RebeldeMule

Leer y conocer a STALIN (Contrainformación)

Planta/anuncia un debate, noticias sueltas, convocatorias políticas o culturales, campañas de mecenazgo, novedades (editoriales, estrenos, próximas emisiones de tv...).

Nota Vie Abr 27, 2007 10:38 pm
Hay un foro entero que montar, Hostil, si quieres hablar de la Guerra Civil, o de tu Stalin (igual que rubiera habla del suyo). Si quieres criticar la manipulación comunista (como rubiera lo hace cuando alguien le protesta, acusándole de "brazo de la CIA"). Si quieres hablar de la mentira del nacionalismo (como otros hablan de lo rídiculo del internacionalismo)... Hazlo. De verdad que agradeceríamos a un anarquista activo que diese opiniones propias, como los stalinistas o los nacionalistas tienen su baluarte en este foro, que se agadecen mucho también...

Has aportado opinión y punto de vista distinto al foro. ¡Hazlo mas a menudo!

Y si no, pues nada...
Cada duda es una bala, una barricada en cada respuesta
SEARCH AND DESTROY

Nota Jue May 10, 2007 10:38 pm
De todas formas, seguiré opinando donde crea y cuando lo crea.


Obligación tenemos de aguantarte a ti. Pero tú no has dado muestras tolerancia, más bien lo contrario. Recurres al insulto, constantemente. El insulto, sin ninguna base, sin conocimiento de causa, y basado fundamentalmente en la ignorancia, es tu única forma de expresión.

VIVA STALIN !!!
“…“¡El servicial Trotski es más peligroso que un enemigo! ¡Que cerdo es este Trotski!: frases izquierdistas y bloque con los derechistas contra los zinmerwaldianos de izquierda! ”.
Lenin

Nota Lun May 21, 2007 7:47 pm
28-06-2004
Contribución a la polémica entre Celia Hart, Israel Shamir y Oscar Egido
Del modelo orwelliano o paradigma totalitario

Eduardo Núñez
Rebelión

La polémica en torno a Stalin y la ideología dominante como freno al desarrollo del trabajo intelectual honesto... ¡la historia no la escriben los vencidos!

Transcurridos más de 50 años de la muerte de Josef Vissarionovich Dzhugashvili (Stalin) persiste el debate entre sus detractores y defensores. ¿Por qué razón perdura en el tiempo esta polémica? Las razones son obvias, se quiera o no, la imagen de Stalin está estrechamente ligada con la primera experiencia (duradera en el tiempo) de un Estado socialista. Stalin fue el máximo dirigente del Partido Comunista (Bolchevique) y, por tanto, tuvo un papel decisivo en la historia de la Unión Soviética a lo largo del periodo 1924-53. Así pues, la causa de este “eterno” debate tiene su origen en la necesidad de un balance histórico capaz de extraer lecciones de la primera experiencia socialista de la historia, así como de su deterioro y colapso en 1991. Este debate lejos de estar acabado -como les gustaría a algunos dogmáticos que se quedaron en tesis y fórmulas simplistas del siglo pasado- podríamos decir que se encuentra en sus orígenes.

El siglo XX finalizó con la caída del Muro de Berlín, con el colapso de la Unión Soviética y, por tanto, con la victoria temporal del capitalismo mundial. Así pues, el presente de la polémica entorno al balance del socialismo soviético y la persona de Stalin se da en un contexto caracterizado por la hegemonía intelectual y moral de la burguesía. En consecuencia, todas las parcelas de la realidad social (clases sociales, estratos sociales, estructuras sociales, etc.), especialmente en Occidente, centro del sistema capitalista mundial, están impregnadas por esta hegemonía. En este marco es lógico que la balanza entre detractores y defensores del socialismo soviético y la figura de Stalin, lejos de estar en equilibrio, se decante por aquellos que las rechazan de pleno.

Hoy, las personas que tienen el coraje de defender el socialismo soviético y a Stalin en su contexto histórico concreto son tratados como nostálgicos y dogmáticos, son motejados con todo tipo de epítetos hirientes, se les coloca en la esfera de los fieles seguidores de un ser diabólico, despiadado, inhumano y paranoico cuyo sistema totalitario perpetró los crímenes más atroces y bárbaros que la mente humana pueda imaginar. Para cualquier activista social, para cualquier intelectual académico, etc. siempre resultará más cómodo seguir la corriente de pensamiento dominante que arrostrar de por vida con la etiqueta de “estalinista”. Una vez la Unión Soviética y Stalin han sido elevados a la categoría de prejuicio se evita todo tipo de debate racional, así como cualquier tipo de actitud mínimamente abierta que posibilite la búsqueda de materiales y/o argumentos que operen fuera del pensamiento dominante, se asume de forma acrítica la ideología dominante.

Ante este torrente de ideología dominante, sólidamente asentado en las élites intelectuales y en las estructuras sociales y académicas del llamado primer mundo, se hace difícil cualquier ejercicio intelectual honesto en relación a la figura de Stalin y, por tanto, en la dirección de realizar un balance justo de la experiencia soviética. A pesar de esta realidad, un número creciente de historiadores, marxistas y no marxistas, están haciendo frente a este muro impuesto a la racionalidad y la ciencia para desarrollar un estudio serio y riguroso que posibilite un balance ecuánime de la figura de Stalin y del socialismo soviético. Estos historiadores ya están siendo atacados como “revisionistas”, “locos”, “cómplices”, etc. pero no importa, pues ya están removiendo los cimientos sobre los cuáles se fundamenta la actual historiografía soviética occidental.

Particularmente interesantes resultan los trabajos de historiadores no marxistas que están basando su crítica, a los “historiadores” de derecha y extrema derecha como Conquest, sobre la base de la teoría de los paradigmas (modelos) de Kuhn. Estos historiadores están poniendo en jaque lo que podríamos denominar la ciencia histórica normal basada en el denominado paradigma totalitario de la sociedad soviética sobre la base del esclarecimiento riguroso de los denominados enigmas y/o anomalías de Kuhn. Entre estos trabajos destaca la obra de Philip E. Panaggio “Stalin y Yezhov: una versión extra-paradigmática”.

Desde un punto de vista marxista, esto es, a la luz de una concepción materialista de la historia, no hay ideologías, debates, polémicas o discusiones al margen, ni por encima, de los intereses de clase. Marx, en el prólogo a la primera edición de su obra El Capital, escribía:

“En economía política, la libre investigación científica tiene que luchar con enemigos que otras ciencias no conocen. El carácter especial de la materia investigada levanta contra ella las pasiones más violentas, más mezquinas y más repugnantes que anidan en el pecho humano: las furias del interés privado.” (Karl Marx, El Capital, Ed. Fundamentos)

La obra de Marx, como no podía ser de otra manera, topaba directamente con los intereses de unas y otras clases. El descubrimiento de la plusvalía mostraba el carácter explotador del sistema capitalista, la causa estructural de la lucha de clases bajo el capitalismo. Este hecho no podía dejar indiferentes ni a la burguesía ni al proletariado decimonónico.

Ocurre con la historia exactamente lo mismo. Tras la caída de los países socialistas de Europa del Este y la Unión Soviética, la burguesía está objetivamente interesada en evitar un análisis científico que suponga un balance justo de la experiencia soviética y de la figura de Stalin. Por el contrario, sin este balance, la clase obrera, los dirigentes sociales en general y los comunistas en particular quedarán inermes, carecerán del acerbo teórico y práctico necesario para hacer frente a las futuras situaciones revolucionarias del siglo XXI.

En este sentido destacan los trabajos y obras de personalidades comprometidas con la lucha por el socialismo como Mario Sousa (“Mentiras acerca de la historia de la Unión Soviética”), Harpal Brar (“El colapso revisionista de la Unión Soviética”) y Ludo Martens (“Otra visión de Stalin”, “La contrarrevolución de Terciopelo”) entre otros, que evidencian, desde una óptica marxista, la debilidad teórica y la parcialidad manifiesta -en una palabra- el sello de clase, del denominado modelo totalitario de la sociedad soviética y del periodo histórico liderado por Stalin.

Algunos de los principales axiomas del “paradigma totalitario” o algunos de los principales dogmas de la ideología dominante...

El señor Oscar Egido en su artículo “El padrecito Stalin” (réplica al justo artículo de Israel Shamir en respuesta a Celia Hart) nos honra con la típica batería de argumentos que forman parte del modelo totalitario y que serán brevemente comentados en este artículo.

Es importante, por tanto, mostrar algunos de los principales axiomas (o dogmas) sobre los cuáles se sustenta el modelo totalitario y parte de su discurso:

1) Las prescripciones del deísmo apologético que sostienen la existencia de un Dios todopoderoso cuya voluntad determina todas y cada una de las dimensiones del universo. Además, en este universo, las cosas están dispuestas siguiendo un orden jerárquico piramidal en cuya cúspide se encontraría Dios (Stalin) ejerciendo el poder y control absoluto.

Por tanto, Stalin está en el centro del paradigma dominante y, en consecuencia, sus facetas, defectos y virtudes juegan un papel primordial en las justificaciones del modelo totalitario. Por lo general, con algunas variantes, se nos presenta a Stalin como un ser paranoico, despiadado, un auténtico genocida sin escrúpulo alguno, un asesino de sus adversarios políticos con grandes dotes para la manipulación y con un gran sentido de la oportunidad, etc. Estas cualidades, entre otras, serán las que posibiliten al revolucionario georgiano una hipotética autoproclamación en la Secretaría General del Partido en 1923.

La “llegada al poder” de Stalin se explica por su capacidad de explotar las debilidades de carácter de otros bolcheviques y los desencuentros personales, animadversiones, entre “camaradas”, por su capacidad para aislar y eliminar paulatinamente a todos sus adversarios políticos, en especial al “legítimo heredero” Trotsky. Este hecho se dio, naturalmente, contra la voluntad de Lenin, el cuál veía en León Trotsky - ¡bolchevique de toda la vida! - su legítimo heredero. Por tanto, el año 1923 marca el fin de las esperanzas en una construcción socialista en la Unión Soviética.

2) Partiendo del punto anterior se plantea al modelo la necesidad de dar explicación a la “perpetuación en el poder y largo liderazgo” de Stalin.

Esto punto es explicado a través del recurso al terror en forma sistemática y masiva por parte de Stalin y su “camarilla burocrática” (Molotov, Sverdlov, Malenkov, etc.). Asimismo, un Partido omnipresente desplegará los propósitos de Stalin desarrollando sus planes económicos y sociales “estalinistas” tales como la industrialización y la colectivización forzadas. El Partido burocratizado hasta la médula también será un aparato destinado al control social.

En esta línea, la “banda criminal de Stalin” –expresión de Trotsky- recurrirá a todos los medios represivos a su alcance tales como el NKVD (policía de seguridad interna y servicio de inteligencia) para desarrollar las purgas o depuraciones, establecerá la versión soviética de los campos de concentración nazis (los famosos gulags), se realizarán deportaciones masivas que tendrán como principales víctimas a las nacionalidades y étnias minoritarias, etc. Las purgas tendrán su punto álgido en el periodo 1936-38, periodo denominado “Gran Terror”.

3) Otro de los puntos cruciales para el “paradigma totalitario” es la eliminación de la “vieja guardia bolchevique”.

Este punto da solidez al argumento según el cuál la dirección del Partido pierde su carácter revolucionario como consecuencia lógica de la desaparición física de la “vieja guardia”. Así se llega a la conclusión final de que la antigua dirección revolucionaria quedó sustituida por una “burocracia estalinista” con intereses propios ajenos a la clase obrera y a la edificación del socialismo.

Algunos de los “apóstoles” del “credo”...

Desde el establecimiento del poder de los soviets hasta nuestros días, el cuerpo teórico de este paradigma o modelo totalitario se vio nutrido con los aportes de determinados personajes. Estos personajes también jugaron un papel considerable a la hora de la difusión del paradigma o modelo. Considero, por tanto, que es necesario citar alguno de ellos, aunque sólo sean los más relevantes, y hurgar brevemente en su historia:

1) León Trotsky, decidido enemigo de Lenin hasta 1914. En 1904, decía de Lenin que era un "escisionista fanático", un "revolucionario demócrata-burgués", un "fetichista de la organización" partidario de un "régimen cuartelario", un "dictador queriendo sustituir al comité central", un "dictador queriendo instaurar la dictadura sobre el proletariado" para quien "toda intromisión de elementos que pensaban de otra manera era un fenómeno patológico". Todos estos improperios serán repetidos poco tiempo después contra Stalin. En 1913 escribió “el leninismo descansa por completo en estos momentos, en la mentira y la falsificación y lleva en su seno el elemento emponzoñado de su propia desintegración” (E.H. Carr, La Revolución bolchevique (1917-1923), Tomo I, Alianza Universidad).

El biógrafo del presidente estadounidense Woodrow Wilson, J.C. Wise, escribió: “Los historiadores nunca deben olvidar que Woodrow Wilson hizo todo lo posible para que León Trotsky entrara en Rusia con pasaporte americano”. Trotsky durante la caída de la autarquía zarista en febrero-marzo de 1917 se encontraba en Nueva York, cuando decidió dirigirse a Rusia fue detenido por las autoridades de Canadá y éstas le permitieron continuar su viaje tras... ¡la mediación del Gobierno Británico!

