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SAID, Edward W. (1935-2003)

Libros, autores, cómics, publicaciones, colecciones...


Introducción

La Federación Palestina de Chile, en "A 17 años de su muerte, el legado de Edward Said sigue vigente", en su página web, el 25 de septiembre de 2020, escribió:Edward Said nació en Jerusalén, Palestina, un 1 de noviembre de 1935, en el seno de una familia palestina cristiana. Su padre era un comerciante que adquirió la nacionalidad estadounidense y su madre era palestina descendiente de cristianos-libaneses. Said se crío en Jerusalén y El Cairo, Egipto.

Según el propio Said, su familia se tuvo que trasladar a un campo de refugiados en 1948 justo antes de la ocupación de Jerusalén Occidental por parte de las fuerzas israelíes. A los 14 años Said entró al Colegio Victoria en El Cairo, y luego a la escuela Mount Hermon de Massachusetts en los Estados Unidos, en 1951.

Recibió su licenciatura de la Universidad de Princeton en 1957, y su maestría y doctorado en literatura inglesa de la Universidad Harvard en 1960 y 1964 respectivamente.

Ingresó a la Universidad de Columbia como lector en 1963, y ahí dio clases de literatura comparada hasta su muerte. Fue nombrado profesor titular en 1969 y catedrático en 1977.

El mismo año fue elegido miembro del Consejo Nacional Palestino, la asamblea legislativa de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en el exilio. En 1978 publicó Orientalismo, su obra más conocida y uno de los estudios más influyentes del siglo XX.

Said también enseñó en las universidades de Harvard, Johns Hopkins y Yale, y dio conferencias en más de 200 universidades de Norte América, Europa, África y Asia.

A parte de su labor docente, son numerosas sus colaboraciones en periódicos y revistas de muchos países —como su columna quincenal en Al Ahram y Al Hayat—, y formó parte del consejo editorial de veinte rotativos. Era también el editor jefe de la colección de libros Convergences, editada por Harvard University Press. En 1992, fue nombrado miembro del Foro de Sabios de la UNESCO.

Hablaba inglés y francés fluidamente, su árabe coloquial era excelente, su árabe formal muy bueno y estaba familiarizado con el español, el alemán, el italiano y el latín. Se le concedieron numerosos doctorados honorarios alrededor del mundo y recibió dos veces el Premio Trilling de Columbia, así como el Premio Wellek de la American Comparative Literature Association.

En 2002 se le concedió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Era miembro de la American Academy of Arts and Sciences, la Royal Society of Literature, la American Philosophical Society, y miembro honorario del King’s College (Universidad de Cambridge). Fue miembro del consejo ejecutivo del PEN Club Internacional hasta 1998, y presidente de la Modern Language Association (MLA) en 1999.

Edward Said murió a los 67 años en Nueva York en 2003, tras una larga lucha contra la leucemia.


Orientalismo

Said es mejor conocido por describir y criticar el “Orientalismo”, que para él consistía en una constelación de falsos prejuicios en el fondo de las actitudes occidentales con respecto al oriente.


En Orientalismo (1978), Said denuncia los “persistentes y sutiles prejuicios eurocéntricos contra los pueblos árabes-islámicos y su cultura”. Argumenta que una larga tradición de imágenes falsas y romantizadas de Asia y el Medio Oriente en la cultura occidental han servido de justificación implícita a las ambiciones coloniales e imperiales de Europa y Estados Unidos.


Activismo pro-palestino y pacifismo

El compromiso activo de Said con la causa palestina empezó en 1968, tras el impacto que le causó la guerra de los Seis Días en 1967. Como activista palestino, Said defendió los derechos de los palestinos en Israel y los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania. En sus escritos de 1980, Said anticipó una eventual política de agresión por parte de los Estados Unidos en el Medio Oriente.

Durante muchos años fue miembro del Consejo Nacional Palestino, pero rompió con Arafat por desacuerdo con los Acuerdos de Oslo. Said los consideraba un fraude, y hacía notar que no se mencionaba el fin de la ocupación israelí, ni el destino de Jerusalén, ni se proponía una solución a los asentamientos israelíes.

