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Días de ira. Helios Gómez. 1905-1956 (F. González, 1998)

Largometraje documental, corto documental, reportaje, documental sonoro (no importa el formato)... ya sea en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
Días de ira. Helios Gómez. 1905-1956
Felipe González Rodero (España, 1998) [28 min]

Portada
(filmaffinity)


Sinopsis:


Helios Gómez, en entrevista con Crónica el 18 de octubre de 1936, recogido por Agente Provocador en 2019, escribió:Los gitanos son víctimas en España de una injusticia tradicional. [...] Hay quien no concibe al gitano sino como un ente arbitrario y enredador, o un motivo de diversión para las "juergas". No se quiere reconocer que los gitanos tienen la categoría de una raza conservada casi en su pureza aborigen; una raza como la judía o la árabe, tan capacitada como cualquier otra para el trabajo, para el arte y para las concepciones ideológicas.

La Associació Cultural Helios Gómez, en su página web, escribió:Helios Gómez, nacido en Sevilla en 1905, en el barrio de Triana, se formó profesionalmente aprendiendo el oficio de decorador de cerámica en la fábrica de la Cartuja de Sevilla y estudiando en la Escuela Industrial de Artes y Oficios de Sevilla. Sus primeras obras aparecen en el diario anarquista Páginas Libres e ilustra también obras de escritores en Sevilla como Rafael Laffón y Felipe Alaiz. En 1925 expone por primera vez en el Kursaal de la capital andaluza y, un año después, en el Ateneo de Madrid y en la Galería Dalmau de Barcelona. Firmemente convencido de la necesidad de un cambio político, se adhiere a los grupos anarquistas. Y, desde el primer momento, decide hablar, pintar y escribir en base a un mismo principio, de acuerdo con su opción política.

En palabras de Jean Cassou, era artista por ser revolucionario y revolucionario por ser artista. En 1927, forzado a abandonar España por razones políticas, se exilia a París y es expulsado por su participación en los actos de protesta por la ejecución de Sacco y Vanzetti.

Se instala en Bruselas, donde expone, trabaja como decorador e ilustra la obra "Rien qu'un homme de Max Deauville". En 1928 viaja a Amsterdam, Viena, Berlín y durante dos meses a la Unión Soviética.

En 1929, se instala en Berlín, donde expone, colabora en algunas publicaciones como el Berliner Tageblatt y sigue cursos de formación en tipografía e interiorismo. A principios de 1930, la Asociación Internacional del Trabajo (AIT) publica en Berlín su primer álbum, Días de ira. Después de la dictadura de Primo de Rivera, a finales de 1930, Helios vuelve a España instalándose en Barcelona, donde colabora en numerosas revistas republicanas y comunistas como L'Opinió, La Rambla, La Batalla, L'Hora, Bolívar y Nueva España y realiza portadas e ilustraciones de libros, fundamentalmente para órganos de izquierda. Es el año en el cual publica el manifiesto "Porqué me marcho del anarquismo" e ingresa en la Federación Comunista Catalano-Balear, incorporándose al BOC (Bloc Obrer i Camperol), del cual sería expulsado poco después.

En 1931, ingresa en el PCE, colaborando como ilustrador para Mundo Obrero. Detenido en Madrid en 1932 por su militancia, es encarcelado y trasladado a la prisión de Jaén. Consigue la libertad provisional y escapa a Bruselas. Allí asiste a las grandes huelgas mineras del Borinage y publica un dibujo en el Drapeau Rouge, antes de salir en octubre hacia la URSS, respondiendo a la invitación del VOKS a participar como representante español en el Congreso Internacional de Artistas Proletarios. Reside en el país hasta febrero de 1934, vive en Moscú, viaja a Leningrado y a Siberia, expone en el Museo Pushkin en 1933 y la Editora Estatal de Arte publica su segundo álbum, Revolución Española. Su obra abandona los elementos abstractos para buscar un realismo impactante, de fácil lectura y fuerte contenido social, alejado del realismo socialista, que siempre criticaría. Regresa a Barcelona durante la primavera de 1934, pero es nuevamente detenido en otoño en el contexto del levantamiento obrero de Cataluña y, una vez liberado, regresa a Bruselas, donde se publicará a principios de 1936 su tercer álbum, sobre los acontecimientos de 1934, Viva Octubre.

