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Rojo amanecer (Jorge Fons, 1989)

Corto, medio, largo, serie, miniserie (no importa el formato)... en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
Rojo amanecer
Jorge Fons (México, 1989) [96 min]

Portada
IMDb
(wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    Narra los sucesos de la Matanza de Tlatelolco ocurrida el 2 de octubre de 1968. Edificio Chihuahua, en Tlatelolco, Ciudad de México. Son los días de mayor efervescencia del movimiento estudiantil del 68. La mañana del 2 de octubre una familia de clase media se prepara para un día normal. Al transcurrir las horas, la familia se verá atrapada en medio de la represión política más sangrienta del México moderno.

Álvaro Vázquez Mantecón (Universidad Autónoma de Puebla, en Cinematográfica Sol), 1989, escribió:El dos de octubre de 1968 el gobierno mexicano reprimió violentamente una manifestación estudiantil que se desarrollaba pacíficamente en la plaza de Tlatelolco. De esta manera, se ponía fin a un movimiento que durante varios meses había cuestionado la imagen de paz social y de progreso construida a lo largo de décadas por los gobiernos del México posrevolucionario. A diez días de la inauguración de los Juegos Olímpicos --los primeros organizados por un país en vías de desarrollo-- el presidente Gustavo Díaz Ordaz decidió cortar de tajo una protesta estudiantil que creía instigada por una "conjura del comunismo internacional". Fue una matanza. Nunca se supo con exactitud cuántos jóvenes cayeron. Años después, Díaz Ordaz, quien se hizo responsable de los hechos, habló de aproximadamente cuarenta bajas, incluyendo algunos soldados; por su parte, algunos dirigentes estudiantiles llegaron a hablar de cuatrocientos muchachos muertos.

Después de la matanza, el país ya no volvió a ser el mismo. La represión brutal a un movimiento con demandas democráticas, integrado en su mayoría por miembros de la clase media, marcó profundamente a la clase dirigente mexicana. Y aunque los gobiernos que sucedieron al de Díaz Ordaz intentaron cerrar la herida abierta por Tlatelolco estableciendo algunos nuevos espacios para la vida democrática del país, el silencio oficial predominó en lo referente al dos de octubre. La fecha y el tema se convirtieron por muchos años en un tabú.

A lo largo de los años setenta, y contra el silencio gubernamental, algunas obras que hacían referencia a la matanza de Tlatelolco se constituyeron como una fuerte recriminación política al régimen. En esos años, el documental El grito, dirigido por Leonardo López y realizado por los estudiantes de cine de la Universidad durante 1968, se exhibió de manera semi-clandestina hasta convertirse en un objeto de culto. Cada dos de octubre se proyectaba en los cineclubes universitarios, bajo una consigna que acabó siendo famosa: "No se olvida". Por su parte, el trabajo periodístico de Elena Poniatowska vertido en el libro La noche de Tlatelolco, se convirtió en un punto de referencia común sobre el movimiento estudiantil. Pero a pesar de estas notables excepciones, durante un largo período no hubo un tratamiento abierto de los sucesos de 1968, con la capacidad de acceder a un público amplio. La película Rojo amanecer, de Jorge Fons (1989), vino a llenar este vacío.

Rojo amanecer fue producida con poco dinero por una compañía independiente (Cinematográfica Sol). Quizá para evitar problemas con las autoridades, la cinta se filmó discretamente, a pesar de que contaba con un buen reparto de actores y con técnicos reconocidos en el medio cinematográfico. Estaba basada en un buen argumento de Xavier Robles, quien años antes había hecho el guión de Los motivos de Luz, una de las películas más importantes en la producción mexicana de los años ochenta. La dirección le fue confiada a Jorge Fons, un realizador que desde la década de los setenta se había destacado con buenas cintas, como Fe, Esperanza y Caridad (1970), Los cachorros (1971), Los albañiles (1976) y el documental Así es Vietnam (1979).

