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MATTELART, Armand

Libros, autores, cómics, publicaciones, colecciones...

MATTELART, Armand

Nota Dom Sep 16, 2007 2:37 pm
Armand Mattelart

Portada
(wikipedia | dialnet | filosofía.org)


Introducción

Bélgica, 1936. En 1960 finalizó su doctorado en derecho en la Universidad de Lovaina, Bélgica. En 1962 consiguió un diploma de especialización en demografía en la Sorbonne, en Francia, y partió a Chile, donde residió hasta 1973. Allí comenzó su carrera universitaria en la Escuela de Sociología de la Universidad Católica. Trabajó como demógrafo sobre la crítica a las políticas de control de la natalidad formuladas en el marco del programa “Alianza para el Progreso” del presidente de EEUU John Kennedy. En 1965, participó en varias reuniones como experto de una comisión nombrada por el Vaticano sobre el tema. A partir de 1967 comenzó a trabajar para las Naciones Unidas como experto en desarrollo social y se dedicó al estudio de los medios de comunicación de masas. Con tal propósito, constituyó un grupo de investigación con Michèle Mattelart y Mabel Piccini en el Centro de Estudios de la Realidad Nacional (CEREN). Con el triunfo electoral de Salvador Allende, se dedicó al desarrollo de políticas de comunicación. Después del golpe de estado, huyó a Francia. Codirigió "La Spirale", una película documental sobre el periodo de la Unidad Popular.

Actualmente es profesor catedrático en Ciencias de la Información y de la Comunicación en la Universidad de Paris VIII (Vincennes-Saint Denis). Ha mantenido estrechos contactos con varios centros sociales y universidades de Latinoamérica, adonde viaja frecuentemente.

La mayoría de sus libros ha sido traducida al castellano: Diagnóstico social sobre América Latina (Santiago de Chile, 1963); Manual de análisis demográfico (Univ. Católica de Chile, 1964); Proyecto Maule-Norte. Antecedentes demográficos (Univ. Católica de Chile, 1964); El reto espiritual de la explosión demográfica (Editorial del Pacífico, 1965); con Manuel Antonio Garretón, Integración nacional y marginalidad, ensayo de regionalización social en Chile (Pacífico, 1965); Atlas social de las comunas de Chile (Editorial del Pacífico, 1965); con Raúl Urzúa, Cuenca del Río Maule, estudio sociológico y demográfico (Univ. Católica de Chile, 1965); et alii, Antecedentes demográficos del área de regadío Punilla (Univ. de Concepción, 1965); ¿Adónde va el control de la natalidad? (Editorial Universitaria, 1967); con Michèle Mattelart, La mujer chilena en una nueva sociedad (Editorial del Pacífico, 1968); con Rene Eyheralde y Alberto Peña, La vivienda y los servicios comunitarios rurales (ICIRA, 1968); con M. Mattelart y M. Piccini, Los medios de comunicación de masas. La ideología de la prensa liberal (Cuadernos de la Realidad Nacional, 1970); con Michèle Mattelart, Juventud chilena, rebeldía y conformismo (ed. Universitaria, 1970); con C. Castillo y L. Castillo, La ideología de la dominación en una sociedad dependiente (Signos, 1970); con P. Biedma y S. Funes, Comunicación masiva y revolución socialista (Prensa Latinoamericana, 1971); Comunicación y cultura de masas (Santiago de Chile, 1971); con A. Dorfman, Para leer al Pato Donald. Comunicación de masa y colonialismo (ed. Universitarias de Valparaíso, 1971); Agresión desde el espacio. Cultura y napalm en la era de los satélites (ed. Tercer Mundo, 1972); La comunicación masiva en el proceso de liberación (Siglo XXI, 1973); La cultura como empresa multinacional (Galerna, 1974); Prefiguración de la ideología burguesa. El diagnóstico de Malthus (Schapire, 1975); con Luis Vargas et al., Chile bajo la Junta. Economía y sociedad en la dictadura militar chilena (Zero, 1976); Multinacionales y sistemas de comunicación (Siglo XXI, 1977); con M. Mattelart, Frentes culturales y movilización de masas (Anagrama, 1977); La cultura de la opresión femenina (Era, 1977); con M. Mattelart, Comunicación e ideologías de la seguridad (Anagrama, 1978); con M. Mattelart, Los medios de comunicación en tiempos de crisis (Siglo XXI, 1980); con J. M. Piemme, La televisión alternativa (Anagrama, 1981); Comunicación y transición al socialismo. El caso Mozambique (Era, 1981); con M. Mattelart, La problemática de la población latinoamericana (Premiá, 1982); con H. Schmucler, América Latina en la encrucijada telemática (Paidós, 1983); con Y. Stourdzé, Tecnología, cultura y comunicación (Mitre, Nuevos Signos, 1984); con M. Mattelart y X. Delcourt, ¿La cultura contra la democracia? Lo audiovisual en la época transnacional (Mitre, Nuevos Signos, 1984); con M. Mattelart, Pensar sobre los medios (Fundesco, 1987); con M. Mattelart, El carnaval de las imágenes, la ficción brasileña (Akal, 1988); La Internacional publicitaria (Fundesco, 1990); La publicidad (Paidós, 1991); La comunicación-mundo. Historia de las ideas y de las estrategias (Fundesco, 1994); Los nuevos escenarios de la comunicación internacional (Centro de Investigación de la Comunicación, 1994); La invención de la comunicación (Bosch, 1995); con M. Mattelart, Historia de las teorías de la comunicación (Paidós, 1997); La mundialización de la comunicación (Paidós, 1998); Historia de la utopía planetaria (Paidós, 2000); Historia de la sociedad de la información (Paidós, 2002); con Érik Neveu, Introducción a los estudios culturales (Paidós, 2004).





