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Jacques Lacan. Reinventar el psicoanálisis (É. Kapnist,2001)

Largometraje documental, corto documental, reportaje, documental sonoro (no importa el formato)... ya sea en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
Jacques Lacan, reinventar el psicoanálisis
Jacques Lacan. La psychanalyse réinventée
Elisabeth Kapnist, Élisabeth Roudinesco (Francia, 2001) [62 min]

Portada


Sinopsis:


En el documental se escribió:Freud pensaba que el psicoanálisis era una revolución del espíritu que debía sacudir la conciencia del mundo. Consideraba el inconsciente como un depósito de fuerzas de pulsión que se hallaban constreñidas en las profundidades biológicas del alma. Explorador del artificio de la palabra, Jacques Lacan fue el único heredero de Freud que abandonó este romanticismo de la ciencia procedente de Darwin para revelar el carácter subversivo del psicoanálisis. Lacan convierte el inconsciente en una estructura del lenguaje, cuya lógica formal se desarrolla como una fuga de Bach o un poema de Mallarmé. "Yo soy el único que ha leído a Freud", llegará a decir.


Ficha técnica

    Productora: INA, Arte France.

Idioma original: Francés.





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General
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Nota Jue Mar 27, 2008 1:14 pm
¡Fantástica subida! Además me ha recordado a esa clase de filosofía en "La vida de David Gale" en la que se habla de Lacan. Si alguien no la ha visto ya la está descargando, jeje.

Copio el siguiente artículo aparecido en el periódico argentino Página 12 que he encontrado en rebelion.org.

Si bien a mí me resulta evidente que en tanto que Jorge Alemán no es Zizek, el artículo debiera llamarse más bien «Un "centro-izquierda lacaniano"», me parece que aporta algunas ideas dignas de pensar sobre cómo aplicar las categorías psicoanalíticas al análisis político. Por eso lo copio con una invitación expresa a discutir las ideas novedosas que a veces subyacen entre tanta palabrería huera.

Una “izquierda lacaniana”
Jorge Alemán
Página 12

El autor propone una praxis de izquierda fundada en “el pensamiento de Jacques Lacan, única teoría materialista sobre el malestar del siglo XXI”, y sostiene que “la enseñanza de Lacan puede iluminar lo que aún permanece impensado: la derrota, a escala mundial, del proyecto revolucionario de izquierda”.

La expresión “izquierda lacaniana” reúne términos que no han surgido en principio para estar juntos, lo cual abre una cuestión sobre la legitimidad de su vinculación. Salvando las distancias, es como cuando en Europa decimos “izquierda peronista” y de inmediato se multiplican las suspicacias. Intentaré determinar en qué puede consistir lo que llamo una izquierda lacaniana.

¿Qué significa ser de izquierda en el siglo XXI? ¿Qué valor tiene la expresión y qué tipo de compromiso designa cuando el relato histórico que dio lugar a la misma se ha desvanecido tanto en su praxis teórico-política como en su eficacia simbólica para otorgar un principio de legibilidad sobre lo que es la realidad? Ninguna realidad por consistente y hegemónica que se presente, como por ejemplo es el capitalismo actual, debe ser considerada como definitiva (es cierto que, actualmente, para no considerar definitivo al capitalismo es necesario hacer un gran esfuerzo, ahora que, en su amalgama con la Técnica, ha logrado poner todo el “ser de lo ente” a disposición para emplazarlo como mercancía). Ser de izquierda implica insistir en el carácter contingente de la realidad histórica del capitalismo.

No se puede hablar de “lucha anticapitalista” porque el discurso capitalista que plantea Lacan no ofrece un punto desde donde se pueda localizar el sitio donde efectuar el corte. El discurso capitalista le confiere a la realidad una conexión de lugares capturados en un movimiento circular con respecto al cual una lucha directa es un absurdo lógico, un absurdo como luchar contra la técnica o el rizoma. A su vez, la salida histórica es irrepresentable, porque tal vez convenga dejar por ahora vacío el lugar que surgiría más allá o después del capitalismo. Cualquier definición reinscribiría ese lugar en un sentido ya consumado históricamente. No hay una semántica “anticapitalista”, hay siempre una tensión hacia un significante “nuevo” y aún por descifrar.

