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Desalojo de los Gatos: una respuesta organizada

Largometraje documental, corto documental, reportaje, documental sonoro (no importa el formato)... ya sea en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
Desalojo de los Gatos: una respuesta organizada
(España, ¿?) [14 min]

Portada


Sinopsis:

    Desalojo de una de las kasas okupadas más emblemáticas de la Barcelona de los 90, situada muy cerca de la Kasa de la Muntanya. Acudieron 26 furgonetas cargadas de antidisturbios de la Policia Nazional y muchos efectivos de paisano... Aún asi la Resistencia organizada en la calle (no más de 200 personas) duró horas, saldándose finalmente con 4 detenidos.

    C/ Nostra Sr. del Coll 22 («L@s Gat@s») (Gràcia) Okupada en 1990. Desalojada en 1991. Proyecto de parque no realizado. El solar sirve durante esos años de basurero. En 1996 se empiezan las obras para un geriátrico privado (curiosa coincidencia con Los Gatos II, ¿no?). Las obras están ya terminadas.

    C/ Mare de Dèu de la Salut 45 (L@s Gat@s II) (Gràcia) Propiedad particular. Okupada en 1991 y desalojada en junio de 1997. Derribada la casa y arrasado el jardín. Comprada a última hora por el dueño del geriátrico colindante para ampliar éste. El enorme solar sigue ahí.[/quote]

En "Seis años y pico maullando", en U S U R P A. Boletín contr@informativo mensual de los okupas de Barna, número 5, mayo de 1998, escribió:Once meses. Once meses es el tiempo que dura ya el insultante e inmenso solar situado en la calle Mare Deu de la Salut nº 45, lugar conocido antes como Casa de los Gatos o dels Gats: una enorme y grandiosa casa señorial (con su también enorme jardín) de la burguesía barcelonesa de principios de siglo, y que, como tal, probablemente fuera utilizada por sus propietarios para pasar las vacaciones estivales o algunos fines de semana en la tranquila Vila de Gràcia, lejos del bullicio de la entonces reducida ciudad de Barcelona.

Pero de todo esto hace mucho tiempo. Tras haber sufrido treinta años de abandono (entre los años 60 y 90) y sin que nadie la habitara, un grupo de jóvenes provenientes de la desalojada y derruida Casa de los Gatos (en la calle Mare Deu del Coll, también de Gracia) decide okuparla un 15 de abril de hace siete años. Así la Casa de los Gatos volvía a acoger personas e ideas dentro de otras cuatro paredes pero con las mismas ganas y entusiasmo que la anterior. De esta manera, arreglando la casa por sus propios medios, pronto empezaron los proyectos de diverso tipo: talleres, local de ensayo, conciertos solidarios en el salón de la vivienda, comedor popular de verano en el jardín y comedor también en las últimas jornadas estatales de insumisión total. Además, durante el último año contaba con un archivo sobre diferentes temáticas y luchas, y se elaboraban dos boletines de contrainformación: Campi Qui Pugui y el que tienes en las manos (del que se preparaba un nuevo número cuando nos sobrevino el desalojo).

A siete meses del show policial en el cine Princesa, y tras los disturbios ocasionados por los desalojos en las calles Massens y Providencia, ambas en Gracia, los propietarios legales de la finca, por miedo a la posible resistencia desde la casa, intentan sobornarnos por medio de su abogado con un millón de pesetas si abandonamos ésta pacíficamente. Aunque nadie se planteaba esa opción decidimos darle largas con tal de ganar tiempo. Pero al poco nos llegó la notificación comunicándonos que en ocho días, exactamente el 5 de junio a las 9.30 de la mañana, se procedería al desalojo violento por parte de los uniformados de mente y corazón. Este sería el último día de vida de L@s Gat@s (tras seis años, un mes y 20 días de okupación), aunque continúa pendiente de resolución el recurso de apelación presentado ante la audiencia provincial de Barcelona en octubre del 96 y del cual afirmaban no tener conocimiento el mismo día del desalojo en un último intento por parar éste. Como seguramente tampoco lo tuvieron, ni la jueza de instrucción ni desde la audiencia, de la venta de la finca a última hora por parte de la familia Miró -propietaria originaria de la casa y de diversos terrenos y masías en Vilafranca del Penedés- al propietario del geriátrico que se encontraba detrás de Los Gatos, dueño además de otros hospitales y diversos edificios en la zona. Razón ésta suficiente para haber detenido el desalojo, puesto que en una causa civil de este tipo el cambio de manos implica un nuevo proceso. Claro que no podían esperar ni un minuto para derribar la casa y arrasar el jardín con el propósito de ofrecer al barrio un hermosísimo solar hasta que su nuevo dueño decida empezar las obras de ensanchamiento de su particular imperio. Esta era la guinda de un más que irregular proceso civil que duraba ya unos tres años (tras haber salido ya absueltos de un juicio por lo penal en enero del 92) en el que l@s denunciantes -sobrinos y herederos de la difunta Doña Modesta Miró Palau- pedían una indemnización por daños de nada menos la cual fue rebajada por la jueza al fijar una caución o fianza de un millón tras declararse la gente insolventes y acogerse al derecho de justicia gratuita . Obviamente alguien insolvente no debe ni puede pagar un millón de pesetas para poder presentarse a juicio, así que la jugarreta ya estaba hecha y las demandas de contradicción por indefensión y los posteriores recursos al juzgado de primera instancia nº2 y a la audiencia (del que estamos ya hastiados de esperar la resolución) no han hecho sino retrasar lo inevitable.

