RebeldeMule

BOLLIER, David

Libros, autores, cómics, publicaciones, colecciones...

BOLLIER, David

Nota Mar Sep 05, 2017 12:02 pm


Introducción

En Wikipedia se escribió:Activista estadounidense, escritor y estratega político.​ Es becario senior en The Norman Lear Center en el USC Annenberg School for Communication, colabora con asiduidad con el productor/guionista televisivo Norman Lear y escribe informes sobre tecnología para el Aspen Institute.

Bollier es también director de On the Commons, donde escribe con frecuencia.

Bollier define su trabajo como "enfocado en promocionar los bienes comunales, haciendo entender cómo las tecnologías digitales están cambiando la cultura democrática, luchando contra los excesos de las leyes de propiedad intelectual, fortaleciendo los derechos del consumidor y promoviendo el activismo social”.

Es cofundador del grupo de interés público Public Knowledge, donde actúa como miembro numerario.





Bibliografía compilada (fuente)





Ensayo





Artículos





:str: Vídeos

    Presentación del libro Think like a commoner (Pensar desde los comunes) a cargo de su autor, David Bollier, el sábado 19 de noviembre de 2016 en la cantina de Medialab Prado (Madrid), en colaboración con Traficantes de Sueños; en conversación con Ann Marie Utratel y Susa Oñate de Guerrilla Translation


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Re: BOLLIER, David

Nota Mar Sep 05, 2017 1:14 pm
fuente: http://www.eldiario.es/colaboratorio/pr ... 47189.html



Entrevista a David Bollier

En torno a la economía y las relaciones del procomún


Portada



Goteo.org

El Diario.es // 2 de mayo de 2013







Enric Senabre: Desde comunidades digitales de código abierto, hasta grupos rurales o indígenas preservando su tierra y sus usos, pasando por ejemplos de patrimonios culturales en todo el mundo como son las lenguas, una vez que alguien comienza a pensar en el procomún (en tanto que recursos que se mantienen en común, al margen de la propiedad privada) éste parece estar en todas partes, bajo muchas formas. ¿Hasta qué punto compartes esa percepción? ¿O los ejemplos digitales y presenciales de procomunes, pese a ricos y variados, son una parte minoritaria de la vida y la sociedad en comparación con el Mercado y el Estado?

David Bollier: Si bien es posible acercarse a la idea del procomún como "bienes comunes" (es decir, las cosas que compartimos) cuanto más profundamente uno se adentra en el procomún, especialmente como participante, más obvio resulta que el procomún es como una lente diferente para entender el mundo. Así como la cultura del Mercado tiene su propio orden implícito sobre cómo debemos relacionarnos con la naturaleza, con los objetos y con los demás, del mismo modo el procomún implica una forma diferente de percibir y de ser. No se trata de transacciones impersonales, mediadas por dinero y que se traducen en el intercambio de bienes para progresar materialmente en base solo al interés de uno mismo, ese paradigma básico del mercado. El procomún en más un verbo que un sustantivo. Se trata de compromisos sociales y negociaciones en constante evolución para la gestión responsable de un recurso compartido. Por lo tanto el procomún no es sólo el propio recurso, en tanto que artefacto o algo físico, sino la comunidad y sus prácticas, los valores y la cultura que se acuerdan para la gestión del recurso. Todo ello es siempre algo en proceso, una dinámica en desarrollo. No es sólo "una cosa".

El procomún pueden ser un modelo amenazante para muchos agentes corporativos y gubernamentales, ya que propone un empoderamiento de las personas y un papel diferente, más activo para la gente que el simplemente consumir o votar. También sugiere otro tipo de legitimidad social y moral, y las diferentes formas de satisfacer las necesidades de cada uno. Por lo tanto suele darse una tensión cultural entre la perspectiva del procomún y las nociones convencionales de "ciudadanos que envían peticiones al Estado para que cambie". Si bien hay inmensas diferencias entre tipos de procomún (especialmente aquéllos que tienen que ver con los recursos naturales y la información digital) el paradigma social básico es el mismo: “¿Cómo puede una comunidad distinta proteger un recurso compartido en el tiempo y asegurar que el sistema siga siendo accesible y utilizable de modo justo y equitativo?”.