Trotsky nunca perteneció al Partido Bolchevique hasta Julio de 1917, es decir, a penas dos meses antes de la Revolución Socialista de Octubre. En Diciembre de 1917 se opone a la Paz de Brest-Litovsk que permitió consolidar el Poder Soviético y preparar la guerra contra la reacción blanca apoyada por la intervención de los catorce Estados de la Entente que habían ganado la Primera Guerra Mundial.

En el periodo 1924-26, se da el gran debate sobre la posibilidad o no de construir el socialismo en un solo país. Trotsky, como antes de Octubre de 1917, vuelve a teorizar sobre el carácter reaccionario y atrasado del campesinado, niega la alianza entre la clase obrera y el campesinado medio y pobre defendida por Lenin. Trotsky declara que el poder soviético se verá irremediablemente ahogado por el campesinado y, en una línea claramente derrotista, afirma que la construcción socialista en un país terriblemente atrasado como Rusia era imposible. Trotsky vuelve a sus fueros de la Revolución Permanente y proclama la tesis metafísica de la “exportación” de la Revolución. Una vez descartadas sus teorías políticas por la mayoría del Partido pasa al ataque personal contra Stalin y a la práctica de la conspiración anti-soviética. En su libro titulado “Stalin”, Trotsky, con tintes claramente racistas, escribía:

"El difunto Leónidas Krassin, viejo revolucionario, eminente ingeniero, brillante diplomático del Soviet, y sobre todo, criatura inteligente, fue quien primero llamó a Stalin "asiático". Al decir esto no pensaba en atributos raciales problemáticos, sino más bien en esa aleación de entereza, sagacidad, astucia y crueldad que se ha considerado característica de los hombres de Estado de Asia." (León Trotsky, Stalin, http://www.marxists.org/espanol/trotsky ... lin/01.htm)

En 1929 Trotsky se exilia de la Unión Soviética para ser adorado hasta la saciedad por todas las élites occidentales. Churchill viendo la potencialidad de este “gran bolchevique” escribiría en “Grandes Contemporáneos” (1937): “Trotsky se esfuerza por reunir a todo el hampa de Europa para derrocar el Ejército ruso”.

A lo largo de los años 30 –como indica Churchill- Trotsky se vuelve un anti-comunista decidido, desarrolla su teoría sui generis a prueba de imbéciles del Termidor Soviético en claro paralelismo con el Termidor de la Revolución francesa iniciado en 1793. Desarrolla su teoría del “burocratismo soviético”, del “Estado obrero degenerado”, de la ¡“imposibilidad de la restauración capitalista”! y la “Revolución anti-burocrática”, etc.

"Sólo verdaderos tontos son capaces de creer que proposiciones capitalistas, tales como la propiedad privada de los medios de producción, o de la tierra, puedan restablecerse de una manera pacífica en la Unión Soviética, y que desemboquen en un régimen democrático-burgués. De hecho el capitalismo sólo puede restablecerse en Rusia a través de un violento golpe de Estado contrarrevolucionario, que exigiría diez veces más de víctimas que la Revolución de Octubre y la guerra civil." (Trotsky, El aparato policial del estalinismo, Ed. 10-18, París)

Pensemos las palabras del “profeta desarmado” a día de hoy, cuando hace más de diez años del derrumbe del Muro de Berlín y del colapso de la Unión Soviética... ¿Sólo verdaderos tontos?

A finales de septiembre 1938 se firma el Tratado de Munich, Francia y Gran Bretaña acceden a la invasión de Checoslovaquia por parte de Hitler a cambio de un Pacto de no agresión. Este Pacto, a diferencia del Pacto Molotov-Ribbentrop de 1939, siempre es olvidado por todos los reaccionarios de diversa índole. Francia y Gran Bretaña empujaban a Hitler a la guerra contra la Unión Soviética. En este contexto, Trotsky hace suyas las campañas iniciadas por la GESTAPO que preparaban el terreno para la agresión nazi. Por estas fechas, Trotsky llama al levantamiento de los soviéticos contra la dirección bolchevique (dirección “estalinista” decía él) del Partido y difunde, junto con Radek y otros, la teoría de que el poder soviético no duraría dos semanas frente a la maquinaria de guerra nazi.

"Solo un levantamiento del proletariado Soviético contra la tiranía vergonzosa de los nuevos parásitos puede salvar lo que queda en las bases de la sociedad de las conquistas de octubre" (Trotsky, El aparato policial del estalinismo, Ed. 10-18, París, 14 de noviembre de 1938)

2) William Randolph Hearts, conocido multimillonario norteamericano, propietario de un gran número de periódicos y radios en EE.UU., ayudó a los nazis en la guerra psicológica contra la Unión Soviética.

William Hearts, ultraderechista hasta la médula, en 1934 llegó a Alemania, donde fue recibido personalmente por el mismo Adolf Hitler. Tras este viaje, los periódicos del magnate, con más de 40 millones de lectores en EE.UU., iniciaron una campaña propagandística reaccionaria contra la Unión Soviética y especialmente contra Stalin. Los medios de comunicación de Hearts dieron cobertura a los propagandistas nazis en EE.UU. Entre otras mentiras y calumnias, Hearts, utilizando las invenciones suministradas por la GESTAPO, hizo difusión del famoso genocidio de Ucrania en el cual murieron más de 6 millones de ucranianos como consecuencia de la colectivización bolchevique. Esta campaña iniciada por los nazis, respondía a elucubraciones de Hitler escritas en “Mi lucha” [Mein Kampf]. El Fürher hablaba en su libro de una Gran Alemania, étnicamente pura, que se extendiese hasta territorios soviéticos. Ucrania, habitada por seres inferiores (eslavos, comunistas, etc.) debía ser el trigal de la Alemania nazi. Con esta campaña propagandística, Goebbels preparaba el terreno para la agresión a la Unión Soviética.

El nazi William Randolph Hearts murió en 1951 en su casa de Beverley Hills, California, dejando a sus espaldas una corporación a su nombre que a día de hoy cuenta con más de cien compañías y 15 mil empleados. Periódicos, revistas, radios, televisiones y agencias de prensa que siguen difundiendo “verdades” acerca del comunismo.

3) Robert Conquest anti-comunista visceral, ex–agente británico, profesor en un despacho de Harvard que depende directamente del Pentágono y asesor electoral en varias candidaturas presidenciales del recientemente fallecido (y no por ello menos fascista) Ronald Reagan.

Robert Conquest es, decididamente, el creador de gran parte de los mitos y mentiras acerca de la Unión Soviética y Stalin. Conquest atribuye millones de muertes al comunismo soviético. En su libro "El gran Terror" (1969) sintetizó la mayoría de los argumentos que conforman el paradigma totalitario.

La metodología de Conquest se caracterizó –como él mismo explica en el Prefacio de 1990 a la reedición de su libro ya citado “El gran terror”- por elaborar las estadísticas referentes a las barbaridades “estalinistas” contando como única “fuente” con personajes que huyeron de la Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial por su apoyo decidido a los crímenes nazis en territorio soviético, así como con los materiales proporcionados por Khruschov en su famosa pre-glasnost.

Además, Conquest escribió libros cuyos títulos hablan por si solos de su nivel intelectual: “¿Qué hacer cuando vengan los rusos? Manual de supervivencia”; escrito, curiosamente, en 1984.

4) George Orwell, informador del gobierno británico a la caza del enemigo comunista. Orwell delató a los servicios de inteligencia británicos a gran número de comunistas y progresistas, apuntó una lista de más de 130 nombres entre los cuáles había personalidades británicas tan famosas como el actor de cine Charlie Chaplin y el dramaturgo George Bernard Shaw. También figuraban en la lista maldita John Steinbeck y Orson Welles.

El modelo totalitario, igualmente, se apoya en creaciones literarias contenidas en libros como "Rebelión en la granja" y "1984", libros de George Orwell. Estas obras, desde principios de los años 60, servirán a un gran número de académicos e intelectuales occidentales como modelo del paradigma totalitario: el gran hermano (Stalin), la policía del pensamiento (NKVD), doblepensamiento (distorsiones de la verdad por los “estalinistas”), agujeros en la historia (manipulaciones fotográficas y modificación de los libros en la sociedad soviética), una sociedad de nulos mentales con el cerebro lavado, estructura piramidal en cuya cúspide se haya el poder omnímodo, etc. Es una realidad que lejos de construir el modelo totalitario sobre la base de la realidad soviética, los intelectuales y académicos operaron a la inversa, es decir, utilizaron el modelo orwelliano para “entender” y “explicar” la sociedad soviética que ellos querían que existiese realmente.

Asimismo, la fantasía de otros autores como Soljenitsyn, reconocido admirador del dictador Franco y autor de “Archipiélago gulag” y “Un día en la vida de Iván Ivanovich” entre otros libros, o Medvedev, conocido opositor ruso que hoy se reclama admirador fanático del mafioso Putin, contribuyeron a desplegar otras dimensiones necesarias para la solidez del modelo totalitario.



Crítica al modelo totalitario de marxistas y no marxistas


Los paradigmas sustentados en principios deístas no son aceptados como científicos si bien se reconoce que son ampliamente utilizados por todo tipo de sectas con la finalidad de captar público. Esta captación de público es fácil como consecuencia de la identidad existente entre principios deístas y valores ético-morales judeocristianos. Este hecho explica en gran medida los grandes niveles de aceptación de que goza el modelo totalitario sobre la sociedad soviética en Occidente.

El modelo totalitario tiene sus principales axiomas justamente en aquellos puntos que implican grandes enigmas y/o anomalías. Esta debilidad es superada sobre la base de las omisiones premeditadas y descontextualizaciones, de invenciones y tergiversaciones históricas, de la introducción de matrices de distorsión, de la parcialidad manifiesta en la toma en cuenta de testimonios, de la exageración de las cifras, etc. Toda esta “ciencia” se realiza conforme a la adecuación al paradigma, con la finalidad de darle solidez aún cuando se desconocía totalmente la realidad de soviética por Occidente. Esta ignorancia de lo que acontecía en la Unión Soviética es un hecho omitido permanentemente, hoy se sabe que, por ejemplo, la única fuente de información real con que contaba la CIA en el periodo 1946-54 era el nazi Reinhard Gehlen reciclado como jefe de la Bundesnachrichtendienst (BND) (servicio secreto de la Alemania Federal) por Allan Dulles. Tras el desmantelamiento de la Unión Soviética los historiadores anti-comunistas del mundo entero corrieron a la busca y captura de los archivos secretos de la KGB, esperaban corroborar sus teorías apriorísticas repletas con la sangre de millones de muertos, presos en los gulags, víctimas de las deportaciones masivas, etc.

Los estudios recientes, a la luz de los materiales desclasificados, indican en relación a los principales axiomas del modelo totalitario brevemente explicado que:

1) Los historiadores anti-comunistas no toman en cuenta los materiales que ponen en tela de juicio su modelo. Por ejemplo, nunca se cita la evidencia –según los documentos desclasificados- de un Lenin que, en los últimos meses de su vida, estrechó su relación con Stalin y le delegó paulatinamente sus tareas con absoluta normalidad. Tampoco se explica por lo general el hecho de que la mujer de Lenin, Krupskaya -instigadora de la famosa polémica con Stalin que llevó a un Lenin gravemente enfermo a escribir el famoso “Testamento”- ocupó a lo largo de toda su vida la dirección de un ministerio soviético.

Es curioso ver como entorno a la pretendida autoproclamación de Stalin se escamotean preguntas sencillas como: ¿Quién escogió a Stalin para la Secretaria General en 1923? ¿No le correspondía esta función al Comité Central del Partido Bolchevique? ¿Si el Comité Central del Partido en 1923 estaba conformado por los bolcheviques de toda la vida (salvo raras excepciones como Trotsky) cómo eligieron a Stalin? Estas preguntas obvias son sustituidas por la explicación citada más arriba, es decir, por una ilustración más propia de programas televisivos de “salsa rosa” que de una investigación histórica seria. Los seguidores de Trotsky ponen énfasis en el hecho de que éste era el “legítimo heredero”, como si la toma de responsabilidades en un Partido Comunista se tratará siguiendo criterios dinásticos propios de monarquías feudales.

En relación a las capacidades y rasgos de la personalidad de Stalin, el modelo hegemónico se basa en una parcialidad manifiesta a la hora de seleccionar los testigos que vivieron junto a Stalin. Por ejemplo, los defensores del modelo dominante siempre toman como ciertas las afirmaciones de Khruschov pero, por ejemplo, descartan en todo momento las afirmaciones escritas en las memorias de personalidades como Molotov, Zhukov, etc. Incluso se evitan los testimonios de personas nada sospechosas de afinidad política con el georgiano -como el Ministro de Asuntos Exteriores británico Anthony Eton- que se vieron sorprendidas por sus dotes intelectuales y habilidades como negociador en el transcurso de los encuentros dados durante la Segunda Guerra Mundial con Churchill y Roosevelt.

