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BALESTRINI, Nanni

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BALESTRINI, Nanni

Nota Vie Nov 13, 2009 12:27 pm
Nanni Balestrini

Portada
(wikipedia | dialnet | página personal)


Introducción

En Traficantes se escribió:Nanni Balestrini nació en Milán el 2 de julio de 1935. Formó parte con muchos otros escritores –entre los cuales Umberto Eco, Edoardo Sanguineti, Antonio Porta, Giorgio Manganelli, Luigi Malerba, etc.– de la neo-vanguardia, movimiento literario italiano surgido en la primera mitad de la década de 1960 que se caracterizaba por su fuerte experimentación formal, sobre todo en la poesía. El grupo fue denominado en un primer momento “i Novissimi” y al ampliarse tomó el nombre de “Gruppo 63”.

Es autor de poesías (Come si agisce, 1963; Ma noi facciamo un’altra, 1968; Le ballate della signorina Richmond, 1977; Blackout, 1980) y de novelas (Tristano, 1966; Vogliamo tutto, 1971; La violenza illustrata, 1976; Gli invisibili, 1987). Agitador cultural, su espíritu neo-vanguardista, su “contaminación” entre experimentación literaria y compromiso político, se caracteriza por la coherencia teórica.

Fue redactor de las revistas culturales Il Verri, Quindici, Alfabeta, Zoooom. En los últimos cincuenta años, paralelamente a su producción poética y narrativa, ha llevado a cabo una importante experimentación en el ámbito visual adoptando técnicas siempre relacionadas con el collage. Diferentes procedimientos y materiales (papel impreso, sellos, plástico, láminas tipográficas, mapas geográficos, nuevas tecnologías…) que crean un universo de imágenes verbales contemporáneas, una gran narración visual donde la crónica se mezcla con la reflexión estética y social.





Bibliografía compilada (fuente | fuente)





Ensayo





Narrativa



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Entrevista

Nota Vie Nov 13, 2009 12:28 pm
Giuseppe Maio y Fernán Chalmeta, en entrevista con el titular "«Nanni Balestrini, trovador de la historia obrera de los '70: En mis novelas el personaje es una voz que cuenta una historia colectiva»", en Diagonal, nº 47, el 1 de febrero de 2007, escribió:Portada

De los ‘años de plomo’ italianos sólo se recuerda la tragedia y el dolor. Pocas voces han sido capaces de rasgar ese velo para recordar dos décadas de conflicto social, creatividad, alegría y libertad. Una de ellas es la de Nanni Balestrini (Milán, 1935), perteneciente a la generación de militantes que fue protagonista de esa época. Poeta, novelista, guionista, dramaturgo, ensayista, agitador y artista plástico, dos de sus relatos y un recopilatorio de poesía acaban de ser publicados en castellano.


Diagonal: Has formado parte de grupos de vanguardias poéticas y políticas. ¿Qué te aportaron ambas experiencias?

Nanni Balestrini: El Grupo ‘63 reunió a jóvenes escritores pertenecientes a una generación que tenía la necesidad de dar un nuevo rumbo a la literatura italiana, que se había vuelto asfixiante tras el fascismo y la postguerra. Poder Obrero y, más en general, el movimiento que empezó en el ‘68, fue el intento de transformar una sociedad bloqueada por viejos esquemas. Dos experiencias que han dejado una huella duradera en nuestro país, y que, habiéndolas vivido, forman parte de mi biografía intelectual, y han influido notablemente en mi trabajo literario y artístico, tanto en el plano teórico como en el formal.

Sin embargo, entre vanguardia política y cultural, no creo que existan relaciones determinadas y directas, sino que se filtran a través de las personalidades individuales y pueden configurarse de formas muy distintas. Una de las razones centrales del Grupo ‘63 ha sido el rechazo de la implicación del intelectual, sometida directamente a una ideología política, que producía resultados desastrosos. Pienso que cada artista se implica en lo que crea, las modalidades son diferentes, pero lo que importa es la calidad del resultado artístico mediante el que una obra llega a ofrecer una nueva óptica sobre la realidad, una nueva visión del mundo, y en ese sentido es revolucionaria.


D.: Vanguardia y experimentación son las dos características del Grupo ‘63. Ambas son provocaciones.

N.B.: Desde siempre las artes y la literatura dan una imagen de su propio tiempo que resulta provocadora para la sociedad, porque anticipa y pone en crisis la imagen común. El trabajo del artista es dar forma a una nueva óptica sobre la realidad en transformación.

