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El acto de matar (Joshua Oppenheimer, 2012)

Largometraje documental, corto documental, reportaje, documental sonoro (no importa el formato)... ya sea en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
El acto de matar
The Act of Killing
Joshua Oppenheimer (Dinamarca, Noruega, Reino Unido; 2012) [Color, 117/159 min]

Portada
IMDb
(página oficial | wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    [levemente desviada de la fuente por el comité de RBM] En 1965 hubo un golpe de estado en Indonesia contra el presidente nacionalista Sukarno. En torno a un millón de militantes populares, vinculados al Partido Comunista de Indonesia o a sus organizaciones de masas, así como simpatizantes y familiares, fueron asesinados por escuadrones de la muerte. Unas décadas después, el pasado pervive y un relato se perpetúa. Pero nada será igual después de este filme.

Maties Tugores, en twitter, el 22 de mayo de 2022, escribió:En un equilibrado ejercicio de miradas entre lo desconcertante y lo fascinante, Oppenheimer cede el testigo a varios verdugos del genocidio anticomunista de Indonesia de 1965; un relato más terrorífico que el ideado por cualquier película de ficción.

De la Fuente, M., en "El deporte de matar comunistas", en La Página Definitiva, el 16 de julio de 2013, escribió:[...] películas como "The Act of Killing" recuperan esa tradición del documental, actualizando las enseñanzas de Ivens y Marker. El documental no es ya una película para mostrar lo bonita y entretenida que es la vida de los esquimales en el Polo Norte sino que desvela aquellos asuntos que otros géneros no pueden mostrar. Aquí, los directores Joshua Oppenheimer y Christine Cynn deciden hacer una película muy arriesgada sobre la matanza de un millón de comunistas en 1965 y 1966 en Indonesia. El riesgo se encuentra en la adopción del punto de vista: serán los propios asesinos de las fuerzas paramilitares los que narrarán su historia. Así, la película seguirá el relato de Anwar Congo, un violento ultrafascista que hizo su aportación asesinando a más de mil comunistas. En el momento del rodaje de la película, entre 2005 y 2011, Congo ya es un venerable ancianito que deambula por su país con total impunidad, visitando los lugares donde torturaba y asesinaba a la gente como si estuviera rememorando sus escarceos sexuales de la adolescencia. La película empieza con Congo presumiendo de su método de ejecución, el mejor según él porque "no dejaba apenas sangre": el estrangulamiento con un alambre. A partir de ahí, Congo va recreando con sus amigachos y discípulos asesinos sus grandes gestas que han contribuido a crear un país moderno, globalizado y, lo que es mejor, sin malévolos comunistas [...].

Alonso, A., en "'The Act of Killing', de Joshua Oppenheimer", en El Gentrificador, el 10 de marzo de 2013, escribió:[...] 'The Act of Killing', al que habrá quien acuse de complaciente o de banalizar la violencia, no es un acto de denuncia al uso (los supervivientes de la matanza "son los primeros que quieren distribuir la película en Indonesia"), es sobre todo "cómo un régimen de terror se imagina a sí mismo", en palabras del propio director al término de la proyección. [...] "Esto no es lo característico de la Pancasila Youth [juventud paramilitar al servicio del Estado], como si nos gustase beber sangre", justifica en el set de rodaje de la citada masacre el ministro de Juventud y Deporte, que ha acudido a apoyar el rodaje pero que parece también darse cuenta al verse desde fuera lo que están haciendo. "Debemos exterminar a los comunistas, pero debemos aniquilarlos de una manera más humana", dice con toda llaneza. [...] Gracias a 'The Act of Killing' se habla por primera vez abiertamente en Indonesia de este crimen masivo, gracias a proyecciones clandestinas o reducidas, ya que la censura no permitiría la proyección de un documental cuyo rodaje fue convirtiéndose en algo cada vez más peligroso y en cuyos créditos hay varias decenas de miembros del equipo técnico que están acreditados como "anónimos".

Toni Esteban, en Grund Magazine, el 29 de noviembre de 2011, escribió:[...] Un film desasosegante, con momentos de humor negro, mucha educación masiva –no es muy conocida la terrible masacre que sufrieron los comunistas en Indonesia- y nada de glorificación del genocidio, en el que se muestra cómo increíblemente un estado formalmente democrático se fundó sobre el terrorismo de estado de masas sin que ni siquiera a día de hoy nadie haya sido juzgado por ello. Puedes engullir las obras completas de Hannah Arendt, pero creo que esas dos horas de celuloide son las mejores para explicar la banalización del mal de manera rápida.

Higinio Polo, en "Indonesia: matar comunistas", en El Viejo Topo, nº 309, octubre de 2013, escribió:[...] Los indonesios no han tenido mucha suerte. A la colonia, a las matanzas de 1965, a la dictadura de Suharto, al nuevo capitalismo tan corrupto como el anterior, se suman los desastres de una geografía torturada, volcánica, imprevisible. A los desastres causados por el tsunami del 2004, que causó más de ciento cincuenta mil muertos, decenas de miles de desaparecidos y una gran destrucción en Sumatra, se sumaron los terremotos de 2006 y 2009, que han dificultado el crecimiento económico. Pese al desarrollo, el PIB per cápita es inferior al de países como Marruecos, Bolivia o Egipto, aunque, gracias a su demografía, su potencial económico es similar al de Turquía o Irán. [...] Las limitaciones de la nueva democracia son evidentes: hasta 2004, los militares disponían de escaños reservados en el Parlamento, y hoy el poder está ocupado por una coalición de herederos de Suharto, del viejo nacionalismo que dio origen al país y del islamismo, aunque la cara del nuevo régimen, formalmente democrático y, en realidad, regido por una oligarquía, es SBY, un militar de Suharto.

Los salarios no llegan a los ochenta euros mensuales, y la galopante corrupción del país es omnipresente en la administración, la policía, los empresarios y el ejército. La actuación descontrolada de multinacionales, el desinterés por la destrucción de la naturaleza y la voracidad empresarial por acumular beneficios están causando estragos casi irreversibles. Un ejemplo bastará: en mayo de 2006, la empresa petrolera PT Lapindo Brantas, propiedad del plutócrata Aburizal Bakrie (dirigente del viejo partido de Suharto, el Golkar, y uno de los ministros del gobierno de Susilo Bambang Yudhoyono), perforó un volcán de lodo, ocasionando una destrucción dantesca: desde entonces, cada día, el volcán escupe miles de toneladas de barro, inundando la región, las casas de los campesinos, las carreteras. Más de cincuenta mil personas han perdido sus tierras, sus hogares, y han debido ser evacuadas porque el lodo y los gases tóxicos inundan toda la región. La catástrofe se produce a apenas veinte kilómetros de Surabaya, una importante ciudad javanesa de casi cuatro millones de habitantes. La voracidad empresarial se constata también en muchos otros lugares, como en Pekanbaru, la capital de la explotación petrolífera, situada en el interior de Sumatra (donde actúa la petrolera norteamericana Chevron), una de las islas que ha padecido una mayor destrucción ecológica.


