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Hiyab (Xavi Sala, 2005)

Corto, medio, largo, serie, miniserie (no importa el formato)... en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).

Hiyab (Xavi Sala, 2005)

Nota Dom Ene 12, 2020 12:21 am
Hiyab
Xavi Sala (España, 2005) [8 min]

Portada
IMDb
(wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    [fuente] La profesora de Fátima intenta explicarle por qué no puede llevar en clase su hiyab.

Comentario personal:

    Los complementos, el atuendo, los aditivos estéticos, configuran identidades polisémicas; varían con la posición que ocupan sus portadores en sus distintas relaciones. Para Fátima, la protagonista, el hiyab puede expresar oclusión de la sexualidad femenina cuando viaja al lugar de procedencia ancestral, o en el marco familiar, y firmeza decolonial cuando retorna a la sociedad del centro capitalista en la que reside y tiene que tratar con sus instituciones (escuela, trabajo, sanidad, administración...).

Xavi Sala, el director, en entrevista con Web Islam, el 28 de diciembre de 2005, escribió:[...] He estado en varios países de cultura musulmana como Marruecos y Túnez, y también he hablado con chicas musulmanas en Francia, y me he dado cuenta de la existencia de muchos prejuicios sobre este tema, condicionados muchas veces por los medios de comunicación y la política. La realidad no es siempre como muchos creen, se está juzgando algo que no se conoce bien. [...]

Belén Castellanos, en "De la imposibilidad del laicismo", en Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, nº 25, en 2010, escribió:[...] El laicismo se complace en ignorar la esencia de la religión, desatendiendo sus funciones comunitarias, de religación, así como su profundo arraigo emocional. Pedir al religioso que guarde su religión en casa es tanto como pedirle que no exista como tal, que no sea quien es. La religión tiene una vocación social y pública. Es un predicamento. Reducirla a lo privado es lo mismo que fulminarla. El laicismo pretende que la religión se convierta en un elemento folklórico más, en un capricho. Esta trivialización sólo puede venir de una total falta de comprensión respecto del fenómeno religioso. El laicismo no afecta al cristianismo del mismo modo porque es una deriva suya. Es el efecto de invisibilización de una Religión particular que se ha fundido con el Poder. Al Poder, por otra parte, le viene bien ser invisible. Así se hace más eficaz. No necesita de reivindicaciones ni de reconocimientos. Deviene molecular. Se inocula a lo largo del tejido social y su centro desaparece de la vista. Los testimonios de los alumnos de Secundaria expresan demasiado frecuente e insistentemente que “en las clases de Religión Católica no se hace nada: se estudia, se hacen los deberes, se ven películas...”. Esto no es algo que haya que pasar por alto. Cualquiera puede observar que, cuando se trata de minorías, se aprovecha el más mínimo espacio en el que poder expresarse.

En definitiva, podemos decir que si las religiones que conocemos estuvieran abocadas a la desaparición no será, en todo caso, mediante ofensivas externas a la base social en la que se sustentan. Estas ofensivas externas no hacen sino reforzar este tipo de religiosidad, por reacción, como intento desesperado de mantener la identidad. Puede que los movimientos identitarios de resistencia no tengan más que un sentido perecedero pero, si siguen funcionando, se debe a que responden a una ofensiva igualmente identitaria e hiperabsorbente. Hemos de comprender cómo algunas personas intentan huir del desarraigo al que conduce la inmigración, dada en condiciones de nomadismo impuesto. Hay quien dice que el inmigrante debe asumirse a las costumbres de la sociedad en la que se inserta, del mismo modo que el turista, a veces, se ve invitado a seguir ciertas reglas del lugar que visita. Sin embargo, el turismo es, de por sí, síntoma de poder, mientras que la inmigración, frecuentemente, es síntoma de impotencia y, en muchas ocasiones, no ofrece posibilidad de regreso.

