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VOLÓSHINOV, Valentín (1895-1936)

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Valentín Volóshinov

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(wikipedia | marxists internet archive)


Introducción

En Infoamérica se escribió:Valentin Nikoláievich Volóshinov. Nacido en San Petersburgo, Rusia, lingüista de gran influencia en la teoría literaria marxista, su obra de referencia, Marxism and the Philosophy of Language, entiende la lengua, partiendo de Humboldt, como una construcción social, un sistema de signos, inseparable de la ideología. Las clases sociales dotan de sentido a las palabras y, en sus interacciones discursivas, se establece un relación dialéctica. Los discursos son, pues, proyecciones de clase y expresiones de su confrontación en una coyuntura histórica dada. Colega de Mikhail Bajtin, a cuyo círculo perteneció, su obra, en parte atribuida al propio Bajtin, dejó huella en autores como Gramsci. Trabajó en la Universidad Herzen de Leningrad hasta 1934, cuando la tuberculosis le apartó de la actividad académica.





Bibliografía compilada (fuente)





Ensayo



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Nota Dom Sep 07, 2008 3:09 pm
El marxismo y la filosofía del lenguaje ha sido considerado durante muchos años como la mejor fundamentación de un estudio de los problemas lingüísticos y semióticos inspirado por el marxismo. Obra del lingüísta soviético Valentin N. Voloshinov –según algunas fuentes, con considerable colaboración del célebre Mijail Bajtin- se trata de una obra que, a mi juicio, conserva un gran interés, y más dentro de una web que tiene por divisa potenciar el valor de transformación social de los productos audiovisuales. Me permitire traer una pequeña selección a estas columnas de rebeldemule en días sucesivos -y, si la inspiración me da de sí, un pequeño comentario sobre su valor actual-.

Cito por la edición de la editorial argentina Nueva Visión –sobre la edición en inglés-, que se tituló El signo ideológico y la filosofía del lenguaje (1976) . Hubo una edición posterior de Alianza con el título original, que añade algunos materiales que faltan en la de Nueva Visión y prescinde de otros que están en ésta, si no recuerdo mal. A los estudiantes de psicología les resultarán familiares (espero) las ideas de Voloshinov, ya que están emparentadas con las del coetáneo Vygotski.

CAPÍTULO 1 EL ESTUDIO DE LAS IDEOLOGÍAS Y EL ESTUDIO DEL LENGUAJE

Los problemas de la filosofía del lenguaje han adquirido en los últimos tiempos excepcional pertinencia e importancia para el marxismo. Más allá del amplio campo de los sectores más vitales abarcados en su avance científico, el método marxista se dirige directamente a estos problemas, y no puede seguir avanzando productivamente sin una disposición especial para investigarlos y resolverlos.

Ante todo, los verdaderos cimientos de una teoría marxista de las ideologías –las bases para los estudios del conocimiento científico de la literatura, la religión, la ética, etc.- están estrechamente ligados a la filosofía del lenguaje.

Un producto ideológico no sólo constituye una parte de una realidad (natural o social) como cualquier cuerpo físico, cualquier instrumento de producción o producto para consumo, sino que también, en contraste con estos otros fenómenos, refleja y refracta otra realidad exterior a él. Todo lo ideológico posee significado: representa, figura o simboliza algo que está fuera de él. En otras palabras, es un signo. Sin signos, no hay ideología.

Un cuerpo físico es igual a sí mismo, por así decir. No significa nada, sino que coincide plenamente con su particular naturaleza dada. En este caso no hay problema de ideología. Sin embargo, un cuerpo físico puede percibirse como imagen –por ejemplo, la imagen de inercia natural y de necesidad encarnada en ese objeto particular-. Cualquier imagen artístico-simbólica originada por un objeto físico particular ya es un producto ideológico. El objeto físico se convierte en un signo. Sin dejar de ser una parte de la realidad material, ese objeto, hasta cierto punto, refleja y refracta otra realidad.

Ocurre lo mismo con cualquier instrumento de producción. Una herramienta por sí misma está desprovista de significado especial; domina sólo una función determinada: servir para éste o aquel propósito. La herramienta sirve para ese propósito como el particular objeto dado que es, sin representar o reflejar otra cosa. Pero una herramienta puede convertirse en un signo ideológico, como ocurre con la hoz y el martillo que constituyen la insignia de la Unión Soviética…

También es posible realzar artísticamente una herramienta, de tal manera que su diseño artístico armonice con el propósito para el que está destinada a servir en la producción. En este caso, se efectúa algo así como una máxima aproximación, casi una fusión de signo y herramienta. Pero incluso aquí detectamos una clara línea conceptual divisoria: la herramienta, como tal, no se convierte en signo; el signo, como tal, no se convierte en instrumento de producción.

… Así, paralelamente a los fenómenos naturales, al equipamiento técnico y a los artículos de consumo, existe un mundo especial: el mundo de los signos.

Los signos son también objetos materiales particulares… Un signo no existe simplemente como una parte de la realidad, sino que refleja y refracta otra realidad. Por lo tanto, puede distorsionar esa realidad o serle fiel, o percibirla desde un punto de vista especial, etc. Cada signo está sujeto a los criterios de evaluación ideológica (si es verdadero o falso, correcto, honrado, bueno, etc.). El dominio de la ideología coincide con el dominio de los signos. Son equivalentes entre sí. Dondequiera que esté presente un signo, también lo está la ideología. Todo lo ideológico posee valor semiótico.

En el dominio de los signos –en la esfera ideológica- existen profundas diferencias: es, al fin y al cabo, el dominio de la imagen artística, del símbolo religioso, de la fórmula científica, de los fallos judiciales, etc. Cada campo de la creatividad ideológica tiene su propia manera de orientarse hacía la realidad y cada uno refracta la realidad a su modo. Cada campo domina su propia función especial dentro de la unidad de la vida social. Pero lo que coloca todos estos fenómenos ideológicos bajo la misma definición es su carácter semiótico.

Todo signo ideológico es no sólo un reflejo, una sombra de la realidad, sino también un segmento material de esa misma realidad. Todo fenómeno que funciona como un signo ideológico tiene algún tipo de corporización material… Un signo es un fenómeno del mundo exterior. Tanto el signo mismo como todos sus efectos (todas esas acciones, reacciones y nuevos signos que produce en el mundo social circundante) ocurren en la experiencia exterior.

Este es un punto de extrema importancia, y sin embargo, por elemental y evidente que parezca, el estudio de las ideologías no ha obtenido aún todas las conclusiones que se derivan de allí. La filosofía idealista de la cultura y los estudios culturales psicologistas colocan la ideología en la conciencia. Afirman que la ideología es un hecho de conciencia: el cuerpo externo del signo no es más que un revestimiento, un medio técnico para la realización del efecto interior, que es la comprensión.

Tanto el idealismo como el psicologismo pasan igualmente por alto el hecho de que la comprensión sólo puede producirse en un material semiótico (por ejemplo, habla interna), que el signo se dirige al signo, que la conciencia misma puede surgir y llegar a constituir un hecho posible sólo en la concreción material de los signos. La comprensión de un signo es, al cabo, un acto de referencia entre el signo aprehendido y otros signos ya conocidos; en otras palabras, la comprensión es una respuesta a un signo con signos. Y esta cadena de creatividad y comprensión ideológicas, que pasa de un signo a otro y luego a un nuevo signo, es perfectamente consistente y continua: de un eslabón de naturaleza semiótica (y por tanto, también de naturaleza material) avanzamos interrumpidamente a otro eslabón exactamente de la misma naturaleza. Y no existe ruptura en la cadena, en ningún momento se hunde en el ser interior, de naturaleza no material y no corporizado en signos.

Esta cadena ideológica se extiende de conciencia individual a conciencia individual, conectándolas entre sí. Los signos surgen únicamente en el proceso de interacción entre una conciencia individual y otra. Y la misma conciencia individual está llena de signos. La conciencia es conciencia sólo cuando se ha llenado de contenido ideológico (semiótico), y por lo tanto, sólo en el proceso de interacción social.

A pesar de las profundas diferencias metodológicas… la filosofía idealista de la cultura y los estudios culturales psicologistas cometen el mismo error fundamental. Al localizar la ideología en la conciencia, transforman el estudio de las ideologías en un estudio de la conciencia y sus leyes… La creatividad ideológica –hecho social y material- queda restringida a los alcances de la conciencia individual y ésta, a su vez, privada de todo apoyo en la realidad. Se convierte en todo o en nada.

… El verdadero lugar de lo ideológico como tal en la existencia está en la materia social específica de los signos creados por el hombre. Su especificidad consiste precisamente en su ubicación entre individuos organizados, para los cuales constituye el medio de comunicación.

Los signos sólo pueden aparecer en territorio interindividual. Es un territorio que no puede llamarse ‘natural’ en la acepción directa del término: los signos no aparecen entre dos miembros cualesquiera de la especie Homo sapiens. Es esencial que los dos individuos estén organizados socialmente, que compongan un grupo (una unidad social): sólo entonces puede tomar forma entre ellos el medio de los signos. La conciencia individual no sólo no puede usarse para explicar nada, sino que, por el contrario, ella misma necesita ser explicada desde el medio natural y social.

La conciencia individual es un hecho ideológico-social. Hasta que esto no se admita con todas sus consecuencias, no será posible construir ni una psicología objetiva ni un estudio objetivo de las ideologías.

… En general, la conciencia se ha convertido en el asilo de la ignorancia para todas las elucubraciones filosóficas. Está condenada a ser el receptáculo de todos los problemas no resueltos, de todos los restos objetivamente irreducibles… La única definición objetiva posible de la conciencia es sociológica. La conciencia no puede derivarse directamente de la naturaleza (ni) la ideología derivarse de la conciencia… La conciencia toma forma y vida en la materia de los signos creados por un grupo organizado en el proceso de su intercambio social. La conciencia individual se alimenta de signos; de ellos obtiene su crecimiento; refleja su lógica y sus leyes. La lógica de la conciencia es la lógica de la comunicación ideológica, de la interacción semiótica de un grupo social. Si privamos a la conciencia de su contenido semiótico, ideológico, no quedaría absolutamente nada. La conciencia sólo puede hospedarse en la imagen, en la palabra, en el gesto significativo, etc. Fuera de este material, queda el puro acto fisiológico no iluminado por la conciencia, sin que los signos le hayan dado luz, sin que le hayan dado significado.

Todo lo dicho conduce a la siguiente conclusión metodológica: el estudio de las ideologías no depende en absoluto de la psicología y no necesita fundarse en ella. Como veremos con mayor detalle en un capítulo posterior, sucede casi a la inversa: la psicología objetiva debe fundarse en el estudio de las ideologías. La realidad de los fenómenos ideológicos es la realidad objetiva de los signos sociales. Las leyes de esta realidad son las leyes de la comunicación semiótica y están directamente determinadas por el conjunto total de las leyes económicas y sociales. La realidad ideológica es la superestructura inmediata de las bases económicas. La conciencia individual no es el arquitecto de la superestructura ideológica, sino sólo un inquilino que se aloja en el edificio social de los signos ideológicos.

Nuestra argumentación inicial, que liberó los fenómenos ideológicos y su regularidad de la conciencia individual, los enlaza de modo muy firme con las condiciones y las formas de la comunicación social… Después de todo, la existencia del signo no es otra cosa que la materialización de esa comunicación, y de esa naturaleza son todos los signos ideológicos. Pero esta cualidad semiótica y el rol continuo y amplio de la comunicación social como factor condicionante en ninguna parte aparecen expresados con tanta claridad y de modo tan completo como en el lenguaje. La palabra es el fenómeno ideológico por excelencia.

La realidad de la palabra es totalmente absorbida por su función de signo. Una palabra no contiene nada que sea indiferente a esta función, nada que no haya sido engendrado por ella. Una palabra es el medio más puro y sensible de la comunicación social… Además es un signo neutral. Cualquier otra clase de material semiótico se especializa en algún campo particular de la creatividad ideológica. Cada campo posee su propio material ideológico y formula signos y símbolos que le son específicos y no son aplicables en otros campos. En estos casos, el signo es creado por alguna función ideológica específica y permanece inseparable de ésta. Por el contrario, la palabra es neutral con respecto a cualquier función ideológica específica. Puede desempeñar funciones ideológicas de cualquier tipo: científicas, estéticas, éticas, religiosas.

