, a partir de la historia de la Agrupación Guerrillera de Granada y Málaga, en las claves de ese desplazamiento.

En «Beneyto Sapena, Ricardo "Ramiro"», en La H/historia en la Memoria, el 3 de abril de 2013, se escribió: Beneyto Sapena, Ricardo; “Ramiro”, “Argüelles”, “Vicente” o “Darío”. Comunista, natural de Almansa (Albacete). Sus padres tenían un comercio de tejidos, trasladándose en 1930 a Madrid. En 1935, durante el servicio militar, ingresó en el PCE. Al estallar la guerra se encontraba en Valencia, regresando a Madrid para alistarse como voluntario en las milicias ferroviarias. Combatió en Somosierra, siendo nombrado comisario de un tren blindado y en 1937 de una unidad de tanques. En 1938 era comisario político de las fuerzas blindadas del ejército republicano en la zona Centro-Sur. El 28 de marzo de 1939 se marchó a Orán en un avión en el que también iban Vicente Uribe, Checa, Zapirain, Fernando Claudín... además de sus esposas e hijos. Pasó al Marruecos francés, donde intentó reorganizar el Partido Comunista entre los refugiados. Detenido por la policía de Vichy, fue incorporado a la 3ª CTE. Fue puesto en libertad tras la llegada de las tropas norteamericanas. Colaboró con los servicios secretos americanos en la creación de unidades guerrilleras para actuar en España, abandonándose definitivamente el plan tras la liberación de Francia. Entonces, Ricardo Beneyto se trasladó a Toulouse, siendo enviado a España a propuesta de Carrillo con la misión de reorganizar sus cuadros. Según apunta Francisco Moreno, durante los ocho meses que José Isasa “Fermín” estuvo fuera de la jefatura guerrillera por enfermedad –septiembre, 1945/abril, 1946- ejerció el mando del Ejército Guerrillero del Centro junto a Agustín Zoroa. En mayo de 1946 pasó a Sevilla, como jefe del Ejército Guerrillero de Andalucía, en contacto con el Comité Regional del PCE, del que formaba parte. Fue detenido el 22 de junio de 1947, siendo acusado de realizar actividades como instructor de cuadros. Negó todo lo que le pudiera relacionar con las guerrillas, misión que atribuía a José Luis Merediz “Tarbes”. Fue condenado a 30 años por el delito de rebelión militar. Tras la captura de José Muñoz “Roberto”, en 1951, fue acusado por éste de ser el jefe de todas las guerrillas andaluzas. Hasta entonces, aunque se sospechaba, no se había conseguido demostrar su papel dirigente. Las declaraciones de “Roberto” condujeron a la apertura de un nuevo juicio a Beneyto el 24 de julio de 1956, siendo acusado de 22 asesinatos, 58 atracos, 53 secuestros y cinco ataques a la Guardia Civil. Fue condenado a muerte, siendo fusilado el 15 de noviembre de 1956 en Granada, a pesar de la campaña desatada en el exterior a su favor, en la que colaboraron personalidades como Salvador de Madariaga.

C.C.M., en "Ricardo Beneyto Lapeña (?-1956)", citado en ¿...?, en la página 192, escribió:Ricardo Beneyto Lapeña fue miembro del Comité Central del Partido Comunista Español (PCE). Tras la Guerra Civil de España, recibió el encargo de organizar y coordinar la formación y operatividad de las guerrillas en Andalucía. Empezó su trabajo en la serranía del sur de Granada, incluida la zona oriental de la provincia de Málaga. Concretamente, el punto de arranque de la organización y actividad guerrilleras abarcó los pueblos de Almuñécar (Granada), Torrox, Nerja y toda la comarca de la Axarquía (Málaga).

Tras años de una larga, intensa y dinámica política de organización y desarrollo de la lucha guerrillera contra el franquismo, Beneyto es detenido en Madrid por la Brigada Político-Social. Era el año 1952. Trasladado a los calabozos de la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, para su interrogatorio, se le identifica como miembro destacado del Comité Central del Partido. No se le descubre entonces, en cambio, conexión con la organización guerrillera. Juzgado en Consejo de Guerra Sumarísimo, el Tribunal Militar le condena a 30 años de reclusión.