Enric: La conferencia internacional The Economics of the Commons que tendrá lugar este Mayo en Berlín, de la que eres co-organizador junto a diferentes expertos e instituciones, tiene la finalidad de explorar nuevas ideas, prácticas y alianzas alrededor del procomún. Surge tras intensos talleres en diferentes regiones del mundo, junto a muchas personas involucradas en el estudio y la experiencia directa en la acción colectiva y la gestión colectiva de recursos. Aunque la conferencia tendrá lugar en Alemania, y Europa se encuentra ahora en un proceso político y económico muy especial debido a las dinámicas depredadoras de la economía de Mercado, ¿cómo ves la evolución de los “commoners” o “procomuneros” y sus comunidades de práctica en conjunto, desde una perspectiva global? ¿Cuáles son para ti las principales diferencias entre procomunes poniéndose en práctica o defendiéndose en diferentes partes del mundo?

David: A pesar de que hay enormes diferencias entre agricultores filipinos, hackers brasileños, comunidades de subsistencia africanas, eruditos que publican en revistas de acceso abierto, los jardineros y agricultores de una comunidad, y muchos otros, las tenazas de la economía de Mercado están empezando a revelar que todas estas personas tienen mucho en común, como procomuneros. Por lo general, sufren la presión o son víctimas de los mercados, y ahí su patrimonio común está convirtiéndose en una poderosa fuente de autoabastecimiento, de solidaridad y de identidad. Así que la gente está empezando a despertarse y ver que sus comunidades (que incluso pueden no reconocer como un procomún) son formas alternativas de creación de valor, fuera del Mercado y el Gobierno. Eso está llevando a una nueva conceptualización de la política y la gobernanza, a un nuevo abanico de posibilidades más allá de las disponibles a través del concepto de ciudadanía tradicional (es decir, la votación, la promoción de políticas, etc). Este cambio de perspectiva se puede ver en la proliferación de "movimientos alternativos" que se niegan a trabajar en "el sistema" porque se dan cuenta que el sistema es demasiado corrupto, ineficaz o dominado por corporaciones que quieren lograr lo que sea a toda costa. La primavera árabe, el movimiento Occupy, los Indignados, Anonymous y muchos otros son síntomas de una profunda insatisfacción con la maquinaria económica y política neoliberal, la cual está provocando enormes daños e incumplimientos de promesas.

A la luz de todo esto, el gran reto para los procomuneros de todo el mundo es descubrirse entre sí y coordinar libremente su trabajo aprendiendo unos de otros. Debemos empezar a formular una visión más desarrollada, una filosofía y un conjunto propuestas políticas, sin dejar de tener en cuenta, cuidar, gestionar y mejorar cada procomún individualmente. No obstante, no veo esos esfuerzos evolucionando hacia una nueva ideología o movimiento centralizado, ya que el procomún se basa más en prácticas sociales (participación, debate, negociación, experimentación, gestión auto-organizada) que en un formulaciones intelectuales. Pero muchas variantes “fractales" del procomún necesitan (re)conocerse y darse cuenta de que no están aisladas. Este reconocimiento abre la puerta a nuevos tipos de conversaciones y a la cooperación transnacional, a pesar de las diferencias significativas entre procomuneros que viven en diferentes lugares. Por ejemplo, los agricultores de los países del Sur pueden utilizar el lenguaje y la identidad del procomún para hacer valer nuevos tipos de solidaridad con los habitantes de los países industrializados, que están tratando de relocalizar sus economías y luchar para limitar el alcance del copyright y las patentes. Cada uno funciona en diferentes circunstancias, pero cada uno se enfrenta también a batallas muy similares y podría convertirse en una fuerza poderosa al reunirse. Piensa por ejemplo cuántas fuerzas comunes y basadas en el P2P o redes entre iguales se unieron para luchar contra el ACTA. Un tipo de conversaciones y colaboraciones políticas que están aún en una fase muy temprana.