Desde esta perspectiva, las religiones periféricas implosionarán o continuarán. Pretender imponerles el laicismo a los otros para salvarlos de su “bestialidad” es lo mismo que rehacer de nuevo la inquisición religiosa y el mesianismo. Frente al laicismo, que trata de ocultar las diferencias homogeneizando la multiplicidad social, apostamos por la Filosofía. La Filosofía surge en el encuentro entre culturas, en el encuentro entre diversas formas de habitar el territorio. [...]

Daniel Bensaïd, en "Blessures et travaux de mémoire", en Contretemps, n° 5, en enero de 2010, según recoge El Salto, escribió:La ley contra los signos religiosos ostentosos (o más bien contra el velo islámico) en el colegio debe ser rechazada por sus consecuencias discriminatorias para las personas originarias del mundo árabe, sin banalizar sin embargo la opresión religiosa que sufren las mujeres. Se trata de una lucha en un doble frente, pero sobre terrenos y temporalidades diferentes: lucha política inmediata contra una ley represiva, por un lado, y lucha social a largo plazo por la transformación de los hábitos y la secularización del mundo, por el otro.


Ficha técnica


Reparto:


Premios:

    Nominado a Mejor cortometraje de ficción de los Premios Goya (2005).

Idioma original: Castellano.





WEB-DL VO - MP4 [106 Mb] (fuente)
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General
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Nota Jue Feb 03, 2022 3:15 am
Alain Badiou, en "Velo", traducido para Rebelión el 26 de febrero de 2004 por Beatriz Morales Bastos, originalmente publicado en 2001, escribió:1. Amables republicanas y republicanos arguyeron un día que hacía falta una ley para prohibir cualquier velo sobre los cabellos de las chicas. Primero en la escuela, después en otros sitios, en todas partes si es posible. ¿Qué digo, una ley? ¡Una Ley! El presidente de la República era un político tan limitado como insumergible. Elegido totalitariamente por el 82% de los electores, todos los socialistas entre ellos, personas entre las que se encontraban muchos amables republican(a)os en cuestión, asintió con la cabeza: una ley, sí, una Ley contra las escasas mil chicas que se ponen dicho velo sobre los cabellos. ¡Pelonas, sarnosas! ¡Musulmanas además! Así es como, una vez más, en la línea de la capitulación de Sedan, de Pétain, de la guerra de Argelia, de las bribonadas de Mitterrand, de las leyes perversas contra los obreros sin papeles, Francia sorprendió al mundo. Después de las tragedias, la farsa.

2. Sí, Francia ha encontrado por fin un problema a su medida: el velo en la cabeza de algunas chicas. Podemos decirlo: se ha detenido la decadencia de este país. La invasión musulmana, diagnosticada hace mucho por Le Pen, confirmada hoy por incuestionables intelectuales ha encontrado interlocutor. La batalla de Poitiers fue una menudencia; Charles Martel, un segundón. Chirac, los socialistas, las feministas, los intelectuales de la Luces afectados de islamofobia ganarán la batalla del velo. De Poitiers al velo, la consecuencia es buena y el progreso, considerable.

3. A causa grandiosa, argumentos de nuevo cuño. Por ejemplo: el velo debe ser proscrito por lo que tiene de símbolo del poder masculino (el padre, el hermano mayor) sobre estas chicas o mujeres. Por lo tanto, se excluirá a las que se obstinen en llevarlo. En resumen: estas chicas o mujeres están oprimidas. Por tanto, serán castigadas. Es un poco como si dijéramos: "Esta mujer ha sido violada, que se la meta en la cárcel". El velo es tan importante que merece una lógica con axiomas renovados.

4. O al contrario: ¡son ellas, las rebeldes y pillinas, las que quieren llevarlo libremente, el maldito velo ese! Por lo tanto, serán castigadas. Escuchad: ¿acaso no es el símbolo de una opresión masculina? ¿No tienen nada que ver en esto el padre y el hermano mayor? Entones, ¿de dónde sale que haya que prohibir este velo? Es que es ostensiblemente religioso. Estas pillinas ostentan sus creencias. ¡Pues a la picota!