Existe además esa inmensa área de comunicación ideológica que no puede restringirse a ninguna esfera ideológica en particular: el área de la comunicación en la vida humana, la conducta human. Este tipo de comunicación es extraordinariamente rico e importante. Por una parte, se vincula directamente con el proceso de producción; por la otra, se relaciona de modo tangencial con las esferas de las diversas ideologías especializadas y totalmente desarrolladas. En el próximo capítulo hablaremos con más detalle de esta área especial de la ideología… Por ahora, señalaremos que la materia comunicativa de la conducta es fundamentalmente la palabra. El llamado lenguaje conversacional y sus formas se ubican precisamente aquí, en el área ideológica de la conducta.

… Aunque la realidad de la palabra, como la de cualquier signo, se da entre los individuos, al mismo tiempo la palabra es producida por los medios propios del organismo individual, sin recurrir a ningún otro elemento o material extracorpóreo. Esto determina el rol de la palabra como material semiótico de la vida interior, de la conciencia. Por cierto que la conciencia sólo puede desarrollarse gracias a que dispuso de materia dócil, expresable por medios corpóreos. Y la palabra es exactamente ese tipo de material. La palabra puede utilizarse como el signo para uso interno, podemos decir; puede funcionar como signo en un estado que no llega a la expresión externa. Por esta razón, el problema de la conciencia individual como palabra interior -como signo interior en general- resulta uno de los más vitales en la filosofía del lenguaje. (Pero) se necesita un profundo y agudo análisis de la palabra como signo social antes de que pueda comprenderse su función como medio de conciencia.

A este papel exclusivo de la palabra como medio de conciencia se debe el hecho de que la palabra funcione como ingrediente esencial que acompaña toda clase de creatividad ideológica. La palabra acompaña y comenta todos y cada uno de los actos ideológicos. El proceso de comprender cualquier fenómeno ideológico (sea un cuadro, una pieza de música, un ritual o un acto de conducta humana) no puede operarse sin la participación del lenguaje interno. Todas las manifestaciones de la creatividad ideológica –todos los otros signos no verbales- están inmersos, suspendidos en los elementos del lenguaje, y no pueden ser totalmente divorciados o segregados de ellos… Esto no quiere decir, por supuesto, que la palabra pueda reemplazar cualquier otro signo ideológico… Afirmarlo conduciría al racionalismo más simplista y trivial…

Ningún signo cultural, una vez que ha recibido significado y se lo ha incluido en él, permanece aislado; se hace parte de la unidad de la conciencia verbalmente constituida. Ésta tiene capacidad para hallar el acceso verbal al signo. Es como si se formarán ondas radiantes de respuestas y resonancias verbales alrededor de cada signo ideológico. Cada refracción ideológica de una existencia en proceso de generación, cualquiera que sea la naturaleza de su material significante, es acompañada por una refracción ideológica en la palabra como fenómeno concomitante obligatorio. La palabra está presente en cada uno de los actos de comprensión y en cada uno de los actos de interpretación.

… Las leyes de la refracción ideológica de la existencia en los signos y en la conciencia, sus formas y mecanismos, deben estudiarse ante todo en la materia de la palabra. La única manera posible de aplicar el método sociológico marxista a las profundidades y sutilezas de las estructuras ideológicas ‘inmanentes’ es operar desde la base de la filosofía del lenguaje como filosofía del signo ideológico. Y esa base debe ser proyectada y elaborada por el propio marxismo.

Segunda entrega.

CAPÍTULO 2. ACERCA DE LA RELACIÓN DE LAS BASES Y LAS SUPERESTRUCTURAS (1).

El problema de la relación de las bases y las superestructuras –uno de los problemas fundamentales del marxismo- está estrechamente ligado a cuestiones de filosofía del lenguaje en muchos aspectos y podría beneficiarse mucho con una solución y aun con un tratamiento de estas cuestiones realizado en extensión y profundidad.

Cuando se plantea la pregunta de cómo las bases determinan la ideología, la respuesta es: causalmente; lo cual es muy cierto, pero también demasiado general y por tanto ambiguo.

Si por causalidad se entiende causalidad mecánica … entonces esa respuesta es esencialmente incorrecta… El campo de aplicación para las categorías de la causalidad mecánica es muy reducido y aun dentro de las ciencias naturales se va reduciendo cada vez más en la medida en que la dialéctica penetra más profundamente en los principios básicos de estas ciencias…

Ningún valor cognitivo, cualquiera que sea, está vinculado al establecimiento de una conexión entre las bases y algún factor aislado extraído de la unidad e integridad de su contexto ideológico. Sobre todo es esencial determinar el significado de cualquier cambio ideológico en el contexto de la ideología apropiada, comprendiendo que cada dominio de ideología es un todo unificado que reacciona con su constitución integra a un cambio en las bases.

Por lo tanto, cualquier explicación debe preservar todas las diferencias cualitativas entre dominios interactuantes y descubrir los diversos estados por los que pasa un cambio. Solamente en estas condiciones el análisis puede conducir, no a una mera conjunción externa de dos hechos accidentales que pertenecen a diferentes niveles de cosas, sino al proceso de la verdadera generación dialéctica de la sociedad, proceso que emerge en las bases y termina de cumplirse en las superestructuras.

Si se ignora la naturaleza específica del material semiótico-ideológico, se simplifica en exceso el fenómeno ideológico en estudio. O se explica sólo su aspecto racionalista, su contenido -por ejemplo, el sentido referencial directo de una imagen artística como ‘Rudin [como personaje de]hombre [socialmente] superfluo’- y entonces ese aspecto se correlaciona con las bases –p.ej., la clase alta se degenera y de ahí el ‘hombre superfluo’ en literatura-; o, por el contrario, se señala particularmente el aspecto técnico exterior del fenómeno ideológico –p.ej., algún tecnicismo… en la química de colorear materiales-, y entonces este aspecto se deriva directamente del nivel tecnológico de la producción.

… Aunque la correspondencia (así) establecida sea correcta… de allí no se desprende que los trastornos económicos mencionados causen mecánicamente la producción de ‘hombres superfluos’ en las páginas de una novela… La misma correspondencia establecida sigue careciendo de valor cognitivo mientras no se expliquen tanto el rol específico del ‘hombre superfluo’ en la estructura artística de la novela como el rol específico de la novela en la vida social global.

Por cierto que debe quedar claro que entre los cambios en la situación económica y la aparición del ‘hombre superfluo’ en la novela se extiende un larguísimo camino que atraviesa muchos dominios cualitativamente distintos… (Con la aparición del ‘hombre superfluo’) toda la novela, como una simple unidad orgánica sujeta a sus propias leyes específicas, sufrió una reestructuración, y por consiguiente, también fueron reestructurados sus otros elementos: su composición, su estilo, etc. Y lo que es más, esta reestructuración orgánica de la novela se produjo en estrecha conexión con los cambios producidos también en el campo global de la literatura.

El problema de la interrelación de las bases y las superestructuras… puede dilucidarse en grado considerable a través del material de la palabra. Observado desde el ángulo que nos concierne, la esencia de este problema se reduce al modo en que la existencia real (la base) determina el signo y al modo en que el signo refleja y refracta la existencia en su proceso generativo. Las propiedades de la palabra en cuanto signo ideológico… hacen de la palabra el material más adecuado para examinar todo el problema en sus términos básicos: lo que importa de la palabra a este respecto no es tanto su pureza sígnica como su ubicuidad social.

La palabra está involucrada prácticamente en todos y en cada uno de los actos o contactos entre la gente: en la colaboración en el trabajo, en las discusiones de ideas, en los contactos causales de la vida cotidiana, en las relaciones políticas, etc. Incontables hilos ideológicos atraviesan todas las áreas del intercambio social y registran su influencia en la palabra. Ella, por lo tanto, es el índice más sensible de los cambios sociales, y hasta de los cambios que no han logrado aún el estatus de una nueva cualidad ideológica, y no han generado aún nuevas formas ideológicas plenamente maduras. La palabra tiene la capacidad de registrar todas las delicadas fases transitorias y momentáneas del cambio social.

Lo que se denomina ‘psicología social’ y que, de acuerdo con Plejanov, la mayoría de los marxistas considera como el eslabón de transición entre el orden sociopolítico y la ideología en su sentido restringido -ciencia, arte, etc.- es, en su real existencia material, interacción verbal. Separada de su verdadero proceso de comunicación e interacción verbal -de comunicación e interacción semiótica en general-, la psicología social adoptaría la apariencia de un concepto mítico o metafísico… La psicología social no está ubicada en el interior de parte alguna -en las ‘almas’ de los sujetos que se comunican- sino total y absolutamente fuera: en la palabra, el gesto, el acto… totalmente revelada en los intercambios, totalmente comprendida en lo material, sobre todo en la materia de la palabra.

Las relaciones de producción y el orden sociopolítico configurado por esas relaciones determinan el alcance de los contactos verbales entre la gente, las formas y los medios de su comunicación verbal: en el trabajo, en la vida política, en la creatividad ideológica. A la vez, de las comunicaciones, formas y tipos de la comunicación verbal derivan tanto las formas como los temas de los actos de habla.

La psicología social es ante todo una atmósfera integrada por una gran variedad de actos de habla, en la cual están inmersas todas las clases y formas persistentes de creatividad ideológica: discusiones privadas, intercambios de opinión… en diversas clases de reuniones sociales,… el modo de reacción verbal de cada uno ante los sucesos de la propia vida…, el modo verbal interno de autoindentificarse y de identificar la propia posición en la sociedad, etc… Y aquí, en el funcionamiento interno de esta psicología social materializada verbalmente, se acumulan los cambios y mutaciones apenas perceptibles que más tarde encontrarán su expresión en productos ideológicos totalmente desarrollados.

De lo dicho se desprende que la psicología social debe estudiarse desde dos puntos de vista diferentes: primero, desde el punto de vista del contenido, de los temas que le son pertinentes en un determinado momento en el tiempo; y segundo, desde el punto de vista de las formas y los tipos de comunicación verbal en que tales temas se instrumentan –se discuten, se expresan, se preguntan, se consideran, etc.-.


… Una tipología de las formas de comunicación social es una de las tareas urgentes del marxismo… Cada período y cada grupo social tuvo y tiene su propio repertorio de formas lingüísticas para la comunicación ideológica en la conducta humana… Una unidad orgánica articulada asocia la forma de comunicación… con la forma del enunciado… y su tema. Por lo tanto, la clasificación de las formas de los enunciados debe basarse en la clasificación de las formas de la comunicación verbal. Estas están totalmente determinadas por las relaciones de producción y el orden sociopolítico.

Si aplicáramos un análisis más detallado, veríamos la enorme importancia del factor jerárquico en el proceso de intercambio verbal y la poderosa influencia que ejerce sobre la forma de los enunciados la organización jerárquica de la comunicación. La corrección en el lenguaje, el tacto en el hablar, y otras formas de ajustar un enunciado a la organización jerárquica de la sociedad tienen gran importancia en el proceso de establecer los géneros básicos de conducta.

Sabemos que cada signo se crea en un proceso de interacción entre personas socialmente organizadas. Por lo tanto, las formas de los signos están condicionadas ante todo por la organización social de los participantes y también por las condiciones inmediatas de su interacción. Cuando estas formas cambian, también lo hace el signo. Investigar esta vida social del signo verbal puede constituir una de las tareas del estudio de las ideologías… Para cumplirla, deben respetarse ciertos requisitos básicos:

1) La ideología no puede estar divorciada de la realidad material del signo –es decir, localizada en ‘la conciencia’ o en otras regiones vagas o evasivas-;
2) El signo no puede estar divorciado de las formas concretas de intercambio social –… el signo no puede existir fuera del intercambio social, convirtiéndose en un mero artefacto físico-:
3) La comunicación y sus formas no pueden estar divorciadas de sus bases materiales.


En este texto se avanzan sugerencias para no dejar caer en saco roto, ante la permanente tentación de concluir apresuradamente que la aceptación del capitalismo por la población se debe a los contenidos de la propaganda con que se la bombardea -a la reiterada exposición a la propaganda como artefacto físico que transmite determinados contenidos-. Con tales apresuramientos, se pone como explicación lo que necesitaría ser explicado (el desmesurado poder que tendría, en tal caso, la propaganda) y se enjabona la pendiente, en el mejor de los casos, hacia la peregrina idea de que basta con cambiar los contenidos de esa propaganda (tras la oportuna toma del poder) para que la gente acepte una sociedad distinta -para "moralizar a las masas"-; en el peor de los casos, se enjabona la pendiente hacia el derrotismo.

