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TOGLIATTI, Palmiro (1893-1964)

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Introducción

Génova (Italia), 26 de marzo de 1893 - Yalta (Italia), 21 de agosto de 1964. Secretario general del Partido Comunista Italiano desde 1927 hasta su muerte en 1964.

Nacido en Génova en el seno de una familia de clase media, Togliatti comenzó su vida política en el Partido Socialista Italiano poco antes de la Primera Guerra Mundial. En ella combatió como oficial voluntario, fue herido en combate y enviado a casa por enfermedad. Regresó al final del conflicto y fue parte del grupo liderado por Antonio Gramsci[/b] que publicaba el periódico L’Ordine Nuevo en Turín mientras trabajaba como profesor. Fundador del Partido Comunista de Italia (PCd’I, más tarde PCI) en 1921 se convirtió en el líder del mismo tras el encarcelamiento de Gramsci por el régimen fascista de Benito Mussolini y en director de su órgano Il Comunista.

Cuando el Partido fue ilegalizado en 1926, Togliatti fue uno de los pocos dirigentes que no fue arrestado, debido a que se encontraba en una reunión de la Internacional Comunista en Moscú. En el exilio durante las décadas de 1920 y 1930, organizó reuniones clandestinas del PCd’I en Lyon (1926) y Colonia (1931). En 1927 fue elegido secretario general del Partido.

En 1935, bajo el nombre de guerra de Ercole Ercoli, fue elegido miembro del secretariado de la Internacional Comunista. Participó en la Guerra Civil española en 1937.

En 1939 fue detenido en Francia. Liberado poco después, se trasladó a la Unión Soviética y permaneció allí dirigiendo las emisiones de radio a Italia durante la Segunda Guerra Mundial, llamando a la resistencia contra la Alemania nazi y la República Social Italiana de Mussolini.

Regresó a su país natal en 1944 y bajo su dirección el PCI desarrolló el llamado Giro de Salerno ('Svolta di Salerno'), basado en el apoyo del Partido a las medidas democráticas necesarias para implantar en Italia la República y el abandono de la lucha armada para establecer el socialismo. Este giro, en contraste con las demandas de un amplio sector de su base, significó además el desarme de los miles de partisanos comunistas de la Resistencia Italiana. Togliatti fue nombrado Ministro de Justicia.

Tras ser Ministro sin cartera en el gobierno del General Pietro Badoglio, sirvió como Vice-Primer Ministro en el gabinete del democristiano Alcide De Gasperi en 1945. A pesar del deseo contrario de su Partido, votó a favor de incluir los Pactos de Letrán en la Constitución de la República Italiana. En las elecciones generales de 1946, el PCI obtendría el 19% de los votos y 104 escaños.

Los ministros comunistas fueron cesados durante la crisis de mayo de 1947. El mismo mes, Maurice Thorez, líder del Partido Comunista Francés, fue forzado a dimitir del gobierno de Paul Ramadier junto a los otros cuatro ministros comunistas. Como en Italia, el partido comunista era muy fuerte y participaba en la alianza de gobierno con socialistas y democristianos (el llamado Tripartisme) y había obtenido el 28,6% en las elecciones generales de noviembre de 1946. En 1948, Togliatti lideró al PCI en las primeras elecciones tras la instauración de la República en la alianza Frente Democrático Popular, junto al PSI, que obtuvo el 31% de los votos.

El 14 de julio de ese año, Togliatti sufrió un atentado fascista, siendo seriamente herido y creando una gravísima crisis política en Italia, que incluyó una huelga general convocada por la Confederación General Italiana del Trabajo. Los propios llamamientos a la calma de Togliatti impidieron la extensión de la movilización, que, según algunas opiniones, podría haber desembocado en una insurrección en el país.

Bajo su dirección, el PCI se convirtió en el segundo partido político del país y en el mayor partido comunista de Europa Occidental. Aunque permanentemente en la oposición a nivel nacional, accedió al poder en numerosos municipios y en grandes regiones y provincias como Emilia Romaña, Toscana o Umbría.

En 1953 luchó contra el intento de la Democracia Cristiana de instaurar un sistema electoral mayoritario similar al de Reino Unido o Estados Unidos, lo cual habría beneficiado al centro-derecha. Finalmente no fue aprobada. En las elecciones de noviembre de ese año el PCI obtuvo el 22,6% de los votos. A pesar de su estrecha relación con la Unión Soviética, el liderazgo de Togliatti no fue cuestionado tras la Revolución Húngara de 1956 que en la mayor parte de los países causó enormes conflictos en el seno de la izquierda. Al mismo tiempo comenzó la defensa de la teoría del policentrismo (unidad en la diversidad de los partidos comunistas). En las elecciones de 1958 el PCI siguió en ascenso, así como en las de 1963 donde llegó al 25,2% de los votos, aunque volvió a quedar lejos de alcanzar la mayoría relativa.

