Emiliano Fernández, en "Las miserias sexuales y el sexo en la miseria", en Metacultura, el 13 de febrero de 2022, escribió:Lino Brocka es mucho más que un simple director de cine debido a que, en el período en el que estuvo activo artísticamente desde comienzos de la década del 70 hasta su muerte en 1991 a los 52 años de edad en un accidente automovilístico, esta especie de
Rainer Werner Fassbinder filipino dirigió una enorme cantidad de películas -llegando a la friolera de seis films por año- y popularizó el cine de su país, una industria dinámica y bastante prolífica mayormente volcada a lo popular tontuelo, en gran parte del planeta porque su generación fue de hecho la que patentó una propuesta retórica que combinaba los lenguajes y géneros masivos del momento con un discurso adulto e inteligente que luchaba de manera directa contra la dictadura de
Ferdinand Marcos (1965-1986), un cleptócrata inmundo que con la ayuda de Estados Unidos gobernó al país con mano de hierro primero bajo una apariencia republicana y a posteriori mediante la instauración de una ley marcial que le sirvió para reprimir a los opositores políticos, robar generosamente del erario público y por supuesto censurar cualquier voz contraria o grupo organizado que osase protestar en serio. Miembro de numerosos colectivos de artistas militantes antiautoritarios y antimarquistas, Brocka jugó un papel fundamental en las patas cultural y social de las críticas y manifestaciones en favor de la libertad de expresión y en contra de las innumerables violaciones a los derechos humanos del régimen autocrático, mafioso, hambreador, corrupto y fraudulento en el poder, conduciendo eventualmente a esa denominada
Revolución EDSA o Revolución Filipina de 1986 que reinstauró la democracia en el territorio vía la proclamación de
Corazón Aquino como presidenta después del asesinato en 1983 de
Benigno “Ninoy” Aquino, el principal dirigente de la oposición y esposo de Corazón, el fraude en las elecciones presidenciales de 1986 y el mismo cansancio luego de dos décadas de nepotismo y represión muy extendida.
El acervo creativo de Brocka va incluso más allá de la férrea condena a los atropellos de la dictadura porque mediante su constante conjunción entre los géneros más consumidos y un registro visceral de neto corte neorrealista lo que también persigue, al igual que tanto cine militante de los años 60 y 70, es denunciar la estela de siglos de subdesarrollo y explotación imperialista que en el caso concreto filipino abarcan aquella dependencia para con España que después se volcaría hacia yanquilandia por la
Guerra Hispano-Estadounidense de 1898, amén de un breve período de ocupación japonesa durante la
Segunda Guerra Mundial, de allí que en el cine de Lino esté en permanente primer plano la pobreza de su país, el enorme hacinamiento de las grandes ciudades -Filipinas es una de las naciones más pobladas del globo- y la consiguiente pérdida de la dignidad y el orgullo de cada uno de los habitantes de los gigantescos cordones menesterosos de Manila, la capital, y otras metrópolis. Junto con
"Manila en las garras de la luz" ("Maynila sa mga Kuko ng Liwanag", 1975), definitivamente la película más afamada del realizador es "Insiang" (1976), uno de los melodramas más duros y certeros que hayan salido del continente asiático, faena que recupera de la obra previa citada el esquema de la marginalidad, la desesperación y la venganza para analizar no sólo la falta de oportunidades de las clases bajas y aledañas sino también la claustrofobia propia de estos estratos, la violencia de las relaciones familiares, la falta de trabajo como eje de prácticamente todas las disputas, la proliferación de madres de parentelas numerosas, el carácter endogámico y pirotécnico de la convivencia en general, la cópula como medio de descarga de las frustraciones y por supuesto el completo olvido por parte de un Estado que brilla por su ausencia y cuando aparece es sólo para imponer sanciones correspondientes a las consecuencias a corto plazo de estas políticas de repliegue o ninguneo implementadas.
