La parada de los monstruos (Tod Browning, 1932) : Filmoteca de ficción

La parada de los monstruos
Freaks
Tod Browning (EE.UU. de América, 1932) [B/N, 64 min]

Sinopsis:

Comentario personal:

Marc, en @libroscinecómic, el 14 de octubre de 2018, escribió:Intacta en su majestuosidad, a ratos dulce, otros grotesca y terrible, es quizá el gran canto que ha dado el cine a favor de la diferencia. Los últimos cinco minutos ponen la piel de gallina tanto en mensaje como en ejecución. Imprescindible.

Víctor Guerrero, en El Criticón, el 27 de mayo de 2014, escribió:"Freaks" tardó unas tres décadas en salir del armario. Cuando se estrenó, en 1932, fue retirada de inmediato. Los espectadores tenían que apartar la mirada al no poder soportar la idea de que hubiera seres humanos deformes o mutilados, y que estos –¡el colmo!– hubieran tenido la indecencia de exhibirse en una pantalla gigante. Varias mujeres escribieron indignadas a la Metro-Goldwyn-Mayer tras haber sufrido mareos, vómitos y ataques de histeria. En fin: un drama. La Metro cedió a las presiones y retiró la cinta días después de su estreno. Y no se repuso hasta los años sesenta, cuando empezó a ser reivindicada por los jóvenes alternativos que, de alguna manera, se sentían reflejados en ella.

El responsable de aquella ofensa tenía nombre y apellidos: Tod Browning. Nacido en Louisville, Kentucky, acababa de estrenar "Drácula" tras una prolífica carrera como director de cine mudo. En su juventud había sido contorsionista de circo, y por lo tanto había conocido a aquellos monstruos cuya vida estaba sacrificada a saciar el morbo de la gente normal. Enanos, siamesas, esqueletos andantes, bebés adultos, mujeres barbudas, torsos sin extremidades… El circo recogía lo que la sociedad desechaba a cambio, claro está, de sacarle provecho.

Browning rodó su película esquivando dos clichés en los que podría haber caído fácilmente. Uno, que "Freaks" se hubiera convertido únicamente en un catálogo de rarezas sin más, como si se tratara de una función de circo. Y dos, que hubiera utilizado dichas imágenes para provocar la compasión del público. No ocurre ni lo uno, ni lo otro. Browning compuso una historia de dignidad; un alegato de la diferencia sin excesivas pretensiones, pero con el coraje de quien cree en lo que hace. Y lo hizo, además, con un sentido del cine extraordinario: con emoción, con humor, buscando planos y movimientos de cámara originales. De su estética han bebido directores como David Lynch o Tim Burton. [...]

José Ovejero, en "El monstruo en el espejo", en Jot Down, el 19 de enero de 2017, escribió:[...] En la película "Freaks", de Tod Browning, se encuentra aquella impactante escena en la que un grupo de monstruos de feria, personas con distintas deformidades o minusvalías, entonan un canto en el que aceptan a la hermosa trapecista Cleopatra como una de ellos: «We accept her, one of us, one of us», canturrean. Lo que al principio le parece muy gracioso a la joven acaba dando paso al horror de que puedan siquiera pensar que tiene algo en común con esos seres despreciados. La interesante vuelta de tuerca que da Browning a esta situación es que, al final, quienes nos resultan moralmente monstruosos son Cleopatra y el forzudo Hans, esto es, los dos que se consideran «normales».

Otras referencias