Togliatti murió en 1964 debido a una hemorragia cerebral mientras se encontraba de vacaciones junto a su esposa Nilde Iotti en Yalta (URSS). Según sus colaboradores, Togliatti se encontraba realmente allí para dar su apoyo a Leonid Brézhnev como sucesor de Nikita Jruschov al frente del Partido Comunista de la Unión Soviética. Le sucedió como Secretario del PCI el dirigente comunista Luigi Longo. A éste le sucedería en 1972 el pupilo favorito de Togliatti, Enrico Berlinguer, que sin embargo acabaría con muchas de las políticas defendidas por aquél.





Bibliografía compilada (fuente)





Ensayo





Sobre P. Togliatti (artículos)





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Nota Jue Abr 08, 2010 11:49 pm
fuente: http://marxists.catbull.com/espanol/togliatti/rinas.htm

traducción y digitalización: Izquierda Unida de Sevilla - España, 2000.
original en italiano: La rinascita della sinistra, Roma, 10 de octubre de 1997, p.XIX.
esta edición: Marxists Internet Archive, junio de 2000.


Siete preguntas al director de Rinascita

Entrevista a Palmiro Togliatti



Rinascita // 27 de junio de 1964



¿Por qué se decidió publicar Rinascita en junio de 1944, cuando había tantas urgencias concretas, políticas y de organización, y por qué, en 1962, se pasó del mensual al semanario?

Es verdad: en 1944 teníamo por delante muchas tareas urgentes de todo tipo. La lucha armada estaba en su apogeo. Ejercíamos una acción de gobierno. Reorganizábamos el Partido, los sindicatos, todo el movimiento obrero y popular. Si se quería conseguir algo, en todos estos campos, hacía falta que tomásemos conciencia, y que hiciésemos tomar conciencia a todos, de un movimiento unitario fundamental, que subordinase y justificase todos los objetivos parciales. Y este era el momento de la lucha por una democracia progresista, que rescatase a la nación de todas las infamias y las miserias pasadas e hiciese posible, en el terreno democrático, el avance hacia el socialismo. Pero las necesidades y las formas de esta lucha, completamente nueva para nosotros y para todo el movimiento obrero, no las podíamos deducir ni de ejemplos pasados, ni de elaboraciones puras de la doctrina, sino de las mismas condiciones en las que nos movíamos, de los desarrollos de la situación internacional e interna, de las posiciones de las otras fuerzas políticas, etc. De aquí el carácter que ha tenido siempre Rinascita, de revista que conducía una batalla política y en la batalla misma constituía y perfeccionaba sus armas. En el 62, después, la extensión de nuestro movimiento, sus éxitos, los propios éxitos de nuestra línea política y la complejidad y la multiplicidad, por tanto, de los problemas nuevos que había que afrontar y tratar con prontitud, a través de un debate casi contínuo, requerían pasar a la edición semanal. El éxito obtenido confirma que la decisión fue acertada.


¿Pero por qué en el 44 el nombre de Rinascita?

Debo decir que, desde el principio, pensaba en un nombre que indicase la reanudación vigorosa de nuestro movimiento después de la persecución fascista. Recordaba 'Heri dicebamus', título de un famoso titular de Turati después de su liberación de la cárcel. Pero nosotros no íbamos a decir las mismas cosas que ayer, íbamos a decir cosas diferentes y nuevas. Pensaba en una 'resurreción' que era, sin embargo, una tontería, porque nosotros nunca habíamos estado muertos.

Rinascita se elije para expresar al mismo tiempo nuestra vuelta, nuestra renovación, y por eso la de toda la vida de la nación, después de la vergüenza y de la catástrofe fascista. Una anécdota curiosa: el nombre, cuando salió el primer número, le gusta especialmente al mariscal Badoglio, que me escribió una carta donde casi me ofrecía su colaboración.


¿Y los objetivos que se proponía la revista en el 44 se alcanzaron, según tú?

En general, creo que sí.


¿Aunque si, durante casi diez años, la revista se haya publicado en el periodo en el que prevalecían en el movimiento las posiciones erradas ligadas al culto a la personalidad de Stalin?

Sí, es precisamente este el discurso que hay que hacer, pero hay que hacerlo con honestidad y sinceridad. Y antes que nada reconocer que la elaboración de nuestra línea política de avanzada hacia el socialismo en la democracia y en la paz, no recibió influencias negativas dignas de mencionar como consecuencia de los errores del periodo estalinista.

Lo que faltó, y nosotros lo hemos reconocido enseguida, fue la justificación teórica plena y profunda de la línea que seguíamos. Pero tampoco hoy hemos llegado al fondo en este campo. Podrán haber habido, también en la práctica, incretidumbres y errores. Es un hecho, sin embargo, que el giro del XX Congreso [del PCUS] no fue para nosotros ni un abrirnos los ojos, ni una sorpresa; sino, sobre todo, la confirmación y un estímulo eficaz para andar hacia delante, para rechazar las dudas y los errores, para perfeccionar nuestras posiciones, coordinarlas mejor con las elaboraciones teóricas y desarrollar éstas consecuentemente.