Ensayo





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Nota Dom Sep 16, 2007 2:40 pm
Recursos de apoyo

    entrevista con Mattelart (por Radio Nederland en el marco del tercer Foro Social Mundial, realizada por José Zepeda, 2008)


    entrevista con Mattelart (por Roberto Aparici, profesor de la Facultad de Educación de la UNED, 2009)


Nota Dom Sep 16, 2007 2:41 pm
Johanna Puyol (La Habana), en entrevista con Armand Mattelart, con el título "Las apuestas del siglo XXI", en La Jiribilla, nº 248, el 10 de febrero de 2006, escribió:
    Uno de los pensadores más lúcidos de nuestra época, Armand Mattelart, ha viajado a La Habana como invitado especial de la XV Feria Internacional del Libro. Profesor de Ciencias de la Comunicación y la Información en la Universidad de París-VIII, este docente comunicador, como él mismo se denomina, es uno de los investigadores y escritores más avezados en el tema de las redes de comunicación mediática contemporáneas, su desarrollo histórico, y las industrias culturales a las que están asociadas.

No se trata de una visita fortuita, la presencia e influencia de Armand Mattelart en América Latina tiene una larga historia, desde que, en las décadas del 60 y el 70, realizara trabajos de investigación en Argentina, Cuba, México, y finalmente en Chile, de donde partió hacia Francia a raíz del golpe militar contra el presidente Allende. Los vínculos forjados no se han perdido, como lo demuestran sus múltiples viajes a Cuba en el marco del Festival de Cine de La Habana.

Acompañado por su esposa y compañera de ideas y estudios, Michèle Mattelart, su estancia actual, como era de esperar, está resultando activa y fructífera, y no solo a causa del intenso programa como parte de la Feria del Libro. También por el provechoso encuentro que sostuvo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, en un aula rebosante de estudiantes, con puertas y ventanas atestadas. Varios temas esenciales sobre el desarrollo de las ciencias de la comunicación fueron abordados en un dinámico intercambio con los futuros periodistas y comunicadores de nuestro país: “El proyecto de integración mundial —puntualizó Mattelart en el diálogo— del que nace la idea de libre intercambio es mucho más viejo de lo que se suele pensar, se puede encontrar incluso desde el llamado descubrimiento de América. (…) El peligro para las ciencias de la comunicación está en la política de la tabula rasa: olvidar que somos el producto de construcciones anteriores”.

Hoy habló en exclusiva para La Jiribilla. Durante su participación en el foro virtual “Terrorismo y Derechos Humanos”, organizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, fue invitado, junto a Michèle y un equipo de lujo compuesto por destacados escritores, intelectuales e investigadores de más de diez países, a debatir con cibernautas de todo el mundo a través de la red de redes. A pesar del intenso debate aún quedaron ideas que compartir con nosotros:


¿En qué posición se encuentra la prensa alternativa en su labor de resistencia frente a los grandes medios tradicionales y a favor de la difusión pluralista de la información? ¿Qué camino cree que debe recorrer para hacer efectiva esta labor?

