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Carbón (G. W. Pabst, 1931)

Corto, medio, largo, serie, miniserie (no importa el formato)... en televisión, cine, internet, radio (no importa el medio).
Carbón
Kameradschaft
Georg Wilhelm Pabst (Alemania, Francia; 1931) [B/N, 80 min]

Portada
IMDb
(wikipedia | filmaffinity)


Sinopsis:

    [propia] Una vieja mina alemana fue partida en dos después del final de la I Guerra Mundial debido a la nueva frontera. En la parte francesa hay una explosión. Los mineros alemanes envían un grupo de rescate adentro, para ayudar a sus camaradas franceses. Un grupo de tres viejos mineros alemanes que no fueron tratados muy bien en la frontera francesa la noche anterior inicia su rescate de manera anónima y a la vieja usanza...

Comentario personal:

    Basada en hechos reales, narra una catástrofe en una mina francesa a la que acudieron mineros alemanes en ayuda de sus compañeros atrapados, como alegoría de la solidaridad obrera por encima de las nacionalidades cuando ya comenzaba a palparse la posibilidad de una nueva guerra en Europa.

Alexander Zarate, en El Cine de Solaris, el 19 de marzo de 2013, escribió:"Si no tienes trabajo, es como si te dieran de baja de la vida", dice, en "Carbón" (Kameradschaft, 1931), de G.W. Pabst, uno de los trabajadores alemanes en paro a los que no se les permite cruzar la frontera para solicitar trabajo en la mina francesa al otro lado. Mina que antes de la primera guerra mundial era una, pero fue dividida en dos al reajustarse los límites de la frontera entre ambos países. O se interpusieron muros, verjas. La división se palpa en cierta animosidad entre unos y otros, como se refleja en la secuencia del bar, en la que está a punto de producirse un altercado cuando una mujer francesa rehúsa bailar con un alemán que se lo propone. Pero hay hechos peores que estar sin trabajo, que sí te pueden dar definitivamente la baja de la vida, como la explosión que tiene lugar en el lado francés de la mina. Un accidente inspirado en uno que tuvo lugar en 1906 en el norte de Francia, en Courrieres, cuando explotó el gas en una mina causando 1.099 muertos. La falta de pericia de los grupos de rescate condicionó que no fuera exitosa la operación de salvamento, en la que participaron tanto alemanes como franceses.

Actualizada a los tiempos en que se rodó la película incide ante todo en la cuestión de camaradería (traducción del título original), la solidaridad de la que dan muestras los alemanes, cruzando la frontera para ayudar y lograr salvar el mayor número de vida de posibles. Toda una declaración de principios, considerando que sólo trece años antes los dos países habían combatido: al final uno de los mineros clama que ante todo son mineros, da igual su nacionalidad, sus enemigos son el gas y la guerra (y ya se sabe que la distribución de valiosa materia prima puede ser una buena excusa, como en los últimos años ha ocurrido en Oriente Medio con el petróleo, para montar una guerra, aunque se busquen otras excusas ideológicas: véase el enorme montículo de carbón no utilizado, por lo tanto no vendido, y que determina que se haya incrementado el paro). Claro que esta combativa y necesaria declaración (ejemplar para lo que hoy mismo día nos ocurre) no prosperó, ya que ocho años después los alemanes invadían Francia, algo que ya anuncia, la inevitable separación más que la solidaridad, la secuencia final, en la que vuelve a erigirse los barrotes que separan, desde 1919, a ambos países, en el interior de la mina. La solidaridad como fugaz ilusión.

En la década de los 70 se pusieron de moda las películas de catástrofes, cuya característica común era la rutina expresiva, su marchita vibración emocional, aderezada con ‘pasajeros’ que más bien eran rostros de estrellas como portadores de rancios estereotipos. ‘Carbón’ , en cambio, es un prodigio de tensa narración, realzada por la admirable trabajo fotográfico de Fritz Arno Wagner and Robert Baberske, y la sorprendente dirección artística Erno Metzner and Karl Vollbrecht, en la creación de unos imponentes decorados de asombroso realismo (además de un vibrante uso del diseño de sonido; la música sólo se utiliza en los primeros pasajes y finales). Los personajes se describen con escuetos rasgos; se evita incurrir en el vano estereotipo, y se potencia una estructura coral que amplifica la acción en diferenciadas perspectivas, como cuerpos que son emanaciones de un conjunto. Una exquisita combinación de realismo y artificio.