Pero aun habiendo roto con Arafat, su lucha por los derechos de los palestinos continuó, y en el año 2000 fue fotografiado por casualidad arrojando una piedra hacia la alambrada que marca la frontera entre Líbano e Israel.

Debido a su activismo pro-palestino, fue acusado por sectores proisraelíes de línea dura, de antisemita y hasta de terrorista. En algún momento le dejaron una bomba en su oficina, y en otro trataron de despojarlo de su trabajo de académico universitario.

Pero, en 1999, junto con su amigo, el músico argentino, Daniel Barenboim fundó la Orquesta Diván Este-Oeste, una iniciativa para reunir cada verano a un grupo de jóvenes con talento de Israel y de los países árabes. Por ello, recibieron ambos el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 2002.

En 2002, Said fue cofundador, junto con Haidar Abdel Shafi, Ibrahim Dakak y Mustafa Barghouti, del partido y movimiento social Palestinian National Initiative (Al Mubadara), un intento de crear una tercera fuerza política palestina que pudiera ser una alternativa democrática y reformista a Fatah y a Hamas.

Said no solo era amante de la música sino que era un excelente pianista. Escribió extensamente sobre música, y fue el crítico musical de la revista estadounidense The Nation durante años.

Escribió tres libros sobre música: Elaboraciones musicales: ensayos sobre música clásica, Paralelismos y paradojas: reflexiones sobre música y sociedad (conjuntamente con Daniel Barenboim), y su último libro, On Late Style: Music and Literature Against the Grain. Said veía a menudo en la música un reflejo de sus ídeas sobre literatura e historia.

Una colección póstuma de sus ensayos fue editada en 2007 en Estados Unidos y en 2011 en España, con el título Música al límite. El compositor árabe estadounidense Mohammed Fairouz ha sido profundamente influenciado por los escritos de Edward Said. Su primera sinfonía toma como referencia el ensayo Homage to a Belly Dancer, y su sonata para piano tiene por título Reflections on Exile, título de la colección de ensayos de Said. En honor a Edward Said, en 2004 el Conservatorio Nacional de Música de Palestina cambió su nombre a Conservatorio Nacional de Música Edward Said (The Edward Said National Conservatory of Music).





Ensayo





Artículos





Sobre E. W. Said (ensayos)





Sobre E. W. Said (artículos)



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Nota Mié May 26, 2010 12:42 pm
Raúl Zibechi, en "Edward Said: intelectual, a secas", en AdVersuS, Año II, nº 3, agosto de 2005, escribió:Perteneció al puñado de personas que, con su coraje y lucidez, aún en las horas difíciles que le tocó vivir -como palestino y estadounidense- nunca perdió el rumbo, convirtiéndose en un referente ineludible de la gente honesta y comprometida con las causas populares.

Si no fuera por lo bajo que ha caído el concepto de intelectual -en gran medida por las actitudes de quienes creen integrar dicha categoría-, sería innecesario adosarle los vocablos "crítico" o "comprometido". Edward Said nunca hizo ostentación de ninguno de ellos, sencillamente porque parecía no importarle en absoluto lo que los demás pensaran de él. Esa actitud de desprendimiento hacia su propia persona le permitió ser consecuente, implacable y feroz con los poderosos. Con todos los poderosos.

El genio de Said y su verdadera altura intelectual y política consistieron precisamente en eso. Como palestino que debió abandonar su tierra, fue implacable con el sionismo, con los sucesivos gobiernos comandados por "halcones", como el actual de Ariel Sharon. Hacia ellos dirigió dardos implacables a la vez que análisis certeros y esclarecedores para tantos occidentales que ignoramos los vericuetos de la política árabe y palestina.

Como estadounidense fue igualmente implacable con gobiernos sumisos al poderoso lobby sionista que digita la política de la superpotencia en Oriente Medio. Pero fue lúcido y perspicaz tanto a la hora de analizar la situación interna que atraviesa el imperio como las virtudes de ese su país de adopción, y muy en particular las potencialidades de sus movimientos antisistémicos [1].