No obstante, la utilidad social y política de una obra puede ser importante para un artista o un escritor, pero no es lo que determina su calidad, que reside únicamente en la realización formal. La obra de arte ofrece emociones estéticas, no propaganda ideológica, que tiene a su disposición otros instrumentos.


D.: Eres un gran innovador, por ejemplo, en las formas. Tus novelas desconciertan, entre otras cosas, por los juegos con la puntuación.

N.B.: En mis novelas el personaje colectivo es una voz que cuenta una historia colectiva, por lo que la elección del lenguaje oral ha sido una necesidad. Para reproducir en la página -en la escritura- el sentido de la oralidad he utilizado un procedimiento que confía en la respiración en vez de en la puntuación, que normalmente organiza la sintaxis de la escritura, el flujo del lenguaje.

La oralidad no sigue la sintaxis de la escritura, tiende a rebelarse contra ella cuando quiere expresarse en su más alto grado a través de la fisicidad de las palabras. Y rebelarse frente a las reglas tradicionales que aprisionan las palabras podría remitir a rebelarse contra las reglas que aprisionan a los individuos, contra las que rebelarse es justo.

Contrariamente a lo que se podría pensar, mis textos en general no han tenido dificultades para ser aceptados por el así llamado gran público. He tenido más ‘desconciertos’ con algunos académicos reaccionarios que han protestado por la violación de las reglas del ‘buen’ escribir. Las rupturas formales son etapas siempre necesarias para la evolución de la literatura, y surgen de las situaciones reales que tienen que interpretar.

Son las transformaciones sociales las que tienen un papel determinante en la evolución del lenguaje. Sin embargo, no consideraría los dos hechos como separados, uno incluye, es inseparable del otro, porque las palabras son cosas y acciones, y viceversa.


D.: Una de las características de tu narrativa es un personaje central como representante de toda una generación.

N.B.: A diferencia de la novela tradicional, decimonónica, que contaba la historia de un individuo definido psicológicamente, que para defenderse o afirmarse se enfrenta individualmente con la sociedad, mis protagonistas son personajes colectivos que representan un estrato (clase) social, con comportamientos, ideas y recorridos parecidos. Y que participan en un enfrentamiento social para transformar la realidad en la que viven.


D.: Dotas de una épica a una clase obrera en radical transformación, entre otras cosas, por el rechazo del trabajo asalariado, por sus ansias de libertad. ¿Qué queda hoy de ello?

N.B.: La épica antigua era la expresión de una colectividad étnica mediante la voz de un cantor oral. Ya Brecht retomaba para su teatro esta noción. De igual manera, yo creo en posicionarme frente a la novela burguesa, a través de narraciones orales de situaciones sociales conflictivas.

En el poema épico clásico el héroe muere porque con su sacrificio consigue la victoria de su pueblo (Cantar de Roncesvalles, etc.). El héroe moderno no tiene un destino histórico marcado porque sus luchas forman parte de un largo proceso de transformación global del que no logramos ver sino algunos fragmentos.

La liberación de la esclavitud del trabajo asalariado que se ha impuesto desde los ‘70, ha sido convertida de flexibilidad en precariedad por el capital, aprovechando las crisis económicas y el desempleo masivo consiguiente. La fragmentación y la dispersión de esta nueva fuerza de trabajo permite hoy su control mediante retribuciones bajas, un problema que se podrá solucionar creando nuevas formas de lucha unitaria, para imponer una nueva regulación y nuevas leyes.

Creo que hoy el 90% y tal vez más de la población mundial puede definirse como proletaria, término que incluye también lo que queda de la clase obrera tradicional sindicalizada, junto con todos los que están excluidos de la riqueza.


D.: En tus novelas la violencia es habitual: huelgas salvajes, lucha armada, tifosi, mafiosos. ¿una violencia exagerada?

N.B.: Los ‘70 con sus luchas, que eran mayormente luchas pacíficas, han sido años extremadamente violentos sólo en las deformaciones de una prensa hostil. Y en el plano global, nada parangonable con la violencia desencadenada por la política estadounidense actual. Violencia y uso de las armas son modalidades que en algunos conflictos pueden ser necesarias, en situaciones extremas, cuando no existen ya márgenes de lucha democrática, pacífica.





ARTE E HIPERTEXTO

D: Tus creaciones literarias -por ejemplo, Black Out, compuesta, entre otros materiales, de extractos de panfletos- y artísticas son, en gran medida, recuperaciones y recombinaciones de materiales ya existentes. ¿Dónde queda el artista como ‘creador’?

