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Carne de fieras (Armand Guerra, 1936)

Corto, medio, largo, serie, miniserie (no importa el formato)... en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
Carne de fieras
Armand Guerra (España, 1936) [71 min]


IMDb
(wikipedia | filmaffinitiy)


Sinopsis:

    [propia] Madrid, 1936. Pablo es un boxeador en racha profesional, pero no matrimonial. Cuando la casualidad cruce en su camino a Perragorda, un niño colillero, y a Marlène, una artista francesa de varietés, se replanteará el rumbo de su vida.

Comentario personal:

    Ternura chaplinesca de airecillo vodevil, de la que Armand Guerra entresaca una cartilla educativa con los fundamentos de la asociación justa entre individuos, tal y como consigna el corpus teórico de la CNT del momento. La asociación ha de ser un dispositivo de apoyo mutuo, pero de clase, no entre individuos cualesquiera, y con enfoque revolucionario, pues su función es protegernos en las caídas, no auparnos en estrategias macabras; y ha de configurarse en función de una afinidad saludable, racional y razonablemente, sin el arbitrio de la consanguineidad.

    Así está diseñada la narración, para empujar al espectador a deducir que todos los huérfanos de la calle son sus hijos (adopción, universalidad de la protección a la infancia); que debe escoger a leales "compañeros de vida" y no "de por vida", como prueba de validez de su libre elección (divorcio, separación, opción de rearticulación); y que quien pega a las mujeres lo hace para explotarlas, afectiva o productivamente (contra la violencia de género como disciplinamiento para la ganancia). Gana credibilidad porque esta ductibilidad en las formas de articular las solidaridades primarias no nos extraña tanto en los ambientes del boxeo y la farándula, entre actores de los márgenes.

Perragorda, interpretado por José Díaz, en el guion, escribió:
    ¡Si te llevan al presidio, tu Perragorda quedará otra vez en el arroyo! ¡Los hombres valientes como tú no pegan a las mujeres!

Pablo, interpretado por Pablo Álvarez Rubio, en el guion, escribió:
    Tú no irás al arroyo. Guarda, si quieres, tu mascota. ¡Desde ahora tendrás padrino y madrina! ¿No es verdad, Marlène? [...] Y si todos los españoles hicieran lo que nosotros, se habrían acabado los hijos del arroyo.


Ficha técnica


Reparto:


Idioma original: Castellano, francés.





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Nota Lun Oct 30, 2023 11:28 pm
Reseñas breves / abreviadas

Jesús Aller, en "Cinematografía anarquista durante la Guerra Civil española", en Rebelión, el 18 de julio de 2023, escribió:[...] "Carne de fieras", de Armand Guerra, no fue montada hasta los años 90 y destaca por sus desprejuiciados personajes femeninos.

Capi Vidal / José María Fernández, en "La Revolución española y el cine anarquista", en Reflexiones desde Anarres, el 14 de abril de 2022, escribió:[...] Aunque este film no puede catalogarse estrictamente de producción anarquista, sí contiene algunos rasgos temáticos de lo que serán los posteriores trabajos, ya con la industria en manos de los trabajadores. "Carne de fieras", título de obvio sentido ambivalente, muestra a una humilde pareja que adopta a un chaval aún más miserable, formando una familia no unida por lazos sanguíneos, sino por la solidaridad y el apoyo mutuo. A pesar de la interrupción que produce el conflicto bélico, Guerra decide acabar la película e incluso en alguna escena colectiva puede verse a milicianos armados como parte del contexto. Entre las influencia de este film, pueden mencionarse el expresionismo alemán y la gran "La parada de los monstruos", de Tod Browning, que sin duda conocía muy bien el realizador. Desgraciadamente, "Carne de fieras" no sería estrenada hasta 56 años después.

Diego Mellado, en "Fotogramas ácratas: cine y creación libertaria", en Erosión. Revista de pensamiento anarquista, nº 2, primer semestre de 2013, escribió:[...] A pesar de esto, es posible emitir algunas ideas, sobre todo por su film “Carne de fieras”, de 1936, el cual también presenta escenas insospechadas por el cine hasta ese entonces. Esta particular historia de un boxeador recién divorciado que se enamora de Marlène, una artista que baila desnuda entre leones que son domados por su conyugue Marck, no sólo es un hito del cine en guerra, sino también una particular forma de ver la familia tradicional y el desnudo femenino.

“Carne de fieras”, en efecto, terminó de rodarse cuando ya había estallado la Guerra Civil española, teniendo que lidiar con los cortes de luz, los bombardeos y el hambre de los leones, quienes estuvieron a punto de devorarse a la artista Marlène. Debido a que el Sindicato de Armand había decidido que el rodaje de este film debía continuar pese a los sucesos recientes y gracias a que los actores, franceses algunos, eran simpatizantes de la causa, “Carne de fieras” pudo concluir su filmación durante la guerra. Ciertamente, este proceso fue acelerado no por las circunstancias, sino porque Armand quería ir al frente de lucha “para impresionar nuestras gestas”.

