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La linterna roja (Zhang Yimou, 1991)

Corto, medio, largo, serie, miniserie (no importa el formato)... en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
La linterna roja
Da hong deng long gao gao gua / 大红灯笼高高挂
Zhang Yimou (República Popular China, Taiwán; 1991) [125 min]

Portada
IMDb
(wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    [fuente] La película nos muestra la vida de las cuatro esposas de un hombre rico que viven en una gran casa. El hombre es el dueño y señor y las mujeres son de su propiedad y cada día elige a una de ellas para pasar la noche, mediante la colocación de una gran linterna roja en la puerta de la habitación de la mujer escogida. Este rito da lugar al título y provoca las mejores situaciones de la película, al reflejar la tensión y la rivalidad producida en las mujeres cada atardecer, cuando esperan en las puertas de sus habitaciones ver en cúal de ellas lucirá esa noche la lámpara. Esas cuatro paredes, este patio interior, típico de las casas chinas, se convierten en un microuniverso -que no quiere saber que fuera hay otras alternativas- en el que hasta el más pequeño detalle adquiere la mayor relevancia.

Ficha técnica

    Guion: Su Tong, Ni Zhen.
    Música: Zhao Jiping, Naoki Tichikawa.
    Fotografía: Fei Zhao, Lun Yang.
    Productora: ERA International / Salon Films / Century Communications.

Reparto:

  • Gong Li (Songlian, la cuarta señora).
  • He Saifei (Meishan, la tercera esposa).
  • Cao Cuifen (Zhuoyun, la segunda esposa).
  • Jin Shuyuan (Yuru, la primera esposa).
  • Ma Jingwu (Chen Zuoquian).
  • Kong Lin (Yan’er, docella de la cuarta señora).

Idioma original: Chino mandarín.





DVDRip VO - AVI [1.76 Gb] (fuente)





BDRip 1080p VO - MKV (x264-AC3) [7.94 Gb] (fuente)
detalles técnicos u otros: mostrar contenido
General
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Vídeo
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Nota Mié Abr 07, 2010 9:45 pm
En "Mujeres en la China feudal", en Miradas, en 2004, escribió:Los problemas que Zhang Yimou tuvo con la censura a raíz de la producción de su tercera obra Judou (1990), y que hicieron que este film, pese a la excelente acogida en mercados internacionales, estuviera prohibido en China durante más de tres años, no amedrentaron en nada el ímpetu creativo del joven realizador, y éste se dispuso, nada más conocer la prohibición de Judou , a trabajar de inmediato en un nuevo proyecto. Como ya iba siendo habitual en él (y lo sería en adelante), Yimou tomó como punto de partida una novela, en este caso Un grupo de mujeres y concubinas, del escritor y periodista Su-Tong. Al igual que en sus obras anteriores (exceptuando la fallida incursión que realizó en el género de acción con Operación leopardo americano, 1989), la historia giraba alrededor de un personaje femenino, en este caso una joven de diecinueve años llamada Songlian, quien decide aceptar la oferta de matrimonio de un rico terrateniente llamado ChenZaochian, convirtiéndose así en su cuarta concubina. Songlian acaba de perder a su padre y decide huir del lado de una madrastra con la que se adivina una tormentosa relación, aunque al hacerlo renuncie probablemente a una vida mejor de la que a buen seguro le espera como mujer-esclava del terrateniente. La película llevaría por nombre Linterna roja, título que alude a los farolillos que en casa de Chen-Zaochian se cuelgan en el exterior e interior de las estancias de la concubina que el señor elige para pasar la noche. Songlian tendrá que acostumbrarse a vivir de esta manera, aceptando los caprichos de un esposo a quien poco le importa el valor humano de sus mujeres, las cuales mantendrán una rivalidad entre ellas para llegar a ser favoritas y alcanzar así el respeto y atención de los criados y un mayor poder de decisión en la casa. Las tres primeras esposas reciben con diferente talante a Songlian: la primera de ellas, la esposa principal, es la más antigua y de edad más avanzada. Ésta, aunque goza de mayor respeto y poder en el palacio, ya no obtiene los favores sexuales del señor, por lo desarrolla un discreto papel secundario en la narración. Zhouyun y Meishan, segunda y tercera esposa respectivamente, mantienen una dura rivalidad entre ellas, lucha que afectará a Songlian como recién llegada, ya que aunque en un principio Zhouyun se muestra amable y complaciente con ella, y en cambio Meishan parece hostil y malvada, pronto Songlian se dará cuenta de que las apariencias son del todo engañosas. La película gira pues alrededor de la relación entre cuatro mujeres, siendo substituido en este cuarteto el personaje de la primera esposa por la criada de Songlian Yan'er, una adolescente que la odia fervientemente por considerar que le ha arrebatado el puesto como cuarta concubina, ya que también ella goza de los favores sexuales del señor, pero no le es concedido el rango de esposa.