Rojo amanecer narra un día --precisamente el dos de octubre de 1968-- en la vida de una familia de clase media que habita un departamento en uno de los edificios que rodean la plaza de Tlatelolco. Probablemente el poco dinero con que se produjo la película haya determinado que se filmara casi en su totalidad en interiores. Sin embargo, en vez de ser una limitante, este elemento fue convertido por Robles y Fons en una de las principales virtudes de la cinta. La cámara muestra los sucesos de 1968 únicamente desde el interior del hogar de una familia de clase media, el grupo social más afectado por la represión. Rojo amanecer muestra cómo este orden familiar, en apariencia tranquilo, se ve afectado por la irrupción violenta del mundo exterior, ya sea en la forma de un balazo disparado por los soldados en la plaza, por los estudiantes que se refugian en el departamento, o bien de manera brutal por los policías que catean la casa.

Es en este sentido que para Robles y Fons la descripción del orden familiar --profundamente afectado por los sucesos en el exterior-- se vuelve fundamental dentro del desarrollo dramático de la cinta. Cada uno de los miembros de la familia es presentado como una síntesis de valores y creencias de tres generaciones que acaban por conformar un retrato de la clase media mexicana de fines de los años setenta. Por ejemplo, el padre, interpretado por Héctor Bonilla, es un personaje complejo. Es un burócrata que trabaja en el Departamento del Distrito Federal (el gobierno de la capital del país). Como se dice comúnmente en México, es "un influyente", cuya cercanía al poder hace que se "entere de cosas". Sin embargo, el hecho de trabajar para el gobierno no lo convierte en un defensor a ultranza del Estado. Como muchos miembros de la clase media, durante su juventud militó en la oposición almazanista, supuestamente derrotada por un fraude electoral cometido por el partido oficial. Esta experiencia lo determina como un pesimista ante la posibilidad de que ocurra un cambio democrático en el país. Para él, el gobierno se presenta como una totalidad inamovible y omnipresente, con la que "no se juega". Observa la militancia de sus hijos en el movimiento estudiantil con una mezcla de miedo y comprensión.

El abuelo, interpretado por Jorge Fegán, es el único miembro de la familia que es intransigente hacia los muchachos. Es un militar retirado que vive "arrimado" en el departamento. Para él, el hecho de haber peleado en la Revolución mexicana --precisamente el proceso que condujo a la formación del gobierno cuestionado por el movimiento estudiantil-- lo convierte automáticamente en un partidario del orden. "Yo sé lo que es una revolución", dice para reprender a sus nietos, "y no deseo vivir otra". Pero sus nietos (Bruno y Demián Bichir) encuentran que el orden respetado incondicionalmente por el abuelo se encuentra vacío de significados. Para llenarlo, buscan nuevos contenidos, a veces inspirados en símbolos comunes con jóvenes de otras partes del mundo: los Beatles y el Che Guevara.

La mediación en el conflicto generacional establecido entre hijos, padre y abuelo recae sobre el papel de la madre (María Rojo), quien representa en la película a un personaje común de la clase media mexicana. Es un ama de casa que a pesar de estar escasamente politizada entiende los procesos que vive precisamente por su papel mediador, en un intento de comprender los motivos que cada uno de los miembros de su familia tiene para actuar de una manera determinada. Aunque aconseja a sus hijos dedicarse al estudio y no mezclarse con la política, no duda en recibir y ocultar en su casa a un grupo de muchachos que huyen de la balacera de la plaza.

El conflicto inicialmente planteado al interior de la familia se acentúa por la matanza ocurrida en la plaza, justo bajo la ventana del departamento. Jorge Fons conduce eficazmente los momentos más intensos de la cinta, sin caer en excesos melodramáticos ni perder la tensión de la trama. Una correcta dirección de actores muestra las diversas gamas de respuesta ante la brutalidad represiva. Los personajes transitan de la sorpresa hacia la irritación, el miedo y la impotencia. La película concluye con una escena sumamente dramática. Un grupo de policías vestidos de civil irrumpe en el departamento y descubre que la familia oculta a un grupo de estudiantes que habían huido del tiroteo de la plaza. En la tensión del momento se desata una violencia exacerbada, y ante la resistencia de algunos miembros de la familia a la brutalidad policíaca, todos son masacrados. En realidad, ésta es una de las pocas secuencias de la cinta que no se encuentra minuciosamente documentada. A pesar de lo crudo de los hechos, la muerte de una familia entera a manos de la policía en la unidad habitde Tlatelolco es poco probable. Sin embargo, el silencio que predominó por más de veinte años sobre la matanza parecía justificar este uso dramático en aras de la denuncia de una represión exagerada e injusta que marcó definitivamente a una generación de mexicanos.

