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Morir a los 30 años (Romain Goupil, 1982)

Largometraje documental, corto documental, reportaje, documental sonoro (no importa el formato)... ya sea en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
Morir a los 30 años
Mourir à trente ans
Romain Goupil (Francia, 1982) [95 min]

Portada
IMDb
(wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    [fuente] A través del retrato emotivo de su amigo Michel Recanati, que se suicidó en 1978, el realizador Romain Goupil cuenta la historia de una generación marcada por el compromiso político y la militancia. Las imágenes de reuniones políticas, manifestaciones filmadas en 1968, documentos inéditos y testimonios se agregan a la carga emocional de este retrato de uno de los protagonistas del Mayo Francés. Un film esencial para comprender el post '68.

Comentario personal:

    Decepcionado con la aparente pasividad del PCF, Michel Recanati se unió a la LCR siendo adolescente, en 1966. Al precipitarse mayo del 68, pasó rápidamente de organizar asambleas en la educación secundaria al compromiso heroico: accede a las alturas del partido (el politburó), dirige su contundente servicio de orden (grupo de choque) y sostiene una agenda con una media de cien reuniones semanales.

    De pronto, la máquina para. La derecha renueva mandato y un orden parcial reina en París. Caen los niveles de adrenalina y la militancia se desorienta. Que si proletarizarse, que si militarizarse... Expectativas insatisfechas, frustración, desplazamientos.

    Recanati, que había distraído sus propios fantasmas con sobredosis de política, no soporta el vacío de la normalidad capitalista y se precipita lentamente. Esta vez, a los pies de un tren. Con él, tantos otros luchadores de aquel ciclo. Son caídos en combate en condiciones europeas de existencia, a los que la paleoizquierda, siempre con un recambio generacional al que triturar, no reconoce su calidad.

Pepe Gutiérrez-Álvarez, en "Algunas notas sobre Trotsky y el cine", en Rebelión, el 25 de mayo de 2004, escribió:[...] distinguida con la Cámera d'Or en el Festival de Cannes, y ensalzado por la crítica como “uno de los más estimulantes y apasionantes films de este año” (José Enrique Monterde, Dirigido). Homenaje a Michel Recanati, uno de los líderes “naturales” de la Ligue Communiste Révolutionnaire (LCR francesa), se trata de un documental que habla de sí mismo y de tantos otros militantes, en un discurso apasionado elaborado sobre la base de recopilar las viejas películas de 8 mm. realizadas por colectivos afines durante las luchas que van desde las vísperas del 68 hasta los combates contra los primeros síntomas del ascenso fascista en Francia que encarnaría Le Pen en 1973, cuando la LCR fue prohibida y Rouge cerrado. Se trata de un retrato generacional que entra de pleno en el conflicto más íntimo de una generación, que después de vivir intensamente la pasión política se plantea una discusión sobre su propia vida, sus frustraciones y sus fantasmas, sobre la revolución que no solo no llega sino que se aleja.

Confesión revolucionaria o postrevolucionaria, Goupil describe los entresijos de la trayectoria de Recanati como un camino quimérico hacia un vacío que le lleva finalmente al suicidio, una suerte que no resultó en absoluto extraña para muchos jóvenes, hombres y mujeres, que vivieron el fin de los sueños como un fracaso personal. Otro/as necesitaron de la ayuda de médicos y psiquiatras; otro/as se buscaron un lugar en el anonimato cotidiano; otros, menos, siguieron con nuevas propuestas; y otros, como el propio Goupil (que no cubrió las expectativas abiertas por esta película, y que durante la guerra de los Balcanes justificó la intervención de la OTAN) cruzaron el Rubicón y se adaptaron al esquema del peor sistema, exceptuando los demás (o sea, imposible de trascender). Con todo, se trata de una película irrepetible, totalmente inexcusable para una discusión sobre los mayos del 68 y sobre la última generación revolucionaria en la que la muerte y el suicidio aparecen como una conclusión coherente con la frustración y la derrota, que lo fuera para algunos y algunas, aunque en el caso de la LCR francesa el tiempo ha demostrado que ha sido capaz de superar la fosa del desencanto, y de suscitar nuevas esperanzas entre los obreros y las nuevas generaciones.


Ficha técnica


Intervenciones:


Premios:

    1982: Premios César: Mejor ópera prima.

Idioma original: Francés.





Secuencias






DVDRip VO - AVI [693 Mb] (fuente)
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General
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Relacionado:


Destellos del guion (a partir de los subtítulos, cuya traducción he procurado mejorar para estos fragmentos)

Romain Goupil, en el documental, en torno al minuto 13, escribió:
    Si nosotros habíamos entrado en la lucha, era imposible que no hubiera otros grupos de resistentes. Claro, estaba el partido comunista. Pero aparte de vender cupones y levantarse temprano el domingo, todos los domingos por la mañana, para vender L'Humanité, no se hacía nada más. Y a ese paso la opresión capitalista podía durar muchos años.

Michel Recanati, en su diario personal durante su militancia en la JCR, en 1967, según recoge el documental en torno al minuto 25, escribió:
    Puesto que este es el diario de las experiencias infelices, vamos a ello. Esta noche me encontré con Rosette. La amo. Tengo miedo. No hay margen para la amistad y comienza el amor que le tengo.