Por otro lado, no hay una historia de la humanidad que necesariamente fuera a desembocar en el capitalismo. En este aspecto, entendemos por capitalismo algo diferente a una evolución progresiva de los “modos de producción”; más bien se trata de una serie de bifurcaciones históricas contingentes que han entrelazado de modo inestable la técnica, la mercancía, el saber, en aquello que denominamos el relato moderno. A su vez, el relato moderno es una categoría narrativa, más que un orden histórico perfectamente delimitado. Ahora bien, es propio de cierta tendencia historicista transformar un acontecimiento, por el solo hecho de haber sido posible, en necesario. Esta tendencia la reconocemos cuando, frente al hecho acontecido, se explican los antecedentes que, “inevitablemente”, conducían al mismo.

De cualquier modo, aun cuando la salida del capitalismo o pasaje a otra realidad haya quedado diferida, aun cuando ese tránsito nunca esté garantizado y pueda no cumplirse, aun cuando esa otra realidad distinta a la del capitalismo ya no pueda ser nombrada como socialismo, en cualquier caso ser de izquierda es no dar por eterno el principio de dominación capitalista. Este principio de dominación, desde una perspectiva lacaniana, es primero de orden político, aunque en el caso del capitalismo es evidente que la economía juega un papel determinante. Pero no ya como “determinación en última instancia”. Hay que tener en cuenta que también el mercado está atravesado por la fractura entre lo real y la realidad, y puede dislocarse; de allí que ahora se vuelva más pregnante que nunca el “qué quiere el mercado de nosotros”.

También es necesario destacar que la dominación no pertenece exclusivamente a la época del capitalismo. Hay dominación porque el sujeto, en su propia constitución, no puede darse a sí mismo su propia representación. La barrera simbólica que lo constituye lo separa de la pulsión, pero a la vez establece una donación de un plus de satisfacción pulsional que se asocia a una serie de “mandatos”, “dichos oraculares y primeros”, “imperativos”, significantes amos que, sin representar al sujeto exhaustivamente, determinan su lugar.

La subversión de dichos significantes amos nunca se realiza en una toma de conciencia o en una destrucción crítica de los mismos. Este es precisamente el problema de la ideología en lo que podríamos llamar su fijeza fantasmática. La ideología no es una ilusión o una falsa conciencia, es una articulación entre los significantes amos que surgen fuera de sentido, como designadores del encuentro con lo real, y los objetos que el propio sujeto pierde en el acceso a lo simbólico. Una amalgama entre el significante amo y el plus de gozar que produce el taponamiento contingente de la división constitutiva del sujeto. La ideología es una articulación entre mandatos o ideales, por el lado del significante amo, y rechazos o “imputaciones al Otro” del lado de los objetos de la pulsión. Y ésta es la mezcla de servidumbre y satisfacción sádica que toda ideología, en el límite, pone en juego.

Sujeto neoliberal

Actualmente, se percibe con claridad que no sólo el totalitarismo intentó producir un sujeto nuevo, sino que también el llamado “neoliberalismo” es el intento de construir, sobre la aniquilación del sujeto moderno (el crítico, el freudiano y el marxista), un individuo autista y consumidor indiferente a la dimensión constitutivamente política de la existencia, un individuo referido sólo al goce autista del objeto técnico que se realiza como mercancía subjetiva en la cultura de masas. No obstante, no se trata de criticar o rechazar a este individuo, ni de despreciar su masividad mediática desde una nostalgia seudo aristocrática; más bien, al modo freudiano, se trata de hacer comparecer la sentencia que podemos formular así: “Allí donde el individuo neoliberal del goce autista es, el sujeto excéntrico del inconsciente debe advenir”.

El individuo neoliberal es el punto de partida para pensar cuál es la práctica operativa que se corresponde con su tiempo. Si decimos punto de partida es porque el individualismo liberal, por consistente que aparezca en su autismo consumidor, no puede clausurarse sobre sí mismo. El tiempo de su existencia establece las condiciones para que ese individuo pueda ser desestabilizado en sus propios fundamentos, y allí, en esos resquicios y puntos de fuga, es donde la práctica política que incluya al psicoanálisis debe intervenir. En este punto, se trata de tensar al límite la relación histórica entre la vocación política de izquierda y el psicoanálisis, desde el único hecho histórico que le puede otorgar fuerza a la interpelación: tanto la invención freudiana como el desarrollo de la enseñanza de Lacan se constituyen, de entrada, como una lectura sinthomática de la izquierda, una lectura de sus textos, prácticas y aspiraciones.