Afirmaciones de este estilo en nada interesan a los historiadores “carentes de prejuicios”:

“Hoy día, después de todo lo vivido, reflexionando críticamente en el pasado, puedo decir que la dirección del país menospreció erróneamente nuestras demandas sobre las medidas impuestas regables que había que haber adoptado inmediatamente después de la guerra con Finlandia y que en el período de preverla los dirigentes militares no fueron suficientemente insistentes ante Stalin en estas cuestiones. Stalin no era un hombre ante el cual no se pudieran plantear cuestiones agudas y con quien no se pudiera discutir e incluso mantener firmemente el punto de vista propio. Si alguien afirma lo contrario diría francamente que sus afirmaciones no son ciertas. Adelantándome quiero decir que durante la guerra tuve que objetar con crudeza contra las indicaciones de Stalin sobre la estrategia de las operaciones y el problema de la defensa del país en su conjunto, y a menudo se aceptaban mis razones.” (Gueorgui Zhukov, Memorias y reflexiones. Tomo I. Ed. Progreso, Moscú, 1990)

2) La descontextualización general de la realidad concreta a la cual tuvo que hacer frente el poder soviético desde sus orígenes es obviada de manera reiterada en el modelo totalitario. El socialismo soviético, desde sus orígenes, tuvo que hacer frente a grandes dificultades: debió enfrentar a la reacción interna y externa, remontar el desastre económico tras la guerra civil apoyada en la intervención extranjera (1918-22), el Estado soviético tuvo que prevenir todo tipo de conspiraciones occidentales, etc.

Desde un punto de vista marxista, resalta especialmente que el modelo totalitario evite en todo momento mostrar la complejidad de la lucha de clases en sus dimensiones nacionales e internacionales. Así los historiadores que escriben la historia de la Unión Soviética desde la óptica dominante rehuyen entrar, por ejemplo, en la función social que, en las décadas de los años 20 y 30, ejercieron los reaccionarios de toda índole para acabar con el Estado soviético. Por el contrario, se nos muestra una violencia ejercida en una única dirección y sentido, venida desde el Partido, la “burocracia estalinista” y el mismo georgiano contra una masa amorfa de personas “inocentes”.

Los recientes estudios muestran claramente que, tras la derrota del Ejército Blanco apoyado por las potencias de la Entente (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Japón, etc.), los elementos reaccionarios pertenecientes a las antiguas clases sociales, los trepas sin escrúpulos que odiaban a muerte el bolchevismo, etc. renunciaron a ver el final inmediato del poder soviético pero, no por ello, desistieron de infiltrarse en el Partido y las instituciones soviéticas con la finalidad de boicotearlas y desprestigiarlas frente al pueblo soviético.

Por ejemplo, el saboteo económico fue una práctica permanente de estos elementos que estaba terriblemente mal vista por la inmensa mayoría de la población. La misma NKVD (lejos de tener una función de represión política como indica el modelo totalitario) tuvo sus orígenes en la necesidad de reprimir los abusos contra los obreros, así como los saboteos económicos cometidos por algunos directores de empresas y dirigentes venidos de la antigua burguesía y el ejército blanco. La propia dirección de la NKVD siempre estuvo en manos de reconocidos stajanovistas que se destacaron por su heroísmo en el trabajo y que eran especialmente sensibles a las denuncias emitidas por los obreros contra estos directores y gerentes reaccionarios. Esto es difícil de imaginar para los historiadores de Occidente que viven en una realidad marcada por la precariedad laboral, el despotismo de encargados y el terrorismo empresarial. La dirección bolchevique, consciente de estos fenómenos de arbitrariedad y saboteo, emprendía con decisión y a través de la movilización de las bases y la NKVD la lucha contra estos elementos oportunistas en el seno del Partido, las instituciones y empresas del Estado socialista. A la luz de los documentos desclasificados y de recientes estudios estadísticos, en contra de lo que afirma el paradigma dominante, la represión, lejos centrarse en una masa “inocente” y en la “vieja guardia bolchevique”, en la mayoría de los casos, tuvo como principales víctimas a estos elementos enemigos irreconciliables del socialismo naciente. A pesar de ello, los elementos procapitalitas que estaban infiltrados denunciaron en muchos casos a auténticos comunistas como traidores, etc. Esta labor entrañaba una gran dificultad; los errores, los extremismos (como en el caso Yezhov) fueron inevitables.

El desarrollo de la lucha de clases en el campo también ha sido tratado por el paradigma dominante por ejemplo en el libro de Conquest “La cosecha del dolor” (1986). Según este libro la colectivización forzada hizo que murieran a causa del hambre en Ucrania ¡15 millones de personas!

Las medidas del primer gobierno bolchevique el 25 de Octubre de 1917 referentes al campo fueron nacionalizar toda la tierra y repartirla entre los campesinos en forma de usufructo, esto es que el campesino disponía libremente de la tierra a pesar de que esta fuera propiedad del Estado socialista. Esto contribuyó, en aquella situación concreta de ruina total tras la guerra civil, en la línea de reactivar una producción y un comercio mínimos que posibilitarían satisfacer las necesidades básicas alimenticias de las ciudades y del 80% de la población rusa: el campesinado pobre y medio. En una primera etapa predominaron las relaciones sociales de producción capitalistas en el campo, esto comparado con el feudalismo que reinaba hasta entonces fue un hecho positivo que colocó al campesinado junto al proletariado y que ayudó a reactivar una economía completamente destrozada. A finales de los años 20, el gobierno bolchevique decide orientar a los campesinos medios y pobres -mediante la persuasión y el estímulo económico y social- hacia el trabajo en cooperación, hacia la colectivización progresiva. Esta política chocó con la resistencia feroz de los kulaks (terratenientes), los cuáles iniciaron la quema de las cosechas, la retención del trigo para venderlo a un precio más caro, la intoxicación de los animales de las granjas colectivas, el saboteo de los tractores de las cooperativas, etc. Esto implicaba una situación grave en la medida que los kulaks controlaban el 80% del comercio de trigo y, por tanto, tenían un elemento de chantaje clave que podía asfixiar el poder soviético y la industrialización iniciada con el I Plan Quinquenal (1929). De manera espontánea los campesinos pobres y medios se sublevaron contra los kulaks dando rienda suelta a su odio secular, el Partido era muy débil en el campo y no pudo evitar ciertas arbitrariedades y colectivizaciones forzadas. El Partido lejos de ser un aparato presente en todos los rincones de la sociedad soviética, como nos quiere hacer creer el modelo totalitario, apenas contaba con influencia en las amplias zonas rurales del vasto territorio soviético. La lucha de clases en el campo se agudizaba terriblemente y el Partido debió enviar más de 25000 comunistas voluntarios al campo para dirigir la colectivización de forma ordenada y anti-burocrática, muchos comunistas fueron asesinados por los kulaks, sus testaferros e incluso por elementos del campesinado pobre radicalizados.

Toda esta complejidad de la lucha de clases y de los procesos económicos y sociales que vivió la sociedad soviética a lo largo de los años 20 y 30 choca con las concepciones simplistas y reduccionistas del “paradigma dominante”. Las visiones pertenecientes al modelo nos describen una sociedad homogénea y estática, dominada por un totalitarismo cuyo centro se encuentra en un Partido omnipresente que, controlado por un ser depravado, encarna los intereses de la nueva “burocracia estalinista” contra las masas.

3) Igualmente, de cara a dar solidez el argumento paranoide, o a la llamada “espionitis” de Stalin, se omiten deliberadamente las conspiraciones occidentales permanentes para barrer al gobierno bolchevique de la faz de la tierra, así como las conspiraciones internas en clara coordinación con los gobiernos occidentales. Por ejemplo, un caso de omisión descarada es el trato dado a la famosa "Conspiración de los Embajadores" (o “Conspiración Lockart”) urdida por Churchill y Really con el agente británico en terreno soviético Lockart. Esta conspiración dio con el asesinato del bolchevique Uritsky y con el atentado a Lenin. El gobierno bolchevique, primero con Lenin y luego con Stalin, tuvo que hacer frente de manera permanente a este tipo de conspiraciones. Esta parte de la historia no interesa a los historiadores defensores del modelo totalitario.

4) Toda la mitología referente a la cuestión de los gulags, acrónimo en ruso de "Central Administrativa de los Campos de Trabajo Correccionales", las deportaciones y genocidios masivos de las minorías étnicas y nacionales será difundida por historiadores del estilo de Conquest, Soljenitsyn y otros. Toda esta mitología –como digo- contará con gran resonancia en los medios de comunicación occidentales.

Hoy, recientes estudios realizados a la luz de los documentos que desclasificó Gorbachov muestran que la naturaleza real de los gulags y las deportaciones fueron completamente distorsionadas para ceñirlas al modelo orwelliano, que las cifras de víctimas fueron infladas de forma inusitada para justificar el dogma del terror masivo e indiscriminado necesario al modelo. Estos trabajos muestran que, muy contrariamente a lo que se pueda pensar a día de hoy, el pueblo soviético consideraba que las autoridades del Estado socialista eran excesivamente benévolas. Esta actitud intransigente del pueblo soviético tenía su razón de ser en los grandes esfuerzos hechos tanto para reconstruir económicamente el país (tras las dos Guerras Mundiales) como para derrotar a la maquinaria de guerra nazi. Era lógico, por tanto, que los soviéticos odiaran de forma particularmente aguda los intentos (muy comunes en los años 20 y 30) de saboteo económico, así como las colaboraciones o deserciones del Ejército Rojo para pasarse a las filas del nazismo.

Los trabajos actuales de historiadores nada sospechosos de “estalinistas” o comunistas, como los rusos Zemskov, Dougin y Xlevnjuk o el estadounidense J. Arch Getty, demuestran que la cifra de prisioneros en los gulags, lejos de llegar al extremo manejado por los defensores del pensamiento dominante, ni siquiera superaba el 2,8% de la población reclusa en los Estados Unidos a día de hoy. Asimismo, los documentos desclasificados revelan que nada tiene que ver con la realidad las teorías que indican que los presidiarios del gulag eran “presos políticos” o “disidentes”, por el contrario los presos eran homicidas, ladrones, violadores, saboteadores económicos, etc. que – siguiendo el precepto socialista de “quien no trabaja no come”- debían trabajar una media de 7 horas diarias.

Para aquellos que no se cuestionan la historia y asumen las “grandes verdades” que resultan más cómodas de defender en público por estar de moda les pasan inadvertidos nuevos estudios fundamentados estadísticamente como la genial obra “Chechenia versus Rusia. El caos como tecnología de la contrarrevolución” del historiador y analista político español, residente por más de diez años en Rusia, Antonio Fernández Ortiz.

Este libro –editado por El Viejo Topo- explica detalladamente como el imperialismo utilizó (y sigue utilizando) las contradicciones étnicas en el Cáucaso Norte como instrumento para generar el caos y la inestabilidad social y política en la Unión Soviética. El autor del libro, tras hacer un estudio de los censos poblacionales y de las características de las diferentes etnias y nacionalidades en lo que fuera la Unión Soviética en tiempos de Stalin, desmiente los principales mitos relativos a las deportaciones, así como las visiones que intentan mostrar al que fuera el país de los soviets como una cárcel de nacionalidades.

Asimismo, cuando el autor de “Chechenia versus Rusia” describe los principales instrumentos que utilizó el imperialismo para generar el caos social en la Unión Soviética cita en primer lugar -¿casualidad?- ¡la manipulación de la historia! y seguidamente: la criminalización de la sociedad, la guerra, el terrorismo y la manipulación informativa de los medios de comunicación. Antonio Fernández Ortiz cita como ejemplo típico de manipulación histórica la metamorfosis operada en la conciencia colectiva del pueblo checheno que pasó de asumir que fue un pueblo trasladado a Kazajstán y Kirguizia por sus delitos durante la Segunda Guerra Mundial –colaboración con los nazis durante la invasión del territorio soviético- a que ellos fueron un pueblo represaliado por el “estalinismo” por motivos étnicos y religiosos.

Tendencia histórica general que indica la debilidad del paradigma o pensamiento dominante...

Alzando la perspectiva del análisis histórico, dando una panorámica, también es posible valorar la historia de la Unión Soviética. Este ejercicio puede ayudar a ver en qué grado el paradigma totalitario adolece o no de coherencia.

Son hechos históricos objetivos, difícilmente negables, que la Unión Soviética, a lo largo del periodo 1924-56, pasó del arado de madera a la mecanización del campo y a la conquista del espacio, que se erradicó el analfabetismo llegando a tener el porcentaje por cápita de ingenieros y científicos más elevado del mundo desarrollado, que la esperanza de vida del pueblo soviético ¡se duplicó! y que, además, se contaba con un sistema igualitario que satisfacía con creces las necesidades materiales, sanitarias y culturales básicas de la población.