N.B.: Desde hace más de un siglo el arte se basa en los procesos de captura, recombinación y montaje de materiales ya producidos. Estos procesos los ha ejemplificado Duchamp definitivamente firmando un orinal. La creación no es fabricación de nuevos materiales, todo existe ya, se crea confiriendo formas nuevas a lo que existe. Sin embargo, no creo en la creación colectiva, los materiales pueden proceder de un origen colectivo, pero luego es siempre una mente única la que los convierte en una obra de arte. Fragmentación y ensamblaje son las características de las artes desde hace más de un siglo hasta ahora. Una parte de mi trabajo consiste en aplicar estas operaciones a la palabra, tanto en el plano visual como en el sonoro. Naturalmente, en primer lugar siempre se plasman los materiales utilizados a través del ritmo. En el Grupo ‘63 experimentamos con el hipertexto, un proceso que reproduce mecánicamente lo que cada texto literario ofrece como posibilidad de una lectura no superficial. Por lo que respecta a mis experimentos, he utilizado simplemente la velocidad combinatoria del ordenador para conseguir grandes cantidades de resultados casuales, imprevisibles, algunas veces interesantes. El ordenador es un instrumento útil únicamente para ilustrar las posibilidades del arte combinatorio, para ejecutar algunas operaciones que, realizadas manualmente, llevarían demasiado tiempo. Es un siervo bastante estúpido y banal, pero muy eficaz.





TÍTULOS RECIENTES:


Nota Jue Ago 26, 2010 9:06 pm
Ángel Luis Lara, en "Nanni Balestrini. La ingobernabilidad del exceso", en LDNM, nº 22, julio-diciembre 2006, escribió:
    Nanni Balestrini (Milán, 1935) es un escritor poco conocido en nuestro país a pesar de su dilatada actividad artística y la densidad de su experiencia vital. Traficantes de Sueños ha publicado recientemente Lo queremos todo y en septiembre editará La horda de oro, dos piezas destacadas de la trayectoria literaria de Balestrini y, sobre todo, dos obras imprescindibles para entender la historia reciente de las luchas obreras y sociales en Europa.

Hay veces en que las palabras se quedan cortas y no alcanzan a nombrar la complejidad de las cosas. Con Nanni Balestrini pasa algo de eso. Su versatilidad artística y su compromiso permanente con la innovación transgresora lo convierten en un monstruo difícilmente catalogable. Poeta, novelista, activista político, guionista de cine y televisión, dramaturgo, ensayista, agitador cultural, artista plástico y mediactivista. Muchos mundos conectados y muchas fronteras burladas. "Ha habido periodos en los que la relación entre literatura, arte y música ha sido intensa y muy productiva, pensemos en los años sesenta, por ejemplo", apunta Balestrini. "En nuestros días, parece que los creadores no llegan a ver más allá de su propio campo específico y esa es, precisamente, una de las causas de la desertización del panorama cultural actual. Yo me he formado en unos años en los que los contactos y los intercambios eran muy vivos, por eso encuentro natural moverme en diferentes direcciones, de la poesía a la novela, del teatro musical al arte visual, etc. Son caminos ligados que se alimentan mutuamente". En la cronología de su vida literaria destaca el año 1963, cuando varios escritores, poetas y estudiosos de estética convergen en el llamado Gruppo 63, una experiencia de búsqueda de nuevas formas expresivas que se extendió rápidamente a diversas disciplinas artísticas. Junto a Balestrini, escritores como Umberto Eco y Edoardo Sanguineti dieron cuerpo a un colectivo que produjo una ruptura importante en la literatura italiana, bebiendo de las fuentes de las vanguardias históricas nacidas en los primeros años del siglo XX, del marxismo crítico, del pensamiento fenomenológico, del estructuralismo y de la sociología de la comunicación de masas. "Los años cincuenta fueron un pantano en el que Italia permanecía fosilizada en posiciones de un provincialismo extremo –señala Balestrini–. De repente, con el boom económico, las cosas comenzaron a moverse, sobre todo en Milán. En ese tiempo yo había dejado la universidad y había comenzado a trabajar en una editorial en la que ya estaba Umberto Eco. Rápidamente me encontré formando parte de un grupo de jóvenes escritores y críticos que compartíamos la aspiración de hacer tabla rasa con el pasado reciente que nuestra generación no soportaba y sintonizar con el resto de Europa".