A su vez, ser de izquierda es pensar que la explotación de la fuerza de trabajo y la ausencia de justicia no sólo sigue siendo un insulto de primer orden hacia la propia construcción de la subjetividad, sino que la brecha ontológica en la que el sujeto se constituye, la división incurable que marca su existencia con una singularidad irreductible sólo puede ser captada, en su “diferencia absoluta”, por fuera y más allá de las jerarquías y divisiones instauradas por el poder del mercado. Por ello, el impensable fin del capitalismo, si tuviera lugar, sería paradójicamente el comienzo del viaje, el inicio de la afirmación tragicómica de la existencia, el “tú eres eso” de un sujeto por fin cuestionado, sin las coartadas burguesas que desde hace tiempo lo llevan inexorablemente a estar disponible para todo.

La izquierda marxista puede elaborar su final en el único ámbito en el que ese final puede adquirir un valor distinto al de cierre o cancelación, un final que no es tiempo cumplido, sino oportunidad eventual para otro comienzo. Ese ámbito tal vez pueda ser el pensamiento de Jacques Lacan, única teoría materialista sobre el malestar de la civilización propio del siglo XXI. El hecho de que Lacan planteara la elaboración de su discurso como una “praxis sobre lo real-imposible”, sobre un real al que no puede acceder el discurso, pero que a la vez es a través del discurso (comprendiendo en esto la escritura) que se puede acceder, esta cuestión primordial de lo real es lo que distingue su intento teórico de la hermenéutica, de la deconstrucción y de las “otras éticas”.

Considero que Lacan constituye el único intento serio de poner a prueba hasta dónde lo simbólico puede y no puede transformar, a través de una praxis, lo real. Sólo admitiendo cuáles son las condiciones de constitución del sujeto, y cómo experimenta el límite de sus transformaciones, podemos aprender sobre las condiciones, soportables o no, de una mutación subjetiva que no sea mero estupor o perplejidad y que pueda ser transmitida en su condición de experiencia. Por ello, tal vez no haya otro discurso como el lacaniano para reconocer con la mayor honestidad lo que enseña una praxis en su impotencia por modificar lo real. Y por esto mismo, el pensamiento de Lacan puede ser la oportunidad para iluminar con un cierto coraje intelectual lo que aún permanece impensado en el final: la derrota a escala mundial, a partir de los setenta, del proyecto revolucionario de izquierdas. Derrota que el saber posmoderno escamoteó para el pensamiento. En este aspecto, Lacan desde el comienzo ha preparado, a través de lecturas y puntuaciones diversas, las condiciones para que el pensamiento marxista pueda elaborar su propio final, en el único lugar donde la elaboración es posible: en el trabajo de duelo que se hace fuera del hogar, del hogar filosófico.

Lacan comenzó “deshegelianizando” el materialismo de Marx, planteando un hiato irreductible entre la verdad y el saber. Pero este hiato constituirá la ocasión de un homenaje definitivo a Marx; para Lacan, el inventor del síntoma como verdad imprevisible e incalculable que no puede ser domesticada por el ejercicio de un saber, es Marx, y no Freud. Desde esta primera perspectiva general se puede encontrar en Lacan, a partir de 1938, un desmontaje meticuloso de todos los motivos marxistas: el análisis de la mercancía incorporando la temática del goce pulsional, las distintas objeciones a la teleología histórica y a la metafísica de su sujeto, la presentación de una temporalidad problematizada con las distintas modalidades del retorno y liberada de todo fantasma utópico.

Donde tampoco se trata de “progresismo”, porque la temporalidad del sujeto que surge como resultado de la brecha ontológica no es rectilínea, es un “futuro anterior” que reúne de un modo absolutamente específico los éxtasis temporales del pasado, presente y futuro, en una doble conjetura: lo que “habré sido” para “lo que estoy llegando a ser”. Y no se trata de utopía, porque utopía siempre implica la reconciliación final de la sociedad consigo misma. Por último, la izquierda lacaniana debe subvertir la semántica de la revolución. Una izquierda lacaniana es siempre una reescritura de un legado y una herencia, un desciframiento que establezca y pruebe suerte con un nuevo tipo de alianza con la pulsión de muerte inscrita en el modo en que la civilización acontece en el país.