Si uno analiza la tendencia, en todas partes del mundo, pero especialmente en América Latina, se ve que la problemática de los medios alternativos —no sé si hay que llamarlos alternativos, sería mejor medios libres e independientes, emitidos desde la ciudadanía— se ha vuelto cada vez más central. Se ve claramente, por ejemplo, la importancia que ha tomado la red de las radios comunitarias mundiales, que no solamente militan en cada país latinoamericano en un esfuerzo por legitimarse, sino que también intervienen en cada realidad nacional para presionar, para cambiar las reglas del juego del sistema de comunicaciones, es decir: exigir una regulación del sector privado. En los países donde hay un servicio público también se debe reflexionar, porque muchas veces el servicio público puede consistir solamente en propaganda oficial.

Se puede decir que el sector llamado alternativo está empezando a tomar conciencia de la necesidad, primero, de establecer sus propios medios comunitarios, de legitimarlos, incluso por medio de una ley para obtener financiamiento, y a la vez presionar para que cambie todo el sistema. Eso ocurre a nivel nacional. A nivel internacional las asociaciones de medios comunitarios que existen, como se ha visto claramente en los foros mundiales, participan cada vez más en los debates internacionales como el de la UNESCO, en la que estuvieron presentes para la Convención sobre la Diversidad Cultural. Han hecho oír su voz para alimentar la discusión sobre la regulación de la arquitectura de las redes mundiales. En la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, por ejemplo, fueron ellos, dentro de la representación de lo que se llama sociedad civil organizada, los que hicieron ver que se consideraba muy poco en las futuras legislaciones el problema de la diversidad cultural, lingüística y mediática, y trataron de promover la idea de que no puede haber una sociedad de la información —y en la Convención de la UNESCO plantearon lo mismo—, de que no puede haber diversidad cultural, sin diversidad mediática y sin participación, porque esa es la definición que hacen de la comunicación estos medios alternativos: el acceso y la participación.


¿Qué ocurre con la libertad de expresión ante la creciente concentración de las corporaciones mediáticas?

Es el problema clave. Es difícil discutirlo internacionalmente porque, por ejemplo, en la Convención sobre la Diversidad Cultural, es un punto débil. Se habla mucho de diversidad cultural, pero cuando se trata de abordar la cuestión de la diversidad mediática la palabra “concentración” está prohibida, no se habla de ello, se tiene miedo del término. Esto sucede en unas circunstancias en las que, pienso, el mayor problema en el mundo es la concentración bajo intereses financieros. No solo se daña al público, porque la concentración es siempre una rarefacción, una concentración de sentido, de la realidad. Los propios periodistas que trabajan en estos medios, en esta estructura concentrada, no pueden ejercer su oficio realmente. La nueva generación que se formó en periodismo tiene dificultad para acceder a lo que debería ser su oficio, porque existe una gran precariedad que va aparejada a la concentración, y una restricción de ejercer el trabajo periodístico dentro de un marco de libertad de conciencia.

Para solucionarlo hay que tomar en cuenta todas las facetas de los medios y la necesidad de una regulación, a nivel de los umbrales de concentración, a partir del conocimiento de qué es un monopolio, un oligopolio, etcétera. Es un trabajo muy preciso. Por ejemplo, en la discusión que tienen hoy en Brasil, dentro del Foro para la Democratización de la Comunicación, la reforma que plantean a nivel de legislación no es una declaración general sobre la concentración sino la definición en la ley de lo que es concentración, monopolio, oligopolio… si no, no sirve de nada. Eso demuestra hasta qué punto de definición llegan las luchas por la democratización de la comunicación. Podría tomar también el ejemplo de México, donde promovieron una reforma total de la ley de radio y televisión, pero se frustró por la razón de que Televisa está en el centro del sistema y el gobierno no quiere envenenar sus relaciones con los grandes medios. Eso muestra como las luchas mediáticas a favor de la regulación de los medios, en función de la democratización, es muy aguda y enfrenta grandes resistencias.


