Gustavo Sánchez, en entrevista con la cineasta chilena María Teresa Larraín, con el título “Lo mejor nace de los conflictos”, en La Nación - Viva, el 31 de julio de 2008, escribió:Un documental, titulado "El juicio de Pascual Pichún", nos lleva en un viaje al sur de su natal Chile. En él, aborda un conflicto real por tierras que se suscitó entre un indígena (lonko mapuche) y su comunidad contra un influyente terrateniente y político chileno.
Precisamente, Pascual Pichún fue acusado judicialmente de perpetrar ataques incendiarios y amenazar al terrateniente. El Ministerio Público de ese país buscó que un tribunal procesara y condenara a Pichún por irrespetar las leyes antiterroristas.
Larraín está de visita en el país, porque ayer presentó su trabajo como parte de la programación continua de Videoteca del Sur.
Viva conversó personalmente con la directora sobre su nuevo material, los problemas que le causó realizarlo y sus nuevos proyectos. A continuación parte de la entrevista realizada ayer.
¿Cómo empezó en la industria del cine?Estudié derecho y drama en Chile. En 1976, al igual que muchos compatriotas, huí hacia Canadá donde viví por 29 años. Allá, yo estudié radio y televisión y, poco a poco, comencé a trabajar como cineasta independiente.
Al principio, estuve relacionada con una organización de mujeres inmigrantes; de ahí que mis primeros trabajos audiovisuales fueron en ese sentido.
¿Le fue muy difícil hacer cine siendo mujer, inmigrante y latinoamericana?Fue difícil. Fue complicado no solo porque la comunidad latina de allá no podía aceptar que yo era la directora de un proyecto, sino también por las dificultades de cualquier extranjera en un país de esa índole. Con el paso de los años, varios cineastas latinoamericanos nos aliamos y formamos una alianza que facilitó el camino. Luego me dediqué a mis propios proyectos.
¿De dónde salen los temas para sus audiovisuales?Definitivamente de mis experiencias personales. Creo mi arte partiendo del corazón y parto con algo que me motiva. No necesariamente sé por qué lo hago.
Así surgió la idea de este nuevo documental, quise contar algo de mi tierra.
Usted viene de una familia de terratenientes en Chile. ¿Cómo logró manejar el conflicto de grabar un documental sin que los terratenientes pensaran que usted estaba de su parte y los indígenas, en contra de ellos?Las mejores cosas nacen de ese tipo de conflictos..., de cuando uno está en crisis. El conflicto fue lo más lindo y difícil del proyecto. Me costó entrar en ambos mundos y lograr ganarme la confianza de las dos partes.
Mi interés fue siempre hacerle justicia a los dos personajes protagonistas de la historia.
Antes de empezar el documental, usted vivió en Canadá por casi tres décadas. ¿Qué sabía del tema del que trata este trabajo?Sin lugar a dudas era un juicio de características particulares. Yo había seguido el caso por Internet. Cuando llegué a Chile contraté a dos personas que sirvieran de contacto para familiarizarme con el tema de los terratenientes y otro para los indígenas. Al final, ellos ni querían sentarse juntos a la mesa. Ambos abandonaron el proyecto.
Yo tuve que entrar a negociar directamente con ambas partes.
Fue muy tenso, incluso este documental provocó que hasta se me cayera el pelo y me comiera las uñas del estrés.
En algún momento, ¿usted quiso abandonar el proyecto?No de abandonarlo, pero sí pensé que no llegaría a concluirlo.
¿Cuál ha sido la reacción del público con el documental?Lo hemos llevado a zonas rurales y urbanas, en ambas partes con sala llena. El trabajo genera discusión y debate porque toca un tema sensible para los chilenos y muchos otros países: las diferencias sociales.
En su opinión, ¿cuál es el aporte que este trabajo le da al público?En Chile crea diálogo y hasta pelea, incluso en mi propia familia. Para el resto de los espectadores es un espejo de la sociedad en la que vivimos. Eso sí de una forma justa, sin llegar a enjuiciar a ninguna de las partes, sin ser un
Michael Moore con mis temas.
Actualmente, tiene varios proyectos en desarrollo. ¿Cuáles son?Estoy trabajando en el guión de un primer largometraje de ficción ("No te vayas sin decirme adiós"), un documental poético ("A ciegas") y otro trabajo de corte ambiental.