5. O es el padre y el hermano mayor, y el velo debe ser feministamente arrancado. O es la propia chica según sus creencias, y debe ser laicamente arrancado. No hay velo bueno. Cabeza desnuda, ¡en todas partes! Que, como se decía antes -hasta los no-musulmanes lo decían- todo el mundo salga a cabeza descubierta.

6. La República de hoy: ¡a quitarse el sombrero!

7. Fíjense bien que el padre y el hermano mayor de la chica del velo no son simples comparsas paternos. Se insinúa con frecuencia, a veces se declara: el padre es un currante embrutecido, un pobre tipo llegado directamente del campo y empleado en las cadenas de Renault. Un arcaico. Pero estúpido. El hermano mayor trapichea costo. Un moderno. Pero corrupto. Suburbios patibularios. Clases peligrosas.

8. A las taras de otras religiones la religión musulmana añade ésta, gravísima: en este país [Francia], es la religión de los pobres.

9. Velo, visto desde este punto de vista: unos pobres oprimen a otros pobres bajo la mirada de un Dios pobre. "¡Asqueroso!", dice el pequeño burgués, cuya situación acomodada ya sólo cree en su propia perpetuación.

10. Uno que conoce bien este asunto y con el que hace ya muchos años discutía acerca del velo: "Entonces, ¿tú querrías que el cabello fuera un símbolo sexual y que a este título hubiera que ocultarlo?" Yo no quiero nada. Pero, vaya, recordemos, Baudelaire:

    ¡Oh, melena encrespada sobre el escote!
    ¡Oh, bucles!¡Oh, perfume cargado de indolencia!
    ¡Éxtasis!¡Para poblar esta noche la oscura alcoba
    de los recuerdos que duermen en esta cabellera,
    quiero agitarla al aire como un pañuelo!
    ¡Diablos, una fantasmagoría de musulmán!

11. He conocido la época en la que una mujer se soltaba el pelo (¡ah, dulce caída impalpable sobre los hombros!) para indicar su consentimiento amoroso. ¿Era esto una afrenta a la laicidad? ¿Un encarcelamiento de la feminidad? Quizá, quizá...

12. Imaginemos al director de un instituto, seguido de una cuadrilla de inspectores armados de centímetros, de tijeras, de libros de jurisprudencia: se va a verificar a las puertas del establecimiento si los velos, kippas y otros tocados son "ostentatorios". ¿Este velo del tamaño de un sello de correos posado sobre un moño? ¿Esta kippa como una moneda de dos euros? Sospechoso, muy sospechoso. Lo minúsculo podría muy bien ser ostentación de lo mayúsculo. Pero, ¿qué veo? ¡Cuidado! ¡Una chistera! ¡Ay! Mallarmé lo dijo al ser preguntado sobre la chistera: "Quien se ha puesto algo parecido no se lo puede quitar. El mundo acabará, el sombrero no". Ostentación de eternidad.

13. La laicidad. ¡Un principio inoxidable! El instituto de hace tres o cuatro décadas: prohibición de mezclarse los sexos en la misma clase, pantalón prohibido a las chicas, catecismo, capellán. La comunión solemne, con los mozos con un brazalete blanco y las mozas bajo un velo de tul. Un verdadero velo y no un pañuelo. ¿Y quieren ustedes que yo considere criminal este pañuelo? ¿Este signo de un desfase, de una agitación, de un enmarañamiento temporal? ¿Qué haya que excluir a estas señoritas que agradablemente mezclan ayer y hoy? Venga, dejen hacer a la trituradora capitalista. Sean cuales sean las idas y las vueltas, los arrepentidos, las crecidas obreras desde lejos, ella sabrá sustituir a los dioses muertos de las religiones por el gordo Moloc de la mercancía.