Ficha técnica

    Otros títulos internacionales: L'acte de tuer / L'atto di uccidere.
    Dirección: Joshua Oppenheimer / Christine Cynn, Anonymous (co-directores).
    Guión: Joshua Oppenheimer, Christine Cynn.
    Música: Karsten Fundal, Simon Thamdrup Jensen.
    Fotografía: Anonymous, Carlos Arango De Montis, Lars Skree (Color).
    Montaje: Nils Pagh Andersen, Erik Andersson, Charlotte Munch Bengtsen, Janus Billeskov Jansen, Ariadna Fatjo-Vilas Mestre, Mariko Montpetit.
    Producción: Christine Cynn, Anne Köhncke, Signe Byrge Sørensen, Michael Uwemedimo, Torstein Grude, Joshua Oppenheimer, Bjarte Mørner Tveit, Maria Kristensen, Lizzy Ratner, Werner Herzog, Errol Morris, Joram ten Brink, Andre Singer.
    Productora: Final Cut for Real / Piraya Film A/S / Novaya Zemlya / Spring Films / Arts and Humanities Research Council (AHRC) / Danmarks Radio (DR).

Intervenciones:

  • Anwar Congo (Executioner in 1965).
  • Herman Koto (Gangster and Paramilitary Leader).
  • Syamsul Arifin (Governor of North Sumatra).
  • Ibrahim Sinik (Newspaper Publisher).
  • Yapto Soerjosoemarno (Leader of Pancasila Youth).
  • Safit Pardede (Local Paramilitary Leader).
  • Jusuf Kalla (Vice President of Indonesia).
  • Adi Zulkadry (Fellow Executioner in 1965).
  • Soaduon Siregar (Journalist).
  • Suryono (Anwar's Neighbor).
  • Haji Marzuki (Member of North Sumatra Parliament).
  • Haji Anif (Paramilitary Leader and Businessman).
  • Rahmat Shah (Member of Parliament).
  • Sakhyan Asmara (Deputy Minister of Youth and Sport).

Género:

    Documental / Historia, Indonesia, Dictadura de Suharto, Genocidio, Escuadrones de la muerte.

Premios:

    - 2013: Premios Oscar: Nominado a Mejor largometraje documental.
    - 2013: Premios del Cine Europeo: Mejor documental.
    - 2013: Premios BAFTA: Nominada a Mejor película de habla no inglesa.
    - 2013: Premios Gotham: Mejor documental.
    - 2013: National Board of Review (NBR): Mejores documentales del año.
    - 2013: Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor documental.
    - 2013: Satellite Awards: Nominada a mejor documental.

Idioma original: Indonesio, inglés.





Secuencias





DVDRip VO (director's cut final version) - MP4 [671 Mb]
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General
Nombre completo : The Act Of Killing 2013 DVDRIP.mp4
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DVDRip VO (director's cut final version) - MP4 [1.47 Gb]
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General
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DVDRip VO (director's cut final version) - M4V [1.55 Gb]
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Menú
ID : 3
ID Códec : text
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BDRip 720p VO (director's cut final version) - MKV [5.99 Gb] (fuente)
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Date ...............: December 9 2013
Runtime ............: 2:39:54
Size ...............: 5.98 GB
Video ..............: 1280x720
Bitrate ............: ~4749 kbps (H264 High@L4.1)
Audio 1.............: English-Indonesian DD5.1 Ch 448 kbps
Audio 2.............: English OGG 2.0 Ch 55 kbps -Commenatary With Werner Herzog And Joshua Oppenheimer
Chapters............: Yes
Source .............: 1080i Blu-ray AVC DD5.1
Subs ...............: English Hard-Coded For Foreign Parts

Screens.............: $27,450 (USA) (21 July 2013) (1 Screen)
Genre ..............: Documentary | Crime | History


SCREENS

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BDRip Dual (Indonesio-ComEng) (Director's cut) - MKV [1.84 Gb] (cortesía del compañero marlowe62; v. aquí)
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Datos técnicos:
** BRRip Dual (Indonesio-ComEng)SI+SCh / AAC 2.0 / 848x476 (16:9 / 1.782) / 02:39:54 (159 m.) / 25 fps **
** IMDb AR -- / Idiomas: Indonesio, Inglés / Duración: 115 m. (theatrical) - 159 m. (extended) **

General
Complete name : The.Act.Of.Killing.2012.Directors.Cut.BD.MiniSD-TLF.mkv
Format : Matroska
Format version : Version 4 / Version 2
File size : 1.84 GiB
Duration : 2h 39mn
Overall bit rate : 1 644 Kbps
Movie name : BY zac-fly @TLF
Encoded date : UTC 2013-12-30 07:40:30
Writing application : mkvmerge v6.4.1 ('Omega Point') built on Sep 16 2013 22:05:10
Writing library : libebml v1.3.0 + libmatroska v1.4.1