De esta forma, Armand Guerra concluía un film donde se cuestionaba el concepto de familia tradicional (crítica no menos interesante para una sociedad católica, como era la España de ese entonces), en cuanto finalizaba con la escena de un boxeador divorciado que forma pareja con una bailarina nudista de un circo, adoptando ambos a un niño de la calle. La familia, entonces, no es el lazo natural que surge del matrimonio, sino la simple comunión entre individuos diversos y extraños entre sí. Al mismo tiempo, en “Carne de fieras” podemos ver a la bella Marlène Grey caminar desnuda sin necesidad de provocar el instinto sexual, sino simplemente como la contemplación de un cuerpo desnudo, es decir, la presencia del nudismo como algo natural del hombre. Otra imagen desconocida en el cine de esos años y que muestra fuertemente la libertad creativa del pensamiento anárquico.

No obstante, los negativos de este film se perdieron una vez terminado el film. Nadie vio este film en 1936. Era casi imposible, las prioridades eran otras. Tuvieron que pasar 56 años para que apareciera nuevamente. Sin embargo, 56 años después su contenido no era tan rupturista como en el ’36.

Capitán Ahab, en "Sexplotation pionera y verité a la fuerza", en Filmaffinity, el 11 de julio de 2019, escribió:Aunque la película es de un gran valor documental e imprescindible para cualquier interesado en la historia de la cinematografía española, es también una muestra del escaso sentido cinematográfico y la torpeza general del cine español en estos tiempos. Parece que, con la excepción de lobos solitarios como Lorenzo Llobet-García (a quien sobraban ideas, y algunas muy audaces, pero faltaban medios), hasta los años cincuenta (con Berlanga y Bardem) nadie con acceso a una cámara entendía las peculiaridades del séptimo arte ni sabía cómo sacarle partido, independientemente de que gozara de muchos o de pocos recursos o de la ideología que le alentara. Redicha, plena de clichés, saturada de tics... "Carne de fieras" no es más que una serie de cuadros saineteros unidos por una excusa argumental de lo más tópico, rancio e increíble.

Al estar rodada en julio y agosto de 1936 en Madrid, en uno de los exteriores, en la glorieta de Atocha, aparecen, como figurantes espontáneos, auténticos milicianos con mono y máuser, sin que se explique argumentalmente qué pintan ahí (no se hace la menor referencia a la situación política), lo que provoca una curiosa sensación de cinéma vérité, más allá de la voluntad de los autores. Esta es una de las peculiaridades de este film. La otra es el uso descarado como gancho comercial del desnudo casi integral de la francesa Marlène Gray, sobre el que se incide una y otra vez y sin ninguna prisa; curiosamente, al mismo tiempo que el argumento se centra en los esfuerzos del honesto galán protagonista para evitar que la otra chica de la película, la decente, se tenga que dedicar a exhibir su cuerpo y convertirse así en “carne de fieras”. A todo lo que se ve en la pantalla, se añade la curiosa historia de maldición a lo Tutankamón que, según cuentan las crónicas, pareció acompañar en los meses posteriores a los participantes en el film, que fueron cayendo uno tras otro como moscas, aunque la verdad es que era una época muy propicia para que a cualquiera le alcanzara un rayo de uno u otro lado, y no precisamente divino. Lo más curioso es que la vedette francesa acabara siendo realmente carne de fieras. La vida es muy… graciosa.

Florentino Areneros, en "Carne de fieras", en Sol y Moscas. Semanario decano de la guerracivilmaquia que sale cuando puede, el 13 de diciembre de 2012, escribió:[...] En el caluroso mes de julio de 1936, en vísperas del golpe militar que desencadenaría la Guerra Civil, un espectáculo teatral revolucionaba las carteleras madrileñas. En el teatro Maravillas, tras haber triunfado anteriormente en el Price, una bella mujer danzaba desnuda en una jaula, donde junto a ella estaban encerrados cuatro fieros leones. Del éxito de aquel espectáculo da buena fe el hecho de que se realizaran “hasta catorce” representaciones diarias. Esta “mujer escultural”, según recogían las crónicas de la época, respondía al nombre de Marlène Grey, siendo también conocida como “La Venus Rubia”.

Aunque la francesa Marlene Grey era anunciada como “star del cine” en realidad su currículo era más modesto. Como todo bagaje artístico a sus espaldas, se sabe que Marlene había ganado en el verano de 1935 un concurso de belleza para señoritas en maillot, que tuvo lugar en la localidad de Trouville-sur-Mer, donde se impuso a otras 57 concursantes.