En 1935, funda en Barcelona con otros artistas el grupo Els Sis y, en 1936, nuevamente legalizadas las organizaciones de izquierda, el Sindicato de Dibujantes Profesionales, que impulsaría el cartelismo militante durante la guerra, con una producción intensiva de carteles anarquistas y republicanos. Dibuja también para numerosas publicaciones y pinta cuadros sobre la guerra. Al principio de la guerra civil lucha en las barricadas por la defensa de Barcelona y se adhiere a la Aliança d'Intel·lectuals Antifeixistes de Catalunya. Nombrado comisario político de UGT, organiza la Columna Ramón Casanellas, embarca con la expedición Bayo para liberar Ibiza y Mallorca e interviene en los frentes de Aragón, Madrid y Andalucía. Miliciano de Cultura de la 26 División, es encargado de la cabecera y maquetación del diario El Frente así como de la organización de la mostra homenaje a Durruti en Barcelona.

Perdida la guerra, se refugia en Francia donde es internado en los campos de concentración de Argelés-sur-mer, Bram, le Vernet d'Ariège y Djelfa (Argelia), entre febrero de 1939 y mayo de 1942.

En 1942 volvió a Barcelona, creando el efímero grupo LNR (Liberación Nacional Republicana) y la Casa de Andalucía. En 1948 presentó una exposición en la Galería Arnaiz con obras de carácter surrealista y durante sus últimos años realizó murales decorativos como los del Jazz Colón y de la Residencia San Jaime de Barcelona. Entre 1945-46 y 1948-54 es arrestado y encarcelado en la prisión Modelo de Barcelona, donde pinta un oratorio conocido como La Capilla Gitana y compone un corpus poético.

A pesar de la orden de liberación firmada en 1950, es retenido preso 4 años más y muere dos años después, en Barcelona, en 1956.


Ficha técnica

    Guion: Carlos Pérez, según la biografía Helios Gómez, artista de corbata roja, de Úrsula Tjaden.
    Música: Bartomeu Jaume.
    Locución: Salvador Barber.
    Coordinación documentación: Carolina Ruiz León.
    Fotografía: Germaine Krull, Alexander Rodtchenko, Agustí Centelles, Gabriel Casas, Francesc Catalá-Roca.
    Post-producción: Valencia Visión.
    Edición: José R. Julián.
    Sonido: Tabalet Estudios.
    Mezclas: Vicent Ramón.
    Productora: IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno), Filmoteca de la Generalitat Valenciana.

Idioma original: Castellano.





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General
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Nota Vie Jul 30, 2021 4:06 pm
En "Helios Gómez. 'Días de ira'. Visita guiada con Pedro G. Romero", en la página de La Virreina Centre de la Imatge, el 26 de enero de 2021, se escribió:Conocido y desconocido a la vez, Helios Gómez (Sevilla, 1905 - Barcelona, 1956) es un artista de trayectoria singular. Se reconocía como sevillano, gitano y barcelonés, estaba inscrito en algunas de las más interesantes redes de creación de su tiempo y siempre supuso un nudo paradójico entre pares aparentemente antitéticos, a la vez anacrónico y adelantado a su época: artista realista, populista y de vanguardia, activista político y gitanista militante, comunista libertario y flamenco de los que cantan y bailan. La pertinencia de los trabajos del artista Helios Gómez es un caso singular dentro del panorama artístico europeo de su tiempo.

Para empezar, se reivindica como gitano e intenta dotar esa identidad de un significado no solo cultural o étnico sino, sobre todo, político, lo que lo adelanta en décadas a muchas de las reflexiones críticas que llegan hoy desde el campo de los estudios poscoloniales, que en el ámbito gitano lo reconocen como referente.

Además, como artista popular, incluso populista, es más que pertinente su militancia formal vanguardista, formalización que él reivindicaba como realismo, un verdadero realismo capaz de expresar, visibilizar y trasmitir —desde lo subalterno pero con la misma complejidad que la ciencia, la filosofía o la literatura que le eran contemporáneas— los años que tan intensamente vivió, la sociedad que quería transformar, los grupos humanos con quienes luchaba por emanciparse.