Video
ID : 1
Format : AVC
Format/Info : Advanced Video Codec
Format profile : High@L3.1
Format settings, CABAC : Yes
Format settings, ReFrames : 11 frames
Codec ID : V_MPEG4/ISO/AVC
Duration : 2h 39mn
Width : 848 pixels
Height : 476 pixels
Display aspect ratio : 16:9
Frame rate mode : Constant
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Color space : YUV
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Bit depth : 8 bits
Scan type : Progressive
Title : source: 720p BluRay DD5.1 x264 UioP
Writing library : x264 core 129 r2245+704+36 8e61944 tMod+MixAQ [8-bit@all X86]
Encoding settings : cabac=1 / ref=11 / deblock=1:-3:-3 / analyse=0x3:0x113 / me=umh / subme=11 / psy=1 / fade_compensate=0.00 / psy_rd=0.75:0.10 / mixed_ref=1 / me_range=16 / chroma_me=1 / trellis=2 / 8x8dct=1 / cqm=0 / deadzone=21,11 / fast_pskip=1 / chroma_qp_offset=-3 / threads=9 / lookahead_threads=1 / sliced_threads=0 / nr=0 / decimate=1 / interlaced=0 / bluray_compat=0 / constrained_intra=0 / fgo=0 / bframes=16 / b_pyramid=2 / b_adapt=2 / b_bias=0 / direct=3 / weightb=1 / open_gop=0 / weightp=2 / keyint=250 / keyint_min=25 / scenecut=40 / intra_refresh=0 / rc=crf / mbtree=0 / crf=19.7500 / qcomp=0.60 / qpmin=0 / qpmax=69 / qpstep=4 / ip_ratio=1.40 / pb_ratio=1.30 / aq=3 / aq-strength=0.65 / aq-sensitivity=10.00 / aq-ifactor=1.00 / aq-pfactor=1.00 / aq-bfactor=1.00 / aq2=0
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Audio #1
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Audio #2
ID : 3
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Format profile : HE-AAC / LC
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Duration : 2h 39mn
Channel(s) : 2 channels
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Compression mode : Lossy
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Title : Commenatary with Werner Herzog and Joshua Oppenheimer (q0.3 @67K)
Language : English
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Text #1
ID : 4
Format : UTF-8
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Title : chs
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Text #2
ID : 5
Format : UTF-8
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Codec ID/Info : UTF-8 Plain Text
Title : cht
Language : Chinese
Default : No
Forced : No





:str: Reproducción (VE):





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Nota Mié Sep 04, 2013 3:14 am
Pepe Arrastia, en "El documental 'The act of killing' y el contexto político que propició la matanza de comunistas indonesios, en Rebelión, el 4 de septiembre de 2013, escribió:La matanza de comunistas en Indonesia es una página de horror y reacción en la historia contemporánea que se ha procurado y casi conseguido ocultar. En muchas ocasiones en que me he referido a esos acontecimientos me encontré o con el absoluto desconocimiento de mis interlocutores o con sus muestras de incredulidad. En 1965 yo vivía en París y seguí en Le Monde (cuando ese periódico todavía ofrecía un considerable grado de fiabilidad, hoy lamentablemente no es así) aquellos acontecimientos, aquel genocidio en el que por Le Monde me enteré de que fueron asesinados en cuatro semanas más de medio millón de comunistas, algunos quemados vivos en las calles. Hoy se sabe que la cifra fue finalmente mucho mayor. Parece ser que en el documental “The Act of Killing”, de Joshua Oppenheimer ("En Indonesia matamos a todos los comunistas"), se descubre que acabaron con la vida de un millón de personas en menos de un año. No he visto el documental, pero por todo lo que he podido leer sobre él, mucho me temo que a pesar de la valiosa aportación que supone “destapar” ese genocidio, adolezca de la carencia de dos fundamentales aspectos de aquellos hechos: por un lado, el papel de la CIA en fabricar un supuesto intento de golpe de los comunistas, lo que fue reconocido por el gobierno estadounidense hace algunos años al hacer públicos documentos desclasificados de la CIA, hasta entonces materia de alto secreto; y por otro lado, el contexto político que favoreció dicha matanza y que explicaré brevemente.

El PKI (Partido Comunista de Indonesia) era un partido que, en el cisma del comunismo entre la URSS y la RPCh, era considerado pro-chino, maoísta, y consecuentemente respondía a los dictados de Pekín adoptando posiciones nacionalistas y apoyando las políticas anticolonialistas y opuestas a Occidente del gobierno del presidente general Sukarno, líder de la independencia de Indonesia y genuino representante de la burguesía local.

Con un creciente apoyo popular y casi 3 millones de afiliados en 1965, el PKI era el mayor partido comunista del mundo aparte de los de la URSS y la República Popular China. La creciente influencia del PKI incomodaba a los Estados Unidos. Asimismo, y aunque Sukarno mantuvo una cierta benevolencia con los comunistas indonesios, veía peligrar su régimen ante el rápido y fuerte ascenso de éstos. También veían peligrar sus privilegios sociales los líderes religiosos del Islam (ya entonces Indonesia era el país con más musulmanes del mundo), así como de los sectores del ejército más vinculados, o pertenecientes, a la burguesía nacional. En la noche del 30 de septiembre de 1965 tras una serie de actos violentos patrocinados por la CIA, el PKI fue acusado de instigar un intento de golpe de estado, y sirvió de pretexto para el golpe de estado del general Suharto. El PKI sufrió una durísima represión, en la que más de 500.000 de sus miembros y simpatizantes fueron asesinados y más de un millón fueron detenidos. Las listas de sospechosos de ser comunistas fueron proporcionadas por la CIA. En1966, el PKI y toda su órbita quedaron totalmente al margen de la ley.

Algunos de estos hechos fueron reflejados en la popular novela y película “El año que vivimos peligrosamente”, que estuvo prohibida en Indonesia hasta 1999. La novela fue escrita por el australiano Cristopher Koch y llevada al cine por Peter Weir en 1983.

Según Amnistía Internacional, en 1998 aún quedaban 13 ancianos en las cárceles indonesias acusados de pertenecer al PKI. Los antigos miembros del PKI estaban todavía en 2004 apartados de determinados trabajos, incluso en la Administración Pública.

En 1965 la política de China era la de apoyar a los gobiernos nacionalistas, recuerdo que cuando se referían al Presidente indonesio le llamaban “el hermano Sukarno”. El PKI controlaba incluso alguna de las grandes islas de Indonesia, tenía sus propias universidades, un brazo militar que, en fotos de la época, pude ver cómo se permitía desfilar por Yakarta con sus flamantes uniformes rojos.

Tal era el poder del PKI que se podía hablar casi de una situación de “doble poder”, un equilibrio de fuerzas entre las clases populares dirigidas por los comunistas y la burguesía nacional compuesta en gran parte por los altos mandos del Ejército. Lógicamente, las situaciones de doble poder no se pueden mantener mucho tiempo y el equilibrio entre las fuerzas es frágil y está llamado a romperse, bien sea con una revolución social (en Indonesia no podía ser otra que la toma del poder del PKI) o una contrarrevolución, que fue lo que allí ocurrió, cuando una parte del Ejército tomó la iniciativa y con la ayuda de EEUU rompió dicho equilibrio, exterminó a los comunistas e implantó la dictadura del corrupto general pro-yanqui Suharto, que se mantuvo en el poder durante 34 años. Algunos partidos comunistas que actuando bajo la batuta de Moscú o de Pekín supeditaron el hacer la revolución a los intereses nacionales de Rusia o de China pagaron caro, muy caro, su falta de independencia y la renuncia a hacer la revolución. Al PKI le supuso su exterminio. Y al pueblo indonesio, sufrir durante décadas una cruel dictadura y ser inducido a buscar refugio en el fundamentalismo islámico. Ya lo decía el revolucionario francés Georges-Jacques Danton “El revolucionario que no va hasta el final cava su propia tumba”; el propio Danton, por conciliador, acabó con su cuello en la guillotina al no ser consecuente con sus palabras.