El personaje de Songlian, al igual que el de la abuela en Sorgo Rojo (1988) y el de Judou en la película del mismo nombre, fue interpretado por Gong Li, actriz fetiche de Yimou que ya estaba demostrando, pese a su corta trayectoria profesional hasta ese momento, su gran talento interpretativo, el cual se vería recompensado pocos meses más tarde al conseguir el premio a mejor actriz en Venecia por su papel en Quiu-ju, una mujer china (1992). Las tres protagonistas de los primeros filmes de Yimou citados anteriormente comparten el hecho de ser mujeres enfrentadas a una arcaica sociedad feudal que en poco o en nada las valora, pero este enfrentamiento lo llevan a cabo de diferente modo. Así como en Sorgo Rojo la protagonista se mostraba valiente, decidida y fuerte ante la adversidad, Judou asumía su destino con resignación, aunque demostraba también cierta rebeldía. Por su parte, el personaje de Songlian es el más complejo y a la vez el más interesante de los tres. Songlian pasa de ser una chica fuerte pero temerosa del incierto destino que le depara la vida como futura concubina, a convertirse en una mujer sin escrúpulos, amargada y abandonada a su suerte. El inicio del film, con Songlian en primer plano mirando hacia el frente, hablando con una madrastra que no aparece en cuadro, dibuja a la perfección al personaje en el momento en que arranca la historia. Songlian confirma su intención de casarse con el rico Zaochian, afirmando con rabia que ése es el único destino posible para una chica y llorando seguidamente la desgracia de ser mujer en una sociedad en la que éstas son consideradas meros objetos al servicio del hombre Esta falta de respeto hacia la mujer queda constatada en diversos momentos de la película, como en la escena en la que Zaochian le menciona despreocupadamente a Songlian que ha quemado su flauta, el único recuerdo que la joven tenía de su amado padre, sólo por considerar que podría distraerla en exceso. A lo largo de la historia, el personaje de Songlian irá perdiendo progresivamente la inocencia, aunque lejos de convertirse en una mujer fuerte para afrontar su destino, Songlian se siente cada vez más confusa y desorientada. El corazón de la chica se vuelve poco a poco más duro y sus sentimientos más fríos, y esto va en detrimento de su propia felicidad y en proporción directa a la crueldad y el odio que se van apoderando de ella, puesto que Songlian va convirtiéndose en una mujer amargada que se deja arrastrar por el rencor y la rabia, provocando con ello la desgracia de otros y perdiendo al fin su propia razón. La confusión y la lucha interna que Songlian mantiene consigo misma es ejemplificada en los momentos en que ésta se mira al espejo, el primero de ellos tras pasar su primera noche con Zaochian, en los que parece cuestionarse sus actos y sentirse culpable por tener que aceptar una vida que le asquea. El espejo enfrentará a Songlian con su propio yo, y simbolizará que ella misma no entiende su incapacidad para sobrellevar una vida que odia y que la va amargando poco a poco. Es esta tristeza interior la que acaba al fin por minar su corazón, convirtiéndola en una mujer rencorosa y cruel. El doble ha ganado la partida, su yo más siniestro ha salido a la luz y ha demostrado que ella también puede ser perversa, pero Songlian no puede con esta carga en su conciencia, y acaba por perder la razón. Paradójicamente, sólo al perder el juicio Songlian recuperará su inocencia, y esto es representado en la ropa que lleva la chica en su desorientado balanceo por el corredor exterior al final del filme, vestida ahora del mismo modo que en su llegada a la casa, sencilla y muy diferente a la sofisticada apariencia que le otorgaban los elegantes Kimonos que viste a lo largo del filme. La película trata así de la frágil naturaleza de la psicología humana, de la posibilidad de la aparición de la maldad y la crueldad en los actos de cualquier persona, incluso en las más puras y nobles, cuando la amargura y el sufrimiento continuados posibilitan el llegar a renunciar a los principios morales más básicos.