Se ha referido a los periodistas en formación. Desde su posición como académico y docente, ¿qué ocurre en este ámbito en el contexto de enfrentamiento entre la difusión del pensamiento hegemónico y el esfuerzo por democratizar la comunicación?

El peligro mayor de las escuelas de periodismo y de las escuelas de comunicación es que se vuelvan solamente escuelas profesionales, un síntoma de distancia en relación a su práctica. No es una tendencia que uno nota solamente en el periodismo, vale también para otras carreras de ciencias sociales, muy pragmáticas. La lucha de los propios estudiantes y de los docentes, conscientes de esto, es tratar de pensar el periodismo en función de su relación con la ciudadanía. Lo que debe cambiar es plantear el tema del periodismo y la libertad de expresión únicamente a partir de un código de deontología de los periodistas, un código de ética sobre la objetividad. Hoy en día lo importante es pensar en la relación entre los periodistas y la ciudadanía —y lo mismo a nivel de los investigadores—, porque hasta ahora, la mayoría de las veces, los representantes de estas profesiones se hacen propietarios del sentido, lo monopolizan. Entregan su mensaje. Pienso que para la redefinición de la democracia, para que sea real la Sociedad del Conocimiento, es necesario redefinir la manera en que los periodistas e investigadores se relacionan con la sociedad, que es fuente no solo de información sino de producción de conocimiento. Si no, será una sociedad donde los especialistas siempre tengan la palabra mientras que la ciudadanía organizada carece de ella. Es una apuesta del siglo XXI, no se va a arreglar de la noche a la mañana.


Su presencia en la Feria del Libro y el encuentro con estudiantes de la Facultad de Comunicación han sido experiencias importantes de su actual visita. Coméntenos sobre ambos hechos.

Es la primera vez que vengo a la Feria del Libro. Participé en años anteriores en el Festival de Cine. Aunque son dos eventos distintos, es interesante ver el grado de alfabetización, frente al libro y frente al cine, que muestran los cubanos. En el sentido de que, primero, es un fenómeno masivo —es impresionante ver a todas las familias venir el fin de semana—, y luego es muy interesante ver el interés real de comprar libros y de leer. Igual ocurre al nivel del cine, es fantástico. Nunca he visto un pueblo asistir tan masivamente a ver películas durante un Festival. Lo importante en la apropiación de los medios, escritos o audiovisuales, es también el deseo de conocer cómo se producen, y analizarlos. Este es uno de los pocos pueblos que pueden ver una película y saber incluso dónde pueden estar los defectos técnicos. Hay toda una experiencia de lectura de los medios, que es fundamental.

De mi encuentro con los estudiantes de periodismo puedo decir, y es la reflexión de Michèle también, que estamos sorprendidos por el grado de madurez de las preguntas que nos formularon y la apertura de pensamiento. Creo que no quedaron preguntas en el tintero. Es muy interesante, porque augura una era de amplia reflexión sobre la necesidad de elaborar y de participar en la reflexión crítica sobre los medios. Este es un punto flaco, en todo el mundo, del pensamiento en los movimientos revolucionarios y los movimientos obreros desde sus principios. Es un dominio en el que debemos fortalecer nuestros conocimientos y nuestras formaciones para poder responder a los desafíos enormes que se nos vienen encima con las nuevas tecnologías y con la ofensiva ideológica de los grupos de poder.

MATTELART, Armand

Nota Lun Sep 17, 2007 6:03 pm
Acabo de enterarme de la existencia de este libro, Para leer al Pato Donald, que tuvo bastante éxito en Latinoamérica, y sobre el que hay cierta controversia.