Nota Jue Sep 05, 2013 3:33 am
John Roosa y Joseph Nevins, en "Hace cuarenta años. La matanza en Indonesia", en CounterPunch, el 5-7 de noviembre de 2005; y reproducido y traducido por Rebelión; escribió:“Uno de los peores asesinatos masivos del siglo XX”. Así describió una publicación de la CIA la masacre que comenzó el pasado mes hace cuarenta años en Indonesia. Fue una de las pocas afirmaciones correctas contenidas en el texto. Las 300 páginas fueron dedicadas a culpar a las víctimas de los asesinatos –los seguidores del Partido Comunista de Indonesia (PKI)– por sus propias muertes. El PKI había supuestamente apoyado un golpe de estado y una insurrección a escala nacional llamada el Movimiento del 30 de Septiembre (que, por algún motivo desconocido, comenzó el 1 de octubre). El asesinato masivo de cientos de miles de seguidores del partido durante los meses siguientes era considerado por lo tanto una reacción natural, inevitable, y justificable, de los no-comunistas que se sintieron amenazados por el intento violento del partido de llegar al poder estatal. Los asesinatos formaban parte del “tiro por la culata” que anunciaba el título: “Indonesia-1965: El golpe que fue un tiro por la culata”. Más tarde se reveló que el informe de 1968 había sido escrito por Helen Louise Hunter. Reconocía la masiva cantidad de asesinatos, y al mismo tiempo descartaba la necesidad de considerarlos en detalle. Se concentró en demostrar que el PKI fue responsable del Movimiento del 30 de Septiembre, mientras restringía lo fundamental: las atrocidades contra el PKI, a un comentario breve, casual. [1]

El informe de la CIA escrito por Hunter expresó con exactitud la narrativa de los comandantes del ejército indonesio cuando organizaron la masacre. Esa narrativa describía al Movimiento 30 de Septiembre –un asunto desorganizado, a pequeña escala que duró 48 horas y resultó en un total de 12 muertes, entre ellas seis generales del ejército– en el mayor mal que jamás había afectado a Indonesia [2]. El comandante del ejército, general de división Suharto, justificó su adopción de poderes de emergencia a fines de 1965 y comienzos de 1966 insistiendo en que el Movimiento 30 de Septiembre fue una artera conspiración del PKI para apoderarse del poder estatal y asesinar a todos sus enemigos. El régimen de ley marcial de Suharto detuvo a cerca de un millón y medio de personas como prisioneros políticos (por períodos de diferente duración) y las acusó de estar directa o indirectamente involucradas en el Movimiento 30 de Septiembre. Los cientos de miles de personas muertas a tiros, apuñaladas, apaleadas o hambreadas hasta la muerte fueron calificadas de perpetradores o posibles perpetradores de atrocidades, tan culpables del asesinato de los generales como el puñado de personas que fueron las verdaderamente culpables.

El Movimiento 30 de Septiembre fue el "incendio del Reichstag" de Suharto: un pretexto para destruir el partido comunista y apoderarse del poder del Estado. Como en el incendio de febrero de 1933 del parlamento alemán que Hitler utilizó para crear una atmósfera histérica, crítica, el Movimiento 30 de Septiembre fue exagerado por la camarilla de oficiales de Suharto hasta que asumió las proporciones de un monstruo salvaje, maligno, supernatural. El ejército fomentó una campaña de propaganda anticomunista desde los primeros días de octubre de 1965: “el PKI” había castrado y torturado a los siete oficiales del ejército que había secuestrado en Yakarta, habían bailado desnudos y cortado los cuerpos de los oficiales con cien hojas de afeitar, preparado listas para asesinatos, cavado miles de fosas en todo el país para enterrar innumerables cadáveres, acumulado armas importadas de China, etc. El ejército prohibió numerosos periódicos e impuso la censura militar al resto. Fue precisamente este trabajo de guerra psicológica del ejército lo que creó las condiciones bajo las cuales parecía justificarse el asesinato masivo “del PKI”.

La pregunta de si el PKI organizó o no en realidad el Movimiento 30 de Septiembre es sólo importante porque el régimen de Suharto le dio importancia. De otro modo, es irrelevante. Incluso si el PKI no hubiera tenido absolutamente nada que ver con el movimiento, los generales lo habrían culpado por su existencia. En realidad, construyeron su caso contra el PKI sobre la base de transcripciones de los interrogatorios de los participantes del movimiento que no habían sido ejecutados sumariamente. El ejército utilizó la tortura como procedimiento normal para los interrogatorios, de manera que no se puede confiar en las declaraciones de los sospechosos. El informe de Hunter para la CIA, basado sobre todo en esas transcripciones, tiene tanto valor como un texto de la Inquisición sobre la brujería.

Es obvio que el PKI en su conjunto no fue responsable del Movimiento 30 de Septiembre. Los tres millones de miembros del partido no participaron en este último. Si lo hubieran hecho, no habría sido un asunto de tan pequeña escala. Sin embargo, parece ser que el presidente del partido, D. N. Aidit, tuvo un papel crucial. Fue ejecutado sumaria y secretamente a fines de 1965, así como dos de los tres principales líderes del Politburó (Lukman y Njoto), antes de que pudieran suministrar sus informes. El que sobrevivió al terror inicial, el secretario general del partido, Sudisman, admitió ante el tribunal espectáculo de los militares en 1967 que el PKI, como institución, no sabía nada del Movimiento 30 de Septiembre, pero que ciertos dirigentes estuvieron involucrados como personas. Si los líderes del movimiento hubieran sido tratados como los dirigentes de anteriores revueltas contra el gobierno poscolonial, habrían sido arrestados, procesados y sentenciados. No se habría encarcelado o masacrado a todos los miembros de sus organizaciones.