14. Por lo demás, ¿acaso la del comercio no es la verdadera religión masiva, al lado de la cual los musulmanes convencidos pasan por minoría ascética?¿Acaso no es el signo ostentatorio de esta religión degradante lo que podemos leer en los pantalones, en las deportivas, en las camisetas: Nike, Chevignon, Lacoste...? ¿No es aún más mezquino ser en la escuela la mujer-sandwich de un trust que la fiel de un Dios? Sabemos qué hace falta para dar en pleno blanco: una ley contra las marcas. A trabajar, Chirac. Prohibamos sin vacilar los signos ostentatorios del Capital.

15. ¿Cómo? ¿Lo obligatorio es que vayan desnudas? ¿El muslo imperativamente descubierto? ¿Lo mismo la teta? ¿El ombligo atravesado por clavos legalmente al aire? En la piscina de una ciudad de provincias, algunas horas estaban reservadas a las mujeres. De ahí baños y risas de damas piadosas ordinariamente encerradas. El alcalde le ha puesto fin con este argumento de peso: «El cuerpo de las mujeres no se debe ocultar a las miradas". ¡Ya lo creo que sí! ¡Todas en cueros! ¡Y bien rápido!».

16. Que me lo aclaren. ¿Qué es la racionalidad republicana y feminista de lo que se enseña y de lo que no se enseña del cuerpo en diferentes lugares y en épocas diferentes? Que yo sepa, aun en nuestro días, y no sólo en las escuelas, no se enseña el extremo de los senos ni el vello del pubis ni la verga. ¿Tendría que enfadarme porque estas partes se "oculten a las miradas"? ¿Sospechar los maridos, los amantes, los hermanos mayores? Hace poco en nuestros campos, todavía hoy en Sicilia y en otros lugares, las viudas llevan pañoletas negras, medias oscuras, mantillas. Para ello no hace falta ser la viuda de un terrorista islámico.

17. Pero veo que la obligación tendencial es el desnudo. Los periodistas de Libération siempre han saludado la llegada de la minifalda como signo infalible de la caída inminente de los totalitarismos. La golondrina del vestido-corto hace el verano de los derechos humanos. Tada envoltura excesiva del cuerpo humano es sospechosa. La batalla de los senos desnudos en las playas se ganó por K.O. Sólo se pueden vender, sólo se saben vender coches, canarios enjaulados, hormigoneras o bigudíes bajo la imagen de mujeres abiertamente descubiertas. Brassens, que hace veinte años se creía "el pornógrafo del fonógrafo" parece hoy más pudibundo que una rata de sacristía. ¡Y aún así! Dichas ratas exigen hoy, a cual más, el derecho al matrimonio homosexual de sus sacerdotes.

18. Se ha pasado de la consigna feminista "mi cuerpo es mío" a la consigna prostitucional "mi cuerpo es de todos". La propiedad, inmanente a lo primero, llevó, mala consejera, a lo segundo. De la propiedad a la subasta, la consecuencia es buena.

19. Curiosa, la ira reservada por tantas damas feministas (en Elle, por ejemplo) a algunas chicas con velo, hasta el punto de suplicar al presidente Chirac, el soviético del 82%, que actúe con severidad en nombre de la Ley, cuando el cuerpo femenino prostituido está en todas partes, la pornografía más humillante se vende universalmente, los consejos de exposición sexual de los cuerpos se prodigan a toda página en las revistas para adolescentes. ¿Hemos visto a estas damas feministas exigir al presidente una ley contra estos escaparates de carnaza femenina? ¡Desde luego que no! Tendrían demasiado miedo de pasar por pudibundas o de ser acusadas de reestablecer la censura. Pero contra un puñado de chicas un poco cubiertas, ¡guerra sin cuartel!

20. Una única explicación: una chica debe enseñar lo que tiene en venta. Debe exponer su mercancía. Debe indicar que a partir de ahora la circulación de mujeres obedece al modelo generalizado y no al intercambio restringido. ¡Malditos sean los padres y hermanos mayores barbudos! ¡Viva el mercado planetario! El modelo es el top-model(o).