El personaje más interesante, a parte de Songlian, es el de Meishan (He Caifei), tercera esposa de Zaochian y excantante de ópera (Caifei lo era realmente, fue la única actriz inexperta del filme). Meishan, pese a parecer inicialmente una mujer calculadora y sin escrúpulos, se va descubriendo poco a poco como una persona inteligente y de buen corazón, una mujer que ha decidido asumir su destino sin conformarse por ello con renunciar a su propia felicidad, por lo que, enamorada del médico de la familia, Gao (Cui Zhihgang), mantiene con él una relación secreta que le da verdadero sentido a su vida. La criada Yan'er (Kong Lin) y la segunda esposa Zhuoyun (Cao Cuifeng) serán las que realmente conspiraran contra Songlian, la primera odiándola por los motivos ya comentados, y la segunda buscando proteger a toda costa sus intereses, que no son otros que la búsqueda del poder en este particular imperio, el trono de soberana en un reino del que no hay escapatoria posible.

Zhang Yimou fue considerado en sus primeras películas un director poco comprometido con la sociedad china contemporánea, –exceptuando de nuevo Operación Leopardo Americano , que no se puede considerar como retrato sociológico de la China moderna–, pero esto, aunque cambió con los años, no significaba ni mucho menos que Yimou mostrase un espíritu reaccionario o condescendiente en estos primeros filmes, sino que, más bien al contrario, subyacía en ellos una evidente revisión crítica hacia las arcaicas costumbres tradicionales chinas. Yimou fue enviado en su juventud a trabajar en el campo tras la Revolución Cultural y allí permaneció durante años, por lo que su predilección por retratar a la población campesina y la vida en las zonas rurales queda así justificada y llegó a su máxima expresión en películas como la mencionada Quiu-Ju…, El camino a casa (1999) o Ni uno menos (1999).