Después del 63 llegó el 68, "la explosión del descontento y de las exigencias de cambio que se habían puesto de manifiesto durante los años anteriores", como apunta el escritor italiano. Balestrini se sumergió completamente en una experiencia de fuertes luchas sociales que en Italia se prolongó hasta 1979. Como otros intelectuales de su país, desarrolló una intensa actividad militante en el seno de los movimientos sociales más radicales, de la que dio cuenta en varias de sus novelas, entre las que destacan Lo queremos todo (1971) y Los invisibles (1987). En ellas, recuperó el espíritu que había agitado a los jóvenes del 63, poniendo en juego una alteración de la gramática y la escritura que inyectaba un ritmo trepidante al relato. "La reacción del Estado a ese movimiento tan potente fue durísima" –recuerda Balestrini–. "Fueron años frenéticos, de una vitalidad enorme, de una gran creatividad y una inmensa felicidad a pesar del clima opresivo que la represión instauró. Aquellos que pensaban en cambiar las cosas fueron castigados duramente". Ese castigo fue para Balestrini el exilio a Francia. Acusado sin pruebas de asociación subversiva, pertenencia a banda armada y participación en varios homicidios, escapó de un proceso judicial completamente inverosímil y disparatado que le costó, como a muchos otros, años de exilio.

Demostrando un dinamismo apabullante, Balestrini ha fundado revistas culturales y organizado muestras de arte en Berlín, París, Milán, Los Ángeles, Nueva York o Venecia, siempre con una preocupación destacable por la utilidad social de la actividad artística, especialmente de la literatura. "La literatura siempre tiene una función social, puesto que se dirige a un público, transmite emociones mentales y puede influir sobre ideas y comportamientos que forman parte tanto de la esfera privada, como de la pública" –declara Balestrini–. "Buena parte de mis obras invaden la esfera de lo social y de lo político, pero se trata de una inclinación personal por los temas que más me apasionan. Nunca he infravalorado a los autores que tratan argumentos privados, puesto que el único criterio de valoración debe ser siempre el de la calidad artística. La literatura nos ofrece nuevas realidades hechas de palabras, en las que podemos habitar y viajar temporalmente a mundos paralelos que permiten experiencias fortísimas que te envuelven entero y que cada uno puede utilizar como considere oportuno".





Balestrini en castellano


    Lo queremos todo (Traficantes de Sueños, 2006)

    En palabras de su autor, "es el primero de una serie de textos en los que he tratado de aplicar la definición de la 'novela épica'. ¿Por qué la novela épica? La novela moderna ha sido, en los dos últimos siglos, el género literario que ha acompañado fielmente el desarrollo de la burguesía occidental, excavando en sus problemáticas y alumbrando sus contradicciones. Relata generalmente las peripecias de un personaje que entra en conflicto con la sociedad para afirmar su propia individualidad. La épica clásica, género poético y narrativo anterior al predominio de la burguesía y su imaginario, contaba sin embargo historias colectivas, luchas de los pueblos o empresas de héroes que encarnaban el destino de una estirpe. Así, la voz que narra Lo queremos todo es un personaje colectivo: el obrero del sur obligado a emigrar para encontrar trabajo en las fábricas del norte, protagonista del gran ciclo de luchas que en 1969 puso de rodillas a la FIAT. Para dar prioridad en sus páginas al lenguaje oral, he usado una escritura que subraya el estilo hablado, creando un flujo verbal sobre el ritmo de la respiración".


    La horda de oro (1968-1977) (Traficantes de Sueños, 2006)

    Ensayo escrito por Balestrini junto a Primo Moroni. Un formidable instrumento de memoria histórica. Un relato detallado del universo en el que surge "la gran ola revolucionaria" que inundó Italia desde los años sesenta hasta el final de la década de los setenta. Diez años de historia italiana y europea. Una emocionante recopilación de las ideas, los gestos, las tensiones, las creaciones, los deseos y las esperanzas de un movimiento que se propuso cambiar las cosas desde abajo. Un ejercicio necesario de historiografía que se echa en falta en nuestro país.


    Los Invisibles (Anagrama, 1988)

    La protagonista de la novela es esa nueva generación de proletarios que en los años setenta inauguró en Italia la "revolución de lo cotidiano", el rechazo del trabajo, la ocupación de casas, la creación de espacios sociales autogestionados y las huelgas salvajes. Balestrini reconstruye en Los invisibles la épica de una insurrección del deseo sobre la que se abatió la enorme violencia de la criminalización y la cárcel.


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