CAPÍTULO 2. ACERCA DE LA RELACIÓN DE LAS BASES Y LAS SUPERESTRUCTURAS (2).

Todo signo ideológico –incluido el signo verbal- al realizarse en el proceso de intercambio social, se define por el alcance social del periodo de tiempo y del grupo social en el cual se produce… Cada etapa en el desarrollo de una sociedad tiene su propio y restringido círculo de elementos, los únicos accesibles a la atención de esa sociedad y a los que esa atención provee de una carga valorativa. Sólo los elementos incluidos en este círculo se conformarán como signos y serán objetos de la comunicación semiótica.

… Cualquiera que sea el campo de la realidad del cual provenga, para que cada elemento pueda entrar en el ámbito social del grupo y producir una reacción semiótica ideológica debe estar relacionado con los prerrequisitos socioeconómicos vitales para la existencia del grupo particular; de alguna manera, aunque sea indirectamente, debe estar en contacto con las bases de la vida material del grupo.

En estas circunstancias, la elección individual no puede tener ningún sentido. El signo es una creación entre individuos, una creación dentro de un medio social. Por lo tanto el elemento en cuestión debe adquirir primero significación interindividual, y sólo entonces puede convertirse en objeto para la formación de un signo. Sólo lo que adquirió valor social puede ingresar al mundo de la ideología, tomar forma y establecerse allí.

Por tal razón, toda acentuación ideológica, a pesar de ser producida… por el organismo individual, es siempre social, reclama reconocimiento social, y solo gracias a este reconocimiento puede ser utilizada como material ideológico.

Convengamos en llamar a la entidad que llega a ser el objeto de un signo el tema de ese signo… Un tema ideológico está siempre socialmente acentuado. Por supuesto, todas las acentuaciones sociales también se introducen en la conciencia individual… y allí asumen el aspecto de acentos individuales, puesto que la conciencia individual les asimila como propios. Pero la fuente de estas acentuaciones no es la conciencia individual… El grito animal, la pura respuesta al dolor en el organismo, carece de acento; es un fenómeno puramente natural. Para ese grito, la atmósfera social es irrelevante, y por tanto no contiene ni siquiera el germen de la formación de un signo.

El tema de un signo ideológico y su forma están inextricablemente unidos y sólo pueden separarse en la abstracción. Finalmente, la misma clase de fuerzas y los mismos prerrequisitos materiales dan origen a uno y a otro… Las condiciones económicas que instauran un nuevo elemento de la realidad en el ámbito social, que lo socialmente significativo e interesante, son las mismas que crean la forma de comunicación ideológica –la cognitiva, la artística, la religiosa, etc.-, las cuales a su vez determinan las formas de la expresión semiótica.

… La existencia reflejada en el signo no es sólo reflejada sino refractada. ¿Cómo se determina esta refracción…? Por la intersección de intereses sociales orientados en distinto sentido dentro de la misma comunidad de signos, es decir, por la lucha de clases.

La clase no coincide con la comunidad de signos, es decir, con la comunidad constituida por la totalidad de usuarios del mismo conjunto de signos para la comunicación ideológica. Varias clases diferentes usan la misma lengua. Como resultado, en cada signo ideológico se intersectan acentos con distinta orientación. El signo se convierte así en la arena [el escenario] de la lucha de clases.

… Gracias a esta intersección de acentos un signo mantiene su vitalidad y dinamismo así como su capacidad de mayor desarrollo. Un signo que ha sido apartado de las presiones de la lucha social –que, por así decir, transciende los límites de la lucha de clases- se debilita inevitablemente, degenera en alegoría, y se convierte en el objeto no ya de una viva inteligibilidad social sino de la comprensión filológica…
Lo mismo que da al signo ideológico un carácter vital y mutable hace de él un medio refractante y deformador. La clase dirigente se esfuerza por impartir al signo ideológico un carácter eterno, supraclasista, por extinguir u ocultar la lucha entre los juicios sociales de valor que aparecen en aquél, por hacer que el signo sea uniacentual.

En realidad, cada signo ideológico viviente tiene dos caras, como Jano. Cualquier palabrota vulgar puede convertirse en palabra de alabanza, cualquier lugar común suena inevitablemente para otras personas como la mayor mentira. Esta cualidad dialéctica interna del signo se exterioriza abiertamente sólo en tiempos de crisis sociales o cambios revolucionarios.

En las condiciones ordinarias de la vida, la contradicción implícita en cada signo ideológico no puede surgir plenamente porque el signo ideológico, en una ideología dominante establecida, siempre es algo reaccionario y trata de estabilizar el factor precedente en el flujo dialéctico del proceso generativo social, acentuando la verdad de ayer para hacerla aparecer como de hoy.

Nota Mar Sep 09, 2008 6:41 pm
En los capítulos siguientes de Marxismo y filosofía del lenguaje, Voloshinov expone sus concepciones al hilo de ejemplos y de polémicas con otras escuelas. Mis trascripciones siguientes omitirán esos elementos, sobre todo los del segundo tipo -aunque dado que los capítulos son más extensos, las citas no siempre serán más breves-.

CAPÍTULO 3. FILOSOFÍA DEL LENGUAJE Y PSICOLOGÍA OBJETIVA.

… La psiquis subjetiva del ser humano no es un objeto para el análisis científico-natural, como lo sería cualquier elemento o proceso del mundo natural; la psiquis subjetiva es un objeto para la comprensión ideológica y para la interpretación socioideológica por la vía de la comprensión. Una vez comprendido e interpretado, un fenómeno psíquico resulta explicable solamente en función de los factores sociales que determinan la vida concreta del individuo en las condiciones de su entorno social.

… ¿Qué clase de realidad corresponde a la psiquis subjetiva? La realidad de la psiquis interior es la misma que la del signo. Fuera de la materia de los signos no hay psiquis; hay procesos fisiológicos, procesos en el sistema nervioso, pero no psiquis, (que se distingue) tanto de los procesos fisiológicos… como de la realidad que rodea al organismo desde afuera, ante la cual la psiquis reacciona y a la cual refleja de un modo u otro… Por su misma naturaleza existencial, la psiquis objetiva debe localizarse en alguna parte entre el organismo y el mundo exterior, en el límite que separa estas dos esferas de la realidad.

Aquí se encuentran el organismo y el mundo exterior, pero el encuentro no es físico: el organismo y el mundo exterior se unen en el signo. La experiencia psíquica es la expresión semiótica del contacto entre el organismo y el ambiente exterior. Por eso la psiquis interior no es analizable como un objeto y sólo puede ser comprendida e interpretada como un signo.

… Si la experiencia tiene significado y no es sólo un trozo particular de la realidad, … entonces no puede producirse sino en la materia de los signos. Después de todo, el significado sólo puede corresponder a un signo: el significado fuera del signo es una ficción. El significado es la expresión de una relación semiótica entre un trozo particular de la realidad [un signo] y otra clase de realidad, la cual éste reemplaza, representa o reproduce. El significado es una función del signo, y por tanto es inconcebible… fuera del signo como algo particular, de existencia independiente. Sería tan absurdo como considerar que el significado de la palabra “caballo” es este particular animal vivo que estoy señalando. Si fuera así, entonces yo podría afirmar que cuando como una manzana no consumo una manzana sino el significado de la palabra ‘manzana’.

Un signo es una cosa material particular, pero el significado no es una cosa y no puede ser aislado del signo como si fuera un trozo de la realidad con existencia propia separada del signo. Por lo tanto, si la experiencia tiene significado, si es susceptible de ser comparada e interpretada, entonces debe tener existencia en la materia de signos reales y efectivos.

Es importante destacar que la experiencia no sólo puede expresarse exteriormente a través del signo -… mediante la palabra, por la expresión facial o por cualquier otro medio-, sino que ella existe, aun para la persona que la sufre, sólo en la materia de los signos. Fuera de esta materia no hay experiencia como tal. En este sentido, cualquier experiencia es expresable, es decir, es expresión potencial… Este factor de expresividad no puede descartarse de la experiencia sin destruir la verdadera naturaleza de ésta. .. Todo lo que ocurre en el organismo puede convertirse en materia de experiencia, porque todo puede adquirir valor semiótico, hacerse expresivo.

Sin duda, toda esta materia está lejos de equipararse en importancia. Una psiquis que haya alcanzado cierto grado de desarrollo… debe tener a su disposición una materia semiótica sutil y dócil… Por lo tanto, la materia semiótica de la psiquis es por excelencia la palabra, el lenguaje interno… Si se la privara de la palabra, la psiquis se reduciría a un grado extremo; privada de todas las otras actividades expresivas, moriría del todo.

… Las bases para el tratamiento del problema de la psicología y del de la ideología deben establecerse simultánea e interrelacionadamente. Con esto sugerimos que una y la misma llave abre el acceso objetivo a ambas esferas: esa llave es la filosofía del signo –la filosofía de la palabra como el signo ideológico por excelencia-. El signo ideológico es el territorio común tanto para la psiquis como para la ideología, un territorio que es material, sociológico y significativo.

Entre la psiquis y la ideología no pueden existir fronteras desde el punto de vista del contenido ideológico mismo. Todo contenido ideológico, sin excepción… es susceptible de ser comprendido, y, en consecuencia, incluido en la psiquis, es decir, reproducido en la materia de los signos internos. Por otra parte, cualquier fenómeno ideológico en proceso de creación atraviesa la psiquis como una etapa esencial de ese proceso. .. El signo exterior se origina en este mar de signos internos y continúa morando allí, pues su vida es un proceso de renovación para ser comprendido, experimentado y asimilado, su vida consiste en una permanente reiteración de su compromiso con el contexto interno.

Por lo tanto, desde el punto de vista del contenido, no existe una división básica entre la psiquis y la ideología: la diferencia es sólo de grado… Mientras un pensamiento sólo existe en el contexto de mi conciencia, sin corporizarse en el contexto de una disciplina que constituya un sistema ideológico unificado, no es más que un pensamiento oscuro, sin elaborar. Pero ese pensamiento había nacido ya en mi conciencia con una orientación hacía un sistema ideológico, y él mismo había sido engendrado por los signos ideológicos que yo había absorbido antes.

Lo que más complica nuestro problema de delimitar la psiquis y la ideología es el concepto de ‘individualidad’. Lo ‘social’ es generalmente pensado en oposición binaria con lo ‘individual’ (pero) el correlato de lo social es lo ‘natural’ y entonces individuo no se refiere a una persona sino al ejemplar biológico, natural. El individuo poseedor de los contenidos de su propia conciencia, autor de sus propios pensamientos, personalidad responsable de sus pensamientos y sentimientos, es un fenómeno puramente socioideológico… Por lo tanto, el contenido de la psiquis individual, por su propia naturaleza, es tan social como la ideológica, y el mismo grado de conciencia de la propia individualidad y de sus derechos y privilegios es ideológico, histórico y totalmente condicionado por factores sociológicos… Estos dos significados de la palabra ‘individuo’ (el ejemplar natural y la persona) generalmente se confunden…

… El significado que se realiza en la materia de la actividad interna es significado vuelto hacia el organismo, hacia el yo del individuo particular, y se determina ante todo en el contexto de la vida particular de este yo. En este sentido, hay que reconocer que… la psiquis… posee una unidad especial que se distingue de la unidad de los sistemas ideológicos y que no se puede ignorar… Mi pensamiento, desde el comienzo mismo pertenece a un sistema ideológico y es gobernado por las leyes de ese sistema. Pero, al mismo tiempo, pertenece a otro sistema que es también una unidad y también posee su propio conjunto de leyes: el sistema de mi psiquis… El ideólogo se interesará por este pensamiento sólo en función de su contribución objetiva a un sistema de conocimiento.

El sistema de la psiquis, determinado por factores orgánicos y también biográficos –en el más amplio sentido de la palabra-… es… tan real como el yo biológico con su constitución particular, sobre el cual se funda la psiquis, y tan real como el conjunto de condiciones de la vida que determina la vida de este yo. Cuanto más estrecha sea la vinculación del signo interno con la unidad de este sistema psíquico, y cuanto más marcada sea la caracterización impuesta por los factores biológicos y biográficos, más lejos estará el signo interno de alcanzar una expresión ideológica totalmente desarrollada. A la inversa, al acercarse a su formulación y corporización ideológica, el signo interior puede soltar las ataduras del contexto psíquico que lo retenía.