La linterna roja es una película deliciosamente filmada. Rodada en el Palacio Chiao del siglo XVIII, una localización de la provincia de Shansi, al norte de China, este espacio se convierte en el único a lo largo de todo el metraje y toma importancia propia como si de un personaje más se tratase. Las protagonistas se mueven a lo largo de todo el film dentro de este suntuoso lugar, sin salir la cámara en ningún momento de su perímetro. Tan sólo se recurre a un espacio externo al castillo en la secuencia inicial del diálogo entre Songlian y su madrastra, la que, como se ha dicho antes, está resuelta en un único plano corto de la chica sobre un fondo incierto y que no da ninguna idea del espacio circundante. También en la llegada de Songlian a su nuevo hogar se muestran los alrededores del palacio, concretamente un camino en el que la chica camina por su propio pie hacia el castillo, renunciando con ello a la costumbre de ser porteada en palanquín por los criados del señor. En este momento Songlian es aún libre, pero a partir de su entrada en la gran casa este entorno se convertirá en su jaula. Las mujeres viven una vida de esclavitud y este hecho es representado a través del agobiante espacio en el que se desenvuelven. Los tejados laberínticos del castillo, con encuadres que amontonan con escasa profundidad las diferentes terrazas y casetas de seguridad, configuran la zona más peligrosa y la que simboliza mejor la imposibilidad de escapatoria de esta vida. Los tejados son la única zona en la que se ve el cielo abierto, imposible de contemplar en su extensión desde los estrechos pasillos exteriores que separan los edificios que acogen los aposentos de las concubinas. Así pues, las terrazas del palacio simbolizarán la libertad perdida, una libertad a la que el castillo se enfrenta con sus escarpadas formas, y de la que se burlará al castigar con la muerte en la caseta situada en lo más alto del edificio a las mujeres que osen traicionar al señor y tratar de ser felices, como la infortunada Meishan. No es casual tampoco que la escena en la que Songlian conoce a Feipu, único hijo varón de la primera esposa y del que se enamora al instante, se desarrolle en una estancia en las terrazas del palacio. Pero el espacio vuelve a ser expresivo, y los dos jóvenes se alejan entre sí saliendo cada uno de ellos por una puerta situada en los dos extremos de la habitación, mirándose a través del edificio desde el exterior, encuadrados por las puertas de esa habitación en la que se han conocido, sabiendo que su amor será siempre imposible por lo que les separa. El palacio, sus paredes y estancias, son pues el símbolo del yugo que supone la nueva vida que Songlian aceptó al casarse. El castillo es un personaje más, siendo sus estancias oscuras y deprimentes, como enfatizando la opresión del lugar hacia sus infortunados habitantes (tanto las concubinas como los esclavos). Esta idea de opresión espacial es enfatizada con la elección, por parte de Yimou y de su director de fotografía Zhao Fei, de unos encuadres con un punto de vista muy alejado de los personajes, en muchas ocasiones enmarcados por puertas o elementos arquitectónicos que aún provocan más sensación de claustrofobia en consonancia con sus vidas. La fisonomía de Zaochian (Ma Jingwu) es ocultada en todo momento, mostrando así la poca importancia que su personaje tiene como ser humano sino más bien como símbolo del poder y la crueldad de las tradiciones en la China rural de inicios del siglo XX.

Zhang Yimou volvió a demostrar en La linterna roja el cuidado que debido a su formación como fotógrafo le dedica a la parte visual de todos sus filmes. La fotografía, pese a ser responsabilidad del mencionado Zhao Fei, debe mucho a la evidente impronta dejada por Yimou, quien cuida al detalle cualquier elemento del encuadre (como ya se ha comentado) y de la iluminación o la importancia expresiva del color. El color rojo, marca indiscutible del estilo cromático del cine de Yimou, toma en este filme un especial protagonismo, al igual que hizo también de manera evidente en Sorgo Rojo. Las linternas rojas fueron un recurso que no existía en la novela original de Su-Tong pero que Yimou consideró muy interesante desde el punto de vista estético, aunque también desarrollan una importante función narrativa. La composición del encuadre es diseñada en muchos casos a través de la sucesión de linternas rojas, como en los maravillosos planos simétricos en los que desde una posición elevada se contempla el pasillo exterior de la casa de un concubina, mostrando que el señor ha decidido pasar la noche con ella o que aún se encuentra en el interior. Las linternas son, como se ha dicho, un elemento también narrativo, ya que actúan como vehículo conductor de la suerte de las protagonistas. Cuando Songlian miente y es descubierta, es castigada por Zaochian a no tener nunca más las linternas encendidas, y por lo tanto a no gozar de su compañía. Esta caída en desgracia es simbolizada por el cubrimiento de los faroles con un capuchón negro, como si del sudario funerario de un muerto de tratase. En un acto de rebelión hacia este castigo, Songlian aparece vestida con un kimono rojo –el color de los kimonos es otro elemento expresivo importante: Meishan viste de rojo en muchas ocasiones, Songlian al principio lo hace de blanco (inocencia), luego pasa al negro (decepción y amargura) y al final se rebela a través del rojo (rabia y locura)–, dispuesta a hacer pagar al culpable su caída definitiva en el infortunio. También, hacia el final, y ya invadida por la locura y la culpa, decide encender todas las linternas en la habitación de la desgraciada Meishan, haciendo creer con ello a los criados que el espíritu de ésta se ha manifestado y que sus estancias están malditas. Luego, enciende las linternas en el exterior de sus propios aposentos, como demostrando con ello que cualquier represalia por su comportamiento le da ya lo mismo, pues ha perdido definitivamente la razón. Songlian ha acabado, como le advirtió Meishan, por representar mal la farsa que es la vida que llevan, y al hacerlo sólo ha conseguido engañarse a sí misma, en clara alusión a la traición que la joven ha acabado cometiendo hacia sus propios principios morales.