    Necesito ser pasivo con las mujeres. En vacaciones, o cuando no tengo un centavo, es fácil. No tengo que hacer nada, sino dejarme llevar por la indolencia y el alcohol. Pero cuando es preciso tomar la iniciativa, no sé. Me culpabilizo.

    Mi amor se resume en los errores que cometo y que no cometo. A veces, ellas se esfuman. Se trata de mí, la inhibición... Impotencia sexual, sin duda, ¿pero por qué?

    Hoy quiero verla, será un progreso. Es poco y es mucho. O todo o recomenzar como antes.

    Refugiarme en las reuniones, en los mítines, la virilidad del verbo o la política impotente. Estoy harto. Quiero amar. La amo. Estoy harto de hacer el amor con las reuniones. Soy demasiado calculador. Libérate. Cuántas chicas alejé dulce y secamente, porque pienso en principio en el amor con "A" mayúscula y después, sólo después, es que voy en busca de un contenido.

    Rosette, te amo.

En el documental, en torno a la hora y dieciocho minutos, se escribió:
    Henri Weber: Lo que me impresionaba de Michel en el politburó era hasta qué punto todo era importante para él. Hasta qué punto estaba implicado en cuanto hacía y que, a veces, llevaba a que perdiera la perspectiva. Y hasta qué punto interiorizaba las dificultades, los errores. E, inversamente, hasta qué punto se excitaba con lo que salía bien. Bueno, fue por eso que pensamos en él como militante de educación secundaria. Era lo que yo llamaba "rigor", pero era muy distintivo. Y, a menudo, comentábamos entre nosotros si acaso fue oportuno, si no había sido un error hacerlo subir tan deprisa al politburó... porque él pasó sin transición de la militancia en la secundaria al politburó de la Liga. Es decir, a la militancia profesional a tiempo completo, quince horas diarias.

    Roman Goupil: A tiempo completo. Era toda su existencia.

En el documental, en torno a la hora y veinticinco minutos, se escribió:
    Roman Goupil: Sí, en 1972 tuviste una historia de amor con [Alain] Cyroulnik, que era uno de los tipos del grupo, y yo me lo tomé muy mal y me serví de la organización, y recuerdo haberlo pasado muy, muy mal, al punto de haber pedido a Michel, y tener su visto bueno, tu exclusión del Servicio de Orden.

    Alain Cyroulnik: Es necesario decir que en esa época, dada la manera en que militábamos, casi no teníamos amigos, solo compañeros. Siempre salíamos juntos; cuando terminábamos una reunión, quedábamos. Luego nuestro círculo de relaciones era bastante restringido y la más mínima relación entre nosotros tenía consecuencias terribles. Primero, era preciso que todos tomasen partido, por uno o por otro, y había quien no quería hacerlo. Y eso, claramente, es difícil de vivir, de aceptar. No nos malqueríamos, pero no podíamos...

    Romain Goupil: ¡Cabrón!

    Romain Goupil: Fue gracias a esta historia, gracias a Libélula, que empecé a entender. Ella siempre decía lo que no se debía hacer. La diferencia entre mis discursos revolucionarios y mi comportamiento cotidiano. Mi gusto por el poder, la fuerza, propenso a las relaciones elitistas con los demás, de desprecio. Terminé dudando. Ella había ganado. Ya era hora.

En el documental, en torno a la hora y veintiséis minutos, escribió:
    Roman Goupil: Febrero de 1972: asesinato de Overney. Fue un poco la muerte del izquierdismo. El fin de las intervenciones en todas partes. El anuncio de otro período. Un giro hacia la implantación junto a la clase obrera. Esta orientación obrerista para nuestro pequeño grupo implicaba, después de todos estos años de militancia, un desequilibrio.

    Yo presenciaba de lejos toda esa reorganización. Trabajaba como asistente de cámara de Boisset en "El atentado". El contacto con otro medio me daba una mirada crítica sobre nuestra organización. La impresión de que nuestro universo militante estaba cada vez más alejado de las preocupaciones de la población.

    Durante mi breve paso por el ejército había visto el aparato militar del que disponía el poder para contrarrestar la revolución. De repente, nuestro Servicio de Orden me parecía ridículo. Era necesario pasar a un estadio superior. Por eso organicé con Michel mi partida para entrenarnos en técnicas de guerrilla en América Latina. Pensaba que, cuando surgiese la ocasión, sería muy útil equilibrar nuestra pequeña influencia con mayor eficacia. Una bomba bien colocada podía sustituir muchos discursos. Tentaciones terroristas. Ese viaje no tuvo lugar.

    Mayo 1973. Michel nos previene de la preparación de un mítin fascista en París. Nos muestra las fotos de los mercenarios entrenando, preparándose para una campaña racista y antisemita. Michel será nombrado responsable de la movilización antifascista. El mítin del 21 de junio en París no debe tener lugar. Sí, es verdad, estábamos organizados en comandos. Sí, es verdad, teníamos una táctica bien precisa. Sí, es verdad, queríamos llegar a la Mutualité. Sí, es verdad, teníamos todo organizado para conseguirlo. Sí, es verdad, fue extremadamente violento. Un centenar de heridos y, por primera vez, del lado de la policía.