Esto determina también la diferencia en el proceso de comprensión del signo interno –experiencia- por una parte, y el signo externo, puramente ideológico, por la otra. En el primer caso, ‘comprender’ significa referir un signo interno particular a una unidad que consiste en otros signos internos, percibirlo en el contexto de una psiquis particular. En el segundo caso, comprender es percibir el signo en el sistema de la ideología que le corresponde.(Aunque) si el psicólogo no comprende el sentido puramente cognoscitivo de un pensamiento, tampoco podrá comprender la ubicación de ese pensamiento en la psiquis del sujeto…Por eso es que la psicología del conocimiento debe fundamentarse en la epistemología y en la lógica; por eso, en general, la psicología debe basarse en la ciencia ideológica y no al reves.

Es necesario señalar que cualquier expresión sígnica exterior –por ejemplo, un enunciado- también puede organizarse en una de las dos direcciones: o hacia el mismo sujeto o hacia la ideología. En el primer caso, el enunciado trata de dar expresión sígnica externa a signos internos, y requiere al receptor del enunciado para referir estos a un contexto interior, requiere un tipo de comprensión puramente psicológica. En el segundo caso, se requiere una comprensión objetivo-referencial puramente ideológica.

… La introspección se propone explicar el signo interno, llevándolo al más alto grado de definición semiótica. Este proceso llega a su límite cuando el objeto de la introspección llega a ser totalmente comprendido: es decir, cuando se convierte en un objeto no sólo de la introspección sino también de la observación ordinaria, objetiva, ideológica (semiótica). – De este modo, la introspección, como comprensión ideológica, se incluye dentro de la unidad de la experiencia objetiva.

… El problema del signo interno es uno de los más cruciales de la filosofía del lenguaje… Es inmediatamente claro que, sin excepción, todas las categorías elaboradas por los lingüistas para el análisis de las formas de la lengua externa (lexicológica, gramátical, fonética) son inaplicables [en sentido literal] al análisis del habla interna… Las unidades que constituyen el habla interna… se asemejan a las líneas alternantes de un diálogo. Había buenas razones para que los pensadores antiguos hubieran concebido el habla interna como diálogo interno. Estas entidades totales del habla interna no pueden resolverse en elementos gramaticales… y alternan recíprocamente… según las leyes de correspondencia evaluativo (emotiva), de desarrollo dialogal, etc., en estrecha dependencia de las condiciones históricas, de la situación social, y de todo el curso pragmático de la vida. – Sólo mediante la indagación [que requiere reunir numeroso material fáctico preliminar] de las formas de los enunciados completos, y, especialmente, de las formas del habla dialogal, se puede arrojar luz sobre las formas del habla interna y sobre la peculiar lógica de su concatenación en la corriente del habla interna.

… El signo ideológico se hace posible por su realización psíquica, tanto como su realización psíquica se hace posible por su plenitud ideológica. La experiencia psíquica es algo interior que se hace exterior y el signo ideológico algo externo que se hace interno. La psiquis goza de estatus extraterritorial en el organismo. Es una entidad social que se introduce en el organismo de la persona individual. Todo lo ideológico es también extraterritorial en la esfera socioeconómica, puesto que el signo ideológico, cuya ubicación se encuentra fuera del organismo, debe ingresar al mundo interno para realizar su significado como signo.

Entre la psiquis y la ideología existe, pues, una continua acción recíproca dialéctica: la psiquis se anula a sí misma o es eliminada en el proceso de convertirse en ideología, y la ideología se anula a sí misma en el proceso de convertirse en la psiquis. El signo interno debe librarse de ser absorbido por el contexto psíquico -…biológico-biográfico-, debe dejar de ser una experiencia subjetiva para convertirse en signo ideológico. El signo ideológico… debe sonar con tonos subjetivos para seguir siendo un signo vivo…

En cada acto de habla, la experiencia subjetiva desaparece en el hecho objetivo de la expresión verbal enunciada, y la palabra enunciada se subjetiviza en el acto de la comprensión correspondiente para generar, tarde o temprano, un enunciado opuesto. Cada palabra, como sabemos, es un pequeño campo de lucha para la oposición y entrecruzamiento de acentos sociales con distinta orientación. Una palabra en boca de una particular persona individual es un producto de la viva interacción de las fuerzas sociales. De este modo, la psiquis y la ideología se interpenetran dialécticamente en el proceso unitario y objetivo del intercambio social.

Todas las citas anteriores proceden de la primera parte de El marxismo y la filosofía del lenguaje, ‘La significación de la filosofía del lenguaje para el marxismo’- Ahora pasamos a la …

SEGUNDA PARTE: HACÍA UNA FILOSOFÍA MARXISTA DEL LENGUAJE.

CAPÍTULOS 1-2. LENGUA, HABLA Y ENUNCIADO.

La tarea de identificar el objeto real de estudio en la filosofía del lenguaje no es nada fácil… hay que incluir un complejo (físico, fisiológico y psicológico) en otro más amplio y más comprensivo: en la esfera unitaria del intercambio social organizado. Para observar el proceso de combustión, debe colocarse una sustancia en el aire; para observar el fenómeno del lenguaje, hay que colocar en la atmósfera social tanto al productor como al receptor del sonido y al sonido mismo. Después de todo, el hablante y el oyente deben pertenecer a la misma comunidad, a una sociedad organizada según un plan particular (y) deben tomar contacto, de persona a persona, sobre una base específica.

Entonces podemos decir que la unidad del medio social y la unidad del acontecimiento social inmediato de comunicación son condiciones absolutamente esenciales para poner a nuestro complejo físico-psico-fisiológico en relación con la lengua… para que pueda convertirse en un hecho lingüístico.

… el hecho de que tanto el medio social… como la situación social comunicativa inmediata… presentan ya una gran complicación e implican multitud de relaciones multifacéticas y diversas… (sugiere que) lo que se necesita es llevar a un común denominador todo este variado sistema de rangos y relaciones, de procesos y de hechos. Todos sus ramales deben canalizarse hacia un solo centro: el punto focal del proceso lingüístico.

… El sistema de la lengua es producto de la reflexión sobre la lengua, un tipo de reflexión que de ninguna manera realiza la conciencia del hablante nativo y que no se produce en absoluto con el propósito inmediato de hablar… Para el hablante, el centro de gravedad no se sitúa en la identidad de la forma, sino en el nuevo y concreto significado que aquella adquiere en el contexto particular… que le permite convertirse en un signo adecuado a las condiciones de la situación concreta y determinada. (Del mismo modo) la tarea de la comprensión… consiste en comprender la novedad de la forma usada y no en reconocer su identidad.

El proceso de comprensión no debe confundirse con el proceso de reconocimiento. Son totalmente distintos. Solamente puede comprenderse un signo; se reconoce una señal –un objeto singular, fijado internamente, que no aparece en lugar de otra cosa, ni refleja ni refracta nada, sino que es simplemente un medio técnico para indicar un objeto o una acción, en cualquier caso fijos y definidos-.En ninguna circunstancia la señal se relaciona con el dominio de lo ideológico; se relaciona en cambio con el mundo de los artefactos técnicos, con los instrumentos de la producción en el sentido amplio del término… El factor constituyente de la forma lingüística y del signo no es su autoidentidad como señal, sino su variabilidad específica.

Lo dicho no significa, por supuesto, que los factores de señalización no están presentes en el lenguaje; pero no son constituyentes de la lengua como tal. Son eliminados dialécticamente por la nueva cualidad del signo… El dominio ideal de una lengua [el signo de su completo aprendizaje] es la absorción de la señalidad por pura semioticidad y del reconocimiento por pura comprensión… Para una persona que habla su idioma natal, una palabra no se presenta como un elemento del vocabulario, sino como una palabra que ha sido usada en una gran variedad de enunciados por distintos cohablantes, entre otros ella misma… Un miembro de una comunidad lingüística normalmente no se siente presionado por las normas lingüísticas indiscutibles. Una forma lingüística sacará a la luz su valor normativo sólo en casos excepcionalmente raros de conflicto, casos que no son típicos de la actividad del lenguaje –y que para el hombre moderno están asociados casi exclusivamente con la escritura-.

En realidad, la forma lingüística que, tal y como hemos visto, existe para el hablante sólo en el contexto de enunciados específicos, existe, por consiguiente, sólo en un contexto ideológico específico. Nunca decimos u oímos palabras, sino que decimos u oímos lo que es verdadero o falso, bueno o malo, importante o intranscendente, agradable o desagradable, etc. Las palabras están llenas de contenido o significado tomado de la conducta o de la ideología… En el proceso de su instrumentación práctica, la lengua es inseparable de su contenido ideológico o conductual… Si reificamos la forma lingüística divorciada del contenido ideológico… terminamos tratando con una señal y no con un signo lingüístico.

Para el objetivismo abstracto, el factor de unidad de una palabra… se separa de la multiplicidad de sus significados. Esta multiplicidad se percibe como connotaciones ocasionales de un solo significado fijo. La atención lingüística se dirige en dirección inversa a la comprensión real de los hablantes que intervienen en un intercambio lingüístico particular… Para el lingüista, lo importante es poder aislar la palabra de los contextos comparados y definirla fuera de contexto, crear a partir de ella un vocablo de diccionario. Este proceso… adquiere su mayor fuerza cuando se comparan distintas lenguas, cuando se trata de equiparar una palabra con una equivalente en otra lengua… Estos intentos… se complican más por el hecho de que el lingüista crea la ficción de un objeto único y real que corresponde a la palabra dada.

… En suma, entonces, para la conciencia del hablante de una lengua, el modo real de existencia de esa lengua no es un sistema de formas normativamente idénticas… En la base del pensamiento lingüístico que conduce a la postulación de la lengua como sistema de formas normativamente idénticas se encuentra una focalización teórica y práctica de la atención sobre el estudio de las lenguas muertas extranjeras preservadas en monumentos escritos… El pensamiento lingüístico europeo se formó y llegó a su madurez ocupándose de los cadáveres de lenguas escritas… La lingüística hace su aparición allí donde y cada vez que aparece la necesidad filológica… Todas sus opiniones sobre el significado y el tema de las palabras están impregnadas de la falsa noción de comprensión pasiva, esa manera de comprender una palabra que excluye de antemano y por principio la respuesta activa.

… La orientación de la lingüística y la filosofía del lenguaje hacia la palabra ajena, extraña, no es accidental ni caprichosa. Esa orientación expresa el importante papel histórico que ha desempeñado la palabra extranjera en la formación de las culturas históricas (… de los sumerios para los semitas, de los jafitas para los helenos, de Roma y la Cristiandad para los pueblos bárbaros…)… Este grandioso papel organizativo de la palabra extranjera, que siempre o entró en escena con la fuerza de las armas y la organización extranjeras, o fue hallada en la escena por la joven nación conquistadora de una antigua cultura que una vez fue poderosa y que aceptó desde la tumba, digamos, la conciencia ideológica de la nación recién llegada, este papel de la palabra extranjera hizo que esta se uniera, en las profundidades de la conciencia histórica de las naciones, con la idea de autoridad, de poder, de santidad, de verdad, y provocó que las preocupaciones acerca de la palabra se orientaran preferentemente hacia la palabra extranjera… La lingüística representa, por decirlo así, el último intento que realiza por llegar hasta nosotros de lo que fue en un tiempo fecunda invasión de un lenguaje extranjero, el último residuo de su papel dictatorial y creador de cultura.

La lingüística llega así a una concepción de la lengua como artefacto listo para usar, transmitido de generación en generación como un producto prefabricado… convierte al lenguaje en algo externo a la corriente de la comunicación verbal… En realidad, sin embargo, la lengua se mueve con la corriente y es inseparable de ella. No se puede decir con propiedad que la lengua se transmite… Los individuos no reciben una lengua prefabricada, en absoluto, sino que ingresan ellos a la corriente de comunicación verbal; y por cierto que sólo en esta corriente comienza a operar su conciencia. Sólo al aprender una lengua extranjera… una conciencia… se enfrenta con una lengua totalmente preparada… A su lengua materna, en cambio, la gente no la acepta, pues es en la lengua materna donde accede a la conciencia.