Enric: Para la conferencia se tendrá especial cuidado en evitar una "sectorialización" de la discusión en torno al procomún, fomentando una "narrativa general" coherente con el concepto que está nutriendo el cambio social global y aplicándose a través de diferentes sectores. ¿En qué medida crees que las diferencias entre las experiencias digitales y offline del procomún, así como entre las personas y sus prácticas cotidianas en ese ámbito, podrían generar una discusión no constructiva o incluso fricciones?

David: Existen importantes diferencias culturales entre los procomuneros que trabajan en espacios digitales y los que están trabajando, por ejemplo, la tierra, el agua, los bosques o la pesca. Pero creo que es en el mejor interés de todos ellos y ellas, sin importar su dominio específico, el reconocer que: (1) El procomún no debe ser absolutamente definido por el recurso gestionado, sino por los valores, las prácticas y la ética cultural de bienes comunes más generales. (2) Las líneas entre el procomún ecológico y procomún digital se confunden tanto que no tiene sentido separar los dos reinos. Todos los procomunes se basan en la colaboración social y en el conocimiento compartido. A veces, este proceso implica el Internet, a veces no. (3) Sin importar su procomún específico, las personas que los integran tienen intereses comunes en el desarrollo de una visión del mundo alternativa para hacer frente a las patologías del capitalismo de mercado y validar algunas alternativas constructivas, positivas (digamos que del "sector procomún"). Mi esperanza es que los procomuneros puedan libremente reconocer y aprender de sus diferencias (¡que son las que nos hacen humanos!), sin que esas diferencias de vuelvan divisivas y destructivas. Todavía hay un montón de relaciones personales que deben desarrollarse, junto con más de aprendizaje y reflexión. Espero que la conferencia en Berlín del 22 al 24 de mayo ayude a avanzar en esos objetivos.


Enric: En relación a próximos pasos para la acción en la expansión y refuerzo del procomún, ¿qué modelos ves surgiendo alrededor como alternativa a los modelos económicos y de aprovisionamiento actuales? ¿Y en la política? ¿Qué transformaciones en este sentido crees que son más relevantes para un nuevo tipo de sociedad?

David: Creo que estamos en las primeras etapas de un rico proceso de experimentación e innovación basados en el procomún, gran parte de ello acelerado por Internet y por nuestra creciente conciencia de nosotros mismos y de nuestro trabajo como procomuneros. También estamos aprendiendo un montón al (re)descubrir modelos muy antiguos de gestión de procomunes que ni siquiera han sido considerados como tales, como sucede en comunidades indígenas y tradicionales. Las lecciones que estamos aprendiendo van más allá de la identificación de nuevos "modelos" y realmente implican el aprendizaje de nuevas formas de vivir uno su propia vida y de ver el mundo. En cualquier caso, nuevas ideas están surgiendo con más rapidez cada día, y constantemente se están compartiendo y mejorando, a nivel mundial. Vosotros participasteis en el reciente Primer "Wikisprint" Iberoamericano, entre procomuneros latinoamericanos y españoles y proyectos P2P. Ése fue un gran ejemplo de la rápida creación de redes y el descubrimiento mutuo, y tuvo lugar en torno a un conjunto altamente disperso de bienes comunes digitales. Creo que los nuevos sistemas de colaboración digital y de crowdfunding constituyen una enorme promesa, así como procomunes "eco-digitales" que combinan el uso de Internet con la agricultura y otros recursos naturales, o en las cooperativas y modelos de consumo colaborativo, así como en nuevos modelos a través de plataformas digitales que están intentando incrustar "sistemas constitucionales" de gobernanza y normas dentro de sí mismos (leyes algorítmicas, se podría decir, a la manera de Bitcoin). Eso reduce al mínimo la necesidad de tomar como referencia a las instituciones tradicionales del Estado y el derecho convencional para reconocer las preocupaciones de cada individuo y hacer cumplir las reglas (ya hemos estado allí antes y sabemos cómo termina la historia por ese camino).