Veinte años después, la voluntad gubernamental de silencio persistía. Una vez terminada, Rojo amanecer tuvo que afrontar una censura velada por parte de las autoridades cinematográficas del país, quienes pusieron trabas burocráticas a su exhibición. Finalmente, ante la crítica de algunos medios, se permitió la proyección de la película al público general, convirtiéndose en un éxito de taquilla inusual en las producciones mexicanas del momento. Para 1991, la Academia Mexicana de Artes Cinematográficas, muy cercana al organismo oficial de cinematografía, reconocía a Rojo amanecer con el Ariel de Oro, la máxima distinción a una cinta nacional. Además, otorgó premios a la dirección, actuación masculina y femenina, coactuación, argumento original, guión cinematográfico, edición y música de fondo. Fue necesario que transcurrieran dos décadas para que en el país se hablara cinematográficamente de su pasado reciente.


Ficha técnica

    Guión: Guadalupe Ortega, Xavier Robles.
    Música: Eduardo Roel, Karen Roel.
    Fotografía: Miguel Garzón.
    Productora: Cinematográfica Sol.

Reparto:

  • María Rojo.
  • Demian Bichir.
  • Héctor Bonilla.
  • Eduardo Palomo.
  • Bruno Bichir.
  • Jorge Fegán.
  • Paloma Robles.
  • Marta Aura.
  • Carlos Cardán.

Premios:

    1990: Festival de San Sebastián: Premio Especial del Jurado.
    1990: Premios Ariel: 9 Premios incluyendo Mejor película. 11 nominaciones.




DVDRip VO - AVI (XviD+MP3) [1.93 Gb] (fuente)
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General
Nombre completo : Rojo amanecer (1989) Jorge Fons.avi
Formato : AVI
Formato/Info : Audio Video Interleave
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Duración : 1 h 40 min
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Opciones de codificación : -m j -V 4 -q 2 -lowpass 17 -b 128
Idioma : Espanol


Nota Mar Nov 07, 2006 11:18 pm
Hace ya algunos meses que me encontré con esta película intentado bajar "Amanecer Rojo" (una americanada en la que la URSS invade EEUU y un grupo de héroes anónimos y patriotas americanos salvan al país).

En "Rojo Amanecer" se ve claramente que no anduvieron muy ligeros de fondos: toda la película transcurre en un piso estándar y los únicos exteriores son algunas vistas del bloque de vivienda en cuestión.

Por lo demás es una película interesante, agradable de ver y que en cierto modo engancha.

Nota Jue Nov 09, 2006 3:37 pm
Rojo amanecer” Una película imperdible


Hernán Montecinos

Rebelión

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=40542


Unos muy buenos amigos/as me trajeron un encargo desde México: la película “Rojo amanecer” de Jorge Fons, un cine que mezcla lo documental con la ficción y que tiene como fondo el hecho cruento de la Matanza de Tlatelolco, un barrio de México, en donde fueron masacrados estudiantes que se encontraban convocados a un mitin de protesta, en el caliente año de 1968, de plena efervescencia juvenil en el mundo. Una película que sólo conocía de oídas y que nunca pude ver, a pesar de ser una producción del año 1989. Bueno, el caso es que nada más verla y todas las expectativas alojadas en mi imaginario, respecto de la excelencia y calidad de este film, quedaron largamente superadas.

Consultados varios amigos, empedernidos cinéfilos al igual que yo, me encontré con la sorpresa que la gran mayoría de ellos la desconocían. Ignoro si alguna vez esta película fue exhibida aquí en Chile, y si lo fue, al parecer todo indica que pasó inadvertida, cuestión nada de extraño en un público criollo demasiado acostumbrado a hacer cola a la entrada de los multicines, para ver películas de violencia con ruidosos efectos especiales, o melodramas hollywoodenses de dudosa calidad.