Una de las primeras posiciones de Lacan es no admitir el telos histórico del materialismo marxista, ni los movimientos dialécticos del en sí-para sí, pero sí dar todo su valor de verdad a la plusvalía estableciendo una compleja homología con lo designado por Lacan como “plus de gozar”: el verdadero secreto del capitalismo reside en una economía política del goce. La operación fantasmática a través de la cual el sujeto conquista su realidad y su consistencia toma su punto de partida en ese plus de gozar que funciona incluso en condiciones de miseria extrema. De lo que se despoja a las multitudes es de los recursos simbólicos que permitan establecer e inventar en cada uno el recorrido simbólico propicio para el circuito pulsional del plus de gozar. La miseria es, en este sentido, el estar a solas con el goce de la pulsión de muerte en el eclipse absoluto de lo simbólico. La no “satisfacción de las necesidades materiales” no sólo no apaga el circuito pulsional, sino que lo acentúa de modo mortífero. En este aspecto, el capitalismo, al igual que la pulsión, es un movimiento circular que se autopropulsa alrededor de un vacío que lo obliga siempre a recomenzar, sin que ninguna satisfacción lo colme de un modo definitivo. Aunque siempre realice un plus de goce parcial y excedente a toda utilidad. Para una izquierda lacaniana, pensar las consecuencias de esa “parte maldita” en los procesos de subjetivación es una exigencia política de nuevo cuño. Por ello, si es cierto que actualmente el poder ha devenido biopolítico, tomando para sí como asunto esencial la “vida” biológica, en una perspectiva lacaniana agregaríamos que, tratándose de la vida de los cuerpos parlantes, sexuados y mortales, es la vida del plus de gozar. El cuerpo del parlante no es otra cosa que la sede del plus del goce. Series televisivas de médicos, forenses, operaciones televisadas, programas de salud, en todos los casos se intenta capturar, en la época en que la ciencia quiere borrar la frontera entre el ser parlante y el animal, el plus de gozar que anima a la biología del cuerpo. ¿Podrá la técnica volver el plus de goce una unidad discernible, cuantificable, localizable? No es una paradoja menor que el goce pulsional sea la única “autonomía” (no consciente ni reflexiva) que le queda a la existencia parlante frente a la exigencia técnica de que el mundo devenga imagen.

* Extractado de Para una izquierda lacaniana. Intervenciones y textos, de reciente aparición (ed. Grama).

Fuente:http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-133879-2009-10-22.html
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=93824


TROZKO escribió:En este hilo, se nos invita a un debate anti-maniqueista y sin preconceptos.
Entonces pregunto: ¿Habrá algún “lacaniano de izquierdas” en la sala?.
Si, porque yo tengo preguntas, ¿a quien se las hago, a un texto periodístico? O para encontrar más respuestas, ¿tengo que comprarme todos los libros de Jorge Alemán para aportar a su noble causa internacional?

No soy tan malintencionado. Sin llegar a pretender ser un miembro de la izquierda lacaniana, ni siquiera un lacaniano de izquierdas --que vaya usted a definir exactamente las dos cosas ni su conjunción--, sí me considero capaz de contestar algunas preguntas y llegar a pensar las respuestas de otras manejando las categorías lacanianas y marxistas. Para lo que yo no sea capaz de responder, sólo puedo darle un buen consejo: ni se le ocurra comprarse todos los libros de Jorge Alemán, acabaría usted con los pies fríos y la cabeza caliente.

Puedo hacerme cargo de algunos de los decires de Alemán y explicar por qué no me hago cargo de los otros. Eso sí, me agradaría que esto no fuera un diálogo, sino que pudieramos contar con las aportaciones de más foreros con sus correspondientes visiones del lacanismo, del marxismo y de la interacción entre los dos.

Una cuestión previa que ya ha surgido es la de la práctica. Evidentemente, Alemán no se dedica al activismo callejero, supongo que ni siquiera al activismo de pasillo y salón diplomáticos, pero yo creo que existe otro tipo de práctica. Es lo que Althusser llamaba la práctica teórica, el tipo de práctica marxista que hace un filósofo cuando se dedica a su oficio, a filosofar. Ni Marx, ni Engels ni Lenin han sido ajenos a esta práctica (véase Materialismo y Empiriocriticismo por ejemplo).

Aunque tengo que felicitar a TROZKO por conocer «al peronismo y a su izquierda en todas sus mutaciones históricas» --para mí, que no soy argentino, representan un misterio equiparable al de la Santísima Trinidad--, no quiero entrar en discusiones sobre el peronismo ni sobre la vida y la personalidad de Alemán, no creo que aporten nada a la única pregunta que me merece la pena: ¿cómo afectan al marxismo los descubrimientos del psicoanálisis, específicamente el lacaniano, sobre el ser humano y el lenguaje?