Es en el laboratorio de la vanguardia donde Helios Gómez encuentra un espacio radical y libre para dar síntesis a elementos dispares, incluso a las heterodoxias con que le tocó convivir. Cercano al ultraísmo al principio, dadá-constructivista después y productivista hasta el final de la Guerra Civil, de la que sale agarrado al sobrerrealismo, es desde esa experimentación y experiencia que la resolución de sus trabajos puede releerse hoy día desde el llamado giro gráfico, es decir, no solo privilegiar el grafismo y la tipografía como técnicas de partida, sino también desarrollar performativamente las aplicaciones provenientes de la vieja xilografía artesanal en el agitprop, la cartelería, el activismo, la prensa y el mural público, entre otros, hasta hacer, por ejemplo, un instrumento artístico del Sindicat de Dibuixants Professionals de Catalunya, que fundó y dirigió desde primera hora.

También su militancia anarquista toma una deriva interesante. Formado entre el socialismo masón de su padre y la tutoría de Felipe Alaiz en Sevilla, cuando dirigía allí Solidaridad Obrera, el periódico libertario que había sido clausurado en Barcelona, pasó después por un comunismo que él siempre presentó como libertario y, en medio de la guerra, a contracorriente, regresa a la filia anarquista para intentar continuar, tras la derrota de 1939, con fórmulas asociacionistas andalucistas —fundó la Casa de Andalucía en Barcelona— y gitanistas, trabajando también en un intento desesperado de dar forma política a cierta reconciliación nacional.

El caso de Helios Gómez es, entonces, excepcional, y la revisión de su trabajo que proponemos, un intento, precisamente, de entender su singularidad enseñándolo en los contextos culturales, sociales y políticos que atravesó. La importancia de su gráfica y el reconocimiento de sus trazos están fuera de toda duda y tiene una presencia abrumadora en muchos de los trabajos —libros, películas, ensayos, etc.— que siguen el conflicto de la Guerra Civil, aunque muchas veces no aparezca convenientemente citado. Pero a nosotros nos interesa mostrarlo en las redes que transitó, aliado con los artistas y movimientos en los que militó, subrayando la profunda convicción comunitarista de su trabajo. Primero, con los ultraístas sevillanos; después, con los dadá-constructivistas en Alemania o con el sindicato de artistas gráficos que puso en marcha en plena Guerra Civil, también con los gitanos, con el giro político que quiso imprimir a su rasgo identitario, con los flamencos, un ámbito expresivo al que se sentía ligado, con el proletariado, incluso con el lumpen, hasta el punto que podemos considerarlo un avanzado de lo que, siguiendo a Mario Perniola, puede llamarse lumpen-productivismo.

Jean Cassou cuajó bien en esa imagen del «pícaro que se hace objetor» el modo de hacer singular de Helios Gómez. Las clases subalternas en que mayoritariamente los gitanos se encajan, esas que incluso Marx motejó con el apodo de lumpen-proletariado, deciden tomar voz propia, exigen emanciparse. Helios Gómez lo hace, además, sin ocultar los descalificativos —vagos, juerguistas, folclóricos, orientalistas, delincuentes— que les adjudican; es más, su apuesta es hacer de esas vejaciones bandera, reivindicando aquello por lo que se los desprecia.

De hecho, siguiendo el ejemplo conceptual del propio Helios Gómez, no hemos querido ocultar en esta exposición ciertas consideraciones paternalistas y estereotipadas —gracioso, colaboracionista, confidente— que el artista sevillano tuvo que soportar y que, quizás, explican por qué su trabajo no tiene todavía la centralidad que le corresponde en el arte de su momento.

