RebeldeMule

SINGER, Peter

Libros, autores, cómics, publicaciones, colecciones...

SINGER, Peter

Nota Vie Abr 09, 2010 10:58 am


Introducción

Melbourne, Victoria (Australia), 6 de julio de 1946. Filósofo utilitarista.

Asistió al Colegio Escocés. Después de la escuela, Singer estudió derecho, historia y filosofía en la Universidad de Melbourne, licenciándose en 1967. En 1969 recibió un MA por su tesis titulada ¿Por qué debería yo ser moral? Ganó una beca para estudiar en la Universidad de Oxford, obteniendo el Bachillerato en Filosofía en 1971 con una tesis sobre la desobediencia civil, supervisada por R. M. Hare, y posteriormente publicada como libro en 1973 (Democracia y Desobediencia, Oxford, 1973).

Es allí donde toma contacto con el utilitarismo ético mediante la lectura de autores en lengua inglesa, como Jeremy Bentham y John Stuart Mill. Participa de las protestas contra la guerra de Vietnam y tiene lugar su «conversión» al vegetarianismo, por influencia de algunos estudiantes, que le despertaron el interés por la ética aplicada a los animales.

A partir de ese momento inicia su camino hacia una renovación de la ética práctica, aplicada sobre todo al ámbito de la relación humana con la vida (bioética), hasta que en 1975 publica su obra más famosa, Liberación Animal ('Animal Liberation'). En ella propone una ética que, partiendo del hombre, se dirija también hacia el resto de los animales, atacando lo que él llama "especismo" o creencia en la superioridad de una especie (en este caso el hombre) sobre el resto. La ética práctica de Singer abarca desde temas tan polémicos como abogar por un trato ético a los animales, el aborto, la eutanasia, la pobreza y distribución de ingresos, entre otros.

Tras su paso por Oxford, se traslada como profesor visitante a la Universidad de Nueva York por dieciséis meses. Volvió a Melbourne en 1977, donde ha pasado la mayor parte de su carrera académica. Ha trabajado en la Universidad de Monash y en instituciones ligadas a ella, y en 1999 obtuvo la cátedra DeCamp de bioética en el "Center of Human Values" de la Universidad de Princeton, en EE.UU. Es líder desde 1993 de la Plataforma animalista "Proyecto Gran Simio", y autor del libro del mismo nombre junto con la pensadora italiana Paula Cavalieri.





Ensayo



[ Add all 2 links to your ed2k client ]

Nota Vie Abr 09, 2010 10:59 am
fuentes: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=81546 y http://www.project-syndicate.org/commen ... 46/Spanish



La nueva vestimenta del capitalismo



Peter Singer

Project Syndicate // 13 de febrero de 2009




En un simposio, celebrado en París el mes pasado, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy calificó el capitalismo basado en la especulación financiera de "sistema inmoral", que "ha pervertido la lógica del capitalismo". Sostuvo que el capitalismo necesita nuevos valores morales y aceptar un papel más fuerte de los gobiernos. El ex primer ministro británico Anthony Blair hizo un llamamiento en pro de un nuevo orden financiero basado en "valores diferentes del máximo beneficio a corto plazo".

Resulta asombroso lo fácilmente que los políticos de todas las orientaciones —incluso los firmes partidarios ideológicos del mercado desregulado— han aceptado la idea de que el Estado debía rescatar a los bancos y las compañías de seguros cuando se encontraran con problemas.

Pocos han estado dispuestos a correr los riesgos inherentes a la decisión de dejar desplomarse a bancos importantes. Muchos temían un desempleo a gran escala, un maremoto de quiebras, millones de familias expulsadas de sus casas, la red de seguridad social tensada hasta el punto de desbaratarse y tal vez disturbios y un resurgimiento del extremismo político que llevó a Hitler al poder en Alemania durante la depresión del decenio de 1930.

La opción de salvar a los bancos de las consecuencias de sus propios errores indica un cambio de valores, alejado de la creencia en la idoneidad máxima del mercado. Pero ¿producirá también la recesión un cambio profundo en los valores de los consumidores?

No es casualidad que el simposio en el que participaron Sarkozy y Blair se celebrara en Francia, donde algunos han considerado necesaria la crisis financiera mundial precisamente porque está produciendo ese cambio de valores.

En una sección de Le Figaro sobre cómo reducir los gastos propios se predijo una "revolución en los valores" y se afirmó que la gente daría prioridad a la familia por encima del trabajo. (Los norteamericanos consideran que los franceses, con su horario laboral más corto y sus vacaciones más largas, ya conceden esa prioridad a la familia frente al trabajo).