Como bocado tan grande hay que comerlo poco a poco, sólo voy a entrar en una cuestión concreta:
TROZKO escribió:Los filósofos han interpretado el mundo, ahora se trata de cambiarlo, afirmaba la XI tesis de Marx sobre Feuerbach. ¿Esta tesis funciona también para los psicoanalistas?
...
¿Se trata de cambiar el mundo, o no?, pregunta el cadáver marxista.

Y responde el propio Alemán en esa misma entrevista (http://www.antroposmoderno.com/antro-ar ... ticulo=815):

Desde el momento en que imaginamos una sociedad freudiana, ella se vuelve imposible. ¿Cuáles serían sus condiciones? Apostar al deseo sin garantías de que no se excluya el horizonte de la responsabilidad. Aceptar el carácter irreductible del deseo sin caer en la tentación del goce propio del mártir. Soportar la infelicidad contingente sin que se convierta en una desdicha necesaria. Saber perder sin identificarse con aquello que se ha perdido. Tener conciencia de la propia finitud, escapando a la fascinación de la cultura de la pulsión de muerte. En esta sociedad imposible habría lugar para la tragedia singular, pero no para la humillación planificada, encontraría lugar el dolor de existir, pero no la explotación de la fuerza de trabajo, se realizaría la voluntad de decir cualquier cosa y también la de callar, pero no en un silencio cobarde; estaría contemplado el ser extranjeros de sí mismos, pero no el desarraigo obligado para las multitudes.

Es decir, que para el revolucionario lacaniano, sí se trata de transformar el mundo, pero que ningún cambio es garantía de felicidad para los humanos. Y, además, que el cambio de las relaciones de dominación, producción y apropiación deberá ir acompañado de un cambio en nosotros mismos, en nuestra forma de relacionarnos con nuestro deseo y nuestro goce, en último término con nuestro cuerpo. Este cambio puede ser imposible, pero eso no nos exime de intentarlo (esta última frase no la dice Alemán, sino que la digo yo).


Este artículo resume un cuestionamiento feroz de la forma de pensamiento de Lacan y similares (Baudrillard, Deleuze, Guattari, Kristeva, ...) (Recensión de la obra de A. Sokal y J. Bricmont). El libro de Sokal y Bricmont, en castellano, está en emule: Imposturas intelectuales.

Título: Imposturas Intelectuales
Título original: Impostures intellectuelles (publicado originalmente en francés por Éditions Odile Jacob, Octubre 1997 y en inglés por Profile Books, Londres, en julio de 1998, con el título Intellectual Impostures. En USA, en cambio, se publicó con el título Fashionable Nonsense en noviembre de 1998.)
Autores: Alan Sokal y Jean Bricmont
Traducciones: Fue publicado en castellano por Editorial Paidós, Barcelona, 1999 y en catalán por Empúries.


1. Jacques Lacan

Para sus defensores, Lacan fue quien dio rigor científico al psicoanálisis; para sus detractores, fue un charlatán. Sokal y Bricmont no dicen esto último, pero sí se permiten lanzar una hipótesis sobre su obra en conjunto: sí estaremos en el comienzo de una nueva religión, debido a que los escritos de Lacan produce efectos que no son puramente estéticos ni tampoco racionales; digamos, un "Misticismo laico". El caso es que es muy dado a teorizar en una "ciencia", por así decirla, tan joven como el psicoanálisis, en lugar de dedicarse a buscar alguna prueba empírica de lo que dice.

El caso es que Lacan tiene una idea sólo vaga de las matemáticas y, lo que es peor, nunca explica por qué sus analogías vienen a cuento. Por ejemplo, una de sus fijaciones parece ser la topología: así, del "corte" que se da a la cinta de Moebius, la botella de Klein, etc. nos dice: "Si se puede simbolizar el sujeto mediante este corte fundamental, del mismo modo se puede mostrar que un corte en un toro corresponde al sujeto neurótico, y en una superficie entrecruzada, a otro tipo de enfermedad mental". (en un artículo de 1970). Por si fuera poco, nos aclara que habla de cosas que existen realmente, que "no es una metáfora".

Otro objeto de su interés son los números imaginarios, que parece confundir con los irracionales: algunos cálculos "algebraicos" hacen comentar a Sokal que "se burla del lector", pero lo mejor, la frase memorable, no ha llegado aún:

"Es así como el órgano eréctil viene a simbolizar el lugar del goce, no en sí mismo, ni siquiera en forma de imagen, sino como parte que falta de la imagen deseada: de ahí que sea el equivalente de sqr(-1) del significado obtenido más arriba, del goce que restituye, a través del coeficiente de su enunciado, a la función de falta de significante: (-1)" ("Posición del inconsciente", en Ecrits, 2)

Tampoco tiene mucha consistencia su uso de la lógica y de la indución matemática, de las cuales nunca se explica a qué vienen a cuento hablando del psicoanálisis; en resumen, siempre que Lacan habla de matemáticas lo que encontramos es palabrería sin sentido.