Ante tan poca discusión pública y tan poca investigación seria de los asesinatos masivos de 1965–1966, estos crímenes siguen sin ser comprendidos. Mucha gente fuera de Indonesia cree que las víctimas fueron sobre todo chinos indonesios. Aunque algunos chinos indonesios se encontraban entre las víctimas, de ninguna manera eran la mayoría. La violencia apuntó a miembros del PKI y de las diversas organizaciones aliadas del partido o que simpatizaban con él, no importa a qué etnia pertenecían: javaneses, balineses, sundaneses, etc. No se trató de un caso de limpieza étnica. Mucha gente imagina que los asesinatos fueron cometidos por una turba frenética que arrasó aldeas y vecindarios urbanos. Pero la investigación reciente de la historia oral sugiere que la mayoría de los asesinatos fueron ejecuciones de detenidos [3]. Se requiere mucha investigación más antes de que se pueda llegar a conclusiones definitivas.

El presidente Sukarno, el objetivo del presunto intento de golpe del PKI, comparó la violencia asesina del ejército contra los estigmatizados como PKI con un caso de alguien que “quema una casa para matar a una rata”. Protestó repetidamente contra las exageraciones del ejército sobre el Movimiento 30 de Septiembre. No fue, dijo, "nada más que una onda en el amplio océano”. Su incapacidad o falta de disposición de hacer otra cosa que protestas retóricas, sin embargo, terminó por condenar su régimen. En marzo de 1966, Suharto se apoderó del poder para despedir, nombrar y arrestar a ministros del gabinete, incluso mientras mantenía a Sukarno como presidente figurón hasta marzo de 1967. El gran orador que había dirigido la lucha nacionalista contra los holandeses, el visionario cosmopolita del Movimiento No-Alineado, fue menos hábil que un taciturno, inculto, brutal y corrupto general de una aldea javanesa.

Suharto, un don nadie en la política indonesa, actuó contra el PKI y Sukarno con el apoyo total del gobierno de EE..UU. Marshall Green, embajador estadounidense en Indonesia en aquella época, escribió que la embajada había “dejado en claro” al ejército que Washington “simpatizaba con y admiraba en general” sus acciones [4]. Funcionarios de EE.UU llegaron a expresar su preocupación de que el ejército podría no hacer lo suficiente para aniquilar al PKI [5]. La embajada de EE.UU. suministró equipo de radio, walkie-talkies, y armas de pequeño calibre a Suharto para que sus soldados pudieran realizar el ataque contra civiles en todo el país [6]. Un funcionario diligente de la embajada con un gusto por la recolección de datos hizo su parte al entregar al ejército una lista de miles de nombres de miembros del PKI [7]. Un tal apoyo moral y material fue muy apreciado por el ejército indonesio. Como informara un asistente del jefe de estado mayor del ejército a funcionarios de la embajada de EE.UU. en octubre de 1965: “era exactamente lo necesario para estar seguros de que no nos fueran a atacar por todos lados mientras actuábamos para arreglar las cosas aquí” [8].

Esta colaboración entre EE.UU. y la máxima dirección del ejército en 1965 se arraigaba en el antiguo deseo de Washington de tener un acceso privilegiado y reforzado a la riqueza en recursos del Sudeste Asiático. Mucha gente en Washington consideraba a Indonesia la pieza central en la región. Richard Nixon dijo que el país “contiene la acumulación más rica de recursos naturales de la región” y que “es de lejos la recompensa más grandiosa en el área del Sudeste Asiático” [9]. Dos años antes, en un discurso en Asia en 1965, Nixon había argumentado a favor de bombardear Vietnam del Norte para proteger “el inmenso potencial mineral” de Indonesia [10]. Pero aparecieron obstáculos a la realización de la visión geopolítica-económica de Washington cuando emergió el gobierno de Sukarno en Indonesia después de la independencia. La política interna y extranjera de Sukarno era nacionalista, no-alineada, y explícitamente antiimperialista. Además, su gobierno mantenía una relación de trabajo con el poderoso PKI, y Washington temía que este último terminaría por ganar las elecciones nacionales.

La administración Eisenhower trató de despedazar a Indonesia y de sabotear la presidencia de Sukarno, apoyando revueltas secesionistas en 1958 [11]. Cuando fracasó esa aventura criminal de los hermanos Dulles, los estrategas en Washington dieron marcha atrás y comenzaron a respaldar a los oficiales militares del gobierno central. La nueva estrategia fue cultivar las relaciones con oficiales anticomunistas que pudieran estructurar gradualmente el ejército como un gobierno alternativo capaz de reemplazar al presidente Sukarno y eliminar al PKI en alguna fecha futura. Los generales superiores en Yakarta aguardaron su ocasión y el momento oportuno para lo que los estrategas calificaron de un “enfrentamiento” final con el PKI [12]. Ese momento llegó el 1 de octubre de 1965.

La destrucción del PKI y el derrocamiento de Sukarno resultaron en un cambio dramático en la ecuación del poder regional, lo que llevó a la revista Time a saludar la sangrienta toma del poder de Suharto como “la mejor noticia en Asia para Occidente desde hace años” [13]. Varios años después, la publicación U.S. Navy League se deshizo en elogios sobre el nuevo rol de Indonesia en el Sudeste Asiático, diciendo: “ese controlador poco agresivo, pero duro, en esa área”, mientras caracterizaba al país como “una de las naciones más desarrolladas de Asia dotada por la suerte con lo que es probablemente la ubicación geográfica más determinante desde el punto de vista estratégico del mundo” [14]. Entre otras cosas, esa euforia reflejó precisamente lo lucrativo que resultó el relevo de la guardia en Indonesia para los intereses empresariales occidentales.

La camarilla de oficiales de Suharto tomó el poder con una estrategia económica a largo plazo. Esperaban que la legitimidad de su nuevo régimen proviniera del crecimiento económico y que ese crecimiento fuera el resultado de la atracción de inversiones occidentales, de la exportación de recursos naturales a los mercados occidentales y de los ruegos por ayuda occidental. La visión de Suharto para el ejército no tenía que ver con la defensa de la nación contra la agresión extranjera sino con la defensa del capital extranjero contra los indonesios. Intervino personalmente en una reunión de ministros del gabinete en diciembre de 1965 que discutía la nacionalización de las compañías petroleras Caltex y Stanvac. Poco después del inicio de la reunión, llegó repentinamente en helicóptero, entró a la sala y declaró, como dice el jubiloso informe de la embajada de EE.UU., que los militares “no tolerarán acciones precipitadas contra compañías petroleras”. Confrontado con una tal amenaza, el gabinete postergó indefinidamente la discusión [15]. Al mismo tiempo, el ejército de Suharto encarcelaba y asesinaba a dirigentes sindicales en las instalaciones de las compañías petroleras y las plantaciones de caucho estadounidenses [16].