Es sobrecogedor el momento en el que anciano (Alex Bernard) que se ha introducido por una de las aberturas, sin que lo sepa el equipo de rescate, encuentra, tras buscarle afanosamente entre techos derrumbados y pasadizos inundados, a su nieto (Pierre Louis), inconsciente. Por otro lado, los tres alemanes que estuvieron a punto de tener el altercado en el bar, realizan su incursión de rescate echando abajo los ladrillos que separan las zonas alemana y francesa. Extraordinaria es la secuencia en la que uno de los mineros, al ver a un rescatador con la máscara de oxígeno, se cree que está de nuevo en pleno conflicto bélico, forcejeando en una trinchera con un soldado alemán. Las heridas del pasado aún estaban abiertas, y no pudieron ser cerradas, pese al esfuerzo de cineastas como Pabst. Volverían a ser abiertas, en carne viva.


Ficha técnica


Reparto:


Idioma original: Alemán, francés.





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General
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Saludos.

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Nota Mié Nov 02, 2022 8:54 pm
Pepe Gutiérrez-Álvarez, en «Carbón» (1930), de G. W. Pabst. La lucha de los mineros vista desde el cine. 2", en Kaos en la Red, el 5 de agosto de 2012, escribió:Portada

Entre las grandes películas de exaltación de los valores básicos de la fraternidad y el internacionalismo, destaca "Carbón", una película que tendría que ser vista, revisada, debatida...

"Carbón" (1930) es una de las películas más reconocidas de Georg Wilhem Pabst (Raudnitz, Bohemia, hoy República Checa, 25 de agosto de 1885 - Viena, 26 de mayo de 1967), cineasta austríaco y una de las figuras más importantes del cine expresionista. Sus principios artísticos fueron como actor en un teatro de variedades y más tarde, en 1917, organizó representaciones escénicas con sus compañeros en el campo de concentración donde se hallaban. Terminada la guerra se dedicó al periodismo, pero lo abandonó en 1920 para iniciarse como realizador Su primer éxito fue "Bajo la máscara del placer" (1925), uno de los títulos que encumbraron a la sueca Greta Garbo; Greta fue también la protagonista de su film siguiente "El misterio de un alma", tema psicológico sobre la sexualidad, ambas películas “rompedoras” para su época.

Pabst se convirtió en uno de los nombres claves de la época gloriosa del cine alemán bajo la República de Weimar (recordemos, un país ahogado por la deuda impuesta en el Tratado de Versalles por los vencedores de la “Gran Guerra”), en un tiempo en el que las imágenes eran más expresivas que las palabras. Pabst realizó en esta época algunas de las cuales figuran con derecho propio en la historia del cine, tales como "Cuatro de infantería" (1930), cinta antibelicista que trata sobre los horrores de la Primera Guerra Mundial; "L'opéra de quat'sous" (1931), filme musical basado en la célebre obra de Brecht, que se apartaba de la clásica opereta de la época, y una versión magnífica de "Don Quijote" (1933), en la que el ingenioso hidalgo arremete contra los molinos de viento de la opresión y la ignorancia y sus libros son quemados en la hoguera. Otras películas importantes son "La Atlántida", "Crisis", "Lulú", "Paracelsus", "La voz del silencio", "Rosas para Bettina", etc. Parte de estas películas están siendo recuperadas en el formato DVD.

En 1930, Pabst realizó "Carbón" [1], una de las obras maestras del cine obrerista en un momento en el que su ideario se identificaba con el socialismo de izquierda. Estamos hablando de "Carbón" (1930), filme sobre la tragedia de unos obreros que trabajan en una mina. El crítico, historiador y realizador cinematográfico español Carlos Fernández Cuenca, un impresentable fascista, pero hombre sin duda amante del cine [2], trazó el siguiente resumen de su argumento:

    «Una mina de carbón en la frontera franco-alemana. Para entrar al trabajo, los obreros de cada zona han de someter sus pasaportes a la inspección de los aduaneros respectivos, que impiden el paso a los mineros en paro forzoso. El domingo, en el baile del poblado francés, el minero alemán Kasper corteja a Françoise, que trabaja en París y ha ido a pasar el día con su madre, su hermano Jean y el íntimo amigo de éste, Emile, de quien está enamorada. Al día siguiente, en el momento en que Françoise toma el tren para regresar a París, en la mina francesa se produce una fuerte explosión de gas grisú. La noticia trasciende con rapidez y el poblado se pone en ansioso movi­miento. La multitud, pidiendo noticias, se agolpa ante la verja, guar­dada por tres gendarmes. Al entrar una ambulancia, el abuelo del minero Georges consigue deslizarse tras el vehículo y llegar al patio. Se disimula entre los equipos de salvamento que se forman con rapi­dez y, buen conocedor de la mina por dentro, penetra en el interior por una escala, de la que pasa a otra y a otra. Mientras tanto, el tren en que iba Françoise se ha detenido y la muchacha desciende de él y echa a correr hacia el poblado. En la sala de duchas de la mina alemana, un grupo de hombres discute lo que deben hacer en vista del accidente de la zona francesa. El director accede a que sus hom­bres acudan en ayuda de sus compañeros en peligro y se organiza la expedición de salvamento.