(...)

Conclusiones

Para escribir de un tema es preciso tener en cuenta:

1. Saber de qué se habla, tener una formación del tema del que se va a escribir; no es suficiente con un nivel de divulgación.
2. "No todo lo oscuro es necesariamente profundo": Hay que distinguir el lenguaje "técnico" inevitable en la ciencia de la oscuridad añadida deliberadamente, que muchas veces oculta la vacuidad de un texto, o su falsedad. Hay dos criterios: los avances científicos pueden ponerse al alcance del profano mediante textos de divulgación, evitando tecnicismos. ¿Se puede "resumir" lo que dice Derrida de forma fácil de entender? Por otra parte, para entender la ciencia se puede señalar un plan de estudios, largo si se quiere, pero que da como resultado el que se obtienen los conocimientos necesarios para su comprensión. En cuanto a los "otros", según Sokal y Bricmont parece que hace falta "vivir una experiencia parecida a la de una revelación" (p. 205).
3. "La ciencia no es un texto": Las frases científicas utilizan las palabras en un uso distinto del que tienen en el lenguaje común. Una frase científica no se puede sacar de su contexto, y su contexto es siempre la referencia a magnitudes que se pueden medir.
4. "No copiar miméticamente las ciencias naturales", es decir, porque en un campo de la ciencia un modelo sea válido no tiene por qué tener éxito en otro campo. En cada campo se necesita un enfoque propio., que explique los fenómenos específicos de ese campo. Porque en Mecánica Cuántica se haga un descubrimiento nuevo, no tiene por qué repercutir en Psicología, p.ej. y decir que "el observador influye en lo observado" porque lo dijo Heisenberg; será cierto, pero por razones propiamente psicológicas.
5. "Desconfiar del argumento de autoridad": si tanto se quiere imitar a la ciencia, imítese su metodología: lo único "sagrado" es la realidad, no hay "textos sagrados" ni "autoridades" como lo fue Aristóteles en la Edad Media. Precisamente la grandeza de la ciancia empezó ahí.
6. "No confundir escepticismo científico con escepticismo radical": No es lo mismo criticar a cierta teoría científica utilizando argumentos científicos que descalificar a la ciencia en general.
7. "La ambigüedad utilizada como subterfugio". Es decir, la ambigüedad calculada; si una frase tiene 2 significados posibles, se utiliza con uno dando la impresión de que es con el otro.

(...)

¿Qué importancia tiene?

Algunos se han preguntado si estas teorías posmodernas son tan dañinas como para merecer escribir un libro contra ellas. ¿Qué importancia puede tener el que se difundan? Para la ciencia natural, ninguna, nunca les harán caso. Para las ciencias sociales sí, sus efectos negativos son tres: una pérdida de tiempo en discutir acerca de necedades, pudiendo emplearse ese valioso tiempo en trabajos más útiles; una confusión que favorece el oscurantismo, al renunciar (debido al relativismo) a una herramienta que puede denunciar, por ejemplo, las falacias de los nacionalismos y los integrismos religiosos; y un perjuicio para las causas de izquierda, por las dos razones anteriores: si se pierde el tiempo estudiando y repitiendo estupideces, el intelectual se aísla en su "torre de marfil" y pierde el contacto con la realidad del mundo y sus problemas; por otra parte, si todo es relativo, si todas las ideas son igual de válidas en su contexto, etc. ¿cómo decir que el racismo o el sexismo están "equivocados"? (Nota: aquí Sokal cae en una cierta ingenuidad: los izquierdistas posmodernos dirán que están equivocados por venir de donde vienen, es decir, el argumento ad hominem).

¿Qué vendrá después? Aunque las predicciones históricas han solido equivocarse, los autores hacen la suya, que es el declive del posmodernismo, sobre todo viendo que no interesa a la juventud. ¿Y después? Pues hay 3 posibilidades: resurgimiento de integrismos religiosos o místicos (poco probable), que los intelectuales queden como "vendidos al poder" en su totalidad (algo de eso ya se ha visto) o, lo que prefiere pensar el autor, que surja una intelectualidad progresista, racionalista, no dogmática, etc.