Una vez que Suharto apartó definitivamente a Sukarno en marzo de 1966, se abrieron las esclusas de la ayuda extranjera. EE.UU. envió grandes cantidades de arroz y de textiles con la intención política explícita de reforzar su régimen. Se quería convencer a los indonesios mediante la baja de los precios de que el régimen de Suharto constituía una mejora sobre el de Sukarno. La capacidad del régimen durante los años siguientes de sustentar el crecimiento económico mediante la integración con el capital occidental suministró toda la legitimidad que podría tener. Una vez que el modelo de crecimiento terminó con la huída de capitales de la crisis económica asiática de 1997, la legitimidad del régimen se evaporó rápidamente. Los estudiantes universitarios de clase media, fruto del crecimiento económico, jugaron un papel particularmente importante en la expulsión de Suharto de su posición. El régimen de Suharto vivía del capital extranjero y murió con el capital extranjero.

Ahora ha quedado en claro que el tan cacareado crecimiento económico de los años de Suharto fue severamente perjudicial para el interés nacional. El país ganó poco con todos los recursos naturales vendidos en el mercado mundial. Los pagos de la deuda externa e interna, parte de la cual provienen de la odiosa deuda de los años de Suharto, se tragan gran parte del presupuesto gubernamental. Debido a los mínimos gastos en la salud, abundan las enfermedades epidémicas y prevenibles. Hay poca producción industrial interior. Los bosques, con los cuales los oficiales militares y compinches de Suharto siguen ganando fortunas, son talados y quemados a una velocidad alarmante. El país importa inmensas cantidades de productos básicos que podrían ser fácilmente producidos en mayor escala en Indonesia, como azúcar, arroz y soja. Los principales productos de las aldeas son ahora los trabajadores migrantes, o “héroes de las divisas extranjeras”, para citar un letrero luminoso en el aeropuerto de Yakarta.

Además del saqueo de los recursos básicos de Indonesia, el régimen de Suharto causó un nivel sorprendente de sufrimientos innecesarios. Bajo sus órdenes, los militares indonesios invadieron el vecino Timor Oriental en 1975 después de recibir luz verde del presidente Gerald Ford y de su secretario de estado, Henry Kissinger. El resultado fue una ocupación que duró casi 24 años y que dejó un saldo de decenas de miles de muertos en Timor Oriental. Dentro de la propia Indonesia, la TNI cometió atrocidades generalizadas durante campañas de contrainsurgencia en las provincias ricas en recursos de Papúa Occidental y Aceh, resultando en decenas de miles de fatalidades adicionales.

Con la renuncia forzada de Suharto en 1998, se abrió un importante espacio democrático en Indonesia. Hay elecciones nacionales y locales competitivas. Víctimas del “Nuevo Orden” y sus familias pueden organizarse. Incluso hay un esfuerzo oficial por crear una comisión nacional de la verdad para investigar las atrocidades del pasado. A pesar de ello, los militares siguen amenazando el sistema político del país. No ha habido una investigación exhaustiva propiamente tal de las innumerables matanzas que tuvieron lugar en 1965-1966. Los libros de texto de historia todavía se concentran en el Movimiento del 30 de Septiembre y no mencionan las masacres. Del mismo modo, ningún dirigente militar o político ha sido responsabilizado por los crímenes de la era de Suharto (o los que han tenido lugar desde entonces), aumentando así la probabilidad de futuras atrocidades. La impunidad causa continuas preocupaciones a la sociedad civil indonesa y las regiones intranquilas, así como en el empobrecido, ahora independiente, Timor Oriental. Por lo tanto no sorprende que el gobierno del país más reciente del mundo se sienta obligado a restar importancia a las demandas de justicia de su ciudadanía y a enfatizar un proceso inocuo de reconciliación con Indonesia. Mientras tanto, en Estados Unidos, a pesar del apoyo político y los miles de millones en armas, entrenamiento militar y ayuda económica de EE.UU. a Yakarta durante las cuatro décadas precedentes, el papel de Washington en los campos de la muerte de Indonesia en 1965-1966 y la brutalidad subsiguiente ha sido efectivamente enterrado, posibilitando así los actuales esfuerzos de la administración Bush por incrementar los vínculos con los militares indonesios, como parte de la “guerra contra el terror” global [17]. La partida de Suharto no ha conducido a cambios radicales en el Estado y la economía de Indonesia.

Sukarno solía acusar al colonialismo holandés diciendo que Indonesia era “una nación de culíes, y un culí entre las naciones”. Gracias a los años de Suharto, esa descripción sigue válida. Los principios de la autosuficiencia, prosperidad y reconocimiento internacional por los que se libró la lucha nacionalista, parecen ahora tan remotos como siempre. Es alentador que numerosos indonesios recuerden ahora la lucha de Sukarno contra el imperialismo occidental (primero el de Holanda y luego de EE.UU.), después de vivir la miseria que produjo la estrategia de colaboración de Suharto. En su discurso del año de “vivir peligrosamente” de agosto de 1964 –una frase recordada en Occidente sólo como el título de una película de 1982 con Mel Gibson y Sigourney Weaver-, Sukarno habló del ideal indonesio de independencia nacional en lucha por mantenerse a flote en “un océano de subversión e intervención de los imperialistas y los colonialistas". La toma del poder estatal de Suharto, con ayuda de EE.UU., hace cuarenta años este mes, ahogó en sangre ese ideal, pero podría alzarse de nuevo durante la actual crisis económica que está poniendo en peligro las vidas de tantos indonesios.