21. Creíamos haber comprendido que un derecho femenino intocable es el de desnudarse sólo delante de el (o la) que ella quiera. Pero no. Es imperativo esbozar a cada momento la acción de desnudarse. Quien mantiene a cubierto lo que pone en venta no es un comerciante honesto.

22. A propósito de barbas. Se sabe que Luc Ferry, el ministro emplumado, ha considerado el reprimir las barbas de los hermanos mayores. Justo punto de vista igualitario: si se obliga a las chicas a enseñar sus cabellos, ¿por qué no forzar a los chicos cortarse los pelos? Desde el momento en que la pilosidad es un asunto de Estado... No sería desdeñable el beneficio sindical: toda una jerarquía nueva, los Barberos de Escuela, escondidos dentro de las aulas, con el jabón constantemente preparado. El descubrimiento de las chicas no promete algo tan jugoso. ¿Unos Descubridores? ¿Unos Desvestidores? ¿Unos Stripteasedores sindicados? No, verdaderamente es imposible. Qué lástima.

23. Se mantendrá esto, que es bastante curioso: una ley sobre el velo es una ley capitalista pura. Ordena que se exponga la feminidad. En otras palabras, que bajo el paradigma mercantil sea obligatoria la circulación del cuerpo femenino. Prohíbe cualquier reserva en la materia -y entre las adolescentes, punto sensible de todo el universo subjetivo.

24. Desde hace tiempo en las películas y declaraciones de una cineasta notoria se discierne un auténtico odio obsceno al erotismo, una feroz indiferencia sexual, un puritanismo de enterrador. Todo ello camuflado, como es necesario hoy en día, de provocaciones supurantes, de ostentación de modelos de referencia. Al oficiar en contra del velo esta "artista" decía en esencia: "Entonces, convertiríamos el lóbulo de la oreja en una nueva zona erógena". ¿Y por qué no, querida cineasta del sexo? ¡He aquí, por fin, una buena noticia para los erotómanos que somos: la creación, o recreación, de una zona erógena!

25. Un poco en todas partes se dice que el "velo" es el intolerable símbolo del control de la sexualidad femenina. ¿Es que ustedes se piensan que hoy no está controlada la sexualidad femenina en nuestras sociedades? Esta ingenuidad haría desternillarse de risa a Foucault. Nunca se ha cuidado de la sexualidad femenina con tanto esmero, con tantos consejos sabios, tantas discriminaciones asestadas entre su buen tono y su mal uso. El placer se ha convertido en una siniestra obligación. La exposición universal de los trozos supuestamente excitantes, en un deber más rígido que el imperativo moral de Kant. A fin de cuentas, Lacan estableció hace mucho la isomorfía entre el ¡"Gozad, mujeres"! de nuestras gacetas y el imperativo "¡No gocéis"! de nuestras bisabuelos. El control comercial es más constante, más seguro, más masivo de lo que nunca haya podido ser el control patriarcal. La circulación prostitucional generalizada es más rápida y más fiable que los dificultosos encierros familiares, cuyo maltrato, entre la comedia griega y Molière, ha hecho reír durante siglos.

26. En la visión nómada del mundo, en la que uno se alegra de la circulación y del continuo intercambio de cuerpos, está claro que una moneda está autorizada a creerse lo más libre del mundo: es la que más circula.

27. La mamá y la puta. En algunos países se hacen leyes reaccionarias para la mamá y contra la puta; en otros, leyes progresistas para la puta y contra la mamá. Sin embargo, lo que habría que recusar es la alternativa.

28. Sin embargo, no por medio del "ni, ni", que no hace más que perpetuar en terreno neutro (¿en el centro, como Bayrou?) aquello que pretende discutir. Eso de "ni mamá, ni puta" es tristón. Como "ni puta, ni sumisa" que, a fin de cuentas, es absurdo: ¿acaso una "puta" no es generalmente sumisa? ¡Y cuánto! Respetuosas se las llamaba antiguamente. Sumisas públicas, en suma. Por lo que se refiere a "sumisas", quizá sólo son putas privadas.