(...)

En el Apéndice C, Sokal nos muestra sus ideas, se define como un "viejo izquierdista impenitente" que nunca supo cómo la desconstrucción puede ayudar a la clase obrera, y como "un viejo científico" que cree que existe un mundo exterior con leyes objetivas (al que las quiera transgredir, le invita a saltar desde la ventana de su apartamento, en un piso 21º). Vuelve a decir que las ciencias naturales no corren peligro, pero sí las minorías acosadas que luchan contra el poder, para las que el posmodernismo es suicidio. (Esto me recuerda a lo que escribía Marvin Harris sobre Castaneda).

(...)

Para Sokal, "ninguna izquierda puede ser eficaz si no se toma en serio las cuestiones relativas a hechos científicos y a los valores éticos y a los intereses económicos". Como término, una cita de Chomsky procedente de una conferencia que pronunció en 1969: "George Orwell observó en una ocasión que el pensamiento político, particularmente en la izquierda, es una especie de fantasía masturbatoria en la que el mundo de los hechos apenas cuenta. Eso es verdad, por desgracia, y es parte de la razón por la que en nuestra sociedad no existe un movimiento de izquierdas serio, auténtico y responsable".

maurho:
¿podrías explicarnos en un par de frases concisas qué tiene que ver la reseña del libro de Sokal que nos copipegas con el tema de este hilo?

Sokal acusa al discurso lacaniano y corrientes psico-filosóficas similares, en cuanto toca su área de experiencia (la ciencia). Es un alegato desde el campo del "pensamiento claro" contra el campo del "pensamiento oscuro", que incluye una toma de posición respecto a la validez de ambos para la investigación de la realidad y la construcción de una política de izquierdas. Es un alegato en favor de las ciencias duras frente a las fantasías discursivas infalsables. Emparenta con la toma de posición de Bunge y de los escépticos anglosajones respecto al psicoanálisis. Prefieren -preferimos- saberes que sean entendibles, transmisibles, sintetizables, demostrables, operativos.

(Como está puesto el enlace, procedo a adelgazar algo más el copipega)

El pensamiento de Lacan no es oscuro, es el menos oscuro posible para abordar su objeto de conocimiento: el sujeto.

Pero eso no viene a cuento aquí, que de lo que estamos hablando es de las consecuencias del pensamiento de Lacan para la política revolucionaria. Y de momento no creo que estemos introduciendo nosotros ninguna oscuridad en el tema.

Sokal (o su reseña) sí que son oscuros, en ella se habla de cosas que no se concretan enunciadas con reservas que tampoco se concretan y de las que se sacan conclusiones que no se justifican suficientemente, todo ello en párrafos y más párrafos.

Entre eso y que aquí no estamos discutiendo el lacanismo, me parece que mejor dejar a Sokal fuera de esta discusión hasta que te inspire alguna objeción concreta a lo que digamos aquí.

"La afirmación de que Lacan es el menos oscuro posible para abordar su objeto de conocimiento: el sujeto" no la comparto. Se puede obtener un conocimiento científico de bases mucho más sólidas (entendible, reproducible, falsable,...) recurriendo a disciplinas de base experimental como la psicología cognitiva, la neuropsicología, la psicobiología evolucionista, la psicología social, la sociología de grupos, etc. Sería interesante saber qué aspecto del conocimiento del sujeto está fuera del alcance de estas ciencias duras, sin usar a Lacan.

maurho escribió:"La afirmación de que Lacan es el menos oscuro posible para abordar su objeto de conocimiento: el sujeto" no la comparto. Se puede obtener un conocimiento científico de bases mucho más sólidas (entendible, reproducible, falsable,...) recurriendo a disciplinas de base experimental como la psicología cognitiva, la neuropsicología, la psicobiología evolucionista, la psicología social, la sociología de grupos, etc. Sería interesante saber qué aspecto del conocimiento del sujeto está fuera del alcance de estas ciencias duras, sin usar a Lacan.


Te dije que no íbamos a discutir de lacanismo, no es el objeto de este hilo. Así que digas lo que digas, este es mi último post para hablar de ese tema.

El aspecto del sujeto que está fuera del alcance de las disciplinas que mencionas es su subjetividad. Dicho en otras palabras, que no es un objeto. Las ciencias todas estudian objetos, no sujetos, es inherente al método científico.

Por lo demás, me ha hecho mucha gracia eso de llamar "ciencia dura" a las diferentes psicologías y sociologías, es una apreciación tuya tan original como poco compartida (no la compartes con nadie).