De la web de Paidós:
Concebido como un manual de descolonización, Para leer al Pato Donald reconstruye la ideología imperialista subyacente en las relaciones entre los personajes de Disney. Para Dorfman y Mattelart, detrás de la máscara del mito Disney se esconde el insoslayable mensaje propagandístico del imperialismo cultural, del capitalismo estadounidense y del mítico "American Way of Life". Así, las historietas de Disney, más que un entretenimiento infantil, son un manual de instrucciones para los pueblos subdesarrollados sobre cómo han de ser sus relaciones con los centros del capitalismo internacional. Cuando este libro fue publicado en Chile, hacía poco más de un año que la Unidad Popular había asumido el gobierno. En ese contexto, vino a perturbar una región hasta ese momento postulada como indiscutible. Los diarios de la derecha chilena lo leyeron inteligentemente: sus comentarios abandonaron las secciones bibliográficas y ocuparon un lugar en las de política; y la Asociated Press difundió un alarmado cable entre sus abonados del mundo. La indignada reacción de la derecha contra este texto tiene un punto de partida: las publicaciones de la línea Disney son universalmente aceptadas como entretenimiento, valor lúdico que corresponde a pautas permanentes de la "naturaleza humana" y que, por lo tanto, está por encima de las contradicciones sociales. Para la burguesía, el Pato Donald es inatacable: lo ha impuesto como modelo de "sano esparcimiento para los niños". De ahí la trascendencia otorgada a este trabajo, donde lo indiscutible se pone en duda: desde el derecho a la propiedad privada de los medios de producción, hasta el de mostrar como pensamiento natural la ideología que justifica el mundo creado a su alrededor. Donald es la metáfora del pensamiento burgués; es la manifestación simbólica de una cultura que articula sus significaciones alrededor del oro y que lo vuelve inocente al despegarlo de su función social.


Veo que hay críticos con estas tesis que reivindican a Carl Barks (padre del personaje) por su espíritu científico y por hacer de Donald el contrapunto del siempre correcto y casi WASP, Mickey Mouse.

En este hilo de tortuga tenemos el árbol genealógico del Pato Donald, y en los comentarios, el primero dice:

Algunas informaciones adicionales:

1. La imitación de la característica voz del pato Donald es una cosa de lo más sencilla: basta con hablar manteniendo la lengua apretada contra la base de los dientes superiores.

2. Me reconozco en los niños de esta frase: "Algo egoísta y perezoso, fue todo un héroe para varias generaciones de niños que trataron de huir de la extrema dulzura de Mickey". Creo que para que la frase fuese correcta, habría que suprimir el "algo".

3. Quizás a los lectores les suene el libro de Mattelart y Dorfman, Cómo leer al pato Donald, donde se estudiaba cómo las aventuras del pato Donald servían para la propaganda del capitalismo y el modo de vida americano en Estados Unidos. Los lectores de España se sorprenden a veces al saber de estas tesis, cuando recuerdan los incesantes esfuerzos de Donald para evitar tener que acompañar al tío Gilito en su búsqueda de riquezas a lo largo del planeta. Hay que tener en cuenta que las historietas de Donald publicadas en España son las que se dibujaban en Italia, bajo licencia concedida a editoriales por Disney, y que son distintas a las que se editaban en América.

4. La profundidad filosófica y religiosa de la figura del pato Donald es un tema que ha interesado a inteligencias dignas del tema, como se puede comprobar en el enlace adjunto (.pdf)


Aunque lo de la profundidad religiosa también es la hostia :roll: , el pdf es este:

El Pato Donald y el budismo Zen

En una noticia de BBC:
Donald el imperialista

Para otros, sin embargo, el personaje animado era un símbolo de la mentalidad imperialista estadounidense: el pato fue protagonista de un famoso libro de los setenta, llamado Cómo leer el Pato Donald, en el que Ariel Dorfman y Armand Mattelart analizaban las historietas producidas por Disney.

A los ojos de estos sociólogos, el Pato Donald se convirtió en un ser asexuado que seguía los valores del poder, la ambición y la comodidad, que hacían parte del criticado proyecto imperialista estadounidense.

Algunos grupos católicos también han criticado la extraña estructura familiar de Donald, que está compuesta por su novia Daisy, sus tres sobrinos Hugo, Paco y Luis, y su tío millonario, Rico Mc Pato.


:lol: :lol: :lol:

En España los leíamos bajo la editorial Montena, se llamaban Don Mickey y se dibujaban (sobre todo) en Italia, por la mula habrá alguno. El caso es que no tengo malos recuerdos de Donald en los cómics, en animación sin embargo hay de todo, incluida propaganda de guerra.

Mickey en cambio, siempre ha sido Mickey, caballeroso, elitista, inteligente y adorable, el sueño de una suegra, por eso nos costaba tanto identificarnos con él. El hecho de que sea condescendiente con el algo tonto Goofy tampoco habla en su favor.

¿Hay una brecha entre los cómics de Donald que se editaban en Latinoamérica y los europeos?
¿Alguien recuerda ese mensaje capitalista?


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