Marlene se casaría con Jack Sydney, un joven descendiente de una saga de artistas, que ejecutaba el número de “el hombre autómata”, donde representaba a un muñeco articulado, un número cómico que realizaba antes de saltar Marlene al escenario. Junto a la pareja, encontramos a Georges Mark, conocido como “Monsieur Mark”, un domador de leones que había heredado la profesión de su padre. En 1936 los tres decidieron probar suerte en España recorriendo ferias y circuitos de variedades, seguramente sin poder imaginar que acabarían protagonizando una película en medio de una guerra.

[...] El espectáculo de “la Venus Rubia” tuvo un éxito arrollador en un Madrid que nunca había contemplado nada semejante en los escenarios. Más allá del valor estético y artístico del número, la posibilidad de poder contemplar las evoluciones de una escultural mujer desnuda en un escenario era una tentación irresistible para muchos madrileños de aquella época. De ello se daría cuenta Arturo Carballo, un empresario de variedades con una amplia experiencia a sus espaldas, propietario por aquellas fechas del madrileño cine Doré.

Carballo con su fino olfato para los negocios, viendo el arrollador éxito del singular número de Marlène, rápidamente se percató de las posibilidades que podía ofrecer el espectáculo si era llevado a la gran pantalla. Era preciso actuar con rapidez si se quería aprovechar el gran revuelo que en la opinión pública había causado la aparición de Marlène Grey antes de que se enfriara y pasara a ser un acontecimiento más. Para dirigir todo el proyecto Arturo Carballo elegiría a un viejo conocido suyo: Armand Guerra, cuyo verdadero nombre era Jose Estívalis Cabo, un director cinematográfico en horas bajas, pero con la experiencia suficiente a sus espaldas para sacar adelante este proyecto.

[...] El rodaje comenzaría el 16 de julio de 1936. La historia en sí no tenía mucha trascendencia, el principal atractivo de la película era Marlène Grey y su sugerente danza desnuda en la jaula de los leones. Hasta ese momento no se había grabado ningún desnudo en el cine comercial español.

[...] Tras la guerra la película pasaría al olvido, hasta que un cinéfilo localizaría unas bobinas en el Rastro madrileño. Tras un proceso de restauración y montaje se recuperaría este film inédito hasta ese momento.

Nota Lun Oct 30, 2023 11:35 pm
Carlos Prieto, en "Sexo, circo y anarquía bajo las bombas", en Público, el 17 de junio de 2010, escribió:Se abre el telón y aparecen un cineasta de la CNT y una vedette desnuda metida en una jaula. El director grita acción. Entran en escena un domador, un boxeador y un par de leones. Y la diva se echa un bailecito junto a las fauces de los felinos. ¿Cómo se llama la película? "Carne de fieras". Bienvenidos al estrafalario mundo de los rodajes españoles durante la Guerra Civil, fenómeno analizado por Juan A. Ríos Carratalá en El tiempo de la desmesura, ensayo que publica ahora la editorial Barril & Barril.

Ríos, catedrático de la Universidad de Alicante y especialista en la historia del teatro y el cine en España, analiza en el libro las tribulaciones de tres rodajes "Carne de fieras", "El genio alegre" y "Rojo y negro" porque «son tres películas malditas de nuestro cine. Todas tienen algo en común: la desmesura de aquel tiempo. En estas historias todo es exagerado y tremendo. El simple hecho de rodar una película en esas circunstancias se convirtió en una locura», explica Ríos a Público.

Dentro de este clima hiperbólico sobresale por méritos propios "Carne de fieras". Por un motivo muy sencillo: era un proyecto bizarro por sí mismo, sin necesidad de que viniera la guerra a disparatarlo más.

Su impulsor fue un avispado empresario catalán llamado Arturo Caballero. El hombre se había quedado extasiado tras ver actuar en el madrileño Teatro Maravillas a la starlette francesa Marlène Grey. «Provista de un tanga como única defensa, la mujer danzaba en una jaula de leones cuya voracidad era mantenida a raya por un domador circunspecto», cuenta Ríos sobre una función que se repetía entre 10 y 14 veces al día en sesiones de 20 minutos y que había pasado antes por el Circo Price.

A Caballero, propietario del cine Doré, actual sede de la Filmoteca Española, se le iluminó la bombilla. Aprovechando la permisividad de la República, ¿por qué no rodar un filme sobre la bailarina rubia y su minino juguetón? El empresario contrató como director al valenciano Armand Guerra, un militante cosmopolita de la CNT que alternaba películas anarquistas con trabajos alimenticios. Guerra había rodado el cortometraje revolucionario "La Commune!", estrenado en París en 1914 y producido por una cooperativa anarquista, pero también productos más convencionales para la UFA alemana.