La lengua como sistema de formas normativamente idénticas es una abstracción (que) no puede servir de base para la explicación y la comprensión de los hechos lingüísticos tal como realmente existen y se producen… ¿Acaso el subjetivismo individualista ha logrado entender la verdadera realidad del lenguaje? ¿O quizás la verdad se encuentre en el medio de ambas… entre la tesis del subjetivismo individualista y la antitesis del objetivismo abstracto?

Creemos que en este caso, como en cualquier otro… la verdad… constituye una negación tanto de la tesis como de la antitesis, constituye una síntesis dialéctica… El objetivismo abstracto desechó el acto de habla como algo individual… excluye toda posibilidad para la conciencia del hablante de estar en contacto con el proceso de la evolución histórica… Sin embargo, el subjetivismo individualista también define este acto de habla como algo individual y por tanto trata de explicarlo en función de la vida psíquica individual del hablante… En realidad, el acto de habla o, más exactamente, su producto, el enunciado, no puede ser considerado un fenómeno individual… El enunciado es un fenómeno social.

SEGUNDA PARTE, CAPÍTULO 3. INTERACCIÓN VERBAL (1).

El romanticismo [el movimiento cultural romántico del siglo XIX] fue, en grado considerable, una reacción contra la palabra extranjera y las categorías de pensamiento suscitadas por ella… Los románticos fueron los primeros filólogos de la lengua vernácula, los primeros que intentaron una reestructuración radical del pensamiento lingüístico… desde el punto de vista de la persona que habla y se expresa… Para el subjetivismo individualista de los románticos, la categoría de la expresión es la más elevada y la más amplia en que puede incluirse el acto de habla.

La definición más simple y llana de ‘expresión’ es la siguiente: algo que, habiéndose formado y definido de alguna manera en la psiquis de un individuo, es objetivado exteriormente para otros con la ayuda de signos externos… La teoría de la expresión presupone inevitablemente cierto dualismo entre los elementos internos y externos y la primacía explícita de los primeros, ya que cualquier acto de objetivación se produce de adentro hacia fuera… Lo externo no es más que materia pasiva para ser manipulada por el elemento interno.

La teoría de la expresión… es fundamentalmente insostenible. El elemento vivencial expresable y su objetivación exterior se crean, como sabemos, a partir de la misma materia. La experiencia fuera de su corporización en signos no existe. En consecuencia, la noción de una diferencia cualitativa fundamental entre el elemento interno y el externo no es válida.

… La experiencia no organiza la expresión, sino a la inversa: la expresión organiza la experiencia. La expresión es lo que primero da a la experiencia su forma y especifidad de dirección… El habla se constituye entre personas socialmente organizadas, y en ausencia de un destinatario real, se presupone uno en la persona, diríamos, de un representante normal del grupo social al que pertenece el hablante. La palabra se orienta hacia un destinatario, hacia quien ese destinatario debe ser: un miembro o no-miembro del mismo grupo social, de situación superior o inferior…

No puede existir algo así como un destinatario abstracto, un hombre “en sí”… con quien no tendríamos por cierto un lenguaje en común, ni en sentido literal ni en sentido figurado… En la mayoría de los casos, presuponemos cierta esfera social típica y estabilizada hacia la cual se orienta la creatividad ideológica de nuestra propia época y grupo social… Cuanto más culta es una persona, más se acercará su auditorio interno al auditorio normal de la creatividad ideológica; pero, en cualquier caso, clase específica y época específica son límites que el ideal de destinatario no puede sobrepasar… En realidad, la palabra es un acto de dos caras: está tan determinada por quien la emite como por aquel para quien es emitida.

… En realidad, ni siquiera la aprehensión más simple y confusa de una sensación… puede evitar algún tipo de forma ideológica,… rudimentos de estilo interno: se puede aprehender la propia hambre de modo… irritable, enojado, indignado, etc… En la mayoría de los casos la expresión externa no hace más que continuar y dar mayor precisión al sentido que ya asumió el lenguaje interno y a la entonación que incluye.

Con respecto al destinatario potencial pueden distinguirse dos extremos… entre los cuales puede estructurarse ideológicamente una experiencia:… la ‘experiencia-yo’ y la ‘experiencia-nosotros’.

… A medida que se acerca a su límite extremo, la ‘experiencia-yo’ va perdiendo su estructuración ideológica y por tanto su condición de aprehensible, retrocediendo hacia la reacción fisiológica del animal. Al acercarse a este extremo, la experiencia… se despoja de toda orientación social posible, y también pierde, por lo tanto, su concreción social… atestiguando la inhabilidad de la conciencia para acuñar matrices sociales.

La ‘experiencia-nosotros’ no es de ningún modo una nebulosa experiencia de rebaño; es diferenciada, y la diferenciación ideológica, el aumento de conciencia, aparece en proporción directa a la firmeza y precisión de la orientación social. Cuanto más fuerte, organizada y diferenciada es la comunidad en la cual el individuo se orienta, más vívido y complejo ha de ser su mundo interior… Una experiencia de hambre totalmente distinta corresponde al miembro de un grupo unido, objetiva y materialmente alineado –un regimiento de soldados; obreros asociados dentro de una fábrica…-. Esta vez la experiencia de hambre se indicará predominantemente por tonos de protesta activa y de confianza en sí mismo, sin fundamento para una entonación humilde y sumisa.

… El individualismo es una forma ideológica especial de la experiencia-nosotros de la clase burguesa… Es la interpretación ideológica del propio reconocimiento y mantenimiento social por derecho, y de la seguridad y mantenimiento objetivos de la propia vida individual proporcionados por todo el orden social… Pero en este tipo de
experiencia… así como en el orden al cual corresponde… reside una contradicción interna que tarde o temprano destruirá su estructuración ideológica.

… Fuera de la objetivación exterior… en alguna materia particular –la materia del gesto, palabra interna, gritería- la conciencia es una ficción, una construcción ideológica impropia creada por abstracción a partir de los hechos concretos de la expresión social. Pero la conciencia como expresión material organizada –en la materia ideológica de la palabra, de un signo, un dibujo, colores, sonido musical, etc.-, la conciencia concebida, es un hecho objetivo y una tremenda fuerza social… Mientras todavía está en el interior de la cabeza de una persona consciente como palabra interna germen de la expresión, es aún una diminuta parte de la existencia, con una actividad de muy poco alcance. Pero una vez pasa por todas las etapas de la objetivación social e ingresa en el sistema de poder de la ciencia, el arte, la ética o la ley, se convierte en una fuerza real, capaz incluso de ejercer a su vez influencia sobre las bases económicas de la vida social.

… Desde su comienzo, la experiencia se dirige hacia la expresión exterior plenamente realizada. La expresión de una experiencia puede realizarse o quedar inhibida. En este caso, la experiencia es expresión inhibida… La expresión realizada, a su vez, ejerce una poderosa influencia sobre la experiencia: comienza a unir la vida interior, dándole una expresión más definida y duradera. Esta influencia retroactiva de la expresión estructurada y estabilizada sobre la experiencia –expresión interior- tiene enorme importancia… Puede afirmarse que no se trata tanto de que la expresión se adapta a nuestro mundo interno, sino de que nuestro mundo interno se adapta a las potencialidades de nuestra expresión, a sus posibles vías y direcciones.

Para distinguirla de los sistemas de ideología establecidos –los sistemas del arte, de la ética, de las leyes, etc.-, emplearemos el termino ‘ideología conductal’ para la suma total de experiencias vitales y las expresiones externas directamente relacionadas con ella. La ideología conductal es la atmósfera del lenguaje interno y externo no sistematizado ni fijado que dota de significado a cada una de nuestras instancias de conducta y acción y cada uno de nuestros estados ‘conscientes’.

… Los sistemas ideológicos establecidos de ética social, arte, ciencia y religión son cristalizaciones de la ideología conductal, y estas cristalizaciones, a su vez, ejercen una poderosa influencia sobre la ideología conductal. La ideología conductal introduce la obra en una situación social particular… Fuera de esta conexión con la ideología conductal, la obra deja de existir, pues deja de ser experimentada como algo socialmente significativo.

SEGUNDA PARTE, CAPÍTULO 3. INTERACCIÓN VERBAL (2)

Debemos distinguir varios estratos diferentes en la ideología conductal. Se definen por la escala social en la que se miden la experiencia y la expresión, o por las fuerzas sociales con respecto a las que deben orientarse directamente.

… El mundo de una experiencia puede ser estrecho y confuso; su orientación social puede ser fortuita y efímera y característica sólo para una coalición adventicia y debil de un pequeño número de personas. Naturalmente, incluso estas experiencias excéntricas son ideológicas y sociológicas, pero se sitúan en los límites de lo normal y lo patológico. Una experiencia así quedará como un hecho aislado en la vida psicológica de la persona expuesta a ella. No echará raíces firmes y no tendrá una expresión diferenciada y plenamente madura porque, si carece de una audiencia estable, con fundamento social, no tendrá donde encontrar las bases para su diferenciación y su completa realización. El estrato inferior de la ideología conductal… consiste en experiencias de esta clase. Por consiguiente, a este estrato pertenecen todas la experiencias y pensamientos vagos y sin desarrollar, y las palabras vanas y accidentales que se nos cruzan por la mente… En este estrato inferior sólo es detectable la regularidad estadística.

Los estratos superiores de la ideología conductal, directamente vinculados con los sistemas ideológicos, son más vitales, más serios y de carácter creativo. Comparados con una ideología establecida, son mucho más móviles y sensibles: transmiten cambios en las bases socioeconómicas, con mayor rapidez e intensidad. Aquí, precisamente, se reconstruyen esas energías creadoras por cuya acción se efectúa la reestructuración parcial o radical de los sistemas ideológicos. Las fuerzas sociales de surgimiento reciente encuentran su expresión ideológica y adquieren su forma primero en estos estratos superiores de la ideología conductal antes de que puedan dominar el campo de alguna ideología oficial organizada.

Naturalmente, en el proceso de esta lucha, en el proceso de su gradual infiltración en las organizaciones ideológicas (prensa, literatura y ciencia), estas nuevas corrientes de la ideología estructural, por revolucionarias que sean, sufren la influencia de los sistemas ideológicos establecidos y, en cierta medida, incorporan formas, prácticas ideológicas y criterios ya existentes.
Lo que comúnmente se llama ‘individualidad creativa’ no es sino la expresión de la línea fundamental, consistente y firmemente establecida de la orientación social de una persona particular. Esto atañe a los estratos más altos del lenguaje interno –ideología conductal-, totalmente estructurados, cada uno de cuyos términos y entonaciones ya atravesó la etapa de la expresión y, diríamos, pasó la prueba de la expresión. Lo que está involucrado aquí, entonces, son palabras, entonaciones y gestos de habla interna que pasaron la experiencia de la expresión externa en una escala social más o menos amplia, y adquirieron, por así decir, gran lustre y brillo social gracias a las reacciones y a las respuestas, la resistencia o el apoyo, de parte de la audiencia social.

En los estratos inferiores de la ideología conductal, juega, por supuesto, un papel decisivo el factor biológico-biográfico, pero su importancia va disminuyendo al ir penetrando el habla cada vez más profundamente en un sistema ideológico… Aquí se impone totalmente el método sociológico objetivo.

Debe rechazarse entonces la teoría de la expresión que sustenta el subjetivismo individualista. El centro organizador de toda emisión, de toda experiencia, no está dentro, sino fuera, en el medio social que circunda al ser individual. Sólo el grito inarticulado de un animal se organiza realmente desde el interior del aparato fisiológico de una criatura individual… El habla individual, a pesar de las pretensiones del objetivismo abstracto, de ninguna manera es un hecho individual no susceptible de análisis sociológico en virtud de su individualidad. Si así fuera, ni la suma total de estos actos individuales ni los rasgos abstractos comunes de estos actos… podrían quizás engendrar un producto social. El subjetivismo individualista tiene razón al afirmar que las hablas individuales son lo que constituye la realidad concreta y actual de la lengua, y que tienen efectivamente valor creativo para la lengua; pero se equivoca al ignorar y no poder comprender la naturaleza social del habla y al intentar derivar el habla del mundo interno del hablante.

La estructura del habla y de la experiencia que se expresa es una estructura social. La forma estilística de un enunciado es de tipo social, y la corriente verbal de enunciados, que constituye la realidad de la lengua, es una corriente social. Cada gota de esa corriente es social, y es social toda la dinámica de su producción.