La película se desarrolla a lo largo de las diversas estaciones de un año, comenzando en el verano de la llegada y la pérdida de la inocencia de la protagonista, continuando en el otoño de la decepción y la amargura, el invierno de la desgracia y el desencadenamiento de la ira y el odio que llevan al final de la historia. La luz y los fenómenos climatológicos acompañan este desarrollo narrativo de las estaciones, llegando a ser evidente en la afirmación que hace una de las criadas al decir que tanta nieve sólo podía significar un mal año (las dos muertes de las que directa o indirectamente Songlian es culpable se producen como consecuencia o teniendo como escenario una intensa nevada). La primavera siguiente es obviada con una elipsis, quizás debida a la equívoca idea de renacimiento y renovación de la vida que podría interpretarse para un final que no tiene nada de esperanzador. La vida continúa, y la película concluye con una escena desarrollada en el verano siguiente, cuando se cumple un año de la llegada de Songlian y se completa un ciclo que da paso a la llegada de una nueva concubina al castillo. Como contraste al mimo en el aspecto visual y narrativo, la sencillez de la música de Zhao-Jiping y de la banda sonora en general sorprende, aunque la elección voluntaria de una orquestación sencillísima elegida así por Yimou –quien justificó su elección al considerar que en su país no se pueden elaborar piezas orquestadas de calidad y que quizás el intento hubiera sido contraproducente (1)–, basada en la repetición como leit-motif de un pasaje de percusión que acompaña los momentos decisivos en la cinta, es del todo acertada y funciona perfectamente como contrapunto a la acción.

La linterna roja es una obra maestra en la filmografía de Zhang Yimou. Obra de extraordinaria belleza expresiva y con una historia muy bien desarrollada en consonancia perfecta con un estilo visual y sonoro impolutos, la película fue co-producida entre China y Taiwan (otro dato a tener en cuenta es que el productor ejecutivo fue el mismísimo Hou-Hsiao-Hsien) y obtuvo un amplio reconocimiento a nivel internacional, al hacerse con el León de Plata en el Festival de Venecia de 1991 y con una nominación a mejor película extranjera en 1992. Fiel a sus principios, y pese a que de nuevo este film sería censurado en su país durante más de dos años, Yimou seguiría realizando su cine en China, un país al que el realizador ama por encima de todo y al que ha renunciado abandonar para perseguir un sueño que, para él, no cobra ningún sentido si no es vivido en su tierra.

«Como cineasta no creo que pudiese abandonar mi tierra, la única que conozco de verdad. Simplemente está ahí, y creo que sólo ahí podré encontrar los sentimientos más directos y profundos.» (2)

____


(1) ALCAINE, Rafael y MEI-HSING, Chen: Zhang Yimou, Ediciones JC, Madrid, 1999, p. 159

(2) Citado por Alcaine y Mei-Hsing Ibíd., p.146


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