En el orden de los procesos históricos, tras la primera oleada revolucionaria marcada por el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 y la derrota de la Revolución Alemana de 1919, el nuevo Movimiento Comunista Internacional se orientó en su proyección internacional, en la defensa del socialismo naciente en la Unión Soviética y, tras el VII Congreso de la III Internacional, en la estrategia de los Frentes Populares para frenar el ascenso vertiginoso del fascismo iniciado con la llegada al poder de Mussolini (1923) y Hitler (1933). En plena Segunda Guerra Mundial, la capitulación de la Wehrmacht (Ejército Alemán) en Stalingrado (1943) marcaría el inicio de la derrota del nazismo por el Ejército Rojo y la génesis de una segunda oleada revolucionaria mundial que llevaría el socialismo a los países del Este de Europa, a China y a Corea del Norte. El socialismo pasaba de un solo país a un conjunto de países, se conformaba por primera vez en la historia un campo socialista. Paralelamente, los países del Tercer Mundo se desprendían paulatinamente del yugo colonial impuesto por las metrópolis capitalistas. Es un hecho objetivo, por tanto, que la Revolución y los procesos de liberación nacional anti-coloniales, a lo largo del periodo 1924-56, siguieron una curva ascendente.

Esta breve visión panorámica nos indica el grado de incoherencia entre lo acaecido y un modelo totalitario que nos muestra un “régimen totalitario” soviético encerrado en si mismo, que a penas hizo nada por su pueblo, que poco o nada tuvo que ver con la derrota del fascismo y que frenó invariablemente el avance de la Revolución Mundial y la liberación de las masas oprimidas del Tercer Mundo.

El modelo orwelliano aplicado a Cuba socialista...

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial y durante la primera mitad de la década de los años 50 el prestigio de la Unión Soviética era tan elevado que el anti-comunismo de los grupos trotskistas y anarquistas carecía de arraigo social alguno entre la clase obrera y los sectores populares. Es a partir de los años 60, como consecuencia de la pre-glasnost khruschoviana, que todo este alud de anti-comunismo disfrazado de anti-estalinismo -como muy bien indica Israel Shamir- va a encontrar caldo de cultivo entre unos Partidos Comunistas muy fuertes en Occidente y, por tanto, entre la clase obrera y los sectores populares de estos países.

Este mismo modelo totalitario se cierne hoy sobre Cuba socialista minando todos los días el apoyo a la Revolución Cubana de amplios sectores intelectuales mundiales y de gran parte de los movimientos populares que emergen nuevamente tras la caída del Muro de Berlín.

El Comandante en Jefe Fidel Castro es situado en la cumbre de la pirámide de poder de un Estado que Occidente no se cansa de repetir es un residuo “estalinista” o un “régimen dictatorial”. Fidel Castro es presentado como un viejo loco y trasnochado comunista, como un dictador que mantiene al pueblo de Cuba bajo el látigo de una tiranía autoritaria y criminal. Los rasgos personales de Fidel -según Norberto Fuentes, recientemente exiliado- son los de un “gran conspirador” y un “encantador de serpientes”.

Asimismo, la Revolución Cubana –continuando con el hilo del modelo totalitario orwelliano- también aplica a la realidad de la Isla dosis de terror que mantienen a Fidel Castro y a la “burocracia castrista” en el poder. Cuba no está exenta de depuraciones y fusilamientos injustificados (caso de Arnaldo Ochoa, los tres mercenarios de las lanchas, etc.), el establecimiento de gulags con pretendidos “periodistas disidentes” (como Raúl Ribero y compañía), etc. La Isla de Cuba –según voceros residentes en Miami- es una cárcel de la cuál huyen los cubanos en balsa, desertan de la tiranía para llegar al “mundo libre”. El vicepresidente del Comité de Relaciones Exteriores en el Senado republicano, Chris Smith, afirmaba frente a la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra:

“Sabemos que es un hecho que hay cientos de prisioneros políticos que están siendo torturados ahora en los gulags de Cuba” “Sabemos que no hay libertad de prensa, de culto, ni de asociación” (El Nuevo Herald, 10 de Abril de 2004).

Debería al menos darnos qué pensar que el “doctor” Luis Aguilar León – cubanoamericano residente en Miami y ¡accionista de Bacardí!- describa la sociedad cubana en términos muy parecidos a los citados por el señor Óscar Egido para el caso soviético:

“En una sociedad totalitaria, como la que existe hoy en Cuba, donde el fingir es necesario y salvador, la presión del aparato oficial fomenta la creación de "exilios internos" para sobrevivir. Pero, y ésto es importante, resulta que también los dictadores totalitarios, para quienes no existe los términos medios, se hunden en un parecido refugio y tratan de cerrarle el paso a la realidad.” (Luis Aguilar León, El exilio de Castro, http://www.luisaguilarleon.com/2001-02-24.htm)

En todo momento, la aplicación del modelo totalitario a Cuba -igual que en el caso soviético- omite, por parte de los medios de comunicación occidentales, las terribles dificultades contra las cuáles el socialismo cubano debe sobreponerse desde hace más de cuarenta años y muy especialmente desde que se iniciara el periodo especial. Los atentados terroristas organizados en Miami, los saboteos económicos como la disposición de bombas en hoteles de la Isla y en los aviones de Cubana de Aviación, la intoxicación de ganado, etc. no tienen cobertura mediática alguna en las agencias de prensa capitalistas. La Revolución Cubana también ha tenido que hacer frente a numerosas conspiraciones (del estilo Lockart) y planes imperialistas que tenían por objetivo restaurar la “libertad” en Cuba o denigrar la imagen del gobierno revolucionario frente a su pueblo. Entre estos planes se cuentan más de 600 intentos de asesinato de Fidel Castro, la invasión armada en Playa Girón, la Operación Peter Pan, bloqueo económico, financiero y comercial, leyes de ajuste cubano, etc.

Los más atrevidos en la aplicación del modelo orwelliano a Cuba también afirman que la Revolución Cubana tiene su propio Trotsky, Ernesto Che Guevara, el cual se marchó de la Isla por sus discrepancias con Fidel Castro, para continuar con la Revolución Permanente en América Latina. En este punto los más fundamentalistas aseveran que el guerrillero argentino-cubano fue asesinado por “agentes de Castro”.

Una reflexión final fuera del modelo totalitario...

Me gustaría finalizar este artículo recordando una breve reflexión extra-paradigmática de un héroe de la Revolución Cubana, Ernesto Che Guevara:

"En los llamados errores de Stalin está la diferencia entre una actitud revolucionaria y una actitud revisionista. Se debe ver a Stalin en el contexto histórico en el que se desarrolló, no se debe ver como una especie de bruto, sino que se le debe apreciar en ese contexto histórico particular... Yo he llegado al comunismo por papá Stalin y nadie puede decirme que no lea su obra. Lo he leído aún cuando era considerado muy malo leerlo, pero ese era otro tiempo. Y como soy una persona no demasiado brillante y además testaruda continuaré leyéndolo.” (Koba M., No hay que olvidar que el Che era un auténtico comunista. in Resumen, 1996)



Bibliografía:

1. E.H. Carr, La Revolución bolchevique (1917-1923), Tomo I, Alianza Universidad

2. José Antonio Egido, Breve historia de Trotsky y del trotskismo.

3. George Orwell, 1984.

4. George Orwell, Rebelión en la granja.

5. Gueorgui Zhukov, Memorias y reflexiones. Tomo I. Ed. Progreso, Moscú, 1990

6. Harpal Brar, Trotskisme ou léninisme?, Ed. EPO. 1993

7. Khruschov, Informe al XXII Congreso, Moscú 1961

8. Koba M., No hay que olvidar que el Che era un auténtico comunista. In Resumen, 1996

9. Ludo Martens, El trotskismo al servicio de la CIA, http://www.solidaire.org

10. Ludo Martens, Another view of Stalin. Ed. EPO

11. M. Básmanov, La esencia antirrevolucionaria del trotskismo contemporáneo, Departamento de orientación revolucionaria del CC del Partido Comunista de Cuba, La Habana, 1977.

12. Mario Sousa, Mentiras acerca de la historia de la Unión Soviética.

13. Philip E. Panaggio, Stalin y Yezhov: una versión extra-paradigmática.

14. León Trotsky, El aparato policial del estalinismo, Ed. 10-18, París

15. León Trotsky, La revolución traicionada, Ed. Fundación F. Engels

16. León Trotsky, La lucha antiburocratica en la URSS, Union gén. D’Editions, 1975

17. León Trotsky, Stalin, http://www.marxists.org/espanol/trotsky ... lin/01.htm

El desarrollo del antistalinismo

Manuel Pérez Martínez (Arenas)


Como es bien sabido, el antistalinismo ha sido en las últimas décadas uno de los lugares comunes más manoseados por la propaganda del imperialismo. A esta campaña sistemática de mentiras y calumnias -cuyo verdadero objetivo es atacar el socialismo- se unieron a partir de los años 50 los revisionistas modernos, quienes comenzaron su carrera atacando el llamado culto a la personalidad de Stalin que nadie más que ellos habían fomentado entre las masas populares.

Claro que los revisionistas no podían reprochar a Stalin que hubiera creado una numerosa burocracia (de la que ellos formaban parte) ni que no los hubiera liquidado. Este reproche corrió a cargo de los trotsquistas, que desde mucho antes se habían puesto al servicio de la burocracia del imperialismo. A decir verdad, el problema del revisionismo no había sido motivo de especial preocupación de la propaganda contrarrevolucionaria (¿¡cómo habría de serlo si es su principal exponente!?), pero lo cierto es que éste era un territorio inexplorado por la propaganda antistalinista.

Sólo recientemente se ha descubierto que Stalin mimó y dio alas a los revisionistas. Éste habría sido su principal error, y su descubrimiento lo debemos a los maoístas que de esta manera -no cabe dudarlo- desarrollan y superan el viejo y ya desgastado antistalinismo.

Desde luego, sólo a unos tontos sin remedio se les puede haber ocurrido la brillante idea de atribuir a Stalin (o a cualquier otra persona) la aparición del revisionismo, aunque sea el más moderno, por cuanto éste es un producto genuino del imperialismo, es decir, que debe su existencia al soborno por la burguesía monopolista financiera de un sector de la llamada aristocracia obrera con las ganancias extraordinarias obtenidas de la explotación de los países coloniales, de tal manera que las condiciones de su reproducción -apenas si hace falta decirlo- son internacionales y, por tanto, se han mantenido antes, durante y, sobre todo -hay que reconocerlo-, después de Stalin, cuando ciertamente ha alcanzado un desarrollo monstruoso. Stalin fue plenamente consciente de este fenómeno, y por el mismo motivo no se cansó de alertar contra él ni de combatirlo.

Bien es verdad que en éste -como en otros terrenos- Stalin cometió algunos errores (como, por ejemplo, no apoyarse suficientemente en las masas), errores que tenemos la obligación de descubrir y criticar a fin de que no se repitan en el futuro. Mas no es menos cierto que Stalin realizó una gran obra revolucionaria en condiciones extraordinariamente difíciles y para la que no disponía de experiencias anteriores, por lo que esta obra deberá ser destacada como lo más importante, ya que pesa en la balanza mucho más que sus errores. Sin embargo, esto se ha dejado de lado, cuando no se olvida completamente, para hablar sólo de los errores de Stalin, nunca de sus aciertos y su gran obra.

Parece que Stalin no hizo otra cosa en toda su vida (consagrada a la revolución socialista y a defender el marxismo-leninismo) más que cometer errores, para dejarnos finalmente, como única herencia, el revisionismo moderno. ¿A quién puede beneficiar esta crítica antistalinista? ¿Responde, acaso, a una posición de clase, marxista-leninista?

Pero aún nos quedan otras preguntas que deben ser respondidas: ¿Dónde está el origen del revisionismo chino actual, del revisionismo ultramoderno o de mercado? ¿Es que Mao no cometió por su parte ningún error o estaba vacunado contra ellos? ¿Y cuáles han podido ser sus consecuencias? En todo caso habrá que reconocer que sus aportaciones a la teoría y a la práctica del comunismo no han sido tan decisivas, por cuanto no se ha podido evitar el rebrote del revisionismo ni la restauración del capitalismo en China.

Y es que, como vemos, además de Stalin, hay otros encartados en esta causa aunque no sean mencionados: se trata de los clásicos del marxismo-leninismo a los que, de seguir esa misma línea de razonamientos acerca de los errores de Stalin, tendríamos que responsabilizar, por lo menos, del surgimiento de la primera y la segunda ola del revisionismo. No ha de sorprendernos, pues, que todavía aparezcan elementos, dentro incluso de nuestro propio movimiento, dispuestos a enterrarlos de nuevo ya que, por lo visto, están superadísimos.

Por lo demás, no creo que haga falta insistir en la necesidad, para todo verdadero Partido Comunista, de aplicar el marxismo-leninismo y sus desarrollos a las condiciones de cada país (el Programa, la Línea Política y la práctica de nuestro Partido son un buen ejemplo de ello), mas para eso hace falta partir siempre de sus principios o fundamentos ya que, de otra manera, ¿qué es lo que habría que aplicar?