Mientras tanto, las guerrillas se disuelven. Algunos de sus dirigentes más destacados marchan al extranjero; otros, en cambio, permanecen en el país, en la más completa clandestinidad. Uno de estos jefes guerrilleros, José Muñoz Lozano, es detenido en Madrid por la Brigada Político-Social del Régimen y conducido de inmediato a la Dirección General de Seguridad, en el Ministerio de la Gobernación. Durante varios días, Muñoz Lozano es sometido a interrogatorios y palizas brutales. Tras sufrir tortura, se le traslada a los calabozos de la Comisaría de Granada, donde finalmente se le identifica como "el jefe guerrillero Roberto".

Sometido a condiciones inhumanas junto a otros compañeros, aparece en los interrogatorios el nombre del camarada Ricardo Beneyto, en ese momento cumpliendo condena en la cárcel de Madrid. Transmitidos inmediatamente a Madrid los resultados de los interrogatorios, se decreta el traslado de Beneyto a la cárcel de Granada, donde se le obliga a un careo con "el jefe guerrillero Roberto" y demás compañeros reclusos. Desgraciadamente para Beneyto, sometido a espantosas torturas, no sólo declara su participación en las guerrillas, sino que queda probada, además, su responsabilidad en la organización y desarrollo de la lucha guerrillera en calidad de primer jefe guerrillero de la zona oriental de Andalucía.

Juzgado por un Tribunal Militar en Consejo de Guerra Sumarísimo, bajo los cargos de sedición y rebelión, se le condenó a la pena de muerte. Días antes del cumplimiento de la sentencia irrevocable, una campaña internacional en la que participaron varios estados europeos y algunas personalidades ilustres, como el político liberal Salvador de Madariaga, solicitaron a Franco el perdón. Pero de nada valió la campaña internacional de denuncia. La pena no sería conmutada, y en la mañana del 15 de noviembre de 1956 el compañero Ricardo Beneyto Lapeña muere fusilado. En el momento mismo de la ejecución, sobreponiéndose al estado de debilidad y derrumbamiento mostrados durante los brutales interrogatorios a los que se le sometió, gritó con firmeza: "¡Viva el Partido Comunista de España!".


Ficha técnica

    Guión: Falconetti Peña.
    Fotografía: Falconetti Peña.

Intervenciones:

  • Miguel Salado Cecilia.
  • Ana López González.
  • Antonio Extremera López.
  • Ramiro Fuente Ochoa.
  • Baldomero Ortiz Requena.
  • Antonio de Agrón.
  • Manuel Tejero Miranda.
  • Rafaela Mellado Montes.
  • Manuel García Ordóñez.
  • Ramiro Pérez Sánchez.
  • Manuel Ruiz Jiménez.
  • Juan Martínez Andújar.
  • Abulagares.
  • Joaquín Guzmán Navarro.
  • Andrés Gámez Martín.
  • Andrés Gámez Moreno.
  • Juan Harillo.
  • Antonio el Trovero.
  • Gregorio Morán.
  • José María Azuaga Rico.
  • Joaquim Jordá.
  • José Antonio Fortes.
  • Juan Antonio Hernández.
  • Julián Rezola.
  • Pablo Harillo.
  • Pablo Merino.
  • Gian Luca Bellini.
  • Óscar de Gispert.
  • Biblioteca social Hermanos Quero.
  • Ateneu Llibertaria del Casc Antic.

Idioma original: Castellano.





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detalles técnicos u otros: mostrar contenido
General
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Nota Sab Nov 14, 2009 11:50 pm
En "Falconetti Peña: algo más que excelencia para intentar transformar cinéticamente esta Puta Realidad realmente Irreal que nos desgobierna", en La Puta Graná, el 11 de abril de 2009, se escribió:Se queda corto lo que se pueda decir en unas líneas tras la visión de los documentales realizados por Falconetti PEÑA. Aunque se dejan entrever algunos de sus esquemas básicos antiintelectualistas se puede analizar su trabajo no dejando las palabras vacías de ideas ni de contenido. No es cierto ese cliché ideologicista que se repite por doquier de que una imagen vale más que mil palabras. Y menos en estos casos.