    En la mina francesa la situación es grave. Los hombres más fuertes tratan de sacar de allí a los más débiles, que están desvanecidos. El abuelo inspecciona los lugares con la lámpara de seguridad que lleva, buscando a su nieto, al que por fin encuentra herido en una galería inundada. Françoise llega ante la verja y encuentra a su madre, que le dice que todavía hay esperan­zas. Sale una ambulancia conduciendo a un herido rescatado, que cree que todos sus camaradas han muerto. Llegan los camiones con los equipos de salvamento alemanes. La multitud está nerviosa, la angus­tia crece y los gendarmes piensan recurrir a las tropas para mantener el orden. En el interior de la mina, el abuelo, con el cuerpo desva­necido de su nieto en los brazos, consigue llegar a sitio seguro, donde empieza a hacerle la respiración artificial. Mientras los salvadores ale­manes, provistos de las máscaras antigás, penetran en la mina; en la parte germana, Kasper y sus dos más fieles amigos toman una súbita decisión y avanzan por las galerías hacia la zona francesa, hasta encontrar una reja de hierro que les cierra el paso y sobre la cual hay un rótulo que dice: "Frontera 1919".

    Los tres hombres, concienzu­damente, desmontan la reja y se adentran por las galerías, no sin tomar la precaución de trazar en los muros cruces con tiza para no perderse. Encuentran una vagoneta volcada, la ponen derecha y depositan en ella el primer cadáver que descubren. Un poco después llegan a una cuadra, en donde está el abuelo, que ha conseguido hacer recobrar el conocimiento a su nieto. Pero cuando piensan haber escapado al peligro inmediato, sobre sus cabezas se rompe una cañería y el techo se derrumba en gran parte. Uno de los salvadores alemanes se encuentra de pronto ante uno de los mineros. Este se horroriza al ver ante él a un hombre con máscara antigás que le habla en alemán. Enloquecido, empieza a gritar y revive un momento de la pasada guerra, en el que estranguló al soldado alemán que, también con una máscara antigás bajo el casco de acero, saltó sobre él en el hoyo pro­ducido por una granada. En su ataque de locura, se lanza contra su salvador tratando de estrangularle también y es repelido de un puñetazo. El alemán se quita la máscara, comprende lo ocurrido y se apresta a salvar al francés. Kasper y sus compañeros, con el agua hasta media pierna, consiguen abrirse paso rompiendo el muro más débil y van a dar a la sala de máquinas, donde esperan en seguridad que los rescaten pronto, pues son ya los únicos que quedaron en el interior de la mina. Ha concluido todo y, días después, en la Aduana alemana, los obreros de las dos zonas se abrazan. El hermano de Françoise dice, en francés: "Todos somos mineros. Y, por serlo, el cama­rada Kasper ha hecho saltar la reja. Detrás de nuestro frente sólo tenemos dos enemigos: el gas y la guerra". Y un alemán, con el brazo en cabestrillo, dice en su idioma: "Si los pueblos no quieren enten­derse, nos entenderemos nosotros, los mineros". Pero el plano final presenta a un grupo de obreros colocando otra vez, y sólidamente, la reja que Kasper y sus amigos derribaron».