La historia se centra en la muchacha del título en la piel de
Hilda Koronel, veinteañera que se dedica a lavar ropa para terceros y vive en una villa miseria de los suburbios de Manila junto a su madre, Tonya (
Mona Lisa), una mujer tiránica e intolerante que tiene un puesto de venta de pescado en un mercado popular cercano y que maltrata y basurea a su hija todo el tiempo desde que su esposo, el padre de la protagonista, aparentemente se marchó con una amante aunque es probable que la haya abandonado por pura insoportable y quejosa. La chica, que despierta el amor de Nanding (
Marlon Ramírez), hermano de su mejor amiga, la almacenera chismosa Ludy (
Nina Lorenzo), y tiene un novio que trabaja en un taller mecánico, Bebot (
Rez Cortez), el cual la manosea y la hace masturbarlo cuando van al cine pero sin pretender casarse por ahora, para colmo de males capta la atención de un tal Dado (
Ruel Vernal), el matarife en un frigorífico de cerdos que tiene una preponderancia muy marcada en tanto uno de los líderes del distrito de turno, Tondo, ya que aglutina rasgos de gigoló, mafioso y abusón por antonomasia del lugar. Para ingresar en el precario hogar de la chica, ese que termina en buena medida vacante a posteriori de que Tonya expulsara en una agitada pelea a los parientes del patriarca desaparecido con todos sus mocosos, Dado se transforma en amante de Tonya y pasa a mudarse con las dos féminas de inmediato hasta que una noche finalmente viola a Insiang después de golpearla. La madre no tarda mucho en culpabilizarla por puta sucia, basándose en las mentiras del intruso en torno a que la muchacha se paseaba desnuda por la casa para seducirlo, e incluso Bebot le niega ayuda por un miedo irrefrenable a Dado. La revancha de Insiang incluirá convertirse en la amante del matarife a espaldas de su madre, hacer que muela a golpes a su ex y finalmente motivar que la dictadora de la casa, Tonya, asesine por celos a Dado para que termine detrás de las rejas.
Con un marco general de violación y venganza / “rape and revenge”, subgénero del
thriller, el drama doméstico y el horror muy de moda por aquellos años, la joyita de Brocka se ríe de toda solidaridad femenina al tiempo que se eleva por sobre su evidente origen televisivo, ahora con un guión de
Mario O’Hara y
Lamberto E. Antonio inspirado en uno anterior del primero de 1974 para la TV local que a su vez luego sería adaptado por el propio O’Hara en 2004 en una puesta teatral, gracias a la extraordinaria fotografía de
Conrado Baltazar y a la estupenda actuación de
Lisa,
Vernal,
Ramírez y una
Koronel que fue la actriz fetiche de la primera etapa de la carrera de Brocka, colaborando con el señor en "Manila en las garras de la luz" y la asimismo muy conocida
"Weighed but found wanting" ("Tinimbang ka Ngunit Kulang", 1974), entre muchas otras epopeyas. Las miserias sexuales y el sexo en la miseria constituyen los pretextos para abordar el sadismo de entrecasa, la cobardía y las relaciones de explotación o clara esclavitud entre semejantes que podrían convivir en relativa paz si se lo propusieran de verdad, sin embargo las agendas ocultas y la falta de recursos para huir o independizarse enturbian todo: Tonya adora desquitarse de sus fracasos humillando a su hija, Bebot es un pusilánime que sólo quiere fornicar sin mayores compromisos, Nanding no pasa de idealista tontuelo, su hermana Ludy es una adepta a los chismes vanos de Tondo y Dado hace las veces de proxeneta violento y animalizado que considera que las hembras son todas unas putas de mierda prestas a la dominación. La metamorfosis de Insiang, de remilgada que niega el sexo para no terminar llena de críos como tantas bobas a vampiresa que aprende que con el cuerpo puede manipular al imbécil con el ego inflado de Dado, está trabajada con mano maestra por la película, odisea que con justicia fue restaurada en 2015 con el apoyo de
The Film Foundation, organización creada en 1990 por
Martin Scorsese…