Yo no tengo duda de que, en realidad, de lo que se trata es de meter de matute en nuestro movimiento revolucionario, con el pretexto de los desarrollos y las superaciones, las viejas ideas y la política revisionista con nuevos ropajes.
“…“¡El servicial Trotski es más peligroso que un enemigo! ¡Que cerdo es este Trotski!: frases izquierdistas y bloque con los derechistas contra los zinmerwaldianos de izquierda! ”.
Lenin

STALIN

Nota Mar Jun 05, 2007 8:13 pm
“…“¡El servicial Trotski es más peligroso que un enemigo! ¡Que cerdo es este Trotski!: frases izquierdistas y bloque con los derechistas contra los zinmerwaldianos de izquierda! ”.
Lenin

Nota Mar Jun 05, 2007 8:48 pm
A propósito de un texto de Sacristán contra Stalin

Dentro de la campaña que los secuaces de Manuel Sacristán vienen desatando por todas partes para rescatar su olvidada memoria, han tenido la infeliz idea de volver a publicar una conferencia pronunciada durante la transición, a la que han titulado Sobre el estalinismo, en lugar de titularla Contra el estalinismo, que es más apropiado.

Si la transcripción es fiel a lo que Sacristán dijo, les estaremos eternamente agradecidos, porque el filósofo ultrarevisionista se retrata a sí mismo de manera magistral.

La intervención ha vuelto a ser publicada ahora tanto en Rebelión como en Corriente Roja y está en la línea de lo que ahora mismo es una norma editorial bastante generalizada: la más absoluta falta de norma y de criterio. Gracias a eso podemos leer hoy una tesis y mañana la contraria. Eso es estupendo porque es la mejor manera de no leer nada. Por ejemplo, dentro de la misma campaña, al texto de Sacristán Corriente Roja le añade luego un artículo de Carlos X. Blanco titulado Ser comunista que en realidad es un manual para ser anticomunista (también publicado en Kaos en la Red, para que nadie se lo pierda).

Eso es lo que nos quieren vender como un muestra de pluralismo, libertad y democracia.

Ya hace décadas Sacristán tradujo un espantoso libro de Robert Haveman titulado Dialéctica sin dogma proveniente de los nuevos aires que campeaban entonces en la extinta RDA, o sea, revisionismo achacoso.

De verdad que estas monsergas nos hacen un gran favor. Aquella lucha de Haveman y Sacristán contra el dogmatismo envuelta en el papel de celofán de su dialéctica estuvo a punto de convertirnos en furiosos dogmáticos, pero logramos refrenarnos. Ahora también el antiestalinismo de Sacristán y Blanco (¿de Corriente Roja también?) casi ha estado a punto de arrojarnos al abismo estalinista más furibundo.

Esperamos podernos controlar, aunque por su parte, Sacristán perdiera los papeles y nos insultara a los estalinistas llamándonos peleles. Para que luego digan que nosotros padecemos incontinencia verbal...
Eurocomunismo y ultrarrevisionismo

La ceguera histórica de Sacristán le conduce a afirmar que después de la crisis de Budapest en 1956 y la crisis del canal de Suez del año siguiente hubo un refuerzo innegable de los duros, por así decirlo, de los estalinistas de corte más ortodoxo. Por tanto, según él, en la URSS no sólo no hubo desestalinización sino estalinización. Como siempre, es la historia contada al revés.

Las tesis ultrarrevisionistas, como las que Sacristán presenta de manera tan fiel, lo que quieren decir es que Jruschov, Breznev y compañía (a diferencia de Gorbachov) no fueron suficientemente revisionistas y debieron abrir las puertas al capitalismo ya en 1956. Como Carrillo se debió afiliar al PSOE aquel mismo año y no esperar tanto tiempo. Por eso Sacristán y los eurocomunistas defendieron a Dubcek y la Primavera de Praga, e incluso la intentona de la CIA y el Vaticano en Budapest en 1956. ¿Acaso es casualidad que Sacristán impartiera sus magistrales lecciones en el convento de los Capuchinos de Sarrià y que confesara divertirse estando con teólogos?

En cualquier caso, en Dubcek como en Sacristán, es la típica postura del revisionismo, más o menos acendrado: alinearse con el imperialismo. Lo que está feo es hacerle frente porque eso es terrorismo, gulag, purgas, represión, etc. Por eso, el camarada Solé Barberá, por aquellas fechas diputado del PCE-PSUC en las Cortes españolas, defendía la Audiencia Nacional, la ley antiterrorista, el estado de excepción y los antidisturbios. ¿O es que ya nadie se acuerda de los discursos oficiales de la bazofia eurocomunista de la época? Estaban contra los métodos del KGB pero la Guardia Civil era lo más democrático del mundo.

Y ¿cómo no? en todo esto siempre tienen que salir a flote los sesenta millones de rusos asesinados en el gulag, según los datos más modestos que Sacristán expone como el arma arrojadiza más típica y tópica, para que no falte de nada.

Pero el caso estrella de la represión es el del pobrecillo Nin, ejemplo de la intrínseca perversidad estalinista. Como sabe todo el mundo, en la Guerra Nacional Revolucionaria de 1936 a 1939 no murieron cientos de miles de republicanos defendiendo a la democracia contra el fascismo; parece que sólo murió el tal Andrés Nin, o por lo menos este muerto ocupa más páginas en los libros de historia que todos los demás juntos. ¿Por qué será que este muerto es tan sumamente importante?

No sólo hay colusión de los revisionistas con los imperialistas, sino también con las nauseabundas camarillas trotskistas que no se pierden ni una oportunidad de salir en los papeles, ni así se trate de la prensa rosa. Por ejemplo, ¡faltaría más!, en la tertulia de Sacristán aparece el inefable Solano, capo de las extintas juventudes del POUM, aunque los escribanos de Sacristán ni siquiera son capaces de poner bien su nombre. Allí se juntaron Sacristán y Solano como antes lo hicieran Trotski y Jruschov para destripar a nuestro padrecito Stalin (como le llamaba el Che).

Y aunque Sacristán reconoce que no es historiador, no le hace ascos a sostener que el verdadero legatario de Lenin no es otro que Bujarin (pero en ningún caso Stalin). Por eso, el presentador del opúsculo habla de la URSS como del país de Lenin, Gorki y Bujarin. Efectivamente, los eurocomunistas nos confirman que no son historiadores y, por tanto, ni saben nada acerca de Lenin ni tampoco de Bujarin. Nada sucede por casualidad y que los mismos que liquidaron definitivamente el socialismo en la URSS rehabilitaran finalmente a Bujarin lo dice todo acerca de sus fuentes inspiradoras y de los mágicos hilos conductores de la historia. Lo que le sucedió a Bujarin, como a otros muchos impacientes, es que se anticipó y trató de llevar a cabo en 1929 lo que debió esperar a 1953. Pero lo de Bujarin lo dejamos para otra ocasión.

Socialfascismo

Quizá ya nadie recuerde que, por aquellas fechas, hacia mediados de los años setenta del pasado siglo, los eurocomunistas como Sacristán eran los más enérgicos valedores de la unidad de la izquierda, que entonces significaba unidad de los partidos socialistas y revisionistas para salvar al capitalismo de la crisis en Europa occidental. De ahí que uno de los más fervientes ataques contra Stalin vaya dirigido al concepto de socialfascismo. Ahí Sacristán cree que puede cebarse y, sin embargo, deja al descubierto que para nada es un historiador.

Nosotros pensamos que, con justificación plena, la III Internacional calificó a la socialdemocracia como socialfascistas por muchas razones, entre otras porque fueron ellos los que dejaron expedito el camino a los fascistas para que se hicieran con el poder. Que luego los fascistas y los nazis no se compadecieran de ellos (de los militantes de base) y los pasaran a cuchillo, es algo posterior: Roma no paga a traidores.

Pero Sacristán no debió llegar a la página de 1933 de la historia y podía haberse quedado en 1919: quien asesinó a los espartaquistas (Luxemburgo, Jogiches, Liebknecht) no fue la derecha, los conservadores, los reaccionarios: fue la socialdemocracia alemana.

Avanzando en el tiempo sobre la historia de la Alemania contemporánea, hay una pregunta que quizá los historiadores de verdad nos puedan responder: durante el denominado gobierno Kiesinger-Brandt, sabemos quién era Willy Brandt, pero ¿quién era Kiesinger? ¿nos pueden contar sin sonrojarse su biografía durante la época hitleriana?

Otro dato: cuando asesinaron a los militantes de la Fracción del Ejército Rojo en las cárceles, precisamente en las fechas en las que Sacristán impartía sus monsergas, quien dio las órdenes desde el gobierno federal alemán no fue otro que el canciller Helmut Schmidt, el hijo bastardo de Willy Brandt. Esas sangrías sólo las llevan a cabo los socialfascistas.

Pero Sacristán no tenía por qué irse hasta Alemania; los hispánicos cien años de honradez del PSOE son igual de evidentes:

— el PSOE colaboró activamente al más alto nivel con la dictadura de Primo de Rivera
— el PSOE colaboró activamente con Casado para dar un golpe de Estado en Madrid en 1939 que abrió el camino a las hordas franquistas
— el PSOE conspiró en el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 para hacerse con el poder al año siguiente
— aquel año el PSOE asesinó a Martín Luna y luego creó los GAL como brazo armado que cometió más de 30 asesinatos (sin contar los asesinatos legales) para acabar con la resistencia antifascista
— ...

Casi estamos tentados de continuar con Francia y la procelosa historia de Mitterrand, primer presidente socialista de la República, funcionario vichysta, íntimo de los pistoleros de la ultraderecha, defensor ante los jueces de los criminales de guerra,... Pero ¿para qué seguir? Lo dejaremos también para otra ocasión.

[Nota: la tentación nos puede; cuando en 1981 el vichysta Mitterrand accede al poder, su gobierno es la unidad de la izquierda, los socialfascistas con los revisionistas, que se pusieron a la faena entregando a la guardia civil a los refugiados políticos vascos y deteniendo a nuestros camaradas en París. La liquidación del derecho de asilo político y la colaboracion con los GAL fue una conquista especialmente suya].

Los marxistas asiáticos

Como cualquier otro vulgarizador ramplón, Sacristán no podía dejar de recurrir al tópico de Rusia como país atrasado, campesino, y casi se le escapa el adjetivo racista de asiático, es decir, bárbaro, inculto, salvaje, brutal, etc. ¿Qué se podía esperar de un país así? Pues marxistas asiáticos, es decir, bárbaros, incultos, salvajes y brutales. En países feudales como Rusia, que no estudian filosofía del arte ni lógica simbólica, no se puede construir el socialismo: eso es lo que nos quieren decir todos esos exquisitos académicos de pacotilla. Damos por supuesto que cualquier semejanza de esas ideuchas con el marxismo sólo puede aparecer en un mal guión de Hollywood.

Quizá Lenin se pueda salvar, pero para eso hay que practicar la cirujía y escindirle del malévolo Stalin. A partir de ahí ya sabemos; luego vienen otros que dicen: Lenin tampoco, los que valen son Marx y Engels, que eran centroeuropeos y urbanos, mientras que Lenin era un aldeano que prostituyó el marxismo pulido y limpio de los alemanes. Detrás llegan los que separan a Engels de Marx: éste sí era un pensador profundo y original, mientras Engels era un positivista, un evolucionista vulgar que ridiculizó la dialéctica. Finalmente nos quedamos sólo con Marx, pero hay que diferenciar: hay un joven Marx, humanista, y un Marx viejo, encallecido, dogmático...

Hay tonterías de esas para todos los gustos: nos presentan el marxismo como un hipermercado donde cada cual puede elegir aquel producto made in Marx que le tranquiliza mejor su conciencia. Por eso todos los oportunistas nos dicen al unísono: no hay un solo marxismo, vosotros (por nosotros) sois unos dogmáticos alucinados, dice Sacristán, o iluminados, dicen hoy. Pues la verdad es que tenemos que reconocer que sí: unos somos unos iluminados y a otros se les han fundido los plomos. Es la lucha de clases de toda la vida, de las luces contra el oscurantismo, que diría Voltaire.

Ingeniería socialista

Como no le faltaba valor para meter la cuchara en todos los pucheros, Sacristán también se lanza a opinar sobre economía, aún reconociendo que tampoco es un economista competente. Y así lo demuestra cabalmente cuando habla sin ninguna información acerca de la acumulación originaria socialista, una tesis de Prebrajenski que Stalin nunca aceptó. A pesar de ello afirma que lo que allí se construyó no fue el socialismo sino esa acumulación originaria de Preobrajenski, una tarea puramente ingenieril, de obras públicas. También pedimos explicaciones en este punto porque nosotros, los peleles estalinistas, no comprendemos cómo un tirano omnímodo como nuestro padrecito Stalin consintió una acumulación originaria a la que se oponía...