El cine en toda su historia ha dejado reseña de lo que fue, por ejemplo, la revolución Rusa gracias al genio de cineastas como Sergei M. Einsenstein con sus películas “Octubre” o “El acorazado Potemkin”, produciendo ese género en el que se alterna la recreación documental con la ficción, cuya lección han aprendido hasta cineastas inesperadamente liberales, como el actor Warren Beatty, que con su película “Reds”, nos dio en la década del 80, un ejemplo de lo que podían ser este tipo de películas sobre hechos históricos.

En Chile conocemos intentos en esta dirección de Miguel Littin con “Tierra prometida” y las “Actas de Marusia”, y más recientemente Marcelo Ferrari con “Sub Terra”. Por cierto, que la más nueva de éstas, “Machuca” de Andrés Wood ha constituido el mejor acierto en el cine chileno sobre esta amalgama de géneros. También en España nos encontramos con aquella magnífica recreación del asesinato de Carrera Blanco “Operación Ogro” de Gillo Pontecorvo (1979). Podría nombrar otras más, pero como quiera que sea, estas constituyen sólo excepciones, existiendo una gran deuda para realizar este tipo de producciones en que hechos políticos sociales que han marcado a fuego nuestras respectivas sociedades, sean llevados al celuloide amalgamados tras los géneros del cine documental con el de ficción.

Curiosamente, pese a la conmoción que provocó la brutal matanza de Tlatelolco, en la sociedad mexicana de la época, este hecho se encuentra poco documentado en el celuloide y aún en los propios registros literarios. Constituye un hecho pionero sobre el tema, en los años 70, el documental “El grito”, dirigido por Leonardo López y realizado por los estudiantes de cine de la UNAM, el que se exhibió de manera semi-clandestina en los estrechos círculos universitarios y clubes de cine alternativos convirtiéndose en un objeto de culto. Cada dos de octubre se proyectaba en estos lugares bajo una consigna que acabó siendo famosa: "No se olvida". A su vez el trabajo periodístico de Elena Poniatowska en su libro La noche de Tlatelolco, se convirtió en un punto de referencia común sobre el movimiento estudiantil. Sin embargo, a pesar de estas notables excepciones, durante un largo período no hubo un tratamiento abierto de los sucesos de 1968, con la capacidad de acceder a un público más amplio. La película “Rojo amanecer”, de Jorge Fons (1989), objeto de esta nota, vino a llenar este vacío.

A saber, esta película nos trae a la memoria la matanza por disparos de entre 300 a 500 jóvenes estudiantes (según cifras oficiales), durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, el día dos de Octubre de 1968, en el barrio De Tlatelolco en la ciudad de México. A decir verdad nunca se ha podido establecer la cantidad exacta de muertos, pues desde esa fecha una especie de nebulosa a distorsionado y encubierto toda la naturaleza y realidad de ese alevoso crimen. Hubieron, por supuesto, algunos cineastas que intentaron analizar todo lo que ocurrió esa tarde del dos de Octubre, pero como siempre ocurre para este tipo de cine se toparon con la censura, auto censura y censura por omisión, que son los tres defectos que impiden la expresión total y libre en el cine.

Debieron de pasar 20 años para que el cine mexicano Con “Rojo amanecer”, recién se atreviera a poner en pantalla este cruento hecho que conmocionó a la sociedad mexicana de la época y cuyas heridas aún no se acaban de curar. El valor de esta película es ser la primera de la especie que se atrevió a tocar esta profunda herida. Aún con ello, falta mucho por decir acerca de ese año que cambió la historia del México moderno.

Por más de 30 años, los diferentes gobiernos del PRI, ayudados por los medios de comunicación (¡y cuándo no!), mantuvieron la falsa tesis oficial de que habrían sido los estudiantes quienes iniciaron los tiroteos con francotiradores colocados en los edificios de la plaza. Esa versión fue rebatida por muchos de los protagonistas e investigadores, quienes poco a poco han ido poniendo al descubierto la veracidad de los hechos contados por testigos de la época, en cuanto a que fueron agentes provocadores infiltrados los que iniciaron el fuego indiscriminado contra una masa indefensa de estudiantes, todo ello avalado con irrebatibles antecedentes, incluidos con propias fotografías tomadas por agentes policiales de la época.