Futurista, orientalista, populista, el modo de hacer de Helios Gómez resuelve magníficamente ese malentendido —tan productivo—, que, como advirtió Fredric Jameson, se da entre modernidad y modernismo en los ámbitos culturales de España y Latinoamérica. Como resultado, quizás, no hay un artista que, desde la cultura gitana, además, encarne tan bien la visión del futuro y la revisión del pasado, imprimiendo esas energías anacronistas en las luchas políticas del tiempo que le tocó vivir. Helios Gómez toma su fuerza de los pasados olvidados y de los futuros inminentes, que diría José Esteban Muñoz, y sus estampas, negro sobre blanco, constatan, sobre todo, la negación del estado de cosas que marcaron su presente.

Subalterno, gitano, cosmopolita, el tiempo histórico que vivió —impuesto por el capitalismo y ejecutado por el fascismo— lo llevó desde la libertad de la bohemia europea de las vanguardias hasta la cárcel, el barco prisión y el campo de concentración en un vaivén constante. Utopía y distopía coinciden entonces en Helios Gómez. Nomadismo, éxodo y exilio —cisne negro, zahorí del más allá—, su forma de ser, su manera de vivir.

Nota Vie Jul 30, 2021 4:23 pm
Virginia Mota San Máximo, en "Un gitano en blanco y negro y la Guerra Civil", en CTXT, el 27 de junio de 2018, escribió:

Un dolor de rebeldía es lo que son los dibujos de Helios Gómez, a quien Rodríguez de León, llorando por Bagaría, describía “vestido de negro, con su faz pálida y sus ojos que penden del dolor de la vida”. No había otro camino para el ilustrador, no podría haber ni un solo color más en las pupilas de un hijo de la luz del cielo que da Triana, la más conocida de todas las sevillas. Unos ojos los de Helios de donde saldrían sus turbas de miserables y también nuestros encogimientos de corazón.

En todo rompía moldes Helios Gómez a modo del sombrío y distorsionado expresionismo de Wiene. El lápiz gitano que trazaba con la visceralidad de una España mal construida esquinaba en blanco y negro la incertidumbre terrorífica del "Dolor social", por ejemplo, o serpenteaba en blanco y negro las marabuntas de obreros catalanes en sus 24 de Viva octubre, una carpeta publicada en Bruselas allá por el 35.

Como buen artista, Helios Gómez dibujaba con la costumbre de la mundología, es decir, con la camisa que viste la experiencia de vivir el trágico mundo. Porque su visión fue pesimista, sí, pero haciendo cuajar en los rostros ojerosos y arrugados –que son los típicos rostros que deja la perversidad– la desesperanza y el salvajismo de una perspectiva de cielos despejados e ilusionantes.

Cuentan de la veteranía. Porque el ilustrador del instante tuvo las alas de un libertario bastante peculiar, aunque en el 36 hubiese sido ya detenido 71 veces por las autoridades de distintos países y sometido a 42 procesos judiciales. Al menos, así lo contaban en Crónica.

Helios no podía vivir sin revolución y a la revolución perseguía. Por Francia, por Bélgica, por Alemania, por Rusia. En España. Le pisaba los talones mientras dibujaba en su cartón los submundos que recorren las tierras sometidas a las vicisitudes caprichosas de unos cuantos. Y así sucedió la evolución de su arte, al unísono con la entonces actualidad europea. Helios, el expulsado, marchó de lo social a lo políticosubversivo con la misma velocidad con la que pasaba del anarquismo al comunismo o de las manifestaciones por los polémicos asesinatos de Sacco y Vanzetti a las huelgas mineras del Borinage.

Unas alas de libertad que le permitieron volar sobre la bala un día 18 de 1931 cuando burló la ley de fugas, ya en el PCE y colaborando con Mundo Obrero. Siguió corriendo, relataba en La Tierra, cuando fue detenido a las puertas del Hospital Militar. Quería ver los cadáveres de Parra, Olivar, Navarro –que era el “cojo de los pestiños”– y el de Rivera Barbecho, a los que sí se le aplicó la citada ley en el Parque de María Luisa. A los cuatro obreros de las Juventudes Comunistas los mató la Guardia Civil mientras hacían huelga para coger un salario digno, que es lo que nos merecemos todas aunque el neoliberalismo nos diga que estamos bien así. La tonta costumbre de alegrarse por comer pan.