El subjetivismo individualista también tiene razón en que la forma lingüística y su contenido ideológico no son separables. Cada una de las palabras es ideológica y cada una de las aplicaciones de las palabras de la lengua implica cambio ideológico. Pero el subjetivismo se equivoca cuando deriva también este contenido ideológico de las condiciones de la psiquis individual, se equivoca al tomar el habla monologal como su punto de partida fundamental…

Ahora estamos en condiciones de responder la pregunta planteada -¿Cuál es el verdadero modo de existencia de la lengua?-. La verdadera realidad del lenguaje no es el sistema abstracto de formas lingüísticas, ni el habla monologal aislada… sino el hecho social de la interacción verbal que se cumple en uno o más enunciados. La interacción verbal es la realidad fundamental del lenguaje.

El diálogo, en el sentido estricto de la palabra, es, naturalmente, sólo una de las formas –muy importante, por cierto- de la interacción verbal. Pero además puede entenderse el diálogo en un sentido más amplio. .. Un libro, por ejemplo, una actuación verbal impresa, es también un elemento de la comunicación verbal… Está realizado especialmente para su percepción activa, que implica lectura atenta y responsividad interna, y para la reacción impresa, organizada en las diversas formas correspondientes a la particular esfera de esta forma de comunicación verbal –reseñas, estudios críticos, influencia en obras posteriores, etc.-. Además, una actuación verbal de esta clase se orienta también inevitablemente con respecto a actuaciones anteriores… Parte, inevitablemente, de un estado particular que implica un problema científico o un estilo literario. Es como si la actuación verbal impresa se comprometiera en un coloquio ideológico de largo alcance.

Todo enunciado, por importante y completo que pueda ser, es sólo un momento en el proceso continuo de la comunicación verbal. Pero esa comunicación verbal continua, a su vez, no es más que un momento en el proceso generativo continuo y totalmente inclusivo de un agregado social…La comunicación verbal no puede comprenderse ni explicarse fuera de esta relación con una situación concreta.


En llegando a este punto, quizás merezcan la pena algunas preguntas: ¿Puede decirse de una película, de una emisión televisiva, lo mismo que Volsohinov dice de un libro en el penúltimo párrafo? ¿Si vemos a la televisión o al cine como instrumentos de manipulación, y no de diálogo, es por algo propio de estos -por la diferencia entre el audiovisual y el verbal-, o por falta de una correspondiente "esfera de reacción" presente en la sociedad?

SEGUNDA PARTE, CAPÍTULO 3. INTERACCIÓN VERBAL (3)

El intercambio verbal está estrechamente vinculado con otros tipos de comunicación, todos los cuales tienen su origen común en la comunicación de la producción. Se sobreentiende que la palabra no puede divorciarse de su proceso unificado de comunicación… En su relación concreta con una situación, la comunicación verbal está siempre acompañada por actos sociales de carácter no verbal –la ejecución de un trabajo, los actos simbólicos de un ritual, etc.-, y a menudo no es más que un accesorio… El lenguaje adquiere vida y desarrollo histórico precisamente aquí, en la comunicación verbal concreta, y no en el abstracto sistema lingüístico de formas de la lengua…

De todo ello se sigue que el orden para el estudio del lenguaje, con base metodológica, debiera ser:

1) Formas y tipos de interacción verbal en su relación con condiciones concretas.
2) Los géneros del desempeño lingüístico en la conducta humana y la creatividad ideológica.
3) Un nuevo examen, sobre estas nuevas bases, de las formas de la lengua en su presentación lingüística usual.

He aquí el orden que sigue el verdadero proceso generativo del lenguaje: se genera el intercambio social (originado en las bases [materiales]); en éste se generan la comunicación y la interacción verbal; en esta última se generan las formas de la actuación lingüística; finalmente, este proceso generativo se refleja en el cambio de las formas de la lengua.

De todo lo dicho surge… el problema de las formas del enunciado como un todo. Ya hemos señalado que la lingüística contemporánea no lo aborda, pues su análisis no va más allá de los elementos que lo constituyen… Para estudiar las formas de la verdadera unidad, el enunciado, es necesario que no se le aísle del flujo histórico de enunciados… La totalidad se define por sus límites, y estos límites siguen la línea de contacto entre un enunciado dado y el medio verbal (constituido por otros enunciados) y el extraverbal.

… El producto lingüístico realizado exteriormente es una isla que surge del mar sin límites del lenguaje interno; las dimensiones y formas de esta isla están determinadas por la particular situación del enunciado y sus oyentes. La situación y los oyentes hacen que el lenguaje interno se realice en algún tipo de expresión específica exterior que está directamente incluida en un contexto no verbalizado de conducta. En este contexto es ampliado por las acciones, la conducta o las respuestas verbales de otros participantes del enunciado. En enunciados conductales las formas más típicas de totalidades son la pregunta, la exclamación, la orden y el ruego, totalmente desarrollados. Todas ellas (especialmente la orden y el ruego) requieren un complemento extraverbal, y por cierto un comienzo extraverbal… La forma que adoptará una orden… se determina por los obstáculos que puede encontrar, el grado de obediencia que espera, etc.

La estructura del género en estos casos estará de acuerdo con los rasgos únicos y accidentales de las situaciones de conducta. Sólo cuando la costumbre social y las circunstancias fijaron y estabilizaron de modo apreciable ciertas formas en el intercambio de conductas, puede hablarse de tipos específicos de estructura en géneros de lenguaje conductal… Las ruedas de costura en las aldeas, las pláticas de los trabajadores a la hora del almuerzo, tienen sus características propias. Cada situación, fijada y establecida por el uso social, exige un tipo particular de organización de los oyentes, y por lo tanto, un repertorio particular de pequeños géneros de conducta. El género de conducta encaja siempre en el canal de intercambio social que se le asigna y funciona como reflejo ideológico de su tipo, su estructura, su objetivo y su composición social.

Los procesos de producción del trabajo y los procesos del comercio conocen formas distintas para producir enunciados.

Las formas de intercambio ideológico en el sentido estricto del término –formas para discursos políticos, actos políticos, leyes, reglamentos, manifiestos; y formas para expresiones poéticas, tratados científicos, etc.- han sido objeto de investigación especial en retórica y en poética, pero, como ya vimos, estas investigaciones han estado totalmente divorciadas del problema del lenguaje por una parte y del problema del intercambio social por la otra. El análisis productivo de las formas de la totalidad de los enunciados como las verdaderas unidades en el flujo del lenguaje sólo es posible si se considera el habla individual como un fenómeno puramente sociológico. La filosofía marxista del lenguaje debe resueltamente estimar el habla como el verdadero fenómeno del lenguaje y como una estructura socioideológica.

SEGUNDA PARTE, CAPÍTULO 4. TEMA Y SIGNIFICADO EN LA LENGUA

Un significado definido y unitario, una significación unitaria, es una propiedad de cualquier enunciado en su totalidad. Llamaremos ‘tema’ a la significación de un enunciado completo. El tema debe ser unitario, ya que de otro modo careceríamos de fundamento para referirnos a un enunciado. El tema mismo de un enunciado es individual e irreproducible, tal y como lo es el enunciado. El tema es la expresión de la situación histórica concreta que engendró el enunciado. El enunciado ‘¿Qué hora es?’… tiene diferente tema según la situación histórica concreta –aquí ‘histórica’ en dimensiones microscópicas- durante la cual se lo emite y de la cual es, esencialmente, una parte.

El tema de un enunciado es determinado no sólo por las formas lingüísticas que lo contienen –palabras, estructuras morfológicas y sintácticas, sonidos y entonación- sino también por factores extraverbales de la situación… Sólo un enunciado percibido en su alcance pleno y concreto como fenómeno histórico posee un tema.

Pero si nos limitásemos a las condiciones de unidad y de irreproducibilidad de cada enunciado concreto y su tema, seríamos dialécticos muy pobres. Dentro del tema también está el significado que corresponde a un enunciado. Por ‘significado’, a diferencia del tema, entendemos todos los aspectos del enunciado que son reproducibles e idénticos a sí mismos en todos los casos en que se repite. Estos aspectos son abstractos, naturalmente; no tienen existencia autónoma concreta en una forma aislada artificialmente, pero a la vez constituyen una parte esencial e inseparable del enunciado. El tema de un enunciado es esencialmente indivisible; por el contrario, su significado se descompone en un conjunto de significados que corresponden a cada uno de los diversos elementos lingüísticos que integran el enunciado.

El tema es un complejo y dinámico sistema de signos que procura adecuarse a un instante dado del proceso generativo. El tema es la reacción de la conciencia en su proceso generativo al proceso generativo de la existencia. El significado es el aparato técnico para la realización del tema… No hay tema sin significado ni significado sin tema… Es casi imposible comunicar el significado de una palabra particular –al enseñar a otra persona un idioma extranjero, por ejemplo- sin haberlo convertido en elemento del tema, sin haber constituido un enunciado como ejemplo. Por otra parte, un tema debe basarse en cierta fijeza de significado: de otro modo, pierde su conexión con lo que lo precedió y lo que lo sigue, es decir, pierde totalmente su significación.

… El tema es el límite real más alto de la significación lingüística: esencialmente, sólo el tema significa algo definido. El significado es el límite más bajo de la significación lingüística. .. Sólo posee potencialidad… dentro de un tema concreto.

La distinción entre tema y significado adquiere particular claridad en relación con el problema de la comprensión… Cualquier tipo de comprensión genuina ha de ser activa y constituir el germen de una respuesta. Sólo la comprensión activa puede captar el tema: un proceso generativo sólo puede entenderse con la ayuda de otro proceso generativo… Toda comprensión verdadera tiene naturaleza dialogal… El significado es el efecto de la interacción entre el hablante y el oyente producida por medio de la materia de un particular sonido complejo.

… Cualquier palabra usada en el habla real no sólo posee tema y significado en el sentido referencial o de contenido… sino también juicio de valor, es decir, todos los contenidos referenciales producidos en el habla viva se dicen o escriben en conjunción con un específico acento valorativo. No existe la palabra sin acento valorativo.

… El juicio de valor (es) el factor determinante en la elección y despliegue de los elementos fundamentales que sustentan la significación del enunciado. No se puede coordinar ningún enunciado sin un juicio de valor. Todo enunciado es, sobre todo, una orientación valorativa. Por lo tanto, cada elemento de un enunciado no sólo tiene un significado sino también un valor.

… El significado referencial se plasma por la valoración; es ella la que determina, en definitiva, que un significado referencial particular ingrese a la esfera de los hablantes, tanto de la esfera inmediata como de la esfera social más amplia de un determinado grupo… El cambio de significado es siempre, esencialmente, una revaloración: la transposición de una palabra particular de un contexto valorativo a otro. Una palabra es ascendida a un rango más alto o disminuida a uno más bajo.

Precisamente para comprender el proceso histórico de la generación del tema y de los significados que lo implementan, es esencial tomar en cuenta la información social. El proceso generativo de la significación de la lengua está siempre asociado con la generación de la esfera valorativa de un grupo social particular y la generación de una esfera valorativa –en el sentido de la totalidad de lo que tiene significado e importancia para un grupo social particular- está totalmente determinada por la expansión de la base económica.

Al expandirse la base económica provoca una real expansión en el ámbito de la existencia que es accesible, comprensible y vital para el hombre. El pastor prehistórico no se interesaba virtualmente en nada, y virtualmente nada le atañía. Al hombre del fin de la época capitalista le importa directamente todo, y su interés llega a los rincones más remotos de la tierra y hasta a las estrellas más distantes. Esta expansión de su esfera valorativa se produce de modo dialéctico. Los nuevos aspectos de la existencia, ya incorporados a la esfera del interés social, ya en contacto con la palabra y la emoción humana, no coexisten pacíficamente con otros elementos de la existencia incorporados antes, sino que luchan contra ellos, los revalúan, y producen un cambio en su posición dentro de la unidad de la escena valorativa. Este proceso dialéctico generativo se refleja en la generación de propiedades semánticas en el lenguaje. De una vieja significación surge una nueva, y lo hace con su ayuda, pero esto ocurre de modo tal que la nueva significación puede entrar en contradicción con la vieja y reestructurarla.

El resultado es una lucha constante de acentos en cada sector semántico de la existencia. No hay nada en la estructura de la significación de lo que pudiera decirse que transciende el proceso generativo, que es independiente de la expansión dialéctica de la esfera social. La sociedad en proceso de generación expande su percepción del proceso generativo de la existencia. Nada hay en ésta de lo que puediera decirse que es absolutamente fijo. Y así ocurre que el significado –un elemento abstracto, idéntico a sí mismo- es incluido en el tema y expulsado por las vivientes contradicciones del tema, para retornar en la forma de un nuevo significado con fijeza y autenticidad momentánea, como antes.