Es en este cuadro que la película de Jorge Fons, contribuye a que la lucha contra la impunidad, en un país hispano, puede tener grandes avances y pueda ser comprendida en toda su complejidad por la inmensa mayoría del pueblo mexicano cuyo imaginario fue distorsionado miles de veces por las siempre mentirosas noticias oficiales. De paso, esta película ayuda también no sólo a saldar la deuda pendiente con las víctimas y juzgar a los responsables de los crímenes de Estado, sino a destapar las tramas de la sangrienta represión que, no por casualidad en Ibero América acaba siempre concluyendo en algún despacho oficial de los EEUU.

Después de la matanza, el país ya no volvió a ser el mismo. La represión brutal a un movimiento con demandas democráticas, integrado en su mayoría por miembros de la clase media, marcó profundamente a la clase dirigente mexicana. Y aunque los gobiernos que sucedieron al de Díaz Ordaz intentaron cerrar la herida abierta por Tlatelolco, estableciendo algunos nuevos espacios para la vida democrática del país, el silencio oficial predominó sobre este hecho. La fecha y el tema se convirtieron por muchos años en un tabú.

Así entonces, existían poderosas razones para que, no por casualidad, Jorge Fons tuviera que enfrentar numerosas trabas y dificultades para hacer esta película El año 1988 fue escenario de un escándalo porque la exhibición de Rojo Amanecer sufrió un extraño retraso, ya que se estrenó hasta 1990. El guionista de la cinta, Xavier Robles, recurrió a la SOGEM, que a su vez interpuso un amparo en contra de la Dirección de Cinematografía. Los funcionarios alegaron que todo se debía a un simple retraso por razones burocráticas; los realizadores denunciaron intento de censura.

Recordemos sobre esto mismo, que años más tarde pasó algo similar con la película “La ley de Herodes”, de Luis Estrada (1999), por poner el dedo en la llaga sobre la corrupción política habida en el país durante los sucesivos gobiernos del PRI. Esta película fue objeto de un burdo veto que terminó provocando la renuncia del entonces director del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), y el consiguiente desprestigio de las autoridades cinematográficas mexicanas.

Por el ambiente político imperante, lógicamente el cine nacional mexicano -dependiente en gran medida del gobierno para poder sobrevivir- tenía que haberse enfrentado a un enorme obstáculo al querer abordar un tema como el que trataba Jorge Fons en su película. Finalmente, con un escaso presupuesto y una productora independiente pudo concretar su proyecto. No cabe duda que el talento, las ganas y la creatividad de este notable realizador –el mismo de “El callejón de los Milagros”- dieron como resultado una magnifica cinta que no necesitó de grandes presupuestos estilo Hollywood, para tocar las fibras más sensibles del espectador narrando visualmente, con acierto sin igual, el terror que vivieron un indeterminado número de familias de clase media, aquellos que vivían en las inmediaciones en donde se llevó a cabo la consumación de la masacre.

Entre los tantos méritos del filme destaca el hecho que no es una cinta política en sentido estricto, que pretenda analizar las causas y efectos del movimiento estudiantil cruentamente reprimido, ni denunciar a un Estado totalitario y represor. Es esencialmente la “crónica” de una noche en la que grupos armados de civil con tropas del ejército perdió los límites de la cordura haciendo imperar el terror. La película no funciona como juez sino como un pasillo que lleva al conflicto suscitado, para que cada espectador haga su propio juicio

Con todo, lo cierto es que el alboroto, una vez que la cinta fue autorizada, generó muy buena taquilla, y más tarde fue señalada como la iniciadora del llamado "nuevo cine mexicano" de los noventa.