«Era un encargo oportunista. Caballero le propuso rodar deprisa y corriendo una película en torno a la función. Y Guerra lo afrontó desde el pragmatismo: era una historia menor que apenas le interesaba más allá de las treinta mil pesetas del contrato como director, guionista e intérprete», razona el ensayista.

El rodaje de "Carne de fieras" arrancó en los jardines del Retiro el 16 de julio de 1936. Sí, mala fecha. Dos días después, a Armand Guerra le salió la bestia revolucionaria que llevaba dentro. Con la Guerra Civil en marcha, el director persiguiendo fascistas por ahí y el productor asegurando que no tenía más dinero, el rodaje parecía tener los días contados. Pero, contra todo pronóstico razonable, la CNT llegó al rescate.

«La dirección de la CNT recomendó a Armand Guerra que culminara su trabajo en el largometraje para no dejar en la estacada a los artistas y técnicos contratados. La CNT tenía entonces una fuerza tremenda en el mundo del espectáculo», cuenta Ríos.

La organización ácrata destacaba por un ardor sindical a prueba, literalmente, de bombas. En el libro se menciona un ejemplo contundente: la política de contrataciones del cine Avenida de la Gran Vía en 1938. La sala contaba con un representante, un contador, un jefe de cabina, un operador, un ayudante de cabina, dos taquilleras, un conserje, un sereno, dos porteros, un ordenanza, un encargado de limpieza, una mujer de lavabo, un electricista, un tramoyista y, como traca final, ocho músicos y once acomodadores. Y dos huevos duros, cabría añadir.

Pese a que todavía no habían empezado los bombardeos sobre Madrid y reinaba la euforia tras la victoria en el cuartel de La Montaña, el rodaje de "Carne de fieras" acabó desmadrándose. Parte del equipo técnico tuvo que marcharse al frente. Y los leones empezaron a morirse de hambre debido a las restricciones de alimentos. Ningún problema: la CNT movilizó al gremio de la alimentación para conseguir carne fresca para los felinos. El sindicalismo, desde luego, ya no es lo que era.

En septiembre de 1936 acabó un rodaje «cuyo único objetivo era terminar como fuera, porque había otras urgencias», razona Ríos. «No era un tiempo para los melodramas sentimentales con final feliz. La guerra había dado un vuelco a la realidad. En medio de tanta violencia y temores camuflados de entusiasmo, nadie se preocupaba de una película destinada a sacar provecho de la expectación causada por un desnudo. Ni siquiera Arturo Caballero, el desconcertado empresario que consideraba su inversión como un impuesto revolucionario», añade.

A finales de septiembre Armand se fue pitando a rodar documentales propagandísticos en la primera línea de frente. El montaje final de "Carne de fieras" quedó en manos de su ayudante de dirección, Daniel Parrilla, obligado a unir las piezas de una trama sin desperdicio. La mujer de un boxeador se lía con un cantante de cabaré con ínfulas de barítono. El púgil se consuela adoptando un huérfano y ligando con una vedette especialista en contonearse desnuda en una jaula.

En efecto, un delirio, aunque no exento de chicha histórica, según el historiador Román Gubern. «No puede pasarse por alto su sorprendente permisividad erótica para el año 1936, en una época en que eran muy raras, incluso en las cinematografías más avanzadas, las exhibiciones anatómicas tan francas y prolongadas». «Armand Guerra, en aquellos días revueltos, filmó al margen de una censura que imaginaba desaparecida», apunta Ríos.

Arturo Caballero intentó estrenar la película acabada la guerra. Como el franquismo no estaba preparado para ver a una domadora desnuda, el productor barajó la posibilidad de pintarle un bikini, aunque lo descartó por problemas de presupuesto. El muy inconsciente tuvo suerte: la cosa no estaba ni siquiera para bañadores de dos piezas. Aún habría que esperar 20 años para ver a una actriz en bikini.

Los españoles, pensaban algunos, no estaban preparados ni para eso ni para muchas otras cosas. Según Ríos, la censura también «podría haber incluido en su memorial de agravios la presencia de una esposa adúltera, un divorcio consumado de mutuo acuerdo y un protagonista dispuesto a convivir maritalmente con una mujer que, además de exhibirse desnuda, mantiene relaciones con su compañero de trabajo, un domador que acepta su suerte con la resignación de un hombre de mundo. "Carne de fieras" estaba sentenciada de antemano».

Los rollos del filme, guardados en el cine Doré, acabaron en el Rastro, donde los compró un coleccionista. La película fue restaurada por la Filmoteca de Zaragoza, que la estrenó el 15 de septiembre de 1991. Cinco décadas perdidas. Sin carne y sin todo lo demás.


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