Pero más allá de cualquier modelo en particular, el verdadero reto es idear maneras mejores y más fiables para que un procomún siga siendo un bien común. Esto es, ¿cuáles son los nuevos y/o mejores mecanismos sociales, tecnológicos y jurídicos para prevenir parcelamientos de lo que es común? La apropiación privada de nuestra riqueza común para finalidades del Mercado sigue siendo el reto más importante para cualquier nuevo modelo de intercambio y aprovisionamiento. Cualquier nuevo modelo no sólo debe estar basado en lo común, debe activar procomunes reproducibles (capaces de replicarse mediante la prevención de parcelamientos destructivos). Por ejemplo, muchas plataformas abiertas pueden albergar actividades y bienes del procomún, pero no necesariamente pueden impedir la apropiación corporativa de lo que producen. Ése puede ser el próximo gran desafío para el movimiento de la "apertura": diseñar sistemas eficaces de gobernanza para asegurar que en situaciones así un procomún sigue siendo un procomún. Afortunadamente, a medida que Internet y las redes digitales se vuelven omnipresentes en el planeta, cada vez tiene más sentido el imperativo de diseñar nuevos tipos de estructuras de gestión basadas en el procomún. Ésa es sin duda la mejor manera para que un grupo de personas en torno al procomún obtengan el mayor valor de las redes abiertas (y no sólo en un sentido financiero o monetario). Aquí he escrito algo más al respecto, por si alguien quiere seguir profundizando.

Re: BOLLIER, David

Nota Mar Sep 05, 2017 2:17 pm
fuente: http://www.eldiario.es/interferencias/P ... 61061.html



Entrevista a David Bollier

Pensar desde los comunes


Portada



Interferencias

El Diario.es // 1 de marzo de 2016




El aire, la biodiversidad, el genoma, el lenguaje, las calles, Internet... Los comunes no nos rodean: nos atraviesan y constituyen, nos hacen y deshacen. De todos y de nadie, sostienen el mundo, son el mundo. En el cuidado y enriquecimiento de los comunes nos jugamos la vida misma. Es un asunto demasiado importante como para dejarlo en manos del Estado o del mercado. Nuestro desafío es hacernos cargo en común de un mundo común.

David Bollier es activista y una voz destacada dentro del movimiento de los comunes. Junto a Silke Helfricht, también activista de los comunes, han coordinado la antología Patterns of Commoning donde hacen hincapié en que los comunes no pueden definirse en términos de objetos, recursos ¡ni siquiera de bienes!, sino como estructuras, modelos y procesos sociales.

El libro recopila más de 50 ensayos provenientes de 20 países firmados por activistas, académicos y líderes de proyectos relacionados con los comunes. Los temas incluyen monedas alternativas, maquinaria agrícola de código abierto, bosques comunitarios, comunes de co-aprendizaje, comunes de teatro, proyectos de mapeado, el procomún urbano, los comunes digitales y mucho más. La revista Shareable entrevistó a Bollier sobre el libro y el futuro de los comunes, es la entrevista que puedes leer a continuación.


Interferencias: En el libro, Silke y tú hacéis hincapié en lo que describís como esa conciencia de pensar, aprender y actuar desde los comunes, algo vital para el movimiento del mismo nombre. ¿Qué supone esto para ti?