Los franceses siempre han tenido menos tendencia a endeudarse: cuando pagan con tarjetas, suelen hacerlo con las de débito, con las que recurren a fondos que ya tienen, en lugar de a las de crédito. Ahora ven la crisis actual como una confirmación del valor que supone no gastar un dinero que no se posee.

Eso significa menos gastos lujosos, cosa que resulta difícil de conciliar con la fama de Francia como país de la moda, el perfume y el champagne, pero el exceso ya no está de moda y hay noticias de que en todas partes se están reduciendo las compras de artículos lujosos. Richemont, la empresa suiza de artículos de lujo propietaria de las marcas Cartier y Montblanc, ha dicho que está afrontando "las más duras condiciones del mercado desde su creación hace 20 años".

Ahora bien, ¿se trata de un cambio duradero de valores o de una simple reducción temporal, impuesta a los consumidores por las pérdidas en las inversiones y una mayor incertidumbre económica?

En su discurso de toma del poder, Barack Obama, dijo: "Ha llegado el momento de dejar de lado las puerilidades" y optar, en cambio, por la noble idea de que "todos son iguales y libres y todos merecen la oportunidad de perseguir plenamente su aspiración a la felicidad". Sería excelente que la crisis financiera mundial restableciese una conciencia adecuada de lo que es importante. ¿Podrá la crisis recordarnos que compramos artículos lujosos más por el rango social que representan que por su valor intrínseco? ¿Podrá ayudarnos a apreciar que muchas cosas son más primordiales para nuestra felicidad que nuestra capacidad para gastar dinero en moda, relojes caros y restaurantes de primera? ¿Podrá incluso, como propone Obama, volvernos más conscientes de las necesidades de quienes están viviendo en la pobreza real y en condiciones mucho peores que las que tendremos nosotros jamás, con o sin crisis financiera?

El peligro es que de las posibilidades de un cambio real de valores se apropien, como ha ocurrido con tanta frecuencia en el pasado, quienes lo vean solo como otra oportunidad de hacer dinero.

Según se ha sabido, la diseñadora Nathalie Rykiel, que va a exhibir su nueva colección de Sonia Rykiel en marzo, no va a hacerlo en su enorme y caro local habitual, sino en el espacio, menor, el de su tienda. "Es un deseo de intimidad, de vuelta a los valores", dijo al International Herald Tribune. "Tenemos que volver a una escala menor, en contacto con las personas. Vamos a decir: 'Vengan a nuestra casa. Miren y toquen la ropa’".

Ah, sí, en un mundo en el que diez millones de niños mueren todos los años por causas evitables y relacionadas con la pobreza y en el que las emisiones que provocan el efecto de invernadero amenazan con provocar millones de refugiados por razones climáticas, debemos visitar las tiendas de París y tocar las telas. Si las personas estuvieran preocupadas por los valores morales defendibles, no comprarían ninguna ropa de alta costura. Pero, ¿qué posibilidades hay de que Nathalie Rykiel —o las minorías opulentas de Francia, Italia o los Estados Unidos— adopten esos valores?

Nota Vie Abr 09, 2010 11:00 am
fuentes: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=81934 y http://www.project-syndicate.org/commen ... 44/Spanish


El trágico coste de ser acientífico



Peter Singer

Project Syndicate // 15 de diciembre de 2008


Traducido del inglés por David Meléndez Tormen



Durante su mandato como presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki rechazó el consenso científico de que el SIDA es causado por un virus, el VIH, y que los medicamentos antirretrovirales pueden salvar las vidas de los seropositivos. En lugar de ello, abrazó los puntos de vista de un pequeño grupo de científicos disidentes que sugerían otras causas para el SIDA.

Mbeki siguió manteniendo tercamente esta opinión a pesar de que la evidencia contra ella se fue haciendo abrumadora. Cada vez que alguien -incluso Nelson Mandela, el heroico luchador de la resistencia contra el apartheid que se convirtiera en el primer presidente negro de Sudáfrica- cuestionó públicamente los puntos de vista de Mbeki, sus partidarios lo denunciaban con saña.

Mientras Botswana y Namibia, vecinos de Sudáfrica, proporcionaban antirretrovirales a la mayoría de sus ciudadanos infectados por VIH, no ocurría así en la Sudáfrica gobernada por Mbeki. Un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard ha estudiado las consecuencias de esta política. Utilizando supuestos conservadores, estima que si el gobierno de Sudáfrica hubiera proporcionado los medicamentos adecuados, tanto a pacientes con SIDA como a mujeres embarazadas con riesgo de infectar sus bebés, se habrían evitado 365.000 muertes prematuras.