El documental titulado "Causa 661/52. La insolencia del condenado" se podría volver a montar. Creo que no es muy correcto -¡¡no se entienda esto por lo del lenguaje políticamente correcto!!- dejar hablar acerca de la guerrilla antifascista sólo dejando a las sencillas gentes expresarse en sus titubeos, sus galimatías, sus errores... sus medias tintas y sus medias palabras. No creemos que sea bueno el liberalismo del dejar hacer, dejar pasar ni en este ni en muchos otros casos. Ni siquiera se les entiende bien cuando intervienen ciertos y determinados profesionales de la palabra como puedan ser el profesor José Antonio Fortes o el saltimbanquis Gregorio Morán. Cuando hablan creen ellos que cualquiera les entiende. Pero: no. No es nada fácil que se les pueda entender con la necesaria claridad a sabiendas de lo que a diario nos está cayendo.

Se nota bastante que el documental "El Forat", que va sobre la demolición urbanística del barrio del Forat en Barcelona y la lucha vecinal contra la especulación progre de los putos institucionistas, ha sido forjado de manera muy paciente. Y lo mejor de todo, a nuestro juicio, es la banda musical de La Polla Records, que le pone bastante pasión estética al mensaje final de la obra. Aunque la música y letra de este grupo sea una constante inmejorable en los tres documentales.

Y el útimo trabajo, "Autonomía obrera", que hemos visualizado de Falconetti PEÑA se ocupa de una reconstrucción muy intensa de las luchas de los grupos ideologizados por las posiciones de lo que en jerga política italianizante vino en calificarse como autonomía obrera en Barcelona. Nos ayuda a comprender los rompecabezas en los que se desintegró la lucha política de las izquierdas indefinidas en el Reino de los Bribones borbónicos. Vale la pena reflexionar a fondo sobre la estúpida malla que tejen los líderes de tan lamentables universos políticos para sujetos dementes. En este documental hay muchos rasguños que, al modo de las intervenciones mensuales de Gustavo Bueno en El Catoblepas, podrían dar mucho de qué hablar. Como, por ejemplo, lo que hay detrás de esos maravillosos dibujos animados que cuentan las luchas de un ratón mexicano conocido con el nombre de Espiri y apellidado González contra el yanquidiotizado gato Silvestre.

Sabemos que no resulta fácil hacer lo que Falconetti ha hecho. Por eso pensamos que hay que animarle para que no decaiga en su valioso esfuerzo cinematográfico, de tal manera, que se puedan abrir bastantes brechas en este asfixiante universo de la presunta servidumbre voluntaria en la que se nos empuja a englobarnos a diario en la más jodida imbecilidad. Porque una de las lecciones que extraemos de su valiosa labor es que está CASI TODO por hacer...

Nota Mié Dic 30, 2009 12:43 pm
Plataforma Ciudadanos por la República de Málaga, en "«Causa 661/52», un documental que denuncia a los nuevos verdugos de la memoria", en Kaos en la Red, el 27 de diciembre de 2009, escribió:Amordazar la memoria de la resistencia antifascista ha sido una constante desde el inicio de la transición, incluso podríamos decir que fue una necesidad ineludible si tenemos en cuenta que la impunidad del franquismo forma parte de la fórmula que sostiene el actual régimen monárquico. La suerte de la lucha por la memoria en estos años es conocida: desde abajo, pese a todo las contrariedades, desde la ciudadanía, se ha luchado contra aquel pacto de silencio y olvido en un combate que sigue todavía y que tiene la Tercera República como objetivo y al que la mal llamada Ley de Memoria ha intentado frenar.

Uno de los frentes abiertos es el cine documental, donde en ocasiones algunos autores logran vencer las sutiles —o no tanto— formas de censura con las que nuestra flamante democracia intenta ponerle puertas al campo de la memoria.

En 2009, el director de cine y guionista Falconetti Peña ha estrenado el documental «Causa 661/52. La insolencia del condenado». Se trataba en el proyecto original de narrar la historia de la agrupación guerrillera de las Sierras de Málaga y Granada entre 1939 y 1951, a través de la figura del que fuera su comandante, el militante comunista Ricardo Beneyto Sapena, veterano oficial del Ejército Popular Regular (EPR) de la República Española, comisario jefe de las fuerzas blindadas del Ejército del Centro durante la Guerra Civil. Hasta aquí la historia de este documental podría ser la misma de las decenas de documentales que se han realizado al amparo de las diversas subvenciones públicas con las que se está «apoyando» la recuperación de la memoria histórica, sin embargo el proyecto del director era algo más ambicioso. Beneyto asumió el intento de organizar la resistencia de los cientos de guerrilleros y enlaces que en las serranías granadina y malagueña mantenían la lucha antifascista desde 1939, una historia terrible y dura, llena de heroísmo, en la que la muerte y la traición fueron las únicas armas que pudieron vencerles. Por emplear las palabras del director, el documental pretendía encontrar explicación a por qué cientos de campesinos andaluces escogieron «morir de pie» antes que rendirse. Peña decidió no limitar su relato al pasado. A partir de ahí empezaron los problemas.