TROZKO escribió:Los Alemán forman parte de la intelectualidad pro-kirchnerista, hoy devenidos en pichones de una burocracia del centro-izquierda latinoamericano y heredera del foquismo setentista, que llevó (en su momento) a la liquidación política las organizaciones que ellos bautizaron del “campo popular”.
Los Alemán cambiaron la estrategia militar por la terapia de grupo, la formación de micro-poderes y la elaboración de nuevos paradigmas libertarios


tal cual, son los que tergiversaron completamente los principios del marxismo, más aun los del leninismo. Se auto convencieron que ellos eran los "más marxistas de los setenta" fueron la peor expresión del foquismo de nenes de mama de las universidades y ahora concluyen que hay que "revisar" a Marx y olvidarse del partido de cuadros, la vanguardia obrera y la insurrección armada. Cualquier “nueva teoría” les viene bien para negar la necesidad del partido, la insurrección y el socialismo.

Agitaron los barrios exaltando la figura del "Perón revolucionario" y el mismo Perón los masacro en Ezeiza, los insulto en la Plaza de Mayo y los extermino con la Triple A. arrastrando con ellos a miles de familias humildes a la tortura y la muerte.

Les dejo una muestra del Peronismo de izquierda que tan famoso es en Europa y de su "anticapitalismo":


“Yo llamo a la reflexión a los señores para que piensen en manos de quien estaban las masas obreras y cual podía ser el porvenir de esas masas, que en un crecido porcentaje estaban en manos de los comunistas.(…)Un objetivo inmediato del gobierno ha de ser asegurar la tranquilidad social del país, evitando por todos los medios un posible cataclismo (…), ya que si se produjera de nada valdrían las riquezas acumuladas, los bienes poseídos, ni los campos, ni los ganados.(…) Es preciso saber dar un treinta por ciento a tiempo, antes que perder todo a posteriori”

“Se ha dicho, señores, que soy un enemigo de los capitales, y si ustedes observan lo que acabo de decir, no encontrarán ningún defensor, diríamos, más decidido que yo, porque sé que la defensa de los intereses de los hombres de negocios, de los industriales, de los comerciantes, es la defensa misma del Estado.”

“No somos, de ninguna manera enemigos del capital, y se verá en el futuro que hemos sido sus verdaderos defensores”

“Para evitar que las masas que han recibido la justicia social vayan en sus pretensiones más allá, el primer remedio es la organización de esas masas para que, formando organismos responsables, organismos lógicos y racionales, bien dirigidos, no vayan tras la injusticia, porque el sentido común de las masas orgánicas termina por imponerse a las pretensiones exageradas de algunos hombres (…) y el Estado organizará el reaseguro, que es la autoridad necesaria para que, si es necesario por la fuerza, ponga las cosas en su quicio y no permita que se salgan de su cause. Esa es la solución integral que el Estado encara en este momento para la solución del problema social”

J. D. Perón Discurso en la Bolsa de comercio de Buenos Aires, 25 de Agosto de 1944.


HerrK escribió:Te dije que no íbamos a discutir de lacanismo, no es el objeto de este hilo.

Peculiar comentario para un hilo que se titula izquierda lacaniana.

HerrK escribió:El aspecto del conocimiento del sujeto que está fuera del alcance de las disciplinas que mencionas es su subjetividad. Dicho en otras palabras, que no es un objeto. Las ciencias todas estudian objetos, no sujetos, es inherente al método científico.

Las neurociencias y las psicologías cognitivas también investigan la conciencia y aspectos concretos de la subjetividad como la moralidad (Alison Gopnik por ej.)

HerrK escribió:Por lo demás, me ha hecho mucha gracia eso de llamar "ciencia dura" a las diferentes psicologías y sociologías, es una apreciación tuya tan original como poco compartida (no la compartes con nadie).

En las ciencias como en los materiales, la dureza es relativa. Comparado con el psicoanálisis, la psicología cognitiva y la neuropsicología es un prodigio de dureza. Existe, desde hace bastantes décadas ya, una escisión que atraviesa las ciencias sociales entre los enfoques que quieren acercarse a las neurociencias o la biología y los que consideran que existe una realidad más allá de los números. Basta pasar por cualquier facultad de Psicología del mundo para ver, de un lado del pasillo, a los psicólogos cognitivos o los neuropsicólogos (haciendo ciencia cada vez más experimental, más relacionada con las neurociencias) y del otro al resto, los del bla bla bla. Cuestión de gustos.

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