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HERNÁNDEZ PALACIOS, Antonio (1921-2000)

Libros, autores, cómics, publicaciones, colecciones...
Palacios
Antonio Hernández Palacios
(España, 1921-2000)

Portada
(wikipedia)


Introducción

    [del comité de Rebeldemule] Pintor e historietista español, que se estrenó como cartelista del Frente Popular en 1937, creador de varios cómics sobre la Guerra de España para la colección "Imágenes de la Historia" de la editorial Ikusager y de personajes como Doc Savage, Mac Coy y Manos Kelly.

Ernesto Santolaya, en El País, el 1 de febrero de 2000, escribió:El dibujante Antonio Hernández Palacios murió el pasado jueves. La historieta española está llena de nombres señeros que han hecho de este medio un espacio independiente, creativo y desbordante de originalidad. Y entre los más grandes de todos se encontraba Antonio. Su obra es abundante y muy diversa, destacando de manera especial su habilidad para hacer una eficaz transcripción gráfica de los acontecimientos históricos; de sus apasionadas y documentadas biografías, desde Colón, Carlos V, Felipe II y Simón Bolívar hasta un espectacular Roncesvalles, superadas sólo por dos tetralogías, difundidas en una docena de idiomas: "El Cid", sobre la vida de este personaje del siglo XI, y Eloy, uno entre muchos, inigualable aportación visual a la guerra civil española. En todas ellas utilizó con impecable rigor una abundante documentación y consiguió reconstruir la historia o, mejor dicho, hacer que la historia aconteciera de nuevo viva y entusiasmante ante nuestros ojos. Pero ni siquiera eso le parecía suficiente. Analizar el pasado lo utilizó para reavivar su memoria y hasta remover su conciencia. Cuestionándose a sí mismo, la obra surgió comprometida pero sin partidismos, con rudeza, la de su carácter franco, pero sin revanchismos, con la humildad de quien ha vivido y sabe lo difícil que es acertar. Algunas influencias marcaron la originalidad de su estilo. Siendo una de las más importantes la de Daniel Urrabieta Vierge, poderoso ilustrador del siglo XIX, del que tomó la técnica del encuadre, la importancia del detalle y la precisión del retratista.

Antonio Hernández Palacios nació en Madrid en 1921 de una familia humilde. Cuando llega la República ya está en la calle sobreviviendo y aprendiendo. Chico para todo de un dibujante litográfico, fue testigo privilegiado de una guerra que, como a otros tantos, le echaron encima. En 1937 hizo su primer cartel de aliento para el Madrid sitiado. Y a partir de entonces no paró. Y no sólo trabajó como dibujante. También vivió, soñó y sufrió. En el desierto de nuestra posguerra, rodó por Europa metido en cualquier uniforme. Hizo grandes cartelones para los cines de la Gran Vía, ilustraciones para libros, murales religiosos, retratos de todo tipo, y en la España del desarrollismo se convirtió en una firma importante en el mundo de la publicidad. Hasta que un buen día se cansó y reorientó su carrera por derroteros más creativos. Recorrió mundo. París, Nueva York y, sobre todo, Suramérica. Una larga estancia en Santo Domingo, donde dejó murales, pinturas y esculturas. Recaló en La Habana, donde con la gente de Fidel trabajó en la revista Revolución. Y cuando regresó inició su trabajo en la historieta. Comenzó a una edad en la que otros muchos piensan en jubilarse. Su pasión situó a este medio muy cercano al cine que tanto amó. Desde un principio lo abordó con gran dominio técnico, contribuyendo de forma decisiva a sacarlo de los infantilismos y banalidades en los que estaba sumido. Trabajó siempre con la ilusión de los 20 años. Y eso hizo de él un espíritu inquieto siempre proclive a la innovación. Madrugaba para crear y trasnochaba para aprender. Sólo así se explica la ingente obra que deja tras de sí. Un legado de suma importancia para las generaciones venideras. Un documento imperecedero para acicate de la curiosidad histórica. Una maravilla artística y narrativa que hará perdurar el nombre de Antonio Hernández Palacios.





Secuencias

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Bibliografía compilada





Bibliografía (fuente)





Bibliografía / serie "Imágenes de la Historia" [retapado]



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Nota Dom Ene 05, 2020 1:06 pm
Sobre la serie de dos volúmenes "Eloy" publicada en 1979 en el marco de la colección "Imágenes de la Historia" de la editorial Ikusager (y que seguiría con otros volúmenes sobre la Guerra: 1936. Euskadi en llamas y Gorka Gudari).