Y lo inevitable fue también que se convocara una concentración para intentar frenar el violento desalojo a la que solidariamente respondieron más de 300 personas, además de la numerosa gente que nos estuvo ayudando a preparar las defensas de la casa durante los últimos días de la cuenta atrás. Aunque ya suponíamos que no podríamos detener el desalojo únicamente con nuestros medios, estábamos dispuest@s a amargarle el día a más de un violento con placa. Llegado el momento, la gente que acudió se concentró delante de la casa, mientras algunos resistiríamos en el interior con la seguridad que nos daba nuestro plan de fuga que pusimos en práctica con total éxito -tras hora y media de resistencia en el interior- y sin que la policía nazional descubriera jamás por donde escapamos. El miedo al ridículo por haber demostrado una vez más su habitual torpeza impulsó probablemente a los aguerridos defensores del pueblo a difundir la noticia de que durante la operación habían detenido a una persona en el interior de la casa y a otras dos intentando salir para escapar. Nada más lejos de la realidad. Las tres personas detenidas lo fueron de manera arbitraria, porque pasaban por allí y había que justificar bien el trabajo. Las acusaciones que se les imputaron en su momento fueron cuatro: usurpación (algo absurdo e imposible en un desahucio civil, al ser éste un delito penal), atentado, resistencia y desórdenes públicos. La primera acusación fue obviamente retirada al poco y las dos siguientes a finales del año pasado pues no podían probarlas de ninguna manera; finalmente les ha quedado una petición de un año y dos meses por desórdenes. Hasta el momento no se tiene fecha para el juicio.

Tema aparte fue el de la prensa. Esta vez los violentos de azul parecían haber aprendido algo tras el 28 de octubre del 96, en cuanto pudieron hacer retroceder a la gente hacia arriba de las calles Larrad y Molist y tomaron toda la calle se emplearon bien a fondo dispersando con contundencia -o sea, a porrazo limpio- a todo periodista presente para no permitirles volver a acercarse hasta que no comenzaron la demolición del jardín y la casa, exceptuando las cámaras de TVE que accedieron a éste para filmar las trampas preparadas para los que venían a buscarlas. Pero a pesar de los palos recibidos, al día siguiente la mayoría de prensa se dedicó a narrar lo que la policía les dictó, haciendo caso omiso del comunicado de prensa que esa misma tarde se redactó y envió a todos los medios de comunicación por parte del colectivo desalojado. De esta manera nos encontramos toda una serie de mentiras y estupideces en los periódicos del día posterior, de las que sólo enumeraré algunas:

P la furgoneta de Catalunya Ràdio no fue apedreada por los manifestantes, sino por las pelotas de goma de la policía. De hecho las únicas fotos de los enfrentamientos sólo se pudieron tomar antes de la carga policial, mientras l@s periodistas y l@s concentrad@s se mezclaban.

P el uso o posesión de lanzagranadas, cócteles molotov, líquidos corrosivos, cables pelados y electrificados, etc., corresponden únicamente a las mentes morbosas y enfermizas de algunos redactores, o a los dictados del portavoz policial en su afán por criminalizarnos. Si hubiéramos usado esas armas, igual nos hubieran enviado al ejército.

P nos acusaron de poner en peligro la vida de niñ@s en las guarderías cercanas, cuando se sabía que éstas ya habían sido avisadas previamente para que no abrieran sus puertas esa mañana. Sin embargo, los violentos no tuvieron ningún reparo en disparar balas y pelotas de goma al interior de la okupada Casa de la Muntanya donde viven tres niñ@s, ni de derribar una casa -pegada a un hospital geriátrico- donde había dos bombonas de butano medio llenas.
P la gran cantidad de coches destrozados lo fueron en su gran mayoría por los antidisturbios. Hubo vecin@s testigos de los destrozos efectuados con la culata de los fusiles en muchos de los coches aparcados en la calle Larrad y pasaje Mercedes.

Por último, fue de agradecer el lúcido artículo aparecido ese mismo 6 de junio en la página 18 de la sección Catalunya del diario El Mundo, titulado ³Okupas² y firmado por Antonio Galeote. Desde aquí te agradecemos ese ejercicio de inteligencia entre tanta mediocridad y mercenario barato.
Uno al que derribaron su casa.





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