Nueva entrega, con un esbozo de aplicación de estas ideas al análisis de las películas.

TERCERA PARTE. HACIA UNA HISTORIA DE LAS FORMAS DE EXPRESIÓN EN LAS CONSTRUCCIONES DE LA LENGUA (1)

Producto de la fonética y la morfología comparativa, el pensamiento lingüístico contemporáneo, [con su objetivismo abstracto], es incapaz de considerar otros fenómenos de la lengua sino a través de los cristales de las formas fonéticas y morfológicas… (de evitar) la morfologización de los problemas sintácticos.

… Entretanto, los problemas de la sintaxis tienen enorme importancia para la comprensión de la lengua y su proceso generativo. De todas las formas de la lengua, las sintácticas son las más cercanas a las formas concretas del enunciado, a las formas de las actuaciones lingüísticas concretas… Las formas sintácticas son más concretas que las morfológicas o las fonéticas, y están más estrechamente asociadas con las condiciones reales del discurso. Como a nosotros nos interesan los fenómenos vivos del lenguaje, debemos dar preferencia (al estudio de) las formas sintácticas, (que sólo es posible) sobre la base de una teoría del enunciado, totalmente elaborada.

… El hecho es que las categorías lingüísticas, per se, son aplicables únicamente en el interior de un enunciado… Basta con tomar cualquier enunciado completo… que consista en una sola palabra [‘¡Viva!’]. Si aplicamos a esta palabra todas las categorías empleadas por la lingüística, se hace evidente en el acto que estas categorías definen la palabra exclusivamente en función de un elemento potencial del discurso y que ninguna abarca el enunciado total. Lo que convierte a esta palabra en un enunciado completo permanece fuera del ámbito del conjunto de las categorías y definiciones lingüísticas. Si desarrollásemos esta palabra según los constituyentes básicos… sobreentendidos… obtendríamos una simple oración, y no un enunciado [‘A mí, Olegario Rodríguez… , en este tiempo y lugar… me produce una gran alegría y…’, etc.; simple oración, y no enunciado, porque difícilmente esta oración, si se pudiese completar, cumpliría la función que tiene el enunciar concretamente ‘¡Viva!’ por un hablante concreto, difícilmente podría equivaler a ‘¡Viva!’ o ser concebida como equivalente –glosa de Perestroiko-].

Cualesquiera que sean las categorías lingüísticas que tratáramos de aplicar en esta oración, nunca encontraríamos que la convierte en un enunciado total [individual]… siempre se nos escapará la totalidad verbal, para siempre huidiza y fuera de nuestro alcance.

Este fracaso de la definición lingüística se aplica… a las unidades que dentro de un enunciado… tienen derecho a ser consideradas como unidades completas. Este es el caso de las unidades separadas escritas con sangría, es decir, los párrafos… Si nos propusiéramos indagar en la naturaleza lingüística de los párrafos, seguramente encontraríamos que en ciertos aspectos cruciales los párrafos son análogos a los intercambios en un diálogo. El párrafo es algo así como un diálogo invalidado que se ha introducido en el cuerpo de un enunciado monologal. Detrás del recurso de dividir el discurso en párrafos… se encuentra la orientación hacía el oyente o el lector y el cálculo de sus posibles reacciones. Cuanto más débil sea esta orientación y cálculo, menos organizado será nuestro discurso con respecto a las párrafos… Si pudiéramos imaginar un discurso que ignorase de manera absoluta al receptor… tendríamos un caso de discurso con la división orgánica reducida al mínimo.

… La tarea que nos proponemos para el resto de nuestro estudio es tomar el fenómeno del discurso referido y postularlo como problema desde una orientación sociológica… Con mucha frecuencia tomamos como objeto de discusión nuestro propio discurso o una parte de él –el párrafo precedente, por ejemplo-… En tal caso, la atención del hablante se traslada del referente de su discurso al discurso mismo… Pero aun este desvío… está condicionado por el interés del receptor… (Se estudiarán) los modelos sintácticos –discurso directo, discurso indirecto, discurso cuasidierecto-, las modificaciones de estos modelos y las variantes de estas modificaciones que encontramos en una lengua para referir los enunciados de otras personas y para incorporarlas, como enunciados de otros, en un contexto monologal limitado.

El discurso referido es discurso dentro del discurso, enunciado dentro del enunciado, y al mismo tiempo discurso acerca del discurso, enunciado acerca del enunciado… Siendo ya una unidad de construcción en el discurso del autor, al cual entró por sí mismo, el enunciado referido se convierte en un tema de ese discurso: se introduce en el plan temático de éste precisamente como referido, un enunciado con su propio tema autónomo. El tema autónomo llega a ser de este modo tema de un tema.

… El enunciado del autor, al incorporar el otro enunciado, pone en juego normas sintácticas, estilísticas y de composición… para adoptarlo al plan sintáctico, estilístico y de composición del enunciado del autor, preservando al mismo tiempo… la autonomía inicial… del enunciado referido… Lo que se expresa… en las formas empleadas para el discurso referido es una relación activa de un mensaje con otro, y no se expresa en el nivel del tema sino en las pautas de construcción estabilizadas, propias de la lengua.

Nos estamos ocupando de palabras que reaccionan ante palabras. Pero este fenómeno es fundamentalmente distinto del diálogo. En éste, las líneas de los participantes individuales están desconectadas en cuanto a la gramática; no se integran en un contexto unificado. No puede ser de otra manera, ya que no existen formas sintácticas con las cuales se pueda construir una unidad de diálogo.

… El estudio productivo del diálogo presupone, sin embargo, un estudio más profundo de las formas usadas en el discurso referido, pues estas formas reflejan las tendencias fundamentales y constantes en la recepción activa del discurso de otros hablantes, y esta recepción, en definitiva, es fundamental para el diálogo.

… Las formas del discurso referido constituyen un documento objetivo del modo de existencia del enunciado de otro en la conciencia lingüística interna, real, del receptor, de cómo lo manipula allí y qué proceso de orientación ha sufrido el discurso subsiguiente del receptor con respecto a aquél…

Una vez que aprendimos a descifrarlo, este documento nos proporciona información… sobre las tendencias sociales constantes en una recepción activa del discurso de otros hablantes, tendencias que cristalizaron en formas de lengua. El mecanismo de este proceso no está localizado en el alma individual, sino en la sociedad. La sociedad tiene la función de seleccionar y dar carácter gramatical –adaptar a la estructura gramatical de su lengua- sólo a aquellos factores de la recepción activa y valorativa de enunciados que son socialmente vitales y constantes y, por lo tanto, están arraigados en el ser económico de la particular comunidad de hablantes.


Parece interesante trasponer estas ideas al análisis de las películas, sobre todo las de ficción y, dentro de las de ficción, las históricas.

Depende de géneros, pero en mayor o menor medida una película de ficción ofrece diálogos –junto a peleas, bailes, coitos, etc.-; ofrece, o parece ofrecer. Uno de los más importantes estudiosos del lenguaje del cine, Noel Burch –siguiendo la estela de Eisenstein y otros grandes teóricos soviéticos- ha resaltado cómo la forma habitual de filmar un diálogo en el cine comercial (plano / contraplano, etc.) no es en absoluto natural o ingenua, no es simplemente la mejor forma de testimoniarlo con nitidez: es una determinada restricción de las posibilidades del cine, fuertemente convencional, en función del objetivo de crear una ilusión de realidad donde sólo hay retórica. El mérito del cine “experimental” es sacar a la luz este hecho contando las cosas de otra manera.

Tomando las ideas del texto anterior, podemos decir que el método convencional de empalmar los planos de un diálogo busca enmascarar el hecho de que no estamos viendo un auténtico diálogo entre los personajes (que no estaría restringido por una gramática) sino un discurso referido, la cita del discurso de los personajes por parte de los autores de la película. Parece el reflejo de un diálogo, pero se trata de un monólogo, codificado en una gramática, que en realidad refleja la valoración ideológica de los autores de la película. La forma normal de empalmar diálogos sería la adaptación a una estructura gramatical tácita de los factores de recepción activa socialmente vitales y constantes para el grupo social en el que se integran los autores: pasa por ‘normal’ mientras no afecta a esos factores.

Por eso, mientras en la URSS el cine histórico que hacian los cineastas de verdad era “La caída de los Romanov” (Shub), "Octubre" (Eisenstein), "Arsenal" (Dovzhenko), el modelo del cine histórico de la industria occidental era “La vida privada de Enrique VIII” (Alexander Korda), una aparente mirada “por el ojo de la cerradura” a los diálogos “históricos” de los personajes. Y así se ha reproducido en películas y series hasta hoy, de manera que una película histórica comercial “mejora” mientras es “más realista”, más se parece a un sainete visto en tiempo real y menos a un diálogo con los materiales llegados del pasado. Por eso estos últimos años de “recuperación de la memoria histórica” en España dan lugar a películas como “Las trece rosas” o el culebrón de TVE y no a “Canciones para después de una guerra”.

Películas y culebrón que, de todas formas, constituyen un documento objetivo, pero no de la historia, sino del modo de existencia del enunciado de otro [los protagonistas de los hechos históricos] en la conciencia lingüística interna, real, del receptor [los autores de estas obras], de cómo lo manipula allí y qué proceso de orientación ha sufrido el discurso subsiguiente del receptor con respecto a aquél.

Nota Sab Sep 20, 2008 4:12 pm
Pues con este mensaje llega a su fin esta publicación extractada del clásico libro de Voloshinov. Dado que sólo he querido traer a colación las ideas fundamentales del autor, se hab omitido muchas cosas; y para este último capítulo, los ejemplos tomados de obras de Pushkin, Gogol, Dostoievski, Flaubert, Thomas Mann..., la contextualización en la historia de la gramática y las polémicas con otros escuelas. Por tanto, se ha omitido mucho de lo que Voloshinov emplea para justificar su posición y el título que da a la tercera parte.

TERCERA PARTE. HACIA UNA HISTORIA DE LAS FORMAS DE EXPRESIÓN EN LAS CONSTRUCCIONES DE LA LENGUA (y 2)

Hay, por supuesto, diferencias esenciales entre la recepción activa del discurso de otro y su transmisión en un contexto determinado… Cualquier tipo de transmisión –en particular la codificada- persigue objetivos especiales, a propósito de un cuento, para procedimientos legales, para una polémica científica, etc. Además la transmisión toma en cuenta una tercera persona, aquella a la cual se transmiten los enunciados referidos… Pero eso no cambia la esencia del asunto. Las circunstancias en las que se produce la transmisión y los propósitos que persigue no hacen más que contribuir a que se cumpla lo que ya fue introducido en las tendencias de la recepción activa por la propia conciencia del lenguaje interno. Y estas tendencias, por otra parte, sólo pueden desarrollarse dentro del sistema de formas usadas para referir el discurso en una lengua dada.

Estamos lejos de sostener que las formas sintácticas –por ejemplo las del discurso directo e indirecto- expresan directa e inequivocamente las tendencias y formas de una recepción activa y valorativa del enunciado de otro… Tales formas no son más que modelos normalizados para referir el discurso. Pero, por una parte, estos modelos y sus modificaciones sólo pudieron surgir y tomar forma de acuerdo con las tendencias que rigen la recepción del discurso y, por otra parte, una vez que estos modelos han asumido forma y función en la lengua, a su vez ejercen influencia, regulándolas o inhibiéndolas en su desarrollo, sobre las tendencias de la recepción valorativa que opera dentro del cauce prescripto por las formas existentes.

… En el contexto del lenguaje interno se recibe, comprende y evalúa el habla del otro; allí tiene lugar la orientación activa del hablante. Esta recepción activa del lenguaje interno avanza en dos direcciones: primero, el enunciado recibido es encuadrado en un contexto de interpretación fáctica…; segundo, se prepara una respuesta… Tanto la preparación de la respuesta como la interpretación fáctica se funden orgánicamente en la unidad de la recepción activa… Entre el discurso referido y el contexto que refiere se dan relaciones dinámicas de gran complejidad y tensión… Este dinamismo refleja el de la interorientación social en la comunicación ideológica verbal entre la gente.