Granada es una provincia donde los poderes tradicionales, la oligarquía agraria andaluza y su red de complicidades sociales actual es más visible todavía hoy: la masacre de la Guerra Civil no es algo ajeno a ello. Una fiesta oficial en la capital, la llamada Fiesta de la Toma, se celebra cada año para conmemorar la conquista del antiguo reino nazarí de Granada y el fin de la Reconquista. Desfilan las tropas de la guarnición, se enarbolan los antiguos guiones y banderas y se remata todo con una misa solemne en la catedral con la presencia de militares, eclesiásticos, aristócratas, representantes de los poderes públicos —alcaldía, diputación, delegación del gobierno, Junta de Andalucía— con lo más selecto de la sociedad granadina; desde hace algún tiempo se suma también la extrema derecha granadina que ese día rescata los yugos y las flechas y elevan los brazos a la romana jaleando el paso de los soldados y soltando su mensaje de odio a inmigrantes, moros y rojos. El director decidió incluir algunas imágenes de esta vistosa celebración de memoria histórica con algunos siglos de tradición; ahora bien, «el documental [que intentaba] retratar la memoria política de unos campesinos que lucharon contra Franco, consideraba [también] interesante retratar la memoria política de la oligarquía de Granada, ver qué quedaba en su memoria de esa represión». El documental se realizó pese a todo y el director lo envió a la productora andaluza «bien situada» que lo había apoyado. La reacción fue brutal.

Lo relató el propio F. Peña: en la copia final se incluyeron las imágenes de la Fiesta de la Toma y, finalmente, «acabo el montaje y lo mando a Sevilla, y la productora lo ve y pone el grito en el cielo; me dice que no viene a cuento, directamente, y que estéticamente no tiene interés y les digo que no tendrá interés para ellos pero para mi sí». La oposición al documental fue frontal. Añade Peña: «Durante meses, el autor montó, desmontó, cortó, pegó, conspiró y amenazó buscando una salida y al final se quedó sin documental». ¿Motivos? Tardó en descubrirlo. Sigue el director con la narración del boicot sufrido: «Y cuando pasa a Canal [—nombre velado con un pitido—] ya la cosa se pone aún más fea (…) me dicen que vaya limpiando el asunto y yo no me explico porqué. A ver, ¿por qué? Hasta que un amigo viendo conmigo el montaje, me dice [que] es que uno de los personajes que más has retratado en [tus imágenes de] la toma, uno de los personajes centrales, es precisamente un alto cargo del PSOE. Y yo no lo sabía».

El resultado fue el embargo del documental original. Peña no se rindió, logró rescatar legalmente parte del material filmado y junto con imágenes extra y un nuevo guión y montaje, le dio la vuelta a la situación y consiguió acabar y estrenar una nueva obra, titulada «Causa 661/52. La insolencia del condenado».

La Causa 661/52 fue el nombre judicial del proceso al comandante guerrillero Ricardo Beneyto y sus compañeros. Detenido en 1947, Beneyto logró ocultar su verdadera identidad durante años, siendo procesado por otros cargos. En 1956, finalmente, la delación de un traidor que creyó con ella poder salvar su propia vida, le llevó ante un piquete de ejecución. Beneyto cayó dando un viva al partido comunista, en un extraordinario ejemplo de honradez y dignidad antifascista.

El documental desarrolla paso a paso la odisea de algunos de aquellos guerrilleros y sus enlaces del llano, los patriotas antifascistas, civiles que en sus casas ayudaban a la resistencia. En las serranías de Granada y Málaga lucharon y cayeron bajo las balas fascistas más de 300 guerrilleros entre 1939 y 1956, pero el número de civiles, hombres, mujeres y niños, los enlaces, que resultaron muertos, encarcelados y torturados, fue mucho mayor, superando las dos mil personas. Una lucha feroz en la que cayeron igualmente, sea en combate o ajusticiados en esas dos provincias y según datos militares franquistas, 80 guardias civiles, 65 soldados y oficiales (tabor de regulares Alhucemas 5, Regimiento de infantería Nápoles 24 y Policía Armada en campaña) y 73 falangistas y colaboracionistas diversos.