29. Siempre se vuelve a ello: el enemigo del pensamiento hoy es la propiedad, el comercio, cosas como almas, y no la fe. Más bien se dirá que lo que más falta es la fe (política). El "ascenso de los integrismos" no es más que el espejo en el que los saciados occidentales consideran con pavor la devastación de las conciencias que ellos dirigen. Y singularmente la ruina del pensamiento político, que tratan de organizar en todas partes, unas veces bajo cobertura democrática, otras con gran cantidad de paracaidistas humanitarios. En estas condiciones la laicidad, que se pretende al servicio de los saberes, sólo es una regla escolar de respeto de la competencia, de adiestramiento a las normas "occidentales" y de hostilidad hacia toda convicción. Es la escuela del consumidor "tranqui", del comercio blando, del propietario libre y del votante desengañado.

30. Las religiones están tan desamparadas desde la muerte de Dios que en vez de exterminarse entre ellas, como desde siempre han hecho a las órdenes de sus respectivos dioses (que estaban tanto más rabiosos cuanto más eran trascendentalmente el Mismo) han tenido que decidirse a ayudarse unas a otras. Al Arzobispo no le gusta que se taquine a la Mezquita. El Imán, el Pastor y el Cura mantienen melancólicos conciliábulos. Incluso el Rabino y el Pope se suman a ellos. Mucho más que en la guerra de religiones y de civilizaciones -esta fantasmagoría que disimula complots de poderes y de petrodólares- creo en la internacional de los credos moribundos.

31. De ahí que, evidentemente anti-musulmana, la Ley sobre le velo apene a todos los diputados de derecha que deben una parte de sus prebendas a electores católicos de las provincias profundas. Para dar el pego han inventado que habría que prohibir los signos ostentatorios... ¡de la política! ¿Cuáles, por ejemplo? ¿Los hay? ¿Es de creer que incluso en lo más profundo de los pueblos más tenebrosos se va a hacer en los tiempos que corren, aunque fuera en los terroríficos suburbios, una incautación de hoces y martillos? Stalines ostentatorios, velos en los que se imprime el rostro del Gran Timonel: no me parece que los patios de escuela ofrezcan universalmente este espectáculo. Lo lamento profundamente, pero es así. A veces yo mismo he ido a dar mi gran seminario público con una chapa unas veces de Lenin, otras de mi querido Mao. ¡Pues bien: nadie se ha dado cuenta!

32. Uno nunca se extasiará suficientemente con la trayectoria de esta singular feminista que, entregada a que las mujeres fueran libres, hoy sostiene que esta "libertad" es tan obligatoria que exige que se excluya a las chicas (y no a un solo chico) exclusivamente por su vestimenta. ¡Sorprendente!

33. Toda la jerga social sobre las "comunidades" y el combate tan metafísico como furioso entre "la República" y "los comunitarismos" es una estupidez. Que se deje a la gente vivir como quiera, o como pueda, comer lo que tienen costumbre de comer, llevar turbantes, vestidos, velos, minifaldas o chanclas, prosternarse a cualquier hora ante dioses cansados, fotografiarse unos a otros haciendo zalemas o hablar jergas pintorescas. Este tipo de "diferencias" ni entorpece el pensamiento ni lo sustenta al no tener el menor alcance universal. Por lo tanto, no hay ninguna razón ni para respetarlas ni para vilipendiarlas. Que "el Otro" -como después Lévinas dicen los amantes de la teología discreta y de la moral portátil- viva un poquito de otra manera, he aquí una constatación que no come pan.

34. La diversidad de costumbres y de creencias es todo lo más un testimonio superviviente de lo barroco del animal humano, algo que atrae nuestra atención como la atraen los loros blancos o las ballenas, porque la fuerza multiforme de la vida nos intriga y nos encanta.