Aficionadillo a los lugares comunes, Sacristán dice también que en la Unión Soviética no podía haber dictadura del proletariado porque no había proletariado mayoritario. Esta es una cuestión que ya fue discutida, aclarada y resuelta en la propia URSS por Lenin, de manera que si aún hay quien aún no ha sido capaz de asimilarlo es su problema. En la URSS podía haber y hubo dictadura del proletariado bajo la forma de una alianza obrero-campesina dirigida por la clase obrera y en donde los campesinos eran la fuerza mayoritaria en la que se apoyó el proletariado. Que una clase sea minoritaria no significa que no esté en condiciones de dirigir una revolución, cualquiera que ésta sea. La única condición para el éxito es que se apoye en una mayoría oprimida, y no otra es la experiencia de la URSS, de China y de tantos otros países que lo han probado con creces. Parece hasta mentira tener que insistir en ello, pero ni Sacristán ni nadie nos hizo entonces ni nos hará ahora comulgar con ruedas de molino.

¿Quién inventó la lucha de clases?

Siguiendo el recorrido por el colmo de la frivolidad ideológica, Sacristán sostiene también que la doctrina de la lucha de clases de Marx le vino de un policía reaccionario prusiano llamado Von Stein. Pues es falso. Quizá Sacristán se refería a Lorenz Von Stein (1815-1890) y lo confundió con Karl Von Stein (1757-1831), pero esa tesis es siempre falsa en cualquiera de los dos casos. Ninguno de ellos era policía y tampoco encajan en la categoría de reaccionarios. Lorenz Von Stein estuvo en París por la misma época en que estuvo Marx, posiblemente se conocieron porque se movieron en un círculo similar de conocidos y la obra de L.Von Stein Historia de los movimientos sociales en Francia desde 1789 hasta nuestros días es paralela al Manifiesto Comunista. De ningún modo fue la obra de la que Marx tomó el concepto de lucha de clases.

Marx jamás dijo haber sido el primero en hablar de la lucha de clases, porque bien sabía que muchos otros antes que él lo habían estudiado. Además, la doctrina de la lucha de clases no sólo no tiene un origen reaccionario sino que se apoya en las concepciones más evolucionadas de la burguesía revolucionaria, especialmente de Montesquieu. Lo más probable es que la primera noción le llegara a través del mismo Hegel, un fiel seguidor de Montesquieu en este aspecto.

Para terminar: que hoy sus nostálgicos epígonos traten de rescatar del justo olvido todo el cúmulo de despropósitos de quien, haciendo gala de culto a la personalidad, califican como el profeta Sacristán, sólo demuesta la plena vigencia de la vida, el pensamiento y –lo que es más imprtante- la obra de Stalin. Esos textos de Sacristán ya habían sido publicados en papel varias veces en la presa oportunista así como en la web de la Fundación Andreu Nin. No es casualidad que vuelvan ahora a la carga cuando el reforzamiento del movimiento comunista internacional pasa por Stalin, como es fácilmente comprobable. El interés por Stalin se acrecienta.

En este proceso nosotros no tenemos ningún interés especial en defender a Stalin; lo único que tratamos de hacer es impedir que bajo la excusa de la crítica a Stalin siga infiltrándose la podrida ideología burguesa, el revisionismo y el trotskismo, que vienen a ser lo mismo. Ni Stalin, ni Lenin, ni Marx, ni nadie están por encima de la crítica, de manera que todas las que puedan dirigirnos no hacen más que fortalecer nuestra ideología, el comunismo, el marxismo-leninismo. Tenemos que dar la bienvenida a todas las críticas porque, en efecto, Stalin o, mejor dicho, la época de Stalin, la III Internacional, la construcción del socialismo en la URSS siguen siendo las claves sobre las que debemos proseguir el reforzamiento de nuestro trabajo ideológico. Pero necesitamos buenas críticas, fundadas, solventes, no las asquerosas papillas cocinadas en Langley, en Prinkipo o en el informe secreto de Jruschov. De esas estamos hartos y Sacristán forma parte de esa hartura. Dejadle descansar en paz.
“…“¡El servicial Trotski es más peligroso que un enemigo! ¡Que cerdo es este Trotski!: frases izquierdistas y bloque con los derechistas contra los zinmerwaldianos de izquierda! ”.
Lenin

Lectura muy recomendada

Nota Mié Jul 04, 2007 12:13 am
Para descargar, pinchar en los siguientes enlaces:

Ludo Martens: Otra visión de Stalin ( parte I )

Ludo Martens: Otra visión de Stalin ( parte II )


"Yo era un antistalinista convencido desde que tuve 16 años. La idea de un atentado contra Stalin invadía mis pensamientos y mis sentimientos. Estudiábamos las posibilidades técnicas de un atentado. Luego pasamos a una preparación práctica. (......).
Mientras Stalin vivió, yo veía todo esto de otra manera, pero hoy, cuando puedo sobrevolar este siglo, digo: Stalin ha sido la más grandiosa personalidad de nuestro siglo, el político más genial. Adoptar una actitud científica con respecto de alguien no significa comprometerse en una actitud personal "
Alexandre Zinoviev, 1993 .
“…“¡El servicial Trotski es más peligroso que un enemigo! ¡Que cerdo es este Trotski!: frases izquierdistas y bloque con los derechistas contra los zinmerwaldianos de izquierda! ”.
Lenin

Nota Mié Jul 04, 2007 7:34 am
Gracias Klaudia. En realidad deberíamos tener aquí todo lo que hay de Ludo Martens. En cuanto tenga tiempo hago una recopilación de lo que existe en la red y los posteamos en el primer mensaje.

Nota Sab Jul 14, 2007 12:06 pm
Muchos conocerán a la "iluminada" trotskista cubana Celia Hart cuyos estúpidos, contrarrevolucionarios y panfletarios artículos se propagan como virus en la red, y daría la impresión a algunos de que ella representa el ideario revolucionario del socialismo cubano. De ahí que resulta importante desenmascarar a tales oportunistas:

Los disparates de la trotskista cubana Celia Hart

Nota I
POLÉMICA CON EL TROTSKISMO
Los disparates de Celia Hart

Celia Hart es una trotskista cubana que en junio visitó Brasil y Argentina para colaborar con organizaciones trotskistas de la región. Estuvo en el congreso del PSOL de Brasil, donde hay varias fracciones internas de ese tipo. Y en nuestro país dio charlas a invitación de la Fundación Federico Engels, de la Corriente Socialista El Militante, por la que fue invitada, y el Movimiento Socialista de los Trabajadores.
En esos eventos bajó línea sobre qué hacer en cada país. Por caso, apoyó a las corrientes trotskistas que han decidido operar adentro del Partido Socialista Unificado de Venezuela. Hart se pronunció para que Hugo Chávez revea su postura de no permitir fracciones internas y acceda a la concepción oportunista y entrista legada por León Trotsky. Ella avanzó en que “por lo pronto, empezar a edificar el partido Socialista de la Gran Colombia es crucial para el éxito del PSUV” (Entrevista a Celia Hart, “¡Cómo puede uno no ser trotskista dentro de la Revolución Cubana!”, El Militante, 5/7). En este tema, ¿habrá consultado a los compañeros de las FARC-EP y el Partido Comunista Clandestino de ese país? ¿Y a Chávez?
Es una pena que Celia, llevada por la ideología trotskista, se lance así, en forma tan poco reflexiva y desde afuera, a decir qué tienen que hacer los revolucionarios venezolanos, colombianos y ecuatorianos. En este primer disparate, ella rompe con la teoría marxista-leninista del partido, que debe surgir de las luchas de clases y debates dentro de cada país, forjar una disciplina plasmada en la doctrina, programa y estatuto único, con el método del centralismo democrático y ajeno a la existencia de fracciones. La primera discusión seria entre Lenin y Trotsky fue en el II congreso del partido socialdemócrata ruso a propósito de quiénes podían ser miembros del partido. “Cualquier huelguista” sostenía Trotsky. “El militante que trabaja en un organismo sujeto a la disciplina”, decía Lenin. El artículo 1 de los estatutos dividió entonces a bolcheviques de semimencheviques. Y los sigue dividiendo hoy, con una trotskista cubana “independiente”, que llama a formar el partido de la “Gran Colombia” con fracciones trotskistas como sinónimo de democracia.
En eso denota que no es una militante orgánica del Partido Comunista Cubano que respete su trayectoria y modelo de construcción. Parece la típica pequeño burguesa que anda por la libre, sin rendir cuentas a la organización, opinando de todo, a veces con liviandad. ¿Por qué no le propone al Partido Comunista Cubano que acepte la existencia de fracciones y pida lugar allí adentro como grupo trotskista? ¿Le llevarían el apunte? Si los cubanos han resistido tantos años la criminalidad del imperialismo yanqui ha sido, entre otras cosas, porque se apegaron al concepto martiano de partido revolucionario único, empalmado con el leninismo. Con el divisionismo que pregona esta muchacha habrían sido devorados hace tiempo.

El segundo disparate
El segundo disparate es que en sus charlas y reportajes en Argentina ha cuestionado a Fidel Castro y la dirección cubana, a veces pública y abiertamente. Veamos algunos ejemplos:
-Respecto de los Cinco cubanos presos en EE UU, sostuvo: “considero que en Cuba este tema está mal tratado. Se lo dije al compañero Alarcón y a todo el mundo que pude. Porque los han tratado como a cinco imbéciles que los agarraron presos por estúpidos, pero ellos son cinco revolucionarios internacionalistas que están luchando por el socialismo. Y por supuesto en Estados Unidos el socialismo es inconstitucional” (Reportaje en Alternativa Socialista nº 455, 27/6/2007).
En la isla y en los 300 comités por su libertad formados en todo el mundo, se considera a esos compañeros como héroes y no “como a cinco imbéciles que los agarraron por estúpidos”. Además, Hart falsifica que los Cinco estaban luchando por el socialismo en EE UU como si hubieran ido a la cárcel porque allí esa divisa sería inconstitucional. Los Cinco están presos por antiterroristas, porque querían prevenir los ataques de la mafia de Miami contra su patria.
-Otra crítica a Fidel Castro tiene que ver con la valoración de China. En los dos reportajes citados y la charla que dio en la Casa de los Trabajadores de Córdoba, Hart caracterizó a ese país como capitalista, donde se habría restaurado el capitalismo. O sea que no habría diferencias entre China Popular y la Rusia que disolvió la URSS.
Efectivamente el socialismo desapareció en 1991 en Moscú. Pero mientras el trotskismo aplaudió ese colapso y trabajó para él, tanto Fidel Castro como Hugo Chávez lamentaron ese resultado. Para estos dos líderes fue una tragedia y nosotros compartimos ese punto de vista. Chávez fue a Moscú a inaugurar el centro cultural “Simón Bolívar” y declaró: “la Unión Soviética, muy lamentablemente, cayó” (AP, 29/6).
En cambio el trotskismo, junto a Bush padre y el Vaticano, aplaudió el colapso del socialismo en el este europeo como una revolución democrática y obrera. Celia Hart opinó: “la caída del Muro ojalá se hubiera dado antes. Porque el Muro, la URSS y el estalinismo nos retrasaron mucho el camino, no sólo en el tiempo sino también en la conciencia”.
En cambio, mal que le pese al imperialismo y al trotskismo, en China el socialismo aún existe, con errores, desviaciones, aperturas exageradas al capital extranjero, etc. En 2004 Fidel Castro condecoró en La Habana con la orden “José Martí” al presidente chino Hu Jintao, secretario general del PC Chino. En su discurso, Fidel expresó: “las relaciones entre China y Cuba constituyen hoy un ejemplo de transparencia y colaboración pacífica entre dos naciones que sostienen los ideales del socialismo. Existe hoy no sólo una sólida base para el desarrollo de las relaciones entre los dos países, sino también una mayor voluntad política para profundizarlas, continuar ampliándolas, y defender la noble causa del socialismo, la unidad entre los pueblos y el respeto a los principios del derecho internacional” (24/11/2004, Versiones taquigráficas, Consejo de Estado). En abril de 2007, aún convaleciente, el presidente cubano recibió durante una hora a Wu Guanzheng, miembro del Comité Permanente del Buró Político del Partido Comunista Chino.
O sea que para el comandante cubano, en Beijing todavía existe el socialismo. Lo mismo, con matices, hay en Corea del Norte, Vietnam y otros países, además del proceso bolivariano en curso en Venezuela. Para Hart, en cambio, el único país socialista es Cuba. Perdón, para ser preciso, para ella Cuba no sería socialista sino que habría en curso una “revolución socialista”, que no es lo mismo. Es que además de sus temores sobre la restauración del capitalismo en la isla por la “vía china”, pesa la concepción dogmática del trotskismo de que no es posible el socialismo en un solo país (¡aunque la URSS haya sido un país socialista único entre 1917 y 1945!).
Hart planteó en un reportaje anterior: “Yo tengo una guerra total con el concepto de socialismo en un solo país, en Cuba no existe el socialismo, lo que es hay es una revolución socialista. En Cuba existen los problemas del socialismo en un solo país, que no se puede hacer” (Alternativa Socialista 20 de octubre de 2004).
Opuesta por el vértice a la valoración de Fidel, ella señaló en la charla de Córdoba que si en Cuba sucediera algo similar a China, habría que “volver a los tiros a la Sierra Maestra” y que “iba a estar allí”.
-En otra crítica hacia las autoridades cubanas, Hart sostuvo en Buenos Aires que aquellas impidieron la difusión de un libro del Che Guevara, “Escritos sobre Economía Política”, escrito en 1964 y publicado en el 2006. “No nos lo dejaron leer hasta ahora”, chicaneó, dando pasto a los que acusan a Fidel de “censor”.
Estas posturas la hicieron merecedora de elogios de Carlos Alberto Montaner, el terrorista que vive en Madrid de la plata de la CIA y la Unión Europea. Al comentar el artículo de Hart “Welcome Trotsky” -reproducido por el contrarrevolucionario Partido Social revolucionario Democrático, sello de la gusanera de Miami-, Montaner alabó: “en todo caso, me parece interesante que en Cuba haya una vertiente trotskista dentro de la aburrida ortodoxia ideológica del régimen. Precisamente, los primeros marxistas que se opusieron a Castro fueron los trotskistas” (firmaspress.com, 27/11/2004). Si el enemigo lo aplaude a uno, debe preguntarse: ¿qué hice mal?
Siempre subjetivos, los trotskistas están chochos con la adquisición. “El Militante” escribió el 25/6/2007 que “Celia Hart se ha convertido por derecho propio en una de las figuras políticamente más relevantes en la izquierda latinoamericana”. No sabíamos que la región tenía otro líder. Hemos preguntado a comunistas cubanos y respondieron que Celia Hart en la isla “no existe”.
SERGIO ORTIZ