Pero donde su grandeza ética e intelectual brilló más fue en su inalterable compromiso con el pueblo palestino. Ese compromiso lo llevó a integrar entre 1977 y 1991 el parlamento palestino en el exilio. Luego, fruto del mismo compromiso, rompió con Yasser Arafat al comprobar la falta de escrúpulos del liderazgo palestino y la desastrosa política que lo llevó a sellar los acuerdos de Oslo en 1993. Arafat prohibió la circulación de sus libros y textos, en un gesto que terminó agrandando la figura de Said.

Para Said, "el núcleo de la tragedia se encuentra entre las propias víctimas, el pueblo palestino", que siente "la ausencia de una verdadera dirigencia". Denunció a Arafat en términos muy fuertes: "Estoy cansado de su actitud de desprecio hacia su pueblo, y su glacial imperturbabilidad autocrática, su incapacidad de escuchar o tomar a otros en serio". Denunció a la Autoridad Nacional Palestina, el mini Estado que Arafat preside, como "sinónimo de brutalidad, autocracia y corrupción inimaginable", a la dirección de la OLP por "su ausencia de plan estratégico alguno" y "por su imperdonable dependencia hacia la tierna conmiseración de Israel y Estados Unidos" [2].

No se conformó con la denuncia. Apoyó de forma incondicional las dos intifadas, y sobre la segunda hizo una lectura audaz: "La Intifada de Al Aqsa es una Intifada contra Oslo" y también "contra un pequeño círculo de funcionarios palestinos irresponsables". Desestimó la retórica de los funcionarios de la política, a los que acusó de "continuar engañando a la gente con la esperanza vacía de que 'la lucha', una palabra que parece significar que los que deben morir son los demás, va a lograr para el pueblo árabe en general y los palestinos en particular lo que han anhelado durante tanto tiempo".

Recordó, apoyándose en Eqbal Ahmad, uno de los más brillantes pensadores del siglo según Said, que los movimientos de liberación exitosos lo fueron porque utilizaron ideas creativas, originales e imaginativas, mientras que otros movimientos menos exitosos, como el palestino, tenían "una tendencia pronunciada a utilizar fórmulas y a la repetición sin inspiración de consignas pretéritas y modelos de conducta anticuados".

Tomó distancia de la lucha armada, y muy en particular criticó la insensata militarización de la Intifada que impulsó Al Fatah, el grupo de Arafat, y defendió en cambio el despliegue de un movimiento de masas palestino que emplee una táctica y una estrategia que maximicen el elemento popular como forma de tener algún impacto sobre el ocupante o el opresor. Fue un radical: no estaba dispuesto a negociar la ocupación por Israel de los territorios palestinos, pero apostó a la movilización pacífica masiva y a la desobediencia civil como métodos de acción para expulsar al ocupante. Se inspiró en el médico palestino Mustafá Barghouti, quien durante la Intifada lanzó un movimiento de solidaridad internacional que contó con más de 500 observadores europeos en los territorios ocupados, y apostó a la colaboración con los israelíes pacifistas. "Israel tiene más que temer de alguien como Barghouti, un palestino centrado, racional y respetado, que de los barbados radicales islamitas", dijo Said.

Podría haberse limitado a criticar y enfrentar al enemigo, como tantos otros, pero optó por hacerlo también con los dirigentes de su pueblo, aunque esta opción ética le valió no pocos sinsabores y críticas de sus compañeros. La fuerza y la potencia que irradian sus escritos revelan un personaje apasionado, irritable, entregado por entero a la causa que modeló su vida. Su legado intelectual y político será una fuente de inspiración, necesaria e ineludible, para las generaciones de árabes y palestinos que continúen el camino inacabado de la liberación nacional.





Notas a pie de página:

    [1] Véase, por ejemplo, "Lo que está mal en Estados Unidos", en La Jornada, 27 de marzo de 2003.

    [2] "Se agrava la tragedia", Brecha, 5 de enero de 2001 y "Las elecciones palestinas", La Jornada, 17 de junio de 2002.

Actualizado.


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