Vemos moverse el dinamismo en dos direcciones fundamentales. En primer lugar, la tendencia fundamental de la reacción ante el discurso referido puede ser mantener su integridad y autenticidad. Una lengua puede esforzarse por forjar límites rígidos y firmes para el discurso referido… Esa es la primera dirección, dentro de la cual debemos definir con rigor hasta qué punto una comunidad lingüística dada diferencia la recepción social del discurso que se refiere y hasta qué punto… las cualidades estilísticas del discurso… se sienten como claros valores socialmente importantes… Cuanto más dogmático es un enunciado, cuanto menor es la desviación permitida entre lo verdadero y lo falso o lo bueno y lo malo en la recepción de los que comprenden y evalúan, mayor es la despersonalización que sufren las formas de discurso referido…

Los procesos que observamos en la segunda dirección… son de naturaleza exactamente opuesta. La lengua crea medios para infiltrar en el discurso referido la réplica del autor y su interpretación con habilidad y sutileza. El contexto que refiere trata de quebrar la densidad propia del discurso referido, de disolverlo, de borrar sus límites… El ímpetu por debilitar los contornos del enunciado puede originarse en el contexto del autor, y en tal caso el contexto impregna el discurso referido con su propia entonación… También es posible un tipo bien distinto:... el discurso referido comienza a disolver, digamos, el contexto que lo refiere… En obras de ficción a menudo esto se expresa estructuralmente, mediante la aparición de un narrador que reeemplaza al autor… El narrador no puede oponer a la posición subjetiva de los personajes un mundo más autoritario y objetivo.

… hay que tener en cuenta la posición que ocupa en la jerarquía social de valores un discurso particular que ha de ser referido. Cuanto más fuerte es la sensación de encumbramiento jerárquico en el enunciado del otro, con mayor claridad se definen sus límites, y el enunciado es menos accesible a la penetración de tendencias externas de interpretación y réplica.

… El caso más importante de fusión interferencial de de dos actos de habla con distinta orientación (por ejemplo, la irónica y burlona de un narrador respecto a la solemnidad del discurso del protagonista de lo narrado)… es el discurso cuasidirecto… En la forma cuasidirecta, reconocemos el enunciado de otra persona no tanto en función de su mensaje, considerado en abstracto, sino sobre todo en función de la acentuación y entonación del personaje citado, en función de la orientación valorativa de su discurso. Percibimos los acentos y entonaciones del autor interrumpidas por los juicios de valor de otra persona. Y es aquí donde se manifiesta la diferencia entre el discurso cuasidirecto y el sustituido, en el que no aparecen nuevos acentos en presencia del contexto autoral que lo rodea…

En la mayoría de los casos, y especialmente en el área donde el área del discurso cuasidirecto ha alcanzado gran expansión –el área de la moderna ficción en prosa- sería imposible transmitir la interferencia valorativa por medio de la voz. Además, el desarrollo del discurso cuasidirecto está ligado a la trasposición de los géneros de prosa a un registro silencioso, es decir, para lectura silenciosa. Sólo este ‘silenciamiento’ de la prosa pudo hacer posible la multiplicidad de niveles y la complejidad (superior a las posibilidades de la voz) de las estructuras entonacionales que son tan características de la literatura moderna.

… El surgimiento y el desarrollo del discurso cuasidirecto debe estudiarse en estrecha asociación con el desarrollo de otras modificaciones pintorescas del discurso directo y del indirecto. Podríamos ver entonces que el discurso cuasidirecto se ubica en la senda principal de desarrollo de las lenguas europeas modernas, y que señaliza un cruce muy importante en las vicisitudes sociales del enunciado. El triunfo de las formas extremas del estilo pintoresco en el discurso referido no puede explicarse, por supuesto, ni en función de factores psicológicos ni de los propósitos estilísticos individuales propios del artista, sino en función de la extensa subjetivación general de la palabra-enunciado ideológica. No es más un monumento, ni siquiera un documento, de una posición ideacional sustantiva; se presenta sólo como expresión de un estado subjetivo accidental. Los revestimientos tipificadores e individualizadores que ofrece el enunciado han alcanzado tan alto grado de diferenciación en la conciencia lingüística que llegan a oscurecer y relativizar totalmente el núcleo ideacional de un enunciado, que implica una posición social responsable.

El enunciado (entonces) ya no constituye el objeto de una consideración ideacional seria. La palabra categórica, la palabra ‘de los propios labios’, la palabra declaratoria sigue viva sólo en los escritos científicos. En todos los otros campos de la creatividad ideológica verbal… toda la actividad… consiste en juntar palabras de otras personas… Incluso en las humanidades se desarrolló la tendencia de suplantar afirmaciones responsables sobre un problema por una descripción de la situación contemporánea con respecto a ese tema, incluyéndose la computación de ‘los puntos de vista que prevalecen en la actualidad’, lo cual es considerado a menudo como la solución más sería del problema.

Todo esto indica la alarmante inestabilidad así como la inseguridad de la palabra ideológica. La expresión verbal en la literatura, en la retórica, en la filosofía y en los estudios humanísticos se ha convertido en el reino de las “opiniones”, y el rasgo predominante de estas opiniones no es qué se ‘opina’ realmente en ellas sino cómo –de que manera individual o típica- se realiza el acto de opinar.

Esta etapa de las vicisitudes de la palabra en la Europa burguesa actual y aquí en la Unión Soviética –en nuestro caso, hasta hace muy poco tiempo- puede caracterizarse como la etapa de la transformación de la palabra en una cosa, la etapa de la depresión en el valor temático de la palabra.

… No hace falta subrayar aquí los factores sociales subyacentes que explican este proceso… (Hay una) fundada afirmación de Lorck acerca del único camino por el que puede producirse el restablecimiento de la palabra ideológica, la palabra con su tema intacto, la palabra impregnada de juicio de valor social categórico y seguro, la palabra que realmente significa y asume la responsabilidad de lo que dice: ‘Existe una sola posibilidad de que una lengua esclerotizada rejuvenezca: el proletariado debe arrebatar la palabra a la burguesía’.


Supongo que mucho de los que se dice en este capítulo resultará familiar a los que hayan trabajado en 'animación sociocultural' y otras zarandajas. Sobre si la circulación de archivos por internet es signo de la potenciación de su valor temático o de otra tendencia... 'la respuesta está en el viento'.

Nota Dom Sep 21, 2008 9:02 am
Tengo por cosa deseable la existencia de estudios que nos ayuden a ver en la cultura algo más que un producto de consumo o un estimulante que desaparece tragado por el sumidero del gusto individual o de “las necesidades de la acción”; la existencia de estudios que nos ayuden a asimilar la cultura como algo valioso precisamente porque –y no a pesar de que- tiene causas y consecuencias en un contexto de relaciones humanas. La obra de la que proceden las extensas citas anteriores es muy inspiradora en ese sentido.

Marxismo y filosofía del lenguaje es una obra escrita en polémica con corrientes de pensamiento de los años veinte (lingüística estructural, fenomenología, etc.). A ellas y a la hegemonía cultural de los países desde los que irradiaban se las llevó el viento de la II Guerra Mundial y las evoluciones posteriores, y parece difícil que resuciten para rebasar los grandes avances de las corrientes que tomaron el relevo, desarrolladas sobre todo en el área anglosajona. Sin embargo, estos avances no hacen a Marxismo y filosofía del lenguaje una obra anticuada, frente a lo que podría parecer –sería anacrónico contraponer a Voloshinov con cualquier autor moderno, empeñarse en ‘refutar’ a uno de ellos tomando como lemas citas literales aisladas del otro-.

Si hubiera vivido, Voloshinov se habría encontrado con la decepción de cómo uno de sus principios, aplicado unilateralmente, ha servido en el marco académico para lo contrario de lo que esperaba. En efecto, dando la prioridad al contexto sobre el significado es como han florecido todas las escuelitas que, desde el fideísmo wittgensteiniano, pretenden que la religión es una forma de vida más que puede sustraerse al análisis crítico, que sólo cabe interpretar en su contexto…

Las ocasionales vaguedades en la argumentación de Voloshinov, que permiten tales abusos respecto a sus principios, quizás residen en haber escrito en el marco del materialismo dialéctico, marco que permite a ratos despreocuparse del rigor conceptual, dejando a la Historia (como equivalente de ‘la conciencia’ de los idealistas) que haga el trabajo de aclaración…

Sin embargo, los lectores de alguien tan prestigiado como Umberto Eco podrán darse cuenta, sin mucho esfuerzo, de que los argumentos y caracterizaciones de Eco aparecen como un refinamiento de los de Voloshinov; especialmente, los que estudian la asignación de referencia a las palabras como un tipo de contrato social.

A grandes rasgos, la identificación del referente de una palabra como ‘manzana’ –saber qué tenemos que buscar cuando se nos dice ‘Busca una manzana’- depende de tres constituyentes de la palabra:

    - El tipo cognitivo (TC), o aquello que cada usuario del lenguaje asocia en su mente con la palabra.
    - El contenido nuclear (CN), ‘interpretante público de la palabra’, las instrucciones sociales que distinguen entre tipos cognitivos correctos e incorrectos –de modo que la persona que tenga un mismo TC para manzanas y peras será corregido por sus vecinos en algún momento, si el idioma de todos ellos distingue entre ambas frutas-. Se transmiten con la educación, mediante libros, costumbres, etc. La unidad de una comunidad lingüística –por encima de las clases que la componen- viene dada porque cada miembro asocia el mismo CN a las mismas palabras.
    - El contenido molecular (CM), los rasgos que cada quien añade al CN en función de su experiencia, intereses profesionales, etc. Un agricultor puede asociar a ‘manzana’ rasgos que para el mero consumidor son indiferentes. La formula química del agua forma parte en principio del CM de la palabra ‘agua’–en su uso por los científicos o los médicos-, no del CN. Un analista de laboratorio asocia con ‘mierda’ distinciones que no asociamos los profanos. Los acentos ideológicos de los que habla Voloshinov formarían parte del CM, variando con cada clase social dentro de una comunidad.

En el uso real del lenguaje, habría un constante vaivén entre los TC de cada persona y los CM de cada sector, revisando y confirmando u alterando los CN vigentes –si donde pongo ‘vaivén’ se quiere escribir ‘dialéctica’ para que quede más mono, nada que objetar, pero eso no autoriza para colar de matute la metafísica de las contradicciones-. El proceso de comunicación es un proceso de confirmación o modificación de los CN en base a los TC y los CM de cada participante. Por eso Eco dice que la referencia de las palabras se contrata, es una especie de contrato social –en que nos aceptan ampliar su TC –‘educarse’-, otros incorporar aspectos del CM al CN –‘salir de la torre de márfil’, etc-. Y aquí es donde Eco y Voloshinov divergirían: donde Eco pone la metáfora de contrato –junto a anécdotas, chistes culturales, etc.-, Voloshinov pondría la historia de la lucha de clases.

Las clases o grupos dominantes mantendrán su dominio en tanto sus CM no sean alterados, en tanto no accedan exitosamente al CN acentos que los cuestionen. La lucha ideológica será, para las clases dominantes, la lucha por neutralizar los acentos cuestionadores que se infiltren en el CN. A grandes rasgos: hay lucha ideológica, por ejemplo, entre por un lado los varones que –a grandes rasgos- esperan que el CN de ‘mujer’ incluya una rápida predisposición a servir como reposo del guerrero y por otro los referentes sometidos a presión en nombre de CM tan arbitrario. El que esta descripción se acentúe como una exageración (evidenciada normalmente según las mejores artes del discurso cuasidirecto) es, por cierto, signo del lado de la barricada en que se encuentra el acentuador.

Nota Sab Ene 30, 2010 10:58 pm
La editorial argentina Godot ha publicado una nueva traducción de El marxismo y la filosofía del lenguaje, con la ventaja de ser directa desde el ruso -no desde el inglés, como la de Nueva Vision de la que se obtienen las citas de arriba-. Por lo que he leído, las mayores diferencias se centran en traducir como significación lo que Nueva Visión traducía como "significado" y en usar palabras de la familia de discurso donde Nueva Visión utilizaba palbaras de la familia de "verbal" o "hablado".

La web de la editorial permite descargar (.pdf) la introducción de la traductora. Da la impresión de que la buena mujer soporta con estoicismo tener que traducir un libro de orientación marxista -y de un autor crítico con Freud-, cuando le gustaría estar traduciendo al maestro de éste, Bajtin.


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