Fuente: http://www.pl.org.ar/

Nota Sab Jul 14, 2007 12:29 pm
Stalin hoy

(Acción Proletaria)

Rusia, los burgueses tiemblan… y no es por un terremoto. Nuevamente la burguesía se asusta, y las razones son tres: Los pueblos de la ex URSS que se moviliza, los pueblos de la ex URSS que desean volver al socialismo y los pueblos de la URSS que recuerdan con cariño y fuerza al camarada Joseph Stalin.

No se trata de una novela de ciencia ficción, es la pura realidad. En un artículo de un matutino santiaguino apareció una crónica realizada por un historiador ruso burgués, de derecha, que planteaba con preocupación como a raíz de los 60 años de la conmemoración del triunfo de la Unión Soviética sobre el Nazi fascismo los pueblos de la Federación Rusa recordaban con honor al camarada Stalin. Es más, ese mismo historiador, hacia hincapié en que “cuando se le pide a los rusos que enumeren a las personas mas importantes del siglo XX, Stalin sigue empatado en el primer lugar con Lenin” y que hay “siete rascacielos en Moscú a los que los rusos siguen llamando ‘Vysotki de Stalin’” (Roy Medvedev) además de agregar que hace poco se planteó un debate oficial sobre si era conveniente o no colocar un monumento a Stalin en la Plaza Roja y como los rusos desean volver al socialismo de los tiempos de Stalin. Ante estas aseveraciones de los pueblos, la burguesía ha buscado explicaciones cantinflas (sin desmerecer al gran cómico mexicano) planteando que el problema esta en la mafia rusa, en las desigualdades, en que la gente no quiere pagar por servicios que antes eran gratis, etc… Pero la realidad es otra.

Desde 1956, existió una política sistemática en contra de Stalin, por parte del oportunismo revisionista de Krushev que aseguro privilegios a una camarilla seudo comunista en el Kremlin y que es la misma que Gorvachov y la Perestroika se encargaron de entregar a la URSS al capitalismo imperialista. Por otro lado el discurso utilizado por los nazis en contra de la URSS durante la Gran Guerra Patria (Segunda Guerra Mundial) fue utilizado tanto por trotskistas, anarquistas y la misma CIA para desprestigiar la época en que Stalin estuvo a cargo del Estado Soviético. Image Esos fueron argumentos que permitieron a uno y otro bando (capitalistas y social imperialistas) alejar a las masas trabajadoras de su participación en el Estado. Todos esos argumentos falsos, sobredimensionados, y sacados del contexto histórico fueron generando algo que el gran historiador francés Pierre Vilar denominó Terrorismo Intelectual y que además pretendió, y solo pretendió, engañar a las masas, pero no lo logró. Incluso otros seudo comunistas plantearon que la gente en Rusia no hecha de menos a Stalin, sino que hecha de menos la igualdad, la salud y educación gratuita. Pero ninguno de esos argumentos es real, ni valedero; entonces nos debemos hacer las siguientes preguntas: ¿Por qué el proletariado ruso recuerda con cariño al camarada Stalin? ¿Por qué el proletariado ruso quiere volver al socialismo de los tiempos de Stalin? ¿Por qué el 55% de los rusos desea un gobierno mal llamado Stalinista, que en realidad es Marxista Leninista? (No olvidemos que fue Stalin quien planteó que ya no se debía hablar de Marxismo a secas sino que de Marxismo Leninismo).

Las respuestas tienen las siguientes directrices:

1) A nivel interno: El período en que Stalin fue el máximo dirigente del Partido Comunista de la Unión Soviética y del Estado, ésta inmensa nación, compuesta por variadas repúblicas, experimentó un crecimiento económico impresionante. Bajo la dirección del camarada la URSS en menos de 30 años dejo de ser un país feudal (del tipo del siglo XVI) a ser la principal potencia mundial, dejó de ser un país de arado para llagar al espacio. Como si fuera poco, en 1929 a 1935, mientras el mundo estaba en plena crisis mundial, mientras el capitalismo occidental, fundamentalmente, se sumergía en la peor crisis existente hasta nuestros días, donde las ollas comunes fueron pan de cada día, donde éstos países capitalistas experimentaban crecimientos negativos, la URSS tenia un crecimiento de alrededor del 200 al 300% (ver informe del Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1933). Que significó tener a todos los trabajadores de la URSS ocupados y recibiendo los beneficios de la producción nacional equitativamente y no como sucede en nuestros países hoy en día, donde la gran riqueza se la llevan unos pocos.

2) Lucha de Clases: Como decía Pierre Vilar, hay mucho de terrorismo intelectual, y siempre se plantea que Stalin fue un asesino, que mató a millones de personas, pero de haber sido así ¿no se habría notado en esa época? La historia ha demostrado que cuando los pueblos sufren de genocidios, los pueblos se levantan, y si no es así preguntamos ¿Acaso los chilenos no nos levantamos contra una dictadura que mato a alrededor de 3.000 compañeros, que son los detenidos desaparecidos según cifras oficiales?, ¿Sí el gobierno del Kremlin en tiempos de Stalin era tan malo, por qué no se sublevo la gente? (que sepamos en esos tiempos las armas no eran tan efectivas como las del tiempo de Pinochet) Si bien durante su periodo hubo lucha de clases que significaron enfrentamientos, sabotaje a la producción soviética, depuración partidaria (necesaria para expulsar a los elementos oportunistas y corruptos del Partido) y por sobre todo guerra a muerte entre los Kulaks (Terratenientes, patrones de fundo) y los campesinos, hay que entenderla bajo el contexto histórico de las luchas de clases y no en base a idealismo falsos como decir que una sola vida ya es importante, porque no es lo mismo asegurar la existencia de millones de trabajadores que de un coimero aprovechador y corrupto burgués que explota día a día y mata a niños, mujeres y hombres con su régimen de explotación indiscriminada como utilizaban los Kulaks, y por ultimo, como consta en actas del partido en las regiones apartadas, muchos camaradas fueron enviados por el Kremlin a detener el ajusticimianto por parte de los campesinos sin previo juicio.

3) La Gran Guerra Patria: Por ultimo, digamos las cosas como son. El gran héroe de la Segunda Guerra Mundial no es Páton, Churchill, Aysonhauer u otro general de los aliados, sino que el Ejército Rojo dirigido por el camarada Stalin. La Gran Guerra Patria, como le llaman los rusos hasta hoy, significó la muerte de más de 20 millones de soviéticos a manos de las huestes nazis, y si se ganó la guerra fue por la gran estrategia del Kremlin.

En síntesis, que hoy los rusos recuerden con cariño a Stalin tiene sus razones, y es que cuando el socialismo soviético siguió el rumbo correcto, del marxismo leninismo, que Stalin siguió como corresponde, los pueblos de la Unión Soviética estuvieron mejor que nunca, no por algo, como planteaba Roy Medvedev en el artículo publicado por cierto matutino santiaguino, "las librerías rusas están llenas de biografías de Stalin, que en su mayoría hablan positivamente de su período", y no seamos ingenios, porque los pueblos no son tontos, ya que si la mayoría de los rusos quiere volver al socialismo de los tiempos de Stalin es por algo, pero definitivamente no es porque estén locos, sino que más cuerdos que nunca, porque después de todo, dicho pueblo ya conoció el socialismo, y ahora que esta inmerso en un capitalismo desenfrenado. Los rusos saben que es mejor y superior, el socialismo como lo dirigió el camarada Stalin.


Nota Sab Jul 14, 2007 12:56 pm
Qué bueno, hay que seguir recabando información, a ver si hacemos reflexionar a los estafados que confían en gente como los Hart, Wods, y mil etcéteras .

Gracias Rubiera, publicaré esto en otros foros. Aunque no estaría mal que pusieras la página web de donde sale tal información.

Un saludito


Nota Sab Jul 14, 2007 2:01 pm
creo que el artículo este que publican en dicho blog, viene de

http://accionproletaria.com/2007/index.php

interesante página, parece nueva.

Nota Mar Jul 17, 2007 6:58 pm
Te felicito Rubiera, por la recopilación de material sobre la vida y obra de Yósif Vissariónovich Dzhugashvili. Me voy a poner a leerlo, pues resulta imprescindible para entender la etapa de la construcción no solo de la URSS sino del movimiento comunista internacional. Muy atinada tu afirmación:

Código: Seleccionar todo
Cuando el imperio se empeña en destruir su imagen, no nos queda otro remedio que desconfiar y seguir precisamente la línea contraria de lo que nos quieren imponer.


En México, cuando a fines de los años 30 se le dio asilo político a Trotski, este sujeto intento dividir el naciente movimiento obrero organizado y bueno aunque no lo reconoció terminaron sus actos favoreciendo a los fascistas que apoyaban a la coalición del eje durante la segunda guerra mundial.

Salu2
Imagen

Nota Mar Jul 17, 2007 7:57 pm
STALIN Y LA ÉPOCA ACTUAL

(Extractos de la ponencia presentada por N.A. Andreieva al Seminario Internacional celebrado en la India, en marzo de 1995)

Desde los alarmantes años 30, para numerosas generaciones de soviéticos, el nombre de Stalin se convirtió en la personificación de la justicia social y del orgullo nacional.

Durante la Segunda Guerra mundial fue la confianza en Stalin la que alimentó la seguridad del pueblo en la victoria sobre los hitlerianos. Se asociaba a Stalin la política de bajada anual de los precios al tiempo que aumentaban los ingresos de la población, la certeza de que en el futuro el país sería más poderoso y más hermoso que hoy.

Se puede decir, sin exagerar, que Stalin gozaba de una consideración sin límites y del afecto popular, aunque la complejidad de la época en que tuvo que gobernar exigía tener que adoptar bastante a menudo medidas impopulares.

El cariño y la consideración del pueblo hacia Stalin no estaban determinados por la propaganda, sino, ante todo, por los grandes cambios constantes y reales que experimentaba la gente normal, así como por la estabilidad en la política interior y exterior.

Por supuesto, en los años en los que Stalin estuvo al frente del Estado hubo también derroches, pero esto sólo se puede juzgar basándose en los hechos, teniendo en cuenta la situación histórica tanto dentro como fuera del país.

Stalin advirtió del peligro de degeneración del aparato del partido por una casta de intocables endiosados; insistía en la necesidad de hacer depuraciones sistemáticas dentro de la cúpula del partido para evitar que se burocratizase.

La tesis leninista-estalinista de poner el acento en la lucha de clases para poder avanzar en el camino socialista ha sido plenamente confirmada por la historia. Como se sabe, esta tesis fue refutada por los oportunistas de la época kruschovista-breznevista de forma particularmente violenta.

Es el desprecio o el desconocimiento de esta ley objetiva de la lucha de clases lo que, a fin de cuentas, llevó a la degeneración completa del núcleo dirigente del PCUS el cual, bajo la máscara de la perestroika gorbachoviana, ha transformado al Comité Central del Partido en un estado mayor del reformismo burgués y de la exportación de la contrarrevolución a los Estados socialistas de Europa oriental. La nomenclatura instalada en el ex-PCUS tomó el camino de la traición abierta cuando vieron en peligro sus privilegios y el descenso de su nivel de vida personal.

Buscando salvar su buena posición, los bonzos del partido se lanzaron a las estructuras comerciales y han pasado a engrosar los órganos de poder de los regímenes mafiosos de las antiguas repúblicas de la URSS. Hoy los ex-emisarios del partido se han convertido en el destacamento de choque de la contrarrevolución burguesa y, con Yeltsin, realizan el negro trabajo de la reacción. En particular, la famosa perestroika de Gorbachov hizo correr ríos de mentiras sobre Stalin. La campaña antiestalinista se transformó en histeria y en un verdadero escándalo.