La factura, montaje y ritmo del documental son excelentes; el desarrollo del tema es progresivo y varias líneas argumentales se entrecruzan manteniendo así la tensión. Uno de los testimonios más importantes es el de un veterano superviviente de lo que se llamó la gran travesía, una retirada de cientos de kilómetros que llevó desde las montañas de Granada hasta Francia a los últimos seis supervivientes de la Agrupación Guerrillera que nunca fueron ni vencidos ni capturados. Dando la contra se escucha también la versión de un oficial fascista que da detalles de la lucha y represión desde el punto de vista franquista, una lucha en la que la delación, la traición y la tortura y la muerte fueron fundamentales.

La historia de los guerrilleros de Granada y Málaga va generando más y más interrogantes. ¿Por qué mantenían la lucha? ¿Quiénes eran? ¿Cuál era la estrategia del PCE que estaba detrás de la lucha guerrillera? Y entre las preguntas surgen las dudas: ¿cuál fue el papel de Santiago Carrillo en los años de la guerrilla, primero, y en los de la Transición, después?

Cuando «Causa 661/52» entra en diálogo con el presente y se contrapone la terrible historia del pasado con los discursos de la transición, el documental gana en profundidad. Ya no es un documental como tantos otros, con testimonios más o menos valiosos, pero dispuestos como partes de un camino que no lleva a ninguna parte. No es el caso. Aquí se intenta reflexionar seriamente sobre las contradicciones que la Transición ha supuesto y que han llevado a la impunidad del franquismo y al olvido sistemático de la historia de la resistencia antifascista.

El sociólogo y profesor de la Universidad de Granada, José Antonio Fortes, explicita en sus intervenciones en el documental, algunas de las claves que explican el carácter estupefaciente de muchas actuaciones en pro de una supuesta «recuperación de la memoria histórica». Fortes lo dice claramente: el sistema soporta los acercamientos en clave sentimental o histórica, pero no en clave de análisis político. La memoria histórica es un campo de batalla de la lucha de clases y el aplastamiento criminal, genocida, de la resistencia armada republicana, de la lucha proletaria y hasta de la burguesía republicana por la reacción y el fascismo, es algo que no puede ser explicitado: el bloque de poder actual no lo soporta, sus relaciones con el pasado fascista son demasiado fuertes. Ese aplastamiento de la resistencia antifascista fue, además, en todos los órdenes, militar, pero también económico, cultural, ideológico con unas consecuencias que duran hasta el presente, quienes intenten así decirlo serán acusados de «radicales, intransigentes», etc.. Fortes es claro y conciso en sus intervenciones en el documental, ofreciendo una luz interpretativa que está ausente en casi todas las obras de este tipo.

Poco a poco, la historia de lucha a muerte en las nevadas sierras granadinas se convierte en una colección de interrogantes sobre la transición. Olvido, impunidad, traición, pero también algunas continuidades inquietantes: el padre del General Galindo fue un guardia civil enfangado en toda la sangre y la muerte de aquella lucha, en el documental se nos recuerda cómo este triste papel fue heredado por el hijo, quien asciende a general por decisión del gobierno de Felipe González sin que su implicación en los crímenes del GAL en los años 80 les aconsejara lo contrario.