"Carbón" resultó ser una película insólita en todos los sentidos. Enmarcada en el contexto de entre dos guerras mundiales, surge como un canto en defensa de la fraternidad entre personas de la misma condición social que se vieron enfrentadas en una guerra que superó todas las antes conocidas, y que fue instigada por los intereses de expansión de las grandes finanzas. Pabst dirigió con maestría este alegato pacifista y obrerista en contra del absurdo de las fronteras, y sin decirlo, denuncia el vasallaje que se ha impuesto al pueblo alemán por una guerra de la que la gente de a pie fueron las víctimas. La solidaridad de clase, pues, está por encima de los egoísmos nacionales. Con una planificación cuidada en sus más mínimos detalles, y una trama que te atrapa poco a poco hasta hacerte suyo completamente, Pabst nos demuestra por qué fue uno de los grandes en la Historia del cine. Los poderosos e impresionantes movimientos de cámara son fruto de una dirección de fotografía magistral por parte de su operador habitual, Fritz Arno Wagner. Este director de fotografía, a pesar de no ser tan conocido, es tan grande como Karl Freund o Gregg Toland, y en su haber tiene tal listado de obras maestras que uno no se extraña de que esta película tenga tal perfección visual. Esta película merecería estar en las videotecas, y ser objeto de visiones colectivas. Fue también conocida como "La tragedia de la mina" (1931). Se trata de una versión única rodada en alemán y francés como corresponde a la historia. Narra una historia auténtica ocurrida de una tragedia en 1919 en la que murieron más de 1.100 mineros franceses, y cómo la solidaridad entre los mineros alemanes acabó siendo mucho más importante en las tareas de salvación que la intervención de las autoridades nacionales. La película es una vibrante ilustración de una frase que se dice bien fuerte: “¡Todos los trabajadores somos uno! ¡Nuestros enemigos son el grisú y la guerra!”. Aunque actualmente pueda parecer un tanto ingenua, todavía sigue siendo una obra cinematográfica importante. Pabst es uno de los grandes cineastas de su tiempo. Su recuperación pues, sería de lo más pertinente en una época en la que la recuperación de la memoria proletaria deviene una exigencia de primer orden.

"Carbón" fue un éxito en su estreno, pasando a ser uno de los títulos de referencia entre los obreros conscientes. Extrañamente, no condenada por la asfixiante censura franquista, y el que escribe recuerda haberla visto en un pase por TVE un sábado por la tarde allá por los años sesenta.





Notas.

    [1] "Kameradschaft" (tr. lit.: "Camaradería") en España: "Carbón". P.: Germano-francesa Nero-Film-Gaumont Franco Film-Aubert.—Pr. ej.: Seymour Nebenzal-Rosenthal. C.: De Karl Ooten.—G.: Ernest Vajda, Karl Otten y Peter-Martin Lampel.— D.: G. W. Pabst.— Ay.: Herbert Rappoport.—As. para las escenas fran­cesa: Robert Beaudoin.—F.: Fritz Amo Wagner y Robert Baberske.— Dec.: Erno Metzner y Karl Vollbrecht.—S.: A. Jansen.—Mon.: Hans Oser. Int.: Los alemanes: Fritz Kampers (Wilderer), Alexander Granach (Kasper), Ernst Busch (Wittkopp), Elisabeth Wendt (su mujer), Gustav Füttjer (Kaplan), Oskar Hócker (capataz). Los franceses: Daniel Mendaille (Jean), Georges Charlia (Emile), Andrée Ducret (Françoise), Alexandre Bernard (el viejo), Fierre Louis (Georges, su nieto), Héléne Manson (la madre de Jean), Andrés Nicolle, Marcel Lesueur, Marguerite Debos, Georges Tourreil. 93 minutos. Estreno mundial: Cine de la Opera: 23 diciembre 1931.

    [2] Carlos Fernández Cuenca fue crítico de cine en el diario liberal El Sol, y a finales de 1934 dimitió de su cargo en “protesta” por la “complicidad” de la dirección del diario –socialista- con la insurrección minera de Octubre en Asturias. En una carta que ha sido resucitada por los medios de la nueva extrema derecha, Fernández Cuenca explica su dimisión por lo que había visto en Asturias, y tal como lo explica, parece que las víctimas de la dantesca represión “franquista” hubiera sido la gente de orden, y no los trabajadores. Por supuesto, el dimisionado más que haber sido testigo parece haberse creído a pies juntillas lo que se contaba en la prensa reaccionaria. Como era de suponer, no se interroga en ningún momento sobre las atroces condiciones de vida de la clase trabajadora, algo que a los comentaristas actuales les queda igualmente ajeno. Durante la dictadura, Fernández Cuenca apareció como uno de los personajes del régimen en el medio. Lo cierto es que era una persona entendida, autor de una amplia producción bibliográfica, que se inició con Historia anecdótica del cinema y Panorama del cinema en Rusia, publicadas ambas en 1930, y en la que se cuenta, entre otras muchas, una monografía sobre Pabst (Filmoteca de Madrid, 1967), de la que hemos extraído este resumen.

Nota Mié Nov 02, 2022 8:58 pm
Actualizado.


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