Notas

    1. Un antiguo agente de la CIA que trabajó en el Sudeste Asiático, Ralph McGehee, señaló en sus memorias que la agencia preparó un informe separado sobre los eventos de 1965, en el que reflejó las opiniones honestas de sus agentes, para sus propios lectores internos. La descripción del informe que hizo McGehee fue fuertemente censurada por la agencia cuando examinó un informe que publicó por primera vez en la edición del 11 de abril de 1981 de The Nation. “Deadly Deceits: My 25 Years in the CIA” (New York: Sheridan Square, 1983), pp. 57-58. Dos artículos en la revista interna de la agencia Studies in Intelligence han sido desclasificados: John T. Pizzicaro, "The 30 September Movement in Indonesia" (otoño de 1969); Richard Cabot Howland, "The Lessons of the September 30 Affair" (otoño de 1970). Este último [en inglés] se encuentra online: http://www.odci.gov/csi/kent_csi/docs/v ... p_0001.htm

    2. En Yakarta, los soldados del movimiento secuestraron y mataron a seis generales y a un teniente capturado por error en la casa del séptimo que evitó ser capturado. Durante estos secuestros murieron: la hija de cinco años de un general, un sobrino adolescente de otro general y un guardia de seguridad. En Java Central, dos coroneles fueron secuestrados y asesinados.

    3. John Roosa, Ayu Ratih y Hilmar Farid, eds. Tahun yang Tak Pernah Berakhir: Memahami Pengalaman Korban 65; Esai-Esai Sejarah Lisan ["The Year that Never Ended: Understanding the Experiences of the Victims of 1965; Oral History Essays"] (Yakarta: Elsam, 2004). Considere también la matanza investigada en el excelente filme documental de Chris Hilton: “Shadowplay” (2002).

    4. Telegrama de la embajada en Indonesia al Departamento de Estado, 4 de noviembre de 1965 en United States Department of State, Foreign Relations of the United States, 1964-1968, vol. 26, p. 354. Este volumen FRUS se encuentra online en el sitio e la red del National Security Archive: http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB52/#FRUS

    5. Telegrama de la embajada en Yakarta al Departamento de Estado, 14 de octubre de 1965. Citado en Geoffrey Robinson, “The Dark Side of Paradise: Political Violence in Bali” (Ithaca: Cornell University Press, 1995), p. 283.

    6. Frederick Bunnell, "American 'Low Posture' Policy Toward Indonesia in the Months Leading up to the 1965 'Coup'", Indonesia, 50 (octubre de 1990), p. 59.

    7. Kathy Kadane, "Ex-agents say CIA Compiled Death Lists for Indonesians", San Francisco Examiner, 20 de mayo de 1990, Online en http://www.pir.org/kadane.html

    8. CIA Report no. 14 a la Casa Blanca (desde Yakarta), 14 de octubre de 1965. Citado en Robinson, “The Dark Side of Paradise”, p. 283.

    9. Richard Nixon, "Asia After Viet Nam", Foreign Affairs (octubre de 1967), p. 111.

    10. Citado en Peter Dale Scott: "Exporting Military-Economic Development: America and the Overthrow of Sukarno", en Malcolm Caldwell (ed.), Ten Years' Military Terror in Indonesia (Nottingham (U.K.): Bertrand Russell Peace Foundation por Spokesman Books, 1975), p. 241.

    11. Audrey R. Kahin y George McT. Kahin, Subversion as Foreign Policy: The Secret Eisenhower and Dulles Debacle in Indonesia (New York: The New Press, 1995), p. 1.

    12. Bunnell, "American 'Low Posture' Policy", pp. 34, 43, 53-54.

    13. Time, 15 de julio de 1966. También vea: Noam Chomsky, Year 501: The Conquest Continues (Boston: South End Press, 1993), pp. 123-131.

    14. Lawrence Griswold, "Garuda and the Emerald Archipelago: Strategic Indonesia Forges New Ties with the West", Sea Power (Navy League of the United States), vol. 16, no. 2 (1973), pp. 20, 25.

    15. Telegrama 1787 desde Yakarta al Departamento de Estado, 16 de diciembre de 1965, citado en Brad Simpson: "Modernizing Indonesia: U.S.­Indonesian Relations, 1961-1967" (Ph.D. dissertation, Department of History, Northwestern University, 2003), p. 343.

    16. Hilmar Farid, "Indonesia's Original Sin: Mass Killings and Capitalist Expansion 1965-66", Inter-Asia Cultural Studies, vol. 6, no. 1 (March 2005).

    17. Para información sobre los vínculos militares de EE.UU. e Indonesia, vea el sitio en la red de East Timor Indonesia Action Network en http://www.etan.org

Nota Sab Feb 01, 2014 8:06 pm
[Editado por el comité de RBM para incluir los enlaces en el primer mensaje. Muchas gracias, compañero marlowe62.]


En Filmaffinity se escribió:Aclamadísimo documental que ha obtenido una entusiasta acogida entre la crítica y público. El director Werner Herzog declaró al respecto: "No he visto un film tan potente, surreal y aterrador en la última década". Por su parte el director de documentales Errol Morris, ganador de un Oscar, dijo de ella: "Como todos los grandes documentales, 'The Act of Killing' exige otra manera de ver la realidad. (...) Un film asombroso e impresionante".

Catherine Shoard, en The Guardian, escribió:Casi cada fotograma es impresionante (...) Puntuación: ***** (sobre 5).

Peter Debruge, en Variety, escribió:Nunca antes alguien había hecho un documental como 'The Act of Killing', es una película que ruega que la veamos, para luego no volver a verla nunca más.

Stephen Dalton, en The Hollywood Reporter, escribió:Crimen pero no castigo en esta muy reveladora película sobre los escuadrones de la muerte en Indonesia.

David Edelstein, en New York Magazine, escribió:Extraña hasta resultar flipante, sin embargo, es uno de los retratos más lúcidos del mal que he visto en mi vida.

Nando Salvá, en El Periódico, escribió:Uno de los documentales más originales e impactantes que se recuerdan (...) obra magnífica (...) una experiencia cinematográfica desconcertante.

Manuel Yáñez Murillo, en Fotogramas, escribió:Un fascinante documental que apabulla al espectador (...) valiente mirada al corazón del mal. Puntuación: **** (sobre 5).

Manuel Piñón, en Cinemanía, escribió:Una película tan violenta en la que no te taparás los ojos sino los oídos (...) Veredicto: Remueve estómagos y conciencias. Puntuación: ***** (sobre 5).

Jordi Costa, en El País, escribió:Una de las películas más relevantes de esta temporada, un trabajo que levanta preguntas muy incómodas (...) se desborda de momentos difíciles de olvidar (...) Una obra maestra intranquilizadora: imposible sentirse limpio tras haberla hecha posible; complicado sentirse limpio tras haberla visto.

Antonio Weinrichter, en ABC, escribió:Lo que se muestra no es un testimonio al uso sino un ensayo general para una película de torturas y masacres... que sabemos que ocurrieron de verdad. (...) más pronto o más tarde la mente entra en cortocircuito ante este mix de géneros de lo real y lo (re)imaginado. (...) Puntuación: *** (sobre 5).