    21 de junio de 1973. La organización fue disuelta. Los dirigentes, presos. Michel Recanati, considerado responsable, fue protegido clandestinamente en el extranjero. Ese día, para él, todo cambió.

    Henri Weber: El 21 de junio fue un punto de inflexión en la historia de la Liga. Fue la liquidación de todo el pasado un poco estudiantil, espectacular; digamos izquierdista, pongámosle el término. Izquierdista en el sentido estricto de la palabra. Es decir, sustitutivo. Y él estaba en el centro de la acción. Él era su principal responsable. Y esa acción dio origen a un debate. Un balance sobre tres o cuatro años, y una crítica sobre los desvíos izquierdistas. Y él estaba en el centro de ese debate y vivió eso, lo interiorizó muy intensamente.

    Alain Cyroulnik: Fue después de la prohibición de la Liga Comunista, después del 21 de junio. Fue después de que Michel pasara tres meses en prisión. Y ahí debo decir que no era el mismo Michel, ya no era Michel... Ya no tenía ese costado impositivo, ese costado autoritario. Que no era un costado autoritario malo. Era autoritario de tipo constructivo, dispuesto a lo que fuera necesario. Ahí Michel empezó a entrar en cierta angustia por "colocarse" en algún lado [laboralmente hablando] y no continuar militando a tiempo completo. Entraba en ese problema.

    Una militante: Creo que a esas alturas estaba bastante perdido. Tenía necesidad de hablar, me pedía algunos consejos... Es decir, tengo la sensación, por mis recuerdos, que él no sabía si debía seguir militando en la organización o no. Se ponía en la tesitura de dar un sentido a su vida. Si su vida iba a seguir teniendo sentido en relación a eso. Creo que él buscaba otra cosa. Todos mis esfuerzos no tenían sentido... Le aconsejaba dejar la organización.

    Alain Cyroulnik: A esa altura comenzamos más o menos a trabajar y a querer dejar de funcionar casi como militantes a tiempo completo. Pagados o no pagados, ese no era el problema. Y ahí Michel cambió completamente. Empezó a mirar otras cosas, a buscar trabajo... no importaba sino que encontrase un sitio donde tuviese relaciones. El objetivo era insertarse, trabajar. Comenzó a trabajar en un banco. Le dije que me parecía ridículo que hiciera una cosa que no le interesaba, que iba a aborrecer, y le propuse que preparara conmigo unas oposiciones para ser profesor de económicas. Eso lo comprometió, lo motivó, nos acercó mucho, porque estuvimos trabajando todo un año para esa prueba. Lo único que no cambió fue él, el rigor con el que hacía las cosas... rigor con el que manifestaba más bien una angustia... es decir: "esto es lo que hay que hacer, esta es mi solución". Sentíamos que aquello iba a resolver todo, cuando no iba a hacerlo. El futuro. Para mí, aquello no iba a resolver todo. No iba a resolver su problema de aislamiento y soledad.

Michel Recanati, a su amigo Romain Goupil, según se recoge en el documental en torno a la hora y treinta y cuatro minutos, escribió:
    Romain, te escribo, pues no tenemos oportunidad de vernos y por ello de hablarnos antes del fin de semana.

    Estaba muy incómodo después de nuestra discusión. Tuve miedo de que no hubieras comprendido bien. Sufrí mucho en mi vida. Realmente, profundamente, gravemente. Por razones que aún intento descubrir, sufrí de dificultad para amar, para reír, para dejarme llevar. ¿De cuándo viene esto? No lo sé. Tal vez del día en que, de casualidad, mi universo se deshizo, cuando supe que era hijo de nadie.

    Cuando se sufre tanto en silencio, cuando el inconsciente olvida los propios motivos del sufrimiento, hay dos defensas posibles: la muerte o la representación, el teatro. Mi representación, el teatro, fue el de representar a los más fuertes, ser siempre el mejor, el que corría más riesgos físicos y morales en la militancia.

    Y, un día, el caparazón se quebró. A continuación del 21 de junio de 1973. Tras dos meses de clandestinidad, de exilio y, a continuación, de prisión. Así que me vi libre, tuve voluntad de recomenzar de cero. Redescubrir todo, a mi familia, a mis amigos, a mí mismo.

    Y, recientemente, conocí a Monique. Es la primera mujer con quien dejé de representar, de parecer. Desde el principio, me puse inmediatamente al desnudo y nunca me sentí tan fuerte como para ser capaz de mostrarme bajo un aire aparentemente frágil.

    Que nunca más nadie me diga que Monique está condenada, que nadie más me hable de esta enfermedad sino ella. Tengo necesidad de esperanza. Necesito proyectos, así que no me habléis más de eso. Y, sobre todo, no imagines ni por un segundo que yo corro hacia el suicidio o la autodestrucción. Tengo una rabia de vivir fantástica y quiero transmitírsela a Monique.

    Un beso. Michel.


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