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WITTIG, Monique

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WITTIG, Monique

Nota Vie May 21, 2021 9:18 pm
Monique Wittig

Portada
(wikipedia | dialnet)


Introducción

En Público se escribió:Licenciada en Letras y Doctora en Lingüística, trabajó en la Biblioteca Nacional de París y en una editorial, además de colaborar con Simone de Beauvoir y la economista socialista Christine Delphy en la revista Questions feministes.

Monique escribió novela, teatro, ensayo y poesía siendo sus escritos en torno al lesbofeminismo los que más polémica y respeto generaron. Su primera novela, L’opoponax (1964), ya fue merecedora del conocido Premio Médicis, pero fue su obra Las guerrilleras (1969), escrita después de su participación en la movilizaciones del Mayo del 68 parisino, la que más interés despertó, y aún despierta. Este libro, junto con El cuerpo lesbiano (1973) son fundamentales para el lesbofeminismo.

Wittig desafió al feminismo tradicional, rompiendo con algunas de las premisas de su pensamiento relativas al sexo, concluyendo que no se nace mujer, llegando a negar incluso que las lesbianas lo sean. En 1976 se trasladó a Arizona (EEUU), dónde se dedicó a dar clase en la universidad y a seguir escribiendo, y allí murió en enero de 2003.





Bibliografía compilada (fuente)





Ensayo





Artículos



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Eduardo Nabal, en “Monique Wittig y la ruptura del sujeto 'mujer'”, en Izquierda Diario, el 27 de julio de 2018 escribió:
    Aunque es conocida por su influyente ensayo El pensamiento heterosexual (traducido al español hace unos años) donde afirma provocando una suerte de cataclismo en el pensamiento feminista del siglo XX la frase Las lesbianas no son mujeres, Monique Wittig ha dejado además un legado literario de calado político incalculable.

La labor de sus textos, la mayoría insertos en una personalísima prosa poética llena de extrañas resonancias, se pelean con el lenguaje y a la vez lo consideran como una herramienta de construcción y deconstrucción, un lenguaje que va más allá del humanismo androcéntrico e incluso del feminismo esencialista, del que es heredera, pero al que cuestiona con su reinvención de la gramática, con su nueva forma de concebir el cuerpo desde una mirada no heterocentrada.

Desafiar el océano del silencio, volver a la fábula y la leyenda, a la antigüedad para derribar el canon, pero también evidenciar los silencios que ocultan las convenciones del lenguaje masculinista y heteropatriarcal. Y también la construcción de mundos poéticos aparentemente situados en la lejanía (las amazonas, la isla de Lesbos) para desmotar categorías vigentes sobre la forma de pensarnos más allá de los binarismos de género.

Wittig como Foucault es considerada una precursora por excelencia de la “teoría queer”, ya que ponen el mecanismo que nombra el sexo el primer término al tiempo que lo superan y destruyen poniendo en evidencia las instituciones al servicio de la heterosexualidad obligatoria como el matrimonio, el amor al uso, la clase médica al tiempo que la autora juega con los clásicos de la literatura masculina cambiando el sexo de personajes clásicos como el Quijote y Sancho, esbozando un nuevo diccionario para las amantes, desmontando y remontando El cuerpo lesbiano.

Tal vez hoy El pensamiento heterosexual no puede pensarse fuera de su contexto cronológico de opresión femenina y negación del lesbianismo, pero estos presupuestos, aunque trasformados no han desaparecido del todo. Como no ha desaparecido del todo la guerra de los nuevos feminismos contra un lenguaje blanco, masculino, occidental, heterocentrado, binario... La supuesta fricción del feminismo y la teoría queer se aclara leyendo a gente como Wittig que desmontan la categoría “mujer” para hacerla más diversa, más inclusiva, más potente. Surgen los feminismos y se cuestiona la heterosexualidad como institución de instituciones. Butler en Merely Cultural llama a la izquierda a ser más interseccional e inclusiva con los temas de género, raza y sexualidad que determinan de un modo u otro el modo de vida de todas las personas, cruzándose de forma sutil o violenta.

Wittig bebe de fuentes anteriores como el “No se nace mujer, se llega a serlo” de Simone de Beauvoir, pero lo fuerza al terreno en el que no hay por qué llegar a serlo. Heredera del materialismo histórico (traductora de Marcuse al francés) propone una lucha entre los sexos paralela a la lucha de clases, pero es fundamental su batalla inacabada contra un vocabulario heterocentrado y un pensamiento en el que lo femenino debe ser reinventado, dejando de ser subalterno, reescribiendo sus formas de expresión y luchando por su propio lenguaje. Su prosa contiene aún más rabia y pasión revolucionario que en sus ensayos al cuestionar la materialidad del cuerpo dictada por la heterosexualidad abriendo las puertas a filósofas de Judith Butler que llegan a afirmar el carácter socialmente construido no solo del género sino también del sexo, un sexo afianzado por instituciones que todavía persisten y se transforman sin abrir nunca del todo las puertas de Wittig a un nuevo lenguaje con el que re-nombrar y re-construir el mundo.

En el ensayo colectivo editado por Icaria Las lesbianas (no) somos mujeres, diferentes autoras se aproximan desde ópticas dispares pero complementarias al pensamiento y la obra- ensayística y literaria- de esta influyente pensadora francesa, adelantada a su tiempo, y objeto de numerosas controversias todavía abiertas. Desde sus comienzos en el nouveu roman y el materialismo histórico hasta su paso a la prosa poética y el ensayo con su particular visión del feminismo lesbiano deconstruccionista, Wittig ha influido en numerosos nombres posteriores, tanto dentro de la filosofía, el feminismo como la literatura no heterocentrada.

Editado por Beatriz Suárez Briones incluye aproximaciones de académicas, pensadoras y activistas como Elvira Burgos, Maria Jesús Fariña Busto o Gracia Trujillo, que ven en Wittig aquí y ahora una gran autora y un renovado “espacio de posibilidad”.


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