Con todo, la búsqueda de respuestas a las preguntas y dudas que la investigación ha planteado lleva al director a buscar el análisis de Gregorio Morán, autor de El precio de la transición y Grandeza y miseria del Partido Comunista de España. Morán interviene con contundencia, denunciando la miseria moral de Santiago Carrillo en su papel de secretario general del PCE y su actuación tanto en aquellos años como en la transición. La realidad de la resistencia armada guerrillera planteaba a la dirección del PCE un serio problema: fuese para mantenerla o fuese para ordenar su cese y retirada a Francia una vez conocida la imposibilidad de una intervención aliada en España posteriormente a 1945. En ambas cuestiones, la dirección fracasó y las preguntas se agolpan. ¿Cómo fue posible tal sacrificio de buenos militantes, de tantos cuadros veteranos? ¿Qué ordenes se dieron entre 1946 y 1950 para reconducir la situación? Morán afirma que tras la entrevista con los yugoslavos para solicitar ayuda militar para la guerrilla de Levante, en la famosa reunión en Moscú entre Stalin y la dirección del PCE, Stalin no exigió abandonar nada. Como se recordará, pues es algo muy citado, supuestamente Stalin aconsejó —es decir, hubiese ordenado de ser así— abandonar la opción guerrillera y poco menos que infiltrarse en los sindicatos verticales, y en la sociedad civil española del momento, etc. La dirección carrillista siempre defendió esta versión del supuesto mandato de Stalin de abandono de la lucha guerrillera y poco menos que le acusa de haber sido el inspirador de la política de «reconciliación nacional». Según Morán esto no es cierto. Stalin se reunió con Carrillo y Dolores Ibarruri para insinuarles que había problemas con los yugoslavos, que no mantuvieran esos contactos y que tuvieran paciencia en la política española, les ofreció apoyo político y económico para el mantenimiento del partido y poco más. En ningún caso, ironiza Morán, les dijo que «se afiliaran a la HOAC o a las juventudes católicas», como cierta hagiografía carrillista ha llegado a plantear.

Pero si se acude a Gregorio Morán o a ciertas imágenes actuales se debe a la necesidad de aclarar una cuestión: hay un hilo conductor entre el sacrificio de la guerrilla y las renuncias de la transición: en ambas cuestiones está presente Santiago Carrillo.

«Causa 661/52» se encamina a su final y las preguntas sin respuesta se acumulan. Peña ha intentado con plena honradez buscar los porqués de esta historia y comprender cómo es posible que la memoria histórica de la resistencia antifascista esté encontrando tantos enemigos en la actualidad. Estas dudas e interrogantes son casi lo mejor del documental, pero Falconetti Peña tiene muy claro que el sacrificio y la honradez de aquellos combatientes antifascistas, aquellos campesinos andaluces que escogieron morir de pie antes que rendirse, son los verdaderos héroes a los que se ha de rendir homenaje y de quienes se puede aprender para las luchas del presente. Quienes les traicionaron entonces o ahora, lo hicieron por salvar sus vidas o sus privilegios y son quienes no desean que se abra paso la memoria histórica antifascista.

El director lo tiene claro y concluye: «Durante casi tres años el autor luchó con la productora (…) sin comprender que los auténticos vencedores ya no necesitaban banderas ni águilas, para asesinar la memoria». Con «Causa 661/52», no lo han logrado, el documental se ha estrenado, se está difundiendo y está siendo empleado para hacer preguntas y buscar respuestas: el carrillismo, el PSOE, la transición y todas las complicidades con el fascismo quedan malparadas, todo un logro. Falconetti Peña ha marcado un camino que otras obras de este tipo deben seguir; su documental no es perfecto, nada lo es, pero resulta completamente honrado en su planteamiento y valiente en su línea argumental. La lucha continúa.

Nota Mié Dic 30, 2009 1:19 pm
Si alguien está interesado en adquirir una copia original, el documental está editado por la Biblioteca Social Hermanos Quero, de Granada; cuesta cuatro euros.

http://www.bsquero.net/ediciones/causa- ... denado-dvd

Parece un trabajo interesante. La historia de los que resistieron el Franquismo durante el Franquismo es bastante desconocida.
-

Basta con q haya Algo Bueno para q el Mundo sea Mejor

http://www.tiffotos.com/semencultural/

La cuestión de la guerrilla es tabú en general y muy incómoda para las secciones blandas u oficialistas de la recuperación de la memoria histórica. Al principio del documental, el profesor Fortes lo explica estupendamente: o haces una recuperación sentimental o una moralista; nada de política. Y esta es la vitalidad del proyecto de Peña: que no se corta en explicar la ligazón entre pasado y presente (herencia de las formas de dominación) a través de una narración (crítica) del formato de lucha más polémico de todos: el armado. No me extraña que se lo rechazaran en Canal Sur, a pesar de que lo hizo por encargo.

Ficha en FilmAffinity: [Editado por el comité de RBM para incluir el enlace en el primer mensaje. Muchas gracias, compañero emilitomeloja.]

No me permite la descarga en Emule. Se podría facilitar?

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