Por otra parte, fue muy justa nuestra lucha por la paz en el perídoo estalinista, a la que Rinascita realizó una gran contribución. Donde aparecieron los errores fue en los juicios superficiales, hagiográficos, carentes de elementos de investigación crítica, sobre los éxitos de la construcción económica y política socialista, ya fuese en la Unión Soviética, ya en las democracias populares. A esto se sumó el aceptar la ruptura con los comunistas yugoslavos. Pero también aquí quisiera añadir una observación. Aquel juicio superficial y hagiográfico no fue sólo nuestro, sino de todas las fuerzas democráticas de izquierda. Basta ojear nuestros anuarios para darse cuenta. Aquel juicio expresaba de manera unilateral y equivocada nuestra admiración entusiasta por aquéllo que había conseguido la Unión Soviética en la lucha a muerte contra los monstruos de la barbarie y en la competición con los gigantes del imperialismo. La investigación crítica es hoy indispensable y nosotros nos esforzamos por contribuir. Esto no debe anular, sino sólo precisar, lo que he indicado arriba; si no, se corre el riesgo de terminar muy mal, en el escepticismo y a remolque de cualquier grupo conservador, como le ocurre a ciertos exponentes de la derecha socialista en nuestro país.


¿Cuál ha sido, por tanto, en su conjunto, el sentido de la actividad realizada por Rinascita durante estos veinte años?

Adecuar la conciencia y la acción a la realidad que se desarrolla, y, por tanto, adquirir la capacidad de actuar para transformarla. Tiene razón el camarada Lange: 'hoy la situación internacional plantea problemas nuevos al movimiento obrero de todos los países, a los cuales es necesario encontrar respuestas nuevas.' Pero para encontrar estas respuestas son necesarias la investigación y el debate. Alguno pensará, tal vez, que en nuestras páginas se concede demasiado espacio al debate. Pero, ¿cómo, si no, puede romperse la costra de las opiniones preconstituidas, buscar lo nuevo, poner a prueba nuestras propias posiciones y desarrollarlas, ir hacia adelante, en suma?


¿Esta búsqueda de lo nuevo, característica de Rinascita, vale también para el movimiento obrero internacional?

Sin duda. Y en este campo quizás más que en otros. Yo me he sorprendido cuando he sabido que algún escrito nuestro que se movía, todavía tímidamente, en esta dirección se ha acogido tan negativamente como para casi ser incluído en el 'índice' ... de los artículos prohibidos. Durante años nos hemos acostumbrado a pensar el mundo del socialismo de acuerdo con una figura tradicional a la que correspondían figuras, también tradicionales, de autoridad y disciplina. Hoy reconocemos con palabras los cambios que han tenido lugar. Pero ¿Y en los hechos? Reconocemos la autonomía de todos los partidos comunistas. Pero la autonomía, si no queremos que se transforme en aislamiento o, peor todavía, en tendecia centrífuga, postula, no sólo la diversidad de posiciones, sino también el conocimiento recíproco profundo, el contraste, la tolerancia y el debate, lo que no quiere decir, a cada momento, la condena o la ruptura. El ejemplo de los errores sobre Yugoslavia es decisivo. ¿Y los camaradas chinos qué han hecho, en suma? Gobiernan un gran país socialista que, sin duda, tiene derecho a se considerado entre las mayores potencias y de actuar a su nivel en el ámbito internacional. Si ellos reclaman esto, no se les puede reprochar nada. Pero ellos, ligados al viejo esquema tradicional, han adoptado una actitud que, en vez de hacer progresar a todo el movimiento, rompe su unidad, sobre la cómoda base de una interpretación dogmática, equivocada, de nuestros principios. Hay que escuchar atentamente lo que dice el adversario. Hoy el adversario interpreta el contraste con los camaradas chinos como la primera gran manifestación de un proceso centrífugo que debe llevar, gradualmente, a la desarticulación total de nuestro movimiento. Reconzcamos que existe este peligro; pero reconozcamos también que éste sólo se combate eficazmente dando a todo el movimiento una articulación profundamente diferente de aquélla tradicional que nos permita llegar mucho más lejos de lo que lo hemos hecho hasta ahora, de penetrar en nuevos continentes, de estimular una marcha hacia adelante que se extiende hoy al mundo entero. Pero éstas son cuestiones nuevas que espero que seamos capaces de afrontar en su momento en nuestras páginas.


Otra pregunta sobre nuestro país: ¿Cuál piensas tú que ha sido la mayor conquista de estos veinte años, a la que ha contribuído decisivamente la actividad de Rinascita?

Creo que ha sido la conquista, entre las masas trabajadoras, de una conciencia civil democrática sobre la cual se sustenta, además, una conciencia socialista. Éste es un hecho decisivo. Y es ésto lo que nos permite batirnos con éxito, incluso en situaciones difíciles como la actual, por conquistas inmediatas y por avanzar, en la perspectiva de una profunda transformación socialista de toda la sociedad.


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