Esa cifra es un indicador revelador de los altísimos costes de rechazar la ciencia o hacer caso omiso de ella. Es comparable con las pérdidas de vidas ocurridas en el genocidio de Darfur, y representa cerca de la mitad de víctimas de la masacre de tutsis en Ruanda en 1994.

Uno de los incidentes más importantes que dieron forma al rechazo mundial al régimen segregador sudafricano fue la masacre de Sharpeville en 1961, en que la policía disparó contra una muchedumbre de manifestantes negros, matando a 69 e hiriendo a muchos más. Mbeki, al igual que Mandela, luchó activamente contra el apartheid. Sin embargo, el estudio de Harvard muestra que es responsable de las muertes de 5000 veces más sudafricanos que la policía sudafricana blanca que disparó en Sharpeville.

¿Cómo juzgar a un hombre así?

En su defensa se puede decir que no tenía la intención de matar a nadie. Parece haber creído genuinamente -quizás todavía lo cree- que los antirretrovirales son tóxicos.

También podemos otorgar que Mbeki no tenía malas intenciones contra quienes sufren de SIDA. No deseaba hacerles daño y, por esa razón, deberíamos juzgar su carácter de manera diferente a quienes sí tienen ese fin, ya sea por odio o para beneficiar sus propios intereses.

Sin embargo, las intenciones no bastan, especialmente cuando hay tanto en juego. Mbeki es culpable, no por haber adoptado inicialmente una visión sostenida por una ínfima minoría de científicos, sino por haberse aferrado a ella sin permitir que se la sometiera a prueba en un debate justo y abierto entre expertos. Cuando el profesor Malegapuru Makgoba, el principal inmunólogo negro de Sudáfrica, advirtió que las políticas del presidente harían de Sudáfrica el hazmerreír del mundo científico, la oficina de Mbeki lo acusó de defender ideas occidentales racistas.

Desde la salida de Mbeki en septiembre, el nuevo gobierno sudafricano de Kgalema Motlanthe ha dado rápidos pasos para implementar medidas eficaces contra el SIDA. El ministro de salud de Mbeki, que se hizo conocido por sugerir que el SIDA se podía curar mediante ajo, jugo de limón y betarragas, fue despedido raudamente. La tragedia es que el Congreso Nacional Africano, el partido político predominante de Sudáfrica, dependía tanto de Mbeki que no fue depuesto hace varios años, como debería haber sido.

Las lecciones de esta historia son aplicables a siempre que la ciencia es pasada por alto en la formulación de políticas públicas. Esto no significa que siempre que haya una opinión mayoritaria en la comunidad científica, ésta será correcta. La historia de la ciencia muestra claramente lo contrario. Como los demás seres humanos, los científicos pueden ser influidos por una mentalidad de rebaño y el temor a verse marginados. El error culposo, especialmente cuando hay vidas en juego, no es estar en desacuerdo con los científicos, sino rechazar la ciencia como método de investigación.

Mbeki debe de haber sabido que, si sus opiniones poco ortodoxas acerca del SIDA y la eficacia de los antirretrovirales fueran incorrectas, sus políticas terminarían conduciendo a una gran cantidad de muertes innecesarias, y saber eso lo ponía bajo la mayor obligación de permitir que toda la evidencia se presentara y examinara de manera equitativa, sin temores ni favoritismos. Puesto que no fue así, Mbeki no puede eludir la responsabilidad de cientos de miles de muertes.

Ya seamos personas individuales, jefes de grandes empresas o líderes de gobierno, hay muchas áreas en las que no podemos saber lo que debemos hacer sin contar con un cuerpo de evidencia científica que nos sirva de guía. Mientras más responsabilidad tengamos, hay mayores probabilidades de que sean trágicas las consecuencias de tomar una decisión errónea. De hecho, cuando vemos las consecuencias posibles del cambio climático causado por las actividades humanas, la cantidad de vidas humanas que se pueden perder por decisiones erróneas empequeñece la cifra de vidas perdidas en Sudáfrica.


Volver a Biblioteca

Antes de empezar, un par de cosas:

Puedes usar las redes sociales para enterarte de las novedades o ayudarnos a difundir lo que encuentres.
Si ahora no te apetece, puedes hacerlo cuando quieras con los botones de arriba.

Facebook Twitter
Telegram YouTube

Sí, usamos cookies. Puedes ver para qué las usamos y cómo quitarlas o simplemente puedes aceptarlo.