35. Respecto al hecho de que los animales humanos se reagrupen según su procedencia, es una consecuencia natural e inevitable de las condiciones generalmente miserables de su llegada. El único que puede, volens nolens, acogerte en el hogar de Saint-Ouen-l'Aumône es el primo, o el paisano del pueblo. Hay que ser obtuso para molestarse porque el chino vaya ahí donde ya hay chinos. A menos que se vuelva a las directrices del Partido Comunista Francés de hace treinta años: reparto igualitario del fardo de emigrantes entre todos los suburbios, ya sean de derecha o de izquierda. "¡Los árabes", decían en resumidas cuentas estos camaradas internacionalistas y proletarios, "los árabes, todos nos los envían a nuestros ayuntamientos!".

36. Para contener el comunitarismo y velar por la integración de los musulmanes hoy hay que ir más lejos de lo que antes fue el difunto PC Francés. Exijamos que por cada gran conjunto urbano haya como mucho dos familias marroquíes -y solo una de ellas numerosa-, una sola familia moderada de malianos, un soltero turco y medio tamil.

37. El único problema concerniente a estas "diferencias culturales" y a estas "comunidades" no es, desde luego, su existencia social, de hábitat, de trabajo, de familia o de escuela. Es que sus nombres son vanos ahí donde aquello de lo que se trata es una verdad, ya sea arte, ciencia, amor o, sobre todo, política. Que mi vida de animal humano esté repleta de particularidades es la ley de las cosas. Que las categoría de esta particularidad se pretendan universales, y así se tome en serio al Sujeto, esto es lo que es regularmente desastroso. Lo que importa es la separación de los predicados. Puedo hacer matemáticas en pantalón de montar a caballo amarillo y puedo militar por una política sustraída a la "democracia" electoral con una cabellera de rasta. Ni el teorema es amarillo (o no-amarillo) ni la consigna que nos une tiene trenzas. Tampoco más que ausencia de trenzas.

38. Inversamente: una verdad, política o de cualquier otro tipo, se reconoce en que el principio del que ella es una instancia particular no tiene él mismo nada de particular. Vale perfectamente para que cualquiera acceda a la situación a propósito de la cual se enuncia su instancia. De ahí que los militantes políticos, lo mismo que quienes demuestran un teorema o imaginan una obra de teatro o viven el encantamiento de un amor, creen todos ellos un pensamiento singular, que comparten a partir de soportes corporales y mentales completamente dispares. La particularidad, étnica, psicológica, religiosa, lingüística, sexual, ni entra como tal en el proceso de una verdad ni lo obstaculiza. Como ya decía San Pablo antes de que lo volviera a decir Saint-Just: la particularidad no importa desde el momento en que está en juego una verdad.

39. Que la escuela esté, dicen, tan amenazada por una particularidad tan insignificante como el velo de algunas chicas lleva a sospechar que de lo que se trata nunca es de la verdad sino de opiniones, bajas y conservadoras. ¿No hemos visto a políticos e intelectuales afirmar que la escuela está ahí en primer lugar para "formar ciudadanos"? Sombrío programa. En nuestros días el "ciudadano" es un pequeño vividor amargo aferrado a un sistema político del que ha prescrito toda apariencia de verdad.

40. ¿No se estará preocupado, en las altas y bajas esferas, porque muchas chicas de origen argelino, marroquí, tunecino, con el moño bien recogido, el semblante austero, entregadas al trabajo, sean las temibles primeras de la clase junto con algunas chinas no menos volcadas al universo familiar? Hace falta en nuestros días no poca abnegación para ello. Y podría ser que la Ley del soviético Chirac diera como resultado la escandalosa exclusión de algunas alumnas excelentes.