Todo fue deformado, vejado, escupido. Esto tenía un solo objetivo: eliminar de la conciencia de las masas la consideración y el aprecio del que gozaba Stalin. Pero de nuevo la historia les ha jugado una mala pasada a estos falsificadores desenfrenados.

El irremediable fiasco de la perestroika y el impasse en el que se encuentra la restauración burguesa en la URSS hacen que los soviéticos se vuelvan a plantear la forma en la que eran resueltos los problemas sociales y nacionales durante el periodo estalinista.

La diferencia es tan abismal y tan clara con respecto a la época de Stalin que hoy hasta los antiestalinistas más descarados empiezan a camuflar sus posiciones. No es cuestión de defender o de alabar la actividad de Stalin. Stalin es un capítulo glorioso de la historia de nuestro Partido que toda-vía espera ser investigado de forma profunda e imparcial. Pero, aparte de esto, de todas formas hay que preguntarse y que esclarecer algunas cuestiones sobre las que especula el antiestalinismo. Me voy a permitir entrar en algunas de ellas. Ante todo está la vieja cuestión del papel de su personalidad en la historia ¿Cómo entenderlo?

En principio, todo hombre es considerado socialmente según los resultados de su actividad. Un ingeniero, por ejemplo, es considerado según la calidad de sus soluciones técnicas o de sus elaboraciones, o sea, según la contribución que aporta a la ciencia; un artista según los papeles que ha hecho en el teatro o en el cine; un campesino según su buena mano para hacer crecer y recoger la cosecha, etc. Un hombre de estado es considerado por los resultados de su actividad política como gobernante.

La realidad contemporánea de Rusia confirma la necesidad de este acercamiento. Pongamos un ejemplo, los defectos morales de Yeltsin (alcoholismo, imprevisibilidad, influenciabilidad) son muy debatidos en la prensa de la oposición. Pero el odio y el desprecio que inspira a los soviéticos no son consecuencia de sus vicios, sino por ser un renegado, por haber traicionado a los idea-les del socialismo, por el genocidio de su propio pueblo. A diferencia del presidente de Rusia, Mijail Gorbachov está mucho mejor visto, desde el punto de vista de la moralidad, por la opinión pública, pero no es mejor que Yeltsin, su rival y continuador de la causa restauracionista, y se ha ganado el odio y el desprecio de la gente.

Aquí parece como si las cualidades morales no tuvieran importancia, como si se igualaran. Por supuesto que las cualidades morales de un hombre político juegan su papel. Por ejemplo, en la democracia burguesa se puede debatir durante meses, en el curso de las campañas electorales, la infidelidad conyugal de los candidatos a la presidencia. Por regla general, los candidatos que han contado con mayores cantidades de dinero son los que acceden a los puestos presidenciales y no los que cuentan con la mayor tasa de moralidad.

Los resultados de la actividad política y estadística de I.V. Stalin son tan impresionantes que no cabe ninguna falsificación. Estos resultados muestran que Stalin reunía las mejores cualidades para ser un gran dirigente político del siglo XX, que sabía apreciar correctamente y de forma realista una situación, prever el futuro, fijar de forma precisa los objetivos y elegir los medios para conseguirlos, que tenía una voluntad política de hierro para realizarlo que se había propuesto.

Nadie puede negar que, con Stalin, la URSS consiguió éxitos colosales en todos los terrenos, como el que llegara a ser la segunda potencia mundial. Un ejemplo, en 1917 la producción industrial de Rusia suponía el7% de la de EEUU y en 1940 era ya el 45% (!). Es por eso por lo que los antiestalinistas se han readaptado en sus patrañas sobre las cualidades morales del guía del pueblo soviético. Para hacerlo, las apreciaciones de los seudo-demócratas se han basado no en los testimonios o los recuerdos de los que conocieron personalmente a Stalin, sino sobre las elucubraciones malintencionadas de personajes que profesan un odio patológico por el socialismo y el Poder soviético.

De ahí las etiquetas que se le han colocado a Stalin sobre sus supuestas paranoias, su ansia de poder, mediocridad intelectual, alcoholismo, psicosis maniaco-depresiva y demás. La experiencia de la historia del antiestalinismo testifica que todas estas características han sido más de una vez refutadas por los que trabajaron directamente con Stalin en diferentes periodos de su actividad. Stalin era de una gran simplicidad en su vida diaria enteramente consagrada a la revolución y al socialismo. Nunca sufrió de megalomanía y se esforzaba por no diferenciarse en nada de las personas que le rodeaban.

Stalin era poco hablador, sabía escuchar y comprender a los demás sin imponer nunca su opinión. Un ejemplo, después de la guerra fue a visitar al crucero«Molotov». Kosiguin y su esposa le acompañaban. El comandante del crucero, ateniéndose a las tradiciones de la flota, no entendía que una mujer subiera a bordo de un barco de guerra. Cuando Stalin le pidió que hiciera una excepción, el oficial se negó en rotundo. Iossif Vissarionovitch sonrió maliciosamente bajo su bigote y le dio la mano al coman-dante del crucero diciendo: «¡Bravo! Un comandante debe ser inflexible...».

La afirmación de la irresistible ansia de poder de Stalin y su pretendido culto a la personalidad esa absurda. Para hacerla han silenciado el hecho de que Stalin presentó tres veces su dimisión al cargo de Secretario general del Comité Central del partido.

La última vez fue antes del XIX Congreso del partido. Debido a su edad, su nombre no estaba incluido en las listas de candidatos al Presidium del Comité central y, sin embargo, su nombre apareció ante la exigencia unánime de los delegados al Congreso. Para Stalin la política era la esfera de la defensa de los intereses de la clase obrera y de todo el pueblo soviético.

A los ojos de los trabajadores Stalin no era un ídolo de la forma en la que tratan de presentarlo de esa manera tan irreflexiva. La consideración y el afecto del pueblo no pueden conquistarse a través de la propaganda y de palabras aduladoras. Por regla general el pueblo no se equivoca y, si lo hace, no es por mucho tiempo. Kruschov y Breznev bien que intentaron crear su «culto», pero lo único que consiguieron fue el rechazo.

El «culto» exige necesariamente una personalidad notoria. En 1970, el escritor soviético Mijail Cholojov, galardonado con el premio Nobel, escribió: «No se puede menospreciar y a echar abajo la actividad de Stalin... En primer lugar porque sería injusto; en segundo porque esto no sería bueno para el país, para los Soviéticos. Y no porque no enjuiciemos a los vencedores, sino ante todo porque la ‘demolición’ no se corresponde con la verdad».

¿Por qué los ideólogos de la burguesía y los oportunistas de todo tipo siguen temiendo a Stalin? Creo que se debe a que la implacable lógica estalinista es capaz, incluso después de medio siglo, de conquistar a los lectores e investigadores sin ideas preconcebidas y de ayudarles a ver la diferencia entre el acero de alta calidad del leninismo y los viejos trozos de chatarra oxidada del revisionismo, del oportunismo, del nacional-comunismo y de otros chapuzas burgueses y pequeño-burgueses que forman parte actualmente de la contrarrevolución. Únicamente los más negros y acérrimos enemigos de Stalin siguen combatiendo, no contra su época, es decir, contra el pasado real del país, sino contra las invenciones de su propia imaginación enferma y resentida. No se trata de la difícil búsqueda de la verdad, sino de la manipulación descarada debida a la mentira y a la ignorancia. Una de estas invenciones es el problema de los «represaliados».Los restauradores del capitalismo lo han presentado como si se tratara de una justicia sumarial de Stalin contra sus «rivales» en la lucha por el poder personal.

En los años de la perestroika la prensa ha estado salpicada de seudo-revelaciones presentando a todos los que han sido reprimidos como absolutamente inocentes. Por tanto, han sido los mismos reprimidos los que inmediatamente han ayudado a restablecer la verdad. Cuando el capitalismo se implantó en el país, ellos se pusieron a hacer de reclamo, presentándose como los más férreos combatientes contra el Poder soviético, haciéndose pasar por héroes y vanagloriándose de haber sido ellos los que habían engañado al Comité de Seguridad del Estado (KGB).

Yeltsin les colmó generosamente de favores materiales, consistentes en«compensaciones» y mejoras en sus jubilaciones.(...) En cuanto a lo que concierne a los supuestos «pueblos reprimidos». Es cierto que en la URSS, durante los años de la guerra y en los inmediatamente posteriores a la Victoria de 1945, algo más de dos millones de personas fueron deportadas.

Pero esta deportación se debió a una medida obligada y unida a circunstancias excepcionales. El resto de los países beligerantes también lo hicieron, eso sin hablar de Alemania que trasladó a su país a muchos millones de hombres y mujeres, provenientes de los países ocupados, para convertirlos en esclavos.

Se sabe que los EEUU no se contentaron sólo con deportar a los alemanes y a los japoneses americanos, sino que los encerraron en campos de concentración. Y eso, recordémoslo, cuando para los EEUU no existía ninguna amenaza de ocupación fascista.

¿Qué podía hacer el Gobierno soviético en esos momentos cuando en las regiones ocupadas por los alemanes se estaba asesinando a los soldados soviéticos del Frente Sur, mientras que los alemanes habían sido recibidos por los contrarrevolucionarios con los brazos abiertos? La república de los alemanes, donde no todo estaba muy tranquilo, estaba situada en el valle del Volga, sobre el camino de retirada de las tropas soviéticas. Fue por eso por lo que se tomó la decisión de desplazar a los alemanes volguianos para alejarles del eje de la ofensiva de las tropas hitlerianas.

Hablemos de la deportación en las repúblicas bálticas. Lituania, por ejemplo suministró a Hitler un cuerpo armado de SS a los que hoy se están levantando monumentos. Entre los años 1945 y 1956, los nacionalistas que se habían escondido en los bosques mataron a más de 25.000 habitantes locales entre los que se encontraban mujeres y niños. La mayoría de los asesinados eran lituanos. Durante los años de la ocupación alemana esos mismos fascistas lituanos asesinaron a 700.000 habitantes de Lituania. ¿Por qué hay que llorar tanto ahora por los padres de esos verdugos y cómplices de los ocupantes?, ¿porque fueron deportados a Siberia?

Fueron ellos los que durante muchos años suministraron alimentos y de todo lo necesario a esos bandidos y asesinos, sus «hermanos del bosque». Hasta no hace mucho estos herederos de los asesinos iban de demócratas, mientras que hoy no sienten vergüenza al hablar de sus crímenes pasados. Parémonos un momento en la deportación de los chechenos y los inguches en marzo de 1944.

En todas las naciones que componían la Unión Soviética se dieron actos de traición individuales, pero algunas de las pequeñas nacionalidades son culpables de traición colectiva. Cuando las tropas hitlerianas estaban a las puertas de la ciudad de Grozni, los chechenos y los inguches cedieron ante la propaganda fascista y organizaron pequeñas unidades de voluntarios para luchar contra el Ejército Rojo. Destacamentos de distracción chechenos e inguches lucharon contra la retaguardia del ejército soviético. Es así como la República checheno-inguche había decidido liberarse del pretendido «yugo ruso» y por eso consideraban como amigos a todos los enemigos de los ruso-soviéticos. Entre sus amigos había fascistas alemanes. En Chechenia operaba una oposición musulmana. Los mullats habían incluso encontrado el medio de conseguir que siguiera en vigor la ley islámica. Los jefes de estos pueblos montañeses acogieron a las tropas alemanas como a libertadores y nadie en Chechenia se pronunció en esos momentos contra semejante traición.(...)

La rehabilitación por Kruschev de esos supuestos «pueblos reprimidos» y la calificación, hecha por él mismo, de que su deportación fue un acto de violación de la legalidad socialista y de la política nacional leninista fue una PROVOCACION de los oportunistas que todo el pueblo soviético paga hoy con su sangre.

A diferencia de la deportación de 1944, la actual guerra en Chechenia es un genocidio, o un acto tras el que se esconde la intención de exterminar a un pueblo. La guerra de los yeltsinistas en Chechenia es un crimen. En el transcurso de ella, las gentes, las ciudades, los pueblos de su propio país están siendo criminalmente aniquilados.

Se está atentando hasta con el derecho que tiene el hombre a vivir. En los últimos años cada vez son más las personas que participan en las manifestaciones en recuerdo de I.V. Stalin; su tumba, cerca de la muralla del Kremlin, está permanentemente llena de ramos y coronas de flores.

Cada vez son más las personas que vienen cada año, en particular los días en los que se celebran las jornadas de recuerdo a Stalin. Como dijo el guía del pueblo chino, el camarada Mao Zedong, «Honrar a Stalin significa defender su causa, la victoria del socialismo, el camino que Stalin nos mostró».

Allí donde está Stalin, dicen los soviéticos, está la VICTORIA. El Partido comunista de los bolcheviques de la Unión soviética es y seguirá siendo defensor de la causa de Lenin y Stalin cuyas efigies están grabadas en nuestra insignia.

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