Lluís Bonet Mojica, en La Vanguardia, escribió:Un durísimo, terrible ejercicio de cinema verité que puede resultar incómodo para espectadores sensibles (...) Puntuación: ***** (sobre 5).

Anwar Congo y sus amigos se encuentran bailando libremente en coreografías típicas de los musicales, torciendo los brazos rodeados de gángsters típicos del cine negro, y galopando por las praderas como vaqueros del oeste. Esta incursión en el cine por un grupo de amigos se celebra en los medios de comunicación y el debate en la televisión, a pesar de que Anwar Congo y sus amigos son asesinos de masas. Este documental, donde sus actores son los personajes verídicos de esta historia, cuestiona la existencia de los antiguos líderes de los escuadrones de muerte en Indonesia, y para ello recrea sus masivos actos de asesinato en la vida real con un estilo que mezcla géneros cinematográficos múltiples, desde el clásico thriller de crímenes hollywoodiense pasando por escenas con números musicales.

Dos de los documentalistas más prestigiosos del mundo (Werner Herzog y Errol Morris) están acreditados como productores ejecutivos (SensaCine).

AMG SYNOPSIS: Celebrated documentary filmmakers Errol Morris and Werner Herzog act as executive producers on Joshua Oppenheimer and Christine Cynn's deeply chilling documentary exploring mankind's frightening capacity for violence. Desperate to understand the rationale behind the mass killings of Communists in Indonesia during the 1960s, Oppenheimer and Cynn present former Indonesian death squad leader Anwar Congo with a unique opportunity -- reenact his savage crimes for the camera in the style of his favorite Hollywood films, and allow him the opportunity to speak candidly about his memories and motivations for committing mass murder. Later, as Congo recalls the various methods he and his followers used to intimidate and slaughter scores of Communists, the reality of his heinous transgressions begin to set in, and vivid nightmares fill his nights with unspeakable terror. -- Jason Buchanan

- The co-director, as well as over 20 other members of the film crew, are credited as 'Anonymous' because they still fear revenge from the death-squad killers. The 41-year-old Indonesian who shared directing credit with Joshua Oppenheimer, could only wonder, 'How could these people tell these horrible stories so lightly and so proudly? You just want to challenge them right away. But you have to keep telling yourself to be patient, to let them tell the story the way they like. Because then we can learn something about the whole system of destruction'.

- The 115-minute version is generally the theatrical version. It was presented at the Telluride and Toronto Film Festivals. The 159-minute version competed at the CPH:DOX festival and won its main award. It is also the main version being released in Indonesia.
- The 159-min version is the director's cut. It is the only version being released in Indonesia, and was released alongside the 115-min version in Danish cinemas. Compared to the shorter version, the 159-minute version reveals more of the filmmaking method and also explores the role of propaganda cinema in maintaining anti-communist fervor. The fiction scenes take over the film's form to the extent that ultimately the boundaries between fiction and documentary blur. In the final act, Anwar's descent in the long version is longer and more complex (IMDb).

Quim Casas, en "El horror tiene forma", en SensaCine, escribió:El director de “The Act of Killing”, el estadounidense Joshua Oppenheimer, ha pasado ocho años en Indonesia indagando en torno a los mecanismos de la violencia política y su efecto sobre el imaginario colectivo del país. La película, que tiene algo de los documentales de Werner Herzog (no en vano coproductor ejecutivo del filme junto a otro espléndido documentalista de los tiempos modernos, Errol Morris) y también de los de Rithy Panh cuando indaga en la memoria histórica de Camboya (aunque es casi imposible llegar al mismo nivel, utilizando ingredientes similares, a los logrados por Panh en su obra maestra, 'S-21: la máquina roja de matar'), reconstruye un pasado traumático, el de la dictadura militar indonesia oficializada en 1965, a partir de algunos de los personajes que lo protagonizaron.

Como en los filmes de Panh sobre otra dictadura, la de los jemeres rojos camboyanos, Oppenheimer da la palabra a los torturadores, a los esbirros del régimen. Porque si en el caso de Camboya los que realizaron las matanzas, torturas, violaciones e interrogatorios creían –más o menos– en lo que hacían, razón que no los exime, por supuesto, de su tenebroso papel en la historia moderna de aquel país, los asesinos y torturadores en Indonesia no eran fervorosos anti-comunistas, sino gánsteres (y algunos paramilitares) que se vendieron al mejor postor (la dictadura) y sacaron tajada de ello matando con sus propias manos a las víctimas encarceladas. Aquellos abyectos protagonistas de la represión cuentan directamente a cámara como mataban a los prisioneros; escenifican sus actos sin sentimiento de culpa alguna y sin tener conciencia exacta de lo que están haciendo ahora, en estos momentos, explicando al detalle sus crímenes ante un cineasta extranjero cuya virtud ha sido embaucarles y después darles la palabra para capturar, en vivo, la máxima expresión del terror cotidiano.

“The Act of Killing” no tiene el componente distanciador, casi humorístico, de Herzog tipo 'Grizzly Man' o 'The Wild Blue Yonder' –aunque las escenas de bailes folclóricos junto a un pez gigante están en esa línea–, pero eso no es óbice para que la película de Oppehneimer haga reír a veces: es el reír nervioso que provoca el horror, el rechazo, el desconcierto ante lo que cuenta, la incomodidad frente a los hechos mostrados y la simpleza con la que aquellos asesinos lo explican sin miedo a que la justicia pueda caer sobre ellos, escenificándolo como si se tratara de una de las viejas películas de gánsteres estadounidenses que ellos han convertido en sus ídolos. Indonesia es aún un país corrupto, una dictadura encubierta, y las imágenes de los desfiles de los cuerpos paramilitares al servicio del régimen así lo atestiguan. Por eso, los tristes protagonistas de “The Act of Killing” no tienen nada que perder: le han explicado al mundo entero como son, lo que son, lo que hicieron, los cuellos que estrangularon con un alambre y el orgullo que sienten por haberlo hecho. El horror si tiene forma.

A favor: la manera tan aparentemente inocente con la que los asesinos relatan sus crímenes del pasado.
En contra: algo reiterativa en sus “fugas” fantásticas, excesiva en metraje aunque existe la versión internacional y el director’s cut

    Otras referencias
    - "En Indonesia matamos a todos los comunistas". Begoña Piña, Público (30/08/2013).




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Salud.


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