41. "Gozar sin trabas", esta majadería sesentaiochesca nunca ha hecho trabajar a pleno rendimiento el motor de los saberes. Cierta dosis de ascetismo voluntario, desde Freud conocemos la razón profunda de ello, no es ajeno al entorno de la enseñanza y de al menos algunos rudos fragmentos de verdades efectivas. De modo que, al fin y al cabo, puede servir un velo. Ahí donde a partir de ahora falta completamente el patriotismo, este alcohol fuerte de los aprendizajes, cualquier idealismo, aunque sea de pacotilla, es bien recibido. Por quien al menos supone que la escuela es otra cosa que la "formación" del ciudadano-consumidor.

42. Máximas de los anti-velo: "Que peligre la escuela antes que mi laicidad"."Más vale una analfabeta con la cabeza descubierta que una velada genial".

43. En verdad la ley del velo sólo expresa una cosa: el miedo. Los occidentales en general, y los franceses en particular, no son más que un tembloroso puñado de miedosos. ¿De qué tienen miedo? De los bárbaros, como siempre. De los del interior, los "jóvenes de los suburbios"; de los del exterior, los "terroristas islamistas". ¿Por qué tienen miedo? Porque son culpables aunque se proclaman inocentes. Culpables de, desde los años ochenta, haber renegado de y tratado de aniquilar toda política de emancipación, toda razón revolucionaria, toda auténtica afirmación de todo aquello que sea diferente de lo que existe. Culpables de aferrarse a sus miserables privilegios. Culpables de no ser más que niños viejos que juegan con lo que ellos se compran. Pues sí, "se les ha hecho envejecer en una larga infancia". Así, tienen miedo de todo aquello que es un poco menos viejo que ellos. Por ejemplo, una señorita testaruda.

44. Pero sobre todo, los occidentales en general, los franceses en particular tienen miedo a la muerte. Ni siquiera pueden imaginar que una Idea pueda merecer que se acepte correr ciertos riesgos por ella. "Cero muertos" es su deseo principal. Ahora bien, ellos ven en todo el mundo millones de personas que no tienen motivo alguno de tener miedo a la muerte. Y de ellos, muchos mueren casi cada día en nombre de una Idea. Para el "civilizado" esto es el origen de un terror íntimo.

45. Y sé bien que las Ideas por las que hoy se acepta morir no valen, en general, mucho. Convencido de que hace mucho que todos los dioses han renunciado, me aflige que hombres y mujeres jóvenes despedacen sus cuerpos en horribles masacres bajo la fúnebre invocación de lo que hace ya mucho tiempo no existe. Sé además que estos temibles "mártires" son utilizados por conspiradores poco discernibles de aquellos que pretenden abatir. Nunca se repetirá lo bastante que Ben Laden es una criatura de los servicios americanos. No soy tan ingenuo como para creer en la pureza, ni en la grandiosidad, ni siquiera en ningún tipo de eficacia de estas matanzas suicidas.

46. Pero yo afirmo que este precio atroz se paga en primer lugar en la destrucción minuciosa de toda racionalidad política por los dominantes de occidente, empresa que sólo ha hecho tan ampliamente practicable la abundancia, especialmente en Francia, de las complicidades intelectuales y populares. ¿Desean ustedes encarnizadamente liquidar hasta el recuerdo la Idea de revolución? ¿Desarraigar cualquier uso, incluso alegórico, de la palabra "obrero"? No se queje del resultado. Apriete los dientes y mate a los pobres. O haga que los maten sus amigos americanos.

47. Se tienen las guerras que se merecen. En este mundo transido por el miedo, los grandes bandidos bombardean sin piedad países exangües. Los bandidos intermedios practican el asesinato selectivo de aquellos que les molestan. Los bandidos pequeñitos hacen leyes contra los velos.

48. Se dirá que es menos grave. Sí, es verdad, desde luego. Evidentemente. Es menos grave. Ante el difunto Tribunal de la Historia, lo que nos hace las veces de país obtendrá las circunstancias atenuantes: "Especialista en tocados, sólo ha desempeñado en el asunto que nos ocupa un papel pequeño".

49. ¿Consolados?


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