La tierra de la gran promesa (Andrzej Wajda, 1978) : Filmoteca de ficción

Nin78

La tierra de la gran promesa (Andrzej Wajda, 1978)

Lun Dic 17, 2007 10:24 pm

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La tierra de la gran promesa
Ziemia obiecana
Andrzej Wajda (Polonia, 1975) [138 min, 180 en la versión original min]

(wikipedia | filmaffinity)

Sinopsis:

A finales del siglo XIX, la ciudad de Lodz se ha convertido en el epicentro de la industria textil, con la consiguiente necesidad de mano de obra inmigrante. Tres jóvenes estudiantes de Riga: un polaco católico, hijo de nobles terratenientes, un ambicioso judío y un alemán luterano deciden abrir una fábrica en esa ciudad para hacer fortuna y, sin escrúpulos ni prejuicios, se lanzan a acumular dinero y poder.
Comentario personal:

Se trata de una de las mejores películas del cine polaco, una obra maestra que describe a la perfección el capitalismo salvaje del siglo XIX en la localidad rusa (hoy polaca) de Lodz. Tres jóvenes emprendedores deciden invertir en la industria textil pero, en un mundo en donde las crisis más profundas se suceden tras crecimientos desmedidos, acabarán por destruir las fábricas para cobrar el seguro. La explotación en el trabajo y el funcionamiento de un capitalismo destructor convierten a esta película en una enorme fresco de un sistema que a día de hoy sigue cometiendo todo tipo de atropellos. No entiendo cómo este clásico no ha sido posteado antes aquí. El único problema es que la versión que podemos encontrar disponible es el corte del director que realizó hace unos años, restándole al original casi media hora. Y dado que Wajda no vive ahora sus años más progres que digamos, es de suponer que esa media hora pueda ser importante.

Francisco Solano, en "Industria y codicia", en El País, el 20 de enero de 2007, escribió:[...] Negocios de rápidos beneficios, préstamos usureros, fábricas que se incendian para evitar la quiebra y poder cobrar el seguro, conspiraciones de especuladores que quieren pasar por aristócratas, obreros destrozados por las máquinas, salarios de miseria, viudas harapientas que reclaman derechos nunca concedidos, señoritas de buen corazón traicionadas por no ser un buen negocio (“una prometida no es una letra de pago, es un recibo corriente y moliente“), todo dominado por la avidez de dinero y “el bacilo del trabajo” llevan a un callejón sin salida que Reymont resume en el aburrimiento. Con la acumulación de dinero, concluye el escritor polaco, se conquista el tedio. El personaje central, Karol Borowiecki, se da cuenta así de que el éxito también es la desgracia, y quiere crear felicidad ajena, ya que él no ha conseguido ser feliz. El lector llega a esta moralina después de recorrer demasiadas páginas; imposible aceptar, ahora, que el remordimiento burgués redime de la crueldad y la codicia; al contrario, prolonga el cinismo del capital.

Víctor, en "La tierra prometida, capitalismo y desigualdad. Ziemia obiecana de Andrzej Wajda", en Coffe & Saturday, el 26 de diciembre de 2014, escribió:Es sabido que la ciudad de Lodz precisamente fue conocida como la “Tierra prometida” (Ziemia obiecana) por el gran desarrollo industrial que tuvo lugar en el siglo XIX, en donde personas de diversas ciudades y países viajaban en busca de empleo, ya sea como obreros o persiguiendo el sueño de fundar su propia industria. Este crecimiento desmedido tuvo en la última década del mismo siglo una crisis que llevó a que el socialismo se convirtiera en la voz de los obreros, ya que a medida que crecían las industrias, aumentaban los trabajadores, y conforme las máquinas avanzaban con la tecnología, se prescindía de los hombres, quienes ante las malas condiciones laborales decidieron entrar en huelga y parar la producción de distintas fábricas, entablando múltiples enfrentamientos con la policía. Esta historia es la que sirve a Wajda para elaborar su película, basándose también para la elaboración del guión, en la novela con el mismo nombre del polaco ganador del Nobel, W. S. Reymont.

[...] Wajda logra crear escenas que son auténticas joyas, por ejemplo, la visita al ballet, en donde convive la burguesía entre negocios, abrazos, secretos y muchas sonrisas llenas de hipocresía, aunado a esto, los encuadres parecen pinturas que capturan el siglo XIX, conjugándose con un montaje que logra transmitir la velocidad y doble atmósfera del evento, entre burgueses y artistas, con movimientos de cámara que por un momento toman la mirada de quien se columpia y canta en el escenario, y por otro del espectador ignorando el espectáculo y mirando por sus binoculares lo que acontece en los palcos, aplaudiendo sin saber la causa de los aplausos. La escena final es igualmente sobresaliente.

La música es adecuada, matizando los momentos en que aparecen los problemas de los obreros, los negocios, la diversión burguesa y la vida cotidiana. La fotografía de Sobocinski no queda mal, permitiendo al espectador seguir puntualmente la historia y el desarrollo de los personajes junto con la ciudad y su cielo en donde conviven las nubes y el humo de las fábricas, y calles en las que las condiciones de desigualdad y la violencia física se funden con la mirada indiferente de la clase alta viajando en sus carruajes.

Otras referencias

en "Otras 10 películas que quizá no hayas visto"

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