Ahora bien, entrando a los aspectos más destacados de esta película, su primer gran acierto es que la locación se lleva a cabo en los interiores de un departamento de un conjunto habitacional situado en las inmediaciones en donde se llevó a cabo la brutal masacre. Todas las secuencias del film sólo tienen lugar en dicho reducido espacio, salvo los escasos segundos finales cuando el niño, único sobreviviente de la masacre familiar, sale al exterior con un desesperado dejo de esperanza de no volver a vivir tan inesperado horror. Probablemente el poco dinero con que se produjo la película haya determinado que se filmara casi en su totalidad en interiores. Sin embargo, en vez de ser una limitante, este elemento fue convertido por Fons en una de las principales virtudes de la cinta

En efecto, es en ese reducido espacio que vemos en la mañana del 2 de octubre retratada una familia en donde habitan tres generaciones: un matrimonio con sus cuatro hijos y el abuelo. El padre burócrata, la madre ama de casa, dos hijos estudiantes de universidad o pre-universidad, dos hijos menores de primaria, y el abuelo jubilado ex militar. Apaciblemente esa familia se prepara para vivir su día normal el dos de Octubre, sin presentir lo que desde afuera ya se presagiaba. Sin embargo al transcurrir unas pocas horas esa apacibilidad se ve interrumpida en medio de la represión política más sangrienta del México moderno. Pero no todo es de repente sino que todo se sucede en forma paulatina como en un continuo in crescendo. Desde ahí, cual privilegiada atalaya, sus miembros ven y escuchan, primero la manifestación de estudiantes, y luego, la matanza y sufren sus consecuencias, cuando ocultan en el departamento a estudiantes compañeros de sus hijos, quienes serán masacrados junto con la familia, por tipos armados, a los que se tuvo buen cuidado de no vestir como militares para no aludir a las responsabilidades del ejército y así evadir la posible censura.

Ya algo similar habíamos visto en la película colombiana “Confesiones de Laura”, que describe desde el interior de un departamento “el Bogotazo”, derivado del magnicidio del líder político liberal Jorge Gaitán en 1948. Este magnicidio originó una ola de violencia en el centro de Bogotá derivando también a la mayoría de las ciudades colombianas. Claro está, que uno y otro film tienen connotaciones muy particulares y distintas, que las hacen inigualables inscribiendo a ambas en la categoría de un cine excepcional.

En efecto, mientras el espacio cerrado elegido por Jaime Osorio, en la película colombiana, le sirve de locación para dar curso a una relación intimista de dos almas gemelas vecinas, teniendo como fondo la violencia sucedida en las calles del exterior, en los interiores del departamento, elegido por Jorge Fons, habita un microcosmos representativo de la sociedad mexicana de la época. En el interior de esa familia existe un conflicto generacional, reflejo del que está a punto de estallar en las calles de la ciudad de México.

Pocas veces me ha tocado ver una película sin fallos como ésta. Y esto lo destaco porque hasta en las películas mejores y más excepcionales siempre me las he arreglado para encontrarles algún punto de debilidad, cuestión por la demás nada de difícil por los numerosos puntos de observación de que puede ser objeto una película (argumento, actuaciones, continuidad de las secuencias, locaciones, mensajes, estética, etc.).

Por suerte, y con justificado mérito esta película vino a ser reconocida finalmente en el propio México, no solo por el público espectador, sino también en los círculos oficiales. No fue extraño, entonces, que este film el año 1991haya sido galardonada con varios Arieles, entre ellos, mejor película; mejor director, Jorge Fons; mejor actriz, María Rojo; mejor actor, Héctor Bonilla; mejor coactuación masculina, Jorge Fegán, y mejor argumento y guión, Xavier Robles y Guadalupe Ortega, entre otros.

En fin, y para cerrar esta nota, un acierto de película que en los ciclos habituales de “cine alternativos” que ofrecemos en ICAL Valparaíso, nos comprometemos desde ya hacer las gestiones del caso para incluirla en la parrilla programática de nuestros próximos ciclos.

Por último, y excúsenme, nobleza obliga, no puedo dejar de expresar mi público agradecimiento a Morelia, la que me habló y me entusiasmó con esta película, a mi queridísima amiga, Viviana Bravo (la china), que allá en México me la ubicó, y a mi amigo Sergei López que me la trajo de regalo desde esa tierra. Así, poquito a poco, gracias a queridos amigos voy acuñando entrañables tesoros.

Actualizado con nuevo rip 1.93Gb

[Editado por el comité de RBM para incluir el enlace en el primer mensaje. Muchas gracias, compañero Ivanjoe.]

y la entrada de cinemexicano:
http://cinemexicano.mty.itesm.mx/peliculas/rojo.html



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