Las mismas alas que le llevaron por las barricadas de Aragón, Madrid, Barcelona y Andújar –desde donde en 1937 sería expulsado del Partido Comunista–; por la Bayo, rumbo a Ibiza y Mallorca; por la Ramón Casanellas. Las alas sobre las que cayeron chuzos de punta en los campos de Djelfa, Argelés-sur-mer y Vernet d'Ariège para después volver a tocar cielo. Esas alas.


En el Puerto Camaronero

Si Helios Gómez hubiese nacido en nuestra época habría puesto la cara colorada al ultraderechista Salvini, habría encendido algo más que las redes sociales después de la vergonzosa lista racial del colega de Le Pen y de Wilders. Porque Helios trajo de Rusia al gitano como sinónimo de igualdad, una visión que quedó materializada para él en los koljós agrícolas y en el Tzigane Teatro. Por eso Helios, el gitano, quería la igualdad de sus gitanos, de todos; por eso se balanceaba en el columpio de la inclusión y ansiaba que se reconociesen las virtudes raciales de la gitanería y no ese perfil de sainete que aún hoy persigue a la etnia del cante jondo: “No se quiere reconocer que los gitanos tienen la categoría de una raza conservada casi en su pureza aborigen”, decía. La culpa era España y, en concreto, de su parca riqueza política y su blanco impoluto.

Y con la Guerra Civil, esperaba él, cambiaría esa visión de nocturno arrabalero de la “pandereta española”, que dejaría de sonar con el gitano de la Cava, de Pagés del Corro y del Puerto Camaronero que puso su viejo pistolón frente a Queipo de Llano; del de la Sans barcelonesa que levantó su navaja contra las fuerzas del Cuartel de Pedralbes; del de Bujaraloz y Pina; del gitano que luchó en Puerto Cristo parapetado en la Muerte.

Helios Gómez fue la desolación, pero también la lucha proletaria. El ilustrador abarrotó magistralmente sus planchas con la curvilínea que delimitaba la amnistía, el patíbulo, las deportaciones, la religión. Toda una suerte de (pseudo)cubismo blanquinegro que ponía un solo rostro al criminal y cientos a la víctima.

Por eso en Días de Ira, publicado en Alemania en 1930 por la AIT, se nota bien esa perversión del capitalismo que ya entonces jugaba a las damas con los estados de bienestar y con la concepción europeísta de masa empobrecida versus altura financiera y quasiempresaria. Se ve en la hoz, en los fusilamientos, en la teta de la madre, en el fascismo de Revolución española, por cierto, representado en un hombre opulento como hiciese pocos años después Josep Obiols en su "Auca del noi català antifeixista i humà" o "Vida del niño altruista catalán antifascista".

71 detenciones contaron los de Crónica. 71 que encontraron su salida en la Modelo, donde entre el 45 y el 54 pintó su Capilla Gitana, esta vez en policromía. Porque la Mercè de Helios es gitana; porque el Niño de Helios es gitano. ¿Por qué no? Los frescos están encerrados en el primer piso de la vetusta cárcel barcelonesa, en la celda número 1 de la cuarta galería, un arte que fue mancillado por la estúpida decisión de la Dirección de Servicios Penitenciarios de la Generalitat, de Núria de Gispert, en concreto, que en el 98 decidió darle una manita de pintura blanca por razones de higiene.

En fin, que ¡bien por Helios Gómez!, como exclamaba Francisco Alcántara en el 26. Bien. Porque es más sano no creer en el arte de los prudentes y de los encorsetados y más esperanzador, al contrario, apoyarse en el que rompe el muro cristalino de la incertidumbre futura, en el que remueve la brújula exterior que apunta a la falta de justicia en cuatro de sus cuatro puntos cardinales. No hay ningún blanco ni negro como los de Helios, qué va, aunque algo se haya dicho de Fontseré.

Nota Vie Jul 30, 2021 9:22 pm
Eduardo Pérez, en "Ángeles gitanos en la Modelo", en El Salto, el 24 de noviembre de 2018, escribió:

Iluminada desde el cielo, rodeada por dos ángeles y con el niño Jesús en su regazo, la virgen María observa a un grupo de hombres barbados y harapientos que, a sus pies, elevan los brazos hacia ella. En la pared de enfrente, un coro de ángeles baila y toca la guitarra, la pandereta y las castañuelas.