David Bollier: Supone la deconstrucción de algunas dicotomías que damos por sentadas, como las dicotomías entre lo público y lo privado, lo colectivo y lo individual, lo racional y lo irracional, ya que en la esfera de los comunes estas polaridades se confunden.

Tenemos que hablar del procomún como un todo orgánico, no como una máquina que podemos desensamblar o diseccionar. Es un organismo viviente y eso es, precisamente, lo que tenemos que estudiar: su vivacidad.

La ciencia moderna convencional se niega a explorar la vivacidad. Sin embargo, hace gala de muchas categorías reduccionistas incapaces de llegar a la esencia de -ya no sólo lo que es ser un ser humano- sino un ser humano vivo en un planeta vivo. Creo que el procomún quiere entablar un diálogo con esas preocupaciones. Por tanto, no es de sorprender que no tenga cabida dentro de las categorías intelectuales convencionales utilizadas por los investigadores, por poner un ejemplo concreto.


Interferencias: Una de las cosas que más me llamaron la atención del libro es que los políticos y expertos no pueden diseñar o construir comunes desde arriba y esperar que prosperen. ¿Cuál es la distinción entre un procomún orgánico y uno fabricado?

David Bollier: Cuando los comunes están patrocinados por las instituciones, no pueden disfrutar de ese mismo espíritu de dedicación, propiedad y creación mutua que surge desde abajo. En tal sentido, siempre serán objetos dentro de una obra ajena con directores externos, en vez de ser la expresión de un brote creativo surgido de las propias personas para satisfacer sus intereses, necesidades y vida interior

Las instituciones son marcadamente incapaces de evidenciar o expresar las necesidades interiores de las personas y sus anhelos, pero creo que los comunes pueden hacerlo y lo hacen. Ahí está la esencia de esa vivacidad a la que me refería. Los comunes contienen una energía y un entusiasmo propios capaces de perpetuarse a sí mismos. A veces incluso vemos destellos de auténtica belleza y eso es muy especial. Todo esto se entiende en el contexto de que el procomún es un fenómeno social, histórico y cultural único y propio del momento en el que surge para expresar las necesidades reales de las personas.

Esto dista mucho del análisis de asignación de recursos que algunos utilizan para intentar comprender los comunes. Lo cual no quiere decir que algunos de esos análisis de recursos no tengan su razón de ser, pero solo constituyen una parte del todo.


Interferencias: El libro explora una noción muy interesante: hay muy pocos aspectos de la vida o de la producción que no podrían reestructurarse desde los comunes. En estos dos últimos libros, has presentado una sorprendente variedad de proyectos relacionados con lo comunal. Describe tu visión de una economía o un mundo basado en los comunes.

David Bollier: En cierto modo, eso es como preguntar qué aspecto tendrá un niño de tres años llegado a los cincuenta o a los ochenta.

Hay muchísimas experiencias vitales que, a decir verdad, son contingentes, impredecibles. Hay todo un proceso de desarrollo que creo que tiene que desplegarse y emerger antes de que podamos hacer predicciones.

Dicho eso, no creo que se trate de algo que precise de una autoridad central para diseñarlo, apropiárselo y después construirlo. Creo que se trata de un proceso de desarrollo más bien biológico, o incluso evolutivo, que se verá animado por muchos principios y dinámicas a pequeña escala.

Esa es la gran evolución y el drama que planteamos. Hay quien dice que tenemos que aumentar la escala de los comunes, pero ya se ha señalado que la palabra “escala” es un término jerárquico. Creo que más bien se trata de reproducir y federar. Eso conlleva una estructura muy distinta, dado que conservaría la integridad y el compromiso del contexto local sin dejar de lado una solidaridad y apoyo más amplios.

Es algo que ya vemos en Internet, donde hay un sinfín de tribus digitales distintas. No hay autoridad central, aunque a veces se necesitan ciertas infraestructuras para avanzar hasta el nivel siguiente.