J. M. Costa, en "Palacios lleva al "comic" la historia de la guerra civil", en El País, el 6 de enero de 1980, escribió:Desde hace unos años, un nombre, el de Antonio Hernández Palacios, se ha incrustado en las filas del cómic español a través de una serie de libros que refleja personajes tan diversos como puedan ser el Cid, el muy americano Mac Coy y últimamente Eloy (Diario de la guerra civil española). Lo sorprendente en Hernández Palacios, que para muchos ha surgido de la nada, es que toda su enorme actividad en el cómic comienza prácticamente a los cincuenta años, edad en la que muchos consideran imposible empezar nada.

«En realidad, yo siempre he estado interesado por la imagen, al principio a través del cine (mi hermano era operador y yo me tragué toda la historia del cine en mi propia casa) y más tarde intentando conseguir becas para la Escuela de Bellas Artes. En el año 1935 comencé a trabajar en un estudio de publicidad, pero en eso llegó la guerra y me tocó ir al frente, por un lado, y realizar trabajos de propaganda, por otro». «A continuación, toda mi vida he estado en la publicidad, hasta que en 1972 me llamaron de Gacela Ilustrada para realizar unos dibujos de una serie muy ambiciosa, llamada "La España de los años ochenta". Aquello, que en un principio parecía tan bonito, se convirtió al final en una pesadez horrible y cuando por fin se acabó me inventé, casi para mí mismo, tres personajes para ser realizados en comics. Eran una mujer algo inspirada en Modesty Blaise, tremenda, guapa, aventurera, intelectual y que vivía hacia el año 2000. El otro era Manos Kelly, con el cual quería reivindicar la presencia española en Norteamérica, que, aparte de construir caminos y ciudades, enseñó a los indios cosas tan pintorescas como jugar, a las cartas. El tercero era el Cid, un personaje que, como el Quijote, es conocido de una manera increíblemente superficial en este país. El drama del Cid y de su entorno es algo digno de Shakespeare y todavía no entiendo por qué éste no lo aprovechó para algo. »

Es curioso, porque estos libros del Cid van a ser publicados nada menos que por los Humanoides Asociados, o el comic intelectual y futurista por antonomasia. Al parecer, esta gente (Moebius, Truillet y demás) se plantea recoger sagas de la Europa medieval para lanzarlas con gran aparato editorial, tal vez con un destino final que puede ser Estados Unidos.

En todo caso, lo último y más controvertido de Palacios (esta es su firma) es Eloy (Diario de la guerra civil).

«La pura verdad es que yo no me había planteado esto como comic. Más bien lo veía como un libro y, en todo caso, como cuadros que pudieran dar testimonio de aquella época. Durante la guerra realicé cantidad de dibujos en el frente republicano, que, en su mayor parte, fueron destruidos por mi familia para no comprometerme. Algunos de aquellos dibujos se los enseñé a Hemingway, que, entre botella de whisky y puro habano, se ofreció a comprármelos, cosa que yo rechacé con el sentimiento de pureza trascendente que me había llevado a realizarlos.»


Documentación rigurosa

«El caso es que siempre me interesó el tema y me fui enterando de él a base de consultar una bibliografía bastante amplia, unos trescientos volúmenes. De todas formas, lo que no encontraba en esos textos era la historia del pobrecico soldado de a pie que no tiene demasiadas convicciones políticas y que carga con lo que otros traman. Un buen día llegó un editor con la idea de que yo era el único que podía hacer de aquello un libro de dibujos y, aunque yo no estaba por la labor, me dejé no convencer, sino más bien liar, y ahí está. Aparte del aspecto humano que mencionaba antes, lo que intento con Eloy es ser lo más riguroso posible, tanto en la documentación como en la puesta en escena, no sea que me ocurra como a Ricardo de la Cierva, que confunde en algún libro a unos gudaris vascos con brigadistas ingleses, tal vez porque las dos banderas se parecen, o evitar que determinados personajes aparezcan en lugares donde nunca estuvieron, etcétera. Pero hay cosas, como el compadreo que existía en los frentes estabilizados (en Guadalajara, los jefes tuvieron que prohibir los partidos de fútbol entre ambos bandos), la forma tragicómica con que se tomaba la gente la guerra en una ciudad como Madrid o la visión que de esa guerra tiene quien la hace y no quien la piensa, que no habían sido mostradas con realismo, sin furores partidistas (de partido, no de bando). Si Eloy recoge algo de eso, algo de aquel ambiente y aquellos sentimientos, creo que habré conseguido lo que buscaba».


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