No estamos en una iglesia, sino en la celda número 1 del primer piso de la cuarta galería, en la cárcel Modelo de Barcelona. Allí, dos hombres miran la obra recién terminada mientras caminan por el pequeño, minúsculo, recinto para combatir el frío de este noviembre de 1950. Los dos están orgullosos. Uno es Bienvenido Lahoz, capellán de la prisión, admirado por la calidad de esta obra encargada por él en honor a la virgen de la Mercé, patrona de Barcelona y de los presos. El otro es el autor, el preso político Helios Gómez. Gitano y artista de primer orden, se alegra de haber superado sus reparos y haber accedido a la petición del capellán. Se ha vuelto a sentir artista mientras realizaba esta obra. Además, cree que con ella ha conseguido transmitir cierta dosis de alegría y reivindicación, más allá del motivo religioso que a él no le conmueve. Él siempre ha preferido exaltar la liberación del proletariado, más que a seres imaginarios.


De Triana a cambiar el mundo

Nacido en 1905 en el barrio sevillano de Triana, Helios Gómez estudió cerámica y pintura y con 18 años se afilió a la Confederación Nacional del Trabajo. Su obra, de carácter cubista, fue expuesta por primera vez en 1925. Su militancia libertaria le llevó al exilio en 1927. Su periplo europeo le sirvió para conocer a diversos artistas de vanguardia y en 1930 publicó su primer álbum, Días de ira, prologado por el Nobel francés Romain Rolland.

Su estancia europea, en países donde el anarquismo no tenía tanto peso como en España, también le hizo virar ideológicamente. Ya en España, una vez terminada la dictadura de Primo de Rivera, publica en 1930 Por qué me marcho del anarquismo, explicando su paso al bolchevismo al considerarlo más disciplinado. Tras su paso por el antiestalinista Bloc Obrer i Camperol en Barcelona, se afilió al PCE en Madrid en 1931. Gómez pasaría por la cárcel en varias ocasiones durante la República, tanto en 1931 como durante la Revolución de Octubre de 1934, experiencia que dará pie a su tercer álbum, Viva Octubre.

De vuelta en Barcelona, en 1936 sería uno de los fundadores del Sindicato de Dibujantes Profesionales de la UGT, y en la guerra interviene en diversos frentes. Durante el conflicto es expulsado del PSUC y regresa a la CNT, formando parte de la ex columna Durruti. Derrotado, como otros miles dará con sus huesos en campos de concentración de Francia y Argelia. En 1942 vuelve a Barcelona, donde será encarcelado una primera vez en 1945 y una segunda y casi definitiva (murió poco tiempo después de salir) de 1948 a 1954. Será durante esta segunda condena cuando creará los frescos de la Modelo, que durante décadas serán conocidos como la Capilla Gitana.


Belleza en la selva de hombres

La Capilla Gitana fue uno de los pocos resquicios de belleza para los habitantes (disidentes, homosexuales, pobres en general) de esta –como la definió un presidiario- “selva con hombres en vez de animales”, donde todavía se vivirían terribles acontecimientos. Allí, por ejemplo, se produciría la ejecución por garrote vil del joven guerrillero urbano Salvador Puig Antich el 2 de marzo de 1974. También allí tendría lugar la huelga de presos de 1983, clave en la consecución de la “minirreforma” carcelaria. Y por supuesto, la invasión de la heroína o el motín de El Vaquilla y otros siete reclusos en 1984.

En 1998, sin previo aviso y, para variar, con nulo compromiso con la memoria histórica, una capa de pintura blanca tapó la obra de Helios Gómez. La consellera de Justicia catalana y responsable de las cárceles era la entonces pujolista (y hoy independentista) Núria de Gispert. Hoy, aunque los planes están sin concretar, tanto la Generalitat como el Ayuntamiento de Barcelona han manifestado su deseo de estudiar las posibilidades de recuperar la obra de aquel gitano trianero que exclamaba en sus poemas que el pensamiento libre es “el tesoro más valioso de la humanidad”.


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