Lo que lo mantendrá unido, en gran parte, será cierto tipo de ética y cultura emergentes que se están empezando a hallar la una a la otra. Si vas a cualquier encuentro de especialistas, activistas y comuneros, normalmente verás mucha alegría, acompañada del placer de encontrarse y aprender unos de otros… Aunque tengan trasfondos distintos, todos comparten gran cantidad de principios éticos e inquietudes culturales.


Interferencias: Este acercamiento al procomún basado en los patrones o modelos da por sentado que los comunes son sistemas complejos y vivos y pone de relieve sus cualidades emergentes y su crecimiento. También celebra el hecho de que estos patrones constituyen nuestra herencia cultural. ¿Qué beneficios surgen al estudiar los comunes bajo este cariz?

David Bollier: Te permite captar la realidad de esa complejidad humana que caracteriza a lo comunal, sin comprimirlo en categorías reduccionistas ni en modelos que no reflejan las fuerzas que los suscitan. No quiero plantearlo en términos absolutos. Y no cabe duda de que necesitamos muchísimos estudios académicos centrados en el procomún pero, al mismo tiempo, hay otra realidad muy fértil más allá de lo que logran los modelos teóricos.

Existe un punto óptimo entre la anécdota base y los modelos excesivamente abstractos. El modelado basado en patrones es una manera de recopilar algunas de estas formas recurrentes, pero se trata de un proceso desde abajo, en vez de una imposición intelectual sobre la realidad.


Interferencias: El libro está concebido como un primer esbozo de estos “patrones de hacer procomún” a medida que fomentamos el desarrollo de un nutrido lenguaje de patrones derivado de los comunes y sus acciones asociadas. ¿Por qué es esto importante, y cómo sería ese lenguaje de patrones aplicado al procomún?

David Bollier: En su capítulo, Silke intenta describirlo mediante una aproximación: identificar ciertas temáticas notorias recurrentes surgidas a raíz de la experiencia vivida. Algunos ejemplos de estas temáticas serían: ¿cómo se protege el procomún? ¿Cómo creamos los sistemas legales o sociales para protegerlo?

Otro patrón podría ser: ¿cómo volvernos conscientes del propio procomún? ¿Cómo visibilizar mejor las dimensiones invisibles de los comunes? Silke ha intentado identificar algunos de estos patrones temáticos; son como hilos dorados que atraviesan gran parte de los relatos del libro, que aparecen en repetidas ocasiones.

Tenemos que empezar a educarnos para reconocer algunos de estos patrones y comenzar a entender la función interna de los comunes con una sensibilidad más sofisticada y mediante métodos más realistas. Todo ello sin caer en la rivalidad, la exclusividad y otros componentes propios del marco económico que rige el análisis.


Interferencias: Este es el segundo volumen de una trilogía en curso. ¿De qué tratará el tercero?

David Bollier: El siguiente libro, que apenas hemos comenzado, se pregunta qué significa todo esto a nivel macrodimensional, en términos políticos, económicos y de Estado.

En este libro nos hemos centrado en la dimensión interna de los gerundios del procomún y en la realidad vivida a pequeña escala. En el próximo queremos fijarnos en algunas de las macroimplicaciones y contemplar cuestiones como: ¿qué cambios necesita la ley para acomodar a los comunes? ¿Cómo habría que cambiar el rol del Estado para fomentar una sociedad centrada en el procomún? ¿Qué supone esto en términos de relaciones internacionales? De eso trata el tercer volumen.





Nota: Si te ha interesado esta entrevista, te interesará también saber que una red de publicaciones en castellano con licencias abiertas (Tinta Limón de Argentina, Sursiendo de México, La Libre de Perú, Guerrilla Translation y Traficantes de Sueños de España) acaban de traducir Pensar desde los comunes de David Bollier, un texto básico para entender el alcance y la importancia de los comunes. Hay en marcha una campaña de crowdfounding para colaborar en su